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Virreinato del Río de la Plata
Virreinato del Río de la Plata (1776)
Por medio de la Real Cédula del 1º de agosto de 1776 se crea el Virreinato del Río de la Plata, que tendría su capital en Buenos Aires, y a la jurisdicción de ésta (que ya abarcaba Asunción y Montevideo) se le anexaría la Real Audiencia de Charcas (es decir, todo el Alto Perú, hoy Bolivia), y la provincia de Cuyo (que hasta entonces había sido jurisdicción de Chile).
1617 – Creación de la Gobernación del Río de la Plata.
1661 – Se establece la Audiencia de Buenos Aires. Máximo Tribunal de Justicia.
1713 – Construcción del Fuerte de Buenos Aires.
Desde comienzos de la década de 1760, la Corona Española decidió fortalecer el sur de su imperio y cerrar el flanco abierto a la penetración de los portugueses y de otras potencias. Las operaciones militares locales se combinaron con las negociaciones europeas, a menudo de manera contradictoria. En 1776, la exitosa campaña del Gobernador Pedro de Cevallos se detuvo cuando el Tratado de San Idelfonso, firmado en 1777, concedió a los portugueses la zona de Río Grande y siete pueblos misioneros. Pero la decisión estaba tomada: se creó un nuevo virreinato, con capital en Buenos Aires y jurisdicción sobre la Banda Oriental, el Paraguay, Tucumán, Cuyo y el Alto Perú, con el valioso cerro de Potosí incluido. El primer Virrey fue Pedro de Cevallos.
Las funciones básicas del Virreinato del Río de la Plata eran asegurar la defensa, incrementar la recaudación fiscal y garantizar que el comercio se dirigiera a la metrópoli.
La autoridad del Virrey sólo estaba limitada por la Audiencia, con funciones judiciales y administrativas. A la Audiencia de Charcas se sumó en 1785 la de Buenos Aires (que había sido suprimida en 1671), con jurisdicción en las provincias de Paraguay, Tucumán y Cuyo. La clave de la nueva administración fue la división del virreinato en intendencias y gobernaciones. Era el modelo francés, más funcional, que compensaba la centralización del poder con una mayor subdivisión territorial. Una Junta Superior de la Real Hacienda se hizo cargo de las finanzas e introdujo modernos criterios de contabilidad.
El virreinato fue dividido en intendencias y varias gobernaciones militares.
Intendencias: La Paz, Potosí, Paraguay, Salta del Tucumán, Córdoba del Tucumán y Buenos Aires.
Gobernaciones: Moxos, Chiquitos, Misiones y Montevideo. El virreinato empezó a ser gobernado con papeles, que transmitían las órdenes y disposiciones. Buenos Aires exportaba por año un millón de cueros. Venían sobre todo de las llanuras de la Banda Oriental y Entre Ríos, cuyo crecimiento notable y desordenado fue impulsado por los comerciantes porteños y de Montevideo. En la zona rural de Buenos Aires, donde ya se había agotado el ganado cimarrón, se desarrolló la explotación más ordenada de las estancias, donde coexistía un amplio sector de agricultores. En Santa Fe, antiguo puerto jesuítico en decadencia, los hacendados encontraron una alternativa: la cría de mulas, que se vendían en la feria Salta para ser utilizadas en las minas del Perú. El indio y el cuatrerismo fueron otros problemas. La respuesta fue instalar una línea de fortines y cuerpos militares. En 1779 la línea de frontera cruzaba por Chascomús, Ranchos, Montes, Lobos, Navarro, Guardia de Luján, Carmen de Areco, Salto, Rojas y Pergamino; y era defendida por el Cuerpo de Blandengues fundado en 1752, que además se ocupaba de controlar el contrabando y el cuatrerismo e implantar alguna forma de orden jurídico.
En Mayo de 1774, el auge mercantil de Buenos Aires decidió a la Corona a instalar un Consulado de Comercio en esta ciudad. Sus funciones debían ser dobles: ejercer de tribunal de justicia en asuntos comerciales y oficiar de junta de protección y fomento del comercio y la industria. Desde el Consulado se promovió el desarrollo de la agricultura y del comercio.
http://www.tradiciongaucha.com.ar/bicentenario/04.htm
http://www.elportaleducativo.com.ar/.../agosto01b.htm
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Re: Virreinato del Río de la Plata
LISTA DE VIRREYES
Pedro de Cevallos (1777-1778). Primer virrey del Río de la Plata. Habilita el puerto para el comercio libre. Asegura las comunicaciones entre Buenos Aires y las provincias de Cuyo. Autoriza el comercio de esclavos negros. Impone medidas políticas y económicas que dan vigor a la colonia.
Juan José de Vértiz y Salcedo (1778-1784). Se pone en vigencia el reglamento de comercio libre y se inauguran las aduanas e intendencias. Toma medidas sociales y económicas progresistas: instalación de una casa cuna, el hospital de niños expósitos, el alumbrado de las calles, la apertura de la Alameda (fue el primer paseo público de la ciudad). Impone el trabajo obligatorio, estimula la elaboración de las carnes saladas y la utilización del añil.
Cristóbal del Campo, marqués de Loreto (1784-1789). Perfecciona iniciativas de su antecesor. Fomenta el cultivo del trigo y se exporta harina a La Habana. Combate el contrabando. Se crea la intendencia de Puno. Tiene política de penetración pacífica con los indios.
Nicolás de Arredondo (1789-1794). Reglamenta el comercio de cueros. Licencia de autorización de la importación de negros a cambio de cueros vacunos. Instalación del Consulado de Buenos Aires. Prohibición de libros franceses.
Pedro Melo de Portugal y Villena (1795-1797). Reglamenta el abastecimiento de agua a la población. Funda Melo, en la frontera de la Banda Oriental. Desarrollo del comercio de carne y harina con La Habana. Comienza el empedrado de las calles.
Antonio de Olaguer y Feliu (1797-1799). Autoriza el comercio en el puerto de Buenos Aires a buques extranjeros y neutrales, pero combate el comercio ilícito. Toma medidas preventivas contra los efectos del clima revolucionario expandido a consecuencia de la revolución francesa.
Gabriel de Avilés y del Fierro (1799-1801). Suspende las encomiendas entre los guaraníes, otorgando la libertad individual y entregándoles la propiedad privada de la tierra. Reformas en materia cultural: publicación del Telégrafo mercantil e inauguración de la escuela de náutica.
Joaquín del Pino y Rozas (1801-1804). Ordena el abastecimiento alimenticio de la población, estableciendo un mercado único. Prohíbe el comercio de negros y de cueros en buques extranjeros. Incrementa la construcción de barcos en Corrientes y Asunción. Controla la entrada de extranjeros, sospechosos de alentar las ideas independentistas.
Rafael Sobremonte, marqués de Sobremonte (1804-1807). Introducción de la vacuna antivariólica. Ante las invasiones inglesas de 1806 y 1807 demuestra no estar a la altura de su cargo, por lo que es depuesto y arrestado.
Santiago de Liniers (1807-1809). Héroe de la reconquista de Buenos Aires en 1806. Ruptura del cabildo de Montevideo con el virrey. Es destituido al ser acusado de deslealtad y adhesión a los franceses.
Baltasar Hidalgo de Cisneros (1809-1810). Gran penuria financiera por la lucha contra los ingleses. Suprime las trabas administrativas del comercio y abre el puerto al intercambio con el extranjero. En mayo de 1810 es obligado a delegar el mando en la Junta provisional. Es el último virrey.
Javier de Elio (18l0-l81l). Nombrado por el Consejo de Regencia, la Junta de Buenos Aires lo rechaza. Nunca llega a ejercer el mando.
http://www.elportaleducativo.com.ar/.../agosto01b.htm
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Provincias de el Obispado de La Paz
La Paz.
Sicasica.
Pacagues.
Omasuyas.
Larecaxa.
Paucarcolla.
Chuicuito.
Apolobamba.
Provincias de el Obispado de Sta. Cruz de la Sierra
Santa Cruz de la Sierra.
Mizque.
Chiquitos.
Moxo.
Provs. de el Obispado de La Asunción del Paraguay
Paraguay.
Las Misiones del Paraná y Guayra.
Provincias de el Obispado de Tucumán
Santiago del Estero.
San Miguel de Tucumán.
Salta.
Xuxui.
Caxamarca.
Rioxa.
Descripción del Gran Chaco.
Provs. del Obispdo. de Buenos Ayres
Buenos Ayres.
Prova. de las Misiones de el Uruguay.
http://books.google.es/books?id=cXQL...html_text&cd=1
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Fundación de Buenos Aires (1536)
A partir de 1510, una serie de incursiones portuguesas en la Región del Plata alertó a la Corona Española sobre la necesidad de defender la zona.
Juan Díaz de Solís descubrió el río de la Plata en 1516, y Hernando de Magallanes, en su célebre viaje de circunnavegación, recorrió las costas patagónicas, en tanto que Sebastián Gaboto penetraba en el interior del país por los ríos Paraná y Paraguay (1526) fundando el enclave de Sancti Spiritus, que fue destruido por los aborígenes en 1529.
En Febrero de 1536, con el título de Adelantado, a orillas del Plata fundó Santa María del Buen Aire. Las condiciones de vida en Buenos Aires eran muy duras, faltaban alimentos y materiales de construcción, y los indios se resistían a ser utilizados como mano de obra.
La escasez de alimentos había arrastrado a los habitantes a robar un caballo para comerlo y hasta al canibalismo. Los ataques de los aborígenes incendiaban casas y algunas de las embarcaciones que estaban en el río. Las principales naciones que encabezaron los ataques eran los Querandíes, los Charrúas, los Guaraníes y los Chana-Timbús; que llegaron a reunir 23.000 según Ulrico Schmidl, cronista de la época.
Pedro de Mendoza, enfermo y en ruina, decidió regresar a España, pero la muerte lo sorprendió en el camino.
Entonces, se organizaron varias expediciones por el Paraná, en busca de riquezas y alimentos. Sus comandantes más destacados fueron Juan de Ayolas, Domingo de Irala y Juan de Salazar. A su paso levantaron enclaves precarios, como Corpus Christi, Candelaria o Buena Esperanza. Pese a las enfermedades y a los ataques indígenas, las iniciativas siguieron y, el 15 de Agosto de 1537, Salazar fundó Asunción, ciudad que prosperó rápidamente.
Juan de Ayolas fue asesinado por los Payaguás en una emboscada.
En 1541 Irala ordenó la destrucción de Buenos Aires y el traslado de la población a Asunción.
Juan de Garay, Alguacil Mayor de Asunción y luego Teniente del Gobernador Juan Ortiz de Zárate, inicia una expedición desde Asunción explorando el Paraná y el 15 de Septiembre de 1573 funda la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz.
En una segunda expedición, el 11 de Junio de 1580 y en calidad de Teniente de Juan Torres de Vera y Aragón, el nuevo Gobernador, fundó la Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María de los Buenos Aires. La ciudad tuvo una existencia animada, debido a la salida de plata del Potosí a través de su puerto. En 1594 una Real Cédula cerró el puerto a toda actividad comercial, asegurando que se favorecía el comercio con el Brasil, permitiendo el ingreso de esclavos y mercaderías. Así el contrabando y la ilegalidad se adueñaron del puerto. De todos modos, para evitar que sus habitantes padecieran grandes privaciones, España autorizó que la ciudad enviase a las costas del Brasil dos barcos por año. Estos navíos debían llevar harina, cecina y sebo y, a cambio, estaban facultados para traer a los porteños las cosas que tuvieran necesidad, como ropa, lienzo, calzado, fierro y acero.
Buenos Aires continuó siendo, en alguna manera, la puerta trasera del Potosí. La ganancia era demasiado grande para resistirse a la tentación. El contrabando era el negocio de la ciudad: un grupo de poderosos comerciantes portugueses, instalados en Buenos Aires, subvencionaba o sobornaba a todo el mundo, hasta a los gobernadores encargados de reprimirlo. La excepción fue Hernando Arias de Saavedra (Hernandarias), el primer Gobernador de origen criollo, que se empeñó en hacer cumplir la ley y terminó destituido y preso. Desde 1625, la Corona intensificó los controles: puso una Aduana seca en Córdoba y, más tarde, otra en Jujuy. Las cosas cambiaron a partir de 1680: cuando los portugueses fundaron Colonia del Sacramento, enfrente mismo de Buenos Aires, ya fue imposible detener el contrabando.
Luego de la fundación Juan de Garay continuó explorando los alrededores llegando hasta la actual zona de Mar del Plata. En 1583 fue muerto por los indios en cercanías de la actual San Pedro, al norte de Buenos Aires.
http://www.tradiciongaucha.com.ar/bicentenario/02.htm
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Re: Virreinato del Río de la Plata
La Conquista
1527 – Sebastián Caboto funda Sancti Spiritus
1536 – Pedro de Mendoza funda Buenos Aires
1543 – Diego de Rojas, proveniente de Cusco, entra en territorio de Tucumán
1550 – Juan Núnez del Prado funda Barco
1553 – Aguirre funda Santiago del Estero
1561 – Pedro del Castillo funda Mendoza
1562 – Juan Jufré funda San Juan
1565 – Diego de Villarroel funda San Miguel de Tucumán
1573 – Jerónimo Luis de Cabrera funda Córdoba
1573 – Juan de Garay funda Santa Fe de la Veracruz
1580 – Juan de Garay funda por segunda vez Buenos Aires
1582 – Hernando de Lerma funda Salta
1588 – Juan Torres de Vera y Aragón funda Corrientes
1591 – Juan Ramírez de Velazco funda La Rioja
1593 – Argañaraz y Murguia funda Jujuy
1594 – Luis Jufré de Loaysa funda San Luis
1683 - Mate de Luna funda Catamarca
El Asentamiento Hispánico en Cuyo y Tucumán fue consecuencia de las tendencias expansivas provocadas por las guerras civiles en el Perú. Diego de Rojas, Nicolás de Heredia, Juan Núñez del Prado y Francisco de Aguirre fueron algunos de los conquistadores que exploraron y fundaron ciudades en el Tucumán. Estos grupos que penetraron desde el Perú, chocaron pronto con quienes intentaban hacer lo mismo desde Chile. Estos, en lugar de ocupar Cuyo, buscaron imponer la autoridad de Santiago sobre la región tucumana. Finalmente, una Cédula Real de 1563 falló en contra de los conquistadores procedentes de Chile, que se dedicaron a consolidar su dominio sobre el área cuyana.
Corriente del Alto Perú
Se proponía buscar fuentes de aprovisionamiento para las minas de Potosí y asegurar de este modo la continuidad de la extracción de plata. Además, aspiraba a encontrar una salída al Atlántico, vía más corta para el envío de las riquezas a España.
1553 – Santiago del Estero. El 25 de Julio el Capitán Francisco de Aguirre, hombre de Pedro de Valdivia (fundador de Santiago de Chile), fundó la ciudad de Santiago del Estero del Nuevo Maestrazgo.
1565 – Tucumán. El 26 de Mayo, Diego de Villarroel fundó San Miguel de Tucumán como epicentro de una región desvinculada de Chile y vinculada administrativamente a Lima.
1573 – Córdoba. Jerónimo Luis de Cabrera sucedió a Francisco de Aguirre en la gobernación del Tucumán. Aunque el plan de Toledo, Virrey del Perú, era reforzar el dominio en el norte, Cabrera exploró el sur en busca de una ruta hacia el Atlántico. El 6 de Julio fundó la ciudad de Córdoba del Tucumán.
1582 – Salta. El 16 de Abril, Hernando de Lerma funda la ciudad de Lerma en el Valle de Salta. Inicialmente, fue un puesto militar destinado a proteger la ruta que unía la Gobernación de Tucumán con Lima.
1591 – La Rioja. Juan Ramírez de Velazco funda la ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja el 20 de Mayo.
1593 – Jujuy. El 19 de Abril, Francisco de Argañaraz y Murguía fundó San Salvador de Velazco en el Valle de Jujuy, ciudad pensada inicialmente como un enclave militar destinado a proteger la ruta al Perú.
1683 – Catamarca. Don Fernando de Mendoza Mate de Luna fundó el 5 de Julio San Fernando del Valle de Catamarca
Corriente de Chile
Inicialmente dependiente de Lima, intentó crear un cerco de poblaciones al otro lado de la cordillera para defender a las ciudades chilenas del ataque de los indios y las rutas de comercio al Perú. Luego terminó por tener sus propios intereses y procuró expandirse por su cuenta hacia el Atlántico.
1561 – Mendoza. El 2 de Marzo, por orden de Pedro Hurtado de Mendoza, Gobernador de Chile, Pedro del Castillo fundó la ciudad de Mendoza.
1562 – San Juan. San Juan de la Frontera fue fundada el 28 de Marzo por Juan Jufré de Loaysa. La principal función de este nuevo centro fue asegurar la provisión de indios para servir como mano de obra al otro lado de la codillera, en Santiago de Chile.
1594 – San Luis. El 25 de Agosto Luis Jufré de Loaysa y Meneses fundó San Luis de la Punta de los Venados y de la Sierra. Como otras tantas ciudades, era un precario núcleo urbano, cuya ostentosa organización administrativa regía una realidad aún inexistente.
Corriente de Asunción
Tenía por objetivo romper el aislamiento paraguayo, de hecho limitado a un circuito comercial rentable pero reducido, y también apostaba por la fundación de un puerto en la costa atlántica. Este puerto terminó siendo la ciudad de Buenos Aires.
1573 – Santa Fe. Buscando crear un puerto para relacionarse con la metrópoli, Juan de Garay partió de Asunción hacia el sur. El 15 de Noviembre fundó Santa Fe de la Veracruz.
1580 – Buenos Aires. En 1580, en una segunda expedición al sur, Juan de Garay llega al estuario del Río de la Plata donde refunda la Buenos Aires de Mendoza con el nombre de Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María de los Buenos Aires, el 11 de Junio.
1588 – Corrientes. El 3 de Abril, Juan Torres de Vera y Aragón, funda San Juan Vera de las Siete Corrientes.
http://www.tradiciongaucha.com.ar/bicentenario/03.htm
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Antes de la Conquista
Los principales aborígenes que habitaban este territorio eran:
Nombres ¿Nómades o Sedentarios? ¿Dónde vivían? ¿A qué se dedicaban?
Calchaquíes Sedentarios Prov. de Salta, Jujuy y Tucumán
A la Agricultura, criaban llamas
Matacos Nómades Prov. de Formosa y Chaco A la recolección, cultivaban y tejían
Guaraníes Nómades Prov. de Misiones, Corrientes y Entre Ríos A cultivar, cazar y pescar
Diaguitas Sedentarios Prov. de Catamarca, La Rioja y San Juan A la agricultura y a la caza
Querandíes Nómades Prov. de Buenos Aires y Santa Fe A la caza
Comechingones Nómades Prov. de Córdoba y Santiago del Estero A recolectar, cultivar y cazar
Patagones Nómades Prov. de Río Negro, Chubut y Santa Cruz A cazar y recolectar
Onas Nómades Prov. de Tierra del Fuego A cazar
Los Yámanas
Cazar ballenas y lobos marinos, pescar y recoger mariscos eran las actividades más importantes de los yámanas. Estos pueblos cazadores y recolectores habitaban en el sur de la isla Grande de Tierra del Fuego y en las islas del archipiélago del Cabo de Hornos. Aunque eran muchos, vivían en pequeños grupos formados por unas pocas familias muy independientes. No tenían jefes ni caciques.
Los yámanas no se establecían en forma permanente en una isla. Eran nómadas: levantaban su campamento en una playa o cerca de un arroyo y se quedaban allí unos pocos días. Cuando los alimentos escaseaban, abandonaban las viviendas y se iban en sus canoas buscando aguas y playas donde hubiera buena caza y buena pesca.
Vivían en chozas muy sencillas
Las casas que construían los yámanas eran muy simples. Sus chozas tenían forma de cono o cúpula.
Para hacer una choza, primero construían un armazón con postes o ramas. Luego lo cubrían con hojas y ramas y finalmente, con cueros de lobos marinos.
La casa tenia una entrada pequeña que cubrían con un trozo de cuero para protegerse del frío. La parte superior de la choza se dejaba abierta. Por esa abertura salía el humo de las brasas que siempre ardían en el centro de la choza.
Hábitos
Los yámanas, para darse calor, dormían muy apretujados, uno sobre otro.
Los yámanas comían huevos duros de cormorán, pingüino, cauquén... También comían hongos y algunas raíces y tallos. Pero su alimentación era fundamentalmente de origen animal: carne asada y grasa derretida de lobos marinos, ballenas y delfines; peces, mejillones y otros moluscos.
Las mujeres preparaban pieles, confeccionaban ropa, hacían canastos, cocinaban y cuidaban a los chicos. También eran ellas las que construían las chozas.
Además de cazar en el mar, los hombres cazaban sobre tierra firme guanacos, pájaros, cormoranes, pingüinos... Para ello, fabricaban arcos, flechas, hondas y lazos.
A los niños varones les encantaba dejarse caer por las lomas.
Las canoas: un segundo hogar
Los yámanas pasaban gran parte del tiempo navegando por las aguas encrespadas de la región. Desde sus frágiles canoas, obtenían los alimentos fundamentales para su supervivencia.
Las canoas yámanas eran muy grandes (cinco metros de largo y un metro de ancho en su parte media) y livianas. Las hacían con la corteza del coíhue, un árbol de la región. Sólo utilizaban madera para la construcción del armazón.
Una tarea comunitaria: la caza de la ballena
Cuando los yámanas descubrían alguna ballena descansando en las aguas de un canal, se organizaban para atacarla. Varias familias se acercaban y desde las distintas canoas le arrojaban arpones que llovía sobre el animal. Si no lograba escapar, la ballena se desangraba y moría. Entre todos la llevaban hasta la playa más cercana. Entonces, tras tantas horas de esfuerzos, la alegría estallaba entre los cazadores porque cientos de kilos de grasa y carne les aseguraban una buena alimentación por muchos días.
M
ás hábitos:
Las mujeres remaban incansablemente. Tenían una gran habilidad para dirigir la canoa hacia los lugares que les señalaba el cazador.
Los niños sacaban el agua que se filtraba en la canoa y cuidaban que no se apagaran las brasas del fogón. El fuego no incendiaba la canoa porque se hacía sobre una plataforma de piedras.
Los hombres yámanas iban al acecho, parados en la proa de la embarcación. Para cazar y pescar usaban arpones de distinto tamaño que terminaban en una punta de hueso que podía tener forma de dientes, serruchos o ganchos.
Hombres, mujeres y niños usaban un taparrabos de cuero pequeño. Se cubrían con una capa que fabricaban con pieles de lobo marino, nutria de mar, guanaco o zorro. A veces, se calzaban con mocasines de piel.
Las mujeres recogían mejillones y otros mariscos. Para ello usaban unos largos palos que terminaban en forma de pinza. También pescaban con línea y carnada o con canastos.
Los Tehuelches
En la actual provincia de Santa Cruz y en toda la Patagonia vivían los tehuelches. Eran nómades. Viajaban mucho a pie, en pequeños grupos, a través de las mesetas patagónicas. Cuando empezaba el verano, llegaban a la cordillera, desde la costa. Acampaban allí porque había animales para cazar y agua para beber.
Cazaban sobre todo guanacos y ñandúes. Para cazar estos animales y otros de la zona, como pumas, huemules, peludos, maras, zorrinos y patos, utilizaban el arco y la flecha.
Vivían en tolderías
Los tehuelches acampaban en toldos muy simples que construían con armazones de madera cubiertos con cueros de guanaco. Vivían en grupos pequeños, formados por unas pocas familias. Cada uno de esos grupos tenía un jefe que los guiaba en la caza y en las mudanzas, pero que no podía dar órdenes. Los tehuelches eran muy independientes y no reconocían una autoridad mayor a la del padre de familia.
La mudanza
Hacia el fin del otoño, las mujeres tehuelches levantaban el campamento y cargaban, en sus bolsas, las herramientas y comida. Con los toldos a cuestas, junto a sus hombres y niños, se ponían otra vez en movimiento. Todos juntos, guiados por sus caciques, seguían a guanacos y ñandúes a través de territorios conocidos, en su viaje hacia la costa.
Hábitos
Para evitar que la lluvia se filtrara en los toldos, las mujeres impermeabilizaban los cueros con grasa.
Los hombres fabricaban arcos y flechas con punta de piedra, raspadores de piedra y otras herramientas.
Mujeres y hombres usaban taparrabos y se cubrían con unos mantos llamados quilangos que confeccionaban con piel de guanaco y decoraban con dibujos geométricos y colores muy llamativos. Calzaban sandalias de cuero y mocasines de piel.
Los tehuelches se alimentaban sobre todo con la carne (asada o hervida) de los animales que cazaban. También comían huevos de ñandú, calafates, frutillas, raíces y hongos que recogían en la zona.
Antes de usar los cueros de los guanacos para hacer toldos, vestimentas y muchas otras cosas, había que limpiarlos y acondicionarlos.
Los Guaraníes
Abrían claros entre los árboles para cultivar
En el actual territorio de la provincia de Misiones, habitaban, agrupados en aldeas, los guaraníes. El maíz era uno de sus alimentos más importantes. Con él hacían polenta, chipá, bebidas y hasta el rico pochoclo.
Los guaraníes habían aprendido a cultivarlo hacía ya mucho tiempo. Para poder hacerlo, primero tenían que abrir claros en el bosque ya que los árboles y la vegetación dificultaban la entrada de los rayos del sol y la llegada del agua de lluvia. Sólo después de tan pesados trabajos podían sembrar y cosechar.
Una vida sedentaria en pequeñas aldeas
Los guaraníes eran agricultores. Como producían sus propios alimentos no necesitaban mudarse de un lugar a otro. A diferencia de los yámanas y de los tehuelches, los guaraníes vivían en aldeas en forma bastante estable: eran sedentarios.
Las aldeas de los guaraníes estaban formadas por pocas casas (aproximadamente ocho) que eran grandes y se levantaban alrededor de una plaza. Esas edificaciones estaban rodeadas por un cerco y un foso que protegían a los aldeanos de los ataques de otros pueblos y de los temíbles yaguaretés.
Con jefes y hechiceros
En cada casa vivía una familia extensa formada por varias parejas y sus hijos, padres, abuelos y tíos. Las familias eran tan numerosas que en una misma casa vivían ¡cien o más parientes! Cada una era dirigida por un jefe que los comandaba en las guerras y cumplía la función de juez en las peleas familiares.
Entre estos jefes se elegía el tuvichá o jefe máximo de la aldea. El tuvichá era muy respetado pero no podía dar órdenes. Debía convencer a la gente de su pueblo por medio de la palabra. No se distinguía demasiado del resto del pueblo. Una de las pocas deferencias que lo distinguía era que podía tener varias mujeres.
Además de los jefes, entre los guaraníes se destacaban los payés. Eran médicos hechiceros que también tenían poderes para comunicarse con los dioses y los porás, unos duendecillos protectores de plantas y animales. Los payés trataban indigestiones, infecciones y fiebre con hierbas medicinales y ungüentos.
Hábitos
Para abrir claros en el bosque, primero había que talar los árboles y luego quemar las malezas. Después, abrían hoyos y en ellos sembraban las semillas.
Los guaraníes cultivaban maíz, zapallo, mandioca, batata, tabaco y algodón. También recolectaban frutos y plantas, como la yerba mate. Con ella preparaban nuestro conocido mate.
Las casonas tenían cincuenta metros de largo. Las paredes eran de madera y estaban revocadas con barro. No tenían ventanas. Los techos, altos y a dos aguas, estaban cubiertos por hojas de palmera o pasto. Se entraba por puertas construidas en sus extremos.
Las mujeres preparaban distintos tipos de comida. Con harina de maíz, hacían unos bollitos deliciosos y nutritivos: los chipás. En varias provincias del nordeste argentino y en el Paraguay se siguen haciendo chipás, como hace seiscientos años.
Los guaraníes hacían ollas, platos y tinajas con distintos materiales. Pero, en general, los recipientes eran canastos de diferentes formas confeccionados con tiras de cortezas.
Los Diaguitas
En el Noroeste, en las actuales provincias de Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca y La Rioja, habitaban los diaguitas. Eran muchos pueblos independientes que tenían costumbres muy parecidas y hablaban un mismo idioma: el kakán. Todos eran agricultores y el cultivo del maíz era fundamental para ellos. Producirlo, los exigía, como a los guaraníes, grandes trabajos.
Cultivaban en valles y montañas
Los diaguitas vivían en una zona de montaña, donde llueve poco y el agua es escasa. Para practicar la agricultura, debieron resolver problemas distintos de los que enfrentaban los guaraníes. Como no tenían superficies planas donde cultivar, construyeron grandes escalones o terrazas en las laderas de las montañas. También buscaron la forma de aprovechar bien el agua de lluvia o la de los manantiales de montaña: construyeron represas para almacenarla y un sistema de canales para guiarla hacia los campos de cultivo. Todos los hombres del pueblo debían colaborar para construir las terrazas de cultivo y los sistemas de irrigación. El jefe o cacique dirigía estos trabajos comunitarios.
Las aldeas diaguitas
Los diaguitas vivían en aldeas más grandes que las de los guaraníes. En ellas habitaban entre mil y tres mil personas. Las levantaban en los valles o en las laderas de las montañas. Como eran pueblos muy aguerridos, muchas aldeas estaban amuralladas.
Las aldeas tenían distintas formas. Las calles eran angostas y había plazas en las que se celebraban fiestas y ceremonias. También tenían depósitos donde guardaban semillas y alimentos para las épocas de escasez.
Casas de piedra o quincha
Las viviendas eran por lo general rectangulares y tenían varias habitaciones. Las paredes se construían con piedras irregulares, montadas y encajadas una sobre otra, sin mezcla que las uniera. Otros pueblos las construían con una mezcla de barro y paja llamada quincha. Los techos se hacían con tirantes de madera y se cubrían con ramas o con paja y barro.
Las familias de los caciques tenían casas más grandes y más sólidas que el resto del pueblo. Estaban ubicadas en los lugares más protegidos o cerca de donde se celebraban las ceremonias en honor de sus dioses: el Rayo y el Trueno.
Hábitos
Las terrazas de cultivo eran grandes escalones de tierra, sostenidos con paredes de piedra para evitar que se desmoronaran. Construirlas y mantenerlas en buen estado requería del trabajo de muchos hombres de la comunidad.
Los diaguitas cultivaban gran variedad de plantas a lo largo del año. En la época de siembra, los hombres abrían hoyos en la tierra utilizando palos cavadores.
Las mujeres echaban las semillas en los surcos. Luego, cuando las plantas maduraban, todos se ocupaban de realizar la cosecha.
No sólo cultivaban maíz. Plantaban, además, zapallos, papas, ajíes, porotos, maní y quinoa. Lo hacían en distintas épocas del año en terrenos situados a diferentes alturas. La papa y la quinoa, por ejemplo, crecen bien en zonas altas y frías.
También recolectaban frutos, semillas y raíces silvestres. Uno de los frutos que más apreciaban eran las vainas de algarrobo. Eran muy nutritivas. Con ellas fabricaban harina y una bebida alcohólica, llamada aloja. Cada pueblo tenía sus algarrobales y los cuidaba celosamente. Si otros pueblos se animaban a entrar sin permiso, podían pagar con su vida el atrevimiento.
Los diaguitas cazaban durante los meses en que no se podía cultivar. La carne de los animales que cazaban los servía para complementar una dieta fundamentalmente vegetariana.
Los diaguitas criaban llamas y alpacas. Con sus lanas confeccionaban vestimentas. La llama era, además, fundamental para el transporte de cargas.
Las mujeres cocinaban polenta, locro y guisos muy variados. Con el maíz también hacían pochoclo y una bebida alcohólica llamada chicha.
En sus telares, las mujeres tejían la lana de alpacas, llamas y vicuñas. Hacían túnicas y abrigadas mantas para cubrirse en los días de frío.
Los hombres fabricaban arcos, flechas y los instrumentos de labranza que utilizaban.
Los Guaycurúes
Habitaban la región del Chaco, que abarca las actuales provincias de Formosa, este de Salta, norte de Santiago del Estero y Santa Fe. Este pueblo estaba formado por cuatro grupos más pequeños: los tobas, a lo largo de los ríos Pilcomayo y Bermejo; los pilagaes, que vivían en el centro de la actual Formosa; los mocovíes, ubicados al sur, entre los ríos Bermejo y Salado; y los abipones, hacia la desembocadura del Bermejo. Eran pueblos nómades, cazadores y pescadores.
Los guaycurúes se dividían en pequeños grupos que se trasladaban, según las épocas del año, en busca de lugares propicios para cazar, pescar y recolectar plantas silvestres. Si bien se movilizaban todo el tiempo, volvían siempre a su territorio, que delimitaban con señales propias. De esta manera cuidaban de que no se agotaran los recursos.
Los Pampas
La región pampeana estuvo poblada desde hace muchísimo tiempo. Los guaraníes llamaron querandíes a sus primeros habitantes. Más adelante, criollos y españoles llamaron pampas tanto a los querandíes como a algunos otros indios que se establecieron allí. Eran cazadores y pescadores, y se desplazaban para buscar sus alimentos. A mediados del siglo XVI comenzaron a domar los caballos que había dejado la expedición de Pedro de Mendoza, y se convirtieron en excelentes jinetes.
Los Calchaquíes
Pueblo amerindio que habitaba en la región noroeste argentina de los valles de Yocavil y Calchaquí, en la provincia de Salta, y partes adyacentes de Tucumán y Catamarca.
La expansión incaica afectó a este grupo de lengua kakana, cuya economía estaba basada en la agricultura de andenería e irrigación artificial de productos como el maíz, la quinoa y la papa, entre otros. Sus poblados, construidos en lugares elevados, están formados por viviendas rectangulares hechas de piedra o tapial, a veces con recintos fortificados generalmente realizados durante el dominio incaico. Poseían una industria en la que destacaba la producción textil, la cerámica, la cestería y la metalurgia, esta última aportada por la cultura inca. Su organización política tribal llegaba hasta la confederación al mando de un solo general, revestido con poder terrenal y divino.
Los Incas
En otras partes del continente americano había muchísimos pueblos con modos de vida muy parecidos a los de los indígenas que habitaban en nuestro actual territorio. Había grupos nómadas y cazadores-recolectores como los yámanas y los tehuelches y pueblos agricultores, que como los diaguitas y los guaraníes, vivían en aldeas. Pero también había un pueblo, el de los incas, que tenía una sociedad más compleja y vivía en ciudades.
Hace algo más de quinientos años, los incas conquistaron muchos pueblos y organizaron un poderoso imperio. Lo llamaron el Tahuantinsuyu o “Estado de las cuatro regiones”. Cuzco era su ciudad capital.
Cuzco: gran ciudad imperial
Cuzco estaba ubicada en el valle del mismo nombre, en el actual territorio de Perú. Era una gran ciudad, sus calles eran rectas y las manzanas parejas. Estaba habitada por más de cien mil personas.
En el Cuzco estaba el templo más importante de todo el Tahuantinsuyu: el Templo del Sol o Coricancha. Era un hermoso edificio de piedra, adornado con placas de oro, que ocupaba el centro de la ciudad. Allí estaban los santuarios del dios Sol y de otros dioses de menor importancia.
En los alrededores del templo había palacios y mansiones pertenecientes a la gente más poderosa del imperio: el Inca o emperador y la nobleza que estaba formada por los altos funcionarios, los sacerdotes, los militares y sus respectivas familias. Alrededor de las casas más distinguidas, estaban los barrios de los “mitimaes”, trabajadores que procedían de distintos lugares del imperio y que se ocupaban del mantenimiento de la ciudad.
Los trabajos para el Inca
Desde el Cuzco se organizaban los trabajos de casi seis millones de campesinos.
Las poblaciones dominadas estaban obligadas a cultivar sus tierras y las que, en cada pueblo, estaban reservadas para el Inca. Los productos que los habitantes obtenían de sus tierras se destinaban a la alimentación del pueblo. Los que se cosechaba en las tierras del Inca debía ser entregado a las autoridades del imperio como tributo o impuesto exigido por él.
Además, cada tanto, los hombres de los pueblos debían abandonar sus aldeas por un tiempo para construir caminos, templos, puentes y terrazas de cultivo o trabajar en las minas de oro, plata y cobre. A este servicio que cumplían para el Inca, se lo llamaba mita.
Necesitaron una gran organización
Para asegurar la realización de todos estos trabajos, el imperio incaico contaba con una muy buena organización. La autoridad máxima era el Inca, considerado “Hijo del Sol”. Tenía un poder absoluto, era dueño de las tierras, de los hombres y de los animales. Para hacer cumplir sus órdenes, nombraba a un gobernador por cada región o provincia. Ellos eran los jefes o curacas de las poblaciones dominadas o aliadas hicieran tributar, cumplir con la mita y con el servicio militar a los hombres de sus pueblos. En el caso de que algún pueblo se rebelara, el Inca contaba con un poderoso ejército para controlarlo.
Los productos que los pueblos tributaban al Inca eran almacenados en depósitos llamados colcas. Estos alimentos se utilizaban para alimentar a los trabajadores que servían en la mita y a los mensajeros del imperio, entre otros. También eran utilizados por el Estado incaico para socorrer a los pueblos que sufrían escasez de alimentos.
Hábitos
El imperio incaico se extendía por toda la región andina, desde el Ecuador hasta la provincia de Mendoza y el centro de Chile. Los diaguitas y otros pueblos asentados en el actual territorio argentino fueron conquistados por los incas.
El imperio estaba comunicado por extensos caminos de piedra, “los caminos del Inca”, que unían el Cuzco con las distintas regiones.
Los incas aceptaban los dioses de las poblaciones dominadas. Pero por encima de fuente de vida y lo representaban así. Gracias a él crecían los hombres, los animales, el maíz y las demás plantas. Todos los años se celebraban en el Coricancha grandes fiestas en su honor. Asistían los jefes de todos los pueblos dominados.
En la parte norte del Cuzco estaba la fortaleza de Sacsahuamán, protegida por varias líneas de murallas.
Como los diaguitas, la mayor parte de los pueblos conquistados por los incas cultivaban sobre las laderas de las montañas. Construían terrazas de cultivo que irrigaban con un sistema de diques y canales.
Los incas no tenían escritura. Pero contaban con un sistema de contabilidad muy ingenioso que les permitía saber cuántos eran, qué cantidad de alimentos tenían en los depósitos y muchas cosas más. Para ello, utilizaban los quipus que pueden ver en la fotografía. Los quipus estaban formados por largos cordones de los que colgaban cuerdas con nudos de colores. Servían para representar ideas, objetos y cantidades. Los funcionarios que se encargaban de estas tareas contables se llamaban quipucamayoc.
El Inca era considerado un dios. Esa situación tenía sus ventajas: recibía tributos y honores; nadie lo podía tocar, vestía ropas muy finas y comía en vajilla de plata. También los miembros de la nobleza incaica se distinguían de los campesinos: vivían en mansiones, usaban ropa de lana de vicuña y unos aros de oro tan pesados que les alargaban las orejas.
.http://www.tradiciongaucha.com.ar/bicentenario/01.htm
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Re: Virreinato del Río de la Plata
La Historia del Gaucho Argentino
Si bien la palabra gaucho o gauchesco se ha utilizado en diferentes circunstancias con sentidos variados, con referencia tanto al poblador de las zonas rurales del sur de América, como a una forma de cultura, en los primeros tiempos se utilizó para designar un tipo de habitante de las Sierras del Este de la Banda Oriental, las llamadas “tierras de nadie”, las fronteras entre los dominios español y portugués. La palabra "gaucho" viene de la palabra "guacho" La palabra propiamente dicha aparece por primera vez en un documento escrito en 1771 refiriéndose a ciertos "malhechores" que se escondían en la Sierra a una cierta distancia de Maldonado, tal vez en la misma Sierra de los Rocha o sus adyacencias. Se trata de una comunicación del Comandante de Maldonado, Don Pablo Carbonell, enviada a Buenos Aires al Virrey Juan José Vértiz, fechada el 23 de octubre de 1771: "Muy señor mío; haviendo noticia que algunos gahuchos se habían dejado ver a la Sierra mande a los tenientes de Milicias Dn Jph Picolomini y Dn Clemente Puebla[cita requerida], pasasen a dicha Sierra con una Partida de 34 hombres entre estos algunos soldados del Batallón a fin de hacer una descubierta en la expresada Sierra, por ver si podían encontrar a los malechores, y al mismo tiempo viesen si podía recoger algún ganado; y haviendo practicado…"
La genealogía del gaucho es compleja; sin duda existieron los gauchos —aunque no fuera generalizado ese nombre— ya desde los tiempos de Hernandarias, al requerirse sujetos libres para manejar los numerosos rebaños de ganado cimarrón que medraban en las vaquerías pamperas y campañas del Mar o Vaquerías del Mar en el siglo XVII. Estos "protogauchos" eran criollos y mestizos en su mayoría eran "mancebos de la tierra", tal como la gran mayoría de quienes acompañaron a Juan de Garay en su fundación de Buenos Aires, e inclusive fueron los primeros vecinos de la ciudad. Sin embargo, existe una leyenda que menciona con nombre y apellido al "primer gaucho": según tal leyenda en 1586 en la aldea que entonces era la actual ciudad de Buenos Aires vivía un soldado raso andaluz llamado Alejo Godoy; éste se quejaba del mal trato y las pésimas condiciones de vida y habría enviado una carta al rey de España para que atendiera su condición y las de aquellos que se encontraban en circunstancias semejantes. Como (obviamente) no recibiera respuesta, —se dice— cansado de esperar se acercó al baldío que entonces era la Plaza Mayor y tras gritar "¡Muera Felipe II!" se fugó a galope hacia el campo. Este relato es casi sin duda legendario, pero como muchas leyendas aporta ciertos datos para entender el origen del gaucho.
En Brasil, la historiografía a veces supone a los gauchos con orígenes portugueses. Lo cierto es que en la región contendida de la Banda Oriental, el Río Grande y las Misiones Orientales prosperaron los gauchos que arreaban ganado practicando, sin saberlo, contrabando de ganado entre los territorios entonces españoles y portugueses (el ganado se dirigía a la brasileña "Feria de Sorocaba" siguiendo la Ruta del ganado).
El gaucho era generalmente nómada y habitaba libremente en la región, desde la región pampeana]], la llanura que se extiende desde el norte de la Patagonia argentina hasta el estado de Río Grande del Sur al sur del Brasil], en todo el territorio suavemente ondulado del actual Uruguay, llegando hasta la Andes hacia el oeste y aún más al norte, por los llanos chaqueños hasta la región de Chiquitania y Santa Cruz de la Sierra. Mantenía una relación con el ganado introducido por los europeos, un complejo ecuestre criollo. La mayoría de los gauchos eran criollos o mestizos, si bien esto no es definitorio. Hacia 1875 el viajero gascón Henri Armaignac daba una definición más cercana al respecto de quién era considerado gaucho. En principio, gaucho es el habitante rural que tiene gran destreza como jinete, pero esto no basta. Dice Armaignac: "Un extranjero —por ejemplo un europeo— puede adquirir, aunque sea muy difícil, todas las destrezas del gaucho, vestir como gaucho, hablar como gaucho... pero no será nunca considerado gaucho; en cambio sus hijos aunque todos sus linajes sean directamente europeos, al ser ya nativos o criollos sí serán cabalmente considerados gauchos."
http://www.taringa.net/comunidades/h...Argentino.html
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Historia de las Islas Malvinas
Las Malvinas fueron descubiertas en 1520 por Esteban Gómez, tripulante de la nave San Antonio, uno de los barcos de la expedición de Magallanes. según la delimitación de tierras de las bulas papales, las islas pertenecían a España. Sin embargo, navegantes ingleses, holandeses y franceses llegaron a las islas en diversas oportunidades.
En 1690, el capitán de la marina británica John Strong navegó por el estrecho de San Carlos, que separa las Malvinas, y lo llamó estrecho de Falkland en recuerdo de sir Lucius Cary, segundo vizconde de Falkland.
En 1764 hubo una ocupación francesa por parte de Luis de Bougainville, quien fundó el puerto de San Luis en la isla oriental. Los franceses llamaron a las islas Malouines, porque ése era el nombre dado a los nacidos en Saint Maló, el puerto francés de donde procedían.
Los españoles obtuvieron el puerto de San Luis tras una sede de protestas y transformaron Malouines en Malvinas.
En 1765, una expedición inglesa llegó a las islas y las denominó Falkland Islands. En 1770, las fuerzas de ocupación inglesas fueron desalojadas por España, que reclamó a soberanía de las islas por vía diplomática.
Cuando se creó el Virreinato del Río de La Plata, las Malvinas pasaron a depender de la gobernación de Buenos Aires. Desde 1774 hasta 1810, España nombró sucesivos gobernadores para el archipiélago.
En 1776, cuando se creó el virreinato del Río de la Plata, las islas Malvinas se incluyeron en el territorio de la gobernación de Buenos Aires. Después de 1810, las islas siguieron bajo esa jurisdicción.
En 1820, la fragata Argentina La Heroína fue enviada a Malvinas para tomar posesión definitiva de las islas. En 1825 se produjo un hecho significativo: Gran Bretaña reconoció la independencia Argentina y no reclamó las islas.
En 1828, el gobierno de Buenos Aires otorgó a Luis Vernet, en concesión, el Puerto soledad para que construyera una colonia. Para ello, llevó a cien gauchos e indios de las pampas, hábiles en la cría de ganado.
En 1829, Vernet fue nombrado gobernador de Malvinas. Y ese mismo año Gran Bretaña reclamó su derecho de soberanía sobre las islas, adjudicándose su descubrimiento.
En 1833 esa nación tomó las Malvinas bajo su dominio, expulsando a las autoridades criollas. Desde entonces, la Argentina no ha dejado nunca de reclamar su soberanía sobre el archipiélago.
El 2 de abril de 1982, el gobierno militar de la Argentina, a raíz de un conflicto planteado en las islas Georgias del sur, decidió tomar las Malvinas por la fuerza, iniciando una corta pero sangrienta guerra.
Los argentinos ocuparon las islas y desalojaron al gobernador británico. se creó una gobernación militar Argentina y se cambió el nombre de Puedo Stanley, la capital, por el de Puerto Argentino. El gobierno inglés envió enseguida una gran flota hacia el Atlántico sur para recuperar las Malvinas; los combates terminaron con el triunfo inglés el 10 de junio del mismo año. Las islas volvieron al dominio británico.
Las negociaciones por la soberanía sobre Malvinas, apoyadas por diversas resoluciones de las Naciones unidas, continúan en el terreno diplomático.
http://www.todo-argentina.net/Geogra...s/historia.htm
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Juan José de Vértiz y Salcedo (1719-1799)
Gobernador y capitán general del Río de la Plata (1770-1776)
Virrey del Río de la Plata (1778-1783).
Nació en Mérida de Yucatán, México, en donde su padre era gobernador real; estudió en España; desde temprana edad, ingresó a la carrera militar; intervino en varias campañas españolas, incluyendo las de Italia y Portugal y había llegado a ser comendador de la Orden de Calatrava antes de ser enviado al Río de la Plata.
Fue gobernador interino en 1770 y confirmado en 1771; durante los siguientes doce años, con excepción del breve período en que se estableció el virreinato con Pedro de Ceballos, Vértiz y Salcedo estuvo a cargo del gobierno de Buenos Aires; durante este período demostró ser mejor administrador que general; sus esfuerzos por sacar a los portugueses del Uruguay y llevarlos de nuevo al Brasil fueron poco satisfactorios y Ceballos, con su gran ejército, tuvo que terminar la tarea; pero como gobernador civil español de la Argentina fue casi inigualable.
Sus reformas y logros, en general como resultado de la política real, desarrollaron la economía y la cultura de toda la región al tiempo que expandieron sus fronteras defensivas, iniciando la colonización de tierras no habitadas, incrementando la efectividad del gobierno y mejorando la calidad de vida; durante su mandato, finalizó los arreglos para restablecer la Real Audiencia en Buenos Aires.
Estableció intendencias en todo el Virreinato; fortaleció la economía liberando el mercado y regulando las condiciones laborales; intentó agrupar a los artesanos especializados en gremios; estimuló la tradicionalmente importante industria minera (en especial en el Alto Perú); fomentó nuevas industrias del salado de carnes; procuró el desarrollo de la agricultura, en especial del cultivo comercia1 del índigo y del lino para los cuales había un creciente mercado lucrativo europeo; se interesó por la transformación de la ciudad de Buenos Aires en una verdadera capital virreinal; limpió la ciudad, mejoró el suministro de agua, instaló alumbrado en las calles, construyó una alameda a lo largo del río, y estableció una plaza de toros en El Retiro.
Hizo levantar un censo de la ciudad y de la provincia que reveló una población de 37.679 habitantes; tomó provisiones respecto a los vagabundos, los huérfanos, las mujeres desamparadas o de mala vida, los mendigos, etc.; restableció la Hermandad de Caridad (precursora de la posterior Sociedad de Beneficencia); creó el Protomedicato para regular el ejercicio de la medicina y para asegurar el porvenir de la salud pública y de la preparación de médicos; su disposición ordenada de la riqueza dejada por los jesuitas (expulsados en 1767) ayudó a financiar muchos de estos esfuerzos.
Vértiz y Salcedo fue, en muchos aspectos, el primer gobernador real que demostró interés en la vida cultural de la comunidad; estableció el primer teatro en Buenos Aires, la Ranchería (1771); abrió el real Colegio de San Carlos y quiso establecer una universidad (no la hubo en Buenos Aires hasta después de la independencia); trajo la imprenta jesuita de Córdoba a Buenos Aires y la instaló en la Casa de los Niños Expósitos, proporcionando a Buenos Aires su primera imprenta; para la creación de todas estas nuevas instituciones, Vértiz y Salcedo eligió a criollos calificados (tal vez porque él mismo era americano) para ocupar los nuevos puestos, junto con los españoles recién llegados.
Su obra se extendió a todo el virreinato; se reforzaron los fuertes en Montevideo; la frontera india en Buenos Aires fue adelantada y mantenida por nuevos poblados fortificados que más tarde se convirtieron en ciudades como Chascomús, Monte, Rojas, Ranchos, Navarro; cumpliendo con las órdenes reales de que la Patagonia debía ser explorada y defendida de posibles intrusos europeos, el virrey envió varias expediciones a las órdenes de Juan de la Piedra; Andrés y Francisco Viedma, y Basilio Villarino que exploraron la costa hasta San Julián, el río Negro y el río Colorado, y establecieron poblados como el de San José y Carmen de Patagones; en el norte, Jerónimo Matorras condujo la expedición al Chaco y la navegación se abrió en el Bermejo hasta Salta.
Vértiz y Salcedo reunió y equipó un ejército de dos mil hombres para ayudar a sofocar la insurrección de Tupac Amaru II en los altos Andes de Pertí y Bolivia (parte del Virreinato del Río de la Plata); el envío del capitán Tomás Rocamora (1783) a la casi inhabitada región entre los ríos Paraná y Uruguay para establecer poblados, en lo que hoy es la provincia de Entre Ríos, tuvo consecuencias importantes para la Argentina.
Fundó las ciudades de Gualeguay, Gualeguaychú y Concepción del Uruguay; en 1783 el virrey pidió ser transferido a España, y su sucesor, Nicolás del Campo, marqués de Loreto, se hizo cargo; eximido, debido a su excelente desempeño, de la habitual residencia, o revisión judicial, de su mandato.
Entregó su gobierno a su sucesor en 1784 y regresó a España donde murió luego de varios años.
http://www.todo-argentina.net/biogra..._de_vertiz.htm
Titulos de don Juan José Vertiz y Salcedo:
Don Juan Josef. de Vertiz, y Salcedo,
comendador de Puertollano en la Orden
de Calatrava, Teniente General de los
Reales Exercitos, Virrey, Governador,
y Capitán General de las Provincias
del Rio de la Plata, Buenos- Ayres,
Paraguay, Tucumán, Potosí, Santa Cruz
de la Sierra, Moxos, Cuyo, y Charcas,
con todos los Corregimientos, Pueblos y
Territorios a que se extiende su Jurisdicción:
de las Islas Malvinas, y Superior Presidente
de la Real Audiencia de la Plata, &c.
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Re: Virreinato del Río de la Plata
¿ARGENTINO O URUGUAYO? REVELACIONES SOBRE JOSE GERVASIO DE ARTIGAS
por Nestor Genta
El hijo de Martín José Artigas y Francisca Antonia Pascual Rodríguez (conocida como Francisca Antonia Arnal o Aznar), nace el 19 de junio, día en que el santoral católico consagra a San Gervasio, en la ciudad de Montevideo, Virreinato del Perú, luego, Virreinato del Río de la Plata. Por no existir la Argentina ni el Uruguay no es ni uruguayo, ni argentino.
¿A qué Patria defiende?
Se pregunta, con todo fundamento, el historiador rosista José María Rosa:"¿Cuál era la Patria de Artigas? ¿Era solamente su amada provincia, su 'patria chica' por la que tanto luchó? ¿Era la Liga de los Pueblos Libres? ¿Eran las Provincias Unidas del Plata? Sí. Todo eso, y algo más también. Artigas era oriental y por ser oriental era muy argentino. No hablo de 'argentino' como sinónimo de porteño y pido que se me entienda; 'argento' es el habitante de las provincias del Plata como lo dice la etimología.
Pero no se detenía allí su idea de patria (...) para él su patria era la unión de todas las porciones de América Española. Unirán en un mismo Estado o Confederación de Estados, o una misma fraternidad, que para el caso es lo mismo".
El vocablo 'argento' es sinónimo de 'plata'. Pero el mundo platense no es sólo el argentino. La parte no puede tener el privilegio de nombrar al todo.
Entonces, para dar una idea clara de esa entidad telúrica y topográfica, étnica e histórica, real e ideal, no fue menester hallar una palabra más justa, de sentido más amplio, más urgente y evocadora: LA PLATANIA.
He ahí la verdadera Patria de Artigas (...) Artigas es el númen de esa santa unión, hermanos uruguayos, argentinos, paraguayos, y hasta bolivianos y brasileños". 8
Genta remite al verdadero Himno Nacional, no al cercenado que hoy se canta en las escuelas; el que menciona los triunfos de Artigas en San José y Las Piedras:
"San José, San Lorenzo, Suipacha, / Ambas Piedras, Salta, y Tucumán,
La Colonia y las mismas murallas / Del tirano en la Banda Oriental,
Son letreros eternos que dicen: / Aquí el brazo Argentino triunfó,
Aquí el fiero opresor de la Patria / Su cerviz orgullosa dobló".
El gran Artigas jamás quiso escindir la Banda Oriental de las Provincias Unidas.
El 19 de abril de 1813, en el campamento frente a Montevideo, el caudillo como "'jefe de los Orientales' y Rondeau como general en jefe interino del Ejército patriota" 9 suscriben tres documentos.
En uno de ellos, la "Convención de la Provincia Oriental del Uruguay" se fija en el Artículo 1: "La Provincia Oriental entra en el rol de las demás Provincias Unidas. Ella es una parte integrante del Estado denominado Provincias Unidas del Río de la Plata.
Su pacto con las demás provincias es el de una estrecha e indisoluble Confederación ofensiva y defensiva.
Todas las provincias tienen igual dignidad, iguales privilegios y derechos y cada una de ellas renunciará al proyecto de subyugar a otra.
Artículo 2: La Provincia Oriental es compuesta de pueblos libres, y quiere se la deje gozar de su libertad pero queda desde ahora sujeta a la Constitución que organice la soberana representación general del Estado, y a sus disposiciones consiguientes, teniendo por base inmutable la libertad civil". 10
Como bien manifiesta el historiador Félix Luna: "Si por el caudillo hubiera sido, la actual República del Uruguay integraría hoy una gran Nación del sur del continente, y la historia argentina, por su parte, se hubiera ahorrado varias infamias. La mutilación del Uruguay no fue obra de Artigas". 11
Fustiga Jauretche: "La República Oriental del Uruguay fue inventada donde antes existía la Banda Oriental del Río de la Plata"
El General Alvear ofreció a Artigas, por intermedio de Nicolás de Herrera, la segregación de la provincia Oriental y el reconocimiento como entidad definitivamente emancipada, que Artigas rechazó terminantemente.
Insiste aún más Buenos Aires y reunido el Congreso de Oriente, instalado por Artigas en el Arroyo de la China, hoy Concepción del Uruguay, llegaron a Paysandú el Coronel Blas Pico y el Dr. Bruno Rivarola, quienes le ofrecen, en nombre del Director Alvarez Thomas, lo que sigue: 'Buenos Aires reconoce < la independencia de la Banda Oriental del Uruguay> renunciando a los derechos que por, el antiguo régimen le pertenecían". (A.G.N., Documentos firmados en el Cuartel General de Paysandú el 18 de julio de 1815).
Esta es la respuesta de Artigas a la proposición que lleva la misma fecha y que dice: 'La Banda Oriental del Uruguay entra en el rol para formar el Estado denominado Provincias Unidas del Río de la Plata.
La Banda Oriental del Uruguay está en el pleno goce de su libertad y derechos; pero queda sujeta desde ahora a la Constitución que organice el Congreso General del Estado legalmente reunido, teniendo como base la libertad'. (A.G.N., Documentos suscriptos por Artigas).
Asimismo, mientras las fuerzas "nacionales" triunfan en varias batallas frente a los brasileños "la diplomacia juega en contra (..) García, Ministro de Rivadavia, conviene con el Emperador del Brasil la entrega de la Banda Oriental (...)
Del trabajo de Herrera, Jorge Abelardo Ramos desprende que "Artigas no fundó el Uruguay; lo fundó Ponsonby. El Protector de los Pueblos Libres se había propuesto construir una gran federación de provincias con un gobierno central.
Por si queda alguna duda, el historiador uruguayo E. Acevedo formula: "Artigas fue un enemigo de la independencia de los orientales. Lo que propugnaba era el federalismo de las Provincias del Río de la Plata".
En 1850, el gran héroe rioplatense encabeza su testamento con esta elocuente frase: "Yo, José Gervasio de Artigas, argentino, de la Banda Oriental..."
http://www.tsunamipolitico.com/artigas711.htm
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Misiones jesuíticas en Argentina: Córdoba
Maria Victoria Rodríguez
La historia de la evangelización de América, tiene en territorio argentino algunas muestras de lo que fueron las misiones jesuíticas, dignas de conocer.
Las “reducciones“ o “misiones“ fueron la solución práctica con que los jesuitas y franciscanos resolvieron el problema de la dispersión del “pueblo a evangelizar”. Eran núcleos donde vivían y trabajaban indígenas de la zona.
Encontraremos misiones desde la ciudad misma de Buenos Aires, integradas dentro del original núcleo de la ciudad primigenia, hasta los rincones más al norte de la Argentina.
En el noreste, en la actual frontera con Paraguay y Brasil, una provincia argentina lleva incluso de “Misiones” por la importancia que tuvieron estas unidades socio-económicas en esta región.
En la provincia central argentina de Córdoba tenemos ejemplos en la misma capital, de igual nombre, y en la que se da en llamar “ruta de las estancias jesuíticas”.
Manzana Jesuítica de Córdoba
La Manzana Jesuítica está formada por un bloque integrado por ciertos edificios de gran importancia cultural como la Iglesia de la Compañía de Jesús, la Capilla Doméstica, la Residencia de los jesuitas y el actual Rectorado de la Universidad Nacional de Córdoba que fuera el antiguo Colegio Máximo de la Compañía de Jesús.
También se encuentra el Claustro, el Salón de Grados, la Biblioteca Mayor y Colegio Nacional de Monserrat.
La Universidad Nacional de Córdoba fue la primera universidad del país, creada en el año 1609. El edificio que constaba originalmente de una sola planta corresponde a la tipología del convento urbano. El patio mayor fue a su vez el primer jardín botánico.
El Colegio Nacional Monserrat: Este edificio al igual que el de la Universidad consta de un gran patio. Era residencia de la Universidad. En 1927, se reforma el edificio, modificando el patio y agregando la torre del reloj, hoy símbolo del Colegio en base al proyecto arquitectónico Jaime Roca en el lenguaje neoplateresco.
El Museo Histórico de la ciudad: Fue inaugurado el 8 de diciembre del 2000. Los visitantes al recorrer sus claustros y salas abovedadas podrán ver la voluminosa Librería Jesuítica, con algunos de los primeros trabajpos de imprenta de Amércia y valiosas piezas de aquel entonces llevados desde Europa en sus 6 salas, con 2.800 volúmenes de sus 10.000 originales.
Estancias jesuíticas
La “estancia” es un establecimiento rural. Las estancias jesuíticas de Córdoba son una muestra singular de la organización productiva de los religiosos de la Compañía de Jesús, que ha llegado a nuestros días a través de una arquitectura esmeradamente preservada.
Las estancias originalmente fueron establecidas con fines económicos para que su producción colaborara al mantenimiento de los colegios. Los indígenas que trabajaban en ellas recibían, obviamente, la evangelización correspondiente que era uno de los objetivos de la orden en América.
Las estancias de Jesús María(1618), Caroya (1616), Santa Catalina (1622), La Candelaria(1683), San Ignacio (1725) y Alta Gracia(1643) pueden ser recorridas en un circuito de 250 Km por pintorescos caminos serranos en la provincia de Córdoba.
Estos establecimientos rurales del siglo XVII, junto a la Manzana Jesuítica de la ciudad de Córdoba, todos monumentos históricos nacionales, fueron declarados Patrimonio Cultural de la Humanidad, en el año 2000 por la UNESCO.
http://m.diariodelviajero.com/museos...entina-cordoba
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Missões, a história extraordinária do Rio Grande
No Sul não existem somente praias, cidades serranas e belezas naturais únicas em todo o Brasil. No inverno ou no verão, pode ser visitado um "país" diferente, esquecido pelos livros de história, marginalizado pelos roteiros turísticos tradicionais e muito pouco conhecido em quase todo o Brasil. Os seus contornos nunca foram muito bem definidos, embora bastante amplos. Antigamente entrava-se nele a partir do rio Paranapanema, na divisa com o Paraná, percorrendo-se suas fronteiras até o extremo meridional do continente, nas costas do atual Uruguai.
Nos tempos modernos, foi também o mais revolucionário estado teocrático, que deu início à industrialização da América Latina, reunindo, ao mesmo tempo, uma extraordinária arte musical e plástica, com uma vigorosa disposição para a luta, uma hora em defesa do Evangelho e outra ao lado das armas da Corona espanhola.
Trata-se da República Guarani, que, por cerca de 200 anos, ocupou áreas dos atuais Estados do Paraná e Rio Grande do Sul, e ainda do Paraguai, Argentina e Uruguai, onde foram edificadas dezenas de reduções - as missões -, que levaram, para as selvas do Cone-Sul, sob um duro comando dos padres jesuítas, o esplendor da arte européia e um desenvolvimento urbano que muitas cidades ainda não conhecem, já passado tanto tempo.
As reduções não eram aldeias, mas verdadeiras cidades que se instalavam nas selvas, com toda a infra-estrutura; além da igreja, que era o centro de tudo, havia hospital, asilo, escolas, casa e comida para todos e em abundância, oficinas e até pequenas indústrias.
Ocupavam essas reduções os índios guaranis e tapes - do mesmo grupo -, atraídos pela pregação do Evangelho feita pelos padres jesuítas, decididos a criar uma série de repúblicas teocráticas no continente, baseados na experiência socialista dos incas, no Peru, onde, aliás, haviam iniciado outro agrupamento semelhante, reunindo os índios chiquitos.
Havia uma lenda entre os índios, segundo a qual deveriam seguir os que, um dia, lhes aparecessem com uma cruz, falando de Deus. A orientação teria sido dada, no início da era cristã, por um pregador confundido com o (suposto) apóstolo Tomé, por um dos jesuítas que construiu a República Guarani. Foi o que ajudou os padres a sensibilizar os índios.
RS VIRTUAL - O Rio Grande do Sul na Internet - Histria - Misses - A experincia das redues guaranis no sul do continente
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Re: Virreinato del Río de la Plata
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Fotos:
Archivo adjunto 4815
una de las primeras veces donde se menciona la palabra "Argentina"
Archivo adjunto 4816
Escudo hispánico de Montevideo.
Archivo adjunto 4817
Archivo adjunto 4818
Virreinato del Rio de la Plata.
Archivo adjunto 4819
Gobernación del Rio de la Plata o de Buenos Aires.
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Re: Virreinato del Río de la Plata
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Re: Virreinato del Río de la Plata
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Re: Virreinato del Río de la Plata
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Re: Virreinato del Río de la Plata
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Re: Virreinato del Río de la Plata
EL RIO DE LA PLATA,1776-1914: DESARROLLOS CIENTIFICOS Y CULTURALES
LUIS ALBERTO ROMERO
UNESCO, Historia del desarrollo científico y cultural de la Humanidad Volumen VI, cap. 12: La América Latina y el Caribe, 1789-1914.
El Virreynato del Río de la Plata, 1776-1810
La creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776 transformó las condiciones sociales y culturales de la zona más austral del Imperio hispánico en América.
Se estableció una administración sólida y consistente -el Virrey y los Gobernadores Intendentes-, con el propósito de defender el territorio, controlarlo eficazmente y hacerlo progresar.
Este impulso se sintió sobre todo en Montevideo, fondeadero de la flota de guerra, y en Buenos Aires, la capital y a la vez el puerto de ese nuevo espacio político y económico, que incluía al Alto Perú y sus minas de plata.
Buenos Aires, puerto de la plata, tuvo un importante comercio, que fue más bien pasivo hasta que las dificultades políticas y navales de España, notorias desde 1795, permitieron a los comerciantes porteños ensayar un estilo mercantil activo y autónomo.
El dinamismo comercial de Buenos Aires estimuló la explotación ganadera, consistente en la matanza de animales cimarrones en las llanuras de Entre Ríos y la Banda Oriental, para exportar los cueros.
Se trataba de una actividad primitiva, con mínimos requerimientos técnicos, adecuada para una sociedad primitiva, que creció al margen de las convenciones sociales, donde blancos pobres, indios y negros se mezclaron libremente.
En el Interior del Virreinato, en cambio, la sociedad se organizó según las líneas de castas, y fue más estable y ordenada.
Las actividades económicas -agricultura de escala reducida, ganadería, artesanías- se desarrollaron sin grandes sobresaltos y orientadas a las necesidades de consumo del Alto Perú.
La sociedad decente se concentraba en las ciudades, que eran centros comerciales y administrativos.
En las décadas finales del siglo XVIII se manifiesta en este confín hispanoamericano una sensible renovación cultural, coincidente con las ideas de los tiempos, pero canalizada en el marco de la cultura establecida.
No hubo aislamiento, pero tampoco brusca irrupción de novedades, sino un calmo procesamiento, que fue dotando de nuevos contenidos a la cultura escolástica.
El centro cultural tradicional era la Universidad de Córdoba, fundada a principios del siglo XVII y administrada por los jesuitas hasta su expulsión en 1767.
Los sucedieron los franciscanos primero, y desde 1800 se hizo cargo el Obispado.
En Córdoba se estudiaba teología, y la enseñanza pasaba por la doble censura eclesiástica y política, que permitió que las nuevas ideas fueran abriendose paso, de manera moderada y dosificada.
Así, en el marco del aristotelismo, comenzó a hablarse de la nueva física, la de Descartes y Newton, que aunque solo fuera para criticarla.
En 1801 el rector fray Sullivan decidió comprar un "laboratorio" de física experimental, compuesto de diversas "máquinas", que se ofrecía en venta.
El Cabildo de Córdoba negó la autorización, argumentando que en la Universidad debía enseñarse teología, aunque admitió que podía desarrollarse la física teórica.
En cambio, el rector recibió el apoyo franco de las más importantes autoridades administrativas, incluyendo al Virrey, que apoyaron la enseñanza de la física experimental.
Esta incorporación graduada de las novedades del siglo se dio en mayor medida en Montevideo, donde en 1787 se estableció una cátedra de filosofía en el Colegio Franciscano, y sobre todo en Buenos Aires; desde 1771 se hacían allí gestiones para fundar una Universidad, y superar así la situación de inferioridad frente a Córdoba o Charcas.
Según el Cabildo Eclesiástico de Buenos Aires, la nueva Universidad debía incorporar, entre otras cosas, la enseñanza de la física moderna, apartándose de Aristóteles.
La oposición de Córdoba impidió la creación de la Universidad porteña, pero en 1773 se fundaron los Reales Estudios, de nivel primario, y en 1783 el Real Colegio de San Carlos, donde estudiaron los futuros próceres de la Revolución, y donde enseñaron no pocos de sus futuros funcionarios.
Sin embargo, no fue allí donde tomaron contacto con las nuevas ideas pues, salvo algunos agregados de modernidad, la enseñanza se ajustó a los criterios, ciertamente flexibles, de la escolástica.
La renovación intelectual cobró impulso desde 1790. Influyó la apertura comercial de Buenos Aires, la llegada de libros y de periódicos españoles, que comentaban las nuevas ideas, y también los viajes de estudio de algunos jóvenes, como Belgrano.
Signo de los tiempos fue el Teatro de la Ranchería, donde en 1789 se estrenó Siripo, obra del criollo Manuel de Lavardén, o el establecimiento de la Imprenta de Niños Expósitos, donde en 1802 comenzó a editarse el Telégrafo Mercantil, primer periódico rioplatense.
Al igual que en la España de Carlos III, circulaban las nuevas ideas, había un nuevo público atento a ellas, y sobre todo un grupo de activistas y militantes.
No eran ideas subversivas. La monarquía y la Iglesia compartían la aspiración de los ilustrados a la realización de la felicidad del pueblo, y estos contaban con tan poderoso apoyo para llevar adelante sus ideas.
Tal era, particularmente, la posición de Manuel Belgrano, designado en 1794 por el Rey como Secretario del Consulado, desde donde llevó adelante una intensa acción renovadora.
Belgrano y sus amigos creían que no se trataba de inventar nuevas ideas sino de adecuar algunas de las que estaban en boga en Europa.
Siguiendo las lecciones de la fisiocracia, debía fomentarse la agricultura, identificada con la civilización, y crear así una alternativa al fuerte desarrollo ganadero que ya se vislumbraba.
Hipólito Vieytes difundió esas ideas desde el Semanario de Agricultura, fundado en 1802, y las continuó Belgrano en el Correo de Comercio, que empezó a aparecer a principios de 1810.
También el comercio con todo el mundo se asociaba con la apertura, la circulación de ideas y la civilización, como lo planteó Lavardén en Nuevo aspecto del comercio en el Río de la Plata, o casi en los mismos términos el oriental Dámaso Larrañaga, al inaugurar en 1816 la Biblioteca Pública de Montevideo.
En este aspecto, los intereses de los ilustrados coincidían con los de los comerciantes porteños, por entonces lanzados a arriesgadas operaciones comerciales o empresariales, como fue el caso del mismo Lavardén, que dirigió el primer saladero rioplatense, en la Banda Oriental.
En Bueos Aires, a diferencia de Córdoba, las inquietudes culturales o científicas se relacionaron pronto con las necesidades más inmediatas de la sociedad: el saber científico era apreciado en tanto ayudaba a resolver los problemas prácticos.
En 1798 se creó el Protomedicato de Buenos Aires, para habilitar a quienes ejercían la medicina, ocuparse de atender los problemas de la salud pública -como la vacunación contra la viruela- y formar nuevos médicos.
En 1801 comenzó la enseñanza de la medicina, a cargo de Cosme Argerich, y en 1808 se graduó la primera camada de médicos, de destacada actuación posterior.
En 1799, por iniciativa del Consulado, se creó una Escuela de Dibujo, que se cerró poco después, y otra de Náutica, donde tuvo amplio desarrollo la enseñanza de las matemáticas y de los métodos experimentales.
La Escuela debía combinar la enseñanza científica con la formación de los pilotos reclamados por un activo comercio porteño, que incursionaba por Africa o el Caribe.
Ambas iniciativas se interrumpieron como consecuencia de la crisis política que siguió a las Invasiones Inglesas y que desembocó en la ruptura del lazo colonial.
Independencia y guerras civiles, 1810-1852
Los primeros años de vida independiente fueron muy difíciles.
La guerra, muy costosa, originó una aguda penuria económica.
Fuera de Buenos Aires produjo depredación de riquezas, tanto en las regiones ganaderas como en los centros urbanos, afectados también por la apertura comercial y, sobre todo, la desaparición del flujo de metales provenientes del Alto Perú, que quedó en manos realistas.
Pero también fueron años de efervescencia patriótica y de ebullición de las ideas: en Buenos Aires se tradujo El Contrato Social, se publicó el periódico La Gaceta, al que siguieron otros también destinados a educar al pueblo, y hubo "una feliz revolución en las ideas", de tono más radicalizado en algunos, como Mariano Moreno o Bernardo de Monteagudo, o más moderado, como el Deán Gregorio Funes, que por entonces formulaba el nuevo plan de estudios de la Universidad de Córdoba.
Funes admitía la necesidad de ampliar la enseñanza de la fisica experimental y las matemáticas, pero recomendaba conservar la tradicional escolástica para la metafísica.
Belgrano, en cambio, recomendaba enseñar lógica según Condillac, abandonar la metafísica y reforzar los aspectos morales de la religión.
La penuria financiera hizo que se interrumpiera la existencia de varias instituciones creadas al fin de la Colonia. Algunas sobrevivieron, adecuadas a las nuevas necesidades militares: el Instituto Médico Militar, o la Academia de Matemática y Arte Militar, indispensable para la formación de los artilleros.
Luego de 1815 pudieron reanudarse algunos emprendimientos. Así, se rehabilitó el antiguo Colegio de San Carlos, convertido en Colegio de la Unión del Sur.
Juan Crisóstomo Lafinur, profesor de filosofía, introdujo en sus cursos las teorías de la ideología, suscitando el rechazo de los más tradicionales, quienes en 1819, en ocasión de los exámenes públicos de sus alumnos, lo acusaron de poner en peligro la existencia del alma.
A la guerra de Independencia siguieron, sin solución de continuidad, los conflictos civiles, que fueron disolviendo la unidad política virreinal.
Algunas partes se convirtieron de hecho en estados independientes: Bolivia, Paraguay o la Banda Oriental, cuya independencia se declaró en 1828, después de una guerra entre las provincias del Río de la Plata y Brasil.
En otros casos se formaron estados provinciales autónomos, de finanzas escuálidas y economías empobrecidas, cuyos gobernantes fueron denominados caudillos.
En cambio la provincia de Buenos Aires vivió un período de prosperidad, posibilitada por la notable expansión de la explotación ganadera, que ganó nuevas tierras al sur.
El estado provincial se organizó sobre bases modernas, y se alentó una renovación cultural de resultados notables, condicionada sin embargo por una inestabilidad política que pronto desembocaría en nuevas guerras civiles.
La explotación ganadera, realizada en estancias, mantuvo su arcaísmo técnico, pero en los saladeros -donde se preparaban los cueros y la carne salada- se incorporaron algunas innovaciones, como la grasería, que introdujo el químico español Antonino Cambaceres.
Otros profesionales vinieron al Plata para ocuparse de obras del puerto, de salubridad, urbanización, o de las empresas mineras, por entonces prometedoras pero que no llegaron a prosperar.
La necesidad de trazar los linderos de las estancias estimuló la creación del Departamento Topográfico, y el desarrollo de la agrimensura, la medición pluvial y otras actividades que requirieron una nueva experticia ingenieril.
Muchos de esos expertos fueron contratados en Europa por Rivadavia, aprovechando los exilios obligados por las persecuciones políticas, y una cierta ilusión que despertaba el "rio de la plata".
Así, llegó a Buenos Aires un numero importante de científicos de primer nivel: el naturalista Aimé Bonpland, que fue colaborador de Humboldt, los físicos italianos Pedro Carta Molina y Fabricio Mossotti, el matemático Mauricio Chauvet, los escritores José Joaquín de Mora y Pedro de Angelis o el ingeniero Carlos Enrique Pellegrini.
Mientras duró la bonanza rivadaviana, estos centíficos combinaron las actividades profesionales con las científicas y académicas.
Mossotti, por ejemplo, instaló un observatorio astronómico en el Convento de Santo Domingo y escribió un artículo en una importante revista científica europea sobre el eclipse de 1833.
Además realizó observaciones pluviométricas para el Departamento Topográfico y enseñó física en la Universidad de Buenos Aires, que acababa de crearse.
Este era un viejo proyecto porteño, que se concretó en 1821.
Según el modelo francés, la Universidad debía regir el conjunto de la enseñanza, en sus tres niveles.
Así, se crearon varias escuelas primarias y se introdujo el método Lancaster, muy adecuado dada la escasez de docentes y de recursos para pagarlos.
El Colegio se reorganizó como Colegio de Ciencias Morales, y recibió alumnos becados, provenientes de las provincias del Interior.
Además del derecho, la Universidad impulsó la enseñanza de las ciencias experimentales, gracias al aporte de los físicos italianos mencionados, y de la medicina; aquí se aprovechó el saber de los excelentes médicos formados hasta entonces, como Cosme Argerich hijo o Francisco Javier Muñiz, un notable y esforzado médico militar, que se dedicó también a la paleontología.
En filosofía se impuso la nueva corriente de la ideología, y se siguió a Condillac, Cabanis y Destutt de Tracy, con quien se carteaba Bernardino Rivadavia.
Juan Manuel Fernández de Agüero, profesor de filosofía, tuvo por ello un conflicto con el rector de la Universidad, un canónigo más tradicional, pero fue respaldado por las autoridades políticas.
El impulso renovador alcanzó a toda la vida cultural porteña y se prolongó a algunas ciudades del Interior.
Buenos Aires tenía cinco librerías, se editaba un número considerable de períodicos, había representaciones teatrales y de ópera, cenáculos literarios y polémicas.
Pero los conflictos políticos pronto derrumbaron un edificio de bases débiles.
La renuncia de Rivadavia a la presidencia en 1827 acabó con muchos proyectos.
La penuria fiscal obligó a abandonar otros, particularmente las obras públicas, y con el correr de los años se llegó, ya en tiempos de Rosas, a suspender los sueldos de maestros y profesores universitarios.
Por otra parte, las luchas políticas crearon un clima crecientemente faccioso, y muchos científicos e intelectuales emigraron o fueron expulsados de sus empleos.
La mayoría de los europeos se volvieron; algunos sobrevivieron dedicándose a otra cosa, como el ingeniero Pellegrini, que terminó como pintor de moda.
El gobierno de Rosas, instalado en 1829, se consolidó como dictadura en 1835.
Se caracterizó por el orden autoritario, el clima extremadamente faccioso y una suerte de xenofobia, acentuada por los bloqueos impuestos por franceses e ingleses.
Su poder, así como el de la mayoría de los gobernantes de las provincias, se apoyaba en las masas rurales, hostiles a las clases urbanas ilustradas.
En todo el territorio rioplatense predominó esta hostilidad del campo hacia las ciudades y la cultura que ellas representaban.
Una nueva generación intelectual se propuso comprender esta situación, y tratar de actuar sobre ella.
Eran en su mayoría jóvenes estudiantes universitarios, insatisfechos con la enseñanza de sus maestros -algunos tan respetados como Diego Alcorta. Se inspiraban en los filósofos eclécticos y también en los poetas y literatos románticos, a través de quienes llegaban las ideas de Herder.
También influían los ecos de la revolución de 1830. La juventud universitaria e intelectual quería entender lo que sus predecesores no habían comprendido, y actuar en consecuencia.
Se trataba de descubrir lo propio del pueblo argentino, lo irreductible a las teorías abstractas, y sobre todo explicar a Rosas y la aceptación que tenía en la gente.
Luego, querían actuar eficazmente, pues todos aspiraban a ser políticos.
La "generación del '37" se desenvolvió primero en la Buenos Aires de Rosas y luego optó por emigrar a Santiago de Chile o a Montevideo, y sumarse allí a los antirrosistas.
En el exilio escribieron sus obras más importantes: el Dogma socialista de Esteban Echeverría, el Facundo de Domingo Faustino Sarmiento o el Fragmento preliminar al estudio del Derecho, un texto previo de Juan Bautista Alberdi, con el que aspiró a doctorarse en Buenos Aires.
Organización y apertura, 1852-1880
La caída de Rosas en 1852, coincidente con el comienzo de la gran expansión del capitalismo, transformó las condiciones del Río de la Plata.
La producción pecuaria para la exportación -sobre todo la lanar- se desarrolló firmemente; creció el comercio exterior, se intensificó el flujo de inmigrantes y se multiplicaron las empresas colonizadoras.
Ambas capitales, y algunas otras ciudades, crecieron y se modernizaron aceleradamente. Sin embargo, los estados no llegaron a afirmarse plenamente sino al fin del período: la guerra entre las dos facciones tradicionales -blancos y colorados- se perpetuó en Uruguay hasta 1876, y en la Argentina el gobierno central solo acabó con las disidencias internas en 1880.
Para agravar las cosas, ambos países participaron, junto con el Brasil, en una cruenta guerra con el Paraguay.
En este proceso de construcción económica e institucional tuvo activa participación el conjunto de los intelectuales y políticos formados en el exilio rosista, quienes propusieron las grandes alternativas para la organización de ambos países, fundadas en el liberalismo político y la apertura económica.
En la Argentina los más destacados fueron Juan Bautista Alberdi -su Bases sirvió de modelo para la Constitución de 1853- y Domingo Faustino Sarmiento, que fue presidente en 1868 y tuvo influencia en muchos campos, en especial el educativo.
En Uruguay, en cambio, los "doctores" -que militaban en los dos partidos tradicionales- no lograron doblegar la influencia de los "caudillos".
Los grandes instrumentos para renovar la sociedad y avanzar hacia el progreso fueron la inmigración -que se estimuló por la vía de la colonización- y la educación, sobre todo la primaria o "popular".
Los grandes propagandistas e impulsores fueron Sarmiento y el uruguayo José Pedro Varela, puesto en 1876 a cargo de la Instrucción Pública por el presidente Latorre.
Las acciones más espontáneas se sistematizaron casi simultáneamente en los grandes instrumentos legales que establecieron la educación obligatoria, gratuita y laica.
En 1870 se fundó la Escuela Normal de Paraná, donde Pedro Scalabrini difundió las ideas genéricamente denominadas positivistas, particularmente el laicismo y la fe en la ciencia.
Los educadores allí formados -los "normalistas"- tuvieron una enorme influencia en la educación pública en las décadas siguientes.
Las ideas del progresismo racionalista y laico alcanzaron un enorme auge, así como la doctrina evolucionista de Darwin.
Los grupos renovadores, liberales y anticlericales, chocaron con la Iglesia católica, especialmente cuando sus obispos se empeñaban en seguir las ideas ultramontanas de Pio IX, y también con intelectuales que combinaban esas posturas con un espiritualismo más genérico.
En el Uruguay, el obispo Vera se empeñó en erradicar el catolicismo liberal y "masón", alineando a su grey en el ultramontanismo cerrado, mientras que los liberales fundaron en 1872 el Club Racionalista y aprobaron una Profesión de fe racionalista, que combinaba el liberalismo doctrinario con una vigorosa apelación moral.
Los choques ideológicos fueron quizá desproporcionadamente intensos, en relación con las cuestiones reales en juego: tanto el Estado como la Iglesia apenas estaban comenzando a organizarse, pero aquel definió su preeminencia en cuestiones claves, como la educación.
En torno de la educación se dirimieron otros debates. En 1863 se inició en la Argentina la creación de Colegios Nacionales, destinados a formar a las nuevas elites políticas, cultas y solidarias con el Estado nacional.
El Colegio Nacional de Buenos Aires, que dirigió Amadeo Jacques, debía servir de modelo a sus pares: el Monserrat de Córdoba y el de Concepción del Uruguay.
Conforme a sus propósitos, la orientación de la enseñanza era fuertemente humanista. También se reorganizó la Universidad. Bajo el rectorado de Juan María Gutiérrez (1861-73), la Universidad de Buenos Aires se recuperó de la incuria rosista; se creó el Departamento de Ciencias Exactas, donde en 1868 se recibió la primera camada de ingenieros, conocidos como "los doce apóstoles".
Pese a ese impulso, la Universidad argentina se mantuvo distante de la renovación intelectual y de los debates de su tiempo.
Al margen de la Universidad, el desarrollo de las ciencias fue muy significativo. El estado argentino hizo un gran esfuerzo para estimular las instituciones y traer científicos europeos de valer, como Germán Burmeister, un notable sabio alemán contratado en 1862, que reorganizó el Museo de Ciencias de Buenos Aires y lo convirtió en una institución notable.
Luego Burmeister se trasladó a Córdoba, donde en 1870 impulsó la creación de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas y la Academia de Córdoba, convertida en 1878 en Academia Nacional de Ciencias.
Simultáneamente, el Gobierno nacional establecía allí el Observatorio Meteorológico, de modo que Córdoba se convirtió en un segundo centro de irradiación científica.
En Buenos Aires y en Córdoba proliferaron las publicaciones, como los Anales del Museo, que editó Burmeister, y se estableció un diálogo con los principales centros del mundo.
En 1872 un grupo de docentes de la Facultad de Ciencias Exactas de Buenos Aires fundó la Sociedad Científica Argentina. Eran sus animadores los miembros de la primera camada de ingenieros, encabezados por Luis Huergo, que se proponían intervenir activamente en las cuestiones de interés público.
En 1875, en concidencia con la Exposición Industrial, la Sociedad Científica organizó un concurso relativo a los aportes de la ciencia a la industria nacional, y particularmente a la elaboración de materias primas nacionales.
Huergo y otros ingenieros intervinieron en el debate acerca del puerto de Buenos Aires, y también opinaron sobre las obras de salubridad que realizaba la Ciudad.
No fueron los únicos científicos que por esos años buscaban combinar el saber con las
necesidades de la sociedad: los médicos encararon la solución de los graves problemas de higiene de una ciudad que en 1871 había sido diezmada por la fiebre amarilla.
Del optimismo a la duda, 1880-1914
En las décadas finales del siglo, en ambos países se avanzó hacia la instauración del orden y la unidad políticos -aunque el Uruguay vivió su última guerra civil en 1904-, de afirmación y desarrollo de las instituciones estatales y de sostenido crecimiento económico.
Este se basó en el comercio exterior, las exportaciones agropecuarias, la inversión de capitales -particularmente en ferrocarriles y puertos- y sobre todo la inmigración, que modificó profundamente el perfil de la sociedad.
El campo se modernizó y crecieron las grandes ciudades, especialmente Buenos Aires y Montevideo. El proceso social se caracterizó por una fuerte movilidad, una creciente diversificación, y también la emergencia de nuevos conflictos, en las ciudades y en el campo, que sin embargo hasta 1914 tendieron a resolverse en términos de integración.
El régimen político, originariamente controlado por elites de origen tradicional, fue evolucionando hacia una participación más amplia y una creciente democratización, cuyas aristas potencialmente conflictivas todavía no se vislumbraban en 1914.
El formidable crecimiento económico y el nuevo orden político estimularon una filosofía espontánea: los valores del positivismo -progreso material, ciencia, laicismo- fueron asumidos de manera natural y escasamente crítica, más conformista que militante, y difundidos ampliamente, en diarios, revistas y libros, a medida que -por efectos de la política educativa- aumentaba en la sociedad la masa de letrados.
A partir de 1890 se empezó a notar un cierto giro, de la confianza a la duda: lo marcó la orientación que en 1892 el presidente y filósofo Julio Herrera y Obes, de tendencia espiritualista, imprimió a las instituciones culturales uruguayas, el clima de tensión y desconfianza en las instituciones políticas que se inició en la Argentina con la Revolución de 1890, la creciente y crispada preocupación por la nacionalidad, en las décadas finales del siglo, o las enormes dudas acerca del rumbo tomado, que se manifestaron en la elite dirigente en torno del Centenario de la Revolución de Mayo.
Los nuevos estados asumieron plenamente el programa de "educar al soberano": asegurar la escolaridad básica, gratuita, laica y obligatoria, y confiar en que ella formaría a los nuevos ciudadanos.
Las escuelas primarias y los colegios nacionales, de nivel medio, cumplieron esa función y le aseguraron al Estado el dominio sobre un campo en el que ni la Iglesia ni las instituciones de las colectividades extranjeras pudieron competir.
Las ideas pedagógicas del llamado normalismo se difundieron ampliamente, y cobraron nuevo impulso en la Universidad de La Plata, creada en 1905, donde se puso el acento en la enseñanza práctica y en los métodos experimentales, en desmedro de la educación humanística clásica. En otros campos el Estado también avanzó sobre terrenos en los que la Iglesia tenía hipotéticas aspiraciones, como el Registro Civil de nacimientos, matrimonios y defunciones.
En la Argentina el avance se detuvo allí, y desde 1890 se manifestó una actitud más contemporizadora, mientras que en el Uruguay, luego de una pausa parecida, el impulso laico recibió un poderoso impulso por obra de Jose Batlle y Ordoñez, presidente desde 1903 y figura dominante durante dos décadas. Su "reforma moral" unió progresivamente la modernización estatal, el intervencionismo económico, el desarrollo de políticas de seguridad social y un impulso al laicismo que, luego de diversas medidas parciales, culminó en 1919 con la separación de la Iglesia y el Estado.
El reconocimiento científico sistemático del territorio fue una de las consecuencias de su control efectivo por parte del Estado.
Un grupo de sabios alemanes, radicados en Córdoba, acompañó al general Roca en su "conquista del Desierto", relevando el territorio, y luego el perito Francisco P. Moreno y el Comandante Fontana exploraron y describieron sistemáticamente la Patagonia y el Chaco.
Moreno reunió una enorme colección de piezas óseas y objetos industriales con las que se dotó al Museo de La Plata, flamante capital de la provincia de Buenos Aires.
El Museo, luego unido a la Universidad, se convirtió en una institución dedicada a la investigación en ciencias naturales y antropológicas, modelo de otras que por entonces también fomentó el Estado argentino, como el Museo Etnográfico, fundado por Juan B. Ambrosetti en la Universidad de Buenos Aires, el Observatorio de La Plata, también incorporado a la Universidad, el Museo Darwinion, creado por Cristobal Hicken, el similar iniciado a partir de los esfuerzos personales de Miguel Lillo en Tucumán, y también el Jardín Zoológico y el Jardín Botánico en Buenos Aires.
El desarrollo científico estuvo acompañado de un intenso debate en torno de las teorías de Darwin. En Montevideo esas discusiones se dieron en el ámbito del Ateneo, fundado en 1877, donde a propósito del evolucionismo discutieron espiritualistas y positivistas.
En Buenos Aires la discusión fue igualmente intensa, al punto que Eduardo Holmberg pudo escribir en 1875, alrededor de esa disputa, un cuento satírico, "Dos partidos en lucha", que remataba con la imaginaria llegada de Darwin a Buenos Aires.
Entre sus enemigos reales estaban los intelectuales católicos, como José Manuel Estrada, y también científicos como Germán Burmeister, que rechazaban el evolucionismo y defendían el creacionismo.
Entre los partidarios de Darwin se encontró Florentino Ameghino, el más notable científico argentino del período. Ameghino, que tropezó con la férrea oposición de Burmeister, dirigió el Museo de Buenos Aires desde 1902.
Fue un géologo y paleontólogo notable, que desarrolló la teoría del origen americano del hombre, y más precisamente pampeano, y formuló una cosmovisión de raiz evolucionista en Mi credo.
El positivismo ganó la Universidad de Montevideo durante el largo rectorado de Adolfo Vasquez Acevedo, entre 1880 y 1900, solo interrumpido durante la breve reacción espiritualista del noventa.
En Buenos Aires penetró más lentamente, pero a fines del siglo ya estaba instalado en la Facultad de Filosofía y Letras, donde en 1904 Ernesto Quesada inauguró la cátedra de sociología.
Fue característica de estas décadas la preocupación sociologista: se trataba de comprender, a la luz de los planteos de Comte y Spencer, de Taine, Le Bon, Durkheim o Simmel, problemas novedosos de la realidad social.
La afluencia masiva de extranjeros dio lugar a la reflexión sobre la raza y sobre el crisol de razas. Las multitudes -visibles en las grandes ciudades- obligaron a pensar en cómo manejarlas. Muchos se preguntaron por las raíces de esa sociedad tan heterogénea, que buscaron en la herencia española o en la tradición criolla, y otros tantos se inquietaron por el cosmopolitismo creciente, que quisieron enfrentar con una prédica nacionalista.
Tal fue el caso de Ricardo Rojas, José María Ramos Mejía, Agustín Alvarez, Juan Agustín García o Carlos Octavio Bunge, mientras que José Ingenieros exploró desde la psiquiatría los linderos entre la locura y el crimen.
Muchos pasaron de la reflexión a la acción, proponiendo reformas sociales o políticas. Lo hizo en el Uruguay José Batlle y Ordoñez, y de una manera más moderada el argentino Joaquín V. González, quien asesorado por Juan Bialet Massé, propuso en 1904 un Código del Trabajo que legalizara la actividad de los sindicatos.
Por su parte, Roque Sáenz Peña e Indalecio Gómez impulsaron la reforma electoral, que en 1912 abrió las puertas a la democracia.
De un modo u otro, todos ellos tenían una sólida fe en el progreso y en la capacidad humana para promoverlo y regularlo. Pero hacia fines de siglo empezaba a instalarse una duda acerca de estos valores.
Se manifestó en la indagación de los males de la sociedad, según la ciencia positivista, pero también en el cuestionamiento al positivismo, y a la creencia más espontánea que asociaba progreso con bienestar material.
Esta orientación está presente en la crítica filosófica al positivismo, que en el Uruguay realiza Carlos Vaz Ferreira y en la Argentina Rodolfo Rivarola o Coriolano Alberini.
A la vez, se hacen manifiestas actitudes e iniciativas marcadamente intolerantes, como lo fue la Ley de Residencia, sancionada en la Argentina en 1902, que autorizaba a expulsar a los extranjeros indeseables, o las manifestaciones más exasperadas del nacionalismo.
Pero quizá la expresión más cabal de ese giro sea la obra del uruguayo José Enrique Rodó, cuyo Ariel (1900) se convirtió en emblema de la concepción aristocrática y espiritualista que, según empezaba a afirmarse, caracterizaba la esencia hispanoamericana.
En muchos sentidos, la Primera Guerra Mundial significó un corte en este proceso. Los agudos problemas sociales que la siguieron conmovieron hasta lo más hondo las bases del optimismo progresista, mientras que la crisis económica mundial, y los problemas fiscales cada vez más serios, dificultaron la función promotora de la cultura y la ciencia que tan energicamente venía asumiendo el Estado.
A partir de las angustias de los años que siguieron, aquellas décadas anteriores a la Gran Guerra empezaron a ser recordadas como la edad dorada.
El Río de la Plata, 1776-1914. Desarrollo científico y cultural
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http://bicentenario.educ.ar/wp-conte...culturales.pdf
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Re: Virreinato del Río de la Plata
EL RIO DE LA PLATA,1776-1914: DESARROLLOS CIENTIFICOS Y CULTURALES
LUIS ALBERTO ROMERO
UNESCO, Historia del desarrollo científico y cultural de la Humanidad Volumen VI, cap. 12: La América Latina y el Caribe, 1789-1914.
El Virreynato del Río de la Plata, 1776-1810
La creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776 transformó las condiciones sociales y culturales de la zona más austral del Imperio hispánico en América.
Se estableció una administración sólida y consistente -el Virrey y los Gobernadores Intendentes-, con el propósito de defender el territorio, controlarlo eficazmente y hacerlo progresar.
Este impulso se sintió sobre todo en Montevideo, fondeadero de la flota de guerra, y en Buenos Aires, la capital y a la vez el puerto de ese nuevo espacio político y económico, que incluía al Alto Perú y sus minas de plata.
Buenos Aires, puerto de la plata, tuvo un importante comercio, que fue más bien pasivo hasta que las dificultades políticas y navales de España, notorias desde 1795, permitieron a los comerciantes porteños ensayar un estilo mercantil activo y autónomo.
El dinamismo comercial de Buenos Aires estimuló la explotación ganadera, consistente en la matanza de animales cimarrones en las llanuras de Entre Ríos y la Banda Oriental, para exportar los cueros.
Se trataba de una actividad primitiva, con mínimos requerimientos técnicos, adecuada para una sociedad primitiva, que creció al margen de las convenciones sociales, donde blancos pobres, indios y negros se mezclaron libremente.
En el Interior del Virreinato, en cambio, la sociedad se organizó según las líneas de castas, y fue más estable y ordenada.
Las actividades económicas -agricultura de escala reducida, ganadería, artesanías- se desarrollaron sin grandes sobresaltos y orientadas a las necesidades de consumo del Alto Perú.
La sociedad decente se concentraba en las ciudades, que eran centros comerciales y administrativos.
En las décadas finales del siglo XVIII se manifiesta en este confín hispanoamericano una sensible renovación cultural, coincidente con las ideas de los tiempos, pero canalizada en el marco de la cultura establecida.
No hubo aislamiento, pero tampoco brusca irrupción de novedades, sino un calmo procesamiento, que fue dotando de nuevos contenidos a la cultura escolástica.
El centro cultural tradicional era la Universidad de Córdoba, fundada a principios del siglo XVII y administrada por los jesuitas hasta su expulsión en 1767.
Los sucedieron los franciscanos primero, y desde 1800 se hizo cargo el Obispado.
En Córdoba se estudiaba teología, y la enseñanza pasaba por la doble censura eclesiástica y política, que permitió que las nuevas ideas fueran abriendose paso, de manera moderada y dosificada.
Así, en el marco del aristotelismo, comenzó a hablarse de la nueva física, la de Descartes y Newton, que aunque solo fuera para criticarla.
En 1801 el rector fray Sullivan decidió comprar un "laboratorio" de física experimental, compuesto de diversas "máquinas", que se ofrecía en venta.
El Cabildo de Córdoba negó la autorización, argumentando que en la Universidad debía enseñarse teología, aunque admitió que podía desarrollarse la física teórica.
En cambio, el rector recibió el apoyo franco de las más importantes autoridades administrativas, incluyendo al Virrey, que apoyaron la enseñanza de la física experimental.
Esta incorporación graduada de las novedades del siglo se dio en mayor medida en Montevideo, donde en 1787 se estableció una cátedra de filosofía en el Colegio Franciscano, y sobre todo en Buenos Aires; desde 1771 se hacían allí gestiones para fundar una Universidad, y superar así la situación de inferioridad frente a Córdoba o Charcas.
Según el Cabildo Eclesiástico de Buenos Aires, la nueva Universidad debía incorporar, entre otras cosas, la enseñanza de la física moderna, apartándose de Aristóteles.
La oposición de Córdoba impidió la creación de la Universidad porteña, pero en 1773 se fundaron los Reales Estudios, de nivel primario, y en 1783 el Real Colegio de San Carlos, donde estudiaron los futuros próceres de la Revolución, y donde enseñaron no pocos de sus futuros funcionarios.
Sin embargo, no fue allí donde tomaron contacto con las nuevas ideas pues, salvo algunos agregados de modernidad, la enseñanza se ajustó a los criterios, ciertamente flexibles, de la escolástica.
La renovación intelectual cobró impulso desde 1790. Influyó la apertura comercial de Buenos Aires, la llegada de libros y de periódicos españoles, que comentaban las nuevas ideas, y también los viajes de estudio de algunos jóvenes, como Belgrano.
Signo de los tiempos fue el Teatro de la Ranchería, donde en 1789 se estrenó Siripo, obra del criollo Manuel de Lavardén, o el establecimiento de la Imprenta de Niños Expósitos, donde en 1802 comenzó a editarse el Telégrafo Mercantil, primer periódico rioplatense.
Al igual que en la España de Carlos III, circulaban las nuevas ideas, había un nuevo público atento a ellas, y sobre todo un grupo de activistas y militantes.
No eran ideas subversivas. La monarquía y la Iglesia compartían la aspiración de los ilustrados a la realización de la felicidad del pueblo, y estos contaban con tan poderoso apoyo para llevar adelante sus ideas.
Tal era, particularmente, la posición de Manuel Belgrano, designado en 1794 por el Rey como Secretario del Consulado, desde donde llevó adelante una intensa acción renovadora.
Belgrano y sus amigos creían que no se trataba de inventar nuevas ideas sino de adecuar algunas de las que estaban en boga en Europa.
Siguiendo las lecciones de la fisiocracia, debía fomentarse la agricultura, identificada con la civilización, y crear así una alternativa al fuerte desarrollo ganadero que ya se vislumbraba.
Hipólito Vieytes difundió esas ideas desde el Semanario de Agricultura, fundado en 1802, y las continuó Belgrano en el Correo de Comercio, que empezó a aparecer a principios de 1810.
También el comercio con todo el mundo se asociaba con la apertura, la circulación de ideas y la civilización, como lo planteó Lavardén en Nuevo aspecto del comercio en el Río de la Plata, o casi en los mismos términos el oriental Dámaso Larrañaga, al inaugurar en 1816 la Biblioteca Pública de Montevideo.
En este aspecto, los intereses de los ilustrados coincidían con los de los comerciantes porteños, por entonces lanzados a arriesgadas operaciones comerciales o empresariales, como fue el caso del mismo Lavardén, que dirigió el primer saladero rioplatense, en la Banda Oriental.
En Bueos Aires, a diferencia de Córdoba, las inquietudes culturales o científicas se relacionaron pronto con las necesidades más inmediatas de la sociedad: el saber científico era apreciado en tanto ayudaba a resolver los problemas prácticos.
En 1798 se creó el Protomedicato de Buenos Aires, para habilitar a quienes ejercían la medicina, ocuparse de atender los problemas de la salud pública -como la vacunación contra la viruela- y formar nuevos médicos.
En 1801 comenzó la enseñanza de la medicina, a cargo de Cosme Argerich, y en 1808 se graduó la primera camada de médicos, de destacada actuación posterior.
En 1799, por iniciativa del Consulado, se creó una Escuela de Dibujo, que se cerró poco después, y otra de Náutica, donde tuvo amplio desarrollo la enseñanza de las matemáticas y de los métodos experimentales.
La Escuela debía combinar la enseñanza científica con la formación de los pilotos reclamados por un activo comercio porteño, que incursionaba por Africa o el Caribe.
Ambas iniciativas se interrumpieron como consecuencia de la crisis política que siguió a las Invasiones Inglesas y que desembocó en la ruptura del lazo colonial.
Independencia y guerras civiles, 1810-1852
Los primeros años de vida independiente fueron muy difíciles.
La guerra, muy costosa, originó una aguda penuria económica.
Fuera de Buenos Aires produjo depredación de riquezas, tanto en las regiones ganaderas como en los centros urbanos, afectados también por la apertura comercial y, sobre todo, la desaparición del flujo de metales provenientes del Alto Perú, que quedó en manos realistas.
Pero también fueron años de efervescencia patriótica y de ebullición de las ideas: en Buenos Aires se tradujo El Contrato Social, se publicó el periódico La Gaceta, al que siguieron otros también destinados a educar al pueblo, y hubo "una feliz revolución en las ideas", de tono más radicalizado en algunos, como Mariano Moreno o Bernardo de Monteagudo, o más moderado, como el Deán Gregorio Funes, que por entonces formulaba el nuevo plan de estudios de la Universidad de Córdoba.
Funes admitía la necesidad de ampliar la enseñanza de la fisica experimental y las matemáticas, pero recomendaba conservar la tradicional escolástica para la metafísica.
Belgrano, en cambio, recomendaba enseñar lógica según Condillac, abandonar la metafísica y reforzar los aspectos morales de la religión.
La penuria financiera hizo que se interrumpiera la existencia de varias instituciones creadas al fin de la Colonia. Algunas sobrevivieron, adecuadas a las nuevas necesidades militares: el Instituto Médico Militar, o la Academia de Matemática y Arte Militar, indispensable para la formación de los artilleros.
Luego de 1815 pudieron reanudarse algunos emprendimientos. Así, se rehabilitó el antiguo Colegio de San Carlos, convertido en Colegio de la Unión del Sur.
Juan Crisóstomo Lafinur, profesor de filosofía, introdujo en sus cursos las teorías de la ideología, suscitando el rechazo de los más tradicionales, quienes en 1819, en ocasión de los exámenes públicos de sus alumnos, lo acusaron de poner en peligro la existencia del alma.
A la guerra de Independencia siguieron, sin solución de continuidad, los conflictos civiles, que fueron disolviendo la unidad política virreinal.
Algunas partes se convirtieron de hecho en estados independientes: Bolivia, Paraguay o la Banda Oriental, cuya independencia se declaró en 1828, después de una guerra entre las provincias del Río de la Plata y Brasil.
En otros casos se formaron estados provinciales autónomos, de finanzas escuálidas y economías empobrecidas, cuyos gobernantes fueron denominados caudillos.
En cambio la provincia de Buenos Aires vivió un período de prosperidad, posibilitada por la notable expansión de la explotación ganadera, que ganó nuevas tierras al sur.
El estado provincial se organizó sobre bases modernas, y se alentó una renovación cultural de resultados notables, condicionada sin embargo por una inestabilidad política que pronto desembocaría en nuevas guerras civiles.
La explotación ganadera, realizada en estancias, mantuvo su arcaísmo técnico, pero en los saladeros -donde se preparaban los cueros y la carne salada- se incorporaron algunas innovaciones, como la grasería, que introdujo el químico español Antonino Cambaceres.
Otros profesionales vinieron al Plata para ocuparse de obras del puerto, de salubridad, urbanización, o de las empresas mineras, por entonces prometedoras pero que no llegaron a prosperar.
La necesidad de trazar los linderos de las estancias estimuló la creación del Departamento Topográfico, y el desarrollo de la agrimensura, la medición pluvial y otras actividades que requirieron una nueva experticia ingenieril.
Muchos de esos expertos fueron contratados en Europa por Rivadavia, aprovechando los exilios obligados por las persecuciones políticas, y una cierta ilusión que despertaba el "rio de la plata".
Así, llegó a Buenos Aires un numero importante de científicos de primer nivel: el naturalista Aimé Bonpland, que fue colaborador de Humboldt, los físicos italianos Pedro Carta Molina y Fabricio Mossotti, el matemático Mauricio Chauvet, los escritores José Joaquín de Mora y Pedro de Angelis o el ingeniero Carlos Enrique Pellegrini.
Mientras duró la bonanza rivadaviana, estos centíficos combinaron las actividades profesionales con las científicas y académicas.
Mossotti, por ejemplo, instaló un observatorio astronómico en el Convento de Santo Domingo y escribió un artículo en una importante revista científica europea sobre el eclipse de 1833.
Además realizó observaciones pluviométricas para el Departamento Topográfico y enseñó física en la Universidad de Buenos Aires, que acababa de crearse.
Este era un viejo proyecto porteño, que se concretó en 1821.
Según el modelo francés, la Universidad debía regir el conjunto de la enseñanza, en sus tres niveles.
Así, se crearon varias escuelas primarias y se introdujo el método Lancaster, muy adecuado dada la escasez de docentes y de recursos para pagarlos.
El Colegio se reorganizó como Colegio de Ciencias Morales, y recibió alumnos becados, provenientes de las provincias del Interior.
Además del derecho, la Universidad impulsó la enseñanza de las ciencias experimentales, gracias al aporte de los físicos italianos mencionados, y de la medicina; aquí se aprovechó el saber de los excelentes médicos formados hasta entonces, como Cosme Argerich hijo o Francisco Javier Muñiz, un notable y esforzado médico militar, que se dedicó también a la paleontología.
En filosofía se impuso la nueva corriente de la ideología, y se siguió a Condillac, Cabanis y Destutt de Tracy, con quien se carteaba Bernardino Rivadavia.
Juan Manuel Fernández de Agüero, profesor de filosofía, tuvo por ello un conflicto con el rector de la Universidad, un canónigo más tradicional, pero fue respaldado por las autoridades políticas.
El impulso renovador alcanzó a toda la vida cultural porteña y se prolongó a algunas ciudades del Interior.
Buenos Aires tenía cinco librerías, se editaba un número considerable de períodicos, había representaciones teatrales y de ópera, cenáculos literarios y polémicas.
Pero los conflictos políticos pronto derrumbaron un edificio de bases débiles.
La renuncia de Rivadavia a la presidencia en 1827 acabó con muchos proyectos.
La penuria fiscal obligó a abandonar otros, particularmente las obras públicas, y con el correr de los años se llegó, ya en tiempos de Rosas, a suspender los sueldos de maestros y profesores universitarios.
Por otra parte, las luchas políticas crearon un clima crecientemente faccioso, y muchos científicos e intelectuales emigraron o fueron expulsados de sus empleos.
La mayoría de los europeos se volvieron; algunos sobrevivieron dedicándose a otra cosa, como el ingeniero Pellegrini, que terminó como pintor de moda.
El gobierno de Rosas, instalado en 1829, se consolidó como dictadura en 1835.
Se caracterizó por el orden autoritario, el clima extremadamente faccioso y una suerte de xenofobia, acentuada por los bloqueos impuestos por franceses e ingleses.
Su poder, así como el de la mayoría de los gobernantes de las provincias, se apoyaba en las masas rurales, hostiles a las clases urbanas ilustradas.
En todo el territorio rioplatense predominó esta hostilidad del campo hacia las ciudades y la cultura que ellas representaban.
Una nueva generación intelectual se propuso comprender esta situación, y tratar de actuar sobre ella.
Eran en su mayoría jóvenes estudiantes universitarios, insatisfechos con la enseñanza de sus maestros -algunos tan respetados como Diego Alcorta. Se inspiraban en los filósofos eclécticos y también en los poetas y literatos románticos, a través de quienes llegaban las ideas de Herder.
También influían los ecos de la revolución de 1830. La juventud universitaria e intelectual quería entender lo que sus predecesores no habían comprendido, y actuar en consecuencia.
Se trataba de descubrir lo propio del pueblo argentino, lo irreductible a las teorías abstractas, y sobre todo explicar a Rosas y la aceptación que tenía en la gente.
Luego, querían actuar eficazmente, pues todos aspiraban a ser políticos.
La "generación del '37" se desenvolvió primero en la Buenos Aires de Rosas y luego optó por emigrar a Santiago de Chile o a Montevideo, y sumarse allí a los antirrosistas.
En el exilio escribieron sus obras más importantes: el Dogma socialista de Esteban Echeverría, el Facundo de Domingo Faustino Sarmiento o el Fragmento preliminar al estudio del Derecho, un texto previo de Juan Bautista Alberdi, con el que aspiró a doctorarse en Buenos Aires.
Organización y apertura, 1852-1880
La caída de Rosas en 1852, coincidente con el comienzo de la gran expansión del capitalismo, transformó las condiciones del Río de la Plata.
La producción pecuaria para la exportación -sobre todo la lanar- se desarrolló firmemente; creció el comercio exterior, se intensificó el flujo de inmigrantes y se multiplicaron las empresas colonizadoras.
Ambas capitales, y algunas otras ciudades, crecieron y se modernizaron aceleradamente. Sin embargo, los estados no llegaron a afirmarse plenamente sino al fin del período: la guerra entre las dos facciones tradicionales -blancos y colorados- se perpetuó en Uruguay hasta 1876, y en la Argentina el gobierno central solo acabó con las disidencias internas en 1880.
Para agravar las cosas, ambos países participaron, junto con el Brasil, en una cruenta guerra con el Paraguay.
En este proceso de construcción económica e institucional tuvo activa participación el conjunto de los intelectuales y políticos formados en el exilio rosista, quienes propusieron las grandes alternativas para la organización de ambos países, fundadas en el liberalismo político y la apertura económica.
En la Argentina los más destacados fueron Juan Bautista Alberdi -su Bases sirvió de modelo para la Constitución de 1853- y Domingo Faustino Sarmiento, que fue presidente en 1868 y tuvo influencia en muchos campos, en especial el educativo.
En Uruguay, en cambio, los "doctores" -que militaban en los dos partidos tradicionales- no lograron doblegar la influencia de los "caudillos".
Los grandes instrumentos para renovar la sociedad y avanzar hacia el progreso fueron la inmigración -que se estimuló por la vía de la colonización- y la educación, sobre todo la primaria o "popular".
Los grandes propagandistas e impulsores fueron Sarmiento y el uruguayo José Pedro Varela, puesto en 1876 a cargo de la Instrucción Pública por el presidente Latorre.
Las acciones más espontáneas se sistematizaron casi simultáneamente en los grandes instrumentos legales que establecieron la educación obligatoria, gratuita y laica.
En 1870 se fundó la Escuela Normal de Paraná, donde Pedro Scalabrini difundió las ideas genéricamente denominadas positivistas, particularmente el laicismo y la fe en la ciencia.
Los educadores allí formados -los "normalistas"- tuvieron una enorme influencia en la educación pública en las décadas siguientes.
Las ideas del progresismo racionalista y laico alcanzaron un enorme auge, así como la doctrina evolucionista de Darwin.
Los grupos renovadores, liberales y anticlericales, chocaron con la Iglesia católica, especialmente cuando sus obispos se empeñaban en seguir las ideas ultramontanas de Pio IX, y también con intelectuales que combinaban esas posturas con un espiritualismo más genérico.
En el Uruguay, el obispo Vera se empeñó en erradicar el catolicismo liberal y "masón", alineando a su grey en el ultramontanismo cerrado, mientras que los liberales fundaron en 1872 el Club Racionalista y aprobaron una Profesión de fe racionalista, que combinaba el liberalismo doctrinario con una vigorosa apelación moral.
Los choques ideológicos fueron quizá desproporcionadamente intensos, en relación con las cuestiones reales en juego: tanto el Estado como la Iglesia apenas estaban comenzando a organizarse, pero aquel definió su preeminencia en cuestiones claves, como la educación.
En torno de la educación se dirimieron otros debates. En 1863 se inició en la Argentina la creación de Colegios Nacionales, destinados a formar a las nuevas elites políticas, cultas y solidarias con el Estado nacional.
El Colegio Nacional de Buenos Aires, que dirigió Amadeo Jacques, debía servir de modelo a sus pares: el Monserrat de Córdoba y el de Concepción del Uruguay.
Conforme a sus propósitos, la orientación de la enseñanza era fuertemente humanista. También se reorganizó la Universidad. Bajo el rectorado de Juan María Gutiérrez (1861-73), la Universidad de Buenos Aires se recuperó de la incuria rosista; se creó el Departamento de Ciencias Exactas, donde en 1868 se recibió la primera camada de ingenieros, conocidos como "los doce apóstoles".
Pese a ese impulso, la Universidad argentina se mantuvo distante de la renovación intelectual y de los debates de su tiempo.
Al margen de la Universidad, el desarrollo de las ciencias fue muy significativo. El estado argentino hizo un gran esfuerzo para estimular las instituciones y traer científicos europeos de valer, como Germán Burmeister, un notable sabio alemán contratado en 1862, que reorganizó el Museo de Ciencias de Buenos Aires y lo convirtió en una institución notable.
Luego Burmeister se trasladó a Córdoba, donde en 1870 impulsó la creación de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas y la Academia de Córdoba, convertida en 1878 en Academia Nacional de Ciencias.
Simultáneamente, el Gobierno nacional establecía allí el Observatorio Meteorológico, de modo que Córdoba se convirtió en un segundo centro de irradiación científica.
En Buenos Aires y en Córdoba proliferaron las publicaciones, como los Anales del Museo, que editó Burmeister, y se estableció un diálogo con los principales centros del mundo.
En 1872 un grupo de docentes de la Facultad de Ciencias Exactas de Buenos Aires fundó la Sociedad Científica Argentina. Eran sus animadores los miembros de la primera camada de ingenieros, encabezados por Luis Huergo, que se proponían intervenir activamente en las cuestiones de interés público.
En 1875, en concidencia con la Exposición Industrial, la Sociedad Científica organizó un concurso relativo a los aportes de la ciencia a la industria nacional, y particularmente a la elaboración de materias primas nacionales.
Huergo y otros ingenieros intervinieron en el debate acerca del puerto de Buenos Aires, y también opinaron sobre las obras de salubridad que realizaba la Ciudad.
No fueron los únicos científicos que por esos años buscaban combinar el saber con las
necesidades de la sociedad: los médicos encararon la solución de los graves problemas de higiene de una ciudad que en 1871 había sido diezmada por la fiebre amarilla.
Del optimismo a la duda, 1880-1914
En las décadas finales del siglo, en ambos países se avanzó hacia la instauración del orden y la unidad políticos -aunque el Uruguay vivió su última guerra civil en 1904-, de afirmación y desarrollo de las instituciones estatales y de sostenido crecimiento económico.
Este se basó en el comercio exterior, las exportaciones agropecuarias, la inversión de capitales -particularmente en ferrocarriles y puertos- y sobre todo la inmigración, que modificó profundamente el perfil de la sociedad.
El campo se modernizó y crecieron las grandes ciudades, especialmente Buenos Aires y Montevideo. El proceso social se caracterizó por una fuerte movilidad, una creciente diversificación, y también la emergencia de nuevos conflictos, en las ciudades y en el campo, que sin embargo hasta 1914 tendieron a resolverse en términos de integración.
El régimen político, originariamente controlado por elites de origen tradicional, fue evolucionando hacia una participación más amplia y una creciente democratización, cuyas aristas potencialmente conflictivas todavía no se vislumbraban en 1914.
El formidable crecimiento económico y el nuevo orden político estimularon una filosofía espontánea: los valores del positivismo -progreso material, ciencia, laicismo- fueron asumidos de manera natural y escasamente crítica, más conformista que militante, y difundidos ampliamente, en diarios, revistas y libros, a medida que -por efectos de la política educativa- aumentaba en la sociedad la masa de letrados.
A partir de 1890 se empezó a notar un cierto giro, de la confianza a la duda: lo marcó la orientación que en 1892 el presidente y filósofo Julio Herrera y Obes, de tendencia espiritualista, imprimió a las instituciones culturales uruguayas, el clima de tensión y desconfianza en las instituciones políticas que se inició en la Argentina con la Revolución de 1890, la creciente y crispada preocupación por la nacionalidad, en las décadas finales del siglo, o las enormes dudas acerca del rumbo tomado, que se manifestaron en la elite dirigente en torno del Centenario de la Revolución de Mayo.
Los nuevos estados asumieron plenamente el programa de "educar al soberano": asegurar la escolaridad básica, gratuita, laica y obligatoria, y confiar en que ella formaría a los nuevos ciudadanos.
Las escuelas primarias y los colegios nacionales, de nivel medio, cumplieron esa función y le aseguraron al Estado el dominio sobre un campo en el que ni la Iglesia ni las instituciones de las colectividades extranjeras pudieron competir.
Las ideas pedagógicas del llamado normalismo se difundieron ampliamente, y cobraron nuevo impulso en la Universidad de La Plata, creada en 1905, donde se puso el acento en la enseñanza práctica y en los métodos experimentales, en desmedro de la educación humanística clásica. En otros campos el Estado también avanzó sobre terrenos en los que la Iglesia tenía hipotéticas aspiraciones, como el Registro Civil de nacimientos, matrimonios y defunciones.
En la Argentina el avance se detuvo allí, y desde 1890 se manifestó una actitud más contemporizadora, mientras que en el Uruguay, luego de una pausa parecida, el impulso laico recibió un poderoso impulso por obra de Jose Batlle y Ordoñez, presidente desde 1903 y figura dominante durante dos décadas. Su "reforma moral" unió progresivamente la modernización estatal, el intervencionismo económico, el desarrollo de políticas de seguridad social y un impulso al laicismo que, luego de diversas medidas parciales, culminó en 1919 con la separación de la Iglesia y el Estado.
El reconocimiento científico sistemático del territorio fue una de las consecuencias de su control efectivo por parte del Estado.
Un grupo de sabios alemanes, radicados en Córdoba, acompañó al general Roca en su "conquista del Desierto", relevando el territorio, y luego el perito Francisco P. Moreno y el Comandante Fontana exploraron y describieron sistemáticamente la Patagonia y el Chaco.
Moreno reunió una enorme colección de piezas óseas y objetos industriales con las que se dotó al Museo de La Plata, flamante capital de la provincia de Buenos Aires.
El Museo, luego unido a la Universidad, se convirtió en una institución dedicada a la investigación en ciencias naturales y antropológicas, modelo de otras que por entonces también fomentó el Estado argentino, como el Museo Etnográfico, fundado por Juan B. Ambrosetti en la Universidad de Buenos Aires, el Observatorio de La Plata, también incorporado a la Universidad, el Museo Darwinion, creado por Cristobal Hicken, el similar iniciado a partir de los esfuerzos personales de Miguel Lillo en Tucumán, y también el Jardín Zoológico y el Jardín Botánico en Buenos Aires.
El desarrollo científico estuvo acompañado de un intenso debate en torno de las teorías de Darwin. En Montevideo esas discusiones se dieron en el ámbito del Ateneo, fundado en 1877, donde a propósito del evolucionismo discutieron espiritualistas y positivistas.
En Buenos Aires la discusión fue igualmente intensa, al punto que Eduardo Holmberg pudo escribir en 1875, alrededor de esa disputa, un cuento satírico, "Dos partidos en lucha", que remataba con la imaginaria llegada de Darwin a Buenos Aires.
Entre sus enemigos reales estaban los intelectuales católicos, como José Manuel Estrada, y también científicos como Germán Burmeister, que rechazaban el evolucionismo y defendían el creacionismo.
Entre los partidarios de Darwin se encontró Florentino Ameghino, el más notable científico argentino del período. Ameghino, que tropezó con la férrea oposición de Burmeister, dirigió el Museo de Buenos Aires desde 1902.
Fue un géologo y paleontólogo notable, que desarrolló la teoría del origen americano del hombre, y más precisamente pampeano, y formuló una cosmovisión de raiz evolucionista en Mi credo.
El positivismo ganó la Universidad de Montevideo durante el largo rectorado de Adolfo Vasquez Acevedo, entre 1880 y 1900, solo interrumpido durante la breve reacción espiritualista del noventa.
En Buenos Aires penetró más lentamente, pero a fines del siglo ya estaba instalado en la Facultad de Filosofía y Letras, donde en 1904 Ernesto Quesada inauguró la cátedra de sociología.
Fue característica de estas décadas la preocupación sociologista: se trataba de comprender, a la luz de los planteos de Comte y Spencer, de Taine, Le Bon, Durkheim o Simmel, problemas novedosos de la realidad social.
La afluencia masiva de extranjeros dio lugar a la reflexión sobre la raza y sobre el crisol de razas. Las multitudes -visibles en las grandes ciudades- obligaron a pensar en cómo manejarlas. Muchos se preguntaron por las raíces de esa sociedad tan heterogénea, que buscaron en la herencia española o en la tradición criolla, y otros tantos se inquietaron por el cosmopolitismo creciente, que quisieron enfrentar con una prédica nacionalista.
Tal fue el caso de Ricardo Rojas, José María Ramos Mejía, Agustín Alvarez, Juan Agustín García o Carlos Octavio Bunge, mientras que José Ingenieros exploró desde la psiquiatría los linderos entre la locura y el crimen.
Muchos pasaron de la reflexión a la acción, proponiendo reformas sociales o políticas. Lo hizo en el Uruguay José Batlle y Ordoñez, y de una manera más moderada el argentino Joaquín V. González, quien asesorado por Juan Bialet Massé, propuso en 1904 un Código del Trabajo que legalizara la actividad de los sindicatos.
Por su parte, Roque Sáenz Peña e Indalecio Gómez impulsaron la reforma electoral, que en 1912 abrió las puertas a la democracia.
De un modo u otro, todos ellos tenían una sólida fe en el progreso y en la capacidad humana para promoverlo y regularlo. Pero hacia fines de siglo empezaba a instalarse una duda acerca de estos valores.
Se manifestó en la indagación de los males de la sociedad, según la ciencia positivista, pero también en el cuestionamiento al positivismo, y a la creencia más espontánea que asociaba progreso con bienestar material.
Esta orientación está presente en la crítica filosófica al positivismo, que en el Uruguay realiza Carlos Vaz Ferreira y en la Argentina Rodolfo Rivarola o Coriolano Alberini.
A la vez, se hacen manifiestas actitudes e iniciativas marcadamente intolerantes, como lo fue la Ley de Residencia, sancionada en la Argentina en 1902, que autorizaba a expulsar a los extranjeros indeseables, o las manifestaciones más exasperadas del nacionalismo.
Pero quizá la expresión más cabal de ese giro sea la obra del uruguayo José Enrique Rodó, cuyo Ariel (1900) se convirtió en emblema de la concepción aristocrática y espiritualista que, según empezaba a afirmarse, caracterizaba la esencia hispanoamericana.
En muchos sentidos, la Primera Guerra Mundial significó un corte en este proceso. Los agudos problemas sociales que la siguieron conmovieron hasta lo más hondo las bases del optimismo progresista, mientras que la crisis económica mundial, y los problemas fiscales cada vez más serios, dificultaron la función promotora de la cultura y la ciencia que tan energicamente venía asumiendo el Estado.
A partir de las angustias de los años que siguieron, aquellas décadas anteriores a la Gran Guerra empezaron a ser recordadas como la edad dorada.
El Río de la Plata, 1776-1914. Desarrollo científico y cultural
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http://bicentenario.educ.ar/wp-conte...culturales.pdf
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Cortesía de mi gran amigo Erasmus:
FORMACIÓN DE LAS PROVINCIAS ARGENTINAS
Ya que hemos de referirnos a los Escudos de las Provincias y al de la Ciudad de Buenos Aires, además del Escudo Nacional, haremos una breve reseña acerca de cómo se fueron configurando geográfica y jurisdiccionalmente los Estados Provinciales.
Comenzaremos recordando que el espacio geográfico que actualmente constituye nuestro territorio nacional fue descubierto y ocupado por tres corrientes pobladoras procedentes de España, que los historiadores denominan: la del Este que penetró por el Río de la Plata; la del Norte que llegó desde el Perú, y la del Oeste que vino de Chile, las que actuaron en las regiones del Litoral, del Noroeste y de Cuyo, respectivamente.
Corriente del Este
El descubrimiento del Río de la Plata se produjo, el 2 de febrero de 1516, como consecuencia de la búsqueda de un paso que permitiera acceder desde el Océano Atlántico (llamado Mar del Norte) al Océano Pacífico (denominado Mar del Sur), y se debió a D. Juan Díaz de Solís, quien lo bautizó Mar Dulce.
FOTO: Solís y Gaboto
Por igual derrotero, el marino veneciano al servicio de España, Sebastián Gaboto, penetró en el Río de Solís el 21 de febrero de 1527 y descubrió el Río Paraná en diciembre de ese año, el Río Paraguay en marzo de 1528 y, en consecuencia, las costas de las actuales Provincias de Santa Fe, Entre Ríos, Corrientes, Chaco y Formosa.
Más tarde, cuando la Corona Española instituyó el Régimen de los Adelantados, se le asignó al primero de ellos, D. Pedro de Mendoza, conquistar y poblar la región del Río de la Plata que, se estima, estaba comprendida entre los 25° 31' y 36° 35' de latitud Sur, es decir, desde Asunción hasta la desembocadura del Río de la Plata.
FOTO:
El Primer Adelantado fondeó sus navíos en la Boca del Riachuelo el día 2 de febrero de 1536, y estableció un puerto que denominó Nuestra Señora Santa María del Buen Ayre. El 3 de febrero asentó en tierra un poblado, que no fue más que un simple recinto de chozas rodeado de empalizada y foso para defensa contra los indígenas; estuvo poblado hasta junio de 1541, cuando se dispuso el traslado de los habitantes a la casa-fuerte de Nuestra Señora de la Asunción (Paraguay) que había sido creada en 1537.
Se abre así un paréntesis que se cierra el 11 de junio de 1580, fecha en la que Juan de Garay, procedente de la Ciudad de Asunción, en su carácter de Teniente de Gobernador, Capitán General, Justicia y Alguacil Mayor de las Provincias del Río de la Plata, dando cumplimiento a una orden del Adelantado, D. Juan Torres de Vera y Aragón, fundó, próxima al Puerto de Buenos Aires, la que llamó Ciudad de la Santísima Trinidad. El Puerto de D. Pedro de Mendoza conservó la denominación de Buenos Aires, y de ahí la expresión corriente de "Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María de los Buenos Aires" que consignan, hasta su cese el 31 de diciembre de 1821, las Actas del Cabildo local.
Con anterioridad a la Fundación de Buenos Aires, el 15 de noviembre de 1573, el Capitán Juan de Garay por orden de D. Martín Suárez de Toledo, Gobernador de Asunción, había fundado, en la Región del Litoral, la Ciudad de Santa Fe, que habría de ser la capital de la provincia de su nombre.
En 1588, el 3 de abril, el Adelantado D. Juan Torres de Vera y Aragón fundó la Ciudad de San Juan de Vera de las Siete Corrientes, que es hoy Capital de Corrientes.
Se estima que la fundación de La Bajada del Paraná -hoy Paraná, Capital de Entre Ríos- se produjo el 23 de octubre de 1730.
Corriente del Norte
En cuanto a la vastísima "Región del Tucumán", es decir del Noroeste, fue explorada por los Capitanes D. Francisco César, en 1528, D. Diego de Almagro en 1536 y, muy específicamente, por el Capitán D. Diego de Rojas en 1543, a quien por orden del Gobernador del Perú, D. Diego Vaca de Castro, le fue encomendado descubrir una provincia situada entre Chile y el Río de la Plata.
Esto habría de dar origen a la fundación de las Ciudades de Santiago del Estero, el 24 de julio de 1553; de San Miguel de Tucumán, el 31 de mayo de 1565; de Córdoba de la Nueva Andalucía, el 6 de julio de 1573; de la Ciudad de Lerma, en el Valle de Salta, el 16 de abril de 1582, cuyo nombre fue cambiado, en 1588, por el de Ciudad de Salta; de la Ciudad de Todos los Santos de la Nueva Rioja, el 20 de mayo de 1591; de San Salvador de Jujuy, el 19 de abril de 1593; y de San Fernando del Valle de Catamarca el 5 de julio de 1683. Todas estas ciudades dieron origen a las provincias que ostentan sus respectivos nombres y de las cuales son capital.
Corriente del Oeste
La Región de Cuyo, que inicialmente dependió de la Gobernación de Chile, fue conquistada por el Capitán D. Pedro del Castillo en 1561, y en ella se fundaron las Ciudades de Mendoza, el 2 de marzo de 1561; de San Juan, el 13 de junio de 1562, y de San Luis, el 25 de agosto de 1594. Es del caso aclarar que en su jurisdicción, que tenía cabecera en Mendoza, estuvieron -al menos teóricamente- comprendidos, hasta la creación del Virreinato del Río de la Plata en 1776, los territorios de las actuales Provincias de Río Negro, Neuquén, parte de La Pampa y la zona cordillerana hasta el Estrecho de Magallanes.
La ya entonces denominada Provincia del Río de la Plata, que incluia los territorios asignados a Don Pedro de Mendoza en las Capitulaciones celebradas con el Rey de España, en virtud del adelantazgo que se le había otorgado, fue dividida en dos Gobernaciones por Cédula Real del 16 de diciembre de 1617: la del Río de la Plata, a la cual se atribuyeron las Ciudades de la Trinidad (Buenos Aires), de Santa Fe, de San Juan de Vera de las Siete Corrientes y de Concepción del Bermejo (esta última, fundada en 1585, fue destruida por los indios en 1731) con sus respectivas jurisdicciones, y la Gobernación del Guayrá, con la Ciudad de Asunción del Paraguay y otras.
Después de que, por Cédula Real del 1° de agosto de 1776, se creara el Virreinato del Río de la Plata, se dictó la Real Ordenanza de Intendentes del 28 de enero de 1782 por la cual, dentro del espacio geográfico que hoy constituye nuestro país, quedaron configuradas tres Gobernaciones Intendencias: la de Buenos Aires que, con cabecera en esta ciudad abarcaba los territorios de las actuales Provincias de Buenos Aires, Corrientes, Chaco, Entre Ríos, Formosa, Misiones, Santa Fe, La Pampa y toda la Patagonia; la Gobernación Intendencia del Tucumán, con cabecera en San Miguel del Tucumán que abarcaba, además de la jurisdicción de ésta, las de Catamarca, Córdoba, Jujuy, La Rioja, Salta y Santiago del Estero, y la Gobernación Intendencia de Cuyo, con cabecera en Mendoza, que, además del territorio de ésta, incluia los de San Juan y San Luis.
Pero esa estructura, por sugerencia del Virrey D. Juan José de Vértiz y Salcedo, fue modificada por una Cédula Aclaratoria del 5 de agosto de 1783 que introdujo cambios en el Régimen de las Gobernaciones Intendencias.
En el Virreinato quedaron integradas entonces ocho Intendencias que llevaban el nombre de la ciudad que les servía de capital y donde residía el intendente:
* la Gobernación Intendencia de Buenos Aires (Buenos Aires, Entre Ríos, Corrientes, Chaco, Formosa, Misiones, Santa Fe y toda la Patagonia hasta el Estrecho de Magallanes);
* la Gobernación Intendencia de Córdoba del Tucumán (Córdoba, La Rioja, Mendoza, San Juan y San Luis);
* la Gobernación Intendencia de Salta del Tucumán (Tucumán, Santiago del Estero, Salta, Jujuy, Catamarca, el distrito de la Puna y Pueblo de Santa Catalina),
* y las Gobernaciones Intendencias del Paraguay, de la Paz, de Cochabamba, de Charcas y del Potosí.
Además de las ocho Intendencias citadas se establecieron, como Provincias Subordinadas del Virreinato, las de Moxos y Chiquitos, en la actual Bolivia; de Montevideo, en la Banda Oriental, y la de los pueblos de las Misiones Jesuíticas de los Treinta Pueblos Guaraníes.
Producida la Revolución del 25 de Mayo de 1810, el Virreinato quedó de hecho extinguido con el advenimiento de nuevas autoridades y con la expulsión del Virrey y de los Oidores de la Real Audiencia rumbo a las Islas Canarias, dispuesta el 12 de junio siguiente. Sin embargo, el régimen de las Gobernaciones Intendencias subsistió durante los Gobiernos de la Primera Junta, Junta Grande, Triunvirato y Directorio, que produjeron modificaciones.
El Segundo Triunvirato, por Decreto del 29 de noviembre de 1813, a expensas de la Gobernación Intendencia de Córdoba del Tucumán, formó la Intendencia de Cuyo, con Mendoza, San Juan y San Luis, con capital en la primera, y de este modo la Jurisdicción original quedó reducida a Córdoba y La Rioja. Más tarde, el 10 de septiembre de 1814, el Director Supremo del Estado, D. Gervasio A. de Posadas, dispuso separar de la Gobernación Intendencia de Buenos Aires a Entre Ríos y a Corrientes, ésta con Misiones; las erigió en Gobernaciones Intendencias con sus propios titulares y fijó sus jurisdicciones.
El 8 de octubre del mismo año, con la intención de premiar a Tucumán por sus esfuerzos, el Director Supremo dividió la Gobernación Intendencia de Salta del Tucumán en dos: una llamada de Tucumán, cuya cabecera era San Miguel del Tucumán, con Santiago del Estero y Catamarca; y otra de Salta, con Jujuy, Orán, Tarija y Santa María, con capital en Salta.
La división del territorio nacional en catorce provincias separadas, comenzó a operarse el 26 de abri1 de 1815 cuando Santa Fe, que estaba comprendida en la Gobernación Intendencia de Buenos Aires, se separó de la obediencia política de aquélla y designó su propio gobernador.
La crisis política del año 1820 ocasionó la disolución nacional con la caída del Congreso y del Directorio. El Cabildo de Buenos Aires, al cesar las autoridades nacionales el 11 de febrero, se erigió en Gobernador, y se constituyó el 16, la Junta de Representantes y el 17, el Poder Ejecutivo con un Gobernador Titular.
El 26 de febrero de 1820, un Cabildo Abierto declara la autonomía de San Luis. San Juan lo hizo el 1° de marzo de 1820, y ambas provincias quedaron separadas entre sí y de Mendoza junto con la cual integraban la Gobernación Intendencia de Cuyo.
La Rioja logró su autonomía el 1° de marzo de 1820, si bien, ya en 1815 había realizado un intento para separarse de Córdoba, que se vio frustrado cuando, el 1 de diciembre de 1817, el Congreso de Tucumán le ordenó volver a la jurisdicción cordobesa.
El Caudillo y Gobernador de Entre Ríos, D. Francisco Ramírez, después de vencer al Protector de los Pueblos Libres D. José Gervasio de Artigas en Las Tunas, se impuso en Corrientes y Misiones y, a fines de 1820, proclamó la efímera República de Entre Ríos. Pero tras la derrota y muerte del Caudillo, el 10 de julio de 1821, Corrientes y Entre Ríos recuperaron su individualidad como provincias, el 26 noviembre.
A su vez, el Gobernador Intendente de Tucumán D. Bernabé Aráoz, erigió la República Federal de Tucumán, aunque sin intención separatista, con Tucumán como cabecera, Santiago del Estero y Catamarca. Pero poco después, el 27 de abril de 1820, Santiago del Estero se proclamó autónoma, y Catamarca, en un Cabildo Abierto celebrado el 25 de agosto de 1821 disolvió, también, su unión y dependencia de Tucumán.
Finalmente Jujuy, que venía reclamando su independencia política desde 1811, se separó de Salta el 18 de noviembre de 1834.
En cuanto a las otras nueve provincias, con las que se completa el número de las actuales veintitrés, su incorporación en la Nación tuvo lugar más lentamente y mediante conquista militar, ya avanzado el Siglo XIX, porque como se encontraban en poder del indio no hubo en sus territorios fundaciones estables ni población blanca asentada.
La legislación referida a ellas fue tardía. Recién en la Constitución Nacional sancionada en 1853 se consignó, en el artículo 67 inciso 14, que correspondía al Congreso arreglar definitivamente los límites del Territorio de la Nación, fijar los de las provincias, crear otras nuevas y determinar con una legislación especial la organización, administración y gobierno que deben tener los Territorios Nacionales que queden, fuera de los límites que se asignen a las Provincias.
Tal disposición se fue concretando gradualmente, a través de las siguientes leyes:
La Ley N° 28, del 17 de octubre de 1862, que declaró que: Todos los territorios existentes, fuera de los límites o posesión de las Provincias son nacionales aunque hubiesen sido enajenados por los Gobiernos Provinciales desde el 1º de mayo de 1853.
La Ley N° 954, del 11 de octubre de 1878, que creó la Gobernación de la Patagonia con asiento en la población de Mercedes de Patagones, dependiente del Ministerio de Guerra y Marina en todo lo concerniente a esos ramos de la Administración.
La Ley N° 1532, del 16 de octubre de 1884, que divide los Territorios Nacionales en las Gobernaciones: de La Pampa, del Neuquén, del Río Negro, del Chubut, de Santa Cruz, de la Tierra del Fuego, con sus límites naturales según el Tratado del 23 de julio de 1881 y, además, la Isla de los Estados, de Misiones, de Formosa (separándola del Chaco) y del Chaco precisó los límites de ellas.
La Ley N° 14.037, del 8 de agosto de 1951, que declaró provincias a los Territorios Nacionales del Chaco y de La Pampa.
La Ley N° 14.294, del 22 de diciembre de 1953, que provincializó el Territorio Nacional de Misiones.
La Ley N° 14.408, del 28 de junio de 1955, que transformó en provincias los Territorios Nacionales de Formosa, Neuquén y Río Negro. Esta ley constituyó, sin nombrarlas, las Provincias de Chubut y de Santa Cruz, pues consignó en el artículo 1°, inciso h): Se constituirá otra provincia, limitada al Norte por el Paralelo 42°; al Este, por el Océano Atlántico; al Oeste, por la línea divisoria con la República de Chile y, al Sur, con el Paralelo 46°; y en el inciso c.). Se constituirá provincia, limitada al Norte por el paralelo 46º; al Este, por el Océano Atlántico; al Oeste por la línea divisoria con la República de Chile, y al Sur, con el Polo comprendidas la Tierra del Fuego, Islas del Sur Atlántico y, Sector Atlántico Argentino. Es de aclarar que en su artículo 2º la Ley designó como capitales provisionales de las nuevas provincias a las ciudades de Formosa, Neuquén, Rawson, Viedma y Río Gallegos.
El Decreto-Ley 21.178 del 22 de noviembre de 1956 desmembró a Tierra del Fuego de la jurisdicción anterior y creó la Provincia de Santa Cruz con sus límites actuales.
El Decreto-Ley 2.191 del 28 de febrero de 1957 restableció el Territorio de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur e incluyó a las Islas Malvinas.
El Decreto-Ley 681 del 3 de abril de 1982 creó la Gobernación Militar de las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur, con lo cual las separó del Territorio Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, al que fueron reintegradas el 15 de mayo de 1985, al disolverse aquella Gobernación Militar.
Por último, la Ley N° 23.775 del 10 de mayo de 1990, provincializó el Territorio Nacional de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur y precisó sus límites y las islas comprendidas en ellos.
Historia de los Escudos de Argentina
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Erección del Obispado del Río de la Plata:
t PAULO OBISPO, SIERVO DE LOS SIERVOS DEL SEÑOR,
PARA PERPETUA MEMORIA.
e Aunque con desiguales méritos, habiendo sido, por la divina gracia y disposición, puestos sobre el atalaya de aquella militante Iglesia, inclinamos nuestro ánimo y deseo á todas las provincias del mundo, y en especial á aquellos lugares y provincias, que por la misericordia de Dios omnipotente, han sido en nuestros tiempos recuperadas y ganadas por los católicos Reyes, y sacadas de poder de infieles y bárbaras naciones, para que en los tales lugares, con más dignos y honrosos títulos, se plante de raíz la religión cristiana, y los moradores de ellos amparados y defendidos con la autoridad y doctrina de venerables Prelados, aprovechen siempre en la fe, pusimos todo nuestro cuidado para que habiendo conseguido aumentos en lo temporal, no careciesen de él en lo espiritual; pues como en las provincias nuevamente adquiridas del mar océano, que el Señor concedió á nuestro muy amado hijo en Cristo, Carlos, Emperador romano, semper Augusto, que también es Rey de Castilla,sea una de ellas sujetaásu jurisdicción temporal, la del Río de la Plata, cuyos moradores, faltos de la divina ley, viven sin enseñanza de fe ortodoja, por no haberse allí levantado iglesia alguna para que aquellos moradores, capaces de razón y policía humana, se lleguen á la fe, y apartadas de sí las tinieblas de los errores, vengan á la luz de la verdad, y conozcan á Nuestro Señor Jesucristo, Salvador y Redentor del humano linaje; es necesario plantar en las dichas provincias semilla espiritual, y edificar aprisco donde las ovejas, que andan errando, se reduzcan, y reducidas perseveren.
Habiendo sobre lo dicho deliberado, y con maduro consejo de nuestros hermanos y de plenitud apostólica, siendo humildemente suplicados por parte del Emperador Rey, don Carlos, sobre aquesto, Nos, á gloria y honra de Dios omnipotente, y de su gloriosa Madre la Virgen María, y á honor de toda la corte celestial, exaltación de la fe y salud de los dichos habitadores y moradores de las provincias, de autoridad apostólica, por el tenor de las presentes:
« Nombramos y señalamos el pueblo del Río de la Plata en la dicha provincia donde al presente habitan los fieles cristianos con título de ciudad para que sea y se haya de llamar Catedral Iglesia, gobernada por un Obispo que sea y se nombre del Río de la Plata, el cual presida en la dicha Iglesia, y en ella y en la dicha ciudad que se le señala para Diócesis, predique la divina palabra instituyendo y confirmando en la fe ortodoja á los fieles moradores de ella; á los cuales dispensará la gracia del santo bautismo, y así y á los nuevamente convertidos como á los demás fieles de la dicha ciudad y Diócesis, les administrará los sacramentos eclesiásticos y hará administrar las demás cosas espirituales.
Y procurará también que en la dicha ciudad y Diócesis se guarde y haga guardar y ejecutar libremente la jurisdicción, y potestad, y autoridad episcopal levantando é instituyendo dignidades, canonicatos, prebendas y otros beneficios eclesiásticos; con cuyo ó sin él sembrará y plantará todas las cosas espirituales, según que al aumento del culto divino y á la salud de las almas de los dichos moradores viere convenir, y al Arzobispo de la ciudad de los Reyes, que es ó fuere por el tiempo de los Reyes de Castilla, á cuya jurisdicción se sujeta, y es libre por derecho metropolitano.
Ordenamos que todas las cosas que allí nacen y se dan, excepto oro y plata, todo género de metales y piedras preciosas, que por el tiempo que fueren los Reyes de Castilla, le hacemos libre, puedan pedir y llevar libre y lícitamente décimas, primicias debidas de derecho y los demás juros obispales, según y de la suerte que los Obispos de España, por derecho y costumbre piden y llevan con silla, y mesa obispal y otras insignias, honras, derechos y jurisdicciones episcopales, privilegios, gracias é inmunidades de que otras iglesias y sus Prelados, en los Reinos de España de derecho y costumbre usan y gozan, pueden usar y gozar en cualquier manera por ahora y para en adelante, y de nuestra autoridad.
Y por el tenor de las presentes señalamos y levantamos para la dicha iglesia el presbiterio, así para nosotros señalado y levantado en ciudad por ciudad y parte dela dicha provincia de la Plata, de la misma suerte y debajo de los mismos linderos que el dicho don Carlos Emperador lo tuviere señalado y mandado el dicho don Carlos, y Rey que por tiempo fuere de la legión de Castilla, pueda cada y cuando que le pareciere convenir, mudar en todo y por todo, y parte extender, aumentar lícita y libremente, alterar para Diócesis que nosotros se le concedemos y señalamos á los habitadores y moradores de las dichas ciudades y Diócesis, para que lo hayan y tengan por clero y pueblo y mesa obispal, según dicho es, por cuyo dote le aplicamos por réditos doscientos ducados de oro, los cuales se hayan de señalar por el dicho don Carlos Emperador y Rey en los réditos, que pertenecen de cada año en la dicha provincia hasta tanto que los frutos de su mesa lleguen al valor de los tales doscientos ducados.
Y demás de esto, apropiamos el derecho del patronazgo de presentar las personas idóneas para la dicha iglesia erecta dentro de un año, por la distancia del lugar al Romano Pontífice que es ó por tiempo fuere, todas las veces que sucediere su vocación y llamamiento, por tiempo se ofreciere, excepto esta primera vez, para que por él sea erecto á la tal presentación del Obispo y pastor de la misma iglesia, y así mismo para la presentación que hubiere de hacer el dicho Obispo en la institución de las dignidades, canonicatos, prebendas y beneficios, los reservamos in perpetuum al dicho don Carlos Emperador y Rey,
que por tiempo fuere de la legión de Castilla, á cuyo consejo y autoridad lo concedemos y señalamos.
Y queremos que jamás sea lícito á ninguna persona el quebrantar aquesta carta de nuestra erección, institución, asignación, concesión de aplicación, de apiación y reservación, ni con temerario atrevimiento contravenir á ella; y el que presumiere atentar contra lo dicho en alguna manera sea visto haber incurrido en la indignación de Dios Todopoderoso y de los bienaventurados Apóstoles San Pedro y San Pablo.
a Dada en Roma, en San Pedro, año de la Encarnación del Señor de mil quinientos cuarenta y seis. Seis de Junio, año trece de nuestro pontificado.»
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Re: Virreinato del Río de la Plata
SANTIAGO DE LINIERS:
El Primer Padre de la Patria
Homenaje a 200 años de su asesinato
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Por Santiago Roque Alonso
El presente trabajo no tiene ningún mérito ni otro propósito que reunir en un único texto, los antecedentes documentados más importantes de la vida de Santiago de Liniers previos e inmediatos a su asesinato, el maltrato y escarnio a que fue sometido luego de su captura, y los detalles de su actitud y la de sus enemigos en los instantes previos al fusilamiento.
Humildemente, Patria Argentina dedica este esfuerzo a las futuras generaciones de argentinos, en la esperanza de que está modesta semilla caiga en una tierra y en un contexto espiritual y moral más fa- vorable, en el que pueda germinar y fructificar conforme a los planes y tiempos de Dios y Señor Nuestro, en una nueva, gloriosa y definitiva Reconquista de nuestra Patria que es y debe seguir siendo Argentina, alumbrada e inspirada en la ejemplaridad del Primer Padre de la Patria.
A las dos y media de la tarde del infame 26 de agosto de 1810, fueron fusilados sin juicio previo y por orden de la Primera Junta, en el Monte de los Papagayos - próximo a la posta de Cabeza del Tigre, el dos veces libertador de Buenos Aires don Santiago de Liniers – penúltimo Virrey del Río de la Plata -, el brigadier Juan Gutiérrez de
la Concha – Gobernador de Córdoba y quien también combatiera gloriosamente en la Reconquista y Defensa - el coronel Santiago Alejo de Allende, el doctor Victorino Rodríguez y el tesorero de la Real Hacienda, Joaquín Moreno.
No me extenderé en los antecedentes de Santiago de Liniers, porque este trabajo
no tiene ese objeto, sino el de exponer sus últimos meses de vida y la crónica de su martirio, y porque ya han sido desarrollados para esta oportunidad en años anteriores en Patria Argentina. Sólo me limitaré a reproducir lo que brevemente señala Bernardo Lozier Almazán y que puede resultar de utilidad para quienes no están familiarizados con los antecedentes de nuestro héroe:
“El francés Santiago de Liniers, nacido en la ville de Niort, en la antigua provincia del Poitou, el día de su santo, el 25 de julio de 1753, fruto del matrimonio de Santiago José Luis de Liniers, Caballero, Señor feudal de Cran-Chaban de la Poussardiere, de Grand-Breuil y la Valleé, y Enriqueta Teresa de Bre-
mond. (1) Su trayectoria militar la había iniciado como subteniente de caballería en el regimiento de Royal-Piémont, alférez, ayudante de campo del príncipe de Rohan, hasta que la unión de las dos Casas de Borbón, la de Luis XV y la de Carlos III, llamada Pacto de familia, permitía que los franceses pudieran intervenir en pie de igualdad de derechos y obligaciones con los españoles en las empresas militares de aquellos tiempos.
Fue por ello que a partir de 1775, contando tan solo 22 años de edad, pasó a revistar por el resto de sus días bajo pabellón español.
Luego de egresar de la Real Compañía de Caballeros Guardias Marinas, con los despachos de alférez de fragata el 3 de marzo de 1776, el destino lo trajo al Río de la Plata donde sirvió con el grado de capitán de navío en 1788, comandante general del Apostadero de Montevideo en 1796, Gobernador de las Misiones en 1802, Jefe de Escuadra en 1805 y héroe de la gloriosa Reconquista y Defensa de Buenos Aires durante los intentos de colonización británica en los años de 1806 y 1807 y penúltimo virrey del Río de la Plata” (1).
Liniers y su radicación en Córdoba
Después de haber entregado el mando al nuevo Virrey, Baltasar Hidalgo de Cisneros (julio de 1809), que había sido designado por la Junta de Sevilla como consecuencia de las presiones de sus enemigos de Buenos Aires y de la fracasada sublevación en su contra comandada por Martín de Álzaga (1 de enero de 1809), Liniers decide pasar una tem- porada con su familia en Mendoza – un destierro de hecho - antes de dar cumplimiento a la orden de trasladarse a España.
Sin embargo, el 31 de agosto de ese año Liniers, en compañía de su numerosa familia, arriba a Córdoba y desiste de instalarse en Cuyo. Hasta fines de ese año, mantiene la esperanza de constituir una sociedad para la explotación minera del cerro Famatina en la Rioja, intento que se frustra por no poder alcanzar el número necesario accionistas.
A principios de febrero de 1810 en una carta dirigida a su apoderado en Buenos Aires Francisco Antonio Letamendi, Liniers menciona la adquisición de la Estancia de Alta Gracia, antigua explotación agropecuaria que había sido confiscada a la Compañía de Jesús, como consecuencia de su expulsión de América en 1767. Tal vez, Liniers fue movido a ésta decisión ante “la necesidad perentoria de obtener algún beneficio económico más rápido, que el de la explotación minera, además de solucionar de es- ta forma, el problema habitacional para él y su extensa familia” (2).
Doscientos años después teniendo en cuenta el enriquecimiento ilícito, las coimas, la compra de voluntades políticas de legisladores, etc., que caracterizan el desempeño de los funcionarios públicos y representantes del pueblo de estas últimas décadas a cualquier argentino le resultaría llamativo la escasez de recursos y de bienes personales de quien recientemente había dejado de ser el Virrey del Río de la Plata y que se desprende de su carta a su apoderado Letamendi, en la que le informa la compra de la Estancia de Alta Gracia:
“...Yo supongo que V. conocerá esta primorosa hacienda, que Don Victorino tenía en un total abandono, con decir que era la predilecta de los primeros hombres del Mundo, es hacer de ella el mayor elogio. Yo la había oído alabar mucho, pero confieso a V que cuando la vi, contra lo que suele suceder me pareció muy superior a cuanto me habían dicho de ella, sin el menor hipérbole, aseguraría con mi cabeza que en menos de 2 años, me ha de rendir más de renta que me a costado de Principal (3) que son 11.000 pesos, cuyo pago he efectuado como se sigue, 5.500 que debe de dicha hacienda Dn. Victorino al Ramo de Temporalidades, de que me hago
cargo, a cuenta de mayor
cantidad de mis haberes
vencidos, quinientos pesos
que exhibí, tres mil que me
ha facilitado este señor Ilustrísimo, habiendo
tomado plazos descansados para el pago de los
2.000 restantes...”.
Pero la sorpresa no se reduce a la exigüidad de los bienes de Liniers, sino también a que haya debido tomar un préstamo a interés
de una institución religiosa, firmando un pagaré y, como consecuencia de ello, enterarnos que muchas de esas instituciones operaban por similitud a elementales entidades bancarias.
De hecho ejercían la usura, lo que en ese entonces todavía estaba condenada por el Magisterio de la Iglesia, a través de la Encíclica Vis Porvenir - De algunas cuestiones injustas (1745) - , de Benedicto XIV (“La USURA es un lucro que excede de lo recibido en mutuo” ):
“Córdoba, 26 de abril de 1810. Digo yo el abajo firmado que es verdad que debo a el Monasterio de Carmelitas Descalzas(8) de esta ciudad de Córdoba, a su Madre Priora, Síndico Procurador que al presente son, la cantidad de 2. 000 pesos pertenecientes a la dote de la Hermana María Eulogio de Santa Teresa, que, con expresa venia y licencia del Istmo. Sr. Dr. Don Antonio de Orellana, me han prestado de la Caja del Depósito y yo he recibido a toda satisfacción de mano del Licenciado Don José Manuel Martínez, Síndico Procurador del citado Monasterio, bajo las condiciones que S. Sra. Iltma. tuvo a bien prescribir; y son las siguientes: Primera, que dicha cantidad la he de pagar y devolver al plazo de cuatro años, contados desde esta fecha, pagando asimismo en cada uno de ellos el rédito correspondiente a razón de 5 por ciento: que son 100 pesos en dinero físico. Segunda, que mi estancia de Alta Gracia ha de quedar especialmente afecta e hipotecada a dicha cantidad y sus respectivos réditos. Y la tercera, que si cumplidos dichos 4 años del plazo para su satisfacción, no pudiese verificarla por algún acaecimiento que ahora no puede preverse, seré entonces precisamente obligado a otorgar escritura pública de censo real redimible sobre la enunciada hacienda de Alta Gracia u otra finca a satisfacción de S. Sra. Iltma. y del Monasterio. En cuyos términos y aceptando todas estas condiciones, por serme útiles y favorables, me obligo en esta sobredicha ciudad de Córdoba, a 26 de abril de 1810.
Siendo testigos Don Hipólito García Posse y Don Mariano Usandiva- ras, vecinos de ella.
Santiago Liniers”
Liniers y su conocimiento de la conspiración revolucionaria
Liniers tenía una idea bastante aproximada de los planes insurreccionales, tanto de los que provenían de la Infanta Carlota Joaquina de Borbón - hermana de Fernando VII - radicada en Brasil y que trabajaba para instaurar una monarquía constitucional en el Río de la Plata, independiente del rey de España, como de otros grupos de conspiradores criollos. En su condición de Virrey, a fines de 1808, ya había procesado al médico Diego Paroissien por operar como agente y contacto con los ingleses y la Princesa Carlota, siendo
sorprendido en esa tarea transportando correspondencia desde Río de Janeiro. Paroissien permaneció detenido hasta el triunfo de la Revolución de Mayo.
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Re: Virreinato del Río de la Plata
En carta dirigida al Virrey Cisneros, fechada en Alta Gracia el 19 de mayo de 1810, Liniers fundamenta su demora en embarcar con destino a España, como se le había ordenado, en la necesidad de esperar las últimas noticias de España, porque si la ofensiva del ejército de Napoleón llegara a disolver el Consejo de Regencia, ese sería la oportunidad esperada por los revolucionarios para pronunciarse y, por lo tanto, su viaje a España no tendría sentido. Al respecto le señala:
“...Excuso de extenderme en reflexiones sobre el estado de esa capital que V.E. conoce tan bien como yo, en la cual hay un plan formado y organizado de insurrección, que no espera más que las primeras noticias desgraciadas de la Península: si en otra crítica circunstancia le decía a V.E. , con toda verdad y desembarazo que nada había que temer de la lealtad de ese pueblo, en el día le digo que positivamente reinan las ideas de independencia fomentadas por los rebeldes que han quedado impunes, y que el que una vez ha podido romper los sagrados vínculos de la lealtad, jamás puede ser fiel...”.
Producida la revolución el 25 de
mayo, en correspondencia dirigida a Vicente Echavarría (15), Liniers expone sus sentimientos y su posición respecto a los hechos de Buenos Aires, pero al mismo tiempo evidencia un desconocimiento real de los alcances de la conspiración y se equivoca en apreciar la actitud de las provincias respecto al movimiento de Buenos Aires, las que estaban mucho más trabajadas por las aspiraciones revolucionarios que lo estimado por Liniers. En este sentido, sus apreciaciones se parecen más a una expresión de deseos que a una constatación objetiva de la realidad política.
Córdoba, julio 14 de 1810
Muy señor mío y amigo no contesté a la apreciable de vmd., del 10 siguiendo el mismo método u orden que vmd. a la mía que le dirigí por el hermano de Rodríguez en la que solicitaba me hiciera el gusto de remitirme la encomiendita (que es un sello venido del Brasil) por la vía del correo no dudando que las muchas ocupaciones de vmd. le habrán distraído de esta solicitud, que repito.
En cuanto a los particulares que vmd. me toca sobre la singular e interesada resolución. de Bs. As. si hasta ahora no he querido entrar en discusión. con vmd. sobre un particular que me ha llenado tanto de amargura, como indignación sería ominoso en mi el diferir más tiempo en hablarle con la claridad que acostumbro ¿Qué diferencia encuentra vmd. en la revolución de Bs. As. en cuanto a su ilegalidad, la de Montevideo, y a la del día 1°? ¿entonces los mismos que se opusieron a aquellos no son los que han formado esta?, pero a esto me responderá vmd. que no hay argumento ni precepto, que no se pueda defender en sentido contrario, y sino no hubiera Reinos; concedo esta aserción, pero abomino el principio. Únicamente de la depravación y corrupción del espíritu humano quien apagando los principios más sanos de la moral y de la equidad, quebrantando las sagradas leyes de la Religión se deja seducir del interés y tal y en particular del amor propio y vana gloria el ostentar la agudeza de sus ingenios en los sofismas con los que alucinan aún a los jueces más íntegros, pero amigo mío pero esto no es más que un paso transitorio de poquísimos momentos, que desvanecidos como el humo, traslada las causas a un tribunal sumamente justo, sumamente sabio, e incorruptible, quien en el último recurso da a cada uno el derecho que le compete, y en el que si están castigados aún los defectos de omisión; que no reserva a el que ha arruinado la honra y la hacienda del padre de familia, de la viuda y del [ ...] y sobre todo que conserva a los que han inducido a los pueblos a la rebelión, a la insurrección, y por consiguiente son los autores de todos los delitos que atrae la anarquía, el homicidio, el robo, la profanación, en una palabra todos los males que pueden afligir la humanidad.
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Este último caso es en el que se hallan los promotores de la insurrección de Bs. As., la más atentativa al derecho natural y de gente que jamás se haya formado y aún la más contraria a los restos de la prudencia y de la combinación política. Por dónde Bs. As. puede creer, que todo este continente se prestará a sus ideas, sólo la opinión la más presuntuosa puede figurársela. Tupac- Amaru cuanto pensó sacudir la dominación ya contaba y tenía asegurado la voluntad de los indios, la revolución de Francia en un mismo día y en una misma hora se efectuó en todo el reino; lo mismo sucedió en la América del Norte, y en Portugal con la Casa de Braganza, pero en esta contienda me parece que se quedan ustedes solos, pues todo el Perú ya se ha declarado en contra de vmds. Mendoza ha abjurado el alucinamiento momentáneo, que la sedujo, esperen vmds. lo mismo de Salta y del Tucumán, y entonces ¿cuáles son los recursos que le quedan? Cuanto más reflexiono sobre el Plan tan mal urdido, más me aturdo, en que haya podido caber en cabezas tan bien organizadas semejante absurdo, la esperanza que fundan en la proyectada Expedición al mando de un famoso Ocampo que ya anuncia sus proyectos a su brillante Ejército el penetrar hasta el Perú, extraño que para seguir el hipérbole no les promete el llevarlos hasta la Luna, llegue hasta Córdoba, y ó mucho me engaño se terminará el resultado [de] inmensos gastos, y de este nuevo atentado. Tocante a las personas de alto carácter que Ud. injuria y atribuye ideas de conveniencias propias muy remotas de sus principios, puede vmd. estar en la firme creencia que como yo, miran de ningún momento sus empleos, sus dignidades sus familias, y sus bienes que sólo los principios de sus sentimientos de Religión, de Moralidad y de fidelidad se hace oponer toda su energía a las ideas de vmd., y que se hallarían dichosos de hallar el fin de sus días en la defensa de una causa tan peregrina.
Deseo a vmd. mucha felicidad quedando a la disposición de vmd. en cuanto lo ocupa personalmente. Su atento, seguro servidor y amigo... Q. S.M.B.
Santiago Liniers
P. Dta. Acabamos de saber que Salta ha seguido el ejemplo de Mendoza en su retractación.
El testamento político y espiritual de Liniers
Habiendo tomado partido y expresado su decisión de oponerse a la revolución de Buenos Aires, en la misma fecha en que escribió a Vicente Echavarría, el 14 de julio de 1810 – citada anteriormente – Liniers responde a una carta que había recibido de su suegro, Martín de Sarratea.
En ella, Liniers deja claramente establecido los lineamientos de lo que - de hecho - constituye un verdadero legado político y espiritual (resaltados con negrita):
• Exalta los tres valores o principios
que considera fundamentales: el “honor”, la “religión” y la “lealtad”. Al mismo tiempo, lo reprocha, porque juntamente con el olvido de esos principios los revolucionarios están atacando al “trono”, la “justicia” y los “altares”. Precisamente, esos son los tres objetivos de destrucción de la masonería y particularmente del iluminismo.
• Asombrosamente señala a los
“frailes” como promotores de la insurrección y en particular califica al Padre Guerra (Dominico) como fanático e infernal.
• Reivindica su pasado militar al servicio del Rey de España y considera deshonroso romper esa ligazón, al punto de apreciar que si lo hiciera, haría caer sobre su persona y las de sus hijos la mancha de la traición, que precisamente es absolutamente antagónico con uno de sus valores fundamentales e innegociables: la lealtad.
• Fiel a su carácter providencialista, confía en que Dios – ante la eventualidad de su muerte en la defensa de la causa que abraza decididamente - protegerá a sus hijos de la orfandad y que, a causa de ello, no tendrán que mostrarse avergonzados de su padre porque nunca quebrantó los sagrados vínculos de honor, lealtad y patriotismo y que, a falta de una herencia material, “les deja a lo menos un buen nombre y buenos ejemplos que imitar”.
• Finalmente en la posdata, le pide a su suegro que difunda y haga conocer su pensamiento y su firme determinación de no claudicar, a todos aquellos que pregunten sobre su actitud respecto a la revolución.
Córdoba y julio 14 de 1810.
Mi amado padre y Señor; no puedo ponderarle a Vmd. el sentimiento que me ha causado el verle alucinado por los falsos principios de unos hombres que olvidando los principios más sagrados del honor, de la religión y de la lealtad se han levantado contra el Trono, contra la justicia, y contra los altares; bien veo que rodeado de las bayonetas, el carácter honrado y pacífico de Vmd. le hace proferir solo por el cariño y amor que me profesa, igualmente que a sus nietos. Ojalá hubiese Vmd. admitido la oferta que le hice de venirse a Alta Gracia, y no tuviese el disgusto de verle rodeado de tigres que no respiran más que sangre y codicia. El asesinato del Sr. Caspe, el extrañamiento del virrey y de los ministros arrancados del seno de sus familias, son un débil preludio de lo que intentan hacer estos héroes de nueva creación que claman contra el despotismo y tropelía de los jefes europeos que han gobernado la América, ¿han cometido estos jamás semejante tropelía ni acto de arbitrariedad que se asemeje o aproxime a ése?, ¿pero cuáles son los autores de semejante novedad? Frailes fanáticos quienes olvidados de los preceptos los más sagrados y más sencillos de la moral, abusan de su ministerio para seducir los hombres sencillos; de abogados cuyo único estudio es el de embrollar las verdades más claras, y fundan su mayor gloria al abrigo de sus sofismas en confundir el buen derecho y hacer prevalecer la iniquidad, ¿de quién se han valido estos para lograr sus pérfidos designios?, de hombres que no tienen nada que perder, y los mismos que sacrificarían mañana a la hora que se apartasen de sus depravadas ideas. A uno de los corifeos de esta obra de iniquidad, a quien he aviado y distinguido creyéndole otro modo de pensar, le digo en esta ocasión entre otras cosas: que nada acredita más la inepcia, la ignorancia y la presunción de los autores de esta execrable revuelta, que de pensar que todos los demás pueblos del virreinato y del continente seguirían sus criminales huellas; por descontado, Montevideo y Córdoba se han explicado con energía en contra; Mendoza quien al primer momento se había dejado alucinar, ha abjurado un error momentáneo, y se ha reunido a la buena causa; a Salta le sucede lo mismo; el Tucumán y Santiago del Estero (a pesar del fanático e infernal promotor de la insurrección el Padre Guerra) anuncian el mismo arrepentimiento; desde luego Potosí, Chuquisaca, Cochabamba y La Paz no solamente nos han comunicado su adhesión y fidelidad, pero mandándonos la primera cuantiosa remesa de dinero nos anuncia las fuerzas armadas, a las que con la misma aceleración se reunirán las del Cuzco, Arequipa y de todo el Alto Perú.
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Cuando Tupac Amaru quiso sacudir la dominación española, principió por asegurarse la voluntad de todos los indios. La Revolución Francesa se efectuó en un mismo momento,y un mismo día y hora en todo el reino; cuando bajo el reinado de Felipe IV la casa de Braganza trató de sustraerse de la de Austria, hubo igualmente una unidad perfecta y un consentimiento universal antes de la ejecución del plan proyectado, etc., etc. Pero mi amado padre nadie conoce mejor que Ud. que nada es más presuntuoso que la ignorancia. Ahora en cuanto a mi individuo; ¿cómo siendo yo un general, un oficial quien en treinta y seis años he acreditado mi fidelidad y amor al soberano, quisiera Ud. que en el último tercio de mi vida me cubriese de ignominia quedando indiferente en una causa que es la de mi Rey; que por esta infidencia dejase a mis hijos un nombre hasta el presente intachable con la nota de traidor?, a mi padre yo que conozco también la honradez de sus principios, no puedo creer que Ud. piense, ni me aconseje de motu propio semejante proceder. Cuando los ingleses invadieron a Buenos Aires en buena guerra, yo era un jefe muy subalterno del virreinato ¿quién me obligaba a tratar de su reconquista y a arrojarme con un puñado de hombres a acometer unas tropas veteranas, y defendidas por su situación local? Entonces no trepidé un momento en emprender una hazaña tan peligrosa y abandonar mi familia bajo el auspicio de la Providencia en medio de los enemigos. Cuando traté de defender a Buenos Aires con soldados bisoños y oponerme a las gigantes fuerzas victoriosas ya de Montevideo de las fuerzas mandadas por Elío. Cuáles fueron los resultados; el ver triunfar la buena causa; pues mi Padre cuente Ud. que si entonces era buena, la que defiendo en el día no solamente es buenísima, sino santa y obligatoria, no digo de un militar asalariado por su Rey, honrado con las más altas dis- tinciones de que puede decorar a un vasallo, pero que reclama la de todo súbdito bajo la pena de caer en el delito de perjuro habiéndole jurado fidelidad. Que son mil, dos mil, ni más mil hombres mercenarios y viles instrumentos de la perfidia, contra un puñado de ellos visiblemente protegidos por un Dios amigo de la justicia y enemigo de la iniquidad. David era bien pequeño y tenía unas armas muy desiguales a las de Goliat. Judas Macabeo tenía unas fuerzas muy desiguales, a las de los enemigos de Dios, pero no titubearon un momento en pelear y la victoria fue el premio de su fe. Cito solo estos ejemplos para decirle a Ud. que por despreciables que sean las fuerzas de Córdoba, respecto a las de Buenos Aires, Dios que deja obrar las causas segundas, ha premiado ya la constancia y virtud de Córdoba, proporcionándole ya unos auxilios que superan con superabundancia las fuerzas de los rebeldes.
Descanse Ud. mi amado Padre y ponga como yo su confianza en el Señor, el que sabe mejor que nosotros lo que nos conviene. El que me ha precavido en tantos peligros, me precaverá en los presentes, si así me conviene y es arreglado a su justicia; pero si por sus altos decretos hallase en esta contienda el fin de mi agitada vida, creo que me tendría en cuenta y descargo de mis innumerables culpas ese sacrificio, al que estoy constituido por mi profesión, pero fiado en las promesas del Señor que dice que aún nos tendrá cuenta de la obediencia y sumisión a lo que es de nuestra obligación. Por último Señor, el que nutre a las aves, a los reptiles, a las fieras y los insectos, proveerá a la subsistencia de mis hijos, los que podrán presentarse en todas partes sin avergonzarse de deber la vida a un padre que fuese capaz por ningún título de quebrantar los sagrados vínculos del honor, de la lealtad y del patriotismo y que si no les deja caudal, les deja a lo menos un buen nombre y buenos ejemplos que imitar. Celebraré se mantenga Ud. con salud, y expresiones a mis hermanas y hermanos, a mi tío Don Martín José, a mi tía Mariquita, reciba Ud. los cariñosos y respectivos afectos de sus nietos y de mis hijos quedando con las veras de un respetuoso hijo agradecido. Q. S. M. B.
Santiago Liniers
Señor estimaré comunique Ud. la presente a cuantos le pregunten por mí que quiero que todo el mundo co- nozca mi modo de pensar, en la inteligencia que con el dogal al cuello, ni con la cuchilla sobre la garganta desmentiré estos sentimientos.
El 27 de julio de 1810, Santiago de Liniers en acuerdo con el brigadier Juan Gutiérrez de la Concha Gobernador de Córdoba, el coronel Santiago Alejo de Allende, el doctor Victorino Rodríguez, el tesorero de la Real Hacienda, Joaquín Moreno y el Obispo Dr. Don Antonio de Orellana, ante la continua deserción de los casi 1.000 hombres de todas las armas que habían logrado reunir quedándoles en ese momento 400 resolvieron dirigirse al Perú, para reunirse con las tropas que debía enviarles el gobernador de potosí.
El 31 de julio se verificó la salida de las tropas de la ciudad de Córdoba.
En los primeros días de agosto entra en esa ciudad el General Ortiz de Ocampo y destaca en persecución de las fuerzas encabezadas por el brigadier Gutiérrez de la Concha y Liniers al Teniente Coronel Antonio Balcarce con unos 200 hombres.
Ante esta situación, habiendo alcanzado la parroquia de Arroyo Seco el 4 de agosto con sus efectivos reducidos, los jefes de Córdoba decidieron continuar la marcha hacia Potosí divididos en tres grupos, dejando a los oficiales y tropas que le restaban en libertad, permaneciendo unos pocos que no quisieron abandonarlos.
Liniers continuó la marcha con su ayudante don Melchor Lavin y su ca- pellán el canónigo Gregorio Tadeo Llanos, quien ya lo había acompañado en la reconquista de Buenos Aires, y tres esclavos al servicio de Liniers.
Captura de Liniers y sus compañeros
Al dia siguiente de la separación de de los jefes de las fuerzas de Córdoba, llegó al lugar el destacamento comandado por Balcarce.
“Antonio Balcarce fue instruido Al día siguiente de la separación inmediatamente de los caminos que de los jefes de las fuerzas de Córdoba habían tomado y despachó tres partidas en su seguimiento ordenando un punto de reunión caso de ser alcanzados y presos.
“E1 5 de agosto hizo noche el señor Liniers con los que le acompañaban en una infeliz choza y rendidos del camino y fatiga que les causó haber caminado 20 leguas a caballo por caminos ásperos y quebrados se entregaron a un profundo sueño; a medianoche los sorprendió la partida que los perseguía mandada por el teniente José María Urien, joven que siempre se ha distinguido, por estar adornado de todos los vicios; les recordó poniéndoles las bayonetas al pecho, los precisó a vestirse y en seguida los ató con los brazos atrás, pero con tal crueldad al señor Liniers que le reventó la sangre por las yemas de los dedos.
Correspondiente a este tratamiento era el que de palabra hacía Urien tuteándolo y no llamándole sino pícaro sarraceno. Sarracenos llaman los rebeldes a los que por fieles a la buena causa son opuestos a su sistema.
“Tres horas permanecieron atados que fueron las que tardó en amanecer el día y parte de este tiempo se ocupó Urien en saquear los equipajes de los presos, siendo de bastante valor el de S. E. (Liniers). Luego que amaneció dispuso Urien conducirlos al lugar señalado por Balcarce, y montando él en la silla y con las armas del señor Liniers, le puso a éste una indecentísima e incómoda montura.
“De este modo fue conducido en medio de soldados el reconquistador de Buenos Aires, el libertador de la América del Sur... un general; y llegó a aquel sitio con gritería y escarnio; pero nada de esto, ni la suma incomodidad que le resultaba de ir mal montado; ni cuantos actos de humillación le hicieron sufrir, fueron bastantes para abatir su heroico ánimo, y nunca le desamparó su presencia de espíritu, con la que guardó el cordel con que fue atado, diciendo que lo apreciaría siempre como una señal gloriosa de su fidelidad a la nación española y a su rey Fernando VII.
“La partida que fue a perseguir al ilustrísimo señor obispo mandada por el oficial Manuel Rojas se dirigió a casa del cura Allende, quien llevando ropas episcopales fue con él a la casa del eclesiástico en que estaba hospedado su ilustrísima que fue insultado en tal grado por el oficial, que irritado el dueño de casa, intentó convocar sus criados para impedir la prisión y lo contuvo el cura Allende sin que le advirtiese el oficial, lo que fue una felicidad para que este buen eclesiástico no padeciese.
“Si se atiende a que todos los vicios parecen naturales en todos los oficiales de los revolucionarios, y que se distinguen más en la irreligiosidad, se concebirá fácilmente cuánto padeció este respetabilísimo prelado; el oficial Rojas le registró indecorosamente, le quitó la esposa y tres onzas de oro que tenía en el bolsillo, y diciéndole su ilustrísima con su natural dulzura apostólica (cuando lo intentó) que advirtiese que había excomunión mayor reservada al Papa, para el que pusiese las manos en su persona, le contestó con expresiones tan obscenas que el pudor no permite repetir. Aunque su ilustrísima estaba convaleciente de una grave enfermedad, le obligó no sólo a montar a caballo (vestido como ya lo estaba con sus ropas episcopales) sino y lo que es más, a galopar; fue tal el cansancio de su ilustrísima que en una posta a que llegaron a mudar caballos se iba a tirar en el suelo por no poder mantenerse en pie, y una virtuosa mujer le puso una alfombra. Rogó por Dios su ilustrísima con el mayor encarecimiento al oficial, le diese un rato de descanso, pero su respuesta compuesta de blasfemias atormentó al prelado más que el cansancio y la fatiga, y porque no volviese a repetirse montó nuevamente a caballo, y este monstruo oficial tuvo el bárbaro placer de castigar él por sí mismo el caballo en que iba su ilustrísima para que corriese hasta llegar al lugar de reunión.
“El cura Allende pasó a Córdoba y entregó a aquel gobierno los 1.000 pesos de su obispo, y además denunció el lugar en que su ilustrísima tenia ocultos 800 marcos de plata piña que había destinado para una obra pía, los cuales con todos los demás bienes fueron secuestrados, o mejor se dirá robados porque no se sabe el paradero de la mayor parte. Este cura que así correspondió a las distinciones y confianzas de su prelado, quiso justificarse, diciendo que el temor de incurrir en la excomunión que los revolucionarios obligaron al provisor de Córdoba a publicar para que se manifestaran todos los bienes de los ilustres fugitivos, como si él creyese que esta censura sacada a la fuerza y sin las previas diligencias que ordenan los cánones, siendo además local y no habiéndosele comunicado podía comprenderlo; si lo creyó es lamentable creencia en un párroco.
“Los cuatro señores restantes que caminaban juntos como se ha dicho llegaron hasta la puerta de la travesía de Ambargasta, pero no pudiendo ya continuar su viaje por estar flacas y debilitadas las caballerías fueron a fletar otras a casa de un buen vecino de aquel lugar; el cual no sólo se prestó gustoso, sino que los guió a un bosque en que pudiesen estar ocultos mientras los aprontaba; al siguiente día llegó hasta esta misma casa la partida que los seguía mandada por el teniente Domingo Albariño.
“Se entregaron los señores Concha, Allende, Rodríguez y Moreno sin resistencia y ciertamente Albariño el que degenerando de sus compañeros trató con alguna distinción a sus presos; pero no por esto es decir que no fueron robados; el asesor Rodríguez al ir a montar a caballo halló le faltaban los estribos de plata, y mandado a su criado le pusiese los de palo que él llevaba, no lo permitió el dueño de la casa, y tomando éstos, le puso los de su uso también de plata; lo rehusaba Rodríguez pero aquél le dijo más justo es que yo vaya con estos de palo que no usted. Tengo el sentimiento de no poder estampar aquí el nombre de este honrado y sensible ciudadano, que con sus operaciones y amargo llanto manifestó su bondad.
“Es de advertir que en el acto de esta prisión remacharon una barra de grillos al tesorero Moreno y se apoderaron de más de 30.000 pesos fuertes que llevaba en dinero pertenecientes al erario público, para los gastos de la tropa, de los cuales hasta ahora [no] se ha podido averiguar el paradero, por más que lo ha solicitado el tribunal de cuentas de Buenos Aires y se quedó en disculpas de Ocampo y demás que componían la junta de comisión, y los que hicieron las prisiones.
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Re: Virreinato del Río de la Plata
“Debe notarse que si estos señores hubiesen escapado de esta persecución, no por eso hubieran podido llegar al Perú, pues Diego Pueyrredón, vecino de Jujuy con mucha anticipación por ordenes de Buenos Aires, con partidas que él mismo pagaba de su bolsillo, compuestos de gentes muy prácticas del país, les tenía tomados todos los caminos desde Salta hasta Jujuy y era imposible el paso, y así es que cayeron en sus manos el doctor García y el teniente don Manuel Sánchez”
Parada en los Ranchos
“Sabiéndose en Córdoba que debían pasarlos por el lugar de los Ranchos que dista 20 leguas de la ciudad salió de ella con licencia del general Ocampo, el teniente coronel urbano Manuel Derqui sobrino político del general Rodríguez y secretario del gobernador Concha con una carretilla de bastimentos y ropa que enviaron las esposas y familias de los ilustres presos, y con los criados que les quitaron cuando los prendieron; todo les entregó y les suministró algún dinero propio, para lo cual los esperó en este lugar a donde llegaron el 10 de agosto y teniendo que demorarse para componer un coche que se les había descompuesto se alojaron en casa del respetable presbítero el maestro don Felipe Ferreira quien desplegando su fidelidad a la nación, usó con estos señores toda la generosidad y nada perdonó para obsequiarlos y servirlos.
“Para proporcionarles algún descanso se retardó la compostura del coche: ni daba esto ningún cuidado a Urien que ocupado en dar a sus vicios el pasto que le proporcionaba la tal cual población y civilización de aquel lugar, y por otra parte obsequiado del presbítero Ferreira que pudo vencer aparentemente la oposición y disonancia que había entre sus costumbres y las de Urien para merecer su amistad y confianza a beneficio de los presos, y que logró obtenerlas con algunos sacrificios pecuniarios, franqueándole gratis reses y caballos para la tropa, no tuviera cuidado Urien de permanecer algunos meses en este lugar.
“Por otra parte quien regalaba a los soldados y los tenía contentos y todo produjo el deseado efecto de que en los 9 días que permanecieron en los Ranchos fueron visitados y tratados de todos cuantos lo solicitaban, llegando hasta el punto de que su ilustrísima acompañado del presbítero Ferreira y de un religioso de la Merced salió a visitar la iglesia parroquial y otra que se estaba edificando a más de un cuarto de legua de distancia, pero el párroco de este lugar don Manuel Aguirre nunca se presentó a saludar a su obispo. En la misma tarde el presbítero pidió a Urien una hermosa escopeta de dos cañones del señor Liniers a quien la presentó para que saliese a cazar como lo verificó; pues era su pasión dominante.
“En el propio lugar se presentó al señor Liniers un soldado que servía a Urien con una caja de oro guarnecida de brillantes propia de S. E. que estaba tasada en el Río Janeiro en 7.500 pesos fuertes diciéndole que aquél se la mandaba vender 400 pesos y que de ellos pudiese rebajar 50 y que sabiendo era de S. E. creyendo que valla mucho más le proponía si quería tomarla; agradeció el señor Liniers esta propuesta y temiendo que fuese alguna trama de Urien se valió del presbítero Ferreira para que facilitase el dinero y la comprase como para sí; sin embargo el soldado lo comprendió y al tiempo de recibir el dinero pidió a S. E. se le entregase 10 pesos menos que Urien le había ofrecido para él si la vendía.
No podía la generosidad del señor Liniers admitir esta noble acción y haciendo que se le entregasen los 10 pesos, le manifestó con toda la emoción de su sensibilidad la pena que tenía en no haberlo conocido en el tiempo de su mando y tomando su nombre le ofreció tenerlo presente cuando las circunstancias le fuesen más favorables y premiarlo como merecía su buen corazón.
A los dos días el mismo soldado hizo igual venta en dos onzas de oro de un alfiler de pecho de un solo brillante avaluado en 1.200 pesos también de la propiedad de S. E. y que por su orden tomó el presbítero Ferreira. Del valor y aprecio que hizo Urien de estas dos alhajas se pueden deducir sus conocimientos.
Estas alhajas las tenía en su poder el señor Liniers cuando lo pasaron por las armas y no se ha sabido su paradero, que no lo ignoran Castelli y sus socios en aquella horrenda acción” (resaltado por el autor).
Parada en la Posta de Gutiérrez
El 19 de agosto los prisioneros y la escolta que los custodiaba continuaron viaje a Buenos Aires. El Teniente Urien, a pedido de la tropa, fue relevado, siendo reemplazado por el Capitán de Dragones de Buenos Aires Manuel Garayo, quien trató con el debido decoro a los prisioneros.
“Sin cosa digna de notarse caminaron hasta el 25 que hicieron noche en la posta de Gutiérrez que dista 67 leguas de Córdoba y 101 de Buenos Aires, bien ajenos que ésta era la última noche de su vida.
En esta posta los esperaba un oficial y escolta de la tropa que había sacado de Buenos Aires el feroz doctor Juan José Castelli vocal de la Junta; la mañana del domingo 26 de agosto se recibió de ellos el coronel Domingo French intimando orden a Garayo de que no diese un paso adelante y guardase aquel punto. French, antes de marchar pidió a cada uno de los señores una navaja pequeña que se les había permitido para comer y entonces el doctor Rodríguez dijo a los demás: “compañeros hoy comparecemos en el tribunal de Dios”.
“A las ocho y media de la mañana de éste día salieron de esta posta y llegaron después de las 10 a poco más adelante de un paraje llamado el Puesto, distante tres leguas de la posta; aquí los encontró el teniente coronel Juan Ramón Balcarce que también salió de Buenos Aires acompañando a Castelli; en el mismo lugar en que Balcarce los encontró hizo quequeño bosque llamado el monte de los Papagayos, distante del camino cosa de un cuarto de legua y dos leguas de la posta llamada Cabeza del Tigre.
“Balcarce iba al lado del coche del señor Liniers quien viendo que los separaban del camino le preguntó a Balcarce ¿qué es esto? y él le contestó no lo sé otro es el que manda; llegados al bosque hallaron la tropa formada; ésta se componía de cuarenta húsares del Rey, todos extranjeros que se habían desertado de los ingleses en las acciones de Buenos Aires (resaltado por el autor), pues no se atrevieron a llevar españoles; mandáronles bajar de los coches y conforme bajaban les amarraban los brazos atrás de lo que sólo fue exceptuado el señor obispo.
Fusilamiento de Liniers y de los demás prisioneros
“El señor Liniers, que bajó el tercero, presentó al soldado que iba a atarlo, el cordel con que antes lo había sido diciéndole asegúrame con éste para que ya que él empezó la ignominia la consume. Estando ya todos asegurados se acercó el cruel Castelli y les hizo leer la sentencia concebida en estos términos: “La Junta suprema gubernativa de las provincias del Río de la Plata ha determinado que dentro de tres horas sean arcabuceados el general Liniers, el brigadier Concha, el coronel Allende, el asesor doctor Rodríguez y el tesorero Moreno”. A dicho término agregó una hora más de su parte el sanguinario Castelli.
“Quiso hablar el señor Liniers pero tomó la palabra el señor obispo y derramando muchas lágrimas se puso de rodillas para abogar por ellos, y apenas había dicho ¿que cómo se les condenaba a muerte sin oírlos? ¿que por qué se les privaba de los auxilios espirituales como es la sa- grada comunión y se profanaba la festividad del domingo?... cuando le interrumpió French diciéndole Calle usted padre que aún no sabe la suerte que le espera.
“El doctor Rodríguez con voz firme y su inalterable serenidad dirigiéndose al desnaturalizado Castelli a quien conocía le dijo: “Doctor Castelli ¿es esto conforme a la jurisprudencia que usted ha estudiado? ¿Quería usted que adoptásemos un sistema que empieza de este modo? Aún cuando no hubiera el motivo de fidelidad a Dios, al Rey, y a la Nación, me consideraría feliz, en morir por no ser testigo de los horrores que anuncian estos principios”. Castelli se desentendió y to1mando la voz el señor Liniers dijo:
“Todo es en vano, estamos en la mano de la fuerza; conformidad; mucho más merecen nuestras culpas; más glorioso nos es morir que suscribir a las miras de la Junta, morimos por defender los derechos de nuestro Rey y de nuestra patria, y nuestro honor ileso al sepulcro”.
Calló y pidió al señor obispo le sacase del bolsillo el rosario y paseándose lo rezó y continuó paseándose preparándose para la confesión, todo con tal nobleza y entereza que aseguran algunos que estaban presentes que en aquel estado de ignominia y con los brazos atados, parecía más glorioso que en sus victorias de la reconquista y defensa en que con heroica intrepidez despreciaba las balas ene- migas. Este señor y el coronel Allende hicieron su confesión con el señor obispo y los tres restantes con su secretario el padre (Pedro Alcántara) Jiménez.
“Habían atado con tanta crueldad al señor Concha que no pudiendo sufrir el dolor rogó al padre Jiménez pidiese al oficial que lo custodiaba le hiciese aflojar un poco la ligadura mientras se confesaba para hacerlo con sosiego; el padre lo ejecutó con lágrimas que sólo obtuvieron una insolente y bárbara repulsa la que oyó el señor Concha en medio de sus dolores con la serenidad que nunca le desamparaba. Castelli retiró al señor obispo a quien dijo que no podía serle grata aquella escena trágica e hizo la señal de haberse cumplido las cuatro horas, siendo las dos y media de la tarde y se ejecutó la atroz sentencia.
“Quisiera poder satisfacer la curiosidad del público que siempre manifestó el mayor interés en saber las últimas expresiones que salen de los labios de los hombres grandes en el momento de sufrir una muerte de esta naturaleza, porque las considera como una preciosa emanación de su heroicidad; no hay duda que atendido el carácter de estos cinco ilustres mártires de la fidelidad española, en estas cuatro horas habría sucesos muy dignos de la historia, pero hasta ahora me ha sido posible recoger todas las noticias individuales y me lisonjeo que las expresiones que referiré son ciertas en el todo.
“El señor Liniers en el acto de vendarles los ojos dijo: ¡quita, nunca he temido a la muerte menos cuando muero por mi fidelidad a la Nación y al Rey! En voz perceptible imploro el auxilio de María Santísima (Bajo el titulo del Rosario de quien siempre fue muy devoto) hincado de rodillas y con la vista fija en los soldados que estaban con las armas preparadas les dijo: “ya estoy muchachos” y haciendo a este tiempo la señal el oficial Juan Ramón Balcarce se hizo la descarga con impericia o perturbación de los soldados, sin embargo de los seis tiros que le dirigieron, cayó en tierra con todas las señales de vida, le dispararon dos tiros más, y no murió hasta que French le disparó una pistola en la frente.
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Re: Virreinato del Río de la Plata
“El doctor Rodríguez con la serenidad qué le inspira su vida ejemplar con que edificó al pueblo de Córdoba, muchos años a la dirección de uno de los sacerdotes más espirituales que hay allí, al tiempo de vendarle los ojos dijo en alta y firme voz: “¡declaro que muero muy gustoso por Dios, por el Rey y la Nación; prefiero esta ignominia a las grandezas que me ha ofrecido el intruso gobierno; el Rey y la Nación atenderán a mi familia infeliz!
“El tesorero Moreno después de vendados los ojos pidió reconciliarse y habiendo concluido dijo en voz alta: “En este momento de dar cuenta a Dios, declaro que tengo por injusta y revolucionaria la Junta de Buenos Aires; muero por la justa causa y cito para ante el tribunal de Dios a los que son causa de mi muerte”.
“El que oyó estas palabras no pudo dar razón de las que dijeron el brigadier Concha y el coronel Allende y apenas se puede decir a quien corresponde la preferencia en el valor y la religiosidad que tan heroicamente se disputaban entre estos cinco mártires.
“El ilustrísimo señor obispo aseguró que envidiaba la disposición con que se presentaron a la muerte, pero a pesar de no haber podido recibir los
últimos alientos de sus ilustres compañeros por el paréntesis que, como se ha dicho, parece hizo la ferocidad de Castelli; fue tal la impresión que causó en su ilustrísima la descarga, que le ocasionó un temblor general que parecía mortal, el que le duró tres días en los cuales no pudo tomar otro alimento que agua. Esta preciosa vida que Dios quiso conservar dará noticias muy circunstanciadas e interesantes, pues su secretario el padre Jiménez que no se separó de ellos hasta después de [su] muerte puede darle todas las que no presenció y la nación tendrá todos los conocimientos que la confianza en el alto grado de aprecio que tiene la memoria de esas víctimas aunque llorará la pérdida irreparable que experimentó”.
El entierro de los fusilados
“Concluida la horrible e inaudita carnicería fueron algunos soldados a traer las carretillas de los equipajes que, como se ha dicho, quedaron en el camino con los criados, para conducir los cadáveres a la iglesia del lugar de la Cruz Alta que dista sobre cinco leguas, más hacia Buenos Aires. Sin embargo del tiempo que medió en esta diligencia y en la descarga de las carretillas que debió ser de alguna consideración; cuando los criados alzaron los cadáveres para ponerlos en las carretillas advirtieron que el brigadier Concha aún estaba vivo; boqueaba y se estremecía y habiéndole avisado al oficial encargado de acompañarlos hasta darles sepultura, contesto con serenidad no importa, echadlo que él se morirá: ¿no es admirable la exactitud con que los rebeldes han aprovechado todas las ocasiones de acreditar que exceden en ferocidad a los mayores tiranos?.
“Llegados a la Cruz Alta se hizo abrir una zanja en el campo al lado de la iglesia, con intervención del teniente cura que era un religioso de la Merced para quien iba una orden de Castelli y el oficial no se separó hasta que los vio sepultados y se asegura que el brigadier Concha expiró en el sepulcro. Este religioso al día siguiente los hizo desenterrar y abriendo una sepultura más amplia en el mismo lugar en que antes los habían echado unos sobre otros, colocó todos los cadáveres con separación y poniendo una cruz a la cabecera puso en el brazo derecho de ella y es así: L.R.C.M.A. para que puedan algún día sus familias recoger las reliquias de tan ilustres víctimas.
Este virtuoso religioso desempeñó su ministerio rezándoles el oficio de difuntos y bendiciendo el terreno de la sepultura, pues el orden de Castelli le prevenía fuese sin pompa alguna.
“Cuando se supo en Buenos Aires estos asesinatos mandó la Junta uno de sus ayudantes a dar órdenes en todos los templos de la ciudad que por ningún pretexto hiciese exequias por alguno de los cinco difuntos.
“Este cúmulo de atrocidades que tanto excitaa la nación al justo castigo parece que ya mereció en parte el Divino, pues el doctor Mariano Moreno que fue de la
Junta y uno de los más sanguinarios murió casi a la vista de Inglaterra
(adonde iba en comisión) de una violenta enfermedad y sin ningún
sacramento manifestando hasta el último suspiro su impenitencia. Esto acaeció a los siete meses poco más o menos de aquellas muertes, y con poca diferencia de tiempo murió en Buenos Aires el presbítero Manuel Alberti vocal de la Junta si recibir ningún sacramento a pesar de que por tres veces le anunció el médico su próxima muerte y le mandó se dispusiese”.
Proposiciones y adulaciones para que los fusilados cambiaran de actitud
“Este fue el fin que los dignos españoles Liniers, Concha, Allende, Moreno y Rodríguez prefirieron a las lisonjeras ofertas que les hicieron por escrito y de palabra pues con este objeto pasó a Córdoba a mediados de junio el doctor Mariano Yrigoyen, hermano político del brigadier Concha. “La misión de Yrigoyen se dirigía particularmente a los señores Concha y Rodríguez juzgando por sus connotaciones con el primero y antigua amistad con el segundo podría vencerlos y atraerlos a su partido, pero sólo sacó nuevos convencimientos de la heroica constancia de aquéllos, y de los demás citados, pues el señor Allende que había más de treinta años, obtenía el empleo de coronel de ejército con un sueldo, no haciendo aprecio del olvido del antiguo gobierno para su ascenso, escribió a un amigo suyo a Buenos Aires diciéndole “me acreditaría de indigno a las gracias y distinciones que desde mi juventud gozo, si en estas circunstancias trepidase un momento en seguir la causa de la nación y oponerme a los revolucionarios” y esto se hizo tan público como su decidida resistencia a todos los que intentaron seducirlo.
“Estas pretensiones eran obra del temor y así fueron mayores las que hicieron con el general Liniers que era a quien más temían y la Junta no perdonó medio para hacerlo entrar, en su partido o separarlo del contrario. Le mandaron un oficial con las más lisonjeras ofertas; obligaron a algunos de sus amigos de Buenos Aires a que escribieran haciéndolo también ellos, últimamente el presidente Cornelio Saavedra exigiendo de él únicamente que se retirase a su casa de campo y fuese un tranquilo espectador, pero como esto no estaba en sus principios, contestó únicamente a todos y con más extensión y firmeza a los jefes militares “que nunca podría suscribir o reconocer un gobierno que desconocía el superior de la nación, que separándose de la madre patria no veía en ellos más que infractores de los sagrados derechos que unen ambos mundos que como oficial general, más que otro alguno se consideraba obligado a declarar abiertamente contra todo individuo o corporación que se separase de la unidad de la nación española, cuyos derechos sostendría hasta derramar la última gota de sangre”.
“Vista por la Junta de Buenos Aires esta heroica declaración determinaron a toda costa asesinarlo, y con este objeto salieron tres asesinos de Buenos Aires que fueron encontrados por Yrigoyen cuando regresaba en las cercanías de Córdoba y habiéndole comunicado su intento procuró disuadirlo dándoles por imposible la empresa, y logró se retirasen como él lo hacía bien desengañado de que eran incorruptibles los que él soñó vencer.
“No fue éste el último atentado que por las razones expuestas adoptaron contra el general Liniers; poco satisfechos Hipólito Vieytes y Antonio Balcarce de la suspensión de la ejecución de la sentencia de muerte que se hizo en la Aguadita, mandaron al cirujano de su ejército Juan Madera disponer un veneno, y efectuado lo mandaron a la villa de los Ranchos para que allí se le diese al señor Liniers en la comida; cuando llegó a los Ranchos el veneno, ya habían salido los señores y fue en su seguimiento pero con la feliz casualidad de no haberlos alcanzado, y cuando llegó a la posta de Gutiérrez ya se sabía su muerte y retrocedió a Córdoba dirigido a la Junta de comisión: lo recibió Ocampo, que ignorando lo que contenía llamó un boticario para que lo reconociese y habiéndolo hecho y dicho lo que era, entró Vieytes que preguntando por Ocampo a qué se dirigía aquel veneno, contestó “lo hemos dispuesto para acabar con el pícaro de Liniers, pues V. M. no quiso dar cumplimiento a las órdenes que traía; pero ya no es preciso”.
Ocampo quedó asombrado al ver esta atrocidad; que no era posible poner obra sin que muriesen todos los demás pues todos comían igualmente, y no hubieran gozado de los auxilios espirituales que después tuvieron.
“La Junta de Buenos Aires declaró vacante el obispado de Córdoba y se hizo tocar en Córdoba a sede vacante por el deán Funes que en ausencia de los demás canónigos se hizo él solo Cabildo eclesiástico y dio cumplimiento al orden que se dirigió al cuerpo.
“El señor obispo desde el momento del asesinato de sus compañeros fue conducido preso a la guardia de Luján, que es una de las de la frontera de Buenos Aires en donde permaneció sobre 14 meses que sufrió con su mansedumbre evangélica, y le asignaron una corta pensión para su alimento que creo no le pagaron. Su ilustrísima no perdió el tiempo durante su prisión usando de su sagrado ministerio con consentimiento del señor obispo de Buenos Aires y aun de la Junta hasta que en últimos de octubre de l811, sin que él lo solicitase fue llamado a Buenos Aires por el nuevo gobierno ejecutivo en donde una junta de teólogos y juristas que nombró el mismo gobierno declaró que todo cuanto se había obrado contra su ilustrísima era violento e ilegal y en enero después que se cerró la comunicación entre Buenos Aires pasaron a su ilustrísima orden para restituirse a su obispado en donde será de gran utilidad particularmente a las cuatro viudas y diecinueve huérfanos que pueden gozar las gracias que esperan de la magnánima e invencible nación española se hallan en la mayor necesidad para subsistir embargados todos los bienes sin exceptuar los dotales, y no haberlos dado los rebeldes el más mínimo socorro ni aun permitiéndoles gozar del Montepío a que tienen derecho.
“En conclusión: los jefes de Córdoba todo emprendieron y nada omitieron para consolidar la opinión pública contra la revolución”.
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Ficción y cinismo en la Revolución de Mayo
En el Boletín CCP de Mayo (Nro. 156) que titulamos “La Revolución de Mayo y el cambio de amo”, reproducimos parcialmente cuatro trabajos debidamente documentados e interrelacionados, tres de ellos muy poco conocidos, de distintos autores y fuentes que – a nuestro criterio y dentro de las limitaciones que nos impone la carencia de suficientes recursos económicos- interpretan acabadamente y con mayor aproximación lo que realmente ocurrió en las jornadas de mayo de 1810.
Como seguramente se habrá podido concluir, los sucesos de Mayo y las teorías sustentadas para justificar la Revolución sobre la soberanía popular nada tuvieron que ver con los hechos.
Por otro lado, resulta indisimulable la influencia directa que ejerció Inglaterra en los asuntos públicos para favorecer sus intereses, juntamene con la masonería – un verdadero “caballo de Troya” británico- , ya sea en los temas culturales como en el “modus operandi” en el ejercicio del terror y en la manifestaciones de irreligiosidad y ataques a la religión Católica, no obstante que una gran parte del clero, sino la mayoría, fue declaradamente revolucionario y su principal componente intelectual.
Sin embargo, es poco visto que los historiadores resalten e insistan respecto a la inmoralidad que resulta de la absoluta incongruencia y contradicción entre la ficción de sostener y matar en nombre de “la máscara de Fernando VII” y el fusilamiento de Santiago de Santiago de Liniers, cuyas últimas palabras precisamente son la expresión de la autenticidad ¡nunca he temido a la muerte menos cuando muero por mi fidelidad a la Nación y al Rey!
En otras palabras, para la Historia Oficial del Régimen y del Sistema de dominación, la rebelión contra España en nombre de Fernando VII – un rey inexistente, porque no reinaba - estaba bien, pero el desacuerdo con la Junta de Buenos Aires estaba mal, lo que en términos modernos sería algo políticamente muy incorrecto e inaceptable.
El mismo Cornelio Saavedra, Presidente de la Junta, es quien lo reconoce en su memoria autógrafa “cubrir a la Junta con el manto de Fernando VII fue una ficción desde el comienzo, necesaria por razones políticas” (Tomo I, Pág. 53).
Pero lo que en realidad ocultan los historiadores oficiales, es que Liniers molestaba a los liberales y masones porteños, en principio porque era un héroe muy popular y en segundo lugar, porque su cosmovisión tradicionalista e hispánica era absolutamente antagónica y contradictoria con la de los revolucionarios que se habían hecho del poder con la pérfida protección británica.
El general Tomás Guido, héroe de la independencia argentina, escribe en sus memorias que los liberales independentistas sintieron que “El pueblo... no está preparado para un cambio violento de administración.
Las masas proletarias, que constituyen la mayor parte de la provincia de Buenos Aires, tienen una especie de culto por el General Liniers, en quien no ven el odioso instrumento del absolutismo español, sino el liberador de Buenos Aíres, el héroe contra la invasión inglesa”.
Cornelio Saavedra, hablando de los enemigos del Virrey en su “Autobiografía” dice: “se olvidaban esos ingratos que solo el francés Liniers rehusó juramentarse ante Beresford, cuando éste ocupó Buenos Aires, y todos los fieles y leales españoles, incluso los jefes de graduación se apresuraron á prestar juramento de no tomar las armas contra los ingleses, que exigía Beresford; que solo el francés Liniers pasó a Montevideo a promover y solicitar tropas del Rey para hacer la Reconquista de Buenos Aires...”. En otra parte afirma que Liniers fue uno de los primeros representantes auténticos de las clases populares (Pág. 22 a 44).
El Dr. Luis V. Varela opina que “el documento que figura en la historia con el nombre de Sentencias de Liniers y sus compañeros, sentencia de muerte colectiva, dictada por un Poder Ejecutivo al que se le había prohibido expresamente el ejercicio de funciones judiciales, es la más alta nota de terror que quiso imponer la Primera Junta de Gobierno, en nombre de la necesidad de mantener la independencia de América”.
Mariano de Vedia y Mitre (31) agrega: “El manifiesto de la Junta sobre el fusilamiento de Liniers y sus cómplices”, documento de la pluma de Moreno, está destinado a justificar un acto tremendo: El sacrificio 14
de la vida del defensor de Buenos Aires durante las agresiones de Inglaterra, del caudillo popular de aquellos días, del virrey surgido del cabildo abierto del 14 de agosto de 1806; del primer hombre de popularidad legítima que conoció el pueblo de Buenos Aires. Se trata de una actitud esencialmente política del gobierno, que éste tomó sin duda a pesar suyo y debido a que el prestigio de que gozaba el ex virrey podía hacer que siguieran sus banderas los pueblos del virreinato entre los que mantenía tanto arraigo (eventualidad que no se cumplió). El sacrificio de sus vidas es un acto de jacobinismo político. El manifiesto atribuye a los conjurados de Córdoba la comisión de un crimen: El de haber conspirado contra la estabilidad del Estado. Con mayor fundamento, Liniers y sus colaboradores podían considerar que quienes habían hecho la revolución en Buenos Aires eran conspiradores contra las instituciones legítimas, y autores del delito de rebelión”.
Paul Groussac señala en su “Biografía de Liniers”, (32) que: “ Liniers y sus compañeros murieron por ser fieles á su nación y á su rey, y cayeron como buenos al pie de su bandera; y el solo hecho de ser ésta la misma que sus enemigos tremolaban, nos enseña que fue inicua su condena. Aunque la causa de la metrópoli fuera políticamente tan injusta como era justa la causa de las colonias, no tenían que averiguarlo los jefes españoles, sólo llamados a defenderla”.
Así es como se consumó el asesinato político del héroe de la Reconquista y Defensa de Buenos Aires.
Una paradoja y la más absurda contradicción política de la historia nacional, donde la Junta invoca “Los sagrados derechos del Rey y de la Patria” para matarlo y la víctima muere reivindicando “muero por mi fidelidad a la Nación y al Rey”. En otras palabras, los fusiladores matan en nombre del rey y la víctima muere por fidelidad al mismo rey.
Resulta a todas luces evidente el
cinismo y la patente arbitrariedad e
injusticia de los fusilamientos de Liniers y de sus otros compañeros.
Constituye un acto inicial infame, perverso, cruel, triste y hasta un mal augurio, que inaugura un estilo o una escuela política de duplicidades, simulaciones, apariencias y traiciones, que será la norma en el posterior desarrollo político de la Historia Argentina y que, a mi criterio, es la causa de nuestras tragedias y el factor que ha entorpecido la realización de nuestro destino nacional a lo largo del tiempo.
Por otro lado, la miopía ideológica de liberales y masones les impidió y les impide reconocer que el rechazo y derrota del invasor inglés en 1806 y 1807, hizo que por primera vez los argentinos lucharan contra un enemigo común y que el “Triunfo Argentino” – plasmado en los versos patrióticos de Vicente López y Planes que celebran la victoria de 1807 les hiciera percibir su potencial como nación. Potencial que se hizo realidad cuando el 14 de agosto de 1806, el Cabildo en ausencia del Virrey, asumió todo el poder del gobierno bajo la conducción de Santiago de Liniers.
Esa es la causa por la cual al eliminar físicamente al artífice, conductor y caudillo de ese “Triunfo Argentino”, también deben eliminar de la memoria colectiva e histórica de los argentinos al hecho mismo: las dos invasiones y, consecuentemente, sendas derrotas inglesas. Por eso no hay festejos ni honores oficiales ni privados para honrar la Reconquista ni la Defensa y mucho menos para quien fue su Jefe. A tal punto esto es así, que ni siquiera se argumenta su conmemoración para justificar un día feriado y, con ello, un día más para hacer turismo.
Generalmente es aceptado que la existencia y formación de una sociedad nacional se origina en lo que normalmente se llama un “mito fundacional” o “ficciones orientadoras”. Muchas veces estos no pueden ser probados y en realidad a veces son tanto el producto de creaciones artificiales como de ficciones literarias, pero que son necesarias para darles a los miembros de esa sociedad un sentido de pertenencia, de nación, de comunidad, de identidad colectiva y darle un destino común en lo universal.
En la argentina liberales y masones impusieron al 25 de mayo como “mito fundacional” de la Nación Argentina y obviamente de la historia oficial, constituyendo a la “soberanía popular” y al “libre comercio” en los hechos determinantes de la revolución. A partir de entonces las fuentes de la democracia y del capitalismo liberal en la Argentina, deberán buscarse en los hombres y en los ideales de mayo. En ese sentido, ya hemos demostrado ampliamente falsedad absoluta de ambas cuestiones en nuestro trabajo “La Revolución de Mayo y el cambio de amo”, que se publicara en el Boletín CCP Nro. 156, correspondiente al mes de mayo del corriente año. La supuesta expresión de la “soberanía popular” no fue otra cosa que un golpe militar con una parodia de argumentaciones y votaciones amañadas y el “libre comercio” la excusa para “cambiar de amo” y pasar a constituirnos en una colonia comercial británica.
Si los argentinos pretendemos Re- conquistar nuestra Patria para los argentinos no podemos aceptar otro “mito fundacional” original que la que impone la verdad histórica. Y ese no puede ser otro que el “Triunfo Argentino” en la Invasiones Inglesas.
Acontecimiento histórico que confirma nuestra “autodeterminación” de hecho, al haber derrotado a la mayor potencia mundial de la época, por propia iniciativa y esfuerzo, sin ayuda de España ni de otros virreinatos y que, a las 24 horas de haber Reconquistado Buenos Aires es ejercida en forma efectiva al deponer el Cabildo al Virrey Sobremonte y reemplazarlo con Santiago de Liniers.
En cambio, mientras Liniers y sus compañeros yacían en una fosa común y olvidados, sin derecho a una tumba decorosa (durante 52 años ningún gobierno argentino se preocupó de sus restos), sus familias perseguidas por las penurias económicas, la Junta de Buenos Aires se ocupaba en homenajear a Lord Strangford Enrique Williams Álzaga en su libro “La fuga del General Beresford” señala: “La Junta de Mayo, en reconocimiento, resolvió distinguirle a Strangford con la cualidad de ciudadano (primera carta honoraria de ciudadanía acordada entre nosotros) y adjudicarle en propiedad una legua cuadrada en territorio de este suelo. El homenaje se llevó a cabo el 21 de febrero de 1811, en la sala capitular, donde congregáronse el gobierno en pleno y demás autoridades, el alto clero y los jefes de las tropas. Habló, en primer término, Juan Larrea, vocal de la Junta, y luego Manuel Hermenegildo de Aguirre, alcalde de primer voto: uno y otro exaltaron, en términos sumamente elogiosos, la personalidad de lord Strangford”. Posteriormente, el tan admirado embajador inglés, rechazó el título de ciudadano argentino por considerarlo una distinción impropia de un súbdito de la corona británica y, en particular, por encontrarse cumpliendo una misión diplomática, “pero no así con las tierras, ya que las mismas están libres de todo rigor protocolar”.
Conclusión
Si la Argentina quiere “ser lo que debe ser” y no lo que los demás desean que sea, es preciso reconocer, en principio, que el verdadero “mito fundacional” de la Argentina lo constituye el “Triunfo Argentino” en las Invasiones Inglesas, y no el 25 de mayo de 1810.
La aceptación de este hecho trascendental exige la previa reivindicación y merecido desagravio público y oficial, de un extremo a otro del país, de la memoria del héroe de la Reconquista y Defensa de Buenos Aires don Santiago de Liniers y de todos los argentinos que murieron, derramaron su sangre y combatieron en esas gestas.
Ambos actos, genuinas muestras de amor, justicia y piedad hacia esos acontecimientos y personas gloriosas de nuestro pasado, no son otra cosa que la expresión más pura del amor a la Patria.
Reivindicado y desagraviado Santiago de Liniers y reconocido el verdadero “mito fundacional” de la Argentina, debemos reconstruir nuestras raíces y tradiciones indo-hispanoamericanas e identificar en el héroe de la Reconquista y Defensa, no sólo la ejemplaridad de un magnífico eslabón que une las virtudes y valores de la España milenaria con las de la Argentina, sino también a nuestro Primer Padre de la Patria.
“El escarmiento”
Orden de la Primera Junta con la sentencia de muerte contra los conspiradores de Córdoba
“Los sagrados derechos del Rey y de la Patria han armado el brazo de la justicia, y esta Junta há fulminado sentencia contra los conspiradores de Córdoba, acusados por la notoriedad de sus delitos, y condenados por el voto general de todos los buenos. La Junta manda, que sean arcabuceados Dn. Santiago de Liniers, Dn. Juan Gutiérrez de la Concha, el Obispo de Córdoba, Don Victorino Rodríguez, el Coronel Allende, y el oficial real Dn. Joaquín Moreno. En el momento que todos o cada uno de ellos sean pillados, sean cual fuesen las circunstancias se executará esta resolución, sin dar lugar á minutos, que proporcionasen ruegos y relaciones capaces de comprometer el cumplimiento de esta Orden y el honor de V.S. Este escarmiento debe ser la base de la estabilidad del nuevo sistema, y una lección para los Jefes del Perú que se abanzan a mil excesos por la esperanza de la impunidad; y es al mismo tiempo la prueba fundamental de la utilidad y energía con que llena esta Expedición los importantes obgetos á que se destina.
Dios guie. á V.S. ms. as.
Mariano Moreno y Santiago de Liniers
En un “manifiesto” publicado en la Gaceta de Buenos Aires (1), el 9 de septiembre de 1810, un exaltado Mariano Moreno terminaba dirigiéndose a sus ciudadanos, arrojando furiosos anatemas sobre Liniers: “Un eterno oprobio cubrirá las cenizas de D. Santiago Liniers, y la posteridad más remota verterá exe- craciones contra ese hombre ingrato, que por voluntaria elección tomó á su cargo la ruina y exterminio de un pueblo, á que era deudor de los más grandes beneficios”.
Y ante la carencia de argumentos sólidos para justificar el terrible acto, en un paroxismo de irritación, termina faltando burdamente y a sabiendas a la verdad: “El que recuerde los sucesos de esta Capital en los quatro ultimos años que han corrido; el que medite en los arroyos de sangre con que los patricios compraron la honra y glorias de D. Santiago Liniers...”, desdiciéndose de los versos que años atrás escribiera para esa oportunidad:
“Canciones en que se narra y elogia la Victoria del día 5 de julio de 1807...”
“...Canten la gran Victoria, conque lleno de gloria
el argentino Pueblo,
y el gran Liniers
Triunfado tienen del fiero Inglés” Mariano Moreno
http://sitio.patriaargentina.org/blo...gosto-2010.pdf
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Banda Oriental en el Siglo XVII:
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Virreinato de las Provincias del Río de la Plata o Virreynato de Buenos Ayres:
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Re: Virreinato del Río de la Plata
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Re: Virreinato del Río de la Plata
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Paraguay antes de perder su territorio:
Archivo adjunto 5481
Archivo adjunto 5482
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Re: Virreinato del Río de la Plata
La Guerra de la "Triple Infamia" y el genocidio del pueblo paraguayo
Archivo adjunto 5483
Introducción
La Guerra del Paraguay ocurrida entre 1865 y 1870 ha sido, sin duda alguna, el más funesto y doloroso hecho de la historia de la América hispana. Llamada de la "Triple Alianza", fue un enfrentamiento bélico sin precedentes donde la República Argentina, "Su Majestad" el Emperador del Brasil y la República Oriental del Uruguay se aliaron en una guerra fraticida contra el Paraguay del Mariscal Francisco Solano López.
En nuestro país, se ha enseñado dentro del marco de "la historia oficial-escolar" la guerra de la "Triple Alianza" de la siguiente manera: Que Argentina se vio obligada a intervenir en el conflicto para lavar su honor nacional lesionado por la sorpresiva invasión de las fuerzas paraguayas. Que se fue a la guerra en defensa de los principios democráticos y civilizadores, contra la barbarie del Dictador Francisco Solano López que tenía sometido y atrasado al pueblo guaraní. Y que, debido a un supuesto altruismo argentino, no obtuvo nuestro país ninguna ventaja material después de la victoria.
Esta versión en la actualidad no resiste el menor análisis. Los cuestionamientos a la historia oficial empezaron contemporáneamente a los hechos con los escritos de Carlos Guido y Spano y las denuncias de Juan Bautista Alberdi. Los estudios revisionistas que se consumaron posteriormente, con investigaciones documentadas, expusieron los intereses económicos, los factores geopolíticos y las líneas ideológicas que se conjugaron para gestar la guerra de 1865-70.
En 1954, el historiador José María Rosa publica "La Guerra del Paraguay y las Montoneras Argentinas", obra canónica del pensamiento nacional y de lectura ineludible para comprender la naturaleza y los alcances de la conflagración. Este trabajo monumental abrió camino para que otros historiadores revisionistas profundizaran el tema. De allí en adelante, la historia oficial se derrumba y la verdad histórica se abre paso para grabar en la memoria colectiva de la patria grande un genocidio sin paralelo en la vida de América Latina.
El Paraguay de la preguerra
Los hombres del Paraguay soberano
Es imprescindible, antes de ingresar en el tema central de éste trabajo, preguntarnos como era el Paraguay de la preguerra. El historiador mexicano, Carlos Pereyra, en el libro "Solano López y su drama" nos brinda una abreviada reseña de la política paraguaya: "En vez de cuarenta gobernantes por año o por mes, el Paraguay conoció tres antes de su redención por los aliados. El Dr. Francia, D. Carlos Antonio López y Francisco Solano López. Hubo interinidades y puentes, pero todo en forma pacífica... "
El doctor Francia gobernó desde los primeros días de la independencia hasta su muerte en 1840. Lo sucede Carlos Antonio López que fue designado previamente "primer cónsul" en 1841 y luego, en 1842, cuando se creó la institución presidencial, asume ésta, de hecho vitalicia, continuando en el mandato hasta su muerte en 1862.
Lo sucede el segundo López, hijo del anterior, Francisco Solano López, que desempeñó funciones presidenciales hereditarias hasta marzo de 1870 cuando muere lanceado en Cerro Corá por los soldados del imperio luso brasilero.
Bajo estas tres largas administraciones, el Paraguay se había librado de los interminables conflictos internos sufridos por todos los pueblos de América del Sur y fundamentalmente había logrado implementar políticas de Estado a largo plazo.
El guaraní y la nación paraguaya
El Paraguay como Nación tenía una especial particularidad que es preciso señalar: contenía un pueblo con identidad nacional propia. Era una Nación con un consistente y definido ser político y social. En el Paraguay se produjo un fenómeno sociológico único en la historia americana: los conquistadores adoptaron la lengua de los conquistados.
El porfiado triunfo del idioma guaraní se alzó en torno del pueblo paraguayo como una alta barrera que le aisló todo contacto con las culturas occidentales. La lengua guaraní se convirtió en un fuerte rasgo de diferenciación con respecto a las demás colectividades americanas, en un cohesivo aglutinante espiritual y en un fuerte lazo que apretó a los paraguayos ante el peligro de lo exterior.
Un pueblo con identidad nacional y una clase dirigente con conciencia geopolítica eran dos características que no podían mostrar otros pueblos hispanoamericanos en la segunda mitad del siglo XIX.
Las dos pistolas de Gaspar Francia
Ya en el comienzo de la emancipación americana, cuando en 1810 la Junta de Buenos Aires conminaba al gobernador paraguayo a que fuese reconocida como heredera del Virrey y a enviar diputados para el congreso de provincias, el doctor José Gaspar de Francia consideró inadmisible la pretensión de Buenos Aires de asumir por sí sola el mando superior del Virreinato.
Pero, tampoco abogó a favor de continuar dependiendo del caduco poder español. Tuvo una meridiana claridad cuando proclamó sus "argumentos": "Mis argumentos en favor de mis ideas son éstas -dijo depositando dos pistolas sobre la mesa presidencial del Congreso-: una está destinada contra Fernando VII y la otra contra Buenos Aires." (1)
El "dictador perpetuo"
Se llamaba Gaspar Rodríguez de Francia. Sin eufemismo se hizo nombrar "Dictador Perpetuo". Obtuvo el grado de maestro de Filosofía y Doctor en Sagrada Teología, además de un doctorado en Derecho en la Universidad de Córdoba. Era un gran lector, admirador de Franklin y Voltaire, humanista, indagador de ciencias varias a quién Mitre lapidó con el sambenito de "tirano más cruel y sangriento que los de la antigüedad".
Este doctor Francia, "Padre de la Patria paraguaya", austero gobernante, solitario y hasta misterioso para la mirada de los porteños, hizo todo lo necesario para acrecentar extraordinariamente la economía nacional a través del desarrollo del sector agrícola.
Política proteccionista
Ante el bloqueo comercial de los porteños, las conspiraciones armadas desde el puerto y la malograda expedición de Belgrano Francia reacciona cerrando, política y económicamente, al Paraguay.
Lo replegó sobre sí mismo, construyendo así, un país autosuficiente. La base social de ésta política la conformaron los pequeños y medianos campesinos y los artesanos, formaciones sociales no interesadas objetivamente en el librecambio, en la apertura del país y en el comercio con Europa y los EE.UU.
Las condiciones objetivas del Paraguay permitieron al Dictador realizar su política. La burguesía local era muy débil y escasa el país no producía materias primas ni los alimentos demandados por las grandes potencias mundiales.
Otra característica sui generis, que contribuyó a la conformación particular de la patria guaraní, fue la presencia de los jesuitas durante un prolongado lapso de la historia nacional. La misma dificultó la formación de una poderosa clase terrateniente.
Reforma agraria
El Estado, por medio de la confiscación, comenzó a adquirir gran parte de las tierras en manos de los particulares y también se apropió las propiedades de la Iglesia. En adelante esas tierras estatales serán arrendadas a los campesinos a muy bajo precio. A los campesinos arrendatarios el Estado les provee ganado y útiles de labranza.
Se creó una singularísima institución denominada "Estancia de la Patria". Eran verdaderas unidades económicas de producción donde se integraban actividades agrícolas, ganaderas y artesanales. Proveían alimentos al ejército y abastecían al mercado local de yerba mate y tabaco.
Sin vagos y mal entretenidos
La expansión y el desarrollo del mercado interno, y la consecuente ocupación de la mano de obra local, generó otro fenómeno singular: la ausencia absoluta de desocupados. No había "vagos y mal entretenidos".
Se formó así una comunidad original donde reinaba la paz social, casi una anomalía en el mundo de ése entonces. Y así se dio el fenómeno de una economía que, aunque técnicamente atrasada, permitía la integración del pueblo a la misma.
Carlos Antonio López profundiza el modelo
A la muerte de don Gaspar Francia en 1840, (había gobernado casi tres décadas) le sucede Carlos Antonio López. Su sucesor reforzará el sector estatal de la economía, habrá más "estancias de la patria".
Son nacionalizados los arbustos de yerba mate y con ellos los bosques que producen madera para la construcción. Se sanciona una ley que prohíbe a los extranjeros la adquisición de tierras y se dispuso construir la primera fundición para el carbón de madera y tratamiento del mineral de hierro.
Las tierras comunales de la población aborigen fueron pasadas al Estado que las administraba y se disolvieron las antiguas comunidades indígenas guaraníes. La población indígena, en vez de ser exterminada como fue en el resto de Latinoamérica, fue afianzada a la tierra e integrada a la Nación.
Era el Estado el que dirigía la economía y determinaba las políticas de desarrollo. El país crecía a pesar de la inexistencia de una burguesía urbana. Lentamente se desarrolla lo que se podría llamar una burguesía rural, que será la base social del régimen.
La política internacional y la militarización
En lo que respecta a la política internacional, el Paraguay de Carlos Antonio López se comienza a abrir al mundo. Brasil, solo en función de sus propios intereses, le reconoce su independencia en 1844, acto por el cual protesta el embajador de Don Juan Manuel de Rosas en Rio de Janeiro. Para el Restaurador, en su visión americanista que aspiraba a la unidad del viejo Virreinato del Rio de la Plata le resultaba inadmisible la independencia de una de sus provincias.
El Paraguay que no tenía pactos colectivos con las otras provincias argentinas, los iba sellando aisladamente y con quién le conviniera para oponerse al gobierno argentino que le negaba la independencia. Era aliado de Corrientes, mantenía relaciones de interés mutuo con Brasil y simpatizaba con las potencias europeas bloqueadoras. Luego de Caseros, pasa el Paraguay a disfrutar su plena soberanía, es reconocida su independencia por la Confederación y le es permitida la libre navegación de los ríos (2).
Pero sin dudas, el punto esencial de la política de Carlos Antonio López fue la militarización del país. Durante su gobierno, su hijo Francisco Solano, sirvió en el ministerio de guerra y trabajó sin descanso en esta área contratando, durante su larga estadía europea, técnicos, especialistas en fabricación de armas, constructores de buques, artilleros etc. Todos ellos empleados y controlados por el Estado. Es importante marcar que el desarrollo militar del Paraguay, a pesar de sus avances, no podía, ni podrá hacer nada contra las armas y los recursos del Brasil y la Argentina, financiados y dirigidos por el imperio Británico.
Solano López, el sucesor
Era Francisco Solano López el sucesor indicado del "Supremo", un verdadero delfín que profundizó el proyecto de sus antecesores. La notable continuidad de la política económica de los gobiernos paraguayos se prolonga y ahonda con el hijo de Carlos Antonio que lo sucede a la muerte de éste en 1862.
El historiador Carlos Pereyra hace un análisis de la concepción geopolítica que Francisco Solano López poseía de la región y el mundo que es importante transcribir para comprender luego la naturaleza de la guerra, y el rol que Argentina jugó en ella: "El general Francisco Solano López consideraba como misión capital del gobernante paraguayo contrariar los avances del Brasil y formar un pacto de unión con Bolivia, la República Argentina y el Uruguay. El sentimiento unificador de López tenía que ser muy mal recibido..."
Modernización y desarrollo del Paraguay
León Pomer, en su libro "La Guerra del Paraguay" relata, en forma breve pero clara, el proceso de desarrollo económico y la gestación del modelo autónomo guaraní. Menciona que en este período comienza la construcción de vías férreas, telégrafos, fábricas de pólvora y de papel. Son contratados más técnicos extranjeros y puestos al servicio de la política del Estado.
El Estado toma un papel central en la economía, pero no para enajenar las riquezas del suelo o desarrollar aquellos sectores de la economía nacional que interesan a los países centrales sino para determinar políticas soberanas de desarrollo. Este estatismo es un ejemplo insólito en la América del Siglo XIX.
Contra los intereses del imperio
El Paraguay de la preguerra no era un paraíso como algunos autores afirman, no fue ni siquiera un país moderno y desarrollado. Pero, la dirección que iba tomando, el crecimiento y la voluntad que lo guiaba comenzaron a resultar intolerables para la política del imperio británico.
El Cónsul Henderson de S. M. Británica le escribió a la Foering Office: "La mayor parte de la propiedad rural es propiedad del Estado. Las mejores casas de la ciudad pertenecen al gobierno y éste posee valiosas granjas de cría y agrícolas en todo el país". Era un desmesurado estatismo... no dejaba espacio alguno a los ingleses para hacer sus negocios.
La Guerra: sus actores y causas
Las razones de la conflagración
Cada uno de los países aliados tuvo en su momento una necesidad interna para entrar en guerra con el Paraguay. Pero, más allá de las razones particulares de los Estados beligerantes, no es difícil, en este caso, encontrar las causas originales del conflicto en los intereses económicos del imperialismo británico en la región del Río de la Plata.
Adhiero en este trabajo a las conclusiones que la mayoría de los estudios revisionistas han arribado luego de investigar la Guerra del Paraguay y sus causas. En síntesis, la mayor parte de esta tendencia historiográfica expresa que, dentro de la estrategia en el Río de la Plata del imperialismo británico, elaborada en Londres con fría deliberación, no podía escapar la necesidad de suprimir el foco de autonomismo y soberanía emplazado entre Argentina y Brasil que incitaba permanentemente a la rebeldía de los caudillos contra los poderes centrales establecidos.
La guerra del la Triple Alianza fue una de las primeras manifestaciones mundiales de la política belicosa del imperialismo capitalista. En este caso, puso a prueba el sometimiento de tres gobiernos políticamente dependientes al obligarlos a aniquilar a un cuarto rebelde. La "Pérfida Albión" (3), abatió la Patria guaraní por manos ajenas.
Por las libras esterlinas
La tesis de la participación decisiva del imperio Británico se puede demostrar leyendo la documentación del Foering Office que muestra las diferentes operaciones políticas y diplomáticas que van acorralando al Paraguay.
Los diarios de la época también son una valiosa fuente que nos deja entrever a Inglaterra detrás de las decisiones de los gobiernos. Pero entiendo que la más clara y patente demostración de la participación de Gran Bretaña en el conflicto la dan los números de las finanzas que fueron utilizadas en la guerra.
Los ingleses: Los hermanos Baring y Rothschild
Siguiendo y profundizando un análisis de León Pomer, llego a la conclusión de que en la Argentina, los gobiernos de Mitre y de Sarmiento obtuvieron fondos de las siguientes fuentes financieras:
1) Entre los particulares, Mr. Tomás Armstrong por ese tiempo director residente del Ferrocarril Central Argentino, ex Presidente de la Bolsa de Comercio y vocal del Banco de Buenos Aires, comprometió un préstamo de 50.000 pesos anuales por cada año que durara la contienda. Varios comerciantes procedieron de la misma manera. Hay una larga lista de residentes británicos en Buenos Aires que contribuyeron con préstamos al Estado para solventar los gastos de guerra.
2) El Banco de la Provincia de Buenos Aires, que prácticamente estaba administrado por ingleses, proveyó de fondos durante toda la guerra con garantía de los ingresos de la Aduana.
3) El Banco de Londres, filial Buenos Aires, fundado tres años antes del estallido bélico, adelantó fondos más tarde rembolsados con el producido por un empréstito conseguido en una banca londinense.
4) Empréstitos brasileros por dos millones de pesos fuertes que en realidad habían sido proporcionados al Brasil por la banca Rothschild, obviamente británica.
5) Por último los "señores de la guerra" hicieron un gran negocio: Londres entregó un empréstito al Estado Argentino por un monto de 1.800.000 libras esterlinas lo que produjo un endeudamiento a las arcas nacionales de 2.500.0000 libras, cifra a la que se le suman los intereses usurarios al capital original otorgado. Este empréstito fue otorgado por la Baring Brothers. La negociación del empréstito, hecha por Norberto de la Riestra, fue otro capítulo bochornoso de la historia de la deuda externa argentina.
El Brasil, obtuvo prestaciones por un total de 6 millones de libras esterlinas desde 1865, prácticamente desde el comienzo mismo de la guerra otorgados por la banca Rothschild que sobre el final de la contienda le entregó 3 millones más.
La participación uruguaya fue financiada en lo fundamental por el Brasil, a través de la intermediación del Barón de Maua, aquel personaje de fundamental transcendencia en la preparación de Caseros y la caída de Rosas, quien era también un testaferro de la banca Rothschild en la región. Al finalizar la guerra el gobierno uruguayo logró, aprovechando la ocasión, un préstamo por tres y medio de millones de libras.
Para entender quien era el titiritero de esta guerra fraticida solo tenemos que mirar las cuentas "del debe y el haber" de las finanzas paraguayas de la pos guerra. El Paraguay de Solano López era la única nación de la Latinoamérica que no tenía deuda externa. Después de la guerra, Paraguay fue condenado a pagar los gastos militares de los aliados. Para ello "contrae" un empréstito con la Baring Brothers por un millón de libras. Se le descuentan 200.000 libras por gastos, amortizaciones e intereses, pero los bonos del crédito se deprecian y Asunción no recibe casi ni una sola moneda. Entonces debe contratar otro empréstito, ahora por dos millones de libras esterlinas, en esta ocasión garantizado por la tierra paraguaya. Con el tiempo su endeudamiento se incrementa aun más. Rodolfo Ortega Peña y Eduardo Luis Duhalde con ironía escribieron "El Paraguay ya está "civilizado": debe 7.500.000 libras.
Resumiendo: fue el capital inglés el principal financista de la guerra. Esos beneficios y el capital recuperado sirvieron para que una nueva casta de porteños advenedizos en finanzas internacionales se iniciara desenfrenadamente a la especulación y la usura, pero esa es harina de otro costal...
Objetivos geopolíticos de Inglaterra
Reparamos entonces que Inglaterra tenía un objetivo geopolítico: neutralizar el Estado paraguayo que afloraba como un ejemplo de política proteccionista enemiga del libre cambio en la región. Luego señalamos que la banca británica, sin duda alguna, financió la guerra. Por último y en función de completar la participación que tuvo Inglaterra en el conflicto se debe sumar un detonante puntual. El imperialismo siempre actúa bajo disparadores concretos y urgentes, en el caso de la guerra contra el Paraguay fue concretamente "un problema de mercado", me refiero a la crisis de la producción algodonera.
Hacia 1862 graves perturbaciones estallan en Europa: hay miseria en los centros textiles europeos y las pérdidas en la bolsa resultan catastróficas. Esta crisis en la industria textil obedecía a la falta de algodón para abastecer las industrias debido a que el triunfo norteño y antiesclavista en la guerra de la secesión norteamericana había producido una pronunciadísima baja en la producción de esa materia prima entonces insustituible.
En busca del algodón
A Gran Bretaña sólo llegan 300.000 fardos de algodón, cuando Lancaster solamente necesitaba 2 millones y medio y Francia otro millón. Entonces, Gran Bretaña entró a buscar mercados productores de algodón en cualquier parte del mundo. Desde luego, también en América del Sur.
En 1863, los ojos de Inglaterra miraron al Paraguay gran productor de algodón y potencialmente ilimitado en recursos naturales. Claro que había una valla: el país hermano y vecino, gobernado a la sazón por el mariscal Francisco Solano López, no había abierto aún las puertas al liberalismo económico.
Motivos aliados
Más allá de los motivos británicos para la guerra, cada país aliado tenía los propios: El Imperio del Brasil obedecía a una necesidad de expansión territorial. Pero también es importante destacar que los gobiernos brasileros actuaban desde hacía mucho tiempo como peones de la política exterior inglesa.
La política mitrista tenía otras razones como ensanchar los mercados, pero son los compromisos con el Brasil y su rol con relación al imperio esclavista los determinantes en la decisión de ingresar al conflicto. Después de Caseros el balance político de la región se volcó definitivamente hacia el Brasil. Era de esta manera que Pedro II era la mano de obra de Inglaterra en la región, así como Mitre era un auxiliar de la política brasilera.
Pero además de esa relación de dependencia funcional con el Brasil, "Mitre participa en la guerra, atraído por la necesidad de una alianza política con el Brasil, que debe consolidar su poder político interno. Con la alianza, por otra parte, se aseguraba la inmovilidad financiada de Urquiza. Y con ella, la tranquilidad represiva del interior provinciano… La clase ganadera exportadora, urgía a Mitre… soñaba con la apropiación del tabaco y yerba mate paraguayos" (Ortega Peña y Duhalde, "Baring Brothers y la Historia Política Argentina"). Es así que Mitre también buscó, a través de la guerra y los acuerdos en torno a la misma, soluciones para los problemas internos que tenía.
El Uruguay tuvo un protagonismo menor y funcionó como excusa y disparador de la contienda. Actuó como "estado tapón", pero esta vez aliado a las dos poderosas naciones del Plata.
Otro round de "Civilización vs. Barbarie"
La guerra tuvo asimismo su componente ideológico, nada nuevo en realidad, sino la eterna "cantinela" de "civilización o barbarie". En este caso la "civilización", el "progreso" y la "libertad" están extrañamente representados por el imperio del Brasil, la fraudulenta democracia de la República de Mitre y el gobierno golpista y usurpador del criminal ex coronel mitrista, Venancio Flores. Del otro lado, "el atraso", encarnado en el Paraguay de Solano López.
Otro ejemplo claro de estafa y mentira historiográfica ejemplar se encuentra en el retrato que la oligarquía porteña hizo del Mariscal Solano López al cual le endilgan atrocidades. Se levantó una leyenda negra similar a la elaborada por los unitarios en su momento contra Juan Manuel de Rosas.
Una guerra inédita en Latinoamérica
Fue una guerra larga, aterradora, sangrienta, con grandes desplazamientos de tropas y armamentos, con acciones heroicas y batallas feroces.
Muchos historiadores, al tratar la Guerra del Paraguay, profundizan la narración de este acontecimiento en el desarrollo de la contienda bélica, de este modo la historia de la Guerra del Paraguay termina siendo para el lector un manual de historia militar. No es ése mi objetivo, solo mencionaré los más importantes hechos bélicos, los decisivos, optando por resaltar preferentemente la historia política de la guerra.
Uruguay, la primera batalla
El ataque contra el Paraguay comenzó en realidad con el ataque contra el único y último aliado que le quedaba en el Río de la Plata. Se trataba del gobierno uruguayo que por aquel entonces estaba en manos del partido Blanco, la versión uruguaya del partido federal argentino. El Presidente uruguayo, Bernardo Berro, y su Canciller, Juan José de Herrera, llevaban adelante una política de equilibro en el Plata, que con perspectiva continental integraba al Paraguay para enfrentar la prepotencia del Brasil.
El primer paso en conjunto que darán el imperio brasileño y la oligarquía porteña será aplastar a este gobierno. Se procedió de la siguiente manera: Brasil, invadiendo por mar y tierra al Uruguay y Mitre promocionando y armando una revolución encabezada por Venancio Flores, un viejo conocido de él, que tan eficazmente había actuado en la represión contra las montoneras federales del interior argentino. Flores pertenecía políticamente a la vieja cuña del partido colorado-riverista, que era por decirlo de alguna manera, la versión unitaria en la política uruguaya. Todas estas maniobras fueron precedidas de una deliberada planificación que, para desgracia de la memoria de los actores, se encuentra documentada en tratados, acuerdos y misiones secretas entre Mitre, la corte de Río de Janeiro y Venancio Flores.
La masacre de Paysandú
En octubre de 1864, el ejército del Brasil con la excusa de proteger la tranquilidad de los estancieros riograndeses ingresa al territorio oriental y ocupa la Villa de Melo. Venancio Flores cruza el río Uruguay.
El Partido Blanco oriental resiste la invasión y se concentra en Paysandú, villa defendida por el Coronel Gómez y cientos de argentinos que se habían sumado a la causa de los federales orientales. La escuadra brasileña al mando del Almirante Tamandaré ingresa en aguas argentinas sin problema alguno y asedia y bombardea Paysandú durante días desde el río.
El bastión termina siendo rodeada por agua, mientras que desde tierra lo acosan 10.000 brasileros. La resistencia es heroica, y cuando ya sin fuerzas los orientales entregan el fuerte y se rinden, Leandro Gómez, el jefe de la resistencia es ejecutado sin trámite alguno.
Fue un ensayo de lo que sería la invasión al Paraguay, tuvo un despliegue de armas desproporcionado, fue la primera vez en la historia de Latinoamérica que se bombardeaba una ciudad indefensa. El pueblo argentino, en especial los entrerrianos al otro lado del Río Uruguay, contemplaban con horror y asombro los episodios.
El mensaje quedaba claro, después de este "infame espectáculo" como lo llamará Guido Spano, venía el turno del Paraguay. Luego de la caída de Paysandú asume la presidencia del Uruguay Venancio Flores dispuesto a cumplir sus compromisos secretos con el Brasil en cuanto a continuar la guerra contra el pueblo guaraní.
¿Y Urquiza?
Cuando comienza el bombardeo y el asedio de Paysandú, Solano López ruega al viejo Urquiza su intervención: "Estoy llorando, señor general, de rabia y desesperación a presencia de los crímenes tan atroces que perpetúan bajo la capa de la libertad y la civilización" (Carta de Solano López a Urquiza, 11 de noviembre de 1864). En esos días, en Entre Ríos se desata una furia social contra Mitre. Era conocida la amistad del entrerriano con el paraguayo, se sabía que el primero le había prometido su apoyo. Se espera con ansias extremas la voz de Urquiza, un "pronunciamiento" contra Mitre y Flores.
Pero todo es en vano. Los Aliados conocen bien a Urquiza. El Brasil, haciendo uso de la diplomacia del patacón "A fin de año le manda un emisario para comprarle 30.000 caballos a 12 patacones cada uno 360.000 patacones, ¡un negoción! Le ha tocado el lado flaco. Urquiza vende y deja de a pie a su famosa caballería. No habrá pronunciamiento y Paisandú sucumbe" (Vivian Trias, "El Paraguay: de Francia el Supremo a la Guerra de la Triple Alianza).
Por su parte, la oligarquía porteña y los bancos de Buenos Aires hicieron su aporte. Después de una satisfactoria operación financiera con el Banco de Londres y "mientras los bancos de Buenos Aires tuvieran reservas, Urquiza no fue un peligro real para el gobierno de Mitre" (Ortega Peña y Duhalde).
La eficacia del imperio parece incuestionable: Urquiza jamás hizo su pronunciamiento a favor de los blancos uruguayos ni por Solano López y el Paraguay, sino por el contrario, se puso a reclutar tropas para la Guerra del Paraguay. Consumó su última gran decisión política, que fue reprobada masivamente, y en especial por Ricardo López Jordán.
Reacción paraguaya y el paso por Argentina
El golpe brasileño contra Uruguay era, a la vez de la primera fase de la acción contra el Paraguay, una directa provocación contra el gobierno guaraní. Paraguay salió a defender al gobierno legal del Uruguay declarando la guerra al Imperio manifestando que consideraba "atentatorio contra el equilibrio en el Plata cualquier ocupación del territorio oriental por fuerzas extrañas".
El Paraguay requiere pasar su ejército por territorio argentino. Mitre se lo niega. Urquiza, como ya se vio, no mueve un dedo a favor de los paraguayos. En Buenos Aires se desató una campaña de injurias periodísticas contra la persona del Mariscal López. "La Nación Argentina", diario del presidente Mitre, convocó a una "cruzada para redimir al Paraguay" y conceptuaba a Solano López como "boa en medio del fango sangriento de sus crímenes" y en un artículo que denominó "El Atila americano" declaraba la guerra de "la civilización contra la barbarie", "la "guerra a muerte". (Citado por José María Rosa. "Historia Argentina" Tomo 7. Pág. 126.).
El ardid propagandístico de Mitre
El presidente Mitre necesitaba preparar a la opinión pública contra la guerra ya que la mayor parte de ella, no solo en el interior, sino en Buenos Aires inclusive, se pronunciaba agresivamente contra Brasil. Los federales manifestaban su adhesión a la causa paraguaya. Incluso algunos liberales porteños, en desacuerdo con la "tiranía" de López pero comprendiendo el papel de títere del Brasil que desempeñaba la Argentina se oponían a la guerra.
Nuevamente el gobierno paraguayo pide permiso para atravesar con sus ejércitos la provincia de Corrientes en dirección al Uruguay. Mitre, mientras asiste militarmente a Venancio Flores, invoca la neutralidad del país y le niega el permiso. Paraguay como respuesta le declara formalmente la guerra al gobierno de Mitre en marzo de 1865, apresa dos pequeños buques argentinos en el puerto de Corrientes e ingresa a la provincia. Cuando el ejército del Paraguay ingresa a la ciudad de Corrientes no encuentra resistencia militar alguna.
Mitre oculta a la ciudadanía la declaración de guerra paraguaya durante un mes. La declaración de guerra se conoció después del primer acto de hostilidad paraguayo ocurrido un mes después. Por medio de este ardid el gobierno argentino trata de lograr popularidad para la guerra convirtiendo ahora las causas de la misma en una "agresión paraguaya gratuita". Aparece de esta manera Paraguay como país agresor que invade un país neutral sin declarar previamente la guerra según correspondería a los usos del Derecho Internacional Público de ese tiempo.
"Tratado de la Triple Alianza"
A mediados de 1865, Argentina, Brasil y Uruguay (este último ya en poder del partido colorado) unen sus fuerzas contra el Paraguay firmando el "Tratado de la Triple Alianza".
El Brasil aportaría su escuadra y el General Mitre sería designado comandante en Jefe de los Ejércitos coligados. La guerra, "expresa" el convenio, era contra el Tirano López, no contra el pueblo paraguayo y contenía todas las expectativas territoriales de los Estados en caso de ganar la guerra y otras disposiciones que aclaran per se el fin de la guerra (4).
Las primeras batallas
Las primeras operaciones de importancia favorecieron a los aliados: derrotaron al general paraguayo Estigarribia en "Uruguayana" y obtuvieron el triunfo de "Yatay". Las fuerzas guaraníes se replegaron.
A partir de la caída de "Paso de la Patria" en 1866 las acciones comienzan a desarrollarse exclusivamente en territorio paraguayo. En "Estero Bellaco" y en "Tuyutí" se libran dos batallas con fuertes bajas para ambos bandos.
En el mes de junio vuelven a chocar en "Yatayty Corá" y en el "Boquerón". El avance aliado continúa en forma lenta y se afirma con la caída de la fortaleza de "Curuzú".
Mitre y la estrategia militar
Se requería una victoria para consolidar "Curuzú" y poner a las tropas aliadas frente a la Fortaleza de "Humaitá". Llega así el turno de "Curupaitý", una pequeña fortificación defendida por 40 cañoncitos móviles, siete regimientos de infantería y cuatro escuadrones de caballería. Un débil parapeto de palos hacía las veces de trinchera. Contra éste fuerte piensa Mitre desatar toda la fuerza de la totalidad del ejército aliado compuesto por 17.000 hombres entre argentinos y brasileños.
Mitre, había "estudiado" el problema en algún manual de estrategia militar europeo. Ordena el ataque, pero su plan falla debido a las lluvias tropicales y gruesos errores de evaluación del terreno. Quedan tendidos en los campos fangosos de "Curupaitý" más de diez mil cadáveres del ejército aliado. Los paraguayos acusan solamente 92 bajas.
Esta derrota atrasaría la guerra notablemente y provocaría un resquebrajamiento en el frente interno de los aliados. Hay una renovación de mandos en los ejércitos y Mitre tiene que dejar la comandancia. Pedro II, emperador del Brasil, insinúa a Mitre que vuelva a su tierra a enfrentar las montoneras que empiezan a sublevarse contra la guerra.
El Marqués de Caxias, el mejor hombre de armas del Imperio, se hace cargo de la comandancia militar de las fuerzas. Estamos en febrero de 1867, Mitre oculta la derrota y se marcha a Buenos Aires, faltan todavía tres años más de contienda.
Después de Humaitá
A esta altura de los hechos, el Mariscal López no estaba vencido, por el contrario contaba con una fuerza militar que le permitirá aun resistir con éxito la embestida de los aliados.
Con grandes dificultades, la guerra continúa hasta la caída de la fortaleza de "Humaitá", en agosto de 1868, en manos del Marqués de Caxias. El camino hacia Asunción se allana y la ciudad capital cae en manos de los aliados en enero de 1869 después de la derrota paraguaya en la batalla de "Itá Ibaté".
Solano López y la resistencia final
La guerra ya está decidida a favor de la Triple Alianza pero López continúa la resistencia. En un último y desesperado esfuerzo reúne los restos de las tropas supervivientes en "Caacupé" donde es nuevamente derrotado. Huye hacia el nordeste acompañado por los pocos oficiales leales que le quedan, casi sin soldados, lo siguen niños y mujeres ("las residentas").
Mujeres y niños disfrazados de hombres pelean contra el invasor en la selva paraguaya. La resistencia es inútil y la tragedia final ya está cerca. Los brasileros le darán alcance a estos fantasmas agotados por el hambre y el cansancio.
El heroico final del Mariscal en Cerro Corá
Solano López y el pueblo paraguayo ya tenían claro que solo pelaban para morir dignamente, como hombres libres. Con su mujer, Elisa Lynch, su hijo Panchito, (apenas un adolescente que hacía las veces de un improvisado Jefe de Estado Mayor), sus otros hijos y cerca de 400 paraguayos, en su mayoría niños y mujeres, llega el 14 de febrero de 1870 a Cerro Corá. Dos semanas esperarán allí el desenlace final.
El 1 de marzo de 1870 las tropas imperiales rodean a los últimos paraguayos que resistían y comienzan el asedio. Eran veinte veces más que ellos, tenían armas de precisión y la mejor caballería pero igual dudan y sienten temor de enfrentar al Mariscal guaraní. Para palear el miedo, el Brasil pone una recompensa por la cabeza de Solano López: 100.000 libras esterlinas por el Mariscal pagaban los "civilizadores". El general Cámara y su tropa van tras ese premio.
Después de algunas maniobras de posicionamiento, los hombres de Caxias consiguen dar, en las orillas del Arroyo Aquidaban-niguí, con la última unidad del ejército Paraguayo y se aprestan a avanzar sobre ellos. José María Rosa, en "La Guerra del Paraguay y las Montoneras Argentinas" relata los episodios del 1 de Marzo de 1870 en Cerro Corá y el desenlace de la guerra: "…Llegan los brasileños: un soldado persigue al cirujano Estigarribia por el arroyo, y lo atraviesa de un lanzazo. López trata de enderezarse, pero se desploma cayendo al agua consigue sentarse y saca su espadín de oro con la mano derecha tomando la punta con la izquierda. Cámara se le acerca y le formula la propuesta de rigor: "Ríndase Mariscal, le garantizo la vida", López lo mira con los ojos serenos y responde con una frase que entra en la historia: "¡Muero con mi Patria!" al tiempo de amagarle con el espadín. "Desarmen a ese hombre", ordena Cámara desde respetable distancia. Ocurre una escena tremenda: un trompudo servidor de la libertad se arroja sobre el moribundo eludiendo las estocadas del espadín para soltarle la mano de la empuñadura el mariscal, anegada en sangre el agua que lo circunda, medio ahogado, entre los estertores de la muerte, ofrece resistencia el cambá (el brasilero) lo ase del pelo y lo saca del agua. Ante esa resistencia, Cámara cambia la orden: "¡Maten a ese hombre!". Un tiro de Manlicher atraviesa el corazón del mariscal que queda muerto de espaldas, con los ojos abiertos y la mano crispada en la empuñadura del espadín. "¡Oh! ¡diavo do López!" ("¡oh! ¡Diablo de López!"), comenta el soldado dando con el pie en el cadáver.
"El exterminio de los últimos paraguayos es atroz. El general Roa, sorprendido en el arroyo Tacuaras, había sido intimado. "¡Rendite paraguayo danado!" ("¡Rendite paraguayo condenado!") "¡Jamás!"… y se deja degollar. El vicepresidente Sánchez, moribundo en su coche, es amenazado. "¡Rindase fío da put…!"… ("¡Rindase hijo de put…!") el viejo octogenario abre los ojos asombrado: "¿Rendirme yo?" y descarga su débil bastón sobre el insolente: un tiro de pistola lo deja muerto. Panchito acompaña a su madre y a sus hermanos pequeños que han conseguido refugiarse en su coche hace la guardia junto a la puerta. Llegan los brasileños y preguntan si esa mujer es "la querida" de López, y esos niños, "sus bastardos" Panchito arremete contra los canallas, que sujetan al niño: "¡Rindete!" "¡Un coronel paraguayo no se rinde!". Lo matan.
Elisa Lynch cubre el cuerpo de su hijo. Algún desmandado quiere propasarse y la mujer le impone: "¡Cuidado, soy inglesa!". ¡Ah, tiene temores ese mayor Floriano Peixoto de otra cuestión Christie con Inglaterra! La deja en libertad. Elisa buscará esa noche el cuerpo de Francisco Solano para enterrarlo junto al de Panchito en una tumba cavada por sus propias manos. El cadáver del mariscal está desnudo, porque la soldadesca lo ha despojado (el reloj de oro que llevaba esa tarde fue mandado como trofeo a la argentina). Elisa encuentra una sabana de algodón y amortaja los cuerpos queridos.
Entre el estrépito de triunfo de los vencedores que festejaban su definitiva victoria. Elisa reza su sencilla oración despidiendo a su compañero y a su hijo. La noche se ha puesto sobre las tremendas escenas de la tarde, y un farol mortecino, llevado por un niño de nueve anos, es la única luz que alumbra el sepelio del gran Mariscal.
La guerra del Paraguay ha terminado
Una nación exterminada y saqueada
Luego de cinco años en que tropas de Argentina, Brasil y Uruguay lucharon contra el pueblo paraguayo, éste fue vencido y literalmente aniquilado.
Entre las ruinas aún humeantes de Asunción, en medio de la peste provocada por los cadáveres sin sepultura, los aliados imponen un gobierno títere. "Gobierno Provisorio del Paraguay" que declara libre la comercialización de la yerba mate, el algodón y el corte de madera en los montes fiscales. Se enajena el ramal de ferrocarril Asunción-Villarrica y en menos de un año pasan a manos privadas 29 millones de hectáreas de tierra, simplemente hurtadas a los pocos campesinos que quedaban con vida.
También era el momento de aplicar, en lo referente a la cuestión de límites territoriales, el Tratado de la Triple Alianza. El Brasil, siempre mas "hábil" diplomáticamente, prefirió tratar directamente con el Paraguay vencido y obtuvo, no solamente el territorio que le correspondía por el Tratado, sino también una amplia región comprendida entre los ríos Banco y Apa. El gobierno argentino protestó. Brasil le ofreció en compensación el chaco paraguayo pero Argentina no aceptó y mantuvo en litigio ésta cuestión durante varios años.
El genocidio del Pueblo paraguayo
Las cifras del horror
El epígrafe de este breve ensayo, una cita del historiador paraguayo Efraín Cardozo, contiene una cifra escalofriante, los números desnudos de esta guerra: "De 1.300.000 habitantes sobrevivieron 300.000, la mayoría mujeres y niños".
En estos números o en las proporciones coinciden la mayoría de los historiadores. George G. Petre, diplomático británico, escribió que la población del Paraguay fue "reducida de cerca de un millón de personas bajo el gobierno de Solano López a no más de trescientas mil, de las cuales más de tres cuartas partes eran mujeres". Enrique Cesar Rivera, en "José Hernández y la Guerra del Paraguay" escribe: "Al comenzar esta (la guerra) contaba el Paraguay con 1.500.000 habitantes cuando concluyó, quedaban 250.000 viejos, mujeres y niños de corta edad, y solo ruinas de una economía floreciente". Abelardo Ramos sostiene una idea similar: "Si al comenzar la guerra el Paraguay contaba con 1.500.000 habitantes, al concluir la farsa criminal vagaban entre las ruinas humeantes 250.000 niños, mujeres y ancianos sobrevivientes".
Para que el lector se dé una idea de la magnitud descomunal de la criminalidad de la guerra solo basta con cotejar estos números con el primer Censo Poblacional que se realizó en Argentina, contemporáneo a la guerra en 1869. Nuestro país tenía por entonces 1.877.490 habitantes. En mi provincia, Entre Ríos, vivían 134.271 habitantes. Si trazamos un paralelo con la actualidad, encontraríamos que cerca del 60% de la población argentina sería asesinada por la guerra. Estaríamos hablando de alrededor más de 25 millones de personas. La magnitud y la proporcionalidad de las muertes asustan con solo repasarlas en el papel.
Ni siquiera el gobierno provisional paraguayo títere, impuesto por Brasil después de la guerra, pudo esconder lo sucedido. En un censo parcial que se realizó en el Paraguay, después de la guerra, se concluyó que la población del Paraguay "pasó de unos 500.000 habitantes a 116.351, de los cuales solo el 10% eran hombres y el resto, viejos, mujeres y niños". Aunque pueden haber pretendido esconder la verdadera dimensión de la masacre no pudieron esconder la proporción ni las consecuencias. Aun así, los casi 400.000 paraguayos que los vencedores declaran muertos son más de tres veces la población entera de la provincia de Entre Ríos, que por aquellos días era la tercera más poblada del país.
Un genocidio
Tan cierta son las cifras indicadas que el Paraguay de la posguerra se reconstruyó con el trabajo de las mujeres y los niños, estableciendo un sistema social de matriarcado combinado con una funcional aceptación de la poligamia debido al exterminio de la población masculina.
Fue muerta el 75 % de la población. Ante tamaña cifra solo puedo asociar este hecho a un concepto: genocidio. Son pocos los historiadores que utilizan éste concepto para denominar lo ocurrido con el pueblo paraguayo. Se prefiere hablar de exterminio, eliminación, aniquilamiento, pero poco se menciona la noción de genocidio. Los autores que utilizan el concepto lo hacen como un recurso del lenguaje, como adjetivo superlativo de la masacre ocurrida, sin profundizar en el significado del término. Entiendo que éste no es un olvido intencional, ocurre que genocidio es un concepto relativamente "moderno" y con ciertos alcances polémicos.
El extermino del pueblo paraguayo ocurrido durante la guerra de la Triple Alianza puede ser considerado técnicamente un genocidio cometido por las fuerzas aliadas del Brasil, Argentina y Uruguay.
Esta es una hipótesis de trabajo que abordo a continuación: La palabra genocidio fue creada por Raphael Lemkin en 1944. Deviene del griego: genos-, genes, raíces, familia, tribu o raza y –cidio-, del latín-cidere, forma combinatoria de caedere, matar) Lemkin quería referirse con este término a las matanzas por motivos raciales, nacionales o religiosos. Este pensador judío polaco luchó para que las normas internacionales definiesen y prohibiesen el genocidio a partir de las masacres en masa ejecutadas en la segunda guerra mundial.
Desde el punto de vista legislativo, dentro del marco del Derecho Internacional Público, la Asamblea General de las Naciones Unidas confirmó los principios de Derecho Internacional reconocidos por las distintas instituciones que arbitran la justicia a nivel internacional y proclamó la resolución 96 sobre el Crimen de Genocidio, que lo define como "una negación del derecho de existencia a grupos humanos enteros", entre ellos los "raciales, religiosos o políticos", instando también a tomar las medidas necesarias para la prevención y sanción de este crimen.
Esta resolución se cristalizó en la Convención para la Prevención y Sanción del Delito de Genocidio, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su resolución 260 A del año 1948 que entró en vigor en 1951.
Se lo define de la siguiente manera: El genocidio o asesinato de masas es un delito internacional que consiste en la comisión, por funcionarios del estado o particulares, de la eliminación sistemática de un grupo social por motivos de nacionalidad, etnia, raza o religión. Estos actos comprenden la muerte y lesión a la integridad física o moral de los miembros del grupo, el exterminio y la adopción de medidas destinadas a impedir los nacimientos en el grupo.
Una matanza por motivos ideológicos está en debate en los foros internacionales, no está firmemente considerado como genocidio, aunque a veces se aplica el concepto por analogía. Esto es lo que pasó en la dictadura genocida de Videla, Massera y cía. que asaltó el poder en Argentina el 24 de Marzo de 1976.
Ocultado por la historia universal
La memoria colectiva de occidente, los manuales de historia universal y las enciclopedias registran con claridad algunos asesinatos de masas acaecidos a los cuales se los denomina genocidio. Entre los más conocidos están el genocidio Armenio, el sufrido por el pueblo judío durante la Alemania nazi, los progroms realizados en la Rusia zarista y luego por Stalin contra diferentes minorías étnicas y entre lo últimos, el cometido en Ruanda en la década del 90. Más acá en el tiempo, y con procesos judiciales aun en desarrollo, también podemos agregar los casos de la Ex Yugoeslavia y Camboya.
Pero, en ésta trágica lista no se menciona al genocidio del pueblo paraguayo, a pesar de que todos los citados, salvo el de Ruanda y los últimos, son anteriores a la creación del concepto y a la regulación legislativa del mismo.
Paralelo con el genocidio armenio
Consideremos el genocidio armenio como ejemplo comparativo con el caso paraguayo. Las atrocidades cometidas contra el pueblo Armenio por el Imperio Otomano y el Estado de Turquía desde fines del Siglo XIX, durante el transcurso de la Primera Guerra Mundial y hasta tiempo después de finalizada ésta, son llamadas en su conjunto el "Genocidio Armenio". La decisión de llevar adelante el genocidio en contra de la población Armenia fue tomada por el partido político que detentaba el poder en el Imperio Otomano, conocido popularmente como los "Jóvenes Turcos". Está estimado que un millón y medio de armenios fueron exterminados entre 1915 y 1923. La población armenia del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial era de aproximadamente dos millones y medio.
A pesar de que la Convención de las Naciones Unidas fue adoptada en 1948, 30 años después de perpetrarse el genocidio, los ciudadanos de origen armenio procuran lograr el reconocimiento oficial por parte de los gobiernos donde ellos se han afincado luego de esos atroces episodios. A pesar de que varios países han reconocido oficialmente el Genocidio Armenio, la República de Turquía como política de estado niega sistemáticamente el mismo. La lucha por el derecho, la verdad y la justicia que llevan adelante los descendientes armenios no ha terminado.
Ni los sobrevivientes del genocidio paraguayo ni sus descendientes han optado por esta vía legal. Tal vez hoy ya sea tarde, pero si es preciso al menos llamar a las cosas por su nombre, evitar los eufemismos confusos y, buscando la verdad y la justicia histórica, designar sin ambigüedades a las masacres de la guerra del Paraguay con su preciso nombre: Genocidio.
Contra la nacionalidad paraguaya
Distinguimos que la ejecución de un genocidio puede ser por motivos "de nacionalidad, etnia, raza o religión". En el caso puntual del genocidio paraguayo se consumó por motivos de nacionalidad. El objetivo era eliminar la nacionalidad paraguaya, esa peculiar cultura hispano guaranítica que impedía el libre comercio y era un mal ejemplo para los otros países americanos.
Paraguay era la única ex colonia española que había podido consolidar una verdadera nacionalidad, una identidad que ciertamente aparecía como peligrosa para el imperialismo británico: "Insignificante en sí mismo, el Paraguay podía impedir el desarrollo y progreso de todos sus vecinos. Su existencia (la del gobierno de Solano López) era nociva y su extinción como nacionalidad debía ser provechosa para el propio pueblo como también para todo el mundo". Este texto pertenece a Mr. Washburn, ministro de los EE.UU en Asunción y no expresa su propia opinión sino que se refiere a los conceptos vertidos por el cónsul inglés Edward Thornton en uno de sus informes al Foering Office.
Testimonio genocida de Sarmiento
El genocidio como delito internacional implica la existencia previa de un dolo, de una intención de exterminar, además de una decisión política acompañada de una planificación. En el caso del genocidio armenio la documental existente permite apreciar que hubo decisión política tomada por un Estado (Turquía) y una puntillosa planificación para realizar el exterminio.
Pero en el caso del genocidio paraguayo, tal vez hoy resulte imposible demostrar una planificación por parte de los aliados. Pero, aun así, si se pueden leer cartas como ésta, de Sarmiento, Presidente de la República Argentina durante los últimos dos años de la guerra: "Estamos por dudar que exista el Paraguay. Descendientes de razas guaraníes, indios salvajes y esclavos que obran por instinto o falta de razón. En ellos, se perpetúa la barbarie primitiva y colonial... Son unos perros ignorantes... Al frenético, idiota, bruto y feroz borracho Solano López lo acompañan miles de animales que obedecen y mueren de miedo. Es providencial que un tirano haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní. Era necesario purgar la tierra de toda esa excresencia humana, raza perdida de cuyo contagio hay que librarse".
Esta carta la remite Sarmiento a la pedagoga yanqui Mrs. Mann que desempeñaba un rol de "gurú" moral y educativo del Padre del Aula. Tiene fecha en el año 1877, es decir la escribió siete años después de terminada la guerra (5).
La primera afirmación del texto niega o pone en duda la existencia de la nacionalidad paraguaya: "estamos por dudar que exista el Paraguay". En los dos párrafos subsiguientes, los vergonzosos calificativos racistas que utiliza para referirse al pueblo paraguayo encuadran perfectamente en la tipificación actual del delito de genocidio en cuanto implica una "una negación del derecho de existencia a grupos humanos enteros". En este caso, el grupo humano paraguayo, al que Sarmiento no considera humano. El final de la carta es un reconocimiento de los ilícitos cometidos y una franca apología del delito.
La ejecución material
En lo que se refiere a la comisión material del delito, opino que éste se consuma en los tiempos finales de la conflagración. Concretamente el exterminio se produce entre la caída de Humaitá, a principios de 1868, hasta el último combate en Cerro Corá en 1870.
Son durante estos dos años en que las tropas aliadas combatiendo ya casi sin riesgo realizan una acción de persecución y masacre contra el pueblo famélico, apestado e indefenso. Es en éste periodo en que se vio a las "mujeres pelear con los hijos en brazos armadas de lanza y espada... Un suicidio como no se vio nunca". (O’Leary).
No creo que se haya tratado de un caso de suicidio colectivo sino de guerrear para sobrevivir, de pelear para no ser vejadas, se trataba de matar para no morir, de defenderse, esa es la razón por la cual luchaban las mujeres paraguayas.
La masacre de Acosta Ñú
Hay una batalla de la guerra que grafica como ninguna otra la crueldad genocida desatada. En ese curso de muerte, la última ofensiva de los aliados, se produce la masacre de niños en "Acosta Ñú", el 16 de agosto de 1869. En Acosta Ñu, en lo se pretendió mostrar como una batalla, alrededor de 3000 niños paraguayos enfrentaron a 20.000 hombres del ejército imperial.
El historiador brasileño, Juan José Chiavenatto, relata pasajes de la mascare: "Los niños de seis a ocho años, en el fragor de la batalla, despavoridos, se agarraban a las piernas de los soldados brasileros, llorando que no los matasen. Y eran degollados en el acto. Escondidas en la selva próxima, las madres observaban el desarrollo de la lucha. No pocas agarraron lanzas y llegaban a comandar un grupo de niños en la resistencia"……. "después de la insólita batalla de Acosta Nú, cuando estaba terminada, al caer la tarde, las madres de los niños paraguayos salían de la selva para rescatar los cadáveres de sus hijos y socorrer los pocos sobrevivientes, el Conde D´Eu mandó incendiar la maleza, matando quemados a los niños y sus madres".
El Paraguay, en la actualidad, festeja oficialmente el "Día del Niño" el 16 de agosto en memoria de la masacre de los niños paraguayos.
Responsable material
En cuanto a la responsabilidad material del genocidio juzgo que debe de serle atribuida al ejército brasilero, ya que no hubo soldados argentinos en el desenlace y aniquilamiento final.
La ausencia de soldados argentinos en el escenario de la matanza no libra de la responsabilidad política a Sarmiento, Mitre y a la cúpula dirigencial del liberalismo argentino. Para confirmar nuestra teoría, en mayo 1869 el maestro sanjuanino afirma, profundizando su vocación genocida: "La guerra del Paraguay concluye por la simple razón de que matamos a todos los paraguayos mayores de diez años".
Pero es un brasilero, el jefe de las fuerzas armadas del Imperio, el que escribe ya sin eufemismos ni rodeos, el que plantea el genocidio como objetivo militar: "Cuanto tiempo, cuantos hombres, cuántas vidas y cuantos elementos y recursos precisaremos para terminar la guerra. Para convertir en humo y polvo toda la población paraguaya, para matar hasta el feto en el vientre de la madre" (Caxias en informe a Pedro II).
"Hasta el feto en el vientre de la madre"... En esta criminal sentencia encontramos lo propio del genocidio, alcanzar al gen... matar hasta los orígenes mismos de la vida.
Epílogo en forma de homenaje al pueblo paraguayo.
Corre el mes de febrero de 1869, el Mariscal López se interna en la selva paraguaya a resistir con un grupo de leales. Lo siguen viejos, mujeres, niños y algunos soldados heridos sobrevivientes. La marcha es espectral. Es un ejército fantasma que acosado por el hambre, las pestes, y los "cambá" ha decidido dejar la vida en la selva antes que entregar la Patria al invasor brasilero.
Aquel éxodo de todo un pueblo al lado del ejército nacional y siguiendo a su líder es una de las páginas más sublimes de la historia universal. Constituye uno de los episodios más grandiosos y conmovedores que nuestra patria grande recuerde, un acto de entrega total, de patriotismo de un pueblo que siguió como a un Moisés a Solano López. Pero, en este caso, hasta la muerte (6).
A miles de kilómetros de distancia, en Southampton, Inglaterra, todavía vive un viejo adversario del Mariscal: el brigadier Juan Manuel de Rosas. Viejo y pobre, desde su destierro, sigue con emoción la gran epopeya paraguaya. Ya no es un adversario. Comprende que, por los avatares de la historia, Francisco Solano López se ha convertido en el defensor de la causa americana que alguna vez fuera también la suya.
Rosas se entera que López está internado en la selva y sigue ofreciendo pelea fiel a su consigna de "¡Vencer o Morir!". Esqueléticas figuras van dejando una a una sus vidas por esos senderos sin retorno. Los restos del otrora orgulloso pueblo paraguayo marchan inexorablemente hacia su propia tumba. "Mientras la voz de la patria siga tronando por montes y laderas, la patria existe, y en pie queda la obligación de luchar por ella". Así se dirigía a un grupo de heroicas sombras humanas que lo escuchaban alucinados.
El Mariscal López asumía la voz del Paraguay soberano, profundo y americano. Así lo entendió Juan Manuel de Rosas que absolutamente convencido de su decisión, pide un cambio en su testamento: El 17 de febrero de 1869 informa sobre el destino que ahora quiere para la mítica espada del Libertador. El nuevo testamento establece: "Su Excelencia el Generalísimo Capitán Gral. Don José de San Martín me honró con la siguiente manda: "La espada que me acompañó en toda la guerra de la independencia será entregada al General Rosas por la firmeza y sabiduría con que ha sostenido los derechos de la patria". Y yo, Juan Manuel de Rosas, a su ejemplo, dispongo que mi albacea entregue a su Excelencia el Señor Gran Mariscal, Presidente de la República del Paraguay y Generalísimo de sus ejércitos, la espada diplomática y militar que me acompañó durante me fue posible sostener esos derechos, por la firmeza y sabiduría con que ha sostenido los derechos de su patria...".
Debieron pasar 84 años para que un gobierno argentino hiciera un reconocimiento institucional. Recién en 1954, el Presidente Juan Domingo Perón devuelve en un acto solemne y emotivo en Asunción, los trofeos de guerra, aquel reloj de oro que cuenta José María Rosa en la cita que transcribí. En su mensaje señaló que "Vengo como un hombre que viene a rendir homenaje al Paraguay en el nombre de su sagrado Mariscal Francisco Solano López y hago llegar el abrazo del pueblo argentino a esta Patria tan respetable y tan querida. En nombre de esa amistad y de esa devolución del pueblo argentino, pongo en manos del mandatario de este pueblo, como las reliquias, el testimonio de nuestra hermandad inquebrantable".
El acto cumple una justicia histórica: las banderas de guerra del Paraguay deben tener su descanso eterno en suelo guaraní, en la misma tierra donde hoy yacen sepultados el millón de muertos que se cobró la guerra más infame que nuestra patria contempló.
Notas
1. El alegato del Doctor Francia. Pronunciado en el Congreso de Notables reunido en Asunción en junio de 1810, entre otras cosas enunciaba: "Esta Asamblea no perderá su tiempo debatiendo si el cobarde padre o el apocado hijo es rey de España. Los dos han demostrado su débil espíritu y su desleal corazón. Ni el uno ni el otro pueden ser ya rey en ninguna parte. Más sea o no rey de España el uno o el otro, ¿qué nos importa a nosotros? Ninguno de ellos es ya rey del Paraguay. El Paraguay no es el patrimonio de España, ni provincia de Buenos Aires. El Paraguay es Independiente y es República", y siguió diciendo "la única cuestión que debe discutirse en esta asamblea y decidirse por mayoría de votos es: cómo debemos defender y mantener nuestra independencia contra España, contra Lima, contra Buenos Aires y contra Brasil cómo debemos fomentar la pública prosperidad y el bienestar de todos los habitantes del Paraguay en suma, qué forma de gobierno debemos adoptar para el Paraguay. Mis argumentos en favor de mis ideas son éstos: y de las faltriqueras interiores de su casaca sacó dos pistolas pequeñas, diciendo: la una está destinada contra Fernando VII, y la otra contra Buenos Aires".
2. La cuestión de la Independencia del Paraguay. En relación a este punto, y en especial acerca de la relación con la política rosista cabe resaltar que fue con una finalidad muy distinta a los objetivos de Rosas que el Brasil y la Argentina de Mitre reconocieron la "independencia" a la Nación guaraní. Rosas se oponía a la balcanización continental y abrogaba por la unidad del viejo virreinato. Todo lo opuesto pretendían Mitre y Pedro II. El mismísimo Abelardo Ramos, un no muy devoto rosista, afirma que: "Treinta años después de la ruptura americana con España, Paraguay no había declarado aun su independencia. El doctor Francia consideraba al Paraguay parte de la unidad política y geográfica del extinto virreinato, y comprendía –lo mismo que Lopez- que un Paraguay "independiente" le era imposible conservar indefinidamente su plena soberanía y garantizar su evolución económica. En la medida de que Rosas representaba intereses más nacionales que Mitre, se negó a reconocer la independencia paraguaya que López se vio impulsado a planear era una forma como cualquier otra de mantener bajo la férula de la Aduana porteña al Paraguay. Mitre, en cambio, no tenía inconveniente en admitir esa monstruosa "soberanía" porque estaba dentro de la política de la burguesía comercial porteña impulsar la "balcanización" del Sur bajo el dictado del amo británico. La existencia independiente del Paraguay como "nación" tan ficticia como la de la Argentina, Bolivia o Uruguay se desarrolló de acuerdo a un proceso muy particular. Influyeron en él, al principio, factores geográficos e históricos: la presión del Brasil –su vecino en el rio Paraná-, la coincidencia de sus producciones y la tendencia brasileña de incluir al Paraguay en su Estado de Matto Grosso. Desde el comienzo del siglo XVIII Portugal estuvo bajo el protectorado británico toda la historia brasileña transcurre en esa dependencia. Semejante situación determinó que el Brasil, durante el Imperio como bajo la era republicana propendiese constantemente a ejecutar la política inglesa en el Río de la Plata, aprovechando de paso migajas para su clase gobernante. Gran Bretaña sostenía como divisa inconmovible de su estrategia rioplatense. Impedir por cualquier medio la unificación de las antiguas provincias españolas del Sur" (Abelardo Ramos, "Revolución y Contrarrevolución en Argentina"). Así, a su manera, y con su relación ambivalente con Rosas, la izquierda nacional explica, con claridad meridiana, la cuestión de la independencia del Paraguay, dando por tierra todas las teorizaciones de la historiografía liberal oficial y la izquierda antipopular que hacían de esta cuestión un hito saliente de su relato antirrosista.
También considero importante aclarar puntualmente el episodio de protesta del embajador de Rosas ante la declaración de independencia del Paraguay hecha por el Imperio del Brasil y el sentido político de la misma. Con respecto a esto, me parece esclarecedora la cita de otro historiador que no puede ser definido precisamente como rosista que ya hemos utilizado en este trabajo. El mexicano Carlos Pereyra, en su libro "Francisco Solano López y la Guerra del Paraguay" se explaya sobre las razones políticas de la posición del gobierno argentino, y a la vez nos brinda un cuadro general de la política imperialista del Brasil: "Rosas, a quien se ha reprochado su localismo bonaerense, entendió las cosas mejor que sus adversarios, y creía que cualquiera intervención, directa o indirecta del Brasil, aun la más generosa de sus intervenciones, era inaceptable no solo para los porteños, sino para todos los argentinos de cuyo sentimiento nacional él fue defensor y representante. Rechazó el tratado que su ministro el general Guido concluyó con el gobierno del emperador en 1843, y consideró como acto dirigido contra su patria, no solo la intervención, aislada o conjunta, en cuestione platenses, sino el simple reconocimiento que hizo el Imperio de la independencia del Paraguay. ¿Era un error de Rosas? ¿Era el resultado de las miras de los argentinos contra una república independiente? ¿Era la prepotencia del bonaerense, deseoso de someter al Paraguay? La respuesta, tardía como todas las respuestas dadas por los acontecimientos, se encuentra en Cerro Corá. Los paraguayos, como los brasileños, lucharon contra Rosas. Los sucesores de Rosas, unidos a los brasileños, exterminaron al Paraguay. La fatalidad de los hechos imponía su ley, lo mismo a la previsión que a la imprevisión. Se trataba de un sistema vicioso, si puede haber sistema en la desintegración, y el sistema caía por sus causas de ruina. El Río de la Plata era la casa dividida contra sí misma. El Imperio del Brasil vio sucesivamente caer a Rosas y a Francisco Solano López. No prevaleció, porque a su vez, llevaba la muerte en sus entrañas. El conquistador no pudo aprovechar la conquista, y fue sucesivamente satélite de otros planetas, o planeta de otros soles. Es perfectamente comprensible la intransigencia de Rosas, quien no podía ver en el Paraguay una comunidad independiente. Rosas carecía de formulas para resolver la gravísima cuestión planteada por la independencia del Paraguay, pero en su videncia de la realidad política, estaba convencido que un Paraguay autónomo era imposible. El Paraguay era imposible, y antes de que transcurrieran treinta años desde el interesado reconocimiento que de su independencia hizo el Imperio, la independencia del Paraguay había sido destruida por el propio D. Pedro".
3. Pérfida Albión. Expresión anglofóbica que se utiliza para denominar de una manera hostil a Inglaterra. Creada por el poeta hispano –francés Agustín Marie de Ximenez. Albión deriva de "albus", blanco. Color que tienen los acantilados de Dover cuando se los divisa desde el mar. La expresión "pérfida Albión" fue muy usada por Napoleón y sus oficiales para referirse a su enemigo imbatible: El Reino Unido de la Gran Bretaña.
4. El tratado de la Triple Alianza. Pocos documentos oficiales son tan reveladores de las verdaderas intenciones políticas que van detrás de los actos de Estado como este Tratado. De su simple lectura cualquiera puede deducir con facilidad la naturaleza del conflicto que se avecinaba y las razones del mismo. El texto del Tratado: El 1º de mayo de 1865, Francisco Octaviano de Almeida Rosa (reemplazante de Paranhos e integrante del partido liberal brasileño), Carlos de Castro (canciller del gobierno de Venancio Flores) y Rufino de Elizalde (canciller del de Mitre) firmaron en la ciudad de Buenos Aires el tratado de alianza que permanecería secreto debido a sus comprometedoras cláusulas, el mismo es el siguiente: Art. 1. La República Oriental del Uruguay, Su Majestad el Emperador del Brasil, y la República Argentina contraen alianza ofensiva y defensiva en la guerra provocada por el gobierno del Paraguay. Art. 2. Los aliados concurrirán con todos los medios de que puedan disponer, por tierra o por los ríos, según fuese necesario. Art. 3. Debiendo las hostilidades comenzar en el territorio de la República Argentina o en la parte colindante del territorio paraguayo, el mando en jefe y la dirección de los ejércitos aliados quedan a cargo del presidente de la República Argentina y general en jefe de su ejército, brigadier don Bartolomé Mitre. Las fuerzas navales de los aliados estarán a las inmediatas órdenes del Vice Almirante Visconde de Tamandaré, comandante en jefe de la escuadra de S.M. el Emperador del Brasil. Las fuerzas terrestres de S.M. el Emperador del Brasil formarán un ejército a las órdenes de su general en jefe, el brigadier don Manuel Luis Osorio. A pesar de que las altas partes contratantes están conformes en no cambiar el teatro de las operaciones de guerra, con todo, a fin de conservar los derechos soberanos de las tres naciones, ellas convienen desde ahora en observar el principio de la reciprocidad respecto al mando en jefe, para el caso de que esas operaciones tuviesen que pasar al territorio oriental o brasileño. Art. 4. El orden interior y la economía de las tropas quedan a cargo exclusivamente de sus jefes respectivos. El sueldo, provisiones, municiones de guerra, armas, vestuarios, equipo y medios de transporte de las tropas aliadas serán por cuenta de los respectivos Estados. Art. 5. Las altas partes contratantes se facilitarán mutuamente los auxilios que tengan y los que necesiten, en la forma que se acuerde. Art. 6. Los aliados se obligan solemnemente a no deponer las armas sino de común acuerdo, y mientras no hayan derrocado al actual gobierno del Paraguay, así como a no tratar separadamente, ni firmar ningún tratado de paz, tregua, armisticio, cualquiera que ponga fin o suspenda la guerra, sino por perfecta conformidad de todos. Art. 7. No siendo la guerra contra el pueblo paraguayo sino contra su gobierno, los aliados podrán admitir en una legión paraguaya a todos los ciudadanos de esa nación que quisieran concurrir al derrocamiento de dicho gobierno, y les proporcionarán los elementos que necesiten, en la forma y condiciones que se convenga. Art. 8. Los Aliados se obligan a respetar la independencia, soberanía e integridad territorial de la República del Paraguay. En consecuencia el pueblo paraguayo podrá elegir el gobierno y las instituciones que le convengan, no incorporándose ni pidiendo el protectorado de ninguno de los aliados, como resultado de la guerra. Art. 9. La independencia, soberanía e integridad territorial de la República, serán garantizadas colectivamente, de conformidad con el artículo precedente, por las altas partes contratantes, por el término de cinco años. Art. 10. Queda convenido entre las altas partes contratantes que las exenciones, privilegios o concesiones que obtengan del gobierno del Paraguay serán comunes a todas ellas, gratuitamente si fuesen gratuitas, y con la misma compensación si fuesen condicionales. Como punto saliente se puede leer claramente un objetivo puntual era quitar a Paraguay la soberanía de sus ríos. Art. 11. Derrocado que sea el gobierno del Paraguay, los aliados procederán a hacer los arreglos necesarios con las autoridades constituidas, para asegurar la libre navegación de los ríos Paraná y Paraguay, de manera que los reglamentos o leyes de aquella República no obsten, impidan o graven el tránsito y navegación directa de los buques mercantes o de guerra de los Estados Aliados, que se dirijan a sus respectivos territorios o dominios que no pertenezcan al Paraguay, y tomarán las garantías convenientes para la efectividad de dichos arreglos, bajo la base de que esos reglamentos de política fluvial, bien sean para los dichos dos ríos o también para el Uruguay, se dictarán de común acuerdo entre los aliados y cualesquiera otros estados ribereños que, dentro del término que se convenga por los aliados, acepten la invitación que se les haga. Art. 12. Los aliados se reservan concertar las medidas más convenientes a fin de garantizar la paz con la República del Paraguay después del derrocamiento del actual gobierno. Art. 13. Los aliados nombrarán oportunamente los plenipotenciarios que han de celebrar los arreglos, convenciones o tratados a que hubiese lugar, con el gobierno que se establezca en el Paraguay. Otro punto específico era responsabilizar a Paraguay de la deuda de guerra. Art. 14. Los aliados exigirán de aquel gobierno el pago de los gastos de la guerra que se han visto obligados a aceptar, así como la reparación e indemnización de los daños y perjuicios causados a sus propiedades públicas y particulares y a las personas de sus ciudadanos, sin expresa declaración de guerra, y por los daños y perjuicios causados subsiguientemente en violación de los principios que gobiernan las leyes de la guerra. La República Oriental del Uruguay exigirá también una indemnización proporcionada a los daños y perjuicios que le ha causado el gobierno del Paraguay por la guerra a que la ha forzado a entrar, en defensa de su seguridad amenazada por aquel gobierno. Art. 15. En una convención especial se determinará el modo y forma para la liquidación y pago de la deuda procedente de las causas antedichas. También dejaban bien claro los aliados la intención de repartir el territorio paraguayo. Art. l6. A fin de evitar discusiones y guerras que las cuestiones de límites envuelven, queda establecido que los aliados exigirán del gobierno del Paraguay que celebre tratados definitivos de límites con los respectivos gobiernos bajo las siguientes bases: La República Argentina quedará dividida de la República del Paraguay, por los ríos Paraná y Paraguay, hasta encontrar los límites del Imperio del Brasil, siendo éstos, en la ribera derecha del Río Paraguay, la Bahía Negra. El Imperio del Brasil quedará dividido de la República del Paraguay, en la parte del Paraná, por el primer río después del Salto de las Siete Caídas que, según el reciente mapa de Mouchez, es el Igurey, y desde la boca del Igurey y su curso superior hasta llegar a su nacimiento. En la parte de la ribera izquierda del Paraguay, por el Río Apa, desde su embocadura hasta su nacimiento. En el interior, desde la cumbre de la sierra de Mbaracayú, las vertientes del Este perteneciendo al Brasil y las del Oeste al Paraguay, y tirando líneas, tan rectas como se pueda, de dicha sierra al nacimiento del Apa y del Igurey. Art. 17. Los aliados se garanten recíprocamente el fiel cumplimiento de los acuerdos, arreglos y tratados que hayan de celebrarse con el gobierno que se establecerá en el Paraguay, en virtud de lo convenido en este tratado de alianza, el que permanecerá siempre en plena fuerza y vigor, al efecto de que estas estipulaciones serán respetadas por la República del Paraguay. A fin de obtener este resultado, ellas convienen en que, en caso de que una de las altas partes contratantes no pudiese obtener del gobierno del Paraguay el cumplimiento de lo acordado, o de que este gobierno intentase anular las estipulaciones ajustadas con los aliados, las otras emplearán activamente sus esfuerzos para que sean respetadas. Si esos esfuerzos fuesen inútiles, los aliados concurrirán con todos sus medios, a fin de hacer efectiva la ejecución de lo estipulado. Art. 18. Este tratado quedará secreto hasta que el objeto principal de la alianza se haya obtenido. Art. 19. Las estipulaciones de este tratado que no requieran autorización legislativa para su ratificación, empezarán a tener efecto tan pronto como sean aprobadas por los gobiernos respectivos, y las otras desde el cambio de las ratificaciones, que tendrá lugar dentro del término de cuarenta días desde la fecha de dicho tratado, o antes si fuese posible. En testimonio de lo cual los abajo firmados, plenipotenciarios de S.E. el Presidente de la República Argentina, de S.M. el Emperador del Brasil y de S.E. el Gobernador Provisorio de la República Oriental, en virtud de nuestros plenos poderes, firmamos este tratado y le hacemos poner nuestros sellos en la Ciudad de Buenos Aires, el 1º de Mayo del año de Nuestro Señor de 1865. También se firmó un protocolo adicional secreto que establecía lo siguiente: 1) demolición de las fortificaciones de Humaitá 2) desarme de Paraguay y reparto de armas y elementos de guerra entre los aliados y 3) reparto de trofeos y botín que se obtuvieran en territorio paraguayo.
5. Vocación genocida de Sarmiento. Esa carta puntual que cito es mencionada por algunos historiadores como una carta dirigida a Mitre. Creo, en función de la lectura de diversas fuentes, que eso no es correcto. Son varias las cartas a Mrs. Mann en las que el sanjuanino es explaya sobre el desprecio que siente por los habitantes de nuestros continente. Hay otra carta que Sarmiento sí dirige a Mitre, en ocasión de Pavón, en las que también pone de manifiesto su escaso o nulo respeto por los derechos humanos de nuestros compatriotas: "No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de seres humanos".
6. Sobre el martirio del pueblo paraguayo. Son pocos los libros como "Proceso a los Falsificadores de la Historia del Paraguay", de Atilio García Mellid, que describen con tanta poesía y lirismo la epopeya y el martirio del Paraguay. Este libro, un poco en la sombras, como su autor, por motivos políticos e historiográficos, narra en dos largos tomos la historia del Paraguay, desde la colonización hasta la posguerra. En sus párrafos, poéticamente elaborados, podemos leer: "Porque podrá borrarse la imagen de los mártires, desdibujarse el paso de los héroes y aventarse las cenizas de los guerreros abatidos, pero no se podrá nunca ocultar la luz inmarcesible de ese holocausto colectivo, ni amortiguar la belleza moral de un sacrificio de tan inmensas proporciones… Para comprender al Paraguay que sostuvo, durante más de cinco años, una guerra desigual y aniquiladora, es necesario pensar en esa comunidad activa, en ese destino colectivo en que todos se sentían representados. Lo que esa comunidad defendía, no era un hombre, ni la obra de un hombre: era la obra de todos, que en un hombre –el mejor- se encarnaba. Porque ese hombre y ese pueblo eran la expresión unificadora, maciza e inconfundible del alma paraguaya".
* Subsecretario de la Juventud de la provincia de Entre Ríos
http://www.inventario22.com.ar/textocomp.asp?id=31837
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Versión revisionista argentina: el rol expansionista del Imperio y el interés de Paraguay por mantener el equilibrio rioplatense
El enfoque revisionista, sobre todo el de José María Rosa, percibe en los esfuerzos armamentistas del régimen paraguayo de Solano López una actitud defensiva ante el expansionismo brasileño. Interés de expansión que en realidad se expresó desde los tiempos de la colonia. Para los revisionistas, el conflicto se debió esencialmente a los manejos combinados de las diplomacias imperial y británica. Esta última, irritada contra un régimen que tenía una economía cerrada que no otorgaba oportunidad a las inversiones ni a la libre navegación, procuró destruir la autosuficiencia paraguaya contando con el brazo armado de la Argentina y Brasil aliados.
José María Rosa afirma que los brasileños inicialmente percibieron la Guerra del Paraguay como un conflicto gestado por ellos mismos para coronar su política de hegemonía iniciada en Caseros y aun años antes. Tardíamente reconocieron que la alianza con el gobierno de Mitre gestada en el campamento de Flores en las Puntas del Rosario, el 18 de junio de 1864, fue el factor que movió a las autoridades imperiales a invadir la República Oriental y acarreó la reacción del Paraguay y por consiguiente la desastrosa Guerra de la Triple Alianza. A diferencia del caso brasileño, Rosa opina que las provincias argentinas nunca supieron por qué fueron a la guerra contra López. Los mitristas sí lo sabían. La Guerra de la Triple Alianza constituía un costo aceptable a cambio de destruir las montoneras provinciales y el régimen de Solano López, "el Atila de América", fuerzas que constituían serias amenazas al precario orden mitrista.
Otro investigador, Miguel Angel Scenna, cercano a la línea interpretativa de José María Rosa respecto de las causas de la Guerra de la Triple Alianza, sostiene que Mitre se alió a Brasil de acuerdo con el principio de las "fronteras ideológicas". De la mano de su canciller "probrasileño" Rufino de Elizalde, el gobierno argentino pasaba a ser aliado de un régimen imperial supuestamente liberal aunque esclavista, en contra de un Paraguay "que era nuestro antemural, es cierto, pero que se regía por un régimen autoritario, refractario al liberalismo. (1)
Si se enfoca la atención hacia el papel jugado por el Imperio del Brasil desde la óptica revisionista de Rosa, los objetivos de la diplomacia imperial desde los tiempos de la colonia fueron la anexión de la Banda Oriental a su territorio y desde 1811 la desmembración del antiguo Virreinato del Río de la Plata. Según Rosa, al "separatismo" fomentado por Brasil desde 1811, Rosas había respondido con un "separatismo" dentro del Imperio, exteriorizado en sus contactos con la insurrección de los farrapos de Río Grande entre 1835 y 1845 y luego con las agitaciones localistas de diversas partes del Imperio.(2)
Rosa sostiene que hacia 1848 los socialistas brasileños tomaban al gobierno de Rosas como ejemplo de una "república popular sin clases y sin esclavos". La insurrección de los socialistas praieros de Pernambuco demostró la conexión de sus hombres con Rosas. El choque entre la "estrategia disgregadora interna" de Rosas -que buscó aliados entre los republicanos de Río Grande- y la "estrategia disgregadora externa" del Imperio -que procuró alianzas con elementos antirrosistas o caudillos federales disidentes- se produjo a partir de fines de 1850, cuando las negociaciones encabezadas por el ministro argentino en Río de Janeiro, Tomás Guido, habían fracasado.
Según Rosa, la firma de los tratados del 12 de octubre de 1851, que convertían la Banda Oriental prácticamente en un protectorado brasileño, y la batalla de Caseros (febrero de 1852) -que terminó con el régimen de Rosas percibido como un enemigo mortal para el Imperio por sus contactos con elementos republicanos y por su deseo de "reconstruir el Virreinato del Río de la Plata"- abrieron un período de hegemonía brasileña. El arquitecto de este proyecto hegemónico brasileño había sido Honorio Hermeto Carneiro Leao, jefe del gabinete saquarema o conservador, también llamado marqués de Paraná por su labor decisiva en lograr la alianza con Urquiza para obtener el preciado objetivo de derrocar a Rosas.
Carneiro Leao ocupó la jefatura del gabinete en 1853 y murió en 1856. A partir de su muerte se sucedió un período de incertidumbre política (llamada "la sombra del Paraná") que desembocó en la formación del gabinete dos velhos (de los "viejos"), encabezado por el hábil marqués de Olinda -que había estado alejado de la acción política por los manejos de Hermeto-. Olinda tuvo la sagacidad de conseguir el apoyo de los jóvenes luzias o republicanos sin comprometer el respaldo de los conservadores, a través de una sutil combinación de una política de expansión territorial -que entusiasmaba a los primeros- con una que evitase reformas socio-económicas -las cuales implicaban el alejamiento de los conservadores-.
La cartera de negocios extranjeros fue ocupada por el marqués de Abrantes, viejo personaje conocido cuyos manejos diplomáticos en Francia e Inglaterra procuraron vanamente, en 1844, la participación brasileña en un posible bloqueo anglofrancés contra el régimen rosista. En la década del 60 Abrantes tendría por bandera la expansión sobre territorio oriental. Primero, reclamó "por la violación de derechos y bienes de los súbditos brasileños residentes en el Estado Oriental". (3) Después, el 25 de junio de 1861, envió al presidente oriental Bernardo Prudencio Berro -perteneciente al partido blanco- una nota exigiendo inmediatas reparaciones "por los repetidos ultrajes". (4) Más tarde se movilizaron tropas sobre la línea de frontera. A fines de 1862 imperiales, mitristas y colorados tenían dispuesta la eliminación del partido blanco gobernante en Uruguay.
En abril de 1863, partió la expedición colorada de Venancio Flores, desde Buenos Aires y financiada por Mitre -o al menos, acota Rosa, por los mitristas, si se otorga crédito a sus declaraciones acerca de la "neutralidad" hacia la cuestión oriental efectuados ante el presidente paraguayo Solano López-, y poco después los ejércitos de tierra y mar imperiales cruzaron la frontera. Presionado por los hombres belicosos de Río Grande, el gabinete liberal brasileño iría adoptando paulatinamente posiciones crecientemente intervencionistas, política que llevaría al derrumbe del gobierno blanco.
El enfoque revisionista suma al expansionismo brasileño otro factor causal en la Guerra de la Triple Alianza: el rol jugado por la diplomacia británica. José María Rosa subraya el interés del ministro inglés en Buenos Aires y Asunción, Edward Thornton, respecto de la guerra contra Paraguay en los siguientes términos:
Si Thornton empujó la guerra, no quisieron los ingleses que ésta llegase al extremo de la hecatombe. Una expedición bélica que destruyese las fortificaciones de Humaitá, los altos hornos de Ibicuy, la fundición de Asunción, estableciese un gobierno democrático y abriese Paraguay a las mercaderías de Manchester y al capitalismo británico, bastaba a su propósito. No contaron con el heroísmo de los paraguayos. Cuando las cosas se extremaron en 1867, quisieron los diplomáticos ingleses llegar a una "paz honrosa" con el exilio de Francisco Solano y los correspondientes tratados de amistad, comercio y navegación con Inglaterra. López renunció a salvarse a ese precio.
El Paraguay de López era un escándalo en América. Un país bastándose a sí mismo, que nada traía de Inglaterra y se permitía detener a los hijos de ingleses, como en el caso Canstatt con el pretexto de infringir las leyes del país, debería necesaria y urgentemente ponerse a la altura de la Argentina de Mitre. Como la Home Fleet se veía trabada por los cañones de Humaitá para dar a los paraguayos la consabida lección de urbanidad, quedaba la tarea a cargo de los vecinos. (5)
NOTAS
M.A. Scenna, op. cit., pp. 213-214.
J.M. Rosa, op. cit., p. 24.
Teixeira Soares, Diplomacia do Imperio no Rio da Prata, Río de Janeiro, 1955, p. 226, cit. en ibid., p. 28.
Idem nota anterior, pp. 236-238, cit. en ibid., p. 29.
Ibid., pp. 136-137.
Aclaración: Las obras citadas (op. cit.) que no se mencionan explícitamente en este listado de citas, se encuentran en las páginas inmediatamente anteriores. Para ello, haga un click en el botón "Anterior". También puede utilizar la opción "Búsqueda" , ingresando el nombre del autor de las obras respecto de las cuales se requiere información.
Versin revisionista argentina: el rol expansionista del Imperio y el inters de Paraguay por mantener el equilibrio rioplatense
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Cancionero de Juan Manuel de Rosas
Juan Manuel de Rosas, “comandante del pueblo armado de la campaña”, es elegido por la Legislatura para el cargo de gobernador de la provincia de Buenos Aires el 6 de diciembre de 1829 y se le otorgan las facultades extraordinarias. Estaba claro una vez más que los unitarios se habían equivocado al pensar que con el asesinato de Dorrego se cortaría la cabeza al partido federal.
Rosas recibe el apoyo de diversos sectores sociales, pero será apoyándose en el sector ganadero de la provincia de Buenos Aires que afianzará su poder, consolidado sólo en 1835, es decir, después de su campaña al desierto con la cual, además de prestigio nacional, consiguió extender el poder de la clase a la que él mismo representaba. No obstante, contó desde el principio con la adhesión popular más calurosa, exteriorizada con frecuencia en las calles de Buenos Aires. Sin duda los sectores sociales más desposeídos reconocieron en Rosas al político de acción que creía en el pueblo y en su causa: el federalismo.
En lo inmediato, la llegada de Rosas al gobierno resuelve las discrepancias internas de la provincia, pero el resto del país aún permanecía convulsionado y la paz se veía lejana. Las conspiraciones unitarias no cesaban y tenían su promotor en el general Paz, que formaba una Liga de gobiernos interiores para enfrentar al litoral. Rosas entonces recurre al Pacto Federal -1831- por el cual logra un principio de unidad entre las provincias de Santa Fe, Buenos Aires y Entre Ríos, además de la delegación de las Relaciones Exteriores en la segunda de las tres.
Distinto será el poder alcanzado por Rosas durante su segunda gobernación. Tras la muerte de Quiroga –febrero de 1835- y la repercusión del hecho en Buenos Aires le son otorgadas no sólo las facultades extraordinarias sino también la suma del poder público.
En cuanto a la política económica, el segundo gobierno de Rosas también difiere del anterior: ahora tenderá al proteccionismo. “La política nacional de Rosas consiste en la complementación con una industria nacional, del sistema económico ganadero de Buenos Aires. El esquema se traduce geopolíticamente en la aspiración de reconstrucción integral del Virreinato del Río de la Plata”. (Ortega Peña y Duhalde en: Baring Brothers y la Historia Política Argentina).
La consecuencia inmediata de esta política económica es la Ley de Aduana, en diciembre de 1835. Las potencias europeas –Francia e Inglaterra- que desde hacía tiempo tenían los ojos puestos en Buenos Aires, vieron peligrar sus intereses. Sobreviene, tras un pretexto cualquiera, el bloqueo francés. Rosas mantiene una actitud intransigente y su voluntad de no ceder lo obliga a imponer a la ciudadanía un período de austeridad y sacrificio, mientras los sectores ilustrados se aliaban a los extranjeros “para liberar al país de la tiranía”.
A esto debe sumarse la situación de los países vecinos, sobre todo de la Banda Oriental, en donde los unitarios exiliados estimulaban a Fructuoso Rivera, comandante de la campaña, para recuperar la zona mesopotámica, lo que concluiría en un enfrentamiento con Buenos Aires; por otra parte, en Bolivia el general Andrés Santa Cruz alentaba los desacuerdos internos, buscando la expansión y fortalecimiento de su propio país. Detrás de Santa Cruz estaban, como siempre, los intereses ultramarinos.
Finalmente, Francia e Inglaterra deciden la intervención conjunta, lisa y llana, en el Río de la Plata. El pueblo apoyó totalmente la gestión llevada a cabo por Rosas frente a la invasión: no acepta ser una colonia de las metrópolis europeas. El 20 de noviembre de 1845 se efectuó el ataque en la Vuelta de Obligado. Nuestras fuerzas, al mando del general Lucio Norberto Mansilla, lucharon hasta el final pero los aliados forzaron el paso. No obstante, la importancia política del hecho fue singular pues dio mayor ímpetu a la resistencia en defensa de la soberanía nacional.
Puesto que la agresión europea directa había sido vencida, era necesario recurrir a otros medios para apoderarse nuevamente del país; la única forma era acabar de una vez por todas con el Restaurador de las Leyes. Se recurre entonces a una coalición, obra de la diplomacia brasileña, que utiliza a Urquiza, gobernador de Entre Ríos, como instrumento ejecutor de un plan concebido en el extranjero. Urquiza acepta. La Confederación Argentina estaba por declarar la guerra al Imperio. Es en esas circunstancias en que Urquiza firma un pacto con el Brasil y el gobierno de Montevideo para derrocar a Rosas. El 1º de mayo de 1851 se produce el pronunciamiento: quita a Rosas el ejercicio de las atribuciones delegadas y se reserva el derecho de entenderse con los demás países del mundo. En lo que resta del año 1851 se forma el ejército aliado que habrá de derrotar a Rosas en Caseros, el 3 de febrero de 1952.
Rodríguez y Rosas
Rodríguez le dijo a Rosas
legítimamente he sido yo
nombrado gobernador.
Y de un modo tumultuario
me han privado del bastón.
Si usté quiere respetar
a la Junta Soberana,
al puente de Las Barrancas
vendrá el día de mañana.
Muy pronto espero que usté
me dé la contestación
y si resuelve a venir,
sea con su división.
Juan Manuel leyó el oficio
y llamando a su ayudante
le dio orden de aprontar
la división al instante.
Yo señor Gobernador
le digo toda mi vida
he conocido en la Junta
legítima soberanía.
Ella lo nombró a usté
y con maldad lo ha sacado
yo estoy resuelto a volverlo
a su cargo custodiado.
Mañana estaré sin falta
donde ordena su gobierno
cuente con toda mi juerza
para salir de la emergencia.
Rodríguez se le unió a Rosas
cola caída como andaba
pues con cola ‘e pato el pobre
le habían ganao la parada.
Más bien parecía un lechero
que un señor Gobernador.
Pues cualquiera colorao
venía vestido mejor.
Con el Jefe a la cabeza
ansí a la ciudad marchamos
y al llegar a Las Barrancas
las guerrillas se toparon.
Hubieron algunos tiros
pero sin gran resistencia
ansí que pronto llegamos
a ocupar la residencia.
Rodríguez quedó repuesto
y el cuerpo de coloraos
del pueblo jué almiración
cuando lo vieron formao.
En la plaza nos tuvieron
como quien dice acampaos
y era lujo ver allí
el cuerpo de coloraos.
A Rosas le dieron orden
que marchara pal’ Salao
allá en la Guardia del Monte
con tuitos los coloraos.
Marchó con toda su gente
y al punto la licenció.
El se jué pa’ Los Cerrillos
y en la estancia se metió.
Diga usted que sí
Al santiagueño Ibarra
de Rosas gran adulón,
diga usted que sí
si el dice que no.
Los van a llevar los diablos
para taco de cañón.
Una espada al gaucho Rosas
le ha llegado del Japón.
Diga usted que sí
si él dice que no.
Para defender con ella
su Santa Federación.
Montado en un elefante
viene el fraile renegón,
diga usted que sí
si él dice que no.
Para defender con ella
su Santa Federación.
montado en un elefante,
viene el fraile renegón.
Diga usted que sí
si él dice que no.
Dio una feroz costalada
y se le rompió el cordón.
¡Viva la Patria!
Yo me llamo Juana Peña
y tengo por vanidad,
que sepan todos que soy
negrita muy federal.
Negrita que mando fuerza,
y no negrita pintora.
Porque no soy de las que andan
como pluma voladora.
Negrita que en los tambores
ocupo el primer lugar,
Y que todos me abren cancha
cuando yo salgo a bailar.
Negrita que no hago caso
de cualquier badulaque,
porque me sobran a mí
negritos lindos de fraque.
Y como también presumo
con mi hermoso peinetón
suelo hacerme de rogar
cuando llega la ocasión.
Pero ya que me han chiflado
por meterme a gacetera,
he de hacer ver que aunque negra,
soy patriota verdadera.
Por la Patria somos libres,
y esta heroica gratitud,
nos impone el deber santo
de darle vida y salud.
La Patria se ve amagada
de unos pocos aspirantes,
que quieren sacrificarla
por salir ellos avantes.
Opongamos a su intento
nuestros pechos por muralla,
y reunidos los negritos,
corramos luego a salvarla.
Esto aconsejar debemos
las mujeres al marido,
y las madres a sus hijos
en señal de agradecidos.
Yo por desgracia no tengo
hijos, padre, ni marido,
a quien poderles decir,
que sigan este partido.
Pero tengo a mis paisanos,
los negritos Defensores,
que escucharán con cuidado
estas fundadas razones.
A ellos dirijo mi voz,
y con ellos cuento yo.
Porque se que en siendo tiempo
no me han de decir que no.
Patriotas son y de fibra,
de entusiasmo y de valor,
defensores de las Leyes,
y de su Restaurador.
Solo por Don Juan Manuel
han de morir y matar,
y después por los demás,
mandame mi general.
Mandame mi general,
le han de decir al traidor
que los quiera hacer pelear
contra su Restaurador.
Mandame mi general
se lo dice Juana Peña,
mandame mi general.
Esa negrita porteña.
Hasta el domingo que viene
mandame mi general,
pues puede ser que después
no me mandes general.
Fue publicado en el año 1833 en el periódico La Negrita. Jorge B. Rivera atribuye la dirección de este periódico a Luis Pérez, quien probablemente sea también el autor de estos versos. Dice Vicente Rossi que los negros “consiguieron inmediata e incondicional libertad durante el gobierno de Rosas”. A pesar del dictamen de la Asamblea de año 1813 que disponía la libertad de los esclavos, la situación continuó sin modificaciones, sobre todo en el interior del país. Es durante el gobierno de Rosas que se prohibe de manera definitiva el comercio de seres humanos. En uno de los versos menciona los sucesos que tuvieron lugar durante el gobierno de Balcarce –diciembre de 1832 a noviembre de 1833- con el propósito de desplazar a Tosas, que se encontraba, en ese momento, realizando la campaña del desierto. La participación, o al menos el consentimiento de Balcarce en tales hechos, provocó que los federales “netos” llevaran a cabo la revolución de los restauradores el 11 de octubre de 1833 que lo obligó a renunciar a su cargo.
Trágala, trágala
Trágala, trágala,
Federación
¡Viva el gran Rosas!
¡Muera el traidor!
El que no tenga
moño punzó
sufra la pena:
verga y jabón.
Si no le gusta
vaya al Quebracho
que allá Pacheco
da pa tabaco.
El trágala es una canción que utilizaban los liberales españoles y que los federales rosistas adaptaron a nuevas circunstancias. En Quebracho Herrado, Oribe dio alcance a Lavalle y lo derrotó el 28 de noviembre de 1840. Pacheco era el segundo del ejército federal de Oribe. Tuvo a su cargo la columna encargada de perseguir y derrotar definitivamente al general Gregorio Aráoz de Lamadrid.
Reciba mi don…
Reciba mi don…
cinta colorada y fuerte,
tiene el letrero que dice:
Federal hasta la muerte.
A los federales
les quisiera dar
huevitos hervidos
en agua de azahar.
A los unitarios
les quisiera dar
tártago molido
en agua ‘e solimán.
Carta de Pancho Lugares a Chanonga, (1) datada en El Colorado, a 15 de julio de 1833.
Primera carta
Permita el cielo, Chanonga,
que en recibiéndote de ésta,
mis hijos y también vos
gozen de salud perfecta.
Yo quedo güeno a Dios gracias,
y sólo con el pesar
de las noticias funestas
que me han dao de la ciudad.
¿Hasta cuándo mil demonios
nos querrán incomodar,
esos perros unitarios
que se han metio al torsal?
La culpa la tiene el Viejo,
que por su mucha bondad,
les perdonó a esos bribones
la que tenían que pagar. (2)
Si él en aquella ocasión
se los hubiese limpiado,
no eran ellos los que agora
hubiesen algorotado. (3)
Bastante le aconsejaron
El Tribuno, y sus aliados,
diciendo que era preciso
concluir con esos malvados.
Mas el Viejo se hacía el sordo
de purita compasión,
creyendo que se hacía un bien
con otorgarles perdón.
Bien agora se le emplea
lo que ellos hacen con él,
pues hasta quieren ahorcarlo
según lo dice un papel.
Y si ellos como lo dicen,
lo pudieran merecer,
según sus güenos deseos,
no lo dejarían de hacer.
Por verdugos no quedaba,
porque (hablando sin pasión)
hay más verdugos entre ellos
que viejas en un sermón.
Mas esos que agora gritan,
cuando llegue la ocasión,
han de venir de rodillas
a implorar de él su perdón.
Pero puede ser que entonces
no encuentren ya compasión,
y que sus lágrimas sirvan
para más indignación.
Ya escarmentado está el Viejo
de esos villanos traidores,
que provocan su venganza,
su justicia y sus rigores.
El los mira con desprecio,
y lleva su obra adelante,
pues tremola en los desiertos
de la patria el estandarte. (4)
El pabellón argentino
hoy lo miramos flamear,
donde jamás un cristiano
pudo en tres siglos llegar.
Las armas del Rey de España,
virreyes, gobernadores,
nunca pusieron las plantas
donde hoy los Restauradores.
Esta difícil empresa
es Rosas quién la ha allanado,
y en recompensa le pagan
con tratarlo de malvado.
Pero los que así lo agravian,
no son, no, los federales,
ni tampoco son porteños,
son tres o cuatro orientales.
Son hombres que por sus vicios
no tienen acogimiento,
y que andan de un lado a otro
como las nubes al viento.
Hombres que a todos partidos
se venden por su provecho,
pues lo que de honor les falta
tienen de sobre güen pecho.
Mas esos aventureros
cuando la tremenda llegue,
nos han de pagar por junto
lo que cada uno nos debe.
Y ansí diciles, Chanonga,
que hasta mejor ocasión,
pueden tomar por refrán,
no te aflijas, corazón.
Memorias a mis amigos
y a toitos los federales,
y vos recibí un abrazo
de tu don Pancho Lugares.
1) J. B. Rivera considera que Pancho Lugares es uno de los seudónimos utilizados por Luis Pérez.
2) Alude a los cismáticos que, durante la gobernación de Balcarce, intentaron acabar políticamente con Rosas.
3) Alborortado.
4)Referencia a la campaña de Rosas al desierto, intencionalmente desprestigiada por ciertos sectores del entonces gobierno de Buenos Aires.
Contestación de Chanonga a la carta de don Pancho Lugares (1)
Primera carta
Señor don Pancho Lugares,
pedazo del alma mía,
la carta que me has escrito,
me ha colmado de alegría.
En primer lugar, mi viejo,
por saber que te hallas güeno,
con muchas satisfacciones,
y también de gloria lleno.
Ya no tengo más pesar,
que el estar lejos de vos,
aunque en mis rezos, Lugares,
te encomiendo siempre a Dios.
En mis cortas oraciones
nunca olvido al General,
y a todos esos valientes
que nos dieron libertad.
Por ellos y por el viejo
hoy tenemos Patria y Leyes,
y no estamos bajo el yugo,
y tratados como güeyes.
Más en recompensa de esto,
unos pocos sublevados
conspiran contra su vida,
y están en ello empeñados.
Cismáticos descontentos
se han metido al entrevero,
y muchos de los caudillos
unitarios del primero. (2)
Hasta aquellos más cangallas
que el movimiento auxiliaron,
están agora con ellos
después que por él libraron.
No hablo agora de esos otros
a quienes les dio galones,
y que se han mostrado ingratos
en premio de sus favores.
Pues al cabo estos brinones
la hilacha mostrar debieron,
y hacer ver que tal honor
en su vida merecieron.
Y ni siquiera agradecen
el saber que en el desierto,
tiene ya un barco fondeado
en donde nunca fue puerto.
Que él es quien ha descubierto
esos hermosos terrenos,
en donde sólo salvajes
habitaban, y eran dueños.
Esas valiosas montañas
en tan remota región,
y descubiertas agora
por ese nuevo Colón.
Esos campos prodigiosos
que causan admiración,
y que aumentan la riqueza
de la argentina Nación.
Esas indómitas tribus
que ya sin ferocidad,
hoy a la Patria por él
le sirven de utilidad.
Esas crecidas familias
que de cruel cautividad,
las ha sacado su brazo
en completa libertad. (3)
Esas madres que a sus hijos
hoy los güelven a abrazar,
cuando juntarse pensaban
si acaso en la eternidad.
En fin tantas mil ventajas,
que es escusado nombrar,
cuando todos bien conocen
su efectiva utilidad.
Pero unos pocos ingratos
envidiosos de sus glorias,
lo calumnian de tirano
para empañar su memoria.
Y aunque ellos nada consiguen
en su empresa criminal,
no se abstienen de agraviarlo
contra el voto general.
Mas el pueblo hace justicia
a su ilustre bienhechor,
y no olvida los servicios
de ese porteño de honor.
No te escribo más Lugares,
porque estoy de gacetera,
y me es preciso salir
a comprar una pollera.
Pero al cerrar esta carta
te ofrezco mi voluntad,
en señal de mi cariño,
y de firmeza y lealtad.
1)Se publicó el 23 de agosto de 1833. J. B. Rivera atribuye estos versos a Luis Pérez por la misma razón que en el caso anterior
2)Se trata de los unitarios que el 1º de diciembre de 1828 derrocaron al entonces gobernador Dorrego y colocaron en su lugar a Juan Lavalle.
3)Alusión a los blancos que, cautivos de los indígenas, recuperaron su libertad tras la campaña de Rosas.
Votos de la morena Catalina al regresar el libertador D. Juan Manuel de Rosas (1)
Grasis á Dioso, paisano,
que vino é Gobenadó:
Dioso lo conseba siempre
a mi amito y mi señó.
Pero mira, negran viejo,
¡se quemó mucho la cara!
¡pobrecita! que trabajo
pasaría en la campaña.
Esi Paz tiene la culpa: (2)
pero está bien asegurao.
Desile ahora que si ecape (3)
de ande lo tiene enserao. (4)
Po fini ya se acabó
esi guerra condenao; (5)
pues ya bobió á su gobieno
e Gobenedó desiao.
Vamos á juntá, moreno,
Y vamonos á bailá;
que hoy es día de Candombe
y no es día de lavá.
1) Se publicó el 5 de diciembre de 1831 en la Gaceta Mercantil.
2) La situación de Paz en Córdoba era difícil. Los ejércitos federales tenían casi rodeada la provincia. No pudo evitar el enfrentamiento con una partida del ejército de E. López y cayó prisionero, siendo conducido en calidad de tal a Santa Fe.
3) Escape.
4) Encerrado.
5) Condenada.
Como moscas a la miel (1)
Si los Cismáticos quieren (2)
voltear a don Juan Manuel,
hemos de cargar sobre ellos
como moscas a la miel.
Para quitarlo del medio
tal cual lo piensan hacer,
deben saber que hemos de ir
como moscas a la miel.
El viejo tiene opinión
porque es un hombre de bien,
y amigos que lo rodean
Como moscas a la miel.
Tiene gauchos decididos
a dar la vida por él,
y cargar en su defensa
como moscas a la miel.
Gauchos que nunca serán
a su bienhechor infiel,
y que irán cuando sea tiempo
como moscas a la miel.
Pero esta resolución
ellos la deben saber,
y esperamos de refuerzo
como moscas a la miel.
Para echarlos a patadas
a todos los que hablen de él,
hay gauchos en la campaña
como moscas a la miel.
Los escritores venales
que al viejo tratan de cruel,
se han de venir a humillar
como moscas a la miel.
Y entonces los ambulantes
con sus rollos de papel,
se marcharán a su tierra
como moscas a la miel.
Pero si acaso se turban
y nos dan con el bagel,
han de volver a la cárcel
como moscas a la miel.
Así pueden sosegarse
y reflexionarlo bien,
si no quieren que carguemos
como moscas a la miel.
1) Se publicó el 23 de agosto de 1833 en El Gaucho. J. B. Rivera atribuye la redacción de este periódico a Luis Pérez, quien probablemente sea el autor de estos versos.
2) Mientras Rosas llevaba a cabo la campaña del desierto, en el gobierno de Buenos Aires se preparan intrigas con el propósito de desprenderse de la tutela de aquél. El ministro de Guerra, Martínez, tiene la voz cantante en la nueva situación. El objetivo era desprestigiar la empresa de Rosas para lograr una división del partido del gobierno. Este sector triunfaría en las elecciones del 28 de abril de 1833 para renovar la Junta de Representantes, con el apoyo de sectores unitarios. Este fue el sector cismático o doctrinario opuesto al apostólico que contaba con el apoyo de doña Encarnación Ezcurra.
Cielo nacional. ¡Veinticinco de Mayo! (1)
Viva la Unión Federal,
y la argentina Nación,
a las que ha dado blasón
la gran Liga Litoral. (2)
Cielito, viva mi cielo,
insigne en obras grandiosas;
vivan, en bien de la Patria,
Quiroga, López y Rosas.
No hay que andar con agachadas,
ni a quien se saca la oreja:
cada cual es cada cual
y no es menos su pareja.
A no ser por estos tres,
cielito, cielo adorado,
decembristas y unitarios (3)
ya nos habrían fregado.
Con estos tres campeones,
en dulce vínculo unidos,
los argentinos tendrán
Patria y fueros conocidos.
Cielito, cielo del alma,
no quiera el Dios de la Unión,
que esos tres se desacuerden,
¡porque entonces, adiós Nación!
La Patria quiere sosiego,
y un orden consolidado,
y para esto es muy preciso
el olvidar lo pasado.
Cielo, cielito querido
procura ser generoso,
y con tus pobres hermanos
no seas, no, rencoroso.
Para que los pueblos tengan
Constitución general,
deben entrar ante todo
en su arreglo provincial.
Cielo mío, cuanto antes
procura arreglar tu casa;
que a otras cosas más sublimes
después con quietud se pasa.
También la Patria desea
recuperar la Asunción, (4)
que un déspota detestable
separó de la Nación.
Cielito, cielo guerrero,
es preciso con gran tino
recobrar la integridad
del territorio argentino.
Con todos estos arreglos
podremos formar Nación,
cual tienen otras secciones
del gran mundo de Colón.
Cielito, sí, sí, cielito,
nuestro nivel recobremos,
y a la faz del orbe entero
con dignidad nos mostremos.
Por sobre el hombro nos miran
los Estados colindantes:
por estar inconstituidos,
nos reputan vacilantes.
Cielito, mi cielo hermoso,
es preciso despertar
de este profundo letargo,
y salir a figurar.
No hay que andar con distinciones,
con negros ni colorados;
todos somos hijos de Eva,
y patriotas declarados.
En esta virtud, mi cielo,
desecha todo color,
y en sólo servir la Patria
haz que consista tu honor.
Viva el gran día de Mayo,
móvil de grandes acciones:
sacrifiquémosle, amigos,
nuestras innobles pasiones.
Allá va cielo, y más cielo,
cielito de mis paisanos:
en tal día sucumbieron
para siempre los tiranos.
Yo me despido con esto
de mis compatriotas todos:
no dirán que soy paisano,
que uso de malos modos.
Con Dios, te queda, mi cielo,
no premies a mi rival,
pues no es, como tu amante,
Argentino y Federal.
1) Se publicó el 28 de mayo de 1834.
2) La Liga Litoral o Pacto Federal se firmó el 4 de enero de 1831 entre las provincias de Buenos Aires, Entre Ríos y Santa Fe. Por él, dichas provincias adoptaban la forma republicana, representativa y federal y establecían una alianza contra cualquier tipo de agresión.
3) Véase referencia (2) a “Contestación a Chanonga”.
4) El cantar apunta a la necesidad de reintegrar Asunción, es decir, el Paraguay. Gaspar Rodríguez de Francia, cerró el Paraguay, lo replegó sobre sí mismo y lo hizo autosuficiente. Lo apoyaron aquellos sectores del pueblo no interesados en el librecambio y en el comercio con los Estados Unidos y Europa.
Quien quiera leer falsedades (1)
Quien quiera leer falsedades
y acostumbrarse a mentir;
el que quisiere vivir
de un tejido de maldades
y en religión ser ateo,
vaya hoy a Montevideo. (2)
Quien quiera ver a un caudillo
esclavo de los franceses, (3)
que sirvió a los portugueses
y que siempre ha sido un pillo
y protector del bloqueo,
vaya hoy a Montevideo.
Quien quiera fanfarronear
contando con aliados
para pagar sus pecados
si los llegan a pillar,
pues que los han de chasquear,
los Gabachos, según veo, (4)
vaya hoy a Montevideo.
Quien quiera ver osadía,
desfachatez, desvergüenza
con que hace sudar la prensa
la unitaria cofradía
que se encuentra allí en el día
reunida, como creo,
vaya hoy a Montevideo.
Quien quiera ver unitarios,
hombres de la nueva era
que siempre mudan bandera
de pobres y mercenarios,
que de puro visionarios
forman un gran cacareo,
vaya hoy a Montevideo.
Quien quiera hablar en francés,
en catalán, vascongado,
todo idioma arrevesado,
y que no sepa quién es,
y hallarse en un entremés
o en un extraño museo,
vaya hoy a Montevideo.
1) Este cantar fue escrito en respuesta a una letrilla unitaria que se publicó el 7 de diciembre de 1839.
2) Los unitarios, derrotados en Buenos Aires, se habían establecido en Montevideo y constituido allí una especie de gobierno paralelo que se llamó Comisión Argentina.
3) Se refiere a Fructuoso Rivera, caudillo de la Banda Oriental, instrumento de los franceses y candidato de los emigrados unitarios para crear conflictos por la pertenencia de Entre Ríos y Corrientes a la Banda Oriental, hecho que finalmente llevaría a un enfrentamiento con Rosas.
Con las mozas de mi pago
Con las mozas de mi pago,
sin contar con los muchachos,
sobran para rechazar
a cincuenta mil fortachos.
Cielito, cielo que sí,
cielito y ande la rueda,
y aunque se agregue de yapa
el guapo Frutos Rivera.
Si acaso el pardo se atreve
nos hemos de ver las caras,
y en el primer empujón
los levantaremos varas.
Cielito, cielo que sí,
cielito y sigan las danzas
hasta ver los unitarios
en la punta de las lanzas.
Qué diablos nos han de hacer
los unitarios morados,
si en todas las ocasiones
han salido revoleados.
Cielito, cielo que sí,
cielito de la victoria,
no ha de quedar de esa raza
ni siquiera la memoria.
Dicen que allá en la ciudad
los han parado en rodeo
porque siguen embrollando
con los de Montevideo.
Cielito, cielo que sí,
cielito y viva el Gobierno,
que al unitario traidor
le hace ver el quinto infierno.
Que viva el Restaurador
y los federales fieles,
revienten los unitarios
echando bofes y hieles.
Cielito, cielo que sí,
cielito y viva el amor,
más tratándose de unitarios
lo mejor es el rigor.
Y con esto me despido
hasta que vuelva a cantar.
Que viva la Independencia
y el sistema Federal.
Cielito, cielo que sí,
cielito, siga la empresa,
porque a nadie le tememos
con Rosas a la cabeza.
Federales argentinos
Federales argentinos:
la guerra se ha declarado:
a favor de los malvados
los franceses han venido; (1)
los franceses atrevidos.
¡Mire que les ha’i pesar!
porque hoy tenimos que hablar
tengalón por entendido
que a nuestro país argentino
jamás lo han de gobernar.
Pero por fin, compatriotas,
no permitamos jamás
que a nuestro país general
venga una nación remota.
Prevengamos a las tropas
para poder defender,
y Rosas, don Juan Manuel,
él, en su Patria constante,
hacia un federal amante
hasta morir o vencer.
Pero por fin, argentinos,
empuñemos los aceros
y gritemos, compañeros:
-franceses ¿a qué han venido?
El gran Rosas ha sabido
y les quiere averiguar
y qué han venido a buscar
en nuestro país argentino
así, conforme han venido,
pronto se manden mudar.
Los franceses revolcados
van saliendo a la angostura,
van viendo su sepultura
ande han de ser sepultados;
si no les gusta el agrado
prevénganles a su rey,
que no les niegue la ley
que pasarán a otra cosa.
Si no saben, que lo sepan,
hoy el que gobierna es Rosas.
1) Desde los primeros años posteriores a la independencia, Francia tenía interés en el Río de la Plata, pues necesitaba ampliar su comercio exterior. No obstante, debía encontrar una excusa aceptable para su intervención, sobre todo, para no chocar con Inglaterra. Esa excusa fue la prisión de seis franceses, unos por delitos comunes y otros por no haber accedido a cumplir servicios como guardias nacionales en 1838. Como el gobierno de Rosas no aceptara la posición del francés, que exigía la libertad de los detenidos, el contralmirante Leblanc declaró el bloqueo a Buenos Aires. Los franceses no estaban solos, contaban con el apoyo de la generación de intelectuales románticos, que se aliaron a los sitiadores creyendo que “había que echarse en manos de Francia, para salvar la civilización europea, instituciones, hábitos e ideas en las orillas del Plata”. Contraria fue la actitud de las clases populares, que apoyaron incondicionalmente a Rosas y lo ayudaron a consolidar su poder.
Todo hombre de mal hacer (1)
Todo hombre de mal hacer
debe de ser fusilado
porque el corazón dañado
nunca deja de tener;
por eso don Juan Manuel
esto debe corregir
al saberse dirigir
con sus guapos federales
para que muera Lavalle
muera Rivero y Madrid. (2)
1) Olga Fernández Latour indica que este cantar fue compuesto inmediatamente después del pronunciamiento del general Lamadrid en Tucumán. Enviado a esa provincia por Rosas con el objeto de recuperar material de guerra, aprovecha esa oportunidad para pronunciarse contra Rosas, y actuar, aparentemente, de acuerdo con los unitarios Avellaneda y Piedrabuena. Su conducta no fue clara. El mismo Lamadrid se ve obligado a explicarlo: “yo no formé jamás la idea de traicionar esa confianza (de Rosas…). Más, hecho ya el pronunciamiento no me juzgué en el deber de retirarme (…) y es por esto que siguiendo el voto de la mayoría me pronuncié por él.
2) Rivera.
Tucumán, Salta y La Rioja
Tucumán, Salta y La Rioja, (1)
Santa Fe con Chilecito,
todos vienen uniditos
a pelear contra La Rioja (sic) (2)
sólo San Juan y Mendoza
con su misión la cumplieron,
porque toditos creyeron
que Lavalle entraría
y en Buenos Aires pasaría
a toditos a degüello.
Hoy es tiempo, federales,
que empeñéis vuestras espadas
y hagáis que sean respetadas
por los pérfidos rivales
que son plagas infernales
que tratan de devorar
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
vuestra religión preciosa
ya es tiempo ‘e morir por Rosas
¡viva un bravo federal!
1) Tucumán y Salta primero, a las que más tarde se unieron La Rioja, Catamarca y Jujuy, firmaron un acuerdo que se llamó la coalición del Norte. En virtud de este acuerdo quitaron a Rosas la representación de las relaciones exteriores, esperando el éxito de las tropas de Lavalle que estaba a punto de invadir Buenos Aires.
2) En lugar de La Rioja, Olga Fernández Latour propone leer “La Rosa”, nombre que se daba frecuentemente al Juan Manuel de Rosas|Restaurador de las Leyes. Con esta lectura el cantar mantendría coherencia.
Soy de los escoltinos
Soy de los escoltinos (sic) (1)
que llevó Francia,
voy volviendo a mi tierra (2)
sin esperanza.
Soy de los escoltinos
de don Juan Manuel,
donde clavo mi lanza
revienta un clavel.
El general Lavalle
y el correntino (3)
en el Quebracho Herrado
fueron vencidos.
Al general Lavalle
y al presidente (4)
no le sirvió de nada
toda su gente.
1) Los que hacen escolta.
2) Véase nota 1 a “Federales Argentinos”.
3) Se trata del gobernador correntino Pedro Ferré, cuyas fuerzas regulares participaron junto con las de Lavalle en Quebracho Herrado.
4) El presidente es el de la República Oriental del Uruguay, Fructuoso Rivera.
De la otra banda mandaron
De la otra banda han mandado
los de la ira venenosa
una caja de regalo
a quitar la vida a Rosas (1)
y Rosas considerado
la recibe muy atento.
Pero les dice al momento
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
-Esta caja se ha de abrir
cuando le llegue su tiempo.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Dice doña Manuelita:
-“treinta de marzo; al momento
abra la caja, porque es
día de mi nacimiento”.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
La abrió de un modo suave
pero se falseó la llave
por eso le falló el tiro.
Ocurre toda la gente
a ver esto que pasaba.
La caja les presentaba
de un gran Rosas, continente.
Dicen todos permanentes
con palabras ofertosas:
-¡Qué caja tan venenosa
han mandado estos malditos
con dieciocho cañoncitos
a quitar la vida a un Rosas!
El clama su Independencia
tiene su patria segura
por eso a Rosas ayuda
un dios de la providencia,
unitarios traicioneros
que siempre han de ser rivales.
¡En vano gastan dinero
en contra ‘e los federales!
1) El cantar alude a la inquietud que despertara entre los allegados a Rosas una caja que le enviaron como regalo el 26 de marzo de 1841 y que tenía como fin acabar con su vida. Se trataba de una bomba de las denominadas “caja infernal” , destinadas a explotar al ser abiertas.
El ilustre federal
El ilustre federal,
Restaurador de las Leyes,
colocó en su nuevo muelle
la piedra fundamental. (1)
Donde fueron a firmar
los de la plaza mayor,
en prueba de la intención
que tuvo don Juan Manuel,
con su intentado (sic) saber
y sabia disposición.
Sin federación no hay patria,
sin virtud no hay religión
-pues todas serán desgraciadas-;
el cuida con eficacia
a nuestra patria querida,
hoy semilla florecida,
ayer gimiendo se vio
porque la ruina sufrió,
y salvó la patria mía.
Rosas es un centinela,
muy celoso militar,
que con ansia singular
por su patria se desvela;
tan sólo salvarla anhela
de los rigor (sic) del tirano,
con el fusil en las manos
que si duerme se despierta
y les grita: -¡Alerta! ¡alerta!
A sus nobles ciudadanos.
1) Es probable que este cantar se refiera, según indica Olga Fernández Latour, a la inauguración del paseo público en la barranca del río en 1844. Se extendía desde el monumento a Juan de Garay hasta la calle Sarmiento.
¿Por qué desprecias, Urquiza?
¿Por qué desprecias, Urquiza,
a vuestra causa sagrada?
Contra un Restaurador,
¿por qué levantas tu espada? (1)
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Rosas eterno, inmortal,
por la causa te lo pido,
castigar todo atrevido
hasta verlo sepultado.
Castigar todo malvado,
que brille más nuestra espada.
Que las armas respetadas
las miren con más recato.
No miren con desacato
a vuestra causa sagrada.’
‘
Urquiza se ha figurado
que las provincias son dél, (2)
que lo han de favorecer
por ser constitucionario.
No es razón de que un voltario
tenga carácter de honor.
¿Por qué con tanta inrazón
a las leyes has faltado?
¿Por qué te habrás sublevado
contra un gran Restaurador?
1) Este cantar puede ser fechado después del pronunciamiento de Urquiza el 1º de mayo de 1851. El Brasil y los emigrados lo habían elegido como el instrumento para enfrentar y, eventualmente, derrotar a Rosas y a la Confederación. Por el decreto del 1º de mayo, declaraba que asumía el ejercicio de las atribuciones delegadas en el gobierno de Buenos Aires y que se entendería con los demás gobiernos del mundo hasta tanto se constituyera la República.
2) Los gobiernos provinciales, exceptuando el de Corrientes, rechazaron el pronunciamiento de Urquiza y ratificaron su confianza en el Restaurador.
¡Al arma, argentinos!
¡Al arma, argentinos!
¡cartucho al cañón!
que el Brasil regenta
la negra traición. (1)
Por la callejuela,
por el callejón,
que a Urquiza compraron
por un patacón.
Triunfará de Rosas
la negra traición
cuando la naranja
se vuelva limón.
Por la callejuela,
por el callejón,
que a Urquiza compraron
por un patacón.
1) La fecha de este cantar es posterior al pronunciamiento de Urquiza. Brasil había dado garantía de ayuda a Urquiza en el caso de un levantamiento. El 29 de mayo se firmó un tratado entre el Imperio, el gobierno de Montevideo y el de Entre Ríos, de alianza ofensiva y defensiva que llegaría hasta el enfrentamiento con Buenos Aires.
Arriba muchachos
Arriba muchachos
que las ocho son
y ya viene Urquiza
con su batallón.
Déjalo que venga,
déjalo venir,
que a fuerza de palos
lo haremos salir.
Carta de una negra
Hacemi favol, ño Pancho,
de esplicalmi tu papeli
polque yo sol bosalona
y no lo puedo entendeli.
Yo quisiela que me diga
lo que ti quelí decí,
polque tío Juan, mi malido,
quiele también escribí.
El es neglo bosolona
pelo neglo fedelá,
y agradecido a la Patlia
que le dio la libeltá.
Esi neglo cada noche
sueña con don Juan Manuel,
y luego, de mañanita,
otla vesi hablando de él.
Como esti gobelnádola
me dice, e niño tan güena,
e pleciso, Catalina,
que el Señol nos lo conselva.
Ya vistes en el candombe
cómo glitan los molenos:
“¡Viva nuestlo padle Losas,
El gobelnadol más güeno!”.
Que vivan los federales
Que viva la Virgen Santa
y nuestra Federación.
Que viva el paisano Rosas
y la divisa punzó.
Que vivan los federales
que viva don Juan Manuel
que viva doña Manuela
y López amigo fiel.
En la puerta de mi casa
tengo abierto un corazón,
con un letrero que dice:
viva la Federación.
Viva la Patria Bendita
Viva la cinta punzó,
viva la celeste y blanca,
viva la Federación.
A la Santa Federación
la llevaron a enterrar,
le echaron poquita tierra
y ha vuelto a resucitar.
Viva el gaucho surero
que es como cuadro,
cuando le aprieta las paibas
al unitario.
Que viva la santa causa
y don Juan Manuel.
Que viva su ilustre hija
y la escrebida Ley.
En la puerta de mi casa
tengo una cinta punzó,
con un letrero que dice:
Viva la Federación.
Salta el sol, salta la luna
salta la flor del peral.
Viva la muchacha que ama
a un muchacho federal.
Ay negra del alma mía,
negrita y suelo natal
que viva don Juan Manuel
y el partido federal.
Viva Dios, viva la Patria,
viva la flor del pepino,
viva la moza que tenga
amor con un argentino.
Un gaucho lindo cantaba
con su guitarra, a caballo,
vivando la Patria grande
y el 25 de Mayo.
En la puerta de mi casa
tengo un letrero de plata,
y a todos está diciendo
que siempre viva la Patria.
Negrita, negra querida,
negra de Puente de Márquez,
no andés comiendo chatasca
que están podridos los charques.
Los salvajes unitarios II
Los salvajes unitarios
andan malevo por ahí;
si el federal los agarra
les hai tocar el violín.
Que vivan los federales,
y viva el Restaurador,
y viva doña Manuela
Viva la Federación.
Muera el salvaje Lavalle
y el Guarda-Chanchos (1)
Que ni pa’ pasto sirven
de los caranchos.
Que viva la santa causa
y don Juan Manuel
Que viva su ilustre hija
y la escribida Ley.
1) Se refiere al rey de Francia.
Canción del violín (1)
A los federales
de composición,
que con los salvajes
forman reunión,
verga por los lomos
sin cuenta y razón;
y si se resisten,
violín y violón.
El que con salvajes
tenga relación,
la verga y degüello
por esta traición:
que el santo sistema
de Federación
le da a los salvajes
violín y violón.
Paz con los salvajes
no habrá nunca, no,
mientras viva Rosas
El Restaurador:
así los esclavos
del vil pardejón
tendrán como su amo
violín y violón.
Sigamos a Rosas
El Restaurador
fiel a los principios
que nos enseñó;
y a los enemigos
de nuestra nación,
démosle los netos
violín y violón.
Coro
Federales fieles
al Restaurador,
con los gambeteros
violín y violón.
1) Las batallas entre unitarios y federales solían ser muy cruentas, casi siempre los pocos sobrevivientes del ejército derrotado eran ejecutados, luego se les cortaba la cabeza y se la exhibía como escarmiento. Ambos bandos acostumbraban a castrar a sus enemigos, a cortarles la lengua, las orejas o arrancarles la barba con piel. Mas allá de las exageraciones de los relatos, abundaban las cabezas decapitas enviadas como obsequio, y la pasión por el degüello quedó reflejada en este cancionero federal.
Himno de los Restauradores
¡Oh gran Rosas! tu pueblo quisiera
mil laureles poner a tus pies;
mas el gozo no puede avenirse
con el luto y tristeza que ves.
¡Aguilar y Latorre no existen
Villafañe el invicto, murió
y a tu vida tal vez amenaza
de un malvado el cuchillo feroz.
De discordia la llama espantosa
a el país amenaza abrasar
y el audaz demagogo se mira
la orgullosa cerviz levantar.
¿No los ves como ledos conspiran?
¿cual aguzan su oculto puñal?
¿cual meditan la ruina y escarnio
del intrépido y buen federal?
Esa horda de infames ¿qué quiere?
sangre y luto pretende ¡qué horror!
empañar nuestras nobles hazañas
y cubrirnos de eterno baldón.
¡Ah! cobardes temblad es en vano
agoteis vuestra saña y rencor.
Que el gran Rosas preside a su pueblo,
Y el destino obedece a su voz.
¡Asesinos de Ortiz y Quiroga!
de los hombres vergüenza y borrón,
a la tumba bajad presurosos
de los libres temed el furor.
Esos mismos que en Márques vencieron
en San Luis, Tucumán y Chacón,
con la sangre traidora han jurado
de venganza inscribir el padrón.
Del poder la Gran Suma revistes,
a la patria tu debes salvar;
¡que a tu vista respire el honrado
y al perverso se mire temblar!
La ignorancia persigue inflexible
al talento procura animar
¡Y ojalá que tu nombre en la historia
una página ocupe inmortal!
Coro
Alza ¡oh Patria! tu frente abatida,
de esperanza la aurora lució:
tu Adalid valeroso ha jurado
restaurarte a tu antiguo esplendor.
Canción para Manuelita
En el Prado de Palermo
hay esbelta y olorosa
entre nardos una rosa
que es de carmín su color;
de su cáliz purpurino
que al que se acerca consuela
se ve salir a Manuela
simbolizando el candor.
Coro
Cantad argentinos
el día dichoso
natal venturoso
de un ángel de luz.
1) En la batalla librada en Tinogasta –Catamarca-, las fuerzas del ejército nacional fueron derrotadas por las del montonero Estanislao Medina en marzo de 1867.
2) Melitón Córdoba comandaba las fuerzas enemigas.
Fuentes
Blomberg, Héctor Pedro – Cancionero Federal – Buenos Aires (1934)
Carrizo, Juan Alfonso – Cancionero popular de Catamarca – Buenos Aires (1987).
Chávez, Fermín – Juan Manuel de Rosas, su iconografía – Buenos Aires (1970).
Draghi Lucero, Juan – Cancionero popular cuyano – Mendoza (1938).
Fernández Latour, Olga – Cantares Históricos de la tradición argentina – Buenos Aires (1960).
Lanuza, José Luis – Cancionero del tiempo de Rosas – Buenos Aires (1941).
Moya, Ismael – Romancero – Buenos Aires 81941).
Oscar J. Planell Zanone / Oscar A. Turone – Agrupación Patricios Reservistas – Patricios de Vuelta de Obligado.
Rivera, Jorge B. – La primitiva literatura gauchesca – Buenos Aires (1968).
Rosa, José María – Historia Argentina.
Soler Cañas, Luis – Megros, gauchos y compadres en el cancionero de la Federación – Buenos Aires (1958).
Terrera, Guillermo Alfredo – Cantos tradicionales argentinos – Buenos Aires (1967)
Turone, Gabriel Oscar – Cantares de la Federación – Buenos Aires (2008).
Vignolo, Griselda y Nuñez, Angel – Cancionero Federal – Buenos Aires (1976).
Se permite la reproducción citando la fuente: www.revisionistas.com.ar
http://www.revisionistas.com.ar/?p=3075
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Gobierno de Rosas:
El año argentino se inicia con una dura lucha en el interior, el 5 de enero el coronel José Martín Yanzón, con complicidad de los comandantes riojanos Angel Vicente Peñaloza, Hipólito Tello y Lucas Llanos, intenta destituir al gobernador de La Rioja.
El general Tomás Brizuela descubre la conspiración y derroca a Yanzón en el combate de Pango.
El 18 de enero el general Eustaquio Medina es derrotado en La Tablada por el coronel Manuel Puch, que asume provisoriemente como gobernador de Jujuy.
El día 23 de enero el general Francisco Javier López al frente de una fuerza de salteños penetra en la provincia de Tucumán. El Gobernador, general Heredia, lo ataca y lo derrota en toda la línea en las márgenes del río Famaillá. A sólo dos días del combate y junto al mismo río, el General Javier López es fusilado junto al doctor Angel López, su secretario. El coronel Juan Balmaceda salva su vida pero es deportado a Santiago del Estero. El 28 de enero Alejandro Heredia ordena firmar un pacto con Catamarca, este convenio es suscripto por los doctores Napoleón Boneti por Catamarca y Juan Bautista Paz por Tucumán.
El general Brizuela impone como gobernador de San Juan al caudillo Nazario Benavidez, quien es elegido por la Legislatura.
El 5 de marzo el coronel Felipe Heredia es elegido gobernador de Salta, después de que el general José Antonio Fernandez Cornejo presentara la renuncia a su cargo , el coronel Eustaquio Medina es repuesto en el cargo de gobernador de Jujuy , pero muere repentinamente 2 días después y es elegido Pablo Alemán un hombre incondicional de Alejandro Heredia. De esta manera Jujuy , Salta y Catamarca quedan bajo la influencia de Alejandro Heredia.
El 18 de abril la Sala de Representantes de Tucumán reelige al general Alejandro Heredia como gobernador de la provincia.
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Re: Virreinato del Río de la Plata
La política rosista tiene un emblema - el de federación o muerte - que día a día extiende su poder. Por primera vez este año la bandera rosista flamea en el Fuerte, que es la tradicional residencia de Gobierno. No así la nacional, creada por Belgrano. Se establece también la Compañía de Jesús y en acto oficial se reabre la Catedral reformada, ceremonia que Buenos Aires celebra jubilosamente.
Queda a su vez reglamentado el tránsito de vehículos y peatones, mientras la ciudad va adquiriendo un tono “colorado” en sus paredes.
Quienes aún conservan la pintura celeste - característica de las viviendas a partir de mayo de 1810 - optan por acompasarse a esta nivelación que se produce en todos los otros ámbitos del quehacer porteño.
Dos muertes sacuden a la opinión pública. La de fray Justo Santa María de Oro y la del General Juan Ramón González Balcarce.
Sarmiento que permanecía en Chile trabajando en una mina de plata regresa a San Juan para dedicarse exclusivamente a la enseñanza.
La Casa de Moneda, creada en 1836 a partir de la disolución del Banco Nacional se convirtió en un verdadero Banco,o sea una institución para depósitos, descuentos y emisión de papel moneda
La alimentación porteña no parece estar en crisis. La ciudad posee diversos mercados, destacándose el de carne, donde hoy está ubicado el Congreso Nacional y el de verduras y aves, donde se encuentra hoy el edificio de la Aduana. El Mercado del Centro - el más grande y antiguo de los pertenecientes a la Municipalidad - poseía su entrada principal en la esquina de las calles Alsina y Perú, y otra en las calles Chacabuco y Moreno. El comercio de la leche está en manos de criollos. Los más traen el producto de los alrededores de la ciudad, donde tienen sus tambos, “en botijas o porrones de barro forrados en cuero”, como bien informa Manuel Bilbao. Estos lecheros venden además mazamorra, la que los porteños juzgan más sabrosa por el hecho de ser transportada a caballo. Confiesan que el movimiento del animal, el traqueteo, influye notablemente en el gusto del típico alimento. El lechero es muy querido por la población. Hay repartidores muy jóvenes - 10 años - a quienes se encuentran más de una vez cuando bajan al río “donde bautizan su mercancías”. Pero quienes dan la nota insólita son las lecheras. Visten original atuendo: poncho de paño - casi siempre deteriorado por la intemperie y las lluvias – una enagua y un gran sombrero de hombre, perforado.
Se ha extendido, asimismo, la costumbre de cantar. El profesor Esteban Massini no da abasto para atender en su estudio a los numerosos jóvenes que acuden a tomar lecciones de canto y guitarra. Son muy conocidos como maestros de guitarra “un tal Trillo y un tal Robles”, quienes suelen acompañar a los enamorados cuando dedican serenatas “al tierno objeto de su amor”. Don Francisco Munilla - que ocupa el café denominado Marcos - es además de jovial aficionado al piano uno de los más fervorosos “de la noche” porteña. Propone a sus compañeros dar una serenata gigante, principiando por Manuelita, por las dudas. Una medianoche de noviembre sale con cerca de 300 acompañantes. Cuatro changadores portaron el piano y otros llevaron atriles y faroles. Pese a no haber cumplido con lo que ya era norma - la venia o aprobación - el insólito concierto “fue muy bien recibido” por las altas autoridades.
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Re: Virreinato del Río de la Plata
En Buenos Aires prosigue acentuándose el egoísmo localista. El Banco Nacional, creado por Rivadavia con el objeto de acrecentar las economías del interior del país, es abolido por Juan Manuel de Rosas.
En la disolución del Banco se hace referencia a las “soberanías financieras” de las provincias. Pero estas soberanías no hacen más que complicar las cosas ya que al permitirles emisiones de moneda a voluntad son un nuevo motivo de desunión del país. Además, “El Banco Nacional acostumbraba otorgar créditos al 6 % anual. Eliminado el Banco, los grupos de aprovechados capitalistas reiniciaron sus acostumbradas operaciones de préstamos al 20 y al 25 % de interés”. Significativamente, este año queda fundado el Banco de la Provincia de Buenos Aires.
También la Junta de Representantes de la Provincia de Buenos Aires dispone por ley la venta de 1500 leguas cuadradas que habían sido dadas en enfiteusis. En la Banda Oriental , Fructuoso Rivera se subleva contra el gobierno de Manuel Oribe
Año 1836 del gobierno de Juan Manuel de Rosas
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Rosas y la Iglesia
Mientras que los unitarios quedaron identificados con las medidas anticlericales de Bernardino Rivadavia. Rosas gustaba asociar el federalismo con la estricta observancia de la fe católica. Restauró iglesias y permitió el regreso de dominicos y jesuitas. Esto le valió el apoyo del clero local, que se convirtió en sostén de su figura . Era habitual oficiar misa con el crucifijo junto a la imagen del Restaurador. Para Rosas la iglesia era una de las más importantes garantías de orden social y político. Por eso, la controló rígidamete , se reservó el derecho de patronato, en lo relativo al nombramiento de los sacerdotes, y mantuvo a distancia la jurisdicción papal.
Año 1836 del gobierno de Juan Manuel de Rosas
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Re: Virreinato del Río de la Plata
El Bicentenario y el mito del origen
Para no ser menos que los demás países latinoamericanas, también aquí conmemoraremos con pompa y boato nuestro bicentenario. Al parecer en 2011 se cumplen doscientos años de unos episodios que merecen celebrarse por todo lo alto. Da la impresión, sin embargo, de que el inminente ritual abocado a afirmar nuestra incierta singularidad fuera más importante que arrojar luz sobre los acontecimientos históricos que dieron origen a este país.
No sería un mal comienzo preguntarnos de qué se cumplen esta vez doscientos años en este país. Nada sencilla debe de resultar la respuesta cuando la propia comisión oficial del Bicentenario inicia la justificación de su creación contándonos que en 1811 se inició “el Proceso de Emancipación Oriental” –con las mayúsculas de rigor– y concluye naufragando en las procelosas aguas de la identidad colectiva y los valores nacionales cuyas actas de nacimiento hasta ahora nadie ha tenido la osadía de fechar.
Tan complicado resulta rastrear los orígenes de nuestra nacionalidad (me refiero aquí a un Estado uruguayo independiente, distinto al de las Provincias Unidas del Río de la Plata, no a la ruptura con el poder colonial) que desde que se comenzó a hablar del Bicentenario se han mencionado las fechas más extravagantes para celebrarlo. Desde la del ex presidente Sanguinetti, que propuso hacerlo en 2013, cuando se cumplirán doscientos años de las famosas Instrucciones del Año XIII, que al parecer condensan el pensamiento político de nuestro héroe nacional, José Artigas, hasta la de otro ex presidente, que –no estoy bromeando– propuso datar el año cero de la uruguayeidad en ese instante fecundo en el que un espermatozoide del padre de Artigas terminó encontrándose con un óvulo de la madre, hasta las más razonables de hacerlo en mayo de 2010, año del bicentenario de la Primera Junta de Buenos Aires, un movimiento autonomista al que estuvo inequívocamente subordinado el levantamiento en la Provincia Oriental. Curiosamente nadie ha propuesto celebrar el bicentenario de la declaración de independencia (del imperio brasileño)* el 25 de agosto de 1825, con la que, salvo noticia en contrario de última hora, seguimos machacando a nuestros escolares.
La dificultad para encontrar un consenso reside, en mi opinión, en que los entusiastas de la celebración del bicentenario están más pendientes de su significación político-cultural actual que del apego a la “verdad histórica” (sea el que fuere el estatuto, siempre discutible, de esa verdad).
Toda comunidad política es portadora de un relato sobre sus orígenes; relato que guarda una vaga relación con el de los historiadores, porque su propósito no es acercarse a alguna forma de verdad sobre el pasado, sino dotar a la propia comunidad política de un mito fundacional, esto es de por qué nosotros, los ciudadanos de este bendito país, por ejemplo, formamos una comunidad política diferenciada de nuestros vecinos. Esa narración debe estar, pues, expurgada de cualquier referencia factual que la contradiga, de todo lo que no queremos recordar, de las vergüenzas sobre las que se erigió el Estado, y en general de todo aquello que pone en entredicho nuestra supuesta singularidad. El mito del origen, el mito fundacional incluye, pues, y en lugar privilegiado, lo que algunos han llamado el narcisismo de la diferencia: constituimos hoy una comunidad política separada de las demás porque somos diferentes, porque siempre fuimos diferentes. (“Nunca tan pocos fueron capaces de semejante hazaña”, dijo nuestro presidente a propósito de nuestra independencia). A esa narración no le bastan las vicisitudes y contingencias de la historia para explicar el origen de la propia comunidad política. Le parecen poca cosa, tal vez porque en eso todas las historias nacionales se asemejan. Necesita apelar a una voluntad primigenia, prepolítica, anterior a la formación de esa comunidad política. Es decir, necesita una ficción que dé cuenta, que explique y legitime, los poderes constituidos (porque esa voluntad es un genial invento del acuerdo que dio nacimiento a la comunidad política). Ficciones son la soberanía del pueblo, de la nación o la voluntad general invocadas por todas las constituciones modernas, que presuponen esa soberanía y esa voluntad general, cuando en verdad las crean en el acto mismo de su fundación para dotarse de una legitimidad inhallable en otra parte. Son, pues, ficciones políticamente necesarias.
La historia oficial de este país, la que se enseña en las escuelas y liceos, es una fábula para dotar a este país de su propio mito del origen. Lo preocupante no es, sin embargo, el carácter mitológico o fabuloso de esa historia (después de todo, también en esto nos parecemos a los demás pueblos de la Tierra), sino que buena parte de la academia no se atreva a impugnar los tabúes patrióticos. Dos grandes nombres de nuestra historiografía nacional así lo confirman. José Pedro Barrán polemizó en su momento con Sanguinetti sobre el justificado rechazo de éste a celebrar el 25 de agosto de 1825 alegando que los líderes políticos deben “respetar y asumir las tradiciones y los mitos”. Y Juan Pivel Devoto no tuvo remilgos en reconocer que “no estoy dispuesto a dar elementos que socaven a los grandes héroes que han contribuido a crear la nacionalidad […]. De esos elemento no doy datos, aunque los conozca”.
La ficción tiene dos ingredientes infaltables en todo relato sobre los orígenes nacionales, la fecha del nuevo comienzo y un héroe que personifica la voluntad de ser independientes. Su propósito inocultable, desargentinizar (verbo que tomo prestado de Guillermo Vázquez Franco) la historia uruguaya. No me ocuparé esta vez de José Artigas, ese caudillo algo brutal que estaba condenado a ser en su contexto histórico y que la historiografía autóctona se ha empeñado en convertir en un Thomas Jefferson de las Pampas. Me referiré únicamente a las otras justificaciones de las inminentes celebraciones del Bicentenario que se ciernen, amenazantes, sobre nosotros.
Pretender que 1811 fue el año cero de la independencia uruguaya, sólo puede atribuirse a la porteñofobia propia de los uruguayos, al empeño, como digo, de desargentinizar nuestra historia, una de cuyas iniciativas más notables consiste en separar el inicio del “Proceso de Emancipación Oriental” del resto de las Provincias Unidas, que comenzó un año antes… si es que un proceso puede fecharse.
El problema con el farragoso palabrerío de la comisión del Bicentenario es que los sentimientos y la voluntad independentistas de los orientales son inhallables en el año escogido como coartada del bicentenario (1811). No hay ninguna continuidad, sino más bien ruptura, entre aquellos episodios y la independencia uruguaya. Sencillamente porque los caudillos de extensas haciendas que se levantaron aquel año de este lado del río Uruguay contra el imperio español podían estar llenos de fantasías pero ninguna de ellas incluía convertir a esta llanura, poblada por unas decenas de miles de habitantes mayoritariamente analfabetos, en un Estado independiente.
La independencia no figuraba ni remotamente como hipótesis de este incipiente movimiento. No figuraba en la proclama de Mercedes (1811) ni en el discurso de abril de 1813 (Congreso de Tres Cruces, convocado, conviene no olvidarlo, para mandatar a los delegados orientales al Congreso General Constituyente de las Provincias Unidas reunido en Buenos Aires). En su discurso de Tres Cruces Artigas no deja dudas: “esto ni por asomo se acerca a una separación nacional” (citado por Vázquez Franco en el libro sobre Francisco Berra). Las maneras que siguió luego para resolver sus discrepancias con Buenos Aires acerca de la dirección de la guerra contra Montevideo, el último bastión colonial en el Río de la Plata, o sus inciertas ideas federalistas no deberían confundirse, como hace interesadamente la mitología patria, con un espíritu independentista. Son el mismo federalismo y las mismas discrepancias que mantendrían con Buenos Aires provincias como Entre Ríos o Santa Fe.
Miguel Barreiro, secretario personal del caudillo y gobernador delegado de Montevideo, designado para tal cargo por el propio Artigas (quien jamás vivió en Montevideo, porque detestaba la vida urbana) escribió el 27 de diciembre de 1816 a Juan Martín Pueyrredón, director supremo de las Provincias Unidas; “es muy claro que nosotros [los orientales] no podemos caer en el delirio de constituir solos una nación”.
“Nunca fue la Banda Oriental menos feliz que en la época de su desgraciada independencia”, dirá unos años más tarde Fructuoso Rivera, primer lugarteniente de Artigas, sobre el período en el que su jefe reinó sobre esta provincia (la cita también la tomo de Vázquez Franco).
En fin, no hay historiador serio que aporte un solo dato significativo en defensa de la indemostrable hipótesis de que en 1811 se inició el “Proceso de Emancipación Oriental” como pretende la comisión del Bicentenario, salvo que se lo entienda pura y exclusivamente como separación de la Península. Pero si ese proceso refiere, tal como sugiere pero no dice explícitamente el mito fundacional, a la constitución de esta provincia en Estado separado de las Provincias Unidas del Río de la Plata, la confederación precursora de la República Argentina, entonces ingresamos de lleno en la ficción.
La ventaja que tiene la elección de 1811 para la leyenda patria consiste en que cualquier otra hubiera resultado mucho más embarazosa, sino lisa y llanamente destructora de los pilares en los que se basa. Repasemos las alternativas a disposición de nuestra comisión oficial.
La declaración de la Independencia por la Sala de Representantes de esta provincia de agosto de 1825, feriado nacional desde tiempos inmemoriales y motivo de celebraciones en todos los centros escolares, con los preceptivos discursos, banderas e himnos, fue olímpicamente desechada como alternativa. Resultaba demasiado vulnerable para el mito de la fundación nacional. Esa declaración incluía dos leyes: la de independencia, que comienza por declarar “írritos, nulos, disueltos y de ningún valor para siempre, todos los actos de incorporación, reconocimientos (…) arrancados a los pueblos de la Provincia Oriental por la violencia de la fuerza, unida a la perfidia de los intrusos poderes de Portugal y el Brasil, que han tiranizado sus inalienables derechos” y cuyo artículo segundo afirmaba que esta provincia “se declara de hecho y de derecho libre e independiente del rey de Portugal y el emperador de Brasil”. En suma, la declaración de independencia refería sin ningún género de dudas a Portugal y a Brasil, cuyos ejércitos ocuparon esta provincia en la década previa a su impensable e impensada independencia. Todos los escolarizados en esta comarca conocemos muy bien esta declaración de intenciones (no más que eso, pues de hecho la provincia tardaría tres largos años en hacerla efectiva), por habérsenos horadado la mente con su constante mención desde nuestra más tierna infancia.
El mito fundacional, sin embargo, oculta piadosamente la segunda ley aprobada en aquella ocasión, la Ley de Unión, que sostiene que “su voto general, constante, solemne y decidido es, y debe ser, por la unidad con las demás Provincias Argentinas a que siempre perteneció por los vínculos más sagrados que el mundo conoce. Por tanto, ha sancionado y decreta lo siguiente: ‘Queda la Provincia Oriental del Río de la Plata unida a las demás de este nombre por ser libre y espontánea voluntad de los pueblos que la componen’”. Esta página fue extirpada de los manuales escolares, tal como lo fue esta provincia de la confederación argentina cuando en 1828 Brasil, Argentina y Gran Bretaña fraguaron una independencia artificiosa e inimaginada por sus habitantes. Decididamente el 25 de agosto de 1825 resultaba contraindicado para el empeño desargentinizador de nuestra historia oficial. Aún hoy, nuestro mayor desvelo sigue siendo cómo no ser confundidos con los argentinos. Un escritor mexicano, Jorge Volpi, fue el que halló la mejor definición de los uruguayos: ser uruguayo es no ser argentino.
Meses antes de aquella declaración, cuando se produjo el celebérrimo desembarco de los llamados treinta y tres orientales en la playa de la Agraciada (financiados por, y armados en, Buenos Aires, y que en rigor, no sabemos si eran 33, aunque sí sabemos que no todos eran orientales, pues había argentinos de otras provincias), con el propósito de expulsar al ocupante luso-brasileño, la proclama de su jefe, Juan Antonio Lavalleja, a los residentes de la provincia hace una y otra vez referencia al gentilicio “argentinos orientales” y en una de ellas, “argentinos orientales, las provincias hermanas sólo esperan vuestra presencia para protegeros”, y en otra “La gran Nación argentina de la que sois parte…”.
Tres meses después, el Congreso Nacional Constituyente reunido en Buenos Aires (no hace falta aclarar que el adjetivo nacional siempre estaba referido a Argentina), aprueba “con el voto uniforme de las Provincias del Estado, y con el que deliberadamente ha reproducido la Provincia Oriental por el órgano legítimo de sus representantes en la ley de 25 de agosto del presente año, el Congreso General Constituyente, a nombre de los pueblos que representa, la reconoce de hecho reincorporada a la República de las Provincias Unidas del Río de la Plata, a que por derecho ha pertenecido y quiere pertenecer. En consecuencia, el Gobierno encargado del Poder Ejecutivo Nacional proveerá a su defensa y seguridad”. Era, de hecho una declaración de guerra al ocupante brasileño, que “enseguida se hizo popular y todos aceptaron con sus dolorosos sacrificios en nombre de la integridad nacional”, según Bartolomé Mitre, citado por Vázquez Franco.
La reacción de Lavalleja es exultante: “¡Pueblos! Ya están cumplidos vuestros más ardientes anhelos; ya estamos incorporados a la Nación Argentina”. ¿Puede quedar alguna duda acerca de los propósitos de quien es considerado –¡ay!– uno de los precursores de nuestra independencia? A ese Congreso prestó “su reconocimiento, respeto y obediencia” el gobierno provisorio de la Provincia Oriental.
Lavalleja y Rivera fueron premiados por la victoria de Sarandí con la banda de generales de la República Argentina y al menos hasta 1882 el gobierno argentino pagó los sueldos de todos los militares (argentinos u orientales) o a sus descendientes, que hicieron la campaña contra Brasil entre 1825 y 1828.
Una razonable alternativa disponible para los entusiastas de las celebraciones era mayo de 1810, pero –ya ha sido dicho– en ese caso “nuestro” bicentenario hubiera quedado adherido al argentino, que aunque más apegado a los hechos históricos, es precisamente lo que nuestros celebradores quieren evitar.
Queda, por fin, la verdadera fecha de la independencia (cabría decir de la amputación de esta provincia de sus hermanas argentinas), el 27 de agosto de 1828 con la firma de la Convención Preliminar de Paz en Rio de Janeiro entre las Provincias Unidas y el Imperio de Brasil, y la experimentada mediación de Inglaterra. Demasiado tardía para la ansiedad oficial, demasiado vergonzosa para el mito fundacional, erigido pacientemente, ficción a ficción, censura a censura, a partir de la segunda mitad del siglo XIX.
Empantanada la guerra entre las dos potencias sudamericanas, persuadido el imperio brasileño de que el Río de la Plata era su frontera natural, impermeable el gobierno de Buenos Aires a la posibilidad de ceder una de sus provincias a su gran vecino y rival, la independencia apareció como la única alternativa para destrabar el bloqueo. En ese contexto hace su irrupción la diplomacia británica, la más interesada en poner fin a una guerra que amenazaba con hacerse interminable y que conspiraba contra el desarrollo del comercio. El canciller George Canning y las artes persuasivas (y las presiones) de su enviado al Río de la Plata, lord Ponsonby, hicieron el resto.
De las negociaciones para la firma de la Convención de Paz en Río de Janeiro no participaron orientales, sino representantes del emperador brasileño y de la República de las Provincias Unidas y el mediador lord Ponsonby. A los orientales se les comunicó tras la firma que estaban condenados a encabezar un Estado independiente. El texto de la Convención sostiene que tanto el emperador como el gobierno de las Provincias Unidas no reconocen, sino que declaran, la independencia de la Provincia de Montevideo.
Dice el historiador Guillermo Vázquez Franco: “Los propios argentinos (hablo del medio millón largo, incluidos los setenta u ochenta mil orientales, obviamente) ni siquiera se enteraron de que, entre gallos y medias noches, con el artero negocio de la Convención Preliminar de Paz, se cercenaba de un plumazo el territorio nacional y, por ese acto, celebrado en Río de Janeiro, a la sombra tutelar de Ponsonby, orientales y entrerrianos, separados por unos metros, pasaban a ser (y lo seguirán siendo hasta la actualidad) formalmente extranjeros entre sí cuando, hasta el día anterior –26 de octubre- habían sido, como siempre, compatriotas”.
Pero temiendo que los orientales repitieran el trámite de 1825 y además de declararse separados de cualquier potencia extranjera, utilizaran su independencia para reunificarse con las Provincias Unidas, la Convención resuelve para qué declara separada a la provincia: “para que pueda constituirse en Estado libre e independiente” y no para otra cosa.
Por si fuera poco, ambas potencias se reservaban el derecho de intervenir en los años siguientes en la recién independizada provincia en caso de que disputas internas amenazaran la seguridad de cualquiera de ellas. Si algo pone en evidencia la naturaleza de la citada Convención es que la primera Constitución del futuro Estado soberano debía ser analizada y ratificada por las partes signatarias.
En un pasaje del “Manifiesto de la Asamblea General Constituyente y Legislativa” que redactó la primera constitución de este país en 1830 puede leerse que ”por un tratado entre la República Argentina y el Gobierno del Brasil, debía elevarse el suelo de nuestros hijos al rango de Nación libre e independiente”.
¿Y qué dice el Preámbulo de aquella Constitución? Que “nosotros, los representantes de los pueblos situados en la parte oriental del río Uruguay (ni siquiera tenía nombre el país), que en conformidad con la Convención Preliminar de Paz celebrada entre la República Argentina y el Imperio del Brasil […] debe componer un estado libre e independiente, reunidos en asamblea general, usando de las facultades que se nos han concedido cumpliendo con nuestro deber […] acordamos establecer y sancionar la presente Constitución”.
Para desilusión y contrariedad de las almas inflamadas por el patriotismo, la Convención Preliminar de Paz de agosto de 1828 es la única fecha cierta de nuestra independencia.
* Nota para el lector no uruguayo: la Provincia (o Banda) Oriental estuvo ocupada en los últimos ocho años antes de su independencia por tropas portuguesas primero y brasileñas después.
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Re: Virreinato del Río de la Plata
LAS MISIONES JESUÍTICAS Y LOS INDÍGENAS MISIONEROS EN LA
HISTORIOGRAFÍA DEL URUGUAY- 1
Lic. Oscar Padrón Favre Museo Histórico “Casa de Rivera” Durazno-Uruguay
El nacimiento del Estado Oriental coincidió con la emigración hacia su territorio de varios miles de indígenas misioneros que siguieron al Gral. Rivera y su ejército al abandonar las Misiones Orientales. Esta presencia dio lugar a fuertes debates que se ventilaron en la Asamblea Legislativa de la época y también en la prensa, enfrentándose quienes aprobaban y quienes desaprobaban esa masiva presencia de indígenas en una Colonia fundada en el extremo del territorio y la formación de un ejército de línea integrado mayoritariamente también por los misioneros. Sin duda esta discusión se basaba en razones de interés político pero en ella se dejaban traslucir, también, inocultables razones de prejuicio racial. Esta polémica, que tuvo su punto más candente en 1830, puso de relieve también la valoración histórica que de la obra de las Misiones y del pueblo misionero existía en algunos sectores de la sociedad y por eso hacemos mención a ella. Los opositores a su establecimiento afirmaban que “sin autorización se ha establecido un pueblo extraño en nuestras fronteras ... Los indígenas son miserables advenedizos ...que nada tienen ...y que nada trajeron sino miseria y santitos” (1), agregando otras expresiones despectivas hacia la religiosidad de los misioneros. Los partidarios de dicha presencia indígena realizaban la defensa de esa población con sólidos argumentos de carácter histórico que merecen recordarse:
“¿Tendremos la impudencia de llamar una colonia de advenedizos miserables? Desde el Río Negro al Yí (empecemos por ilustrarnos con la propia historia del país que pisamos) en donde quiera que el indígena de las Misiones clave un horcón para construir la casa que ha de abrigarlo, aquella es su patria , aquella es la heredad que la naturaleza consignó a sus padres y que explotada por ellos, es para sus hijos una propiedad menos cuestionable que la nuestra sobre lo que hoy se llama el Estado Oriental .... Al derecho de primer ocupante, reúne el guaraní otro más respetable. Él limpió esta tierra de fieras, él fue el primero que pidió a su seno la yuca, la caña dulce, el algodón, los cereales todos y poblándola de ganados derramó sobre ella el germen de nuestra riqueza actual ... Las Misiones eran ricas cuando el resto del país (la Banda Oriental) gemía en la miseria de los pueblos nómades !!” (2).
Y continuaba con consideraciones realmente muy precisas sobre la importancia que habían tenido las misiones y sus indígenas en la formación y adelanto de esta región de América. Si nos detuvimos en este texto de 1830 es porque revela una visión histórica de la formación de estas tierras y una valoración del papel jugado por las Misiones que luego prácticamente desapareció de la conciencia colectiva uruguaya y de su historiografía, que recién viene siendo recuperada en las últimas décadas. Sabemos que, por el contrario, terminó imponiéndose durante mucho tiempo la tesis de los que rechazaban el legado de las misiones y los misioneros.
No muchos años después, se produjo un hito de real valor historiográfico como lo fue la colección de documentos sobre el Río de la Plata y América que editó en su célebre Biblioteca el periódico “El Comercio del Plata”, en cuya dirección se destacó hasta su asesinato el Dr. Florencio Varela. Especial consideración debe merecer este aporte si tenemos en cuenta que estas ediciones, en su mayoría a partir de originales o copias manuscritas, se realizaba en una ciudad de Montevideo que sufría los efectos de la prolongada y sangrienta Guerra Grande. Pueden mencionarse, como ejemplos, la publicación de valiosos textos para el tema que tratamos de la autoría de Félix de Azara, Miguel de Lastarria y el Marqués de Grimaldi (3).
Es evidente que la preocupación mayor que por entonces acercaba a los hombres públicos y de estudio a la historia de las misiones era el interés por la lucha entre los imperios ibéricos y la definición de los límites entre ambas coronas. Precisamente la definición espacial de los nacientes estados sudamericanos era uno de los temas principales que estaban en juego en tan tremendo período de luchas y de ahí el interés por fundamentar en fuentes históricas los reclamos que se hacían entre los países. Reside allí, también, el interés especial en publicar descripciones geográficas que permitieran conocer mejor un vasto territorio americano, que para muchos de los que estaban en la dirección de la cosa pública, especialmente en el caso de hombres de gabinete, les era totalmente desconocido. Es claro, pues, el interés que desde esa perspectiva despertaron tanto obras clásicas de los cronistas de la Compañía de Jesús como de los integrantes de las partidas demarcadoras de los imperios español y portugués. La obra evangelizadora de los jesuitas, la organización y funcionamiento de las misiones y la peripecia histórica del pueblo indígena misionero, por el contrario, no generó interés por muchísimo tiempo.
Por esos años difíciles pero especialmente fermentales de la Guerra Grande, también realizó un aporte importante a la naciente historiografía nacional de la República Oriental otro argentino, Juan Manuel de la Sota, quien radicado en Montevideo como tantos miles de emigrados políticos, publicó en 1841 “Historia del territorio oriental del Uruguay” (4). Título ajustado por tratar especialmente del período hispánico, al menos más preciso que aquellos que aquejados de un fuerte nacionalismo pretendieron señalar, décadas después, que ya en los tiempos indígenas o coloniales de alguna manera preexistía la entidad político-estatal conocida como Uruguay. Contaba con un estrecho corpus de fuentes basado en la recopilación de Pedro de Angelis y de textos de Ruiz de Montoya, Lozano y otros autores.
Interesado en reafirmar el nacionalismo de las nacientes Repúblicas sudamericanas y los legítimos límites frente al avance de Portugal y Brasil, De la Sota brindó especial atención al tema de la lucha de Imperios en esta región rioplatense y al rol jugado por los jesuitas y los indígenas en la defensa de los derechos de España, desde los tiempos de los bandeirantes hasta las luchas frente a los muros de Colonia del Sacramento. Tema que trató también con mayor extensión en una obra titulada “Cuadros Históricos” que, en su mayor parte, permanece inédita.
En el año 1857 editó Juan de la Sota en Montevideo, un opúsculo titulado “Errores que contiene la Memoria sobre la decadencia de las Misiones Jesuíticas, que ha publicado en la ciudad del Paraná el Dr. Martín de Moussy en el presente año 1857”, en el cual refuta varias afirmaciones del escritor francés, incluyendo en algún caso documentación inédita respecto a la historia del pueblo misionero (5).
También por esos años de mediados del siglo XIX, el destacado escritor Alejandro Magariños Cervantes publicaba en España -con carácter ensayístico y no de investigación histórica - una serie de trabajos en los cuales registró interesantes apreciaciones sobre los fundamentos étnicos del complejo acontecer político de América. Buscaba explicar a los europeos cuales eran las causas profundas que habían sumergido a las tierras del ex imperio español en tamaña inestabilidad luego de obtenida la independencia y para ello buscaba, con acierto, comprender la compleja trama social que caracterizaba a América. Expresaba al respecto: “En todo el continente americano, en una escala más o menos grande, la reunión de las tres razas, americana, europea y
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Re: Virreinato del Río de la Plata
africana, ha producido los elementos más heterogéneos de población, y como es natural ha influido irresistiblemente en sus inclinaciones, hábitos e ideas” (6).Y el Río de la Plata en su conjunto, según su visión, en absoluto escapaba a esa realidad de un indiscutible origen multiétnico y de un generalizado mestizaje. Mestizaje que no aprobaba ni lo satisfacía porque lo consideraba un factor de atraso, pero que lo aceptaba como un elocuente e ineludible dato de la realidad.
Este reconocimiento marca una sustancial diferencia con la visión de homogeneidad étnica que predominará posteriormente en el discurso historiográfico rioplatense como explicación de nuestros orígenes poblacionales y, para el caso de nuestro país, puede decirse que tal visión de origen multi-étnico recién ha sido recuperada con firmeza a partir de la década de 1980. Y precisamente, al trazar los rasgos generales de ese complejo proceso de mestizaje como resultado biológico y cultural predominante en la región rioplatense, Magariños Cervantes destacaba de manera fundamental la obra de las misiones en la formación de un pueblo indígena con características propias que, aún después de la expulsión de la Compañía, mantuvo la herencia cultural recibida de aquella y participó de manera especial en dicho proceso de hibridación. Destaca también dicho autor el papel de las misiones en la lucha de fronteras entre los imperios ibéricos, la inmediata decadencia que sucedió a la expulsión de la Compañía, el influjo que tenían los Padres “en las últimas clases” y como contribuyó la herencia dejada por los jesuitas en el futuro proceso revolucionario, especialmente por el impacto de su expulsión. Al respecto afirmaba de manera contundente: “Sí, 1767 es el relámpago que ilumina el abismo donde inevitablemente va a hundirse convertido en polvo el trono americano de los Reyes Católicos” (7).
Magariños Cervantes no realizó ningún aporte en materia heurística pero la lectura actual de sus escritos los revela como llenos de intuiciones importantes y siempre realizados desde una visión de amplitud continental, no meramente uruguaya, condición que aceleradamente en los escritores de las últimas décadas del siglo XIX se fue diluyendo.
Fue en el último tercio del siglo XIX cuando la producción histórica comenzó a dar obras de mayor aliento. Por un lado se destacó la labor como documentalista del oriental Andrés Lamas, quien publicó entre 1873 y1874 la “Historia de la Conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán” del P. Pedro Lozano (8) de acuerdo a la copia existente en la Biblioteca Nacional de Montevideo, incluyendo una extensa Introducción en la cual Lamas demostró el sólido conocimiento que poseía fuentes y bibliografía sobre la historia de América, siendo un decidido impulsor de los estudios históricos en el Río de la Plata. Menos de una década después, en1882, editó también en Buenos Aires la “Historia de la Conquista del Paraguay, Río de la Plata y Tucumán” del padre José Guevara (9), obra que Lamas consideraba inédita porque negaba valor a la edición realizada por Pedro de Angelis por sus numerosas omisiones, errores y modificaciones.
En su Introducción Lamas objeta el método histórico utilizado por Lozano y Guevara en la redacción de sus respectivas “Historias ...” por seguir los lineamientos de Bossuet según los cuales se interpretan y destacan los hechos como “manifestaciones externas de la realización de un idea que los inspira y los encadena ...” donde “los hombres son agentes mecánicos de los designios de la providencia divina”. En sentido contrario, Lamas expresó que adhería a la escuela histórica que fundaron los filósofos del siglo XVIII que al devolverle “al hombre su libre albedrío, su responsabilidad y su acción ingénita en la elaboración de su propio destino, ha producido la escuela moderna y ha hecho de la historia una cátedra de enseñanza experimental”. Lozano y Guevara, agregaba, no se remontaron a las “altas regiones” de la Historia, “se conservaron en los límites de la crónica propiamente dicha”(10), pero como tales sus obras tienen un valor insoslayable y merecen ser difundidos .
Sin embargo, en el plano de los juicios históricos Lamas se manifiesta totalmente favorable a los que denomina “los servicios más reales y los méritos más evidentes” de los Padres y recomienda, seguro de las objeciones que recibiría: “Veamos a los Jesuitas en la arena de la conquista y no les rehusemos la justicia .......en la historia de la conquista nada hay más bello, más imponente, ni más edificante que las imágenes de los Jesuitas que apoyados en un bastón coronado por la cruz, con el breviario debajo del brazo, y sin más propósito que el de atraer a los salvajes al gremio de su Iglesia, penetraban resueltamente los misterios de una naturaleza agreste y desconocida .....”
Y nada más respetable tampoco que la conducta personal de los Jesuitas en contacto con las costumbres depravadas de los conquistadores: ninguna liviandad, ninguna lujuria los manchó; y la casta severidad de su vida, fue una de las bases más visibles de la autoridad que ejercieron sobre los neófitos de las reducciones.
No abonamos sus propósitos mundanos en el pasado, ni nos contamos entre sus partidarios en el presente, pero cuando los encontramos en la historia americana, nos inclinamos reverentemente ante ellos como ante los más verdaderos y más animosos apóstoles de la civilización en la época de la conquista”(11) .
Con estas últimas palabras, Andrés Lamas se ponía por encima de los fuertes prejuicios de su círculo político-intelectual – existente en ambas márgenes del Plata – de fuerte y prolongada militancia en un liberalismo anticlerical, donde fue norma negar la obra del Imperio Español y, especialmente, la herencia católica de él recibida. Lamas realizaba dicha aclaración porque sabía que no le faltarían feroces críticas de sus propios hermanos de lucha anticlerical, por eso merece destacarse su esfuerzo por alcanzar una mayor objetividad, poniéndose, en lo posible, por encima de las fuertes pasiones de su época.
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Sin embargo tanto su aporte como el de Francisco Bauzá - que analizaremos a continuación - no lograron generar un real interés por la obra de los jesuitas y el pueblo misionero. Ayuda a comprender esta situación factores como las fuertes controversias filosófico- religiosas, que incluían también inocultables motivaciones políticas, características de esas últimas décadas del siglo y que vieron enrolarse en la causa anticlerical a la mayor parte de la intelectualidad montevideana. En ese contexto toda posible reivindicación de la obra de los jesuitas en sus misiones suponía fortalecer las posiciones del enemigo.
También el generalizado rechazo a la herencia hispánica que predominó en la mayor parte de esa intelectualidad bloqueó el interés por los tiempos coloniales pues era la “herencia maldita” que se deseaba eliminar.
Otro factor que también incidió para el desinterés por las misiones y los misioneros fue el despertar, por entonces, de un nacionalismo “uruguayo” – no el “oriental” que ya existía - que no pocos escritores y artistas pretendieron fundar en los tiempos indígenas. La compleja historia del territorio de la Banda Oriental que a partir de la Revolución se transformó en Provincia Oriental y que, finalmente, devino en el nacimiento del Estado Oriental y su no menos conflictiva vida posterior - teniendo como países limítrofes al expansivo Imperio del Brasil y la convulsionada República Argentina - estimuló un temprano movimiento intelectual nacionalista que buscaba legitimar el nacimiento del país a partir de una diferenciación absoluta con los países vecinos y, para ello, se remontaban a los tiempos precolombinos. Se pretendía señalar que ya en aquellas remotas épocas se perfilaban la existencia del Uruguay y la singularidad de la futura “nación uruguaya”. Surgió así lo que denominamos “nacionalismo charruísta”, el que impuso una visión que sostenía que los charrúas fue un pueblo indígena que habitó exactamente el mismo territorio de la República Oriental, por lo tanto el charrúa se transformó en “el indio uruguayo”. De esa posición fueron tributarios tanto artistas –caso, como ejemplos, del pintor Juan Manuel Blanes, sus hijos y el poeta Juan Zorrilla de San Martín con su conocido “Tabaré” (12) - como diversos escritores que sin ser propiamente historiadores escribieron obras destinadas a la enseñanza procurando inculcar un fuerte nacionalismo a través la denominada Historia Patria. Es el caso, por ejemplo de la obra de Florencio Escardó “Reseña histórica, estadística y descriptiva con Tradiciones Orales de las Repúblicas Argentina y Oriental del Uruguay desde el descubrimiento del Río de la Plata hasta el año 1876” (13). También en esa misma línea nacionalista pero con mejores aportes superiores en el campo historiográfico debe citarse a Isidoro de María quien en varios de sus numerosos trabajos dio a conocer algunos documentos vinculados a las Misiones y los indígenas misioneros (14). Escritores como Domingo Ordoñana que trataron de cuestionar algunos de esos mitos en formación y reivindicar la obra de la evangelización y los misioneros, no tuvieron éxito (15).
Pero sin duda, la obra que se destaca en ese período como fruto de un historiador realmente de enjundia fue “Historia de la Dominación Española en el Uruguay” de Francisco Bauzá (16) cuya primer edición vio la luz en Montevideo entre 1880 a 1882. Su autor superó en erudición y vuelo interpretativo a todos los autores precedentes y aún hoy su clásica obra constituye una provechosa lectura. En ella hay una atención importante por la historia de las misiones y sus fuertes vínculos con la evolución del territorio nacional a lo largo de todo el ciclo colonial, pero al mismo tiempo Bauzá pagó tributo a ese nacionalismo indigenista que hemos apuntado y quedó atrapado en ese error al insistir que “la patria charrúa” es el directo antecedente de la “patria uruguaya”. Aún así el esfuerzo intelectual realizado por Bauzá y el aporte documental que presentó es digno de todo elogio.
De la fuerza que esa visión de nacionalismo charruísta tuvo desde entonces en muchos de los historiadores o escritores sobre el pasado del país es ilustrativa esta situación. Prácticamente toda la toponimia de origen indígena que describe el actual territorio de la República Oriental se basa en vocablos de origen guaraní, comenzando por el nombre del propio país. Esto era un difícil obstáculo a salvar por los nacionalistas charruístas pues habría la puerta para que se pudiera hipotizar que en algún momento los guaraníes habían poblado dicho territorio. Rápidamente clausuraron esa posibilidad afirmando que no fue que los guaraníes habitaron este territorio, sino que los charrúas hablaban guaraní ... por lo tanto la toponimia había sido también impuesta por los charrúas y no por los guaraní-misioneros.
Un aporte no estrictamente historiográfico pero sí de singular valor para el estudio de la cultura rioplatense y de las raíces guaraníes de la misma estuvo dado por la obra del español Daniel Granada. Se trataba de un extranjero que si bien tenía sus prejuicios no necesariamente eran los mismos que poseían la mayor parte de las elites ilustradas existentes en los principales centros urbanos del Plata, en las cuales obraban motivaciones claras de carácter político para desinteresarse por ciertos estudios. Despreciaban a las masas rurales, “la barbarie” como la llamaban, porque durante décadas habían tenido la osadía de cuestionarles el control político de estos países nacientes. Daniel Granada, pionero de los estudios folklóricos en estas tierras, dejó dos obras importantes editadas en Montevideo. En 1889 vio la luz el “Vocabulario rioplatense razonado” (17) y en 1897 la “Reseña histórico-descriptiva de antiguas y modernas supersticiones del Río de la Plata” (18). La obra de Granada, realizada como resultado de un contacto estrecho con los sectores populares, especialmente durante su prolongada residencia en la población de Salto, puso en evidencia y realzó los múltiples aspectos heredados de la cultura guaraní-misionera
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Re: Virreinato del Río de la Plata
que el encontró totalmente vigentes en el noroeste de la República Oriental y en todo el litoral rioplatense que el recorrió en frecuentes viajes. Su atención y hasta reivindicación de la “barbarie” provocaron que sus trabajos fueran casi absolutamente ignorados por la dirigencia universitaria e intelectual que entonces predominaba en Uruguay.
Dentro de un contexto ostensiblemente escaso de publicaciones sobre la temática de las misiones merece destacarse, por esos años, la edición de algunas fuentes significativas como el polémico (por su autoría) “Diario de la Segunda Subdivisión de Límites española entre los dominios de España y Portugal en la América Meridional (1784-1786)” de José María Cabrer incluido por Melitón González en su obra “El límite oriental del territorio de Misiones” (19). Una vez más el interés por las controversias por límites, en este caso la mantenida entre la Argentina y Brasil, era la razón determinante de dichas publicaciones.
Al iniciarse el siglo XX debe citarse la edición de la “Geografía física y esférica de las Provincias del Paraguay y Misiones Guaranís” de Félix de Azara con un importante estudio previo realizado por Rudolph R. Schuller (20). Esta edición de carácter oficial pudo hacer pensar que se habría un nuevo tiempo para los estudios históricos en el Uruguay, absolutamente absorbidos hasta ese momento por los relatos político- partidarios, las luchas por la afirmación nacional con los países limítrofes o los estudios indigenistas donde campeaba el más absoluto monopolio de la etnia charrúa. Sin embargo no fue así y siguieron siendo esfuerzos personales los que a través de diversas obras - generalmente de manera tangencial al tema central - fueron aportando elementos a la historia de las misiones y los misioneros. En ese esfuerzo pueden citarse los nombres de investigadores como Alberto Palomeque (21), Buenaventura Caviglia (22), Carlos Travieso (23), Mario Falçao Espalter (24). Estos dos últimos aportaron valiosísima documentación sobre el período hispánico como resultado de estudios realizados en archivos de la península Ibérica, fuentes que si bien en su mayoría no fueron publicadas, pasaron a archivos oficiales.
Otro aspecto novedoso a partir de las primeras décadas del siglo XX estuvo dado por la aparición de los primeros estudios de historia local sobre los distintos departamentos en que se divide el país. Dichos estudios generalmente concentrados a la ciudad capital y, en menor medida, al resto del respectivo territorio departamental. En estas publicaciones – en algunos casos de escaso rigor histórico – comienzan a ver la luz pública, muy tímidamente, documentos sobre los procesos fundacionales y otros de carácter demográfico (registros eclesiásticos, antiguos padrones, expedientes judiciales) que van señalando la presencia del aporte poblacional guaraní- misionero como una constante en las distintas zonas del país. Pueden citarse, a título de ejemplo, los trabajos sobre Belén y Paysandú de Setembrino Pereda (25), de Rafael Firpo sobre Salto (26), de Ariosto Fernández sobre Florida (27) y los de Carlos Seijo sobre Maldonado (28). Estos meritorios
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Re: Virreinato del Río de la Plata
trabajos generalmente tuvieron escasa repercusión en su época tanto a nivel local como nacional, pues los programas de enseñanza escolar y media estaban totalmente de espaldas al tratamiento de la historia departamental, situación que, lamentablemente, no ha cambiado demasiado hasta el presente.
Las primeras décadas del siglo XX supuso también la aparición de las primeras publicaciones periódicas especializadas en la temática histórica que tuvieron éxito de permanencia, pues en el siglo anterior los sucesivos intentos habían fracasado después de un breve período. Aparecen así publicaciones como la Revista Histórica de la Universidad, desde 1907, que pasó luego a ser editada por el Museo Histórico Nacional ; la Revista del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay (desde 1920) y la Revista de la Sociedad Amigos de la Arqueología (desde 1927). Parte de la flor y nata de la intelectualidad montevideana daba por concluida en lo esencial su gran epopeya de lucha política al triunfar sobre las fuerzas rurales y caudillistas lo que le permitía dedicar mayor atención a actividades intelectuales que habían tenido que postergar anteriormente. Sin embargo, la compulsa de las tres colecciones arroja resultados similares a los anotados anteriormente respecto a la ausencia de un interés importante en historia de las misiones jesuíticas. Especialmente elocuente es ese desinterés en la Revista Histórica la que prácticamente en su primera época no registra trabajos específicos sobre dicha temática, encontrándose solamente algunos textos vinculados a la Guerra Guaranítica (29)y referencias marginales dentro de corpus documentales centrados en la historia del período colonial y el siglo XIX. Una presencia un poco más significativa y específica se nos presenta en la Revista del Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay donde encontramos importantes trabajos de los jesuitas Carlos Leonhardt (30) y Guillermo Furlong (31), incansables y admirables obreros de los estudios jesuíticos, como todos sabemos. Realizaron ellos en esos trabajos importantes aportes documentales para el estudio de los períodos jesuítico y post jesuítico, labor que completa Furlong también a través de la Revista de la Sociedad Amigos de la Arqueología con estudios sobre Lozano y Sánchez Labrador (32). Furlong publicó también en Uruguay, en 1933, el libro “Los jesuitas y la cultura rioplatense” (33).
A la labor de estos clásicos de los estudios misioneros debe agregarse el aporte de investigadores como Carlos Ferrés quien publicó, entre otros trabajos “Época Colonial. La Compañía de Jesús en Montevideo” (34) que si bien se centra en la presencia jesuítica en la jurisdicción de Montevideo aporta información sobre los misioneros. También merece especial mención la obra del bastante olvidado jesuita Juan Francisco Salaberry quien a través de títulos como “Los charrúas y Santa Fé” y “Los charrúas en la cartografía colonial” (35) buscó refutar la arraigada visión de que los charrúas habían sido una etnia exclusivamente “uruguaya”, ponía a luz las intensas relaciones interétnicas en los tiempos coloniales, así como presentaba documentación que mostraba el papel decisivo de las misiones jesuíticas en la formación de todo el ámbito cultural rioplatense. Sin embargo fracasó en su intento pues el charruismo uruguayo como nunca imperó en esas primeras décadas del siglo XX, alcanzando incluso el carácter de héroes nacionales al ser llevados al bronce por la propia iniciativa gubernamental (36).
Los sectores dirigentes del país cultivaban con especial insistencia el imaginario de un Uruguay, de hombres y mujeres racionalistas, devotos de la ciencia que se habían liberado de la superstición religiosa, absolutamente europeos en sangre y mentalidad. En síntesis, una verdadera isla étnica en el mestizo continente americano al que se miraba con soberbio desdén. En ese sentido el indígena charrúa era “el indio” ideal, pues poseía la mejor condición para esas elites extranjerizantes: era un indígena muerto. Nada más alejado pues del interés de esa intelectualidad dominante que reivindicar el rol de las misiones jesuíticas y el pueblo guaraní-misionero a pesar que el país contaba entre su población con varios miles de sus descendientes directos. Pero esa era la realidad no deseada por lo tanto no existían ojos para verla .....
Una obra emblemática de la época - “El gobierno colonial en el Uruguay y los orígenes de la nacionalidad” (1929) de Pablo Blanco Acevedo - permite observar la plenitud de la mitología nacionalista de raíz indigenista en expresiones como “en lo que atañe a los países de América se puede aseverar que su mapa político coincide, con raras excepciones, con la ubicación que tuvieron las grandes agrupaciones indígenas ..”. “La altivez, el valor, la tenacidad y la rudeza en la lucha, fueron los rasgos destacantes de la fuerte nación charrúa, la más famosa y nombrada en el Sur del continente”; “propiamente no debió existir en el territorio uruguayo, fuera de la nación chaná, otro aborigen que el charrúa”. Y en su afán de consolidar la excepcionalidad uruguaya en el concierto americano afirmaba “Los libros de América están en nuestras bibliotecas y nos son tan conocidos como los nacionales. Pero la historia uruguaya no puede ser la de otras nacionalidades, aún la de aquellas más cercanas geográficamente ....”(37) . Con este marco interpretativo difícilmente podía esperarse que se pusiera una atención especial en la trayectoria histórica del pueblo guaraní-misionero y las misiones, pues eran considerados como elementos de otra nacionalidad ajena a la uruguaya.
El marco de un país predominantemente liberal-anticlerical -no tanto en su población sino en la cultura institucional que caracterizó, desde finales del siglo XIX, a los hegemónicos servicios educativos y culturales estatales – no estimulaba tampoco en absoluto el estudio de las misiones. Por contrapartida, fue siempre notoria la debilidad, institucionalmente hablando, de la Iglesia Católica en Uruguay en lo que refiere a la producción histórica así como, también, un notorio desinterés por ella, no sin dejar de reconocer importantes esfuerzos personales. La escasa
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Re: Virreinato del Río de la Plata
producción historiográfica aún es un rasgo notorio pese a contar con centros universitarios de importancia.
Una mención especial dentro de ese panorama de las primeras décadas del siglo XX merece la obra del Dr. Rafael Schiaffino, especialmente por su clásica obra “Historia de la Medicina en el Uruguay” (1927), en cuyo primer tomo expone un estudio exhaustivo sobre la medicina de las misiones, revelando un dominio sólido de las fuentes de origen jesuítico a partir, en varios casos, de ediciones príncipes. De su interés por las misiones y la influencia cultural de las mismas es también testimonio su estudio “Guaranismos. Ensayo etimológico” publicado en el año 1956 (38).
Otra institución que se incorporó a partir de los últimos años de la tercera década del siglo XX a la tarea de sumar valiosa información histórica fue el Ejército, quien comenzó a editar fuentes sobre su historia institucional en la cual, desde su fundación, la presencia guaraní- misionera jugó un papel importante. La edición de documentación sobre el Ejército del Norte que se formó en 1828 y la edición de las listas de revista del mismo, más la publicación (a partir de 1932) de la “Correspondencia Militar” desde el año 1825 en adelante, constituyeron importantes aportes. La publicación del Boletín Histórico del Estado Mayor del Ejército, que se edita hasta el presente, registra en sus índices numerosos aportes documentales y trabajos de investigación con vinculación más o menos directa al tema misionero (39). En este contexto merece destacarse la edición de “Documentos relativos a la ejecución del Tratado de Límites de 1750” que realizó el Instituto Geográfico Militar, de consulta insoslayable para los que abordan dicha etapa de la historia misionera (40).
A mediados de la década de 1950 se nota un avance creciente en el campo de la heurística con ediciones documentales que van a suponer valiosos aportes, tal el caso de la recopilación de relatos de viajeros que realizó Horacio Arredondo a través de diversas publicaciones (41); las colecciones documentales que realizó el historiador Flavio García sobre la Campaña de Misiones que llevó a cabo el Gral. Rivera en 1828 (42); la publicación por Rogelio Brito Stífano de importantes fuentes para el estudio de la Banda Oriental en el eje del 1800 (43). Pero sin duda el aporte documental mayor estuvo dado por la edición del Archivo Artigas (44), que a partir de 1950 y hasta el presente lleva editados numerosos tomos donde como fruto de intensas pesquisas de investigadores realizadas en América y Europa se ha dado a conocer una masa enorme de documentos, especialmente del período revolucionario y en la cual queda de manifiesto el papel central que jugaron las antiguas Misiones y el pueblo guaraní-misionero durante ese decenio de liderazgo regional del Gral. José Artigas.
Precisamente a partir de la década de 1950, y en especial de la siguiente, se asiste a una verdadera explosión en la producción historiográfica uruguaya. La crisis económica y socio-política estimula el desarrollo de la conciencia histórica. Si bien tampoco en esta etapa aparecen obras centradas de forma específica en las misiones y el pueblo misionero, la bibliografía demuestra que cada vez más se los siente como elementos insoslayables en la formación histórica del Uruguay y de su identidad socio cultural.
La diversidad temática de los aportes, superando totalmente los estrechos marcos de la tradicional historiografía política, militar y de relaciones internacionales también es otra característica a destacar. Tenemos así la obra del musicólogo Lauro Ayestarán que en sus reconocidas investigaciones sobre la historia de la música en Uruguay y América destacó el legado musical de las Misiones y de algunos eximios músicos jesuitas (45); la propuesta del Prof. Adolfo Berro García para la creación de un Departamento de Lengua Guaraní en la Facultad de Humanidades y Ciencias en Montevideo (1949) y de un Centro de Estudios Guaraníes” (en 1950), la publicación de la obra del Dr. Velarde Pérez Fontana, “Historia de la Medicina en el Uruguay” (1967), en la cual profundizó los aportes que medio siglo atrás había realizado el Dr. Rafel Schiaffino respeto a la gran influencia jesuítica en la sistematización del saber médico en el Río de la Plata (46). También las investigaciones de Fernando Assunçao sobre los orígenes del gaucho, estableciendo directas vinculaciones entre este tipo social y las misiones, especialmente a partir de su decadencia (47); el destacado trabajo de Eduardo Acosta y Lara, alejado de visiones chauvinistas, sobre la peripecia histórica de los grupos nómades de charrúas y minuanes o guenoas en estrecho contacto siempre con las misiones y los guaraníes-misioneros. En su obra clásica, “La guerra de los charrúas en Banda Oriental” (48), además de aportar numerosa documentación inédita también se destaca la recepción de la valiosa bibliografía que desde las primeras décadas del siglo XX se estaba produciendo sobre Misiones, especialmente en España, Argentina y Brasil.
Otra vertiente especialmente valiosa fue la que procuró desentrañar los orígenes y evolución de la propiedad territorial y sus vínculos con el acontecer político. En ese sentido el libro del gran historiador Juan Pivel Devoto “Raíces coloniales de la Revolución Oriental de 1811” (49) jugó un importante papel, estimulando una serie de investigaciones que revelaron la importancia de los antecedentes misioneros, especialmente al norte del río Negro. Así, en similar línea de investigación, los historiadores Lucía Sala de Touron, Julio Rodríguez y Nelson de la Torre hicieron importantes aportes en sucesivas publicaciones (50). También dentro de la misma temática merece especial mención la obra del Ing. Agr. Esteban Campal quien en varios trabajos (51), destacó el papel fundamental jugado por las misiones en la historia de la producción agropecuaria rioplatense.
Otra tendencia que se fue también consolidando en el período fue la de los estudios genealógicos, siendo un hito fundamental la obra de Juan A. Apolant “Génesis de la familia uruguaya” (1966), la cual constituyó un importante aporte para, a partir del estudio de registros eclesiásticos y antiguos padrones, afirmar el origen multiétnico de la sociedad nacional, en ese caso en la antigua jurisdicción montevideana (52). De manera paralela se intensificaron los estudios sobre el pasado de los distintos departamentos y localidades del país, pudiéndose citar como ejemplos los importantes aportes de Augusto Schulkin para Paysandú (53), Natalio Abel Vadell para el departamento de Colonia (54), Florencia Fajardo Terán para la región del Este (55), Huáscar Parallada para Durazno (56), Washington Lockhart y junto con él, el Centro Histórico y Geográfico de Soriano (57), zona del litoral uruguayo que mantuvo, a través del río epónimo, importantes vínculos con las misiones. Todos estos trabajos, en mayor o menor medida fueron aportando evidencia empírica para fundamentar que la presencia guaraní-misionera había sido un temprano aporte poblacional para los cimientos de la formación social. Sin duda tanto en el estudio de las historias departamentales como en el de la evolución de la explotación agropecuaria merece una mención muy especial la gran obra de investigación de Aníbal Barrios Pintos –la cual continúa pese a su avanzada edad – que expuesta a través de innumerables publicaciones de libros y artículos periodísticos, constituye un aporte documental sustancial para el estudio de la influencia de las misiones y sus indígenas en nuestra formación nacional (58).
La influencia del revisionismo nacionalista argentino dejó también importante marca en autores uruguayos que pasaron a insistir en la necesidad de reinsertar la historia del Uruguay dentro de la región y el continente, como única forma de hacerla realmente inteligible, rompiendo los estrechos marcos de la tradicional “historia nacional” uruguaya. En esa línea de análisis pueden mencionarse como ejemplos los aportes interpretativos de Alberto Methol Ferré sobre las misiones (59) y de Washingon Reyes Abadie con sus colaboradores referidos al período artiguista y el rol jugado por las misiones en etapa tan decisiva de la historia americana (60). Finalmente debe citarse la edición de algunas fuentes destacadas para el estudio de la presencia guaraní-.misionera en el actual territorio uruguayo, caso de “Diario de Viaje a las Vaquerías del Mar, 1705” del P. Silvestre González publicado por Baltasar Mezzera (61) y el interesante relato del primer cronista de la Colonia de Bella Unión, el francés Jean Isidoro Aubouin, dado a conocer por el investigador José Joaquín Figueira (62).
La fermental y hasta hoy no igualada producción historiográfica que caracterizó los años 60 y primeros de los 70, se vio bruscamente cortada por la ruptura del régimen constitucional. Sin embargo, desde los primeros años de la década de los 80 dio comienzo un proceso bastante regular de publicaciones donde por primera vez dentro de la historiografía uruguaya la temática de
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Misiones y su población indígena pasaba a tener absoluta centralidad.
Observamos, entonces, que desde principios de los 80 hasta el presente se han ido sucediendo una serie de aportes que sin tener una gran intensidad en cuanto a su frecuencia y número, han puesto dicho tema en la consideración pública del Uruguay, al tiempo que los investigadores implicados han realizado aportes al proceso de intensos estudios que sobre esa temática se vienen desarrollando desde hace décadas en la región rioplatense y frente a los cuales la historiografía uruguaya presentaba un marcado retraso. Tenemos así el trabajo poco difundido pero casi pionero en el país de Leslie Crawford “La Provincia Uruguaya del Tape” (63), así como en 1982 Rodolfo González Rissotto y su esposa Susana Rodríguez Varese ven publicada la primera parte de su trabajo “Contribución al estudio de la influencia guaraní en la formación de la sociedad uruguaya”. Especial mención merece esta publicación que recoge los frutos de una minuciosa investigación realizada en todos los archivos parroquiales del Uruguay, que permitió determinar que ascendían a varias decenas de miles los indígenas misioneros establecidos a lo largo y ancho del país en su etapa fundacional. Los mismos autores han presentado también varios trabajos a distintos Congresos sobre Misiones realizados en la región y otras publicaciones (64). También el investigador Fernando Assunçao, recientemente desaparecido, continuó realizando aportes (65).
Por su parte los arqueólogos Leonel Cabrera y Carmen Curbelo también de manera temprana comenzaron a presentar trabajos a los Congresos Internacionales sobre Misiones, destacándose sus estudios sobre la última población indígena en Uruguay: San Francisco de Borja del Yí (66). Posteriormente Leonel Cabrera continuó dando a conocer valiosos estudios de carácter etno-histórico sobre los procesos de interrelación entre las diversas etnias indígenas en el período colonial (67), mientras que Carmen Curbelo ha dirigido proyectos de investigación arqueológica sobre las últimas poblaciones guaraní-misioneras en Uruguay, las mencionadas San Borja del Yí y Bella Unión (68).
También el P. Juan Villegas ha realizado investigaciones publicadas en sucesivos trabajos en Uruguay y el exterior (69) y nosotros nos incorporamos en esta etapa a dichos estudios con trabajos como “Sangre indígena en el Uruguay” (1986) donde señalábamos la presencia hasta hoy de descendientes de indígenas misioneros en el país, agregándose luego otros trabajos (70).
En el contexto de esa fértil corriente de publicaciones sobre los tiempos coloniales y las Misiones, el investigador Walter Rela ha realizado algunos aportes con documentación inédita o poco conocida (71). En 1994 vio la luz “La cruz y el lazo” obra póstuma de Esteban Campal, la cual, en línea con los trabajos anteriores del autor, reivindica el papel jugado por los jesuitas y las misiones en el establecimiento de verdaderas matrices de modalidades de producción agropecuaria, destinadas a tener larga vida en la región (72). Otros autores, sin embargo han cuestionado la relevancia del aporte guaraní-misionero y han continuado la línea tradicional al dedicar en sus libros sobre los indígenas mayor atención y relevancia a los grupos nómades, como es el caso del antropólogo Renzo Pí Hugarte (73).
Los estudios genealógicos cobraron gran impulso a partir de la fundación, en 1979, del Instituto de Estudios Genealógicos del Uruguay el cual a través de su Revista (74) ha venido editando registros parroquiales y antiguos padrones que constituyen fuentes fundamentales para el estudio de la presencia de guaraníes-misioneros y de los intensos procesos de mestizaje de los que fueron protagonistas, dando origen a los antiguos vecindarios de los distintos pagos del país. Investigadores como Oscar Abadie Aicardi (75) y Julio César Cotelo (76) realizaron también aportes en la década de 1990.
Vinculado con los estudios anteriores merecen destacarse las inéditas investigaciones, para Uruguay, realizadas en el área de la Antropología Biológica cuyos resultados comenzaron a difundirse en 1986. Realizadas inicialmente por Fernando Mañé Garzón, Renée Kolski y Mónica Sans, esta última ha sido la que de manera más intensa ha continuado con ellos hasta el presente. A través del estudio de distintos marcadores genéticos como “mancha mongólica”, dermatoglifos, “diente en pala” y otros, han podido determinar – también desde la Biología - que la población uruguaya posee una herencia de sangre indígena muy superior a la reconocida tradicionalmente (en realidad negada siempre), que en algunas zonas del país, especialmente la norte alcanza porcentajes realmente sorprendentes. Son numerosas las publicaciones en el Uruguay y el exterior que han ido revelando estas importantes evidencias (77).
Ya mirando los últimos años merece citarse el aporte documental de Angel Corrales Elhordoy quien desde 1989 y hasta el 2003 editó una serie de importantes publicaciones donde se recopilan valiosas fuentes sobre la Guerra Guaranítica, algunas ya conocidas en el exterior y otras originales continuando actualmente con otras series (78). Por su parte Juan José de Arteaga publicó “Las consecuencias del tratado de Madrid en la desarticulación de la frontera demográfica de la Banda Oriental 1750-1761” (79) con interesante aporte conceptual y documental, mientras que el destacado investigador Fernando Mañé Garzón ha profundizado en la historia de la ciencia en Uruguay, analizando el gran legado de los jesuitas en distintas disciplinas científicas.
Los estudios de Historia local y departamental han cobrado especial fuerza en los últimos años, enriqueciendo la disponibilidad de fuentes – caso por ejemplo del trabajo de Wilde Marotta sobre Soriano (80)- y el análisis de los procesos de formación poblacional de las distintas zonas del país, como lo ha hecho Alberto Cruz para Florida (81).
Por último el investigador Diego Bracco ha publicado libros importantes en los últimos años, caso de “Charrúas, guenoas y guaraníes: interacción y destrucción”(82), en los que ofrece un destacado aporte documental tanto sobre los grupos nómades como los habitantes de las misiones.
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Conclusiones
Podemos concluir que si bien las misiones jesuíticas y la presencia indígena misionera
fueron motivo de tempranas referencias en algunos trabajos de corte histórico, no ocuparon un lugar destacado dentro de la producción historiográfica uruguaya sino hasta tiempos recientes. Este tardío interés se explica por la acción de distintos factores que demuestran, una vez más, que la producción historiográfica está profundamente determinada por las condicionantes de conflictividad socio-económica y político –ideológica de cada época. También la persistencia de una mitología nacionalista fundada en el charrúa como el “indio uruguayo” que avalaba el modelo cultural que impuso la dirigencia montevideana luego de tomar el control absoluto del país, contribuyó de manera decisiva a ese tardío interés o a no estimular esos estudios desde la estructura institucional del Estado.
Las tempranas referencias o estudios sobre las misiones tuvieron csi siempre como motivo principal el interés en analizar la estructuración del actual territorio nacional a partir de la lucha de Imperios durante el período colonial así como la cuestión de los límites entre ambas coronas y las naciones independientes que continuaron aquella controversia. Especialmente en un país como el Uruguay que, injustificadamente, reclamaba como propio el territorio de las antiguas siete misiones orientales. Por eso también interesó el rol jugado por las misiones en la trayectoria política de figuras como los Grales. José Artigas y Fructuoso Rivera.
Si bien la estructura institucional dedicada a los estudios históricos en Uruguay es muy débil, tanto en el ámbito estatal como privado, es llamativo que la mayoría de los principales aportes realizados al estudio de esta temática no han nacido de instituciones financiadas por el Estado sino de investigadores independientes. En ese sentido resulta especialmente curioso el aparente desinterés – al menos así parece reflejarlo la ausencia de publicaciones - de las cátedras de Historia de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación en las misiones y los misioneros. En el mismo sentido se destaca la escasa importancia que le ha dedicado la Iglesia Católica y las instituciones universitarias que le son afines.
Otra conclusión elocuente es que la producción historiográfica también refleja el absurdo centralismo sobre el que se ha construido el Uruguay del siglo XX. Así Montevideo emerge monopolizando de manera casi absoluta la realización de investigaciones y la posterior publicación de las mismas, como fruto de concentrarse allí de manera totalmente hegemónica los centros oficiales para la investigación histórica, los recursos económicos para la financiación de dichas investigaciones y los principales repositorios documentales.
http://www.estudioshistoricos.org/ed...car-padron.pdf
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Re: Virreinato del Río de la Plata
La lucha por el dominio de la Banda Oriental
Volvamos hacia atrás en el relato. Como ya quedó claramente establecido en el Capítulo 2, la disputa entre el gobierno de Buenos Aires y Portugal por la Banda Oriental fue heredada de los más que centenarios conflictos previos entre españoles y portugueses. Es conocido el hecho de que, a pesar de la vigencia del monopolio comercial español -por el que las colonias hispanoamericanas debían comerciar sólo con España-, los comerciantes porteños intercambiaban sebo o cueros a cambio de productos británicos en Colonia del Sacramento, foro predilecto de los comerciantes portugueses y británicos. Los productos ingleses adquiridos por los mercaderes porteños eran luego contrabandeados a las provincias de Buenos Aires y el Litoral. Es interesante observar al respecto que desde principios del siglo XIX el gaucho bonaerense utilizaba entre sus vestimentas típicas productos de origen inglés -tal es el caso de, por ejemplo, las espuelas de metal, provenientes de centros industriales británicos como Liverpool, y las bombachas pampeanas, importadas de Turquía por los británicos-. De este modo, desde la época colonial se fue forjando -de facto y no de iure- una comunidad de intereses entre los comerciantes ingleses, portugueses y porteños, identificados con la libertad de intercambio. Esta comunidad de intereses nada tenía que ver con las nacionalidades, reales o ficticias, a la vez que trascendía los límites entre las jurisdicciones. En este interesante fenómeno la Banda Oriental cumplió un papel doblemente significativo, como visagra entre Buenos Aires y Gran Bretaña, y entre la primera y Portugal. Pero este papel de visagra, sumado a la competencia más que centenaria entre hispano y lusoparlantes por la posesión de esas tierras, convertiría a la Banda Oriental en el foco de algunos de los más enconados conflictos que tuvo que afrontar el Río de la Plata en los primeros años de su vida autónoma.
A partir de la Revolución de Mayo y la instalación de la Primera Junta en Buenos Aires en mayo de 1810, los marinos españoles descontentos con el nuevo régimen se refugiaron en Montevideo donde organizaron la oposición bajo los auspicios del ex virrey Cisneros, de la infanta Carlota y del ministro español en Río de Janeiro, marqués de Casa Irujo. El 1º de junio de 1810, el Cabildo de Montevideo resolvió reconocer a la Junta de Buenos Aires bajo ciertas condiciones a estudiarse por una comisión especial. Pero al día siguiente llegó la noticia de la instalación del Consejo de Regencia en Cádiz, lo que produjo un cambio en la actitud del Cabildo montevideano, pues el 6 de junio hizo notificar a Buenos Aires que sólo reconocería a su gobierno si éste a su vez expresaba su adhesión al Consejo. Entonces los miembros de la Junta, que en modo alguno estaban dispuestos a reconocer a ninguna autoridad española alternativa a la del rey Fernando VII, encomendaron en misión especial a Montevideo a su secretario Juan José Paso, quien expuso ante el Cabildo de Montevideo los motivos por los cuales Buenos Aires no reconocía al Consejo de Cádiz y exhortó a unir todos los esfuerzos ante la amenaza de una posible expansión portuguesa y demás enemigos exteriores. Pero Paso no logró convencer al Cabildo montevideano y concluyó su misión.
Ante el inminente conflicto con Buenos Aires, las autoridades españolas de Montevideo solicitaron el apoyo de los marinos británicos destacados en el Río de la Plata, de la infanta Carlota y de su consorte el príncipe regente de Portugal, alegando los derechos eventuales de la princesa al trono español y los intereses comunes de España y Portugal en la lucha contra Napoleón. El capitán Elliot, jefe naval británico, se excusó de intervenir, fiel a la línea prudente del Foreign Office. Por su parte, la infanta Carlota ofreció a los montevideanos ayuda militar a través de su enviado Felipe Contucci, pero el gobierno de Montevideo no se animó a aceptar el apoyo portugués.
Estos manejos fueron denunciados el 1º de agosto de 1810 por la Junta de Buenos Aires a lord Strangford como una amenaza a la integridad de las posesiones españolas que Gran Bretaña estaba en el deber de impedir. A la vez, la Junta porteña cortó comunicaciones con Montevideo, y el gobernador realista José María Salazar contestó con la declaración del bloqueo de Buenos Aires, pidiendo además el auxilio de los buques británicos para hacer efectivo dicho bloqueo.
Finalmente, el 25 de octubre de 1810 el agente De Courcy, enviado por Londres, señaló al gobierno de Montevideo la necesidad de limitar el bloqueo para no dañar los intereses mercantiles británicos. Montevideo aceptó y esta limitación anuló de hecho los efectos negativos del bloqueo tanto para Buenos Aires como para los británicos. Fue un triunfo diplomático de la Junta porteña. El Consejo de Cádiz, en reclamo presentado al Foreign Office el 19 de marzo de 1811, protestó contra la actitud de los agentes británicos, que para el Consejo de Regencia representaba una intromisión de Gran Bretaña en asuntos españoles.
El segundo capítulo de las disputas entre Montevideo y Buenos Aires se inició cuando la Junta porteña rechazó las pretensiones del virrey Francisco Javier de Elío, gobernador y comandante en jefe español de Montevideo, reemplazante de Salazar, quien pretendió ser reconocido en calidad de tal por la Junta de Buenos Aires y exigió a esta ciudad el envío de diputados a las Cortes. La Junta rechazó las pretensiones de Elío y se negó a recibir a su enviado. Como respuesta, Elío decretó un segundo bloqueo a Buenos Aires.
Casi simultáneamente con la llegada del nuevo virrey a Montevideo, emergió en la Banda Oriental un movimiento rural insurgente liderado por José Gervasio Artigas. La rebelión fue proclamada por un grupo capitaneado por Venancio Benavídez el 28 de febrero de 1811, hecho que se ha llamado el Grito de Asencio. Con el fin de apoyar la acción de los patriotas uruguayos, la Junta de Buenos Aires ordenó al general Manuel Belgrano, todavía en el Paraguay, marchar con sus tropas a la Banda Oriental, al mismo tiempo que le enviaba refuerzos desde Buenos Aires. Estos, al mando de José Rondeau, se dirigieron hacia Arroyo de la China y este militar quedó finalmente al mando de todas las tropas porteñas cuando Belgrano debió dirigirse a Buenos Aires a rendir cuentas por el resultado de su expedición al Paraguay. En mayo de 1811, Elío solo dominaba Montevideo y Colonia pues el ejército patriota había logrado avanzar hasta Canelones. Artigas llegó primero a Montevideo e intimó la rendición de la ciudad, que quedó sitiada. Rondeau no creyó posible tomar la ciudad por asalto y acampó en Miguelete.
La persistencia del sitio de Montevideo motivó que Elío aceptara la ayuda militar ofrecida por la corte lusitana desde tiempo atrás. Este suceso otorgaba al príncipe regente y a la infanta Carlota la oportunidad esperada para concretar sus deseos de dominar el Río de la Plata. En consecuencia, Portugal envió tropas hacia la Banda Oriental. Por su parte, el embajador británico lord Strangford no sólo protestó contra la invasión lusitana, sino que también se ofreció a mediar entre el gobierno de Buenos Aires y el de Montevideo. El regente de Portugal deseaba también intervenir en la mediación, con la esperanza de conseguir algo para sí.
Pero la vulnerabilidad de la posición del gobierno de Buenos Aires a causa de los dos cañoneos sufridos por la ciudad, la derrota de las fuerzas patriotas en el Alto Perú, que dejaba todo el norte a merced de los realistas, y el avance portugués en la Banda Oriental llevaron a la Junta a entrar en negociaciones con Elío para eliminar uno de los frentes de lucha. El Primer Triunvirato, sucesor de la Junta, concertó con Elío una tregua en un tratado firmado en Montevideo el 20 de octubre de 1811, que restablecía el dominio español sobre la Banda Oriental y una parte de Entre Ríos, y disponía el levantamiento del sitio de Montevideo y del bloqueo a Buenos Aires. No obstante, el tratado firmado por los enviados del gobernador montevideano y del gobierno porteño rápidamente mostró sus debilidades. Fue desaprobado por las Cortes de Cádiz, rechazado por la princesa Carlota de Portugal -que lo consideraba fruto de la debilidad de Elío-, y también objetado por el caudillo Artigas, quien alegaba que dado su carácter de "Jefe de los Orientales" debía haber tenido participación en la negociación. En consecuencia, éste resolvió no aceptar lo dispuesto por el acuerdo y, llevando consigo a una gran parte de la población uruguaya -unas 16.000 personas-, se dirigió a Ayuí, Entre Ríos, en un movimiento para huir de realistas y portugueses conocido como el "éxodo oriental". (1)
De esta manera, surgió Artigas como caudillo campeón de la independencia de Montevideo, desafiando tanto al gobernador de dicha ciudad, el realista Elío, como a la corte portuguesa en Brasil. El nuevo gobernador español Gaspar de Vigodet, reemplazante de Elío pero ya sin el título de virrey, exigió el inmediato retiro de Artigas. Pero como el Triunvirato había acordado a éste un socorro de 5.000 hombres, Vigodet declaró roto el armisticio y decretó nuevamente el bloqueo de Buenos Aires. El Triunvirato propuso entonces retirar a Artigas a cambio del retiro de los portugueses. Por su parte el jefe de las tropas portuguesas, Diego de Souza, buscando un pretexto para no abandonar la Banda Oriental exigió también el retiro de Artigas y que el Triunvirato lo declarara rebelde, lo que el gobierno porteño no aceptó y por lo cual los portugueses no se retiraron.
Planteada esta situación, el Triunvirato comunicó a Strangford su intención de dirigir a Souza un ultimátum exigiendo su inmediato retiro, bajo amenaza de declararle la guerra en caso de resistirse. Este fue enviado en abril de 1812. Lord Strangford asumió una enérgica acción ante la actitud portuguesa, pues no podía tolerar la guerra entre Buenos Aires y el Brasil portugués en momentos en que Gran Bretaña estaba aliada con España a causa de la ocupación napoleónica, y se encontraba además en guerra con Estados Unidos. Strangford exigió que Portugal se declarara neutral en las cuestiones internas del Río de la Plata. En oficio de abril de 1812 informó al gobierno de Buenos Aires que la corte de Brasil iba a enviar al teniente coronel Juan Rademaker para negociar un armisticio sobre la base de la evacuación de las tropas lusitanas y españolas -entendiéndose por estas últimas las que obedecían al gobierno provisional de Buenos Aires que mandaba en nombre del rey Fernando VII- a sus respectivas fronteras, lo cual tendría la garantía de Gran Bretaña. Strangford mencionaba su deseo de que la negociación comprendiera también a la plaza de Montevideo. La noticia fue recibida con beneplácito en Buenos Aires. El mismo día de su llegada a esta ciudad -26 de mayo de 1812-, Rademaker firmó un armisticio con el secretario del gobierno Nicolás Herrera, estipulando que no podrían reanudarse las hostilidades sin un preaviso de tres meses y que se impartirían las órdenes para que las tropas de las partes contratantes se retiraran. Pero el conflicto de Montevideo quedó pendiente porque el Triunvirato no aceptó la inclusión de esa plaza en el acuerdo. El armisticio Rademaker-Herrera fue el primer tratado internacional celebrado por las Provincias Unidas con una potencia extranjera. El príncipe regente ratificó el armisticio y ordenó a Souza -que se resistía- evacuar el territorio oriental. Luego presentó al gobierno de Buenos Aires algunas reclamaciones por el comportamiento de Artigas, que mantenía un estado de alarma en la frontera. (2)
Por su parte, el Triunvirato, considerando que obtenida la neutralidad del Brasil y el retiro de las tropas de Souza sería inútil toda resistencia de los españoles de Montevideo, envió al coronel Marcos Balcarce y al consejero Manuel José García a proponer la reincorporación de la Banda Oriental al resto de las provincias del Río de la Plata. Los emisarios no fueron recibidos por Vigodet pero le enviaron la propuesta que éste rechazó a principios de septiembre. Esto provocó que el 20 de octubre de 1812 se iniciara el segundo sitio de Montevideo, justo un año después de haberse levantado el primero. (3)
Resulta interesante observar cómo la rivalidad entre Portugal (cuyo gobierno y corte estaban asentados en Río de Janeiro) y Buenos Aires por el territorio de la Banda Oriental estaba alimentada por los temores de la monarquía portuguesa (y posteriormente la brasileña) de que la causa republicana se extendiera subversivamente a su propio territorio. Testimonio de este temor es la nota de 1813 del intendente de policía de la corte de Portugal, Paulo Fernández de Vianna, que decía:
El proyecto de estos revolucionarios (de Buenos Aires) consiste, por ahora, en malquistar a los de Montevideo con nuestra corte y mostrarse como mejores, pero lo que está asentado en acuerdo fundamental de la revolución es que apenas se consolide la de ellos, revolucionar las provincias del Brasil y hasta mismo separarse de Inglaterra cuando dejen de precisar de ella. (4)
También reclamaría la corte del Brasil por el decreto dictado por la Asamblea General Constituyente el 4 de febrero de 1813 que otorgaba la libertad a todo esclavo por el hecho de pisar suelo argentino. Por mediación de Strangford se obtuvo la modificación de ese decreto a fin de excluir a los esclavos fugitivos de Brasil.
Por otro lado, la aparición de Artigas en el Litoral implicó una revolución social que rompió con los clivajes sociales previos e incluso resultó demasiado radical para el gobierno de Buenos Aires. No obstante, cuando se estableció el Segundo Triunvirato en octubre de 1812, éste repudió el acuerdo anterior con los realistas de Montevideo y estableció una alianza corta y bastante hipócrita con Artigas. Pero mientras esta alianza militar estaba vigente, el gobierno de Buenos Aires se movilizó para dejar al caudillo oriental fuera de la Asamblea Constituyente de 1813. Como consecuencia de esta traición, Artigas y sus fuerzas abandonaron al ejército de Buenos Aires, que sitiaba Montevideo pero aún no había logrado tomarla, y se marcharon hasta las orillas del río Uruguay, acción que todavía es objeto de debate y que algunos explican por el supuesto temor de Artigas a que la caída de Montevideo fortaleciera a Buenos Aires en contra de él y su causa. El gobierno de Buenos Aires lo declaró traidor y envió fuerzas a combatirlo pero éstas fueron vencidas.
Mientras tanto enviado con refuerzos desde Buenos Aires, el general Carlos María de Alvear se dirigió a la Banda Oriental donde reemplazó a Rondeau en el mando de las tropas. Por su parte el almirante Guillermo Brown había establecido el bloqueo marítimo a Montevideo. Rodeado por agua y por tierra, el gobernador español Vigodet se vio obligado a entrar en negociaciones con Alvear y el 23 de junio de 1814 Montevideo se rindió a las tropas de Buenos Aires. En julio, el gobierno de Buenos Aires nombraba a Nicolás Rodríguez Peña gobernador intendente de la Provincia Oriental. Persuadido de que el artiguismo representaba una fuerza difícil de vencer y útil de conquistar, Alvear llegó a un acuerdo con representantes de Artigas a comienzos de julio, por el cual se restablecía el honor y la reputación de Artigas y se lo nombraba comandante de campaña de la Banda Oriental. Poco después, luego de dejar sus tropas a las órdenes de Soler y Dorrego, Alvear regresaba a Buenos Aires.
No obstante, al poco tiempo recrudeció la lucha entre porteños y orientales. Artigas renovaba su alianza con los caudillos del Litoral y se convertía rápidamente en una figura dominante en la región. A su vez, el gobierno de Buenos Aires intentaba derrotarlo militarmente. La guarnición de Montevideo fue reforzada y volvieron a producirse choques con las fuerzas artiguistas. Dorrego derrotó a Otorgués, pero en enero de 1815 fue vencido por Fructuoso Rivera. En consecuencia, el general Alvear, nuevo director supremo, ordenó a las tropas de Buenos Aires la evacuación de Montevideo. En febrero de 1815, Otorgués fue designado por Artigas gobernador militar de Montevideo. Consolidada la autoridad de Artigas en la Banda Oriental, el caudillo rápidamente extendió su zona de influencia a Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe y también a Córdoba; incluso a las Misiones orientales por la acción de su hijo adoptivo.
De esta manera, Artigas estableció la denominada Liga de los Pueblos Libres, que tenía un fuerte elemento de protesta social. Artigas buscaba una completa participación política para las clases más bajas y para los grupos raciales subordinados. Desde la perspectiva comparativamente conservadora de Buenos Aires, Artigas se había convertido en un grave peligro para la unidad revolucionaria y para el orden establecido. No obstante, su influencia decrecería poco tiempo después, cuando cometió el error de rehusar mandar delegados al Congreso de Tucumán de 1816.
Sin duda, y durante varias décadas posteriores al reconocimiento formal de la independencia uruguaya, los asuntos internos uruguayos y argentinos no pudieron ser separados y formaron parte de la misma realidad doméstica. En este plano podemos ser testigos nuevamente de hasta qué punto fue y aún es artificial hablar técnicamente de auténticas nacionalidades diferenciadas en la América hispana. Otra conclusión que surge claramente de estos eventos es que un orden social y político que se deshace no es reemplazado por otro con facilidad. Por el contrario, la crisis que emergió era generalizada, y prácticamente todo estaba sujeto a la duda y a la disputa.
Por cierto, Artigas y su pretensión de extender su influencia al Litoral planteó un dilema complicado para el director supremo Alvear. Este no pudo llegar a un acuerdo con el caudillo oriental ni por la vía diplomática ni por la fuerza de las armas. Las tres misiones diplomáticas (del ministro Herrera, el coronel Galván y el almirante Brown) fracasaron estrepitosamente, y cuando se apeló a la fuerza, se produjeron deserciones de ejércitos enteros que apoyaban a Artigas. Finalmente Alvear cayó derrocado por su propia debilidad. El ejército del Alto Perú le negó obediencia, el general José de San Martín apoyó desde Mendoza esta actitud rebelde, y el Cabildo de Buenos Aires, a pesar de sus manifestaciones públicas contra Artigas, pidió el derrocamiento del director. (5)
Por otra parte, debido a la situación europea a partir de 1815, con el regreso de Fernando VII al trono español, la diplomacia británica decidió bajar sus decibeles en la cuestión de la Banda Oriental, que resultaba un tema sensible para la diplomacia española; el embajador Strangford cumplió instrucciones en este sentido frente a sus interlocutores en la corte de Río de Janeiro. Pero la corte y los ministros brasileños, más allá de las reticencias británicas en este tema, aún acariciaban planes de conquista en el Río de la Plata.
Durante mucho tiempo se habían desarrollado negociaciones secretas con un partido porteño. Por cierto, las intrigas de la infanta Carlota, alentadas por patriotas porteños, habían continuado después de la Revolución de Mayo. La conflictiva situación interna del Río de la Plata hacía que la corte portuguesa en Brasil pretendiera presentarse ante los miembros del gobierno de Buenos Aires como una posible tabla de salvación para paliar esa inestabilidad interna. Como ilustración de esta pretensión, véase la siguiente carta a la Junta porteña del enviado portugués, Carlos J. Guezzi, que afirmaba:
V.E. ha sentido ciertamente que la solucion de estas importantes questiones, dependia substancialmente de la union de todas las Provincias, que componen el Vireynato, del establecimiento de un govierno provisional que representase el anterior poder egecutivo, y de la garantia que el mismo govierno ofreciese en sus relaciones interiores y exteriores en virtud de su organisacion.
Con este fin V.E. ha solicitado la reunion de deputados de las provincias, para que se encargaran provisionalmente del govierno del vireynato. Si este plano se hubiera realizado no dudaria un instante en asegurar que la corte de Brazil, en union con el comun aliado el Rey de la Gran Bretaña hubieran garantido el nuevo orden de cosas. Pero infelismente la division de opiniones se ha manifestado desde el principio, y los intereses personales sufocando el espiritu de moderacion, y templanza hacen recelar que sea ya imposible la reunion de opiniones sin convulsion, y medidas ruidosas, que deven necesariamente inquietar la potencia que tiene un interes mas inmediato en la quietud y orden de estas Provincias.
En tal estado de cosas ¿no seria acaso conveniente que la corte del Brazil interpusiese sus buenos oficios para la convocacion de deputados, para el establecimiento de un orden fixo, e invariable de administracion provisional, y que saliese garante del nuevo sistema de govierno? (6)
Más adelante, cuando ya había emergido la amenaza artiguista, y cuando para colmo el regreso de Fernando VII al trono de España suscitó temores de una expedición española de reconquista, el partido carlotista porteño tuvo nuevamente motivos para aceptar la intervención de Portugal en la Banda Oriental. Esto no significa, por supuesto, que dicha política tuviera consenso en Buenos Aires. Por cierto, el director supremo Antonio González Balcarce cayó por la fuerte oposición en Buenos Aires a su política de no socorrer a la Banda Oriental, cuando se conoció la noticia de la invasión portuguesa. (7)
Sin embargo, cuando llegaron a Brasil tropas portuguesas de Europa, ni la oposición de algunos sectores porteños ni las protestas británicas sirvieron de mucho. A fines de junio de 1816, las tropas portuguesas entraron en territorio de la Banda Oriental y en enero de 1817, el general Carlos Federico Lecor ocupó Montevideo. Por otra parte, e ilustrando claramente la inexistencia de un Estado nacional argentino y la debilidad del sentimiento de nacionalidad aun frente a los lusoparlantes, la ocupación portuguesa de la Banda Oriental fue aceptada por el Congreso de Tucumán como represalia a la convocatoria de Artigas a las provincias del Litoral para que se le unieran, efectuada en la localidad de Paysandú el año anterior, y a la persistencia del caudillo en su negativa a someterse a la autoridad del director supremo y del Congreso. (8)
Según la mayoría de los historiadores argentinos, el director supremo Juan Martín de Pueyrredón, reemplazante de Antonio González Balcarce, realizó una serie de vanos esfuerzos tendientes a negociar con Artigas la reincorporación de la Banda Oriental al resto de las Provincias Unidas y la sumisión del caudillo al gobierno central. Cumplidos estos pasos Artigas habría recibido auxilio para su lucha contra los portugueses. Pero el fracaso de Pueyrredón fortaleció los argumentos de aquellos sectores que desde el gobierno de Buenos Aires eran partidarios de la invasión lusitana y la incorporación de la Banda Oriental a la corte de Portugal como un precio aceptable a cambio de la eliminación de la amenaza artiguista, que no sólo era subversiva en lo social sino que podía llevar consigo, en su impulso secesionista, a las provincias del Litoral.
La existencia dentro del gobierno porteño de voces que veían en la anexión de las provincias del Plata a la autoridad del rey de Portugal la forma de lograr una estabilidad política que Buenos Aires buscaba afanosamente desde 1810 se encuentra documentada en la correspondencia de la época. Asimismo aparecen los peligros implícitos en tal postura. Ejemplo de ello es la nota enviada por Henry Chamberlain al vizconde Castlereagh en julio de 1816, precisamente cuando en Tucumán se declaraba solemnemente la independencia de las Provincias Unidas del Sur:
El importante contenido de este Despacho espero que impondrá a V.E. de las miras de este Gobierno respecto de sus vecinos sureños, y aclarará el misterio que durante tanto tiempo ha obscurecido la verdadera razón por la cual la División al mando del General Lecor fue separada del ejército de Portugal.
Este propósito, Milord, es nada menos que apropiarse de todas las Provincias que constituían el antiguo Virreinato de Buenos Ayres mediante un entendimiento secreto con las personas al frente de los Gobiernos locales y anexarlas al Reino del Brasil con el título de "Imperio de la América del Sur". (...)
Sin embargo, el proyecto no es nuevo en forma alguna, y los diversos Gobiernos de Buenos Ayres lo han suscitado en varias ocasiones desde el año 1810 hasta el día de hoy, cuandoquiera que han experimentado serios temores de peligro, y habiéndose convencido ahora por la triste experiencia de seis años de males que es imposible alcanzar la Independencia por sus propios medios, los jefes de todos los partidos parecen haber resuelto poner fin a la revolución y arrojarse en brazos del Rey de Portugal y Brasil (que durante mucho tiempo ha deseado secretamente poseer esas excelentes Provincias) como el solo medio de lograr los dos únicos grandes objetivos por los cuales confiesan que han estado realmente luchando en los últimos tiempos -comercio libre con el resto del mundo, y seguridad contra las consecuencias que temen si llegan alguna vez a encontrarse nuevamente bajo su antiguo soberano (...)
(...) Mientras tanto, no hay razón para creer que Artigas esté al tanto de este arreglo, aunque es por cierto probable que los Diputados enviados recientemente desde Buenos Ayres para tratar con este Jefe tengan encargo de ganarlo a su causa, lo que es imposible, sin embargo, según dicen sus amigos de aquí. Si llevan una Misión semejante y no tienen éxito, o si Artigas descubre que el Gobierno de Buenos Ayres está tratando de engañarlo, no me sorprendería que constituya un fatal obstáculo para la ejecución del proyecto. (9)
Este proyecto del gobierno de Buenos Aires de anexión al dominio portugués, con sus muchas indecisiones y ambigüedades, fue evidenciado por el propio rey de Portugal, de quien, pocos días antes de su recién citada misiva, Chamberlain dijera que:
Reconoció que el "llamado" Gobierno de Buenos Aires (empleo la expresión de Su Majestad, el Rey de Portugal) deseó en una oportunidad unirse a él y formar un Estado, pero que ahora ellos habían cambiado por completo su manera de pensar y estaban resueltos a ser independientes y gobernarse por sí mismos. (10)
Por otra parte, un contundente testimonio de la inestabilidad interna del Río de la Plata y del desafío artiguista al poder porteño es el informe de Paulo Fernandez de Vianna al Príncipe Regente en julio de 1815, donde Vianna afirma lo siguiente:
No dejo de reconocer que los revolucionarios del Río de la Plata, desengañados por no poder establecer tranquilamente el gobierno que pretendían, luchando entre partidos que no han podido conciliarse, especialmente luego de que Artigas desorganizó de su sometimiento a toda la margen oriental con la nueva toma de Montevideo y amenaza asimismo a entrar en Buenos Aires, los ha llevado a la desesperación que ocasiona la deserción que de allí han hecho los mismos revolucionarios, que temen su llegada (...). (11)
Otro testimonio de la complicada situación rioplatense, y de cómo este factor justificaba la búsqueda de candidatos externos, es el comentario escrito atribuido por Fernandez de Vianna a Gervasio Posadas:
Es en general deplorable hasta el extremo la situación del país (...) las ideas de federalismo encendidas y manifestadas, como nunca, han producido la rivalidad de provincia a provincia, y de pueblo en pueblo (...).
La opinion de ser necesaria una persona de afuera con poder y relaciones para que dirija nuestra independencia, en la boca de muy pocos, pero en el corazon de muchos.
Yo ni habitaria el pais, sino esperara que pudiendo un dia ser mi influxo bastante poderoso lo podre emplear en preparar la opinion en orden a constituirnos bajo los auspicios del Principe Regente haciendo un solo estado con los que hoy govierna, (...). (12)
La lucha por el dominio de la Banda Oriental
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Re: Virreinato del Río de la Plata
LA PROTESTA DE ROSAS y LA POLÉMICA
Por R. ANTONIO RAMOS
LA PROTESTA DE ROSAS
Si el Paraguay y el Brasil celebraron jubilosos el reconocimiento, la Confederación Argentina lo recibió con desagrado. Rosas no estaba dispuesto a aceptar un acto semejante. El 7 de enero de 1845, Felipe Arana, ordenó a Tomás Guido, ministro argentino en Río de Janeiro, que «proteste debidamente ante el Gob.º Imperial» por el reconocimiento de la independencia del Paraguay al cual la Confederación Argentina «no le dá fuerza ni valor alguno...» (1) El mandato fue cumplido el 21 de febrero de 1845.
La nota de Guido, dirigida a Ernesto Ferreira França, era la primera de la serie que presentará al gobierno brasileño sobre la independencia del Paraguay, hasta fines de 1849. En repetidas oportunidades insistirá sobre el mismo punto, pero siempre sus argumentos adolecerán de consistencia, porque no estaban construidos sobre el material de la verdad. La polémica no favoreció al representante de Rosas, sus razonamientos fueron rebatidos sucesivamente por los agentes de la Corte de San Cristóbal. Nada pudieron su talento, ni su tenacidad, ni su práctica diplomática para contrarrestar las contestaciones brasileñas. En el ardor de la polémica el lenguaje subió de tono. La discusión estimuló la agresividad de Guido, pero no le insufló densidad en sus afirmaciones. El gobierno imperial, por su parte, no decayó en la controversia. En mayo de 1850, por intermedio de Paulino José Soares de Souza, mostróse más enérgico, cortante y abiertamente provocativo.
El argumento troncal de Guido para justificar lo que llamaba «desmembración de una parte importante del territorio argentino», como consecuencia del reconocimiento de la independencia del Paraguay por el Brasil, era que la formación de las repúblicas americanas tenía por base «la división preexistente de los Virreinatos y Capitanías generales bajo la dominación española». El Paraguay, no declaró durante la lucha contra el poder español, «su voluntad de separarse de la comunidad a que pertenecía», quedando «virtualmente como parte integrante de la República Argentina.» El gobierno argentino no renunció a ninguno de sus derechos al consagrarse a conquistar la independencia, con lo cual defendía al Paraguay, que no participó de los sacrificios comunes; obraba inspirado por una política americana de utilidad recíproca y agregaba que admitir las pretendidas nacionalidades era establecer «un precedente tan peligroso a los intereses del imperio, como útil a las miras de la politica antiamericana». Al considerar inoportuno el reconocimiento de la independencia del Paraguay por el Emperador del Brasil, Guido declaraba «que la Confederación Argentina no le da fuerza ni valor alguno, y en ningunas circunstancias tendrá por válidas y subsistentes cualesquiera actos que en aquella razón se practicasen, ni prestará atención a las pretensiones y reclamaciones que sobre él se promoviesen». Alegó también en apoyo de su pretensión, que el ex ministro de negocios extranjeros, Carneiro Leão, le había preguntado el 18 de marzo de 1843, si cual era la política que la Confederación seguiría con respecto al pedido del reconocimiento de la independencia del Paraguay; que le había contestado con franqueza, manifestándole las razones que impedían al gobierno argentino a prestarse a ese reconocimiento; y que el mismo ex ministro le prometió, en consideración a que la legación argentina carecía de las instrucciones pertinentes, suspender el aludido reconocimiento; que el gobierno de la Confederación Argentina declaró en su mensaje a la legislatura del 27 de diciembre de 1843 no poder dar su aquiescencia a la solicitud del Paraguay; que el gobierno imperial conocia por ese documento público la marcha política de la Confederación, y que, no obstante, reconoció «la desmembración de una parte importante del territorio Argentino» sin consideración a los derechos de la misma Confederación y a las mutuas conveniencias de ambos países. (2)
La argumentación de Rosas no respondía al principio que enarbolaron las colonias españolas al separase de la metrópoli: la autodeterminación de los pueblos. Como consecuencia de la desaparición del poder real, esos pueblos asumieron sus derechos para decidir de sus destinos, y sobre esa base se constituyeron en Estados libres y soberanos. Esta doctrina la enunció el Paraguay a la Junta de Buenos Aires en la nota del 20 de julio de 1811.
La protesta de Guido fue sometida a consideración del Consejo de Estado. La Sección de negocios extranjeros, que estaba integrada por Honorio Hermeto Carneiro Leão, Cayetano María López Gama y Bernardo Pereira de Vasconcellos, en su sesión del 11 de junio de 1845, por orden del Emperador transmitida el 4 de marzo por aviso del secretario de Estado, examinó la nota del ministro argentino del 21 de febrero, «documento notable por los principios y doctrinas que emite y por la política invasora que manifiesta ser la del Gobernador Rosas. En verdad, desde hacía tiempo – juzgaba la Sección – se podía sospechar sus pretensiones de someter a la soberanía y gobierno de la Confederación Argentina todas las Provincias que formaban parte del Virreinato de Buenos Aires, pero el Gobernador Rosas se guardaba de manifestar clara y positivamente esas pretensiones, como ahora lo hace en la Nota de su Ministro Plenipotenciario en esta Corte». (3)
El general Guido refirió «arteramente» su conferencia con el ministro Carneiro Leão y fue él quien prometió solicitar instrucciones para hacer las aclaraciones que se le pedía. Refirió también que su gobierno manifestó a la Cámara de Representantes no haber accedido a los deseos del Paraguay y que esa declaración se comunicó al gobierno de Asunción. La Sección advertía que el mismo general Guido quería que con ese hecho el gobierno imperial tuviese un documento claro para conocer la política seguida por la Confederación; «cuanto que ese hecho serviría para manifestar la política tortuosa y artera del Gobernador, pues ni en esa comunicación a la Sala de Representantes se expresan los motivos que mueven a la Confederación, ni se rechaza formalmente el reconocimiento de la independencia del Paraguay». Si este hecho tuviese valor, se le podrá oponer que el gobierno imperial precedió al de la Confederación en dar a conocer su política con respecto al Paraguay, «como consta en las comunicaciones verbales y escritas que los ex Ministros de 1843 hicieron ante la Asamblea General del Brasil», a lo cual se debe agregar que Paulino José Soares de Souza, también ex ministro de negocios extranjeros, instruyó al general Guido, antes del 27 de diciembre de 1843, del nombramiento de un encargado de negocios para el Paraguay. (4)
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Re: Virreinato del Río de la Plata
El general Guido refirió «arteramente» su conferencia con el ministro Carneiro Leão y fue él quien prometió solicitar instrucciones para hacer las aclaraciones que se le pedía. Refirió también que su gobierno manifestó a la Cámara de Representantes no haber accedido a los deseos del Paraguay y que esa declaración se comunicó al gobierno de Asunción. La Sección advertía que el mismo general Guido quería que con ese hecho el gobierno imperial tuviese un documento claro para conocer la política seguida por la Confederación; «cuanto que ese hecho serviría para manifestar la política tortuosa y artera del Gobernador, pues ni en esa comunicación a la Sala de Representantes se expresan los motivos que mueven a la Confederación, ni se rechaza formalmente el reconocimiento de la independencia del Paraguay». Si este hecho tuviese valor, se le podrá oponer que el gobierno imperial precedió al de la Confederación en dar a conocer su política con respecto al Paraguay, «como consta en las comunicaciones verbales y escritas que los ex Ministros de 1843 hicieron ante la Asamblea General del Brasil», a lo cual se debe agregar que Paulino José Soares de Souza, también ex ministro de negocios extranjeros, instruyó al general Guido, antes del 27 de diciembre de 1843, del nombramiento de un encargado de negocios para el Paraguay. (4)
La Sección, sin entrar a considerar los rodeos con los cuales el ministro argentino trataba de justificar la «política artera y la falta de franqueza de su Gobierno», juzgaba de su deber llamar la atención sobre tres puntos principales de la nota de Guido, a saber; «1º) aquél en que se considera el reconocimiento de la independencia del Paraguay como la aprobación de un desmembramiento de una parte importante del territorio argentino; 2º) aquél en que se alega haber sido base para la división geográfica de las Repúblicas de América del Sur, la división preexistente de los Virreinatos y Capitanías Generales durante la dominación española; 3º) la especie de amenaza al Brasil de que se levantaren en sus Providencias nuevas nacionalidades que podrían ser reconocidas, como él reconoce al Paraguay.» (5)
El parecer de la Sección quedó concretamente acordado en la forma siguiente:
«1º) Que se responda a la nota del general Guido contraprotestando contra las intenciones manifiestas de parte de la Confederación Argentina de anular la independencia y soberanía del Paraguay, anexándolo al territorio de la Confederación. Conviene que en esa respuesta se demuestre que la independencia del Paraguay data de la misma época que la de las otras Provincias que constituían el Virreinato de Buenos Aires; y que se alegue que desde esa época nunca el Paraguay estuvo unido a Buenos Aires, conservándose siempre con Gobierno separado e independiente». La proclamación de 1842 no daba derechos a la Confederación Argentina puesto que el Paraguay no estuvo unido a ella anteriormente. Este pronunciamiento era la manifestación de la resolución de esta república de abandonar el régimen de aislamiento, impuesto por la dictadura del Dr. Francia y de establecer un gobierno libre. Además debe mostrarse que la política del Brasil no era nueva. Desde 1824 trató al Paraguay como país independiente; lo prueban los nombramientos de los representantes diplomáticos del Imperio ante el gobierno de Asunción, especialmente el del consejero Antonio Manuel Correa da Cámara, quien fue recibido en Itapúa por el dictador Francia. «Convendrá, por fin, mostrar que la base que el Gobierno de la Confederación Argentina parece pretender establecer para la división de las Repúblicas de América del Sur, esto es, la división de los Virreinatos y Capitanías Generales durante la dominación española, ataca la independencia de Gobiernos solemnemente reconocidos y manifiesta tener el Gobierno Argentino una política invasora a la que el Brasil se debe oponer.
«2º) Que se comunique la nota del general Guido a los Gobiernos de la República Oriental, de Bolivia y del Paraguay. La base que el general Guido parece proclamar para el establecimiento de las Repúblicas independientes de la América Meridional ofende los derechos de esas Repúblicas, cuyo territorio, en todo o en parte, virtualmente se pretende que pertenece a la Soberanía de la Confederación Argentina. La comunicación de esta Nota al Gobierno del Paraguay podrá servir para ponerlo en guardia contra el de la Confederación y el Encargado de Negocios sirviéndose hábilmente de ella puede estrechar las relaciones del Gobierno Imperial con el del Paraguay para obtener un ventajoso tratado.
«La Sección pide licencia – continua exponiendo el parecer – a Vuestra Majestad Imperial para recomendar respetuosamente la conveniencia del establecimiento de una Colonia militar en la margen del Yguazú o Río Grande de Curitiba en su confluencia con el Paraná y la apertura de un camino militar que comunique dicha Colonia con las Ciudades de Curitiba yParanaguá. Estando la Confederación Argentina en posesión de la Isla de Martin Garcia, le es fácil impedir toda la comunicación que el Gobierno Imperial quiera tener con el Paraguay por el Río de la Plata; y por lo que toca a la comunicación por tierra que se hace actualmente por la Provincia de Río Grande del Sur, será impedida fácilmente por la Confederación Argentina, luego que ésta ocupe de nuevo la Provincia de Corrientes, ahora disidente de la Confederación. Cumple pues que el Gobierno Imperial se habilite para poder socorrer a1 Paraguay cuando sea invadido por la Confederación, apresurando el establecimiento de la referida Colonia, necesaria además para la seguridad y defensa de nuestras fronteras». (6)
El parecer fue aprobado por Don Pedro II el 24 de julio de 1845. En él se fijaba claramente la política del Imperio con relación al Paraguay y a la Confederación Argentina. En síntesis, la Sección de negocios extranjeros del Consejo de Estado confirmó el reconocimiento de la independencia del Paraguay por el Brasil como un medio de contrarrestar el poder de Rosas y la reconstrucción del virreinato del Río de la Plata. Estableció, en consecuencia, que el Imperio debía oponerse a la formación de las nacionalidades sobre la base de los virreinatos y capitanías generales. Era la política tradicional del Brasil, que en sus cuestiones con los países desprendidos de los antiguos dominios españoles, no favoreció «en hipótesis alguna la reconstrucción de cualquiera de estos Virreinatos» y negoció siempre por separado con cada uno de esos países. (7) Buscó poner en guardia al Paraguay y preparar al Imperio para defender a aquél en el caso de ser invadido por la Confederación Argentina. Llama la atención que, ya en aquella época, el Brasil se propuso construir un camino que permitiese la unión del Paraguay con el Atlántico. Con él, al defender sus propios intereses, ofrecía al Paraguay la alternativa de disponer de otra salida, además del Paraná, para comunicarse con el mundo y salvarse de la clausura, siempre posible, de las vías fluviales del sur. Esta iniciativa se cumplió en este siglo, completándose su ejecución con el puente sobre el río Paraná.
Cinco días después de la aprobación del Emperador, el ministerio de negocios extranjeros respondió a la protesta de Rosas, por intermedio de Antonio Paulino Limpo de Abreu, después vizconde de Abaeté, quien había sucedido en esa secretaría de Estado a Ferreira França. El canciller imperial protestó, a su vez, por considerar a la representación de Guido destituida de «fundamentos justos y razonables», siguiendo las normas fijadas por el Consejo de Estado. (8)
Limpo de Abreu comenzó observando que la manifestación de Guido a Carneiro Leão, cuando éste ejercía el ministerio de negocios extranjeros, sobre los impedimentos del gobierno para reconocer la independencia del Paraguay, sólo podría ser considerada como referencia de un incidente sin influencia en la política imperial y que el gobierno de la Confederación podía apreciar libremente. Los deseos del aludido ex ministro de conocer la política argentina acerca del Paraguay no podían razonablemente ser interpretados como el propósito del gabinete imperial de adoptar esa política. Sería gratuito suponer que el consejero Carneiro Leão considerase el reconocimiento de la independencia del Paraguay como un acto que pudiese ser objeto de discusión por parte del gobierno imperial. El empeño de ese ex ministro del Emperador ante el Señor Guido por conocer la política argentina, no tenia otro objeto que abogar por la justa pretensión del Paraguay ante el gobierno de la Confederación. El mensaje mencionado por el Señor Guido no puede ser alegado como un documento claro que le permita conocer al gobierno imperial la política argentina con relación al Paraguay. Ese documento no manifiesta los motivos que determinaron a la Confederación, ni rechaza formalmente la independencia del Paraguay. Aunque este hecho pudiese tener algún valor, se le opone con mayor fuerza de razón el haber precedido el gobierno imperial al argentino en dar a conocer su política respecto al Paraguay. (9)
Con estas observaciones iniciales, Limpo de Abreu entró en materia para sustentar la independencia del Paraguay y mostrar la coherencia de principios y actos con que siempre ha procedido el gobierno imperial en esta cuestión. Al referirse a la autodeterminación de los pueblos, como principio formativo de las nacionalidades americanas, decía acertadamente: «Es indudable, con efecto, que la independencia del Paraguay, a más de ser coetánea, resulta del mismo principio que la provincia de Buenos Aires puede invocar a su favor.
«La identidad de principio establece necesariamente en este caso la identidad de derechos y prerrogativas.
«La división territorial de los Virreinatos y Capitanías generales fue disuelta con todos los otros actos que tenían origen en la autoridad soberana de la Metrópoli por el mismo principio que destruyó la Soberanía que la España ejercía en sus colonias.
«Cada una de las provincias que estaban sujetas al dominio de la metrópoli, reasumió en consecuencia de esto el ejercicio pleno y absoluto de la soberanía.
«En este estado de cosas es fuera de duda que solamente la voluntad libre y espontánea de cada una de las provincias podía regular la formación de las nuevas nacionalidades que se creaban en la América, y surgirían de entre las ruinas del régimen colonial.
«Consultándose cuál fue la voluntad libre y espontánea del Paraguay, al separarse de la metrópoli, fácil es reconocer que el Paraguay, constituyó desde luego una nacionalidad propia, y enteramente independiente de la de Buenos Aires». (10)
La voluntad paraguaya está documentada en las resoluciones del congreso del 17 de junio de 1811 y en la nota del 20 de julio del mismo año, dirigida al gobierno de Buenos Aires. Este, a su vez, reconoció la independencia del Paraguay, en nota del 28 de agosto de 1811 y en el tratado del 12 de octubre de ese año, cuyo artículo quinto es terminante en este sentido. E1 gobierno de Buenos Aires al convocar el congreso de 1826 para constituir la república, no incluyó al Paraguay entre las provincias, por considerarlo independiente. «A vista de esta sucinta exposición, es claro que ninguna fuerza tiene el argumento alegado por el Señor D. Tomás Guido, de que la división geográfica de las Repúblicas de la América del sud tomó por base la división preexistente debajo del dominio español de los virreinatos y capitanías generales, hallándose el Paraguay compreendido, según esta división en el virreinato de Buenos Aires». Ya se demostró que cada provincia reasumió el ejercicio de la soberanía, lo que «repele cualquiera condición que pudiera subordinar su ejercicio a consideraciones ligadas a actos anteriores de la Metrópoli, como era la división preexistente de los virreinatos y capitanías generales.
«El hecho de tener Buenos Aires proclamado su independencia no podía conferirle el derecho de reunir a sí al Paraguay. También el Paraguay proclamó su independencia, y no es lícito dudar de que para defenderla y sustentarla empeñaría todos los recursos y sacrificios».
No puede hablarse de desmembración o fraccionamiento del territorio argentino, ya que la existencia de la nacionalidad paraguaya surgió del mismo principio y era coeva de la nacionalidad argentina. «El Paraguay siempre constituyó un Estado independiente y separado de Buenos Aires». El Brasil, adhiriéndose al acto del reconocimiento, mostrábase fiel a los principios sostenidos en sus relaciones con el Paraguay, manteniendo la coherencia y perseverancia en ese orden de su política internacional. Este acto era la confirmación de la serie que venia realizando desde 1824.
Limpo de Abreu terminaba su contra protesta, declarando que el gobierno imperial tenía el firme propósito de sustentar, como sustenta, el reconocimiento de la independencia del Paraguay, y que para el Brasil la protesta de Guido carecía de efecto alguno. (11)
La argumentación empleada por el ministro de negocios extranjeros era sólida, clara y cimentada sobre la verdadera doctrina y hechos históricos intergiversables. Su desarrollo estaba estrictamente encuadrado dentro de la resolución de la Sección respectiva del Consejo de Estado en su sesión del 11 de junio de 1845. La nota de Limpo de Abreu puede considerarse como una de las más brillantes defensas de la independencia del Paraguay. Su importancia internacional era transcendente porque fijaba categóricamente la posición del Brasil frente a las pretensiones de Rosas. Sus declaraciones constituían una seria advertencia para el gobernador de Buenos Aires y una seguridad para la existencia soberana del Paraguay.
El 30 de julio, Limpo de Abreu informaba a Rodrigo de Souza da Silva Pontes, encargado de negocios en Montevideo, que la nota que dirigió el 17 de ese mes al gerieral Guido no había satisfecho a éste, según declaración del mismo, alegando que subsistían, «no obstante las explicaciones, los motivos de desinteligencia entre los dos gobiernos, como resultado de la fuga del general Paz y de la misión del vizconde de Abrantes», lo que le obligaría a pedir sus pasaportes, sin que esto importe un rompimiento. «La segunda Nota, – agregaba el ministro de negocios extranjeros – que dirigí a dicho Sr. D. Tomás Guido, con fecha 2 del mismo mes, contraprotestando la protesta que él hiciera en nombre de su Gobierno, acerca del reconocimiento de la Independencia del Paraguay por el Gobierno Imperial, le fue entregada ayer y creo que menos le satisfará que la primera. El Gobierno Imperial piensa, sin embargo, que tanto con la una como con la otra cumplió con sus deberes, y salvó el decoro y la dignidad de la Corona y del País». (12)
Cinco días después, el 4 de agosto, el mismo Limpo de Abreu, cumpliendo las recomendaciones del Consejo de Estado, remitió a Pimenta Bueno copias de la protesta argentina y de la respuesta brasileña, para que hiciese de ellas el «uso conveniente». (13) La remisión fue lisa y llana, lo que contrasta con el comentario que de la última hizo el aludido secretario de Estado a Silva Pontes sobre los deberes del gobierno imperial y el decoro y dignidad de la corona y el país. E1 encargado de negocios en Asunción avisó la recepción, quejándose del abandono en que se le tenía. Aunque la información fuese incompleta, «con todo – agregaba – es el primer acto de alguna significación política, que desde hace un año recibo al respecto de este Estado. En breve informaré a V.E. acerca de un asunto importante que tiene relación con la cuestión de la Independencia». (14)
En Asunción, El Paraguayo Independiente en su número 28 del 15 de noviembre de 1845 publicó las dos notas, pero las comentó casi un año después, en el número 67 del mismo periódico, correspondiente a la entrega del 17 de octubre de 1846. Decía en este último, que Rosas, no encontrando fundamento a su «injusta ambición», intentó crear nuevos principios, «desconocidos en las leyes de las naciones, e irrisorios por su debilidad y extravagancia!. » El hombre enemigo de los abusos europeos fue a buscar en el «más bárbaro feudalismo» para justificar el absurdo de que el derecho de los hombres y los pueblos se encuentra en el territorio y no en esos mismos hombres y pueblos, de manera que tienen que seguir, «quieran o no», la suerte de quienes poseen ese territorio. «La división geográfica y territorial del antiguo Virreinato de Buenos Aires fue su primero y penúltimo argumento». Mientras existía ese Virreinato, también existían distritos dependientes de él. Pero después de la revolución que extinguió la dominación española, subsistirían esos distritos? «Todos responderán que no; pero el Gobernador Rosas dirá que sí». El segundo y último argumento deriva de una proposición negativa. El Paraguay se aisló del movimiento emancipador, pero «no declaró espresamente su separación del antiguo virreinato», de consiguiente continuó virtualmente unido a él. «El Ministerio de S.M.I. ensu contraprotesta de 2 de julio de 1845 aniquiló esas declamaciones, y miserables argumentos del protestante argentino. Demostró que el pretender derivar derechos, y fundar nacionalidades por el solo y simple hecho de antiguas y caducas divisiones instituidas por una metrópoli contra la cual se levantara e1 grito de la emancipación, era ridículo, e inadmisible». (15)
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Re: Virreinato del Río de la Plata
LA POLÉMICA
Tal como presintió Limpo de Abreu, la contra protesta brasileña no satisfizo a Guido y mucho menos a Rosas, fiel a su política con relación al Paraguay. Este en su mensaje a la vigésima tercera legislatura de la provincia de Buenos Aires, del 27 de diciembre de 1845, en la sección «Departamento de Relaciones Exteriores», al tratar de las vinculaciones con el Brasil, declaró: «El Gobierno ha mandado a su Ministro en la corte del Janeiro sostenga los derechos perfectos de la Confederación sobre la Provincia del Paraguay en respuesta a la contra propuesta del Gobierno de S.M.I. equivocada en sus fundamentos e inadmisibles». (1)
No pararon aquí las manifestaciones del Restaurador. En parte dedicada al«Interior» del mismo mensaje, insistió: «Se persuade el Gobierno que el de la provincia del Paraguay, desviándose de las tentativas de los salvajes Unitarios para envolverla en calamidades inexplicables, comprenderá que sus verdaderos intereses y prosperidad lo conducen a la unión con la Confederación, y son inseparables de la causa americana. La convención ilegal que celebró aquel Gobierno con los rebeldes de Corrientes, ofendiendo los primeros derechos de la Confederación, a que había adherido el Gobierno Paraguayo, y faltando a la justicia y neutralidad que había declarado, ha obligado al Gobierno a interdecir la navegación al Paraguay, mientras subsista aquel pacto ofensivo e impolítico. No se ha alterado por esto el espíritu fraternal y pacífico de la Confederación. El Gobierno está sinceramente dispuesto a dar al del Paraguay nuevas pruebas de amistad cesando las dificultades e inconvenientes producidos por aquel injusto y desacordado convenio». (2)
Guido cumplió la orden de Rosas el 4 de julio de 1846, dirigiéndose por segunda vez al ministro de negocios extranjeros sobre el reconocimiento de la independencia del Paraguay, porque «el gobierno argentino consideró de su deber hacer una nueva manifestación al Gabinete del Brasil, negándose a reconocer como válidas y con efecto alguno perjudicial a los derechos perfectos de la república, las razones deducidas por el Sr. Limpo de Abreu...» en su contra protesta del 29 de julio de 1845. Para satisfacer a la confianza de su gobierno – agregaba el ministro argentino – «y dejar claramente establecidos los fundamentos que le guiaron en su protesta», prefería seguir el orden de sus mismas ideas para oponerlo a las reflexiones a que dieron lugar «con la única inspiración de la justicia y de la conveniencia de la República y del Imperio». (3)
El barón de Cayrú, que reemplazó en la secretaría de Estado al vizconde de Abaeté, contestó la nota argentina, el 1º de julio de 1846. Por orden de S.M. el Emperador, a cuyo conocimiento fue elevada la presentación de Guido, declaró sin otras consideraciones: el gobierno imperial no encuentra en ella argumento alguno que pueda tener fuerza para destruir las razones en que se fundó para reconocer la independencia de la República del Paraguay». (4)
En Asunción, el oficio de Guido se conoció por el suplemento deJornal do Comercio Nº 145 del 26 de mayo de 1846. El presidente López se dirigió entonces a Pimenta Bueno refutando la «inexactudes acumuladas» por el gobierno argentino «para encubrir la injusticia» de oponerse al hecho consumado de la independencia del Paraguay. (5)
Guido arguyó que el gobierno argentino no disputaba al Paraguay el «derecho municipal de organización interior» sino su independencia de la Confederación. Buenos Aires no accedió a la cuarta proposición exigida por el Paraguay en la nota del 20 de julio de 1811, «que cualquier reglamento, ó constitución que se deliberase en el Congreso general no obligaría a esta república hasta que fuese ratificada en plena junta general de sus habitantes... » El gobierno argentino se manifestó en la nota del 28 de agosto de 1811, como decía Guido, pero también era la verdad «que convencido luego después de la inmutable voluntad del pueblo paraguayo por su completa independencia, temiendo los resultados de su oposición se apresuró a convenir en la indicada exigencia» por nota del 1º de octubre de ese año, como justa decisión del derecho de los pueblos, no pudiendo dudarse de los principios universales que la fundan. «El Gobierno de Buenos Ayres concluía este acto categórico de reconocimiento de la Independencia de esta República, pidiendo que su gobierno se entendiese con los Ministros argentinos para la salvación común». (6)
Se convino así, «expresa y solemnemente», que las Provincias no tendrían ninguna jurisdicción sobre la república. No existía, entonces, vínculo que ligase el Paraguay a la Confederación. No podría negarse la soberanía de ese Estado, donde las leyes de la Confederación eran extranjeras, las cuales necesitaban de «naturalización» para ser obligatorias. En la misma forma la república podría «adoptar las leyes francesas, inglesas o brasileras que prometiesen ventajas; y se volvería por tal hecho parte integrante de tales nacionalidades?». Desde hace 35 años, el Paraguay no adoptó las disposiciones u ordenanzas del gobierno de Buenos Aires, ni mandó diputados a sus congresos, ni participó en sus guerras intestinas o internacionales, «vivió siempre, y vive como una Sociedad distinta que es. Por tanto – afirmaba el presidente López – el Tratado del 12 de octubre de 1811 no fue concebido como alega el Ministro Guido sobre el pensamiento de una Confederación, y sí sobre la simple relación de una alianza entre dos nacionalidades distintas que se ligaban para el único fin de la salvación común de su Independencia, y emancipación, que eran simultáneamente amenazadas, hecho que más o menos extensamente se verificó entre todas las diversas Repúblicas oriundas del mismo origem español». (7)
El artículo 5º del aludido tratado, el único que Guido alegaba en apoyo de sus ideas era precisamente la afirmación de lo contrario. La alianza y federación estaban destinadas, específicamente, a destruir a cualquier enemigo que se opusiese a la libertad e independencia de ambas repúblicas. El mismo artículo establecía que los auxilios a prestarse a Buenos Aires quedaban librados al arbitrio del gobierno de Asunción, de acuerdo con las circunstancias, lo que constituía una prueba más de la soberanía paraguaya. De consiguiente, el congreso de 1813 no hizo sino ratificar la independencia reconocida anteriormente por Buenos Aires. «Ese acto por si solo no importaba el rompimiento del Tratado de 1811, por que este no se oponía ni tenía porqué oponerse a un hecho que él presuponía y consagraba, como está demostrado; por tanto caduca el pensamiento del Ministro Guido cuando inculca, que la ruptura de un pacto federal, ó un ataque a la Soberanía nacional no puede ser origen de derechos perfectos. Podían prevalecer, y en realidad habían prevalecido hasta entonces esas dos entidades simultáneamente, por cuanto no eran repugnantes entre sí: se daban dos nacionalidades distintas, pero aliadas para el fin común de su emancipación». (8)
Otros fueron los motivos por los cuales el congreso nacional consideró roto el tratado de 1811. El gobierno de Buenos Aires, en contravención de disposiciones expresas del convenio, gravó por sí solo, «a título de que el Paraguay no le había ministrado auxilios», con un impuesto de tres pesos por arroba a la introducción de frutos procedentes de la república. El gobierno paraguayo reclamó la «manifiesta y violenta infracción», pero el de Buenos Aires, en nota del 19 de diciembre de 1812, expresó que a él correspondía el derecho de quejarse de la infracción aludida. Por tanto, el tratado era tenido de común acuerdo como inexistente. (9)
Nunca las tropas portuguesas pisaron territorio paraguayo para auxiliar al gobernador Bernardo de Velasco. El ministro Guido estaba mal informado en sus conocimientos históricos. Los paraguayos lucharon y vencieron en 1811, pero a las tropas argentinas comandadas por el general Belgrano, que invadieron el suelo de la república. El Paraguay recibió a representantes diplomáticos de las Cortes de Portugal y del Brasil, a lo que «Buenos Aires nunca opuso reclamación alguna, y en la mejor opinión el derecho de enviar y recibir Ministros tales es privativo solamente de Estados Soberanos». Es un absurdo suponer a una provincia ejerciendo las atribuciones inalienables correspondientes al país independiente del cual forma parte. Esto último significaría unStatus in Statu. (10)
Y siguiendo la argumentación desarrollada en la extensa nota, Carlos Antonio López concretó sus conclusiones en estos términos. «En suma el Ministro Guido confiesa que aflojada los lasos (sic) que unían la América española a su Metrópoli retrovertiera la Soberanía a su origen primitivo, pero, añade, sin aflojar la unidad social del Virreynato. Esta proposición por sí sola sería más que singular, por cuanto nadie jamás pensaría que los Virreynatos, fracciones de la Sociedad española americana hubiesen sido el origen primitivo de la Soberanía para que esta hubiese de retrovertir a ellas! Pero él adiciona que el Virreynato de Buenos Ayres convidó á su sección a conservarse unida, y de este pacto es, que al fin deduce los pretendidos derechos de su Gobierno. Por tanto según el propio Ministro Guido las circunscripciones territoriales nada valen, ni podrían jamás ser consideradas como orígenes primitivos de la Soberaníadividida. (11)
«Es el pacto de la asociación nacional libre y espontánea de los diferentes Pueblos que se emanciparon del dominio español, celebrado entre sí, quien funda el único titulo racional de las nacionalidades respectivas: y como el infrascrito tiene demonstrado que el Paraguay nunca celebró tal pacto con Buenos Ayres, antes bien un compromiso opuesto, y convencionado entre ambos, nada resta a discutir». (12)
Por todas estas consideraciones, el presidente López, habiendo leído la nota de Guido y no pudiendo «tolerar en silencio» las inexactitudes ofensivas de esa comunicación y disponiendo en los archivos de la república de los «documentos comprobatorios de la verdad», cumplía con el deber de ponerlos en conocimiento del gobierno imperial. Con ese objeto se dirigía a Pimenta Bueno, «Illmo. Señor Ministro de S.M. el Emperador», remitiéndole copias de los documentos mencionados en su oficio, para que éste, a su vez, las elevase a la Corte de San Cristóbal. Se trataba de los testimonios, debidamente autenticados, de la nota del 20 de julio de 1811 de la Junta del Paraguay a la de Buenos Aires; de la contestación del gobierno de Buenos Aires a la nota precedente, fechada el 28 de agosto de 1811; del oficio también de Buenos Aires del 1º de octubre de 1811, comunicando la instalación de un nuevo gobierno; y del artículo adicional al tratado del 12 de octubre del mismo año. (13)
El 25 de octubre nuevamente el mandatario paraguayo ofició a Pimenta Bueno, remitiendo al diplomático imperial las copias auténticas de otros documentos «que bien comprueban el hecho de formal reconocimiento de la Independencia paraguaya por diversos Gobiernos de la Confederación argentina». (14)
Las copias eran en total ocho, a saber: la credencial e instrucciones expedidas a Belgrano y Echevarría, el 1º de agosto de 1811, que «encierran... la confesión más solemne de que no había vínculo alguno de nacionalidad entre el Paraguay y las Provincias Unidas del Río de la Plata... El Señor Ministro verá en tales instrucciones que el Gobierno argentino después de insinuar a sus plenipotenciarios que viesen si podían obtener un nexo nacional entre el Paraguay y las Provincias Unidas se expresa en el Artículo 7º: que si conocieren que tal intento era mal recibido, ó pueda causar contradicciones, que lo abandonase, y tratasen de conseguir una alianza»; la credencial de Nicolás de Herrera del 6 de marzo de 1813 y la nota de este comisionado argentino del 15 de octubre de ese año, que manifiesta el rompimiento del tratado de 1811; el proceso seguido en Buenos Aires «por ocasión de las represas de buques paraguayos, tomados a los corsarios de Montevideo». Con ese motivo los tribunales y autoridades argentinos reconocieron «como hecho solemne la total, y absoluta independencia» de la república; la nota de Carlos de Alvear, del 20 de enero de 1815, dirigida al «Excmo. Señor Don Gaspar Francia Dictador Supremo del Paraguay»; la circular del gobierno de Buenos Aires del 2 de julio de 1825, a las provincias del interior. Esta correspondencia prueba que el Paraguay era considerado «como una República distinta, así como el Estado de Chile, y el Gobierno de Costa firme»; la nota del 7 de agosto de 1821 «y la gaceta que la acompaña», prueban también que Buenos Aires daba al gobierno del Paraguay el tratamiento de «Exmo. Señor Dictador Supremo de la República del Paraguay». (15)
Pimenta Bueno elevó al barón de Cayrú, ministro de negocios extranjeros, esta comunicación del presidente López. Al remitirla comentó: «Dicha nota como los documentos que la acompañan, demuestran, sin duda alguna, que la Independencia Paraguaya no es un hecho nuevo, ni tampoco desconocido por los anteriores Gobiernos de Buenos Aires. V.E. apreciará mejor el valor de tan importantes documentos, cuyos originales fueron examinados por mi». (16)
A juzgar por el juicio del representante brasileño, el paso dado por el mandatario paraguayo no fue vano. Era de suma importancia ofrecer los testimonie que abonaban la causa del Paraguay. El conocimiento de los mismos enriquecería los datos que con tanto acierto había usado Limpo de Abreu en su contra protesta del 29 de julio. Tenían además la autoridad de que los originales habían sido revisados por Pimenta Bueno. Un aporte semejante no podría pasar desapercibido, teniendo en cuenta la obstinación del gobernador de Buenos Aires. La colaboración era oportuna y de eficacia indudable.
El 19 de noviembre de 1846, Juan Andres Gelly llegó a Río de Janeiro, como encargado de negocios del Paraguay ante la Corte de San Cristóbal, siendo cordialmente recibido y reconocido en tal carácter. (17) Rosas ordenó a Guido a que protestase nuevamente contra dicho reconocimiento. El ministro argentino cumplió el mandato el 12 de enero de 1847, repitiendo en su nota los cargos formulados anteriormente contra la independencia del Paraguay, para fundamentar su oposición a la admisión de Gelly como representante diplomático del gobierno de Asunción. (18) La respuesta no se hizo esperar. Seis días después, el 18 de enero, el barón de Cayrú contestó a Guido, refutando detalladamente los argumentos del agente de Rosas con una sólida y documentada exposición, para terminar declarando que por las razones aducidas el gobierno imperial continuará considerando de «ningún efecto para el Brasil las protestas del gobierno argentino relativas al reconocimiento de la independencia del Paraguay». (19)
La réplica del ministro de negocios extranjeros impresionó al mercenario italiano Pedro de Angelis. Decía a Guido este escritor al servicio de Rosas: «He leido con sumo interés la ultima contestación del Ministerio del Brasil, sobre el reconocimiento de la independencia del Paraguay. Sus argumentos son tan fundados, y sus raciocinios tan lógicos, que me parece imposible que puedan ser contestados. Pero no me parece menos imposible obtener lo que se solicita. Lo mismo diré de las demas reclamaciones; ó al menos de la mayor parte: los gobiernos son como los particulares, que tienen a deshonra hacer retractaciones, aun cuando se consideren culpables. Si el objeto de estas protestas es preparar y justificar represalias, no tengo dificultad en aplaudirlas: pero si se pretende sacar de ellas un acto contrario a lo que ha sido practicado, no puedo menos que deplorar la inutilidad de estos esfuerzos. A.V. le quedará siempre el merito de haber defendido con mucho talento una causa, que no tenia, lo que dicen los franceses,aucune chance de succés». (20)
La verdad era como expresaba de Angelis. De nada valieron los esfuerzos y el talento de Guido ante los fundados argumentos brasileños en la defensa de la causa del Paraguay. Las pretensiones del gobernador de Buenos Aires no prosperaron ni alcanzaron éxito alguno.
Pero si firme era la posición de la Corte de San Cristóbal, grande era la tenacidad de Rosas. El 18 de diciembre de 1847 volvió nuevamente Guido con una extensa nota dirigida a Saturnino de Souza e Oliveira, entonces ministro de negocios extranjeros, con sus cargos, recriminaciones y protestas. El representante argentino después de referirse «a alguna de las cuestiones pendientes entre el Brasil y la Confederación», expresó la opinión de su gobierno sobre cada una de esas cuestiones. Entre ellas figuraba el reconocimiento de la independencia del Paraguay. A este respecto decía que su gobierno no podía compartir la actitud asumida por el gabinete del Brasil, porque no tiene «facultad para aceptar el reconocimiento de una fracción del Estado argentino segregada del cuerpo federal, con violación del pacto fundamental y del tratado del 12 de octubre de 1811, cuyas condiciones son inalterables sin el mutuo consentimiento de una y otra parte contratante. El gobierno argentino quisiera antes ver que el ministerio del Brasil conociese las consecuencias de un precedente que abre la puerta a la anarquía, que alienta la ambición; y que, una vez consentido el citado reconocimiento de parte del imperio, surgirá el deber de igual tolerancia para con otras potencias extranjeras y entre ellas, las que, empleando la intriga y la fuerza, procurarán la subdivisión de la América, para incorporarla a sus intereses comerciales». (21)
Guido no pretendía renovar según sus palabras – la desagradable discusión en la cual le pareció haber «establecido sólidamente el derecho inconcuso de su gobierno para oponerse a la independencia del Paraguay», pero no ocultaba al secretario de Estado su «intima convicción de que el gobierno imperial no hubiese admitido de potencia alguna el reconocimiento de facto de la independencia de Río Grande del Sur», ya sea como una transacción, o durante una lucha armada o cuando la rebelión hubiese triunfado, «porque ninguna modificación de este género salva las consecuencias de un ominoso ejemplo para el imperio mismo. No se pretende, – agregaba – Sr. Ministro, con el rechazo de la política del Brasil para con el Paraguay, un respeto exclusivo a los derechos que el gobierno argentino proclama, sino la garantía de las nacionalidades de América y la adhesión a un sufragio que principia a ser común en los nuevos Estados del continente del Sur, como fruto de su experiencia.» (22)
En una invitación para un congreso americano se contempló el principio conservador de no apoyar el reconocimiento de fracciones de algunos de los «Estados Confederados» que violentamente pretendiesen erigirse en naciones independientes. «El Brasil no puede desear sustraerse al beneficio de esta doctrina, que ya fue sustentada por su gobierno: Si la provincia del Paraguay decía el Sr. Limpo de Abreu, el 29 de julio de 1845, hubiese en algún tiempo convenido por efecto de su propia voluntad, libre y espontáneamente declarada, en la división preexistente, incorporándose a la Confederación, en este caso único el gobierno de Buenos Aires podría alegar como principio el argumento que ofrece, esto, es, el argumento de la organización primitiva del virreinato de Buenos Aires, en el que se comprendía la provincia del Paraguay.» (23)
Ahora bien, cabe recordar que e1 13 de julio de 1811 el gobierno paraguayo dijo: «El acto de romper un pueblo subalterno los vínculos de dependencia que lo ligan a su capital, es de suma importancia en el orden político, es una violación de las leyes, de la cual derivan males gravísimos a la sociedad. La distribución de provincias y la recíproca independencia de los pueblos son una ley constitucional del estado. El que trata de atacarla es un refractorio del pacto solemne que juró». (24) Esta afirmación atribuida al gobierno paraguayo no está fundada en ningún documento, constituye una falsedad inventada por Guido. Pocos días antes se había creado la Junta Superior Gubernativa y ella comunicó a la de Buenos Aires las resoluciones del congreso del 17 de junio, en la nota del 20 de julio de 1811, en la que categóricamente se hablaba de los derechos de los pueblos de organizarse en la forma más conveniente para asegurar su bienestar y libertad y del no reconocimiento de su superioridad a la antigua capital del virreinato. Esta importante comunicación con una diferencia de sólo siete días de la fecha indicada por Guido no puede ajustarse con la declaración que él menciona como del gobierno paraguayo.
Y argumentando sobre esta base falsa, nuevamente se apartó de la verdad al afirmar; «Así, pues, comparando una y otra declaración, y a la vista del artículo 5º del tratado celebrado en ese mismo año por el Paraguay, en el que las confirmó perpetuamente ante el gobierno de Buenos Aires, está en pie el caso tal cual lo estableció el órgano respetable del gabinete del Brasil». (25)
Guido terminó declarando, que coherente con los principios enunciados, el gobierno argentino había salvado «sus imprescriptibles derechos frente a América, protestando contra el reconocimiento de la independencia del Paraguay» y que si el Brasil considerase de nuevo ese reconocimiento o lo retirase, el gobierno argentino apreciaría esa actitud «como la mejor garantía de los intereses orgánicos del Imperio y como un obstáculo poderoso a la política desorganizadora de la intervención europea». (26)
Rosas no comprendía o no quería comprender que la independencia del Paraguay era precisamente una garantía de los intereses del Brasil en esta parte del mundo y que el Imperio estaba resuelto a defender esos intereses. De esta vez correspondió al vizconde de Olinda contestar a Guido, después de un año y medio. En comunicación del 25 de julio de 1849, luego de referirse a las notas cambiadas en 1843 entre Duarte da Ponte Ribeiro y el gobierno de Buenos Aires, a la misión del vizconde de Abrantes, al pasaporte concedido del general Rivera, a la llegada a Río de Janeiro del general Paz y su fuga posterior, el ministro de negocios extranjeros expresó: «Cita el Sr. general Guido la doctrina sustentada con la Legación Argentina el 29 de julio de 1845, no sólo para corroborar con ella la protesta contra el reconocimiento por parte del imperio de la independencia del Paraguay, sino también para inducirlo a que reconsidere o retire el mismo reconocimiento como la mejor garantía para el propio imperio.
«El gobierno imperial, respondiendo aquella protesta del de la Confederación, presume haber probado con argumentos poderosos, que reconociendo la independencia del Paraguay, mantenida por él por más de treinta años y solemnemente ratificada por un congreso de 1842, no pretendió ni levemente favorecer separaciones ilegítimas.
«La situación geográfica del Paraguay, confinante con el Brasil, afecta de tal suerte los intereses de éste, que el gobierno imperial nunca los puede abandonar. Nadie, sino el Paraguay, podía responder por esos mismos intereses, en cualquier conflicto, y el gobierno imperial, reconociendo la independencia de ese Estado, no hizo más que dar por cierta la existencia del mismo Estado, con una autoridad que dirige a sus habitantes, representándolos, y que es la única responsable de su conducta. Cree el abajo firmado que este procedimiento fue inspirado al gobierno imperial por su propio deber con sus súbditos y que está de acuerdo con los principios del derecho de gentes y con el ejemplo de otros estados en circunstancias mucho menos imperiosas que las del imperio. Así el retiro del reconocimiento de esa independencia, aún cuando fuese compatible con el decoro del gobierno de S.M. el Emperador, sin aprovechar a los derechos alegados por la Confederación Argentina, ni debilitar aquellos en los que el Paraguay pretende apoyarse, comprometería esos mismos intereses colocados actualmente fuera de la jurisdicción y responsabilidad del gobierno argentino, pero que el de S.M. está obligado a proteger». (27)
El vizconde de Olinda lamentaba que motivos imperiosos le habían impedido contestar con más antelación a Guido, pero confiaba que la benevolencia y el espíritu de paz que animaban al Emperador para con la Confederación Argentina servirían para estrechar la cordialidad en las relaciones de los dos países, a la cual estaban ligados sus bien entendidos intereses y los de América.
El gobierno de Río de Janeiro hablaba con franqueza. Sin adjetivos agraviantes ni reticencias, el secretario de Estado consignó, claramente en un documento oficial, que la situación geográfica del Paraguay afectaba los intereses del Brasil. De ahí la preocupación de los estadistas de este país por la independencia del Paraguay, considerada por esos mismos estadistas como fundamental para la estabilidad del Imperio.
Guido no solamente se pronunciaba por escrito sino que también aprovechaba sus entrevistas con los ministros de negocios extranjeros, para tratar la cuestión del Paraguay. En una conferencia mantenida con Paulino José Soares de Souza, que había sucedido en la secretaria de Estado al vizconde de Olinda, en 1844, durante una audiencia al cuerpo diplomático, a la pregunta de si era verdad de que Pimenta Bueno había sido enviado al Paraguay como encargado de negocios y que el Brasil reconocería la independencia de esa república, el ministro imperial le contestó: «Que hacia 32 años que el Paraguay vivía de por sí, segregado de la Confederación. Que ésta nunca había intentado por medio de las armas que aquél forme otra vez parte de ella. Que, por el contrario, Rosas había declarado reiteradas veces en mensajes y otros documentos públicos, que nunca echaría mano de las armas para ese fin. Que el Paraguay era nuestro vecino, que teníamos con él relaciones de comercio y navegación, y cuestiones de límites, las cuales podían dar lugar a reclamaciones, que por cierto no podrían ser discutidas y llevadas al conocimiento de la Confederación Argentina, que no reconoce al Paraguay. Que el Brasil tenía necesidad de entenderse con alguien al respecto de tales asuntos y no quedarper omnia secula a la espera de que el Paraguay, obligado por el aislamiento al cual Rosas le somete, vuelva voluntariamente a formar parte de la Confederación Argentina. Que, por tanto, el reconocimiento del Paraguay por el Brasil no tenia otro significado o alcance.
«Que el Brasil – siguió exponiendo Paulino – podía reconocer la independencia del Paraguay, como hecho, sin entrar en la justicia y razón de su separación (aquí Guido me apoyó con el ejemplo del reconocimiento de la independencia de algunos Estados Americanos por las Naciones de Europa). Que francamente le declaraba, que, en mi opinión, la Independencia del Paraguay convenía al Brasil políticamente (Guido aquí me contestó vivamente), pero que entre esa conveniencia y la obligación de sustentar esa independencia con sacrificio de sangre y de dinero, había gran distancia»
Durante la conferencia Guido manifestó que Oribe había mandado retirar las tropas que marchaban contra los paraguayos, que Urquiza había licenciado a las suyas y que Rosas no atacaría al Paraguay. «Lamentó los cambios frecuentes de ministros entre nosotros, – continúa relatando Soares de Souza – y dijo que si el reconocimiento de la Independencia del Paraguay se hubiese considerado de aquel modo, los negocios no se habrían complicado, pero que así no ocurrió y me citó las gestiones hechas por el Brasil para el reconocimiento de la Independencia del Paraguay, hecho que consideró hostil a la Confederación y con el cual Rosas mucho se molestó. Magnificó la importancia de este hecho. Dijo que siendo el Brasil la primera potencia de la América Meridional, por sus fuerzas y recursos, por la estabilidad de su forma de gobierno y de sus instituciones, por sus relaciones y representación en Europa, aquellas gestiones habían hecho mucho mal. Que en consecuencia de ellas Austria había reconocido la independencia del Paraguay, cometiendo así una grave contradicción, no habiendo hecho lo mismo al respecto de otras Naciones de la América Meridional».
En este estado de la conversación, Guido preguntó al ministro imperial si por qué habiendo reconocido el Brasil la independencia del Paraguay, no hacía lo mismo con el gobierno de Oribe, que dominaba casi todo el territorio oriental. Soares de Souza respondió a su interlocutor: «...que había mucha diferencia entre uno y otro caso. Que en el Paraguay no había lucha cuando lo reconocimos, que su Independencia no le era disputada por las armas, que estaba en posesión de ella hacía treinta y tantos años. (Aquí Guido se irritó y se traicionó porque me dijo: «Puede ser que allá nos vejamos. Puede ser»). Que por el contrario existía una lucha armada en la Banda Oriental entre dos Gobiernos, en la cual no habíamos juzgado conveniente envolvernos...» (28)
En la conferencia Guido no aportó novedad alguna. Ella, sin embargo, reflejó en su desarrollo las inconfesadas intenciones de Rosas con respecto al Paraguay. En un impulso de franqueza, sin cuidarse de la reserva diplomática del caso, el agente argentino dejó ver la posibilidad de que la Confederación Argentina disputase la independencia del Paraguay por medio de las armas. La declaración no podría causar favorable impresión, no sólo por lo temeraria e imprudente sino porque contrariaba en lo fundamental la política seguida por el Imperio con relación al Paraguay. Indudablemente que a Guido le traicionó su irritación.
A la firmeza del Brasil, Rosas oponía la tenacidad de sus reclamaciones. Su ministro no perdía oportunidad para golpear las puertas de la Corte de San Cristóbal con sus representaciones. El 5 de diciembre de 1849 volvió a la carga, al contestar la nota del Vizconde de Olinda del 25 de julio. Su lenguaje iba subiendo en agresividad, impulsado por las pasiones de su comitente. Si bien no alegó nuevos argumentos, se refirió, entre otros asuntos, al «indebido e injusto reconocimiento del gobierno de S.M. de la pretendida independencia de la provincia argentina del Paraguay, acto sumamente ofensivo a la Confederación, contra el cual el gobierno argentino había protestado reiteradamente». Al contrario de lo que cree el gobierno brasileño es el de la Confederación el que demostró con sus impugnaciones la falta de fundamento de las «gratuitas aserciones del de S.M.» porque la provincia del Paraguay pertenece a la Confederación Argentina por títulos de fundación de estado y se unió a ella espontaneamente por las estipulaciones del tratado del 12 de octubre de 1811». Las obligaciones a las que se ligó «voluntariamente la provincia del Paraguay son indisolubles de derecho y por la práctica universal de las naciones» y no pueden dejarse sin efecto por el «mero arrepentimiento de uno de los contratantes». El gobernador del Paraguay no tenía derecho de proclamar la independencia de esa provincia y así lo sostuvo el gobierno argentino, «desconociendo semejante acto desordenado, arbitrario e injusto», interponiendo la correspondiente protesta. (29)
El reconocimiento de esa independencia era «una intervención injustificable en cuestiones argentinas, un estímulo a la disolución de la República, a su anarquía y ruina, como lo había sido el reconocimiento por una potencia extranjera de la pretendida independencia porque combatió durante diez años la provincia brasileña de Río Grande con el nombre de República de Piratiní. Por un derecho sagrado e interés vital de la Confederación, el gobierno argentino no puede dejar de repeler como una grave ofensa y agresión injusta, como un ataque e intervención contra su seguridad e independencia, la persistencia del gobierno imperial en sustentar el reconocimiento de un acto subversivo e injustísimo, principalmente en las simultáneas circunstancias en que el gobernador del Paraguay invadió sin previa declaración de guerra, ni explicación alguna, el territorio de la provincia también argentina de Corrientes, para ampliar usurpaciones y extender la disolución y la anarquía a otros puntos del territorio argentino, de una manera furtiva y bárbara». (30)
Antes que la cuestión de intereses, que tanto afecta a la política del Brasil con relación al Paraguay, el gobierno argentino «sólo ve el caso bajo el aspecto del derecho de gentes», que no permite que una nación extranjera en una cuestión doméstica, de rebelión de una fracción de un Estado, intervenga «reconociendo por actos oficiales y permanentes, derechosad referendum en tal miembro contendiente». El gobierno brasileño insiste en violar esta regla común de derecho internacional reconociendo la independencia de la provincia del Paraguay en contra de los derechos de la Confederación Argentina. Esa intervención importa una injusticia y contrasta con la actitud de la misma Confederación y del Estado Oriental, que no reconocieron la pretendida independencia de la provincia brasileña de Río Grande del Sur, durante los diez años de su revolución triunfante. «Por el contrario, el gobierno argentino presidido por S.E. el Señor general Rosas se pronunció contra la rebelión y a favor de los derechos del trono y del Imperio». Los «justos derechos» de la Confederación sobre el Paraguay constituyen para ella una «cuestión de vida o muerte» dada la situación geográfica de esa provincia. (31)
El decoro del trono y del Imperio está ligado a la renuncia de «esa política interventora e inquietante, que además de ser contraria al derecho de las naciones, se singulariza por la acumulación de males que encierra, por las grandes conveniencias que compromete y por la ancha puerta que desgraciadamente abre a las subdivisiones y al confuso desorden en las nacionalidades americanas, con el evidente peligro de ser éstas explotadas en provecho exclusivo de las fuertes potencias europeas, fijas sobre los disturbios de este continente. Si la política del gobierno de S.M. – terminó declarando el representante de Rosas – tiende a un fin verdaderamente patriótico y americano, a un fin de paz y felicidad común sobre la conservación de los derechos legítimos e intereses propios, y el respeto de los ajenos, sería ofensivo dudar que la expuesta consideración pueda ser ajena a sus elevadas combinaciones y previsión». (32)
La violenta nota de Guido fue contestada, también violentamente. El ministro argentino nuevamente tenía que verse con Paulino José Soares de Souza, después vizconde de Uruguay, vigoroso estadista que había resuelto el envío de la misión Pimenta Bueno al Paraguay en 1843 y cuya nueva orientación iba a cambiar la política del Imperio en el Río de la Plata, en el sentido de la intervención armada del Brasil en la ya larga contienda contra el dictador de Buenos Aires.
Soares de Souza respondió a Guido el 8 de mayo de 1850. (33) El quinto punto tratado por el diplomático argentino se refería al reconocimiento de la independencia del Paraguay. «Las notas del 29 de julio de 1845 y 12 de abril de 1847 demostraron exuberantemente la justicia y el derecho con que en ese asunto procedió el gobierno imperial». El Brasil reconoció la independencia del Paraguay hacia tiempo y su ratificación no podía significar una ofensa a la Confederación Argentina. Ese simple reconocimiento no perjudicaba a cualesquiera cuestiones pendientes entre la misma Confederación y el Paraguay. (34)
La independencia de Texas fue reconocida por Francia e Inglaterra, pero estas potencias no se consideraron obligadas a sustentar ese reconocimiento, cuando aquel Estado fue incorporado por los Estados Unidos. «Cuando Francia – agregaba Soares de Souza – reconoció la independencia de los Estados Unidos y celebró con ellos tratados de comercio y de alianza, el 6 de febrero de 1778, declaró a la Corte de Londres que su procedimiento se fundaba en el hecho incontestable de que los Americanos estaban en pública posesión de su independencia y sobre el principio igualmente incontestable de la ley de las naciones de que este hecho era suficiente para justificar al Rey a firmar aquellos contratos sin examinar la legalidad de aquella independencia». Bastaba que el gobierno británico cesase de considerar a sus colonos como rebeldes; que no correspondía a Francia discutir si los Estados Unidos tenían derecho o no de separarse del dominio de Inglaterra y si su independencia era legal o no; que el Rey de Francia no tenía la obligación de constituirse en salvaguardia de la fidelidad de los súbditos; que para S.M. era bastante justificación que las colonias por su población y extensión formasen una nación, estableciendo su independencia, no sólo por una simple declaración sino también de hecho, manteniéndola «contra los esfuerzos de la madre patria»; que S.M. tenía la libertad de considerar a esas colonias ya sea como dependientes de la Gran Bretaña o como nación independiente y que eligió la segunda alternativa, «porque su seguridad, los intereses de su pueblo y sobre todo los proyectos secretos de la Corte de Londres, le imponían eso como una obligación imperiosa». (35)
«Esos son los sanos y verdaderos principios del derecho de gentes, – afirmaba el ministro de negocios extranjeros – que regulaban el procedimiento del gobierno imperial, que no puede ser acusado de favorecer separaciones ilegítimas. El abajo firmado no puede creer que el Señor Guido vea en las razones que acabo de exponer y en el procedimiento de Francia que también acabo de citar, un paso tendiente a favorecer una separación ilegítima de los Estados Unidos de Inglaterra». (36)
Gran Bretaña hasta entonces no había reconocido la independencia de sus antiguas colonias. No ocurrió así con la Confederación Argentina como quedó demostrado en las notas antes aludidas. Inglaterra, por otro lado, trató «por medio de una guerra cruenta y prolongada» reincorporar a su dominio las colonias rebeladas. «El gobierno argentino hasta el año de 1843 (y mismo después) nunca hizo la guerra al Paraguay para incorporarlo a la Confederación y esto por el lapso de 30 años». Al contrario, el gobierno contestó a la comunicación del paraguayo sobre la reiteración solemne de la independencia en términos amistosos, declarando que esa independencia «ofrecía gravísimos inconvenientes, pero que jamás las armas de la Confederación perturbarían la paz y la tranquilidad del pueblo paraguayo». La designación de representantes consulares y diplomáticos brasileños para el Paraguay en 1824, 1826, 1841 y 1842, sabida por el gobierno argentino, no tuvo la oposición de éste, ni en esos años manifestó sus actuales pretensiones. La circunstancia de haber el Paraguay invadido el territorio de Corrientes, no alteraba el derecho del Brasil de reconocer la independencia del primero, tratándose de una cuestión posterior en la cual el gobierno imperial se mantuvo neutral. (37)
Finalmente Soares de Souza declaró con énfasis: «Con qué derecho pretende el gobierno argentino que el Brasil permanezca incomunicado con el Paraguay, con el cual tiene intereses que tratar, hasta que éste se resuelva por sí mismo a romper la declaración solemne de su independencia e incorporarse a la Confederación Argentina? Semejante presentación es la más insólita, extraordinaria e intolerable que se pueda imaginar.
«No hay, por tanto, en el reconocimiento de la República del Paraguay por el Brasil, intervención en cuestiones argentinas, porque el Paraguay no era argentino; no hay estimulo a la disolución de la Confederación porque el Paraguay no hacía parte de ella.
«El retiro del reconocimiento de la independencia del Paraguay sería un acto contrario a la dignidad e intereses del Brasil y por eso el gobierno lo sustenta y lo sustentará». (38)
La polémica había terminado. A Soares de Souza le tocó pronunciar las últimas palabras en un tono que ya no permitía réplica. El Brasil dio su resolución definitiva. Si el eminente Pimenta Bueno reconoció la independencia del Paraguay, defenderla con brillo y firmeza correspondió a otros estadistas también eminentes como Limpo de Abreu, barón de Cayrú, vizconde de Olinda y Soares de Souza. Guido no salió triunfante de esta pugna diplomática y al abandonar meses después la capital del Imperio, donde había trabajado con talento por una causa injusta, todo estaba preparado para la campaña decisiva contra Rosas, que culminó con la batalla de Caseros. Desde entonces el Paraguay pudo seguir la ruta de su destino y su independencia dejó de ser el blanco de las discusiones internacionales.
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Re: Virreinato del Río de la Plata
CONGRESO DE 1842
Por ANTONIO RAMOS
CONGRESO DE 1842
El «eje pasivo» que caracterizó a las relaciones entre el Paraguay y la Confederación Argentina durante el gobierno del Dr. Francia cambió después de la muerte del Supremo Dictador. El Paraguay que abandonó su sistema de aislamiento para abrir sus puertas al comercio del mundo, encontró la oposición de Juan Manuel de Rosas, que se consideraba dueño de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina, luego de haber instaurado un régimen de violencia.
José Gaspar Rodríguez de Francia dejó de existir el 20 de setiembre de 1840. Diversos gobiernos le sucedieron hasta que el Congreso General reunido en marzo de 1841, encomendó la administración del país a los ciudadanos Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso, con la denominación de Cónsules de la República. Estos magistrados estaban facultados, entre otras cosas, de acordar y determinar lo conveniente acerca del comercio con el Brasil por el puerto de Itapúa y de las relaciones de amistad con los otros gobiernos, «sin perjuicio de la independencia y seguridad de la República». (1)
Si «la independencia y seguridad de la República» fue preocupación fundamental de la Junta Superior Gubernativa, del primer consulado y del dictador Francia, también lo fue de los mandatarios posteriores a éste, que lucharon contra la absorbente política de Rosas.
En abril de 1842 partía de Río de Janeiro, Jorge Roberto Gordon, agregado a la legación británica en la Corte de San Cristóbal, con destino a Buenos Aires, de donde debía trasladarse al Paraguay, en misión especial del gobierno inglés. (2)
En esa misma época el ministro brasileño, Luis Moutinho de Lima Alvares e Silva, solicitaba autorización del gobierno argentino para que Antonio José Lisboa, nombrado encargado de negocios del Imperio en la capital paraguaya pudiera trasladarse en un buque de guerra a cumplir su cometido. Rosas se opuso no solamente a la navegación del barco en aguas de la Confederación sino que también a que el agente brasileño transitase por territorio argentino. En aquella ocasión, Felipe Arana, ministro de relaciones exteriores del dictador porteño, manifestó al plenipotenciario imperial, de parte del mismo Rosas, que accediendo éste a la partida de un representante extranjero hacia Asunción, «reconocería ipso facto la independencia del Paraguay». Arana agregó confidencialmente que «las vistas del Dictador eran incorporar a la Confederación Argentina la Provincia del Paraguay, que de derecho formaba parte de dicha Confederación, no estando, hasta aquí, separada de ella sino de facto». Por su parte, Moutinho de Lima Alvares e Silva comentó: «Esto no me causó la más pequeña admiración, por el conocimiento que tengo de este Gobierno. V.E. hallará también esta pretensión coherente con los principios que sustentó con el Brasil el Gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, relativamente al Estado Cisplatino, principios expuestos en nota del 4 de noviembre de 1825...». (3)
Tal era el espíritu de Rosas, cuando Gordon arribó a Buenos Aires. Por intermedio del ministro británico en esta capital, Juan Enrique Mandeville, gestionó la autorización correspondiente para continuar viaje, remontando el Río Paraná. Encontró la misma oposición que Lisboa. (4) Tuvo que cruzar de nuevo al Uruguay para poder seguir su derrotero. «Por mi despacho Nº 6, del 21 de junio de 1842, decía a Lord Aberdeen, sabe Vuestra Señoría que no logré obtener permiso del gobierno de Buenos Aires para seguir viaje por agua hasta el Paraguay, Ruta que me hubiese habilitado mejor, por varias razones, a llenar satisfactoriamente los objetivos de mi misión, y que, en consecuencia, regresé a Montevideo, a fin de hacer los arreglos necesarios para tomar la Ruta terrestre, desde aquí hasta Asunción. Mis despachos Nos 7, 9 y 10, del 11, 22 y 29 de julio del año pasado, respectivamente, habrán enterado a Vuestra Señoría de las facilidades que me dieron D. Fructuoso Rivera y el Gobierno montevideano para la prosecución de mi viaje; el 30 de julio anterior partí de esa Capital provisto de todos los medios de resguardo para mi seguridad personal y la de mis acompañantes y que me permitieron, al propio tiempo, cubrir el recorrido con toda la comodidad de que un viaje en estos países es suceptible». Acompañaban a Gordon, su joven amigo C. Maylor y J. Barclay, que pretendía hacer investigaciones sobre botánica. (5)
La actitud de Rosas provocó comentarios desfavorables en Montevideo, centro de la resistencia contra el Restaurador de las Leyes. El Nacional, al atacar la dictadura de la margen opuesta del Río de la Plata, defendió la independencia del Paraguay. En un artículo intitulado: Independencia del Paraguay. Veto de Rasas a los ministras inglés y brasilero acreditados cerca de los S. S. Cónsules del Paraguay, expresaba que Gordon havía venido como Encargado de Negocios de la Gran Bretaña ante el gobierno de Asunción. En Buenos Aires el British Packet declaró «que el Señor Gordon no era sino un viajero recomendado, y no un cónsul, pues que el Paraguay no podía entenderse con las naciones extranjeras, porque era provincia argentina, y Rosas está encargado de las relaciones exteriores». El British Packet es órgano de Rosas y ha negado así el derecho que tiene Inglaterra de «acreditar ministros cerca de todo gobierno independiente». Gordon no ha podido cruzar territorio argentino, dado el principio sentado por el British Packet, e intentó marchar a1 Paraguay, no obstante la prohibición de Rosas, pero se le avisó que sería asesinado en el camino. En consecuencia, viajará por territorio oriental, escoltado por tropas del presidente Rivera. Igual declaración hizo Rosas al señor Lisboa, prohibiéndole también transitar por territorio argentino, en el carácter de representante del Brasil en el Paraguay.
No creemos, agrega el diario uruguayo, que Inglaterra y el Brasil soporten esta insolencia del «degollador Rosas», que no es sino un «pretexto alevoso» para llevar la guerra al «territorio inocente y pacifico de la República del Paraguay». No puede dudarse que este Estado es de hecho y de derecho independiente. Lo es de derecho porque con la revolución rompió todo vínculo con la corona española, de la cual formaba parte por el derecho de conquista. Cada país quedó respecto de los otros «en estado de independencia política», cada uno asumió su propia soberanía. Asi surgieron del Virreinato del Río de la Plata cuatro repúblicas, sin que esto signifique una violación del derecho público. Negar la independencia del Paraguay constituye un injustificado agravio. El Paraguay debe ponerse en armas contra el que quiere tenerlo como provincia suya y cerrar toda comunicación con él, porque Rosas no duerme. Si éste triunfase sobre el Estado Oriental y Corrientes, invadiría el Paraguay, que es poderoso, pero está desarmado y «sus hijos no están avezados a la guerra». Es urgente que los Cónsules corten sus relaciones con Rosas y establezcan una rigurosa vigilancia en Itapúa, porque están sobre un volcán, «desde que el degollador Rosas les ha arrojado tan audazmente el guante! Caiga el tirano enemigo de la independencia de los pueblos! La espada de un degollador no ha de unir en un rebaño, a los que quieren vivir separados. Cuando los pueblos del Río de la Plata hayan establecido sólidamente su paz, su orden, su constitución interior, entonces si lo tienen a bien, podrán formar como estados independientes y soberanos un gran Pacto simplificando sus relaciones exteriores que las una ante el extranjero, y que los haga respetables en la paz y poderosos en la guerra». (6)
Gordon no venia investido del carácter de cónsul ni de encargado de negocios, era un enviado particular de S.M.B. El Nacional al denunciar a la opinión internacional la prohibición de Rosas llamaba la atención del Paraguay frente al peligro que significaba la tendencia porteña. La absorción de la república daría un poder ilimitado al dictador de Buenos Aires y la integridad del Uruguay quedaría también seriamente amenazada. Era necesario estar en guardia. La voz de alerta resonó en el Paraguay. Los Cónsules no se dejaron sorprender. Gordon les confirmó lo que ya sabían sobre la política de Rosas.
El Pacto, propugnado por el valiente órgano de la libertad, tenía sentido americano y recuerda las palabras de Bolívar. Era un Pacto libremente consentido entre países soberanos, para una unidad de acción ante lo foráneo, «que los haga respetables en la paz y poderosos en la guerra». No otro sentido tienen los actuales convenios panamericanos, inspirados en los ideales del Libertador.
El 19 de setiembre Gordon se encontraba en el campamento de San José, en la margen izquierda del Paraná. Al día siguiente cruzó a Itapúa, puerto habilitado, desde la época del dictador Francia, al comercio con los brasileños, donde fue recibido «con la mayor civilidad». Sin pérdida de tiempo dirigió dos comunicaciones a los Cónsules, pidiendo permiso para seguir viaje y remitiendo sus pasaportes, uno expedido por Mr. Hamilton, ministro británico en el Brasil y, otro, por las autoridades uruguayas, como asimismo las notas enviadas al gobierno paraguayo por Fructuoso Rivera y Mandeville. (7) También desde Itapúa escribió al mandatario uruguayo, anunciándole que el 20 había llegado a ese pueblo y que la tarde del mismo día se había dirigido a los Cónsules, cuya contestación recibió el 25, con la autorización de seguir viaje con sus acompañantes. El permiso no alcanzaba a la escolta oriental, bajo cuya protección había transitado con felicidad hasta entrar en territorio paraguayo, por ser ya innecesaria su cooperación, en el concepto del gobierno de Asunción. Al terminar dejó constancia de sus «sinceros agradecimientos». (8)
En la mañana del 3 de octubre llegó a la capital, siendo recibido por «un nutrido concurso de pueblo, tanto a pie como a caballo». Se alojó en la casa que le había reservado el gobierno. La tarde de ese mismo día fue recibido por el Primer Cónsul, Carlos Antonio López, a quien explicó los propósitos de su misión y el «carácter extraoficial en que venía». En la conversación, que fue cordial, don Carlos, después de interrogarle acerca de su regreso, manifestó que había oído de una negativa del general Rosas a permitir que el agente inglés se dirigiese por el Paraná con destino al Paraguay. «Le conté – expresa Gordon – que la información era exacta, y al preguntarme sobre las razones alegadas para fundamentar esa negativa, se las expuse, como expresé en mi Despacho Nº 6 a Vuestra Señoría. Al oírlas y conocer las pretensiones que abrigaba Rosas respecto del Paraguay, el Sr. López se exitó y demostró vivo interés, preguntándome seguidamente si yo temería ir u objetaría ir aguas abajo amparado por el pabellón paraguayo. Le contesté que, lejos de ello, yo intentaba pedir esa protección y auxilio cuando llegase el momento y que me sentía feliz de que Su Excelencia se me hubiese adelantado. Es más, le dije, si yo no obtuviera ese medio para ir a Buenos Aires, estaba resuelto a fletar la mejor embarcación que pudiera procurarme en Asunción con tal propósito, puesto que se trataba de la ruta señalada por mis Instrucciones. El Snr. López me prometió considerar el asunto». (9)
Al día siguiente Gordon fue nuevamente recibido por el Primer Cónsul en la casa de gobierno. López le preguntó, antes de entrar a considerar cualquier otro tema, si objetaría expresar por escrito las razones aducidas por Rosas para negarle el permiso de seguir hasta Asunción por el Río Paraná. El Primer Cónsul propuso solicitar por nota esos datos, a fin de no hacer aparecer al enviado inglés como oficioso en la cuestión. «Una vez más – afirma Gordon – el Sr. López se manifestó profundamente ofendido por las pretensiones del general Rosas. Declaró que la afirmación de existir en el Paraguay un partido favorable a la unión con la Confederación Argentina era absolutamente falsa, y que él debía prepararse, ante esta declaración, para todos los extremos que pudieran surgir por ese lado». (10)
El 5 se dirigió nuevamente a López y Alonso para agradecer los auxilios que por «órdenes del Supremo Gobierno» le habían prestado en su viaje desde Itapúa, «como para su residencia en Asunción», e informar que el gobierno de la Reina al confiarle la misión, buscaba adquirir noticias exactas acerca del estado político y los recursos mercantiles del Paraguay y de averiguar la disposición del Gobierno de la República con respecto al establecimiento de Relaciones amistosas con el de la Gran Bretaña».
Para poder cumplir sus instrucciones solicitó del Supremo Gobierno una información oficial sobre los siguientes puntos: I – Disposición de los Exmos. Señores Cónsules para entrar en relaciones amistosas y comerciales con la Gran Bretaña; II – si el sistema del difunto Dictador continuaría total o parcialmente; III – si el Supremo Gobierno de la República estaría dispuesto a recibir y tratar, con la debida atención y cortesía, a los agentes comerciales enviados por la Gran Bretaña para residir en Asunción o en los puertos habilitados para el comercio; IV – si el gobierno del Paraguay estaría dispuesto a asegurar a los súbditos británicos sus derechos civiles y el libre ejercicio de su religión; y V – si la esclavitud o el tráfico de esclavos existían en el Paraguay y en qué proporciones. (11)
El 7 de octubre, al encaminarse hacia la casa del gobierno, para entrevistarse por cuarta vez con Carlos Antonio López, Gordon recibió dos comunicaciones. Por la primera los Cónsules acusaban recibo de la nota en la cual el enviado británico dio a conocer los objetivos de su misión y reiteraban los propósitos expuestos anteriormente a Lord Palmerston de «cultivar amistosas relaciones comerciales con todas las naciones» dentro de una completa neutralidad, declarando que el gobierno paraguayo «al presente no estaba en condiciones de concertar Tratados con ninguna, porque para este efecto necesitaba recibir facultades del Soberano Congreso de la República, y que tales relaciones sólo se podrían cultivar can naciones que previa y solemnemente reconociesen la independencia del Paraguay». (12) El documento consular expresaba con objetiva claridad el anhelo hondamente sentido por el país. Por supeditar al reconocimiento de la independencia las relaciones exteriores, el dictador Francia cayó en el aislamiento y durante el gobierno de Carlos Antonio López la República abrió sus puertas al comercio del mundo cuando las naciones americanas y europeas reconocieron la soberanía del Paraguay.
La segunda de las comunicaciones era el pedido para que Gordon expresase las razones alegadas por Rosas para prohibirle el viaje por el Paraná. «La nota estaba concebida en forma tal, – agrega el agente de S. M. B. – que hacía imposible una contestación de mi parte; en consecuencia, al otro día, 8 de octubre en mi quinta entrevista con el Sr. López, le rogué que me permitiera devolverla la nota, y le dije que yo debería recibir otra redactada en términos diferentes, para poder satisfacer su pedido». (13)
Los designios de Rosas habían llegado a conocimiento del Primer Cónsul por comunicaciones de «personas que ocupaban los primeros puestos en los Estados vecinos», según afirmó El Paraguayo Independiente. Ahora con la presencia de Gordon se confirmaba «la perfidia y miras avanzadas del Gobierno de Buenos Aires contra la República del Paraguay». Ese gobierno había tenido la temeridad de asegurar en una conferencia con el ministro Mandeville, «que el Paraguay deseaba incorporarse a la Confederación y que no esperaba sino la reunión de un Congreso general para pronunciarse en ese sentido». (14)
La versión era totalmente infundada. Tal deseo de incorporación nunca existió, era una creación de la política tiránica y agresiva de Rosas. Por el contrario de lo que en sus excesos afirmara el dictador de Buenos Aires, el Congreso de 1842, antes que declarar la incorporación a la Confederación Argentina, ratificó solemnemente le independencia absoluta del Paraguay.
Los Cónsules aceptaron cambiar los términos de la nota objetada por Gordon y el 10 de octubre le hacían llegar la siguiente representación:
«El Superior Gobierno de la República del Paraguay se dirije afectuosamente al Señor Jorge G. Robert Gordon enviado por el Gobierno de S.M.B. en misión particular a esta República, y le dice que el Superior Gobierno se interesa con Su Señoría a fin de que le transmita auténticamente las ideas políticas del Gobierno de Buenos Aires relativamente a esta República, y su actual Gobierno, según lo que S.S. haya concebido con motivo de la conferencia a que dió lugar su solicitud ante el Gobierno argentino para dirigirse por el río a esta República.
El Supremo Gobierno quedará muy reconocido a este obsequio, y será una prueba de la buena amistad que reina entre esta República, y la heroica nación británica, a quien consagra sus votos de afecto el Gobierno que subscribe, y que saluda a S.S. con distinguido aprecio y respeto». (15)
La nota, redactada en términos cordiales y con expresiones afectuosas para la «heroica nación británica», fue contestada en el día. Gordon dejó aclarado previamente que su misión «no tenía carácter oficial», por eso ya en Buenos Aires había actuado como «individuo privado», «por cuya razón expresa en su comunicación a Lord Aberdeen – no oí del general Rosas la exposición de sus razones para rehusar la solicitud de Mr. Mandeville, ni oficial o inmediatamente de él, ni de su Gobierno. Después de estos preliminares, extracté del Despacho de Mr. Mandeville a Vuestra Señoría, Nº 50, de fecha 20 de junio, los pasajes que darían a conocer al Gobierno los argumentos empleados por el Señor Arana sobre el asunto». (16)
Con esta advertencia, Gordon pasó a responder al Supremo Gobierno, haciendo una relación de lo que constituían los motivos de la negativa de Buenos Aires, decía: «El Gobernador de Buenos Aires habrá determinado a negar al infrascripto permiso para dirigirse por el Paraná al Paraguay, porque al Ministro Brazilero se habia negado igual suplica, y que el conceder al Ministro Británico lo que havia sido negado a ese le daria justa causa de queja:
Que, si el infrascripto recibiese la licencia en cuestión, cualquier otro Gobierno tendría derecho al mismo favor:
Que existia en este Pais un partido que queria formar una Provincia y parte de la Confederación Argentina; y
Que el Gobierno de Buenos Aires no habia reconocido este Pais como Estado independiente, y que por tanto no permitiria Agentes Públicos o Particulares a pasar por el territorio de la Confederación para visitarlo. Al mismo tiempo desconocióse todo designio, de parte del Gobierno de Buenos Aires, de obligar al Paraguay, por las armas, a unirse a la Confederación pero que, con todo, no se permitiria Agentes Extrangeros a pasar para alla; (se tenga el poder de impedirles) mientras que el Paraguay no se habrá pronunciado por entero en favor de un cualquier modo de Gobierno, sea en la forma de un Estado independiente, sea como una Provincia, haciendo parte integrante de la Confederación». (17)
La respuesta de Gordon mereció el agradecimiento del gobierno paraguayo. (18) La información del agente inglés era un testimonio fehaciente de las intenciones de Rosas y coincidían con la enviada a la Corte de San Cristóbal por el ministro brasileño en Buenos Aires. Duarte da Ponte Ribeiro, refiriéndose a una conversación mantenida con el dictador porteño respecto a la misión de Antonio José Lisboa, expresaba: «Discurrió (Rosas) sobre el estado del Paraguay para mostrar que no quieren contacto con europeos y sí, relaciones de comercio con Buenos Aires y con el Brasil; que él sabe del estado de aquel país; que cuenta tener allá amigos y algún partido, integrado por más de dos mil paraguayos que regresaron después de varios años de estar empleados por él en sus estancias; que Gordon, aún cuando allá pueda llegar, no será admitido, según las noticias que Oribe le escribió el 5 del corriente, de la Bajada de Santa Fé, dadas por un teniente coronel que bajaba de Neembucú en una de las seis escunas paraguayas tomadas en el Paraná por Garibaldi, circunstancia que debía aumentar la natural aversión a los extrangeros. Amenazó con la completa destrucción de la escuadrilla comandada por aquel italiano, formada por cinco barcos y seguida de cerca por la de Brown, compuesta de ocho buques; que talvez esa atrevida expedición concurra para decidir a los paraguayos para entrar más de prisa en la órbita de los intereses de la Confederación. Que su intento no era obligarlos sino convencerlos de lo que más les conviene, si quieren ser respetados, para cuyo fin contaba mandar un comisionado, pero que esperaba primero la venida de otros que allá se estaban aprontando, para que no suceda lo mismo que hicieran con otros que le venían dirigidos». (19)
Rosas argumentaba en esta forma buscando impresionar al diplomático imperial, a quien en esa ocasión ratificó la negativa de permitir el tránsito de Lisboa por territorio de la Confederación. Es posible que el dictador porteño tuviese amigos en el Paraguay, cuyo número sería muy reducido, tal vez se refiriese a los que en los últimos tiempos de su predominio, en setiembre de 1850, le pidieron una invasión a la república. (20) Los firmantes de esa petición, que eran Fernando Uturburu y Carlos Loizaga, constituían una imperceptible minoría y no representaban la aspiración nacional. El país anhelaba la independencia absoluta de todo poder extraño y nunca, antes ni después, se escuchó una voz apoyando las pretensiones de Rosas. Los amigos a que se refería este dictador serían individuales y muy contados, y sin ninguna influencia en la opinión pública. No era verosímil ni posible la formación de «algún partido», dado el sistema político del país. El llamado porteñista quedó anulado en los albores de la independencia. (21) Menos verosímil era que el partido favorable a Rosas estuviese integrado por más de dos mil paraguayos, que luego de ser empleados en las estancias del dictador de Buenos Aires, hubiesen vuelto a la República.
También en 1864 los fundadores de la «Asociación Paraguaya» creyeron contar con dos mil paraguayos que ingresarían en la «legión» para formar el cuerpo que colaboraría en la guerra para derribar al «tirano». (22) Ni los dos mil de Rosas ni los de la «Asociación Paraguaya» aparecieron nunca. En 1842, no podía entrarse en el país sin previo permiso del gobierno, en ese orden seguía vigente el régimen del Dr. Francia, si bien, con más flexibilidad. Es sabido que el Supremo Dictador no permitía la entrada y salida de nacionales y extranjeros, salvo rarísimas excepciones. Preocupaba a Francia la expatriación de sus conciudadanos y prohibió que saliesen «a correr por otras tierras». (23) Como en la época de la dictadura perpetua muy difícil hubiera sido entrar en el país a un paraguayo, que hubiese estado al servicio de Rosas, sin el previo juramento de la independencia nacional. Juan Andrés Gelly, que luchó contra el Restaurador de las Leyes, después de treinta y dos años de ausencia, tuvo que prestar ese juramento, en 1845, para poder pisar el suelo de la patria. (24)
Rosas no invadió al Paraguay. No recurrió a la violencia para alcanzar la incorporación porque otros problemas y otras fuerzas le impidieron. Los medios pacíficos de nada le valieron y el comisionado anunciado nunca apareció. Los mismos argumentos expuestos a Ponte Ribeiro seguirá expresando en sus comunicaciones al gobierno paraguayo y en su prensa.
Rosas, a estar por lo que refiere Gordon, no dejó de intentar alguna penetración en el Paraguay, como consecuencia de su política hegemónica. En la conferencia del mismo Gordon del 12 de octubre con el Primer Cónsul, éste le dio a saber «que se había sospechado y en parte descubierto en Neembucú, una intriga del Gobernador de Buenos Aires, pero que por no haberse empleado suficiente cautela, los comprometidos habían escapado». Carlos Antonio López desconfiaba de los fundamentos del relato y le era penoso tratar del tema, porque naturalmente se mostraba adverso a admitir la existencia en el país de «un partido que se oponga a su Gobierno», informa Gordon, para luego agregar: «... no tengo duda alguna de que el Gobernador Rosas medita planes revolucionarios en el Paraguay desde hace largo tiempo – probablemente dándoles ya un principio de ejecución; y conozco más de una persona en esta Capital que me habló de lo bueno que era el sistema del Gobernador de Buenos Aires y del deseo que sustituya al que actualmente rige en el Paraguay». (25)
Es posible que Rosas hubiese meditado planes revolucionarios a desarrollarse en la República, pero que nunca tuvieron principio de ejecución. Desde luego Gordon no hace una afirmación a este respecto, al referirse al asunto usa el término probablemente. La penetración de una propaganda revolucionaria era sumamente difícil, teniendo en cuenta el estricto control establecido en la frontera para la entrada y salida de las personas. El gobierno paraguayo estaba firmemente en guardia contra las asechanzas del exterior. Si don Carlos dudaba de los fundamentos de la intriga antes aludida, de cuyas consecuencias no se tiene noticia alguna y Gordon sólo hablaba de que probablemente los planes revolucionarios de Rosas habrían tenido principio de ejecución, quiere decir que no existía ninguna certeza acerca de la acción de ese dictador en el Paraguay.
Gordon afirma que a más de una persona escuchó hablar de la bondad del sistema de Rosas y del deseo que sustituya al del Paraguay, sin citar el nombre de esas personas ni el número de las mismas. La afirmación es vaga como la referente al principio de ejecución de los planes revolucionarios, no tiene consistencia como para fijar la verdad histórica. Y aún en el supuesto de que existiera lo que Gordon escribe, tales deseos nunca afloraron en el escenario público, nunca tuvieron fuerza como para formar un partido, no fueron sino meras manifestaciones particulares, a las cuales el enviado de S.M.B. dio una categoría que no tenían. La opinión nacional era contraria a las pretensiones de Rosas y toda manifestación que no estuviese de acuerdo con ella tendría la más enérgica repulsa del gobierno como del pueblo. La República se mantuvo firme frente a la política del Amo de Palermo, ratificando su decisión de defender su independencia.
Al entregar la nota del 10 de octubre a Carlos Antonio López, Gordon anotó; «le dije que una atenta consideración de la conveniencia de hacer tal comunicación, me había convencido de que era correcta y apropiada. Porque, como el Gobierno de Buenos Aires declaró expresamente que no permitiría comunicación oficial alguna, siempre que lo pudiera evitar, entre el Paraguay y las Naciones Extranjeras, hasta que todo el país se hubiese pronunciado sobre una o otra forma de Gobierno, así como también sobre la cuestión de si el país entraría o no a formar parte de la Confederación Argentina – yo suponía que estaba en el interés de las Naciones Extranjeras el conocer los sentimientos reales del Paraguay acerca de estos puntos, y entendía que, al suministrar a Su Excelencia la presente información, le daba una base para invitar a la opinión de la República a hacer una Declaración semejante, como un paso hacia la solución de la cuestión y el establecimiento – así debe esperarse – del libre intercambio comercial y político entre la República y las demas naciones». (26)
La sugestión de Gordon era la de un amigo y estaba inspirada en el «deseo de desvanecer la maliciosa intriga urdida por Rosas, al presentar a la República como dispuesta a incorporarse a la Confederación Argentina. El enviado de S.M.B. conocía el interés de su país en mantener relaciones comerciales con el Paraguay, considerado como Estado soberano. Su misión, si bien no tenía carácter político, constituía, en sí misma, un reconocimiento de facto de la independencia nacional, de la cual podría dudarse si la propaganda de Rosas no se contrarrestase con una declaración pública y categórica. La voz oficial del Paraguay, emanada directamente de la voluntad popular, era necesaria ser escuchada en América y Europa, para fijar con firmeza su posición de país independiente, tanto de la Confederación Argentina como de todo poder extraño. Sólo así podría solucionarse la cuestión del establecimiento del «libre intercambio comercial y político entre la República y las demás naciones».
No escapó a Carlos Antonio López el significado de esta realidad. Tanto fue así, que, aun antes del regreso de Gordon, la consulta a la soberanía popular quedó resuelta. El 24 de octubre el agente inglés visitó nuevamente al Primer Cónsul, en cuya ocasión le obsequió «un juego de navajas de afeitar inglesas y un abanico para su señora», y Don Carlos ratificó «la seguridad de la buena disposición del Gobierno de estrechar relaciones con la Gran Bretaña». Gordon agrega, que López, dándole «una prueba más de confianza», le informó «que había impartido instrucciones para la convocatoria de un Congreso extraordinario, con el propósito de someter a su consideración las pretensiones del general Rosas y descubrir si existe en el país un partido favorable a la unión con la Confederación Argentina. Que otro de los objetos de la convocatoria era definir las facultades y atribuciones del Gobierno en lo concerniente a las Relaciones Exteriores; – que después de la reunión del Congreso, se enviaría un barco a Buenos Aires; – que entonces el Gobierno del Paraguay – en caso de que este barco sufriese algún obstáculo a su descenso por el Paraná o a su vuelta al Paraguay por cualquiera de las Provincias ribereñas estaría habilitado a responder a un acto semejante (o cualquier otro acto injustificable del general Rosas u otros) apoyado en la plena autoridad de la nación, y probar así, tanto a las Potencias Extranjeras como a Buenos Aires, que el Paraguay es de hecho independiente y no deseaba unirse a la Confederación Argentina». (27)
Al despedirse Gordon del gobierno, López volvió a decirle, que «cuando el Congreso haya mostrado con su voto que no se inclinaba en favor de la Confederación Argentina, una imponente expedición iría aguas abajo para notificar oficialmente al Gobernador Rosas de este resultado». Esa misma tarde, 26 de octubre, obtuvo un ejemplar del decreto de convocatoria, cuya copia y traducción remitió a Londres. No dudó del resultado del «Soberano Congreso Extraordinario». Desde Buenos Aires pidió a Carlos Antonio López «copia del acto» en que «habrá concordado» la Asamblea, por considerar de interés comunicar a su Gobierno. (28)
Las palabras de Gordon no cayeron en el vacío. Los Cónsules comprendieron su transcendencia. La actitud de Rosas y la conveniencia de que las demás naciones conociesen oficialmente la independencia del Paraguay, reclamaban perentoriamente una resolución clara, pública y categórica. El Supremo Gobierno, por decreto del 24 de octubre de 1842, diez días después de la sugestión de Gordon, convocó a un Congreso extraordinario. Los considerandos aludían a la necesidad de examinar asuntos importantes relacionados con el bien y felicidad de la República, sobre los cuales los Cónsules al pronunciarse podrían sobrepasar sus atribuciones, aun cuando tuviesen el apoyo de la opinión pública; a las circunstancias especiales de orden político que exigían consultar a la soberanía nacional para obrar con acierto; y, a que siendo aun lejana la fecha del futuro congreso ordinario, no podía demorarse la atención de cuestiones que demandaban una urgente resolución. La Asamblea debía reunirse en la capital, el 25 de noviembre siguiente, con cuatrocientos diputados, que debían ser «Ciudadanos propietarios y de capacidad, nombrados en proporción al número de Departamentos de la República». El diputado electo no podía excusarse sino por causa grave y justificada. (29)
El 25 de noviembre de 1842, el Congreso extraordinario inició sus deliberaciones en la iglesia de la Encarnación, con la presidencia de Carlos Antonio López. El día de su instalación, aprobó por unanimidad, la solemne declaración siguiente:
«En esta ciudad de la Asunción de la República del Paraguay, a veinte y cinco de Noviembre de mil ochocientos cuarenta y dos, reunidos en el congreso general extraordinario cuatrocientos diputados por convocatoria especial de los Señores Cónsules que forman legalmente el Supremo Govierno, ciudadanos Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso, usando de las facultades que nos competen, cumpliendo con nuestro deber, y con los constantes y decididos deseos de nuestros conciudadanos, y con los que nos animan en este acto. – Considerando. Que nuestra emancipación e independencia es un hecho solemne e incontestable en el espacio de más de treinta años. – Que durante este largo tiempo y desde que la República del Paraguay se segregó con sus esfuerzos de la Metrópoli española para siempre; también y del mismo modo se separó de hecho de todo poder extrangero, queriendo desde entonces con voto uniforme pertenecer a sí misma; y para formar, como ha formado, una nación libre e independiente bajo el sistema republicano sin que aparezca dato alguno que contradiga esta explícita declaración. – Que este derecho propio de todo estado libre se ha reconocido a otras provincias de Sud América por la República Argentina y no parece justo pensar que aquel se le desconozca a la República del Paraguay, que ademas de los justos títulos en que lo funda, la naturaleza la ha prodigado sus dones para que, sea una nacion fuerte, populosa, fecunda en recursos y en todos los ramos de industria y comercio. – Que tantos sufrimientos y privaciones anteriores consagrados con resignación a la independencia de nuestra República por salvarnos a la vez del abismo de la guerra civil, son también fuertes comprobantes de la indudable voluntad general de los pueblos de la República por su absoluta emancipación e independencia de todo dominio y poder extraño. – Que consecuente a estos principios y al voto general de la República, para que nada falte a la base fundamental de nuestra existencia política, confiados en la divina providencia, declaramos solemnemente. – Primero. La República del Paraguay en el de la Plata es para siempre de hecho y derecho una nación libre e independiente de todo poder extraño. – Segundo. Nunca jamás será el patrimonio de una persona ó de una familia. – Tercero. En lo sucesivo el Gobierno que fuese nombrado para presidir los destinos de la nación, será juramentado en presencia del Congreso, de defender y conservar la integridad e independencia del territorio de la República, sin cuyo requisito no tomará posesión del mando. Exceptúase el actual Gobierno por haberlo ya prestado en la acta misma de su inauguración. – Cuarto. Los empleados militares, civiles y eclesiásticos serán juramentados al tenor de esta acta luego de su publicación. – Quinto. Ningún ciudadano podrá en adelante obtener empleo alguno sin prestar primero el juramento prevenido en el articulo anterior. – Sexto. El Supremo Gobierno comunicará oficialmente esta solemne declaración a los Gobiernos circunvecinos, y al de la confederación argentina, dando cuenta al soberano Congreso de su resultado. – Séptimo. Comuníquese al poder ejecutivo de la República para que la mande publicar en el territorio de la nación con la solemnidad posible, y la cumpla y haga cumplir como corresponde. Dada en la Sala del Congreso firmada de nuestra mano, sellada con el sello de la República y refrendada por nuestro secretario». (30)
El mismo día el Congreso aprobó también por unanimidad el pabellón y sello de la República. La bandera adoptada tenía tres fajas horizontales, colorada, blanca y azul, luciendo de un lado el escudo nacional con un ramo de palma y otro de oliva entrelazados en el vértice y abiertos en la parte superior, una estrella en el centro y en la orla la inscripción; República del Paraguay. Al lado opuesto, un círculo con el lema escrito de Paz y Justicia y en el centro un león en la base del símbolo de la libertad. El sello nacional era el descrito anteriormente «bajo el jeroglífico de una palma y oliva, una estrella en el centro y la inscripción orlada de la República del Paraguay», el de hacienda era otro círculo con el símbolo de la libertad, el lema, paz y Justicia, en el centro, y la leyenda, República del Paraguay, distribuida también en el margen. El artículo cuarto de la ley disponía la comunicación a los gobiernos de los Estados vecinos y al de la Confederación Argentina. (31)
En el orden internacional el Congreso aprobó el principio consagrado por el gobierno de guardar con las naciones extranjeras una amistad pura sin otra formalidad ni pactos hasta tanto que la experiencia muestre la necesidad de esta clase de negociaciones, salvo el caso urgente de una alianza ofensiva y el de mantener una estricta neutralidad en las disensiones vecinales. (32)
El Congreso extraordinario no se apartó de las manifestaciones formuladas por Carlos Antonio López en sus entrevistas con Gordon. Presidido por el Primer Cónsul, es indudable la influencia de este mandatario en sus deliberaciones. Sus resoluciones tuvieron profunda repercusión en la vida de la República. Marca el nacimiento de una época. El horizonte nacional se amplia y el aislamiento del Doctor Francia se rompe, incorporándose el Paraguay en el mundo de las relaciones internacionales. Consecuencia de esta Asamblea, que completó la decisión memorable del Congreso de 1813, será el reconocimiento de la independencia por los países de América y Europa.
El Supremo Dictador, sin embargo, pesó todavía en sus determinaciones. La declaración de mantener la República una amistad pura con todas las naciones sin necesidad de pactos, hasta tanto se presente la oportunidad de entablar estas negociaciones, era un recuerdo de los recelos tan fuertemente inculcados al país por el Dr. Francia, frente a las influencias que podían venir del exterior. También la estricta neutralidad adoptada en las querellas intestinas de los Estados vecinos era un principio practicado durante el régimen del Supremo Dictador.
Pero la resolución de mayor importancia y transcendencia era la ratificación de la independencia por una declaración categórica, pública y solemne. El Congreso de 1813 que proclamó nuestra soberanía no había tomado una decisión de la naturaleza de esta última. El mundo continuaba desconociendo oficialmente al Paraguay como nación independiente. Esta omisión vino a salvar la Asamblea de 1842, con el acta del 25 de noviembre, que no hizo otra cosa sino certificar con la autoridad de la voluntad popular, la existencia libre del Paraguay. Esta ratificación facilitó después el reconocimiento de la independencia por las otras naciones, lo que permitió, a su vez, establecer con ellas relaciones permanentes de amistad.
Carlos Antonio López destacó la transcendencia de las dos Asambleas en la historia de la nación recordándolas con justicia en su mensaje de 1854. «La independencia de nuestro país – decía el esclarecido Presidente – fue declarada y proclamada por el Congreso reunido en Octubre de 1813, pero por una negligencia inexplicable ni se consignó esa declaración en un acto formal, ni se promulgó, ni se juró, ni se comunicó al exterior, y quedó por consiguiente, desconocida y como si no existiese esa independencia. En el congreso general extraordinario reunido en noviembre de 1842 se ratificó aquella declaración: Se consignó en un acta solemne que firmaron todos los Diputados, se juró en toda la República, y se encargó al Gobierno comunicarla a todas las demás naciones, así de América como de Europa, con el fin de anunciar a todos que el Paraguay se abría a la comunicación y comercio de todo el mundo, y para recabar su reconocimiento de Nación soberana e independiente». (33)
El gobierno dispuso que la independencia fuese jurada el 25 de diciembre, en todo el territorio de la República, lo que se realizó con la mayor solemnidad y júbilo. Los ciudadanos y las corporaciones, «firmes y alegres», prometieron defender la libertad de la patria. «Ellos no juraron en vano, – comenta El Paraguayo Independiente renuevan anualmente su promesa, y el Dios de los ejércitos ha de continuar a protegerla». (34)
Por disposición expresa del Congreso los Cónsules fueron liberados de la formalidad del juramento. Ellos la cumplieron ante la Asamblea de 1841, jurando sobre los Santos Evangelios: Conservar y defender la independencia e integridad de la República. (35)
La solemne promesa no era sino la expresión de la voluntad popular. E1 Paraguay no vaciló en defender su patrimonio de nación soberana, oponiendo una valla a la agresión del despotismo.
El año siguiente los Cónsules declararon al 25 de diciembre, «fiesta cívica de la República», como un «monumento de honor y perpetua memoria», en homenaje a la independencia y establecieron, al mismo tiempo, que cada año dicha fecha fuese solemnemente celebrada con iluminaciones en la capital y en el interior y «con todo genero de diversiones públicas y privadas», desde la víspera. (36)
El primer aniversario fue «celebrado con extraordinario entusiasmo»(37) y así todos los años. De los festejos conmemorativos nos dan una idea los periódicos de la época. (38) La recordación de tan transcendental acontecimiento de nuestra historia política, ha perdido el entusiasmo de otros tiempos. El 25 de diciembre ha dejado de tener la solemnidad y lucimiento del siglo pasado.
NOTAS
1) Actas de las sesiones de los Congresos de la República, desde el año 1811 hasta la terminación de la guerra. Asunción, 1908, pág. 32 y segts. Bando del 14 de marzo de 1841, firmado por López y Alonso, en el Cuartel de San Francisco, dando a conocer las deliberaciones del Congreso clausurado el día anterior a las seis de la tarde.
2) A.H.I. Buenos Aires – Despachos – 1826-52. Despachos a Antonio José Lisboa, Río de Janeiro, 16 de abril de 1842, y, a Luis Moutinho de Lima Alvares e Silva, Río de Janeiro, 18 de abril de 1842. Borradores.
3) Ibíd. Buenos Aires – Oficios – Oficio Nº 40 de Luis Moutinho de Lima Alvares e Silva. Buenos Aires, 21 de abril de 1842. Original.
Correspondencia Reservada e Confidencial do Governo Imperial em 1843 e 1844, Missão José Antonio Pimenta Bueno, depois Senador, Conselheiro de Estado, visconde e marquez de São Vicente. Extrato autenticado por Antonio José Cupertino de Amaral.
4) Ibid. Ibid. Qficio Nº 5 de Luís Moutinho de Lima Alvares e Silva. Buenos Aires, 17 de junio de 1852. Original.
Ibid. Ibíd.
5) Public Record Office, Londres. F. O. 13/202. Informe presentado a Lord Aberdeen por G. J. R. Gordon, Agente del Gobierno Británico, a su regreso del Paraguay, 1843. Este documento fue encontrado y traducido por Pablo Max Ynsfran, a cuya gentileza debemos una copia de la versión en castellano.
A.H.I. Buenos Aires – Despachos – 1826-56. Despacho a Duarte da Ponte Ribeiro. Río de Janeiro, 28 de octubre de 1842. Borrador.
B. N. R. J. – C.R.B. – I – 29, 24, 4 Nºs 6 y 7. Gordon a los Cónsules López y Alonso. Itapúa, 20 de setiembre de 1842. Originales.
6) El Nacional Nº 1058, Montevideo, 23 de junio de 1842.
7) Informe cit. y oficios de Gordon a los Cónsules cit.
El Nacional Nº 1166, Montevideo, 2 de noviembre de 1842. El artículo, anunciando la llegada de Gordon, terminaba expresando, que la pretensión de Rosas de que el Paraguay forme parte de la Confederación Argentina, «ha servido solamente para desenmascararlo en sus proyectos de futura invasión y conquista al Paraguay, y para llamar más y más la atención de las naciones civilizadas sobre su política salvaje perturbadora de la paz y el comercio de sus vecinos».
8) Gordon a Rivera. Itapúa, 26 de setiembre de 1842.
El Nacional Nº 1170, Montevideo, 7 de noviembre de 1842, que también publica la contestación de los Cónsules a la nota de Rivera del 1º de agosto de 1842, recomendando a Gordon y de la cual había sido portador el mismo agente inglés.
9) Informe cit.
10) Informe cit.
11) B.N.R.J. – C.R.B. – Gordon a los Cónsules. Asunción, 5 de octubre de 1842. Original.
12) Informe cit.
13) Informe cit.
14) El Paraguayo Independiente nº 89.
Asunción, sábado, 9 de febrero de 1850.
15) Ib. Ib.
16) Informe cit.
17) B.N.R.J. – C.R.B. I. – 29, 24, 4 Nº 11. Gordon a los Cónsules. Asunción, 10 de octubre de 1842. Original.
El Paraguayo Independiente Nº 89, cit., publica el texto de la nota. En la reproducción nosotros seguimos al original obrante en la colección vizconde de Río Branco de la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro.
18) Ibid., Ibid., I – 29, 24, 4 Nº 18. Carlos Antonio López a Gordon. Asunción, 20 de octubre de 1842. Copia.
19) A.H.I. Buenos Aires – Oficios. Reservado Nº 1 de Duarte da Ponte Ribeiro. Buenos Aires, 22 de agosto de 1842. Original.
Correspondencia Reservada e Confidencial do Governo Imperial em 1843 e 1844, cit. Extracto autenticado por Antonio José Cupertino de Amaral.
20) Juan E. O’Leary. Los legionarios. Asunción, 1930, pág. 63 y sigts.
Juan B. Gil Aguínaga. La Asociación Paraguaya en la Guerra de la Triple Alianza. Buenos Aires, 1959, pág. 24 y 25.
21) Julio César Chaves. El Supremo Dictador. Tercera edición. Buenos Aires, 1958, pág. 101, 102 y 103.
Id. Id. Historia de las relaciones entre Buenos-Ayres y el Paraguay. Segunda edición. Asunción-Buenos Aires, 1959, pág. 129 y 130.
22) Juan B. Gill Auinaga. Ob. cit., pág. 34.
23) Francia al Delegado de Itapúa, 4 de febrero de 1830. Julio César Chaves. El Supremo Dictador, cit., pág. 248.
24) R. Antonio Ramos. La personalidad histórica de Juan Andrés Gelly. El Pais Nº 1402. Asunción, 26 de agosto de 1944.
25) Informe citado.
26) Informe cit.
27) Informe cit.
28) B. N. R. J. – C. R. B. – I – 29, 24, 4 Nº 24. Gordon a Carlos Antonio López, Buenos Aires, 12 de diciembre de 1842. Original.
29) Actas de las sesiones de los Congresos de la República, cit., pág. 35.
30) Ib. Ib., pág. 40 y sigts.
El Paraguayo Independiente Nº 8. Asunción, sábado, 14 de junio de 1845.
31) Actas de las sesiones de los Congresos de la República, cit., pág. 35 y sigts.
32) Ib. Ib. Ib., pág. 39 y 40.
33) Mensajes de Carlos Antonio López, Asunción, 193l, págs. 71 y 72.
Juan F. Pérez Acosta. López y Rosas. Buenos Aires, 1944, pág. 5 y 6.
34) El Paraguayo Independiente Nº8, cit.
35) Ib. Ib. Ib.
36) Repertorio Nacional Nº 18. Decreto de 28 de octubre de 1843.
R. Antonio Ramos. La Independencia del Paraguay y Rosas. El País. Asunción, 23 de diciembre de 1944.
37) Mensaje de los Cónsules López y Alonso de 1844.
R. Antonio Ramos. Art. cit.
38) Tanto El Paraguayo Independiente como el Semanario de Avisos y Conocimientos Utiles recordaban invariablemente el 25 de diciembre con artículos de elevado sentido patriótico, reproduciendo al mismo tiempo el acta de ratificación de la independencia.
R. Antonio Ramos, Art. cit.
Fuente:
LA INDEPENDENCIA DEL PARAGUAY Y EL IMPERIO DEL BRASIL
Autor: ANTONIO RAMOS
Publicación conjunta de
CONSELHO FEDERAL DE CULYURA E DO
INSTITUTO HISTÓRICO E GEOGRÁFICO BRASILEIRO
Rio de Janeiro - Brasil (1976)
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Re: Virreinato del Río de la Plata
CONGRESO DE 1842
Por ANTONIO RAMOS
CONGRESO DE 1842
El «eje pasivo» que caracterizó a las relaciones entre el Paraguay y la Confederación Argentina durante el gobierno del Dr. Francia cambió después de la muerte del Supremo Dictador. El Paraguay que abandonó su sistema de aislamiento para abrir sus puertas al comercio del mundo, encontró la oposición de Juan Manuel de Rosas, que se consideraba dueño de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina, luego de haber instaurado un régimen de violencia.
José Gaspar Rodríguez de Francia dejó de existir el 20 de setiembre de 1840. Diversos gobiernos le sucedieron hasta que el Congreso General reunido en marzo de 1841, encomendó la administración del país a los ciudadanos Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso, con la denominación de Cónsules de la República. Estos magistrados estaban facultados, entre otras cosas, de acordar y determinar lo conveniente acerca del comercio con el Brasil por el puerto de Itapúa y de las relaciones de amistad con los otros gobiernos, «sin perjuicio de la independencia y seguridad de la República». (1)
Si «la independencia y seguridad de la República» fue preocupación fundamental de la Junta Superior Gubernativa, del primer consulado y del dictador Francia, también lo fue de los mandatarios posteriores a éste, que lucharon contra la absorbente política de Rosas.
En abril de 1842 partía de Río de Janeiro, Jorge Roberto Gordon, agregado a la legación británica en la Corte de San Cristóbal, con destino a Buenos Aires, de donde debía trasladarse al Paraguay, en misión especial del gobierno inglés. (2)
En esa misma época el ministro brasileño, Luis Moutinho de Lima Alvares e Silva, solicitaba autorización del gobierno argentino para que Antonio José Lisboa, nombrado encargado de negocios del Imperio en la capital paraguaya pudiera trasladarse en un buque de guerra a cumplir su cometido. Rosas se opuso no solamente a la navegación del barco en aguas de la Confederación sino que también a que el agente brasileño transitase por territorio argentino. En aquella ocasión, Felipe Arana, ministro de relaciones exteriores del dictador porteño, manifestó al plenipotenciario imperial, de parte del mismo Rosas, que accediendo éste a la partida de un representante extranjero hacia Asunción, «reconocería ipso facto la independencia del Paraguay». Arana agregó confidencialmente que «las vistas del Dictador eran incorporar a la Confederación Argentina la Provincia del Paraguay, que de derecho formaba parte de dicha Confederación, no estando, hasta aquí, separada de ella sino de facto». Por su parte, Moutinho de Lima Alvares e Silva comentó: «Esto no me causó la más pequeña admiración, por el conocimiento que tengo de este Gobierno. V.E. hallará también esta pretensión coherente con los principios que sustentó con el Brasil el Gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata, relativamente al Estado Cisplatino, principios expuestos en nota del 4 de noviembre de 1825...». (3)
Tal era el espíritu de Rosas, cuando Gordon arribó a Buenos Aires. Por intermedio del ministro británico en esta capital, Juan Enrique Mandeville, gestionó la autorización correspondiente para continuar viaje, remontando el Río Paraná. Encontró la misma oposición que Lisboa. (4) Tuvo que cruzar de nuevo al Uruguay para poder seguir su derrotero. «Por mi despacho Nº 6, del 21 de junio de 1842, decía a Lord Aberdeen, sabe Vuestra Señoría que no logré obtener permiso del gobierno de Buenos Aires para seguir viaje por agua hasta el Paraguay, Ruta que me hubiese habilitado mejor, por varias razones, a llenar satisfactoriamente los objetivos de mi misión, y que, en consecuencia, regresé a Montevideo, a fin de hacer los arreglos necesarios para tomar la Ruta terrestre, desde aquí hasta Asunción. Mis despachos Nos 7, 9 y 10, del 11, 22 y 29 de julio del año pasado, respectivamente, habrán enterado a Vuestra Señoría de las facilidades que me dieron D. Fructuoso Rivera y el Gobierno montevideano para la prosecución de mi viaje; el 30 de julio anterior partí de esa Capital provisto de todos los medios de resguardo para mi seguridad personal y la de mis acompañantes y que me permitieron, al propio tiempo, cubrir el recorrido con toda la comodidad de que un viaje en estos países es suceptible». Acompañaban a Gordon, su joven amigo C. Maylor y J. Barclay, que pretendía hacer investigaciones sobre botánica. (5)
La actitud de Rosas provocó comentarios desfavorables en Montevideo, centro de la resistencia contra el Restaurador de las Leyes. El Nacional, al atacar la dictadura de la margen opuesta del Río de la Plata, defendió la independencia del Paraguay. En un artículo intitulado: Independencia del Paraguay. Veto de Rasas a los ministras inglés y brasilero acreditados cerca de los S. S. Cónsules del Paraguay, expresaba que Gordon havía venido como Encargado de Negocios de la Gran Bretaña ante el gobierno de Asunción. En Buenos Aires el British Packet declaró «que el Señor Gordon no era sino un viajero recomendado, y no un cónsul, pues que el Paraguay no podía entenderse con las naciones extranjeras, porque era provincia argentina, y Rosas está encargado de las relaciones exteriores». El British Packet es órgano de Rosas y ha negado así el derecho que tiene Inglaterra de «acreditar ministros cerca de todo gobierno independiente». Gordon no ha podido cruzar territorio argentino, dado el principio sentado por el British Packet, e intentó marchar a1 Paraguay, no obstante la prohibición de Rosas, pero se le avisó que sería asesinado en el camino. En consecuencia, viajará por territorio oriental, escoltado por tropas del presidente Rivera. Igual declaración hizo Rosas al señor Lisboa, prohibiéndole también transitar por territorio argentino, en el carácter de representante del Brasil en el Paraguay.
No creemos, agrega el diario uruguayo, que Inglaterra y el Brasil soporten esta insolencia del «degollador Rosas», que no es sino un «pretexto alevoso» para llevar la guerra al «territorio inocente y pacifico de la República del Paraguay». No puede dudarse que este Estado es de hecho y de derecho independiente. Lo es de derecho porque con la revolución rompió todo vínculo con la corona española, de la cual formaba parte por el derecho de conquista. Cada país quedó respecto de los otros «en estado de independencia política», cada uno asumió su propia soberanía. Asi surgieron del Virreinato del Río de la Plata cuatro repúblicas, sin que esto signifique una violación del derecho público. Negar la independencia del Paraguay constituye un injustificado agravio. El Paraguay debe ponerse en armas contra el que quiere tenerlo como provincia suya y cerrar toda comunicación con él, porque Rosas no duerme. Si éste triunfase sobre el Estado Oriental y Corrientes, invadiría el Paraguay, que es poderoso, pero está desarmado y «sus hijos no están avezados a la guerra». Es urgente que los Cónsules corten sus relaciones con Rosas y establezcan una rigurosa vigilancia en Itapúa, porque están sobre un volcán, «desde que el degollador Rosas les ha arrojado tan audazmente el guante! Caiga el tirano enemigo de la independencia de los pueblos! La espada de un degollador no ha de unir en un rebaño, a los que quieren vivir separados. Cuando los pueblos del Río de la Plata hayan establecido sólidamente su paz, su orden, su constitución interior, entonces si lo tienen a bien, podrán formar como estados independientes y soberanos un gran Pacto simplificando sus relaciones exteriores que las una ante el extranjero, y que los haga respetables en la paz y poderosos en la guerra». (6)
Gordon no venia investido del carácter de cónsul ni de encargado de negocios, era un enviado particular de S.M.B. El Nacional al denunciar a la opinión internacional la prohibición de Rosas llamaba la atención del Paraguay frente al peligro que significaba la tendencia porteña. La absorción de la república daría un poder ilimitado al dictador de Buenos Aires y la integridad del Uruguay quedaría también seriamente amenazada. Era necesario estar en guardia. La voz de alerta resonó en el Paraguay. Los Cónsules no se dejaron sorprender. Gordon les confirmó lo que ya sabían sobre la política de Rosas.
El Pacto, propugnado por el valiente órgano de la libertad, tenía sentido americano y recuerda las palabras de Bolívar. Era un Pacto libremente consentido entre países soberanos, para una unidad de acción ante lo foráneo, «que los haga respetables en la paz y poderosos en la guerra». No otro sentido tienen los actuales convenios panamericanos, inspirados en los ideales del Libertador.
El 19 de setiembre Gordon se encontraba en el campamento de San José, en la margen izquierda del Paraná. Al día siguiente cruzó a Itapúa, puerto habilitado, desde la época del dictador Francia, al comercio con los brasileños, donde fue recibido «con la mayor civilidad». Sin pérdida de tiempo dirigió dos comunicaciones a los Cónsules, pidiendo permiso para seguir viaje y remitiendo sus pasaportes, uno expedido por Mr. Hamilton, ministro británico en el Brasil y, otro, por las autoridades uruguayas, como asimismo las notas enviadas al gobierno paraguayo por Fructuoso Rivera y Mandeville. (7) También desde Itapúa escribió al mandatario uruguayo, anunciándole que el 20 había llegado a ese pueblo y que la tarde del mismo día se había dirigido a los Cónsules, cuya contestación recibió el 25, con la autorización de seguir viaje con sus acompañantes. El permiso no alcanzaba a la escolta oriental, bajo cuya protección había transitado con felicidad hasta entrar en territorio paraguayo, por ser ya innecesaria su cooperación, en el concepto del gobierno de Asunción. Al terminar dejó constancia de sus «sinceros agradecimientos». (8)
En la mañana del 3 de octubre llegó a la capital, siendo recibido por «un nutrido concurso de pueblo, tanto a pie como a caballo». Se alojó en la casa que le había reservado el gobierno. La tarde de ese mismo día fue recibido por el Primer Cónsul, Carlos Antonio López, a quien explicó los propósitos de su misión y el «carácter extraoficial en que venía». En la conversación, que fue cordial, don Carlos, después de interrogarle acerca de su regreso, manifestó que había oído de una negativa del general Rosas a permitir que el agente inglés se dirigiese por el Paraná con destino al Paraguay. «Le conté – expresa Gordon – que la información era exacta, y al preguntarme sobre las razones alegadas para fundamentar esa negativa, se las expuse, como expresé en mi Despacho Nº 6 a Vuestra Señoría. Al oírlas y conocer las pretensiones que abrigaba Rosas respecto del Paraguay, el Sr. López se exitó y demostró vivo interés, preguntándome seguidamente si yo temería ir u objetaría ir aguas abajo amparado por el pabellón paraguayo. Le contesté que, lejos de ello, yo intentaba pedir esa protección y auxilio cuando llegase el momento y que me sentía feliz de que Su Excelencia se me hubiese adelantado. Es más, le dije, si yo no obtuviera ese medio para ir a Buenos Aires, estaba resuelto a fletar la mejor embarcación que pudiera procurarme en Asunción con tal propósito, puesto que se trataba de la ruta señalada por mis Instrucciones. El Snr. López me prometió considerar el asunto». (9)
Al día siguiente Gordon fue nuevamente recibido por el Primer Cónsul en la casa de gobierno. López le preguntó, antes de entrar a considerar cualquier otro tema, si objetaría expresar por escrito las razones aducidas por Rosas para negarle el permiso de seguir hasta Asunción por el Río Paraná. El Primer Cónsul propuso solicitar por nota esos datos, a fin de no hacer aparecer al enviado inglés como oficioso en la cuestión. «Una vez más – afirma Gordon – el Sr. López se manifestó profundamente ofendido por las pretensiones del general Rosas. Declaró que la afirmación de existir en el Paraguay un partido favorable a la unión con la Confederación Argentina era absolutamente falsa, y que él debía prepararse, ante esta declaración, para todos los extremos que pudieran surgir por ese lado». (10)
El 5 se dirigió nuevamente a López y Alonso para agradecer los auxilios que por «órdenes del Supremo Gobierno» le habían prestado en su viaje desde Itapúa, «como para su residencia en Asunción», e informar que el gobierno de la Reina al confiarle la misión, buscaba adquirir noticias exactas acerca del estado político y los recursos mercantiles del Paraguay y de averiguar la disposición del Gobierno de la República con respecto al establecimiento de Relaciones amistosas con el de la Gran Bretaña».
Para poder cumplir sus instrucciones solicitó del Supremo Gobierno una información oficial sobre los siguientes puntos: I – Disposición de los Exmos. Señores Cónsules para entrar en relaciones amistosas y comerciales con la Gran Bretaña; II – si el sistema del difunto Dictador continuaría total o parcialmente; III – si el Supremo Gobierno de la República estaría dispuesto a recibir y tratar, con la debida atención y cortesía, a los agentes comerciales enviados por la Gran Bretaña para residir en Asunción o en los puertos habilitados para el comercio; IV – si el gobierno del Paraguay estaría dispuesto a asegurar a los súbditos británicos sus derechos civiles y el libre ejercicio de su religión; y V – si la esclavitud o el tráfico de esclavos existían en el Paraguay y en qué proporciones. (11)
El 7 de octubre, al encaminarse hacia la casa del gobierno, para entrevistarse por cuarta vez con Carlos Antonio López, Gordon recibió dos comunicaciones. Por la primera los Cónsules acusaban recibo de la nota en la cual el enviado británico dio a conocer los objetivos de su misión y reiteraban los propósitos expuestos anteriormente a Lord Palmerston de «cultivar amistosas relaciones comerciales con todas las naciones» dentro de una completa neutralidad, declarando que el gobierno paraguayo «al presente no estaba en condiciones de concertar Tratados con ninguna, porque para este efecto necesitaba recibir facultades del Soberano Congreso de la República, y que tales relaciones sólo se podrían cultivar can naciones que previa y solemnemente reconociesen la independencia del Paraguay». (12) El documento consular expresaba con objetiva claridad el anhelo hondamente sentido por el país. Por supeditar al reconocimiento de la independencia las relaciones exteriores, el dictador Francia cayó en el aislamiento y durante el gobierno de Carlos Antonio López la República abrió sus puertas al comercio del mundo cuando las naciones americanas y europeas reconocieron la soberanía del Paraguay.
La segunda de las comunicaciones era el pedido para que Gordon expresase las razones alegadas por Rosas para prohibirle el viaje por el Paraná. «La nota estaba concebida en forma tal, – agrega el agente de S. M. B. – que hacía imposible una contestación de mi parte; en consecuencia, al otro día, 8 de octubre en mi quinta entrevista con el Sr. López, le rogué que me permitiera devolverla la nota, y le dije que yo debería recibir otra redactada en términos diferentes, para poder satisfacer su pedido». (13)
Los designios de Rosas habían llegado a conocimiento del Primer Cónsul por comunicaciones de «personas que ocupaban los primeros puestos en los Estados vecinos», según afirmó El Paraguayo Independiente. Ahora con la presencia de Gordon se confirmaba «la perfidia y miras avanzadas del Gobierno de Buenos Aires contra la República del Paraguay». Ese gobierno había tenido la temeridad de asegurar en una conferencia con el ministro Mandeville, «que el Paraguay deseaba incorporarse a la Confederación y que no esperaba sino la reunión de un Congreso general para pronunciarse en ese sentido». (14)
La versión era totalmente infundada. Tal deseo de incorporación nunca existió, era una creación de la política tiránica y agresiva de Rosas. Por el contrario de lo que en sus excesos afirmara el dictador de Buenos Aires, el Congreso de 1842, antes que declarar la incorporación a la Confederación Argentina, ratificó solemnemente le independencia absoluta del Paraguay.
Los Cónsules aceptaron cambiar los términos de la nota objetada por Gordon y el 10 de octubre le hacían llegar la siguiente representación:
«El Superior Gobierno de la República del Paraguay se dirije afectuosamente al Señor Jorge G. Robert Gordon enviado por el Gobierno de S.M.B. en misión particular a esta República, y le dice que el Superior Gobierno se interesa con Su Señoría a fin de que le transmita auténticamente las ideas políticas del Gobierno de Buenos Aires relativamente a esta República, y su actual Gobierno, según lo que S.S. haya concebido con motivo de la conferencia a que dió lugar su solicitud ante el Gobierno argentino para dirigirse por el río a esta República.
El Supremo Gobierno quedará muy reconocido a este obsequio, y será una prueba de la buena amistad que reina entre esta República, y la heroica nación británica, a quien consagra sus votos de afecto el Gobierno que subscribe, y que saluda a S.S. con distinguido aprecio y respeto». (15)
La nota, redactada en términos cordiales y con expresiones afectuosas para la «heroica nación británica», fue contestada en el día. Gordon dejó aclarado previamente que su misión «no tenía carácter oficial», por eso ya en Buenos Aires había actuado como «individuo privado», «por cuya razón expresa en su comunicación a Lord Aberdeen – no oí del general Rosas la exposición de sus razones para rehusar la solicitud de Mr. Mandeville, ni oficial o inmediatamente de él, ni de su Gobierno. Después de estos preliminares, extracté del Despacho de Mr. Mandeville a Vuestra Señoría, Nº 50, de fecha 20 de junio, los pasajes que darían a conocer al Gobierno los argumentos empleados por el Señor Arana sobre el asunto». (16)
Con esta advertencia, Gordon pasó a responder al Supremo Gobierno, haciendo una relación de lo que constituían los motivos de la negativa de Buenos Aires, decía: «El Gobernador de Buenos Aires habrá determinado a negar al infrascripto permiso para dirigirse por el Paraná al Paraguay, porque al Ministro Brazilero se habia negado igual suplica, y que el conceder al Ministro Británico lo que havia sido negado a ese le daria justa causa de queja:
Que, si el infrascripto recibiese la licencia en cuestión, cualquier otro Gobierno tendría derecho al mismo favor:
Que existia en este Pais un partido que queria formar una Provincia y parte de la Confederación Argentina; y
Que el Gobierno de Buenos Aires no habia reconocido este Pais como Estado independiente, y que por tanto no permitiria Agentes Públicos o Particulares a pasar por el territorio de la Confederación para visitarlo. Al mismo tiempo desconocióse todo designio, de parte del Gobierno de Buenos Aires, de obligar al Paraguay, por las armas, a unirse a la Confederación pero que, con todo, no se permitiria Agentes Extrangeros a pasar para alla; (se tenga el poder de impedirles) mientras que el Paraguay no se habrá pronunciado por entero en favor de un cualquier modo de Gobierno, sea en la forma de un Estado independiente, sea como una Provincia, haciendo parte integrante de la Confederación». (17)
La respuesta de Gordon mereció el agradecimiento del gobierno paraguayo. (18) La información del agente inglés era un testimonio fehaciente de las intenciones de Rosas y coincidían con la enviada a la Corte de San Cristóbal por el ministro brasileño en Buenos Aires. Duarte da Ponte Ribeiro, refiriéndose a una conversación mantenida con el dictador porteño respecto a la misión de Antonio José Lisboa, expresaba: «Discurrió (Rosas) sobre el estado del Paraguay para mostrar que no quieren contacto con europeos y sí, relaciones de comercio con Buenos Aires y con el Brasil; que él sabe del estado de aquel país; que cuenta tener allá amigos y algún partido, integrado por más de dos mil paraguayos que regresaron después de varios años de estar empleados por él en sus estancias; que Gordon, aún cuando allá pueda llegar, no será admitido, según las noticias que Oribe le escribió el 5 del corriente, de la Bajada de Santa Fé, dadas por un teniente coronel que bajaba de Neembucú en una de las seis escunas paraguayas tomadas en el Paraná por Garibaldi, circunstancia que debía aumentar la natural aversión a los extrangeros. Amenazó con la completa destrucción de la escuadrilla comandada por aquel italiano, formada por cinco barcos y seguida de cerca por la de Brown, compuesta de ocho buques; que talvez esa atrevida expedición concurra para decidir a los paraguayos para entrar más de prisa en la órbita de los intereses de la Confederación. Que su intento no era obligarlos sino convencerlos de lo que más les conviene, si quieren ser respetados, para cuyo fin contaba mandar un comisionado, pero que esperaba primero la venida de otros que allá se estaban aprontando, para que no suceda lo mismo que hicieran con otros que le venían dirigidos». (19)
Rosas argumentaba en esta forma buscando impresionar al diplomático imperial, a quien en esa ocasión ratificó la negativa de permitir el tránsito de Lisboa por territorio de la Confederación. Es posible que el dictador porteño tuviese amigos en el Paraguay, cuyo número sería muy reducido, tal vez se refiriese a los que en los últimos tiempos de su predominio, en setiembre de 1850, le pidieron una invasión a la república. (20) Los firmantes de esa petición, que eran Fernando Uturburu y Carlos Loizaga, constituían una imperceptible minoría y no representaban la aspiración nacional. El país anhelaba la independencia absoluta de todo poder extraño y nunca, antes ni después, se escuchó una voz apoyando las pretensiones de Rosas. Los amigos a que se refería este dictador serían individuales y muy contados, y sin ninguna influencia en la opinión pública. No era verosímil ni posible la formación de «algún partido», dado el sistema político del país. El llamado porteñista quedó anulado en los albores de la independencia. (21) Menos verosímil era que el partido favorable a Rosas estuviese integrado por más de dos mil paraguayos, que luego de ser empleados en las estancias del dictador de Buenos Aires, hubiesen vuelto a la República.
También en 1864 los fundadores de la «Asociación Paraguaya» creyeron contar con dos mil paraguayos que ingresarían en la «legión» para formar el cuerpo que colaboraría en la guerra para derribar al «tirano». (22) Ni los dos mil de Rosas ni los de la «Asociación Paraguaya» aparecieron nunca. En 1842, no podía entrarse en el país sin previo permiso del gobierno, en ese orden seguía vigente el régimen del Dr. Francia, si bien, con más flexibilidad. Es sabido que el Supremo Dictador no permitía la entrada y salida de nacionales y extranjeros, salvo rarísimas excepciones. Preocupaba a Francia la expatriación de sus conciudadanos y prohibió que saliesen «a correr por otras tierras». (23) Como en la época de la dictadura perpetua muy difícil hubiera sido entrar en el país a un paraguayo, que hubiese estado al servicio de Rosas, sin el previo juramento de la independencia nacional. Juan Andrés Gelly, que luchó contra el Restaurador de las Leyes, después de treinta y dos años de ausencia, tuvo que prestar ese juramento, en 1845, para poder pisar el suelo de la patria. (24)
Rosas no invadió al Paraguay. No recurrió a la violencia para alcanzar la incorporación porque otros problemas y otras fuerzas le impidieron. Los medios pacíficos de nada le valieron y el comisionado anunciado nunca apareció. Los mismos argumentos expuestos a Ponte Ribeiro seguirá expresando en sus comunicaciones al gobierno paraguayo y en su prensa.
Rosas, a estar por lo que refiere Gordon, no dejó de intentar alguna penetración en el Paraguay, como consecuencia de su política hegemónica. En la conferencia del mismo Gordon del 12 de octubre con el Primer Cónsul, éste le dio a saber «que se había sospechado y en parte descubierto en Neembucú, una intriga del Gobernador de Buenos Aires, pero que por no haberse empleado suficiente cautela, los comprometidos habían escapado». Carlos Antonio López desconfiaba de los fundamentos del relato y le era penoso tratar del tema, porque naturalmente se mostraba adverso a admitir la existencia en el país de «un partido que se oponga a su Gobierno», informa Gordon, para luego agregar: «... no tengo duda alguna de que el Gobernador Rosas medita planes revolucionarios en el Paraguay desde hace largo tiempo – probablemente dándoles ya un principio de ejecución; y conozco más de una persona en esta Capital que me habló de lo bueno que era el sistema del Gobernador de Buenos Aires y del deseo que sustituya al que actualmente rige en el Paraguay». (25)
Es posible que Rosas hubiese meditado planes revolucionarios a desarrollarse en la República, pero que nunca tuvieron principio de ejecución. Desde luego Gordon no hace una afirmación a este respecto, al referirse al asunto usa el término probablemente. La penetración de una propaganda revolucionaria era sumamente difícil, teniendo en cuenta el estricto control establecido en la frontera para la entrada y salida de las personas. El gobierno paraguayo estaba firmemente en guardia contra las asechanzas del exterior. Si don Carlos dudaba de los fundamentos de la intriga antes aludida, de cuyas consecuencias no se tiene noticia alguna y Gordon sólo hablaba de que probablemente los planes revolucionarios de Rosas habrían tenido principio de ejecución, quiere decir que no existía ninguna certeza acerca de la acción de ese dictador en el Paraguay.
Gordon afirma que a más de una persona escuchó hablar de la bondad del sistema de Rosas y del deseo que sustituya al del Paraguay, sin citar el nombre de esas personas ni el número de las mismas. La afirmación es vaga como la referente al principio de ejecución de los planes revolucionarios, no tiene consistencia como para fijar la verdad histórica. Y aún en el supuesto de que existiera lo que Gordon escribe, tales deseos nunca afloraron en el escenario público, nunca tuvieron fuerza como para formar un partido, no fueron sino meras manifestaciones particulares, a las cuales el enviado de S.M.B. dio una categoría que no tenían. La opinión nacional era contraria a las pretensiones de Rosas y toda manifestación que no estuviese de acuerdo con ella tendría la más enérgica repulsa del gobierno como del pueblo. La República se mantuvo firme frente a la política del Amo de Palermo, ratificando su decisión de defender su independencia.
Al entregar la nota del 10 de octubre a Carlos Antonio López, Gordon anotó; «le dije que una atenta consideración de la conveniencia de hacer tal comunicación, me había convencido de que era correcta y apropiada. Porque, como el Gobierno de Buenos Aires declaró expresamente que no permitiría comunicación oficial alguna, siempre que lo pudiera evitar, entre el Paraguay y las Naciones Extranjeras, hasta que todo el país se hubiese pronunciado sobre una o otra forma de Gobierno, así como también sobre la cuestión de si el país entraría o no a formar parte de la Confederación Argentina – yo suponía que estaba en el interés de las Naciones Extranjeras el conocer los sentimientos reales del Paraguay acerca de estos puntos, y entendía que, al suministrar a Su Excelencia la presente información, le daba una base para invitar a la opinión de la República a hacer una Declaración semejante, como un paso hacia la solución de la cuestión y el establecimiento – así debe esperarse – del libre intercambio comercial y político entre la República y las demas naciones». (26)
La sugestión de Gordon era la de un amigo y estaba inspirada en el «deseo de desvanecer la maliciosa intriga urdida por Rosas, al presentar a la República como dispuesta a incorporarse a la Confederación Argentina. El enviado de S.M.B. conocía el interés de su país en mantener relaciones comerciales con el Paraguay, considerado como Estado soberano. Su misión, si bien no tenía carácter político, constituía, en sí misma, un reconocimiento de facto de la independencia nacional, de la cual podría dudarse si la propaganda de Rosas no se contrarrestase con una declaración pública y categórica. La voz oficial del Paraguay, emanada directamente de la voluntad popular, era necesaria ser escuchada en América y Europa, para fijar con firmeza su posición de país independiente, tanto de la Confederación Argentina como de todo poder extraño. Sólo así podría solucionarse la cuestión del establecimiento del «libre intercambio comercial y político entre la República y las demás naciones».
No escapó a Carlos Antonio López el significado de esta realidad. Tanto fue así, que, aun antes del regreso de Gordon, la consulta a la soberanía popular quedó resuelta. El 24 de octubre el agente inglés visitó nuevamente al Primer Cónsul, en cuya ocasión le obsequió «un juego de navajas de afeitar inglesas y un abanico para su señora», y Don Carlos ratificó «la seguridad de la buena disposición del Gobierno de estrechar relaciones con la Gran Bretaña». Gordon agrega, que López, dándole «una prueba más de confianza», le informó «que había impartido instrucciones para la convocatoria de un Congreso extraordinario, con el propósito de someter a su consideración las pretensiones del general Rosas y descubrir si existe en el país un partido favorable a la unión con la Confederación Argentina. Que otro de los objetos de la convocatoria era definir las facultades y atribuciones del Gobierno en lo concerniente a las Relaciones Exteriores; – que después de la reunión del Congreso, se enviaría un barco a Buenos Aires; – que entonces el Gobierno del Paraguay – en caso de que este barco sufriese algún obstáculo a su descenso por el Paraná o a su vuelta al Paraguay por cualquiera de las Provincias ribereñas estaría habilitado a responder a un acto semejante (o cualquier otro acto injustificable del general Rosas u otros) apoyado en la plena autoridad de la nación, y probar así, tanto a las Potencias Extranjeras como a Buenos Aires, que el Paraguay es de hecho independiente y no deseaba unirse a la Confederación Argentina». (27)
Al despedirse Gordon del gobierno, López volvió a decirle, que «cuando el Congreso haya mostrado con su voto que no se inclinaba en favor de la Confederación Argentina, una imponente expedición iría aguas abajo para notificar oficialmente al Gobernador Rosas de este resultado». Esa misma tarde, 26 de octubre, obtuvo un ejemplar del decreto de convocatoria, cuya copia y traducción remitió a Londres. No dudó del resultado del «Soberano Congreso Extraordinario». Desde Buenos Aires pidió a Carlos Antonio López «copia del acto» en que «habrá concordado» la Asamblea, por considerar de interés comunicar a su Gobierno. (28)
Las palabras de Gordon no cayeron en el vacío. Los Cónsules comprendieron su transcendencia. La actitud de Rosas y la conveniencia de que las demás naciones conociesen oficialmente la independencia del Paraguay, reclamaban perentoriamente una resolución clara, pública y categórica. El Supremo Gobierno, por decreto del 24 de octubre de 1842, diez días después de la sugestión de Gordon, convocó a un Congreso extraordinario. Los considerandos aludían a la necesidad de examinar asuntos importantes relacionados con el bien y felicidad de la República, sobre los cuales los Cónsules al pronunciarse podrían sobrepasar sus atribuciones, aun cuando tuviesen el apoyo de la opinión pública; a las circunstancias especiales de orden político que exigían consultar a la soberanía nacional para obrar con acierto; y, a que siendo aun lejana la fecha del futuro congreso ordinario, no podía demorarse la atención de cuestiones que demandaban una urgente resolución. La Asamblea debía reunirse en la capital, el 25 de noviembre siguiente, con cuatrocientos diputados, que debían ser «Ciudadanos propietarios y de capacidad, nombrados en proporción al número de Departamentos de la República». El diputado electo no podía excusarse sino por causa grave y justificada. (29)
El 25 de noviembre de 1842, el Congreso extraordinario inició sus deliberaciones en la iglesia de la Encarnación, con la presidencia de Carlos Antonio López. El día de su instalación, aprobó por unanimidad, la solemne declaración siguiente:
«En esta ciudad de la Asunción de la República del Paraguay, a veinte y cinco de Noviembre de mil ochocientos cuarenta y dos, reunidos en el congreso general extraordinario cuatrocientos diputados por convocatoria especial de los Señores Cónsules que forman legalmente el Supremo Govierno, ciudadanos Carlos Antonio López y Mariano Roque Alonso, usando de las facultades que nos competen, cumpliendo con nuestro deber, y con los constantes y decididos deseos de nuestros conciudadanos, y con los que nos animan en este acto. – Considerando. Que nuestra emancipación e independencia es un hecho solemne e incontestable en el espacio de más de treinta años. – Que durante este largo tiempo y desde que la República del Paraguay se segregó con sus esfuerzos de la Metrópoli española para siempre; también y del mismo modo se separó de hecho de todo poder extrangero, queriendo desde entonces con voto uniforme pertenecer a sí misma; y para formar, como ha formado, una nación libre e independiente bajo el sistema republicano sin que aparezca dato alguno que contradiga esta explícita declaración. – Que este derecho propio de todo estado libre se ha reconocido a otras provincias de Sud América por la República Argentina y no parece justo pensar que aquel se le desconozca a la República del Paraguay, que ademas de los justos títulos en que lo funda, la naturaleza la ha prodigado sus dones para que, sea una nacion fuerte, populosa, fecunda en recursos y en todos los ramos de industria y comercio. – Que tantos sufrimientos y privaciones anteriores consagrados con resignación a la independencia de nuestra República por salvarnos a la vez del abismo de la guerra civil, son también fuertes comprobantes de la indudable voluntad general de los pueblos de la República por su absoluta emancipación e independencia de todo dominio y poder extraño. – Que consecuente a estos principios y al voto general de la República, para que nada falte a la base fundamental de nuestra existencia política, confiados en la divina providencia, declaramos solemnemente. – Primero. La República del Paraguay en el de la Plata es para siempre de hecho y derecho una nación libre e independiente de todo poder extraño. – Segundo. Nunca jamás será el patrimonio de una persona ó de una familia. – Tercero. En lo sucesivo el Gobierno que fuese nombrado para presidir los destinos de la nación, será juramentado en presencia del Congreso, de defender y conservar la integridad e independencia del territorio de la República, sin cuyo requisito no tomará posesión del mando. Exceptúase el actual Gobierno por haberlo ya prestado en la acta misma de su inauguración. – Cuarto. Los empleados militares, civiles y eclesiásticos serán juramentados al tenor de esta acta luego de su publicación. – Quinto. Ningún ciudadano podrá en adelante obtener empleo alguno sin prestar primero el juramento prevenido en el articulo anterior. – Sexto. El Supremo Gobierno comunicará oficialmente esta solemne declaración a los Gobiernos circunvecinos, y al de la confederación argentina, dando cuenta al soberano Congreso de su resultado. – Séptimo. Comuníquese al poder ejecutivo de la República para que la mande publicar en el territorio de la nación con la solemnidad posible, y la cumpla y haga cumplir como corresponde. Dada en la Sala del Congreso firmada de nuestra mano, sellada con el sello de la República y refrendada por nuestro secretario». (30)
El mismo día el Congreso aprobó también por unanimidad el pabellón y sello de la República. La bandera adoptada tenía tres fajas horizontales, colorada, blanca y azul, luciendo de un lado el escudo nacional con un ramo de palma y otro de oliva entrelazados en el vértice y abiertos en la parte superior, una estrella en el centro y en la orla la inscripción; República del Paraguay. Al lado opuesto, un círculo con el lema escrito de Paz y Justicia y en el centro un león en la base del símbolo de la libertad. El sello nacional era el descrito anteriormente «bajo el jeroglífico de una palma y oliva, una estrella en el centro y la inscripción orlada de la República del Paraguay», el de hacienda era otro círculo con el símbolo de la libertad, el lema, paz y Justicia, en el centro, y la leyenda, República del Paraguay, distribuida también en el margen. El artículo cuarto de la ley disponía la comunicación a los gobiernos de los Estados vecinos y al de la Confederación Argentina. (31)
En el orden internacional el Congreso aprobó el principio consagrado por el gobierno de guardar con las naciones extranjeras una amistad pura sin otra formalidad ni pactos hasta tanto que la experiencia muestre la necesidad de esta clase de negociaciones, salvo el caso urgente de una alianza ofensiva y el de mantener una estricta neutralidad en las disensiones vecinales. (32)
El Congreso extraordinario no se apartó de las manifestaciones formuladas por Carlos Antonio López en sus entrevistas con Gordon. Presidido por el Primer Cónsul, es indudable la influencia de este mandatario en sus deliberaciones. Sus resoluciones tuvieron profunda repercusión en la vida de la República. Marca el nacimiento de una época. El horizonte nacional se amplia y el aislamiento del Doctor Francia se rompe, incorporándose el Paraguay en el mundo de las relaciones internacionales. Consecuencia de esta Asamblea, que completó la decisión memorable del Congreso de 1813, será el reconocimiento de la independencia por los países de América y Europa.
El Supremo Dictador, sin embargo, pesó todavía en sus determinaciones. La declaración de mantener la República una amistad pura con todas las naciones sin necesidad de pactos, hasta tanto se presente la oportunidad de entablar estas negociaciones, era un recuerdo de los recelos tan fuertemente inculcados al país por el Dr. Francia, frente a las influencias que podían venir del exterior. También la estricta neutralidad adoptada en las querellas intestinas de los Estados vecinos era un principio practicado durante el régimen del Supremo Dictador.
Pero la resolución de mayor importancia y transcendencia era la ratificación de la independencia por una declaración categórica, pública y solemne. El Congreso de 1813 que proclamó nuestra soberanía no había tomado una decisión de la naturaleza de esta última. El mundo continuaba desconociendo oficialmente al Paraguay como nación independiente. Esta omisión vino a salvar la Asamblea de 1842, con el acta del 25 de noviembre, que no hizo otra cosa sino certificar con la autoridad de la voluntad popular, la existencia libre del Paraguay. Esta ratificación facilitó después el reconocimiento de la independencia por las otras naciones, lo que permitió, a su vez, establecer con ellas relaciones permanentes de amistad.
Carlos Antonio López destacó la transcendencia de las dos Asambleas en la historia de la nación recordándolas con justicia en su mensaje de 1854. «La independencia de nuestro país – decía el esclarecido Presidente – fue declarada y proclamada por el Congreso reunido en Octubre de 1813, pero por una negligencia inexplicable ni se consignó esa declaración en un acto formal, ni se promulgó, ni se juró, ni se comunicó al exterior, y quedó por consiguiente, desconocida y como si no existiese esa independencia. En el congreso general extraordinario reunido en noviembre de 1842 se ratificó aquella declaración: Se consignó en un acta solemne que firmaron todos los Diputados, se juró en toda la República, y se encargó al Gobierno comunicarla a todas las demás naciones, así de América como de Europa, con el fin de anunciar a todos que el Paraguay se abría a la comunicación y comercio de todo el mundo, y para recabar su reconocimiento de Nación soberana e independiente». (33)
El gobierno dispuso que la independencia fuese jurada el 25 de diciembre, en todo el territorio de la República, lo que se realizó con la mayor solemnidad y júbilo. Los ciudadanos y las corporaciones, «firmes y alegres», prometieron defender la libertad de la patria. «Ellos no juraron en vano, – comenta El Paraguayo Independiente renuevan anualmente su promesa, y el Dios de los ejércitos ha de continuar a protegerla». (34)
Por disposición expresa del Congreso los Cónsules fueron liberados de la formalidad del juramento. Ellos la cumplieron ante la Asamblea de 1841, jurando sobre los Santos Evangelios: Conservar y defender la independencia e integridad de la República. (35)
La solemne promesa no era sino la expresión de la voluntad popular. E1 Paraguay no vaciló en defender su patrimonio de nación soberana, oponiendo una valla a la agresión del despotismo.
El año siguiente los Cónsules declararon al 25 de diciembre, «fiesta cívica de la República», como un «monumento de honor y perpetua memoria», en homenaje a la independencia y establecieron, al mismo tiempo, que cada año dicha fecha fuese solemnemente celebrada con iluminaciones en la capital y en el interior y «con todo genero de diversiones públicas y privadas», desde la víspera. (36)
El primer aniversario fue «celebrado con extraordinario entusiasmo»(37) y así todos los años. De los festejos conmemorativos nos dan una idea los periódicos de la época. (38) La recordación de tan transcendental acontecimiento de nuestra historia política, ha perdido el entusiasmo de otros tiempos. El 25 de diciembre ha dejado de tener la solemnidad y lucimiento del siglo pasado.
NOTAS
1) Actas de las sesiones de los Congresos de la República, desde el año 1811 hasta la terminación de la guerra. Asunción, 1908, pág. 32 y segts. Bando del 14 de marzo de 1841, firmado por López y Alonso, en el Cuartel de San Francisco, dando a conocer las deliberaciones del Congreso clausurado el día anterior a las seis de la tarde.
2) A.H.I. Buenos Aires – Despachos – 1826-52. Despachos a Antonio José Lisboa, Río de Janeiro, 16 de abril de 1842, y, a Luis Moutinho de Lima Alvares e Silva, Río de Janeiro, 18 de abril de 1842. Borradores.
3) Ibíd. Buenos Aires – Oficios – Oficio Nº 40 de Luis Moutinho de Lima Alvares e Silva. Buenos Aires, 21 de abril de 1842. Original.
Correspondencia Reservada e Confidencial do Governo Imperial em 1843 e 1844, Missão José Antonio Pimenta Bueno, depois Senador, Conselheiro de Estado, visconde e marquez de São Vicente. Extrato autenticado por Antonio José Cupertino de Amaral.
4) Ibid. Ibid. Qficio Nº 5 de Luís Moutinho de Lima Alvares e Silva. Buenos Aires, 17 de junio de 1852. Original.
Ibid. Ibíd.
5) Public Record Office, Londres. F. O. 13/202. Informe presentado a Lord Aberdeen por G. J. R. Gordon, Agente del Gobierno Británico, a su regreso del Paraguay, 1843. Este documento fue encontrado y traducido por Pablo Max Ynsfran, a cuya gentileza debemos una copia de la versión en castellano.
A.H.I. Buenos Aires – Despachos – 1826-56. Despacho a Duarte da Ponte Ribeiro. Río de Janeiro, 28 de octubre de 1842. Borrador.
B. N. R. J. – C.R.B. – I – 29, 24, 4 Nºs 6 y 7. Gordon a los Cónsules López y Alonso. Itapúa, 20 de setiembre de 1842. Originales.
6) El Nacional Nº 1058, Montevideo, 23 de junio de 1842.
7) Informe cit. y oficios de Gordon a los Cónsules cit.
El Nacional Nº 1166, Montevideo, 2 de noviembre de 1842. El artículo, anunciando la llegada de Gordon, terminaba expresando, que la pretensión de Rosas de que el Paraguay forme parte de la Confederación Argentina, «ha servido solamente para desenmascararlo en sus proyectos de futura invasión y conquista al Paraguay, y para llamar más y más la atención de las naciones civilizadas sobre su política salvaje perturbadora de la paz y el comercio de sus vecinos».
8) Gordon a Rivera. Itapúa, 26 de setiembre de 1842.
El Nacional Nº 1170, Montevideo, 7 de noviembre de 1842, que también publica la contestación de los Cónsules a la nota de Rivera del 1º de agosto de 1842, recomendando a Gordon y de la cual había sido portador el mismo agente inglés.
9) Informe cit.
10) Informe cit.
11) B.N.R.J. – C.R.B. – Gordon a los Cónsules. Asunción, 5 de octubre de 1842. Original.
12) Informe cit.
13) Informe cit.
14) El Paraguayo Independiente nº 89.
Asunción, sábado, 9 de febrero de 1850.
15) Ib. Ib.
16) Informe cit.
17) B.N.R.J. – C.R.B. I. – 29, 24, 4 Nº 11. Gordon a los Cónsules. Asunción, 10 de octubre de 1842. Original.
El Paraguayo Independiente Nº 89, cit., publica el texto de la nota. En la reproducción nosotros seguimos al original obrante en la colección vizconde de Río Branco de la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro.
18) Ibid., Ibid., I – 29, 24, 4 Nº 18. Carlos Antonio López a Gordon. Asunción, 20 de octubre de 1842. Copia.
19) A.H.I. Buenos Aires – Oficios. Reservado Nº 1 de Duarte da Ponte Ribeiro. Buenos Aires, 22 de agosto de 1842. Original.
Correspondencia Reservada e Confidencial do Governo Imperial em 1843 e 1844, cit. Extracto autenticado por Antonio José Cupertino de Amaral.
20) Juan E. O’Leary. Los legionarios. Asunción, 1930, pág. 63 y sigts.
Juan B. Gil Aguínaga. La Asociación Paraguaya en la Guerra de la Triple Alianza. Buenos Aires, 1959, pág. 24 y 25.
21) Julio César Chaves. El Supremo Dictador. Tercera edición. Buenos Aires, 1958, pág. 101, 102 y 103.
Id. Id. Historia de las relaciones entre Buenos-Ayres y el Paraguay. Segunda edición. Asunción-Buenos Aires, 1959, pág. 129 y 130.
22) Juan B. Gill Auinaga. Ob. cit., pág. 34.
23) Francia al Delegado de Itapúa, 4 de febrero de 1830. Julio César Chaves. El Supremo Dictador, cit., pág. 248.
24) R. Antonio Ramos. La personalidad histórica de Juan Andrés Gelly. El Pais Nº 1402. Asunción, 26 de agosto de 1944.
25) Informe citado.
26) Informe cit.
27) Informe cit.
28) B. N. R. J. – C. R. B. – I – 29, 24, 4 Nº 24. Gordon a Carlos Antonio López, Buenos Aires, 12 de diciembre de 1842. Original.
29) Actas de las sesiones de los Congresos de la República, cit., pág. 35.
30) Ib. Ib., pág. 40 y sigts.
El Paraguayo Independiente Nº 8. Asunción, sábado, 14 de junio de 1845.
31) Actas de las sesiones de los Congresos de la República, cit., pág. 35 y sigts.
32) Ib. Ib. Ib., pág. 39 y 40.
33) Mensajes de Carlos Antonio López, Asunción, 193l, págs. 71 y 72.
Juan F. Pérez Acosta. López y Rosas. Buenos Aires, 1944, pág. 5 y 6.
34) El Paraguayo Independiente Nº8, cit.
35) Ib. Ib. Ib.
36) Repertorio Nacional Nº 18. Decreto de 28 de octubre de 1843.
R. Antonio Ramos. La Independencia del Paraguay y Rosas. El País. Asunción, 23 de diciembre de 1944.
37) Mensaje de los Cónsules López y Alonso de 1844.
R. Antonio Ramos. Art. cit.
38) Tanto El Paraguayo Independiente como el Semanario de Avisos y Conocimientos Utiles recordaban invariablemente el 25 de diciembre con artículos de elevado sentido patriótico, reproduciendo al mismo tiempo el acta de ratificación de la independencia.
R. Antonio Ramos, Art. cit.
Fuente:
LA INDEPENDENCIA DEL PARAGUAY Y EL IMPERIO DEL BRASIL
Autor: ANTONIO RAMOS
Publicación conjunta de
CONSELHO FEDERAL DE CULYURA E DO
INSTITUTO HISTÓRICO E GEOGRÁFICO BRASILEIRO
Rio de Janeiro - Brasil (1976)
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Re: Virreinato del Río de la Plata
El 15 de febrero de 1811 nace Faustino Valentín Quiroga Sarmiento, que ese era su verdadero nombre, alias “Domingo Faustino”, el “padre del aula” o “el loco”.
Civilizacion y barbarie
Civilización:
“El mal que aqueja a la República Argentina
es la extensión.“ (Sarmiento, Facundo, 1845)
Barbarie:
“Soldados de la patria: Las bellas regiones que se extienden hasta la Cordillera de los Andes y las costas que se desenvuelven hasta el afamado Magallanes quedan abiertas para nuestros hijos.” (Rosas, Proclama de Napostá, Campaña al desierto, 1834)
"En nombre de la libertad y con pretensiones de servirla, nuestros liberales, Mitre, Sarmiento y Cía., han establecido un despotismo turco en la historia, en la política abstracta, en la leyenda, en la biografía de los argentinos. Sobre la revolución de Mayo, sobre la guerra de la independencia, sobre sus batallas, sobre sus guerras ellos tienen un Alcorán, que es de ley aceptar, creer, profesar, so pena de excomunión por el crimen de barbarie y caudillaje”" (Juan Bautista Alberdi. Escritos póstumos. Ensayos sobre la sociedad, los hombres y las cosas de Sudamérica. Buenos Aires. 1899)
El vendepatria
En 1842, el Ministro Montt (chileno) adquirió y subvencionó un diario, “El Progreso”, que encomendó al Sanjuanino. Desde el primer número, el 11 de septiembre de 1842, Sarmiento desarrolló una campaña “demostrando” los derechos chilenos sobre el estrecho de Magallanes e insistió en la necesidad de que su país de adopción se adelantara a la Argentina en la ocupación del territorio.
La campaña encontró gran eco. No era un chileno quien lo decía sino un Argentino de nota. En el ejemplar del 28 de noviembre podía leerse: “Esta habilitación del estrecho ha de acarrearnos inmensas ventajas y nos asegurará un provenir colosal. ¿Quedan acaso dudas, después de todo lo que hemos dicho sobre la posibilidad e hacer segura la navegación el estrecho y establecer allí poblaciones chilenas? (…) Para Chile basta, en el asunto de que tratamos, decir ¡Quiero¡ y el estrecho de Magallanes se convierte en un foco de comercio y civilización”.
Sarmiento, en “La Crónica” del 11 de marzo de 1849 dice. “Un territorio limítrofe pertenece a aquel de los Estados a quien aproveche su ocupación (…) Para Buenos Aires es una posesión inútil. ¿Que haría el gobierno de Buenos Aires con el estrecho de Magallanes, país remoto, frígido, inhospedable? (…) ¡Que pueble el Chaco y el sur hasta el Colorado y el Negro y deje el estrecho a quién lo posea con provecho….¡ Magallanes, por lo tanto, pertenece a Chile por el principio de conveniencia propia sin darlo a terceros”.
No solamente quiere entregar el estrecho, sino toda la Patagonia: “Quedaría por saber aún si el título de erección del Virreinato de Buenos Aires expresa que las tierras al sur de Mendoza entraron en su demarcación; que, a no serlo, Chile pudiera reclamar todo el territorio que media entre Magallanes y las provincias de Cuyo”
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Re: Virreinato del Río de la Plata
SARMIENTO Y LA GUERRA DEL PARAGUAY
Durante todo el período mitrista, y desde mucho antes de al guerra del Paraguay, Buenos Aires fue una fuente de intrigas, injurias y falsedades contra Solano López, contra Paraguay y contra su pueblo.
Al asumir Sarmiento a la presidencia en octubre de 1868, la opinión pública pensó que se terminaría esa campaña de intrigas y falsedades; inclusive se pensó en la paz con López y la terminación de la alianza con Brasil, totalmente antipática para la mayoría del pueblo argentino, sobre todo en el interior.
Sarmiento defraudó totalmente esa esperanza, y anunció que continuaría la guerra y la alianza que calificó de “necesaria, legítima y honorable”.
No solamente fogoneó desde la prensa para que se haga la guerra al Paraguay : en marzo de 1869 llega a Buenos Aires la noticia de la muerte del Mariscal Francisco Solano López en Cerro Corá. Sarmiento mandó una banda de música a tocar serenatas ante la puerta de Mitre, y el mismo día le escribía a Mrs. Mann: “No crea que soy cruel. Es providencial que un tirano haya hecho morir a ese pueblo guaraní. Era preciso purgar la tierra de toda esa excrescencia humana” (JMR. La guerra del Paraguay.p.323)
El 1° de abril de 1869 le escribe a Mrs. Mann diciendo que soñaba formar “con emigrados de California una colonia en el Chaco que puede ser el origen de un territorio, y un día un territorio yanqui” (JMR. La guerra del Paraguay.p.319)
En carta del 12 de octubre de 1869, a Manuel R. García le dice: “La guerra no está concluida, aunque aquel bruto (Solano López) tiene todavía veinte piezas de artillería y dos mil perros que habrán de morir bajo las patas de nuestros caballos. Ni a la compasión mueve ese pueblo, rebaño de lobos” (A.Bray, Solano López.p.269 – JMR. La guerra del Paraguay.p.300)
No conforme, el padre del aula y la civilización dirá en correspondencia posterior: “López sigue de derrota en derrota por los bosques, con mil o dos mil animales que le siguen y mueren de miedo” (L.A. Herrera: El drama del 65.p.86) “¿Cómo acabar con un idiota, borracho y feroz (López), que tiene aún algunas víctimas que inmolar” (30-12-1869) (JMR. La guerra del Paraguay.p.301)
Entre esa “manada de lobos” irá a pasar sus últimos días y a morir Sarmiento. Ese pueblo heroico y lleno de grandeza, hizo a su detractor el homenaje de poner su nombre a una calle de Asunción. (JMR. La guerra del Paraguay.p.301)
Sarmiento no solo no sentía antipatía por Brasil y la alianza, sino que incluso aprobaba su política desde mucho antes; estando en Chile justificaba el régimen esclavista: “El Brasil, por una necesidad tradicional en su sistema de agricultura, usa del medio horrible, pero necesario allí, de la esclavatura” (Sarmiento. La política de Rosas. Periódico el Progreso. Santiago de Chile, 5 de octubre de 1844)
El increíble “gran sanjuanino” con tal de hablar mal de Rosas, justificaba hasta la esclavitud.
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Re: Virreinato del Río de la Plata
La "civilización" del Paraguay.
Para imponer su “civilización”, Sarmiento no solo contribuyó al vergonzoso genocidio del pueblo Paraguayo, sino que aun lo festejó tiempo después, terminada la guerra:
“Estamos por dudar de que exista el Paraguay. Descendientes de razas guaraníes, indios salvajes y esclavos que obran por instinto o falta de razón. En ellos, se perpetúa la barbarie primitiva y colonial... Son unos perros ignorantes... Al frenético, idiota, bruto y feroz borracho Solano López lo acompañan miles de animales que obedecen y mueren de miedo. Es providencial que un tirano haya hecho morir a todo ese pueblo guaraní. Era necesario purgar la tierra de toda esa excrecencia humana, raza perdida de cuyo contagio hay que librarse”. (Carta Mitre. 1872. Artículo de "El Nacional", 12.12.1877)
“Para gobernar a la República Argentina vencida, sometida, enemiga, la alianza del Brasil era una parte esencial de la organización Mitre-Sarmiento; para dar a esa alianza de gobierno interior un pretexto internacional, la guerra al Estado Oriental y al Paraguay, viene a ser una necesidad de política interior; para justificar una guerra al mejor gobierno que haya tenido el Paraguay, era necesario encontrar abominables y monstruosos esos dos gobiernos; y López y Berro han sido víctimas de la lógica del crimen de sus adversarios”. (Juan Bautista Alberdi)
Después tuvo la caradurez de ir a vivir a Paraguay, donde murió. Pidió ser enterrado envuelto en las banderas argentina, chilena, uruguaya y paraguaya. No tenía vergüenza. Deberían haberlo enterrado envuelto en su uniforme de militar francés con que se vistió cuando acompañó a Urquiza como boletinero del ejército, donde “no lo tocó ni el polvo de la batalla”.
Los grados de militar se los regalaron; el coronel Lino Almandós en 1862, al brindar en un banquete en Mendoza dijo que “Las presillas que ostentan mis hombros son ganadas en los campos de batalla” y agregó en presencia del propio “boletinero del ejército grande”: “Las que cuenta el señor Sarmiento, son regaladas por el señor general Urquiza, patentadas por el gobernador Obligado, y concedidas, señores, por favor del señor brigadier Mitre. He dicho”
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Opiniones de Sarmiento
Bastan opiniones sobre y por Sarmiento para pintarlo de cuerpo entero:
1842– La Patagonia Austral : "He contribuido con mis escritos aconsejando con tesón al gobierno chileno a dar aquel paso... El gobierno argentino, engañado por una falsa gloria, provoca una cuestión ociosa que no merece cambiar dos notas, Para Buenos Aires tal posesión es inútil. Magallanes pertenece a Chile y quizá toda la Patagonia... No se me ocurre después de mis demostraciones, como se atreve el gobierno de Buenos Aires a sostener ni mentar siquiera sus derechos. Ni sombra ni pretexto de controversia les queda". (El Progreso 11 al 28 de Nov. 1842 y La Crónica 11/3 y 4/8/1849). "Es una guerra desértica, frígida e inútil. No vale la pena gastar un barril de pólvora en su defensa. ¿Por qué obstinarse en llevar adelante una ocupación nominal?" (1868; 30/5/1881 y El Nacional, 19/7/1878)
1843-Modelo de estudiante : "La plana (libreta escolar) era abominablemente mala, tenia notas de policía (conducta deficiente), había llegado tarde, me escabullía sin licencia (se rateaba) y otra diabluras con que me desquitaba del aburrimiento" (Mi defensa, año 1843)
1845-Los chilenos:“Todos los chilenos nos avergonzamos que haya en Chile dos periódicos que no defienden la legalidad de la traición de su país, y usted sabe quienes son sus redactores”.(Nota del general Pinto, ex presidente de Chile, al ministro plenipotenciario argentino)
La Patria: "Los argentinos residentes en Chile pierden desde hoy su nacionalidad. Chile es nuestra Patria querida. Para Chile debemos vivir. En esta nueva afección deben ahogarse todas las antiguas afecciones nacionales" (El Progreso, 11/10/1843). "Fui chileno, señores, os consta a todos" (5/4/1884).
Los argentinos:"una dañosa amalgama de razas incapaces e inadecuada para la civilización" (Sarmiento, Obras completas. Ed Belin Hnos. Parias 1909)
Las italianos: los llamaba "bachichas" "palurdos" "ignorantes".
Los árabes: "son una canalla que los franceses corrieron a bayonetazos al Sahara".
Los irlandeses: "la chusma irlandesa organizada por los curas, que además son fanáticos y borrachos"
Los judíos: "Fuera esa raza semítica ¿ o es que no tenemos derecho como alemanes y polacos para hacer salir a estos gitanos bohemios que han hecho del mundo su patria" (Sarmiento, Obras completas. Ed Belin Hnos. Paris 1909)
¨... El pueblo judío. Esparcido por toda la tierra ejerciendo la usura y acumulando millones, rechazando la patria en que nace y muere por un ideal que baña escasamente el Jordán, y a la que no piensa volver jamás. Este sueño que se perpetua hace veinte o treinta siglos, pues viene del origen de la raza, continua hasta hoy perturbando la economía de las sociedades en que viven, pero de las que no forman parte. Y ahora mismo en la bárbara Rusia como en la ilustrada Prusia se levanta el grito de repulsión contra este pueblo que se cree escogido y carece de sentimiento humano, el amor al prójimo, el apego a la tierra, el culto del heroísmo, de la virtud, de los grandes hechos donde quiera que se producen.(D.F. Sarmiento; 'Condición del extranjero en América'; en: "OBRAS DE SARMIENTO, publicadas bajo los auspicios del gobierno argentino", tomo XXXVI. Editor A. Belin Sarmiento. Imprenta y Litografía "Mariano Moreno" - Bs. As., 1896 ) ( D.F. Sarmiento; 'Condición del extranjero en América'; Obras completas, tomo XXXVI. Luz del Día, Bs. As., 1953 )( artículo titulado "Somos extranjeros", en el Censor, Buenos Aires, 1886)
1844-El Indio : "¿Lograremos exterminar los indios?. Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos. Incapaces de progreso, su exterminio es providencial y útil, sublime y grande. Se los debe exterminar sin ni siquiera perdonar al pequeño, que tiene ya el odio instintivo al hombre civilizado". (El Progreso, 27/9/1844; El Nacional, 25/11/1876) ( Artículos de "El Progreso", 27.9.1844 y de "El Nacional", 19.5.1857, 25.11.1878 y 8.2.1879 )
"Quisiéramos apartar de toda cuestión social americana a los salvajes por quienes sentimos, sin poderlo remediar, una invencible repugnancia, y para nosotros, ColoColo, Lautaro y Caupolicán, no obstante los ropajes civilizados y nobles de que los revistiera Ercilla, no son más que unos indios asquerosos, a quienes habríamos hecho colgar y colgaríamos ahora, si reaparecieran en una guerra de los araucanos contra Chile, que nada tiene que ver con esa canalla”. (Expresiones de Domingo Faustino Sarmiento extraídas del libro “Nueva crónica de la conquista del Tucumán”, de Roberto Levellier);
Congreso de Tucumán : "Formado en su mayoría por curas de aldea, ignorantes de la historia contemporánea. Era un niño que declara la independencia; pues no se necesita inteligencia ni ciencia para emanciparse y constituirse una fracción de pueblo independiente de otra" (Tomo 48º, p. 103 y 302 de OO.CC:).
"Yo era el único oficial del ejército argentino que en la campaña ostentaba una severidad de equipo estrictamente europea. Silla, espuelas, espada bruñida, levita abotonada, guantes, quepí francés, paletot en lugar de poncho; todo yo era una protesta contra el espíritu gauchesco...Esto -que parece una pequeñez- era una parte de mi plan de campaña contra Rosas y los caudillos, seguido al pie de la letra, discutido con Mitre y Paunero, y dispuesto a hacerlo triunfar sobre el chiripá, si perma- nezco en el ejército..., y para acabar con estos detalles de mi propaganda culta, elegante y europea en aquellos ejércitos de apariencias salvajes, debo añadir que tenía botas de goma, carpa fuerte y bien construida, catre de hierro, velas de esperma, mesa, escritorio y provisiones de boca."
1857-Las Provincias : "Son pobres satélites que esperan saber quien ha triunfado para aplaudir. La Rioja, Santiago del Estero y San Luis son piltrafas políticas, provincias que no tienen ni ciudad, ni hombres, ni cosa que valga. Son las entidades mas pobres que existen en la tierra" (El Nacional, 9/10/1857).
1857-Los Porteños : "Las elecciones de 1857 fueron las mas libres y mas ordenadas que ha presentado la América". (El Nacional, 13/10/1857). "Para ganarlas, nuestra base de operaciones ha consistido en la audacia y el terror, que empleados hábilmente han dado este resultado (de las elecciones del 29 de marzo). Los gauchos que se resistieron a votar por nuestros candidatos fueron puestos en el cepo o enviados a las fronteras con los indios y quemados sus ranchos. Bandas de soldados armados recorrían las calles acuchillando y persiguiendo a los opositores. Tal fue el terror que sembramos entre toda esa gente, que el día 29 triunfamos sin oposición. El miedo es una enfermedad endémica de este pueblo. Esta es la palanca con que siempre se gobernara a los porteños, que son unos necios, fatuos y tontos". (Sarmiento, Carta a D. Oro 17/6/1857)
Marina Nacional : "El día que Buenos Aires vendió su Escuadra hizo un acto de inteligencia que le honra. Las costas del Sur no valdrán nunca la pena de crear para ellas una Marina. Líbrenos Dios de ello y guardémonos nosotros de intentarlo". (El Nacional, 12/12/1857 y 7/6/1879)
1859-Los desheredados sociales : "Si los pobres de los hospitales, de los asilos de mendigos y de las casas de huérfanos se han de morir, que se mueran: porque el Estado no tiene caridad, no tiene alma. El mendigo es un insecto, como la hormiga. Recoge los desperdicios. De manera que es útil sin necesidad de que se le dé dinero. ¿Qué importa que el Estado deje morir al que no puede vivir por sus defectos?. ¿Los huérfanos son los últimos seres de la sociedad, hijos de padres viciosos, no se les debe dar más que de comer". (Discurso en el Senado de Buenos Aires, 13 de Septiembre de 1859)
1861-El Gaucho Argentino : "Se nos habla de gauchos...La lucha ha dado cuenta de ellos, de toda esa chusma de haraganes. No trate de economizar sangre de gauchos... Es lo único que tienen de humano. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esta chusma criolla incivil, bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres humanos".(Carta a Mitre de 20 de Septiembre de 1861 y "El Nacional" 3/2/1857)
1865-La masa popular : "Tengo odio a la barbarie popular... La chusma y el pueblo gaucho nos es hostil... Mientras haya un chiripá no habrá ciudadanos, ¿son acaso las masas la única fuente de poder y legitimidad?. El poncho, el chiripá y el rancho son de origen salvaje y forman una división entre la ciudad culta y el pueblo, haciendo que los cristianos se degraden... Usted tendrá la gloria de establecer en toda la República el poder de la clase culta aniquilando el levantamiento de las masas". (En Buenos Aires, 1853; Carta a Mitre del 24 de Septiembre 1861; en EEUU., 1865)
Artigas: "Artigas es un bandido, un tártaro terrorista. Jefe de bandoleros, salteador, contrabandista, endurecido en la rapiña, incivil, extraño a todo sentimiento de patriotismo, famoso vándalo, ignorante, rudo, monstruo, sediento de pillaje, sucio y sangriento ídolo con chiripá. Ese salvaje animal que enchalecaba hombres con cuero fresco lleva por séquito inseparable el degüello y la devastación". Obras Completas, tomo 17, págs. 87 y 92; tomo 15, págs. 348 y 349 y tomo 38, pág. 280.
1866-Pueblo: "Cuando decimos pueblo, entendemos los notables, activos, inteligentes: clase gobernante. Somos gentes decentes, patricios a cuya clase pertenecemos nosotros, pues, no ha de verse en nuestra Cámara (Diputados y Senadores) ni gauchos, ni negros, ni pobres.." (Discurso ante el Congreso, de 1866)
1866-Colonias extranjeras y las Malvinas : "La Inglaterra se estaciona en las Malvinas. Seamos francos: esta invasión es útil a la civilización y al progreso" (El Progreso, 28/11/1842). "Propicio una colonia yanqui en San Juan y otra en el Chaco hasta convertirse en colonias norteamericanas de habla inglesa (años 1866 y 1868) porque EEUU es el único país culto que existe sobre la tierra. España, en cambio, es inculta y bárbara. En trescientos años no ha habido en ella un hombre que piense... Europa ha concluido su misión en la historia de la humanidad". Por último se lamenta que hayamos vencido a los ingleses en las invasiones. (Cf. Gálvez, 449, 90 y 132)
1866-Igualdad de las clases : "Cuando decimos pueblo, entendemos los notables, activos, inteligentes: clase gobernante. Somos gentes decentes. Patricios a cuya clase pertenecemos nosotros, pues, no ha de verse en nuestra Cámara (Diputados y Senadores) ni gauchos, ni negros, ni pobres. Somos la gente decente, es decir, patriota”. (Sarmiento, Discurso de 1866) (interesante apreciación de Sarmiento descendiente de negros, por parte materna y nacido pobre)
Masacre Patriótica: "Necesitamos entrar por la fuerza en la nación, la guerra si es necesario" (año 1861). "Los sublevados serán todos ahorcados, oficiales y soldados, en cualquier numero que sean" (año 1868). "Es preciso emplear el terror para triunfar. Debe darse muerte a todos los prisioneros y a todos los enemigos. Todos los medios de obrar son buenos y deben emplearse sin vacilación alguna, imitando a los jacobinos de la época de Robespierre" (año 1840). "A los que no reconozcan a Paz debiera mandarlos ahorcar y no fusilar o degollar. Este es el medio de imponer en los ánimos mayor idea de la autoridad" (año 1845). "Hemos jurado con Sarmiento que ni uno solo ha de quedar vivo" (Mitre en 1852).
Democracia sanguinaria : ...la muerte del gobernador Benavídez "es acción santa sobre un notorio malvado! Dios sea loado" (El Nacional, 23/10/1858). "Acabé con el Chacho (el General Peñaloza). He aplaudido la medida precisamente por la forma. Sin cortarle la cabeza a ese pícaro, las chusmas no se habrían aquietado" (Carta a Mitre, 18/11/1863).
Mano dura "Córteles la cabeza y déjelas de muestra en el camino" (Carta a Arredondo, 12/4/1873). "Si el coronel Sandes mata gente (en las provincias) cállense la boca. Son animales bípedos de tan perversa condición (esos provincianos que defienden sus autonomías) que no se que se obtenga con tratarlos mejor" (Informe a Mitre, 1863).
El fusilamiento en masa de un batallón correntino: "brillante conducta". A los sublevados entrerrianos en 1868. "Proceda a diezmarlos, pasando por las armas a los que le toque en suerte". El degüello de Santa Coloma : "acto de que gusté" (año 1852). Asesinato del gobernador Virasoro que él instigó desde Buenos Aires: "San Juan tenia derecho a deshacerse de su tirano" (año 1860). Aprobó el asesinato en masa en Villamayor el 2/2/1856 y como presidente ofreció $100.000 por la cabeza de López Jordán y entre las cabezas valuadas a 1000 patacones estaba la de José Hernández, que acababa de publicar el "Martín Fierro", y era un ferviente antirosista.
Libertad de sufragio: "Después de la caída de Rosas, Buenos Aires fue educada en la practicas de la libertad por demagogos. El fraude, la falsificación de las urnas electorales vienen de 1852 por los comicios organizados por Mitre. Después de veinte años de este sistema Mitre se ha quedado solo en la República con sus paniaguados. En Buenos aires hay tal libertad de sufragios que ni a palos harán que el pueblo concurra a elecciones". (Año 1872 ¡El era presidente!).
1862-Democracia liberal: "Aquí en América la palabra libertad importa sainete ridículo; Riquísima comedia que no manifiesta tener fin" (14/11/1841). "Esta demostrado que no puede haber mas política que la del garrote y la macana" (año 1880). "A quien no quiere pagar lo soplo a la cárcel. En materia de contribución directa hago peor, pues les rasco el bolsillo" (Gobernador de San Juan en carta a Mitre, 1862).
1866-Constitución: "Una Constitución pública no es una regla de conducta para todos los hombres. La Constitución de las masas populares son las leyes ordinarias, los jueces que las aplican y la policía de seguridad. No queremos exigir a la democracia más igualdad que la que consienten la diferencia de raza y posiciones sociales. Nuestra simpatía para la raza de ojos azules."(OO. CC., 1886)
1869 - ...soñaba formar “con emigrados de California una colonia en el Chaco que puede ser el origen de un territorio, y un día de un territorio yanqui” (Carta a Mrs Mann, 1-4-1869)(JMR. La guerra del Paraguay.p.319)
1869 - “La guerra no está concluida, aunque aquel bruto (Solano López) tiene todavía veinte piezas de artillería y dos mil perros que habrán de morir bajo las patas de nuestros caballos. Ni a la compasión mueve ese pueblo, rebaño de lobos” (Carta a Manuel R. Garcia del 12-10-1869) (A.Bray, Solano López.p.269 – JMR. La guerra del Paraguay.p.300)
“López sigue de derrota en derrota por los bosques, con mil o dos mil animales que le siguen y mueren de miedo” (L.A. Herrera: El drama del 65.p.86) “¿Cómo acabar con un idiota, borracho y feroz (López), que tiene aún algunas víctimas que inmolar” (30-12-1869) (JMR. La guerra del Paraguay.p.301)
1878-Socialismo: "Las huelgas son invenciones de los ociosos que buscan motivos de alarmar. El socialismo las usó como instrumento de perturbación; pero el socialismo es una necedad en América". (El Nacional, 14/9/1878)
San Martín : "San Martín, el ariete desmontado ya que sirvió a la destrucción de los españoles; hombre de una pieza; anciano batido y ajado por las revoluciones americanas, ve en Rosas el defensor de la independencia amenazada y su ánimo noble se exalta y ofusca... Fastidiado estoy de los grandes hombres que he visto... Hace tiempo que me tienen cansado los héroes sudamericanos (como si él fuera europeo), personajes fabulosos todos... La expatriación de San Martín fue una expiación. Sus violencias se han vuelto contra él y lo han anonadado... Pesan sobre él ejecuciones clandestinas... Dejemos de ser panegiristas de cuanta maldad se ha cometido. San Martín, castigado por la opinión, expulsado para siempre de la América, olvidado por veinte años, es una digna y útil lección". (Año 1845. La Crónica, 26/12/1853; carta a Alberdi 19/7/1852; y año 1885)
Rosas : "... falso, corazón helado, espíritu calculador... Tirano sin rival hoy en la tierra,...... una aberración, una monstruosidad... legislador de esta civilización tártara... el tirano... el lobezno que se está criando aún...... el caníbal de Buenos Aires... las miradas suspicaces del tirano... el azote del verdugo... otros execraban aquel monstruo sediento de sangre y de crímenes,... el despotismo de Rosas... tirano semibárbaro.... Degüella, castra, descuartiza a sus enemigos para acabar de un solo golpe... el execrable Nerón, el tirano brutal.... la sangre derramada ahogue al tirano!... Rosas con sus atrocidades... ese monstruo,... los bandidos, desde Facundo hasta Rosas... este genio maldito ... el monstruo... horrible monstruo... del execrable tirano... sus mismas brutalidades y su desenfreno... un forajido, un furioso, o un loco frenético... este furibundo (Extractos de Facundo, que tomados como de quien viene, son más un halago que un insulto)
Sin embargo, diría:
“..(Rosas). era un republicano que ponía en juego todos los artificios del sistema popular representativo. Era la expresión de la voluntad del pueblo, y en verdad que las actas de elección así lo muestran. Esto será un misterio que aclararán mejores y más imparciales estudios que los que hasta hoy hemos hecho. No todo era terror, no todo era superchería. Grandes y poderosos ejércitos lo sirvieron años y años impagos. Grandes y notables capitalistas lo apoyaron y lo sostuvieron. Abogados de nota tuvo en los profesores patentados del derecho. Entusiasmo, verdadero entusiasmo, era el de millares de hombres que lo proclamaban el Grande Americano. La suma del poder público, todas palabras vacías como es vacío el abismo, le fue otorgada por aclamación. Senatus consulto y plebiscito, sometiendo al pueblo la cuestión”. (Biografía de Vélez Sarsfield)
Y diría también que:
“No se tiene aún noticia de ciudadano alguno que no fuese a votar (Plebiscito del 26, 27 y 28 de marzo de 1835 en Buenos Aires por el cual la ciudadanía se pronunció en concederle la Suma del Poder Público a Roas) Debo decirlo en obsequio de la verdad histórica, nunca hubo un gobierno más popular y deseado ni más sostenido por la opinión...que el de Don Juan Manuel de Rosas” . (Domingo F. Sarmiento. En su libro “Civilización y Barbarie. Vida de Juan Facundo Quiroga“. Santiago de Chile, 1845.)
Palabra De Honor : "Si miento lo hago como don de familia, con la naturalidad y la sencillez de la verdad". (Carta a M. R. García, 18/10/1868) (Palabra de honor del presidente de los argentinos e historiador nacional)
El Libro "Facundo" (Civilización Y Barbarie) : "Jovencito: no tome como oro de buena ley todo lo que he escrito contra Rosas" (Consejo dado a Ramos Mexía). "Los muchos errores que contiene son una de las causas de su popularidad" (La Crónica, 26/12/1853). "Cada pagina revela la precipitación con que ha sido escrito" (Recuerdos de Provincia.). "Sin documentos a la mano y ejecutado con propósitos de acción inmediata" (Carta a V. Alsina, 7/4/1851).
“Remito a S. Exa. un ejemplar del Facundo que e escrito con el objeto de favorecer la revolución i preparar los espíritus. Obra improvisada, llena por necesidad de inexactitudes, a designio a veces, no tiene otra importancia que la de ser uno de tantos medios tocados para ayudar a destruir un gobierno absurdo, y preparar el camino a otro nuevo” (Carta de Sarmiento al Gral Paz. Montevideo 22-12-1845) R. R. Carlés. Posas, p.12
Sobre El Facundo y Su Autor dijo El Restaurador: “El libro del loco Sarmiento es de lo mejor que se ha escrito contra mí: así es cómo se ataca, señor; así es cómo se ataca; ya verá usted cómo nadie me defiende tan bien, señor”. ( Saldías, Rozas..., III, 236 )
Los Negros: “Los negros... ponían en manos de Rosas un celoso espionaje, a cargo de sirvientes y esclavos proporcionándole, además, excelentes e incorruptibles soldados de otro idioma y de una raza salvaje... Felizmente, las continuas guerras han exterminado a la parte masculina de la población..”. (Facundo )
Invasión Francesa: “Los que cometieron aquel delito de leso americanismo (apoyar la invasión francesa), los que se echaron en brazos de la Francia para salvar la civilización europea, sus instituciones, sus hábitos e ideas en las orillas del Plata, fueron los jóvenes, en una palabra, ¡fuimos nosotros! ... Somos traidores a la causa americana, española, absolutista, bárbara... De eso se trata, de ser o no ser salvajes”. (Sarmiento)
Rosas: “Jovencito, no tome como oro de buena ley todo lo que he escrito contra Rosas. Era nuestro enemigo político” (Sarmiento a Adolfo Saldías)
La Educación Rosista: “A pesar de las difíciles circunstancias en que el país se hallaba envuelto, parecía que nada influyera en la educación de la juventud que cada día se mostraba más afanosa por corresponder a los cuidados que se le prodigaban.” (Sarmiento) (El presupuesto para educación, que en 1829 era de 37.141 pesos fue elevado en 1830 a 49.980.)
A pesar de las intrigas y la guerra civil, durante la época de Rosas se dio un fuerte impulso a la instrucción primaria y superior. Una comisión nombrada para estudiar al reforma terminó sus trabajos con un proyecto “en el cual puede verse una anticipación de algunos aspectos de la reforma universitaria argentina, y que guarda tantos puntos de coincidencia con el sistema administrativo y docente que rige actualmente” (A. Salvador. La Universidad de Buenos Aires. La Plata 1937.p.70 – Julio Irazusta Vida política de Juan Manuel de Rosas.t.II.70)
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Re: Virreinato del Río de la Plata
La guerra de policía.
El interior en general se revela contra el gobierno nacional, y quieren romper la alianza con Brasil. Se levanta entre otros el Chacho y Felipe Varela. Solamente Urquiza se mantiene en San José, haciendo sus “negocios con la guerra”. Se reúne el congreso y declara una “guerra de policía”.
“Todos los individuos que tomaran las armas o hayan tomado parte en la ejecución de atentados cometidos por los revolucionarios de Mendoza…y todos los que en cualquier punto del territorio sujeto a la jurisdicción nacional contribuyan con actos deliberados a estimular, fomentar o mantener aquel estado de anarquía, serán considerados como rebeldes y traidores a la patria, y sometidos por la fuerza a la justicia nacional para ser juzgados como tales con toda severidad de las leyes” (19-01-1867)
Pero Mitre ni siquiera se conforma con esta ley, y lejos de cumplirla, nombra a Sarmiento director de la guerra y le dice: “quiero hacer una guerra de policía. La Rioja es una cueva de ladrones que amenaza a todos los vecinos y donde no hay gobierno que haga la policía. Declarando ladrones a los montoneros sin hacerles el honor de considerarlos como partidarios políticos ni elevar sus depredaciones al rango de reacciones, lo que hay quehacer es muy sencillo” Tal vez para no comprometerse, no se lo dice directamente, se lo insinúa, pero el loco Sarmiento, que además de buen entendedor, resentido y racista como es, siente un odio visceral hacia el gauchaje, no necesita mucho para embalarse, comienza una masacre salvaje contra el gauchaje de las provincias.
Siendo Sarmiento director de la guerra y gobernador de San Juan, declara la intervención de las provincias vecinas. Como no tenía atribuciones para eso, recibe la queja del ministro Rawson, y Sarmiento le contesta a Mitre (presidente): “Todo lo que nos divide es que yo he sido siempre hombre de gobierno y usted no. Ni quiere, ni acaso pueda serlo”
Sarmiento declara el estado de sitio en las provincias vecinas y se dedica a confiscar bienes y exterminar opositores y a los que supone cómplices de los federales.
Como Mitre trata de pararlo Sarmiento dice “Yo mande a ejecutar Baouna (estanciero de tradición federal), el gobernador de Mendoza por mi orden ha hecho ejecutar la sentencia a un Fonsalida (también estanciero), Sandes (uruguayo al servicio del ejército de línea) ejecutó a Minuel (un paisano) en las Lagunas”.
Amparado en el estado de sitio manda a matar por abigeato a un pobre paisano “a la pena ordinaria de muerte que se ejecutará a tiro de fusil en la plaza principal de la ciudad, debiendo ser descuartizado su cadáver y puesta su cabeza y cuartos en los diversos caminos públicos” (J. Victorica) y se jacta ante Mitre “Es de admirar la pasión con que la chusma ha entrado en el movimiento, fusilaré media docena de pícaros”
Irrazábal (del ejército de línea) toma a siete paisanos partidarios del Chacho Peñaloza (retirado de la lucha) “y acto seguido se les tomó declaración” en el “cepo colombiano”, (que consiste en poner al hombre en cuclillas y con un fusil al hombro atarlo con cuero mojado hasta que muere descoyuntado). Seis mueren en el tormento y el séptimo revela el paradero del Chacho, retirado de la lucha en casa de una familia.
La partida de Vera lo sorprende desayunando con la familia: “¿Quien es el bandido del Chacho?” preguntan; “Yo soy el general Peñaloza, pero no soy un bandido” y entrega su cuchillo. (Peñaloza tenía el grado de general otorgado por Urquiza) Sin mediar palabra Irrazával toma una lanza y la clava en el vientre del Chacho que se entregaba desarmado, en presencia de la familia y la hijastra menor. Le saca una oreja y se la manda de regalo a Natal Luna (de La Rioja) y le corta la cabeza y la pone en una pica en la plaza de Olta. Sarmiento premia a Irrazával y Vera con un ascenso.
Es tan alevosa la muerte que en Buenos Aires se levanta una protesta por la forma, pero “el loco” Sarmiento, descontrolado, refiriéndose a la muerte del Chacho le escribe a Mitre: “he aplaudido la medida precisamente por su forma” ya que “es legal matar a lanza y cuchillo” y “sin cortarle la cabeza a aquel inveterado pícaro y ponerla a la expectación, no se habrían quietado las chusmas en seis meses” (Sarmiento. Carta a Mitre, 18.11.1862.) Doña Victorica Romero de Peñaloza es llevada encadenada a San Juan y obligada a barrer la plaza. Luego serian confiscados todos sus bienes.
"Necesitamos entrar por la fuerza en la nación, la guerra si es necesario" (año 1861).
"Los sublevados serán todos ahorcados, oficiales y soldados, en cualquier numero que sean" (año 1868).
"Es preciso emplear el terror para triunfar. Debe darse muerte a todos los prisioneros y a todos los enemigos. Todos los medios de obrar son buenos y deben emplearse sin vacilación alguna, imitando a los jacobinos de la época de Robespierre"
"A los que no reconozcan a Paz debiera mandarlos ahorcar y no fusilar o degollar. Este es el medio de imponer en los ánimos mayor idea de la autoridad" (año 1845).
“Sandes ha marchado a San Luis... Si va, déjelo ir. Si mata gente, cállense la boca. Son animales bípedos de tan perversa condición que no sé qué se obtenga con tratarlos mejor”. (Carta de Sarmiento a Mitre, marzo de 1862.)
El prestigioso caudillo sanjuanino Nazario Benavídez, fue gobernador de San Juan. Por ley de 1855 no podía ser reelecto y apoyó la candidatura de Manuel José Gómez, respetado vecino quedando el con la comandancia del ejército. Su ministro liberal Saturnino Laspiur, apoyado de través de Sarmiento por los liberales de Buenos Aires derroca al gobernador Gómez y encarcela a Benavidez. “La Tribuna” y “El nacional” (redactado por Sarmiento) instigan la eliminación del “tirano” y simulando una fuga es asesinado en la cárcel. La crónica de Victorica da cuenta que “El general Benavidez medio muerto fue enseguida arrastrado con sus grillos y casi desnudo precipitado desde los altos del Cabildo a la balaustrada de la plaza donde algunos oficiales se complacieron en teñir sus espadas con su sangre atravesando repetidas veces el cadáver, profanándolo, hasta escupirle y pisotearlo”. Sarmiento dirá “es acción santa sobre un notorio malvado. !Dios sea loado" (El Nacional, 23/10/1858). ( Ver: Nazario Benavídez )
"Córteles la cabeza y déjelas de muestra en el camino" (Carta a Arredondo, 12/4/1873).
"Si el coronel Sandes mata gente (en las provincias) cállense la boca. Son animales bípedos de tan perversa condición (esos provincianos que defienden sus autonomías) que no sé que se obtenga nada con tratarlos mejor" (Informe a Mitre, 1863).
Las opiniones de Sarmiento no dejan lugar a dudas: sobre el fusilamiento en masa de un batallón correntino: "brillante conducta". A los sublevados entrerrianos en 1868. "Proceda a diezmarlos, pasando por las armas a los que le toque en suerte". El degüello de Santa Coloma : "acto de que gusté" (año 1852). Asesinato del gobernador Virasoro que él instigó desde Buenos Aires: "San Juan tenia derecho a deshacerse de su tirano" (año 1860).
Aprobó el asesinato en masa en Villamayor el 2/2/1856 y como presidente ofreció $100.000 por la cabeza de López Jordán y entre las cabezas valuadas a 1.000 patacones estaba la de José Hernández, que acababa de publicar el "Martín Fierro".
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Sarmiento Masón.
El 29 de septiembre de 1868, en un banquete que la masonería le ofrece a Sarmiento y Mitre, éste, agitando un instrumento masónico dice: “¿Qué es Sarmiento? un pobre hombre como yo, un instrumento como este…” (Mitre. Discurso masónico. Arengas Selectas. p.83). Mitre, como de costumbre, para decir las verdades a medias, le puso "pobre hombre". (Yo le hubiera puesto otra cosa.)
“¿Que somos ahora? No somos sino agentes serviles y pagados a módico precio de las plazas extranjeras” (Vicente F. López en la Cámara de Diputados. Diario de sesiones 1873.p.261)
Se inicia masón en al Logia Union Frataernal de Valparaíso el 31/07/1854. En 185 es fundador de la Logia Unión del Plata N.1. El 18/04/1882 se afilia a la Logia Obediencia- El 12 de mayo de 1882 asume el aro Gran Maestre la la Masonería Argentina.
En la tenida secreta del Supremo Consejo de Masónica del 21 de julio de 1860, es la que otorga el Grado 33 a Mitre, Urquiza, Sarmiento y Juan Gelly y Obes; El Gran Comendador era José Roque Pérez. Es notable la actuación directa que tuvieron en la guerra del Paraguay todos ellos, incluido Roque Pérez que representó a Sarmiento en la ceremonia de instalación del gobierno títere en Asunción, luego de la guerra del Paraguay. (JMR.Hist.Arg. / A.G.Mellid. Proceso a los falsificadores de la Historia. t.I.p.335 y A.Lappas. La masonería en la Argentina”.)
Sarmiento no quería a nadie.
Fue un renegado social. Renegó de su sangre, de su patria y de su raza. Para Sarmiento los Argentinos son "una dañosa amalgama de razas incapaces e inadecuada para la civilización" (Sarmiento, Obras completas. Ed Belin Hnos. Parias 1909)
Tampoco quería a los italianos y los llamaba "bachichas" "palurdos" "ignorantes".
A los Árabes los despreciaba porque "son una canalla que los franceses corrieron a bayonetazos al Sahara".
De los Irlandeses decía que eran "la chusma irlandesa organizada por los curas, que además son fanáticos y borrachos"
Tampoco quería a los judíos, que los echa "Fuera esa raza semítica ¿ o es que no tenemos derecho como alemanes y polacos para hacer salir a estos gitanos bohemios que han hecho del mundo su patria" (Sarmiento, Obras completas. Ed Belin Hnos. Paris 1909)
¨... El pueblo judío. Esparcido por toda la tierra ejerciendo la usura y acumulando millones, rechazando la patria en que nace y muere por un ideal que baña escasamente el Jordán, y a la que no piensa volver jamás. Este sueño que se perpetua hace veinte o treinta siglos, pues viene del origen de la raza, continua hasta hoy perturbando la economía de las sociedades en que viven, pero de las que no forman parte. Y ahora mismo en la bárbara Rusia como en la ilustrada Prusia se levanta el grito de repulsión contra este pueblo que se cree escogido y carece de sentimiento humano, el amor al prójimo, el apego a la tierra, el culto del heroísmo, de la virtud, de los grandes hechos donde quiera que se producen.(D.F. Sarmiento; 'Condición del extranjero en América'; en: "OBRAS DE SARMIENTO, publicadas bajo los auspicios del gobierno argentino", tomo XXXVI. Editor A. Belin Sarmiento. Imprenta y Litografía "Mariano Moreno" - Bs. As., 1896 ) ( D.F. Sarmiento; 'Condición del extranjero en América'; Obras completas, tomo XXXVI. Luz del Día, Bs. As., 1953 )( artículo titulado "Somos extranjeros", en el Censor, Buenos Aires, 1886)
Sarmiento fue un renegado, un racista, un vendepatria y un terrorista de estado, admirador de la civilización del hombre europeo de ojos azules, racista y opresor. Sarmiento reniega de la herencia hispánica, reniega de la América libre y pretende la penetración cultural europea y norteamericana.
Rivadavia, Sarmiento y Mitre fue lo peor que nos pasó. Su acción engañosa y perversa perdura. El engaño a generaciones enteras, tiende a destruir la nacionalidad y la patria, sometiéndola a culturas y poderes económicos extraños.
Sarmiento y San Martín.
En 1844, seis años antes de su muerte, San Martin en su testamento, otorga a Rosas el sable libertador:
“El sable que me ha acompañado en toda la Guerra de la independencia de la América del Sud, le será entregado al General de la República Argentina Don Juan Manuel de Rosas, como prueba de satisfacción que como argentino he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido, el honor de la República contra las injustas pretensiones de lso extranjeros que tratan de humillarla”
Esto no fue reconocido por Mitre y los unitarios, que trataron de ocultarlo, como lo demuestra la carta que Valentín Alsina de dirige a Don Felix Frías el 9 de noviembre de 1850 desde Montevideo, y refiriénse a San Matin le dice: “...como militar fue intachable; pero en lo demás era muy mal mirado de los enemigos de Rosas. Ha hecho un gran daño a nuestra causa con sus prevenciones caso agrestes y cerriles contra el extranjero, copiando el estilo y la fraseología de aquel; prevenciones tanto más inexcusables, cuanto que era un hombre de discernimiento. Era de los que en la causa de América no ven más que la independencia del extranjero, sin importarle nada de la libertad y sus consecuencias...Nos ha dañado mucho fortificando allá y acá la causa de Rosas, con sus opiniones y con su nombre; y todavía lega a Rosas, tan luego su espada. Esto aturde, humilla e indigna y...pero mejor no hablar de esto. Por supuesto en el diario me he guardado de decir nada de esto...” (JS.Op.Cit.p.77)
Asi escribienron nuestra "historia oficial". Tampoco se lo perdonará Sarmiento, quien había visitado a San Martín en Europa, y ante expresiones adversas que Sarmiento trató de hacer sobre Rosas, es interrumpido por el dueño de casa:
“Ese tirano de Rosas que los unitarios odian tanto, no debe ser tan malo como lo pintan cuando en un pueblo tan viril se puede sostener veinte años...me inclino a creer que exageran un poco y que sus enemigos lo pintan mas arbitrario de lo que es...y si todos ellos y lo mejor del país, como ustedes dicen, no logran desmoronar a tan mal gobierno, es porque la mayoría convencida está de la necesidad de un gobierno fuerte y de mano firme, para que no vuelvan las bochornosas escenas del año 20 ni que cualquier comandante de cualquier batallón se levante a fusilar por su orden al Gobernador del Estado” (Galvez, Manuel. “Vida de Sarmiento”. Emece Edit. 1945)
Sarmiento, despechado, le comenta en carta del 4 de septiembre de 1846 a su amigo Antonio Aberastain:
“...va Ud. a buscar al opinión de los americanos mismos (en Europa) y por todas partes encuentra la misma incapacidad de juzgar. San Martín es el ariete desmontado ya que sirvió a la destrucción de los españoles; hombre de una pieza; anciano batido y ajado por las revoluciones americanas, ve en Rosas el defensor de la independencia amenazada y su ánimo noble se exalta y ofusca...San Martín era hombre viejo, con debilidades terrenales, con enfermedades de espíritu adquiridas en la vejez; habíamos vuelto a la época presente nombrando a Rosas y su sistema. Aquella inteligencia tan clara en otro tiempo, declina ahora; aquellos ojos tan penetrantes que de una mirada forjaban una pagina de la historia, estaban ahora turbios y allá en la lejana tierra veía fantasmas extranjeros, todas sus ideas se confundían, los españoles y las potencias extranjeras, la Patria, aquella Patria antigua, la estatua de piedra del antiguo héroe de la independencia, parecía enderezarse sobre el sarcófago para defender la América amenazada...” (Soler Cañas, Lusi: “San Martín, Rosas y la falsificación”)
Sarmiento calumniaba de esta forma a San Martín y lo acusaba de disminuido mental por la vejez, seis años antes de su muerte, siendo que San Martín mantuvo hasta su muerte más lucidez que todos aquellos que trataron de degradarlo.
Sarmiento y Urquiza.
¡ Como camban las opiniones de algunos con el tiempo y con las circunstancias !
Sarmiento temía y odiaba a Mitre:
"Urquiza es el verdugo vendido a Rosas. Su historia es negra y salpicada de sangre. Un reguero de sangre señala su camino. Después de despoblar la tierra con sus atrocidades, la despuebla con sus rapiñas. Suscita secuaces donde quiera haya un bárbaro. Es un escuerzo, un viejo montonero, un ambicioso, un cacique y soldado desvergonzado, un padrillo inmundo, un gaucho mazorquero e insolente: monstruo de carnicerías humanas". (Sarmiento. Tomo 17, p. 93 y 121 y Tomo 49, p. 295)
Más tarde, para Sarmiento, Urquiza ya no sería el “monstruo”, y participa junto a Mitre como observador de la batalla de El Tonelero, pero a bordo de las naves brasileras.
Luego, haciéndose nombrar coronel, integra el ejército de Urquiza que derrota a Rosas en Caseros, como boletinero del ejército, disfrazado con uniforme europeo y botas de goma.
No pasó mucho tiempo de Caseros y "el loco" ya no era más Urquicista. "No deje cicatrizar la herida de Pavón. Urquiza debe desaparecer de la escena, cueste lo que cueste. Southampton o la horca. El es la única nube negra que queda en el horizonte". (Sarmiento en carta a Mitre, diciembre 1861). "Además es preciso acogotar a Alberdi, del Carril, Gutiérrez y Fragueiro con Vicente F. López, Cané, Luis Domínguez y Tejedor". (Carta a J. Posse, mayo 1860).
Y encima le alcahuetea todos los manejos turbios de Urquiza. (Y por escrito, para que no queden dudas). Sabe que Urquiza fue comprado por el Brasil para que traicionara a su Patria en ese 1852 . Lo atestigua el mismo el mismo Sarmiento, quien escribe el 13.10.1852 a Urquiza desde Chile y le enrostra:
"Yo he permanecido dos meses en la corte de Brasil, en el comercio casi íntimo de los hombres de estado de aquella nación, y conozco todos los detalles, general, y los pactos y transacciones por los cuales entró S. E. en la liga contra Rosas. Todo esto, no conocido hoy del público, es ya del dominio de la Historia y está archivado en los ministerios de Relaciones Exteriores del Brasil y del Uruguay.” (...) “Se me caía la cara de vergüenza al oírle a aquel Enviado (Honorio Hermeto Carneiro Leão, o Indobregavel) referir la irritante escena, y los comentarios: <¡Sí, los millones con que hemos tenido que comprarlo para derrocar a Rosas!> Todavía después de entrar a Buenos Aires quería que le diese los cien mil duros mensuales, mientras oscurecía el brillo de nuestras armas en Monte Caseros para atribuirse él solo los honores de la victoria." (Domingo Faustino Sarmiento, Carta de Yungay, 13.10.1852)
Diós los crìa y el viento los amontona, y los separa.
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Re: Virreinato del Río de la Plata
¿El Gran Educador?
¿Fue realmente Sarmiento el “padre del aula”?
Su ministro de instrucción pública, Nicolás Avellaneda, en un Apunte de 1874, que se editó en 1910 en sus Escritos y discursos, se atribuyó el mérito único, pero reconociendo que el presidente facilitaba su nombre de educador:
"Bajo mi ministerio – dice Avellaneda – se dobló en número de los colegios, se fundaron las bibliotecas populares, los grandes establecimientos científicos como el Observatorio, se dio plan y organización a los sistemas escolares, y provincias que encontré como La Rioja sin una escuela pública llevaron tres mil o cuatro mil alumnos... Es la página de honor de mi vida pública y la única a cuyo pie quiero consignar mi nombre. ¿Cuál fue la intervención del señor Sarmiento en estos trabajos, que absorbieron mi vida por entero durante cinco años? El nombre del señor Sarmiento al frente del gobierno era por sí solo una dirección dada a las ideas y ala opinión en favor de la educación popular; su firma al pie de los decretos era una autoridad que daba prestigio a mis actos. Su intervención se redujo, sin embargo, a esta acción moral. Supo el señor Sarmiento que había bibliotecas populares y una ley nacional que las fundaba cuando habían aparecido los primeros volúmenes del Boletín de las Bibliotecas, y éstas convertídose en una pasión pública. El señor Sarmiento no se dio cuenta de la ley de subvenciones y de su mecanismo sino en los últimos meses de su gobierno. Esto es todo y es la verdad". ( Nicolás Avellaneda, Escritos y discursos, VIII, 397. ) (El Apunte de Avellaneda no estaba destinado a la publicidad; es un desahogo íntimo de quien ve a otro atribuirse un mérito propio)
"En Buenos Aires solo logré fundar dos escuelas" (Carta a M. Mann, 15/5/1866).
"De treinta jóvenes que era la dotación de la Escuela de Preceptores que dirigía en Chile, veintiocho fueron expulsados" (El Monitor, 15/8/1852).
"En Santa Rosa de Chile fui real maestro de escuela, no habiéndolo sido antes ni después" (8/4/1884) .
"En la ciudad de Buenos Aires se han construido solo dos edificios de escuelas en estos veinte años (de 1858 a 1878). Mientras tanto no se intenta nada. En la única escuela normal de varones el 95% son ineptos; el 30% debió ser expulsado, y el resto solo concurre por el aliciente del viático con que se premia su asistencia a clase. De las dos escuelas normales de mujeres se debió suprimir una" (Informe de 1878).
Tampoco quiere a los universitarios:"Si algo habría de hacer por el interés publico seria tratar de contener el desarrollo de las universidades... En las ciudades argentinas se han acumulado jóvenes que salen de las universidades y se han visto en todas las perturbaciones electorales... Son jóvenes que necesitan coligarse en algo porque se han inutilizado para el comercio y la industria. La apelación de ´Doctor´ contribuye a pervertirles el juicio... El proyecto de anexar colegios nacionales a la universidad es ruinoso y malo, pues contribuirá a perturbar las cabezas de los estudiantes secundarios e inutilizarlas para la vida real que no es la de las universidades ni de los doctores. La educación universitaria no interesa a la nación ni interesa a la comunidad del país... Generalmente en todo el mundo las universidades son realmente libres. Nada tiene que ver ni el estado ni nadie con las universidades" (Senado Nacional, 27/7/1878 y 19/9/1878)
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Re: Virreinato del Río de la Plata
En la tenida secreta del Supremo Consejo de Masónica del 21 de julio de 1860, es la que otorga el Grado 33 a Mitre, Urquiza, Sarmiento y Juan Gelly y Obes; El Gran Comendador era José Roque Pérez. Es notable la actuación directa que tuvieron en la guerra del Paraguay todos ellos, incluido Roque Pérez que representó a Sarmiento en la ceremonia de instalación del gobierno títere en Asunción, luego de la guerra. (JMR.Hist.Arg. / A.G.Mellid. Proceso a los falsificadores de la Historia. t.I.p.335 y A.Lappas. La masonería en la Argentina”.)
TERRORISMO DE ESTADO
Después de Caseros y Pavón, el gobierno centralista de Buenos Aires no se contentó con reemplazar y aplastar los gobiernos provinciales sino que se dedicó a exterminar sistemáticamente a opositores políticos, sospechosos y hasta a los pobres gauchos.
Sarmiento fue un terrosita de estado. Y Mitre usó el odio y el resentimiento de Sarmiento. "Hemos jurado con Sarmiento que ni uno solo ha de quedar vivo" (Mitre en 1852).
En 1856, en los campos de Villamayor, Mitre hace fusilar al ilustre general el ejército Jerónimo Costa y todo su estado mayor, oficiales y suboficiales en número de 126, que se habían rendido. Y después dice representar la “civilización”
"Tengo odio a la barbarie popular... La chusma y el pueblo gaucho nos es hostil... Mientras haya un chiripá no habrá ciudadanos, ¿son acaso las masas la única fuente de poder y legitimidad?. El poncho, el chiripá y el rancho son de origen salvaje y forman una división entre la ciudad culta y el pueblo, haciendo que los cristianos se degraden... Usted tendrá la gloria de establecer en toda la República el poder de la clase culta aniquilando el levantamiento de las masas". (En Buenos Aires, 1853; Sarmiento en carta a Mitre del 24 de Septiembre 1861)
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Expedición "pacificadora" del ejército de Buenos Aires.
Mitre y Sarmiento utilizan en la matanza a un grupo de orientales: Sandes, Arredondo, Paunero, Rivas, Conesa y Venancio Flores, que ganó el mote de “degollador de Cañada de Gómez” donde hizo pasar por las armas en Cañada de Gómez a cuatrocientos vencidos, entre oficiales, suboficiales y soldados. Y esta matanza no era el producto del desborde o “excesos” de horda de delincuentes, sino parte de un plan dirigido a “uniformar el interior”, como lo demuestran los partes de batalla, como el de Sandes después de Aguaditas (11 de marzo de 1862) donde dice “Entre los prisioneros se encuentran el sargento Cicerón Quiroga, capitán don Policarpo Lucero, ayudante mayor don Carmelo Rojas, Tenientes don Ambrosio Medina, don Ignacio Bilbao, don Juan N. Vallejo y alféres don Ramón Gutiérrez y don Juan de Dios Videla. Todos ellos han sido pasados por las armas, según orden de V.E.”
Tratando de disimular lo evidente, Mitre le dice a Urquiza, “Aunque yo ni ninguno de los míos haya promovido ni aprobado de antemano la revolución de San Juan…yo me hago un deber en proclamar justa y santa esa revolución” pero Sarmiento lo deschaba en el Senado de la Nación, “En el caso de Virasoro, y debo explicarlo con justicia a mis compatriotas, estaba mezclado todo el partido liberal” (Se refería al depuesto gobernador de San Juan, asesinado con su hijo en brazos.) El partido liberal eran los descendientes de Rivadavia, “el partido de los principios, de las luces, de la Gente decente”
A esto llamó Mitre “Expedición pacificadora del ejército de Buenos Aires”, y declarará alborozado en la Legislatura “La mayoría de las provincias hermanas han uniformado su política con la de Buenos Aires”
Elizalde, Ministro de R.E. de Mitre, opinará ante Lamas sobre “el degollador de Cañada de Gómez": “El general Flores había prestado la República los servicios más distinguidos que le colocaban en la altura del más notable de sus conciudadanos (...) y rodearlo de las consideraciones que la República le debía y que el Gobierno se habría honrado en tributarle” (Elizalde a Lamas. 13 de mayo de 1863)(AGM.t1.p47o)
El 29 de septiembre de 1868, en un banquete que la masonería le ofrece a Sarmiento y Mitre, éste, agitando un instrumento masónico “¿Qué es Sarmiento? un pobre hombre como yo, un instrumento como este…”(Mitre. Discurso masónico. Arengas Selectas. p.83). “¿Que somos ahora? No somos sino agentes serviles y pagados a módico precio de las plazas extranjeras” (Vicente F. López en la Cámara de Diputados. Diario de sesiones 1873.p.261)
Domingo Faustino Sarmiento. Maestro educacion padre del aula docentes docencia racismo guerra civil presidente guerra del Paraguay. El loco Sarmiento. Cipayos y vendeparias. Entrega del Esrecho de Magallanes y la Patagonia Argentina. Facundo Quiroga
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Re: Virreinato del Río de la Plata
La participación de la masonería el 25 de Mayo de 1810
La Plata - Durante años, la participación de la masonería -organización discreta no secreta- en los sucesos de mayo de 1810, ha sido objeto de múltiples discusiones y no menos desencuentros. Sin embargo, se puede afirmar sin temor a equívoco, que a la Masonería Rioplatense de la época, no sólo le cupo una decidida acción en dichos acontecimientos, sino además, que su intervención resultó decisiva para el éxito del movimiento revolucionario. Sus lemas fueron la Libertad, la Igualdda y la Fraternidad.
Conmemorar la Revolución de Mayo de 1810, conlleva la necesidad de rescatar los tres aspectos etimológicos del vocablo: Hacer memoria, Honrar la memoria y Hablar de esa memoria.
Tradicionalmente, los homenajes a la fecha patria, reconocen sólo dos de estos aspectos: el honrar y el hablar -triada filofófica y básica-. En efecto si se repasan tanto los desarrollados a nivel educativo como luego los institucionales, observamos que, básicamente se dirigen a reivindicar la figura de los protagonistas, honrando así su memoria o a mencionar circunstancias, las más de las veces anecdóticas y pueriles sobre el acontecimiento, hablando de esta manera del acontecimiento, sin llegar casi nunca al tercer y más importante aspecto, es decir el Hacer o el Construir la memoria del hecho Revolucionario.
Se advertirá que, a esta última finalidad se aviene con particular eficacia no sólo la definición vulgar de la voz “triada”, sino la complementaria y enriquecida del neoplatonismo, que ve en la misma, a más del conjunto de tres cosas o personas, la unión del ser, la inteligencia y el alma de las cosas y los acontecimientos (4).
La utilización del ternario, sus diversas acepciones y derivaciones en el trabajo de esta noche, no han de verse únicamente como juego dialéctico, etimológico o simbólico, sino como un medio particularmente masónico de edificar la memoria de la Revolución de Mayo 1810, a partir de un conjunto de triadas, usualmente pasadas por alto, y de las cuales, la primera, está dada por la propia estructura del acta suscripta entonces que consta en el Cabildo, la que analiza sólo tres aspectos del hecho histórico, en el siguiente orden: antes que nada, sus antecedentes, en segundo lugar la Revolución en sí, y finalmente, la participación en dicho movimiento.
Algunos de sus Antecedentes.
Razón le asiste a Felipe Pigna cuando afirma que “los hechos de Mayo son absolutamente inexplicables sin la comprensión necesaria de la situación europea”(5).
Una triada de nombres, usualmente no mencionados, pueden constituir un primer modo de acercamiento a la comprensión de aquella situación. Nos referimos a JAMES WATT, MANUEL GODOY y a Doña CARLOTA JOAQUINA.
El primero, nacido en Birmingham, Inglaterra, el 19 de enero de 1.736, aprendió de su padre el uso de las herramientas y útiles náuticos. A la vez, su pasión por las matemáticas lo trasladó a Londres, lugar donde a más de la docencia, pudo dedicarse al estudio de los usos y aprovechamiento del vapor, logrando desarrollar la “máquina de vapor” que le daría celebridad. La genial invención habría de difundirse inmediatamente en Gran Bretaña, pasando luego a Francia y al resto del continente europeo. Este hecho tecnológico significó el nacimiento de la industrialización a gran escala, de la producción en masa, a la vez que cimentó el afianzamiento del capitalismo; circunstancias todas que confluyeron a gestar el fenómeno universalmente conocido como “revolución industrial”, operándose a partir de la misma los más profundos cambios no sólo en lo económico, sino también en lo político y en lo social.
En lo que hace al tema que nos ocupa, creemos que lejos habría de estar nuestro James Watt de tal siquiera imaginar que este movimiento, derivado de su inventiva y amor a la mecánica, devendría en lo inmediato en el conflicto entre Inglaterra y Francia por el control de los mercados y tendiente a plasmar la preeminencia económica de alguna de las dos potencias. La necesidad de ubicar los productos, ahora fabricados masivamente, y la de asegurar las materias primas necesarias para su elaboración, involucran en la disputa a la América Hispana, tanto como potencial adquirente de los primeros, como proveedora de las segundas.
El segundo, Don Manuel Godoy, natural de Badajoz, nacido el 12 de mayo de 1.767 supo desde joven granjearse la simpatía de la Corte Española, al extremo de que a los 22 años se erige en el favorito del Rey Carlos IV y amante de su esposa, la reina María Luisa. Desde tan privilegiada posición, puede decirse que desde 1.789 maneja los destinos de España para contento de sus amigos y desgracia de sus enemigos. Entre aquellos deben contarse a los partidarios de las luces y de la educación y entre los últimos a los ultramontanos, sostenedores del poder eclesiástico. A la vez que puso freno a la inquisición, permitió el regreso a España de los judíos, propulsó la educación creando Colegios y Universidades entre las que destacan el real Colegio de Medicina, el Cuerpo de Ingenieros y la Escuela de Veterinaria. Sin embargo, la posteridad ha de recordarlo como el responsable directo de la caída del reino español en manos de Napoleón, luego de las vergonzosas abdicaciones de Bayona que culminaron con el alejamiento de Carlos IV y posteriormente de su hijo Fernando VII.
Tampoco creemos que por la mente del “favorito” Godoy, pasara que tras la pérdida de España, de alguna manera por él permitida, se facilitaría en gran medida la tarea emancipadora americana, al darle a los patriotas su más sólido argumento ideológico-jurídico, basal de la civilización occidental: La desaparición de la metrópoli revertía la soberanía en el pueblo, el que a partir de ese momento, tenía el derecho de darse un nuevo gobierno.
La tercera, Doña Carlota Joaquina, hija de Carlos IV, hermana de Fernando VII, nacida en 1.755 y casada con Juan VI de Portugal, en la idea, concebida por Floridablanca, de afianzar la unión entre España y Portugal, supo distinguirse como mujer enérgica, interesada en los asuntos públicos y de grandes ambiciones. La invasión napoleónica a Portugal en 1.807 hizo que la Corte Portuguesa se trasladase a Brasil, instalándose en Río de Janeiro e intentando extender sus dominios al Virreinato del Río de la Plata. Su condición de única miembro de la familia real española en libertad, alimentaron sus ansias en tal dirección, no habiendo sido pocos sus partidarios entre los patriotas de mayo.(6)
No pensamos que la Infanta haya presupuesto, que la prodigalidad de sus ambiciones, señalase a los Americanistas del Plata la necesidad de acortar los plazos y acelerar las decisiones, en vistas de una situación europea que, a 1.810 se presentaba como inmejorable a sus designios independentistas.
El análisis de los antecedentes, obliga a considerar también la influencia que sobre los acontecimientos de Mayo de 1.810 debe atribuirse al “absolutismo español”. El estudio del mismo nos permite arriesgar una nueva “triada”, ya que como bien señala Juan González Calderón, el absolutismo de España se manifestaba en lo político, lo económico y lo religioso. (7)
El absolutismo político, instrumentado por el nombramiento de las autoridades ejecutivas y administrativas por el rey; la legislación de Indias dictada en la Metrópoli, con expresa prohibición de representación popular alguna que significase la participación de los naturales, tendía a la formación de dóciles vasallos en vez de ciudadanos libres. Esto, sumado al desprecio de que eran objeto los americanos por parte de los españoles europeos, fue produciendo una diferenciación en dos clase sociales que tendrían la oportunidad de enfrentarse en el movimiento de mayo.
El absolutismo económico, caracterizado por restricciones injustificadas al comercio y un sistema fiscal opresivo, imponía a las colonias el peso de una metrópoli que se reservaba para sí altos lucros en la intermediación con la nueva Europa industrial, negando a sus dominios americanos la posibilidad de un contacto directo con ella, con la consiguiente doble ventaja que este hecho hubiese implicado, primero en cuanto al pago de menores precios de importación, y segundo por la mayor ganancia derivada de la exportación de los productos locales.
El tercer elemento de esta triada, el absolutismo religioso, implantado a través de la legislación indiana, que hería al americano en lo más profundo de su ser, violentando arbitrariamente su libertad de conciencia. Basta recordar la Ley 28, lib. 1º, tít. 1 que establecía la confiscación de la mitad de los bienes a todo aquel que muriese sin “confesar devotamente sus pecados y recibir el santísimo sacramento de la Eucaristía, según lo dispone nuestra Santa Madre Iglesia”. En sentido similar, la Ley 15, lib. 1º, tít. 24, disponía “que no se concedan licencias para imprimir libros en sus distritos y jurisdicciones, de cualquier materia o calidad que sean, sin proceder la censura, conforme está dispuesto y se acostumbra”.
La Revolución
A modo de introito, vaya una triada de citas:
“En el mes de mayo, me mandaron llamar mis amigos de Buenos Aires, diciéndome que era llegado el caso de trabajar por la patria para adquirir la libertad e independencia deseada, volé a presentarme y hacer cuanto estuviese a mis alcances”. Manuel Belgrano.(8)
“La Revolución de Mayo de 1810, es el acontecimiento más importante ocurrido en estas tierras en el siglo XIX . . . marcó el comienzo de trascendentes transformaciones políticas, sociales, culturales e ideológicas en la sociedad rioplatense”. Félix Luna. (9)
“Los sucesos de Mayo merecen ser estudiados en sus menores detalles. Anuncian la alborada espléndida de una nación de inmenso porvenir”. Alberto Palcos.(10)
Remarcada por los citados la importancia del tema, antes de su desarrollo, concédaseme una licencia a fin de poder remontarme brevemente a la etimología de la voz “mayo”. Es posible que estas breves separatas del tema principal aparezcan como ociosas, pero al rescatar la importancia de esta ciencia como “historia de las palabras”, de hecho que la misma puede ayudarnos a desentrañar los primeros conceptos de los vocablos. En tal sentido, recordemos que el mes de mayo es el tercero del calendario masónico y quinto del gregoriano. De sus orígenes latinos rescatamos la voz “maius” de significación mes de “maia”, Diosa de la primavera entre los antiguos romanos, lo que aseguraba a su mes la prodigalidad en dones. De allí, la tal vez inconsciente coincidencia con la precedente cita de Palcos en cuanto a la palabra “alborada”, utilizada por éste a modo de nacimiento o génesis de la nueva Nación.
Disgresiones aparte, cabe ahora adentrarnos en el tema de fondo: “La Revolución”.
En aras del orden propuesto en el epígrafe, se propone a los lectores una primera triada para la consideración del hecho revolucionario. Partiendo de la llegada al Puerto de Montevideo de la fragata inglesa “John Paris” el día 13 de mayo, con la noticia de la caída de Sevilla en manos de Napoleón, se precipitan los acontecimientos en Buenos Aires, en una sucesión cronológica de tres fechas de cuyo análisis no podemos prescindir: el Cabildo Abierto del día 22, la Contrarrevolución y el Cabildo del 25.
La primera, la del cabildo del 22. Antes y más allá de su trascendencia en orden al resultado de su decisorio, debe rescatarse por su valor como expresión primigenia de la soberanía popular en esta parte de la América. De los 450 invitados, concurrieron 251, de los cuales 94 eran comerciantes, vecinos y hacendados, 93 empleados y funcionarios, 60 jefes y oficiales de mar y tierra, 27 profesionales liberales y 25 clérigos y frailes. La cuestión medular a determinar era responder al interrogante de saber “si se ha de subrogar otra autoridad a la superior” que ejercía el virrey en nombre de Fernando VII, y en caso afirmativo, ¿en quién debía recaer la designación?. No viene a cuento reseñar las largas discusiones sobre el particular, sino enfocar la atención sobre los aspectos más relevantes del debate, rescatando al efecto una triada de oradores, que resumen las distintas posiciones. Al primero que nos referimos es al Obispo Benito de Lué y Riega, quien enfáticamente negó el derecho de los americanos para hacer innovaciones en el gobierno, rescatando el hecho de que las Indias eran propiedad de España y de sus hijos quienes eran los únicos con derecho a gobernarlas. La soberanía del gobierno residía en España y era privativa de españoles. Correspondió a los masones Castelli y Paso rebatir dichas argumentaciones y sentar con singular acierto la doctrina de la autodeterminación soberana de los pueblos. Castelli, formado en Chuquisaca, ilustrado tanto en las doctrinas de la soberanía popular de Domingo de Soto, Francisco Suarez y Francisco de Vitoria, conocía por otro lado las más modernas concepciones contractualistas de Rousseau, Hobbes y Locke. Sostuvo en la oportunidad que habiendo caducado la España, con ella también lo han hecho sus autoridades, correspondiendo en consecuencia al pueblo reasumir la soberanía y designar las autoridades que estime convenientes a sus intereses. Como bien señala González Calderón (11), correspondió a Paso completar la exposición fundando la legitimación de Buenos Aires para actuar en nombre de todo el Virreinato, cuando sobre el particular señaló que “así como los hermanos o los amigos podían tomar legítimamente el negocio ajeno para beneficiar al ausente . . ., así una capital o un pueblo enterado del peligro común, tenía la facultad y el derecho de tomar la gestión del asunto, sin perjuicio de someterse después a la aprobación de sus condóminos o consocios . . .”. Las exposiciones reseñadas, fundantes de una nueva concepción referida al ejercicio de los derechos políticos, fue aprobada con amplitud, estableciéndose que el virrey debía cesar en el mando.
El segundo aspecto de la triada se vincula con la contrarrevolución orquestada desde el Cabildo, el que desconoció el pronunciamiento del pueblo a instancias de elementos realistas y reaccionarios, estableciendo en contra de lo expresamente decidido, una Junta de Gobierno encabezada por el Virrey antes depuesto.
Si bien los sucesos del 25 son ampliamente conocidos, no podemos dejar de remarcar que sólo la decidida acción del grupo patriota impidió la concreción de la maniobra contrarrevolucionaria, instaurando lo que la posteridad ha conocido como el “primer gobierno patrio”, objeto de esta conmemoración.
No podemos cerrar el capítulo revolucionario, sin mencionar una triada de sus efectos, que como principios básicos informan la Constitución de la Nación y constituyen los pilares sobre los que descansa nuestro sistema republicano: la soberanía popular, el sistema federal y el principio representativo.
La Participación Masónica.
Durante años, la participación de la masonería en los sucesos de mayo de 1810, ha sido objeto de múltiples discusiones y no menos desencuentros. Sin embargo, se puede afirmar sin temor a equívoco, que a la Masonería Rioplatense de la época, no sólo le cupo una decidida acción en dichos acontecimientos, sino además, que su intervención resultó decisiva para el éxito del movimiento revolucionario.
La aparición de nuevas obras sobre el tema, la reconsideración de antiguas fuentes documentales y la tarea de jóvenes investigadores deseosos de profundizar esta cuestión, han contribuido grandemente a echar luz sobre el particular. Así por ejemplo, un muy documentado trabajo de Enrique de Gandía, el examen minucioso de la autobiografías de Saavedra, Belgrano y Guido y los más recientes estudios de Patricia Pasqualli, permiten arribar a la ya esbozada conclusión de que: la actuación de las logias y de los masones del Río de la Plata fueron determinantes en los acontecimientos de Mayo de 1.810.
Para el estudio del tema, podríamos arriesgar una última triada, siguiendo el orden siguiente: -El Estado de la Masonería en el Río de la Plata a principios del siglo XIX-; -La Actuación de los Patriotas Masones- y -la Identidad entre el Ideario Revolucionario y el Masónico-.
En la “Independencia de América y las Sociedades Secretas”, Enrique de Gandía (12) realiza un pormenorizado análisis sobre el primer aspecto. Sostiene que para 1810, la masonería había adquirido importante desarrollo en Buenos Aires. Entre los testimonios citados, figura el del General Enrique Martínez, el que en carta a Andrés Lamas declara que “desde época remota existía la sociedad masónica y Peña y Vieytes pertenecían a ella”. La época a la que refiere es la del Virrey Sobremonte, cuando la logia fue descubierta a raíz de una fuerte tormenta que arrastró mandiles y demás ornamentos. Agrega el General que la Jabonería de Vieytes era el lugar donde se reunía la logia “Amigos de la Libertad”.
Tales circunstancias hacen que Gandía arriesgue que ya para 1.795 existían trabajos masónicos en la capital del virreinato. Menciona a la muy conocida Logia San Juan de Jerusalén fundada en 1.804 por Juan de Silva Cordeiro, y cita a Ignacio Núñez, que en sus recuerdos afirma que las Invasiones Inglesas contribuyeron grandemente al fortalecimiento de la labor masónica.
Por su parte, Francisco Grilló, en sus “Episodios Patrios”, revela una comunicación de la Gran Logia de Versalles de 1795, dirigida a la Logia Independencia de Buenos Aires. Sobre esta misma Logia, el Coronel inglés Santiago Burke, narra que cuando se iba de la ciudad en 1809, fueron a despedirlo “un número de las principales personas del lugar, mis viejos amigos de Independencia”.
El General Miller, de hecho poco afecto a la masonería, escribe en sus “Memorias”: “un club, llamado la logia, se ha introducido con el objeto ostensible de promover la emancipación de la América Española . . .”(14).
Los testimonios citados, revelan que a la fecha del movimiento emancipador, la masonería era importante en Buenos Aires y se expresaba a través de varias logias, entre las cuales, las más conocidas históricamente han sido la San Juan de Jerusalén, la Independencia o Amigos de la Libertad y la Sociedad de los Siete, todas anteriores a la Lautaro..
La importancia del estudio de la segunda cuestión, referida al accionar de los patriotas masones, queda de manifiesto por el protagonismo que los mismos tuvieron durante los sucesos revolucionarios y en la conformación de la Primera Junta de Gobierno.
Los autores citados, a los que podemos sumar el Dean Funes, Zinni y Alcibíades Lappas, coinciden en cuanto a la pertenencia masónica de: Saavedra, Belgrano, Moreno, Matías Irigoyen, Donado, Chiclana, Paso, Castelli, Nicolás Rodríguez Peña, Berutti, Guido y Vieytes, entre otros muchos (15). Muchos atentos lectores podrán advertir que los masones enunciados fueron los principales protagonistas del cabildo del 22, se los sucesos posteriores y del gobierno emanado del movimiento revolucionario.
Más que ilustrativo respecto al rol de la Orden y de los masones resulta el testimonio del General Tomás Guido, quien en sus Memorias revela tales circunstancias de modo insuperable, atendiendo a su condición de protagonista. Dice el ilustre militar y masón respecto a la tarea de los masones al tomar éstos conocimiento de la pretendida contrarrevolución: “En la tarde del mismo día fue publicado por bando el acuerdo clasificado de popular, proclamando una junta compuesta del Virrey Cisneros como presidente y de los señores Saavedra, Castelli, Sola e Inchaurregui. El pueblo pareció satisfecho de esta elección y los españoles se felicitaron de haber salvado del peligro de un trastorno fundamental viendo triunfante la autoridad del Virrey. Muy diferente sensación produjo tal inesperado desenlace en el club reunido a las ocho de la noche en la casa del señor Peña… Era pues necesario deshacer lo hecho, convocar nuevamente al pueblo y obtener del cabildo se prestase a reconsiderar ante otra reunión popular la sanción de la víspera… Se aproximaba el alba sin que aún se hubiese convenido sobre los elegibles. Hubo un momento en que se desesperó de encontrarlos. Gran zozobra y desconsuelo para los congregados en ese gran complot de donde nació la libertad de la República. La situación cada vez presentaba un aspecto más siniestro. En estas circunstancias el señor Don Manuel Belgrano, mayor del Regimiento de Patricios, que vestido de uniforme escuchaba la discusión en la sala contigua, reclinado en un sofá, casi postrado por largas vigilias, observando la indecisión de sus amigos, púsose de pie y súbitamente y a paso acelerado y con el rostro encendido de su sangre generosa, entró en la sala del club (el comedor de la sala del señor Peña), y lanzando una mirada altiva en rededor de sí y poniendo la mano derecha sobre la cruz de su espada: ¡ Juro dijo, a la Patria, y a mis compañeros, que si a las tres de la tarde el Virrey no hubiese sido derrocado, a fe de caballero yo lo derrocaré con mis armas¡… Luego todos volvieron a ocuparse de los candidatos y cuando parecía agotada la esperanza, don Antonio Berutti pidió se le pasase papel y tintero y como inspirado de lo alto, trazó sin trepidar los nombres de los que compusieron la Primera Junta.”(16).
El tercer aspecto de esta última triada, refiere a la identidad entre el ideario de Mayo y el masónico.
Si reflexionamos un minuto sobre el simbólico y bello aserto del Libro de la Ley Sagrada - la Biblia-: “. . .por sus frutos los conoceréis”, no ha de resultar una temeridad afirmar que lo que el movimiento revolucionario de mayo produjo y plasmó en la sociedad civil, no fue más que la manifestación externa del ideario humanístico de la masonería, sintetizado en su lema de LIBERTAD, IGUALDAD y FRATERNIDAD.
El denominado “Espíritu de Mayo”, como ya se dijera, base y programa del ordenamiento constitucional argentino, reconoce como su más importante fuente a las enseñanzas de la masonería vinculadas con la soberanía popular, la autodeterminación de los pueblos, la igualdad jurídica, la división de poderes, la representación, las libertades de pensamiento, expresión y conciencia, tan largamente trabajadas y estudiadas en la serenidad de los templos y bellamente labradas en el corazón de cada masón.
Para los masones, el “Espíritu de Mayo”, encarnación político-institucional del “Espíritu Masónico”, debe ser motivo de permanente recordación entre nosotros; de la misma forma en que la conducta de quienes precedieron ha de ser motivo de emulación; pero como la obra comenzada en mayo de .810 lejos está aún de ser terminada, es obligación de la ciudadanía argentina, preparada para ser del mundo y abierta a los desafíos de sus tiempos, continuar con esos trabajos.
CITAS:
(1) Gómez de Silva, Guido, Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Española, Fondo de Cultura Económica, Méjico, p. 691.
(2) Diccionario Universal Enciclopédico, Plaza y Janes editores, Barcelona, 1995.
(3) Bazot, M. , Manual de la Francmasonería, Angeres, 1845, Tomo II.
(4) Frau Aubrines y Rosendo Arúst Arderiú, Diccionario Enciclopédico de la Masonería, Editorial Kier, Buenos Aires, 1962, T 2, p. 862.
(5) Pigna, Felipe, Los Mitos de la Historia Argentina, Grupo Editor Norma, Buenos Aires, 2004, p. 218.
(6) Idem., p 220.
(7) González Calderón, Juan, Derecho Constitucional Argentino, J. Lajouane Editores, Buenos Aires, 1930, T 1, p. 3.
(8) Belgrano, Manuel, Autobiografía, en Los Sucesos de Mayo, Ed. Jackson, Buenos Aires, 1945, p. 117.
(9) Luna, Félix, Historia Integral de la Argentina, Ed. Planeta, T 5, p. 380.
(10) Palcos, Alberto, Prólogo a los Sucesos de Mayo, op.cit., p. XVIII.
(11) González Calderón, Juan, op.cit., p.17.
(12) De Gandía, Enrique, La Independencia de América y Las Sociedades Secretas, Ed. Sudamérica - Santa Fe, 1994, p. 118 y ss.
(13) Idem., p. 125.
(14) Miller, John, Memorias del General Miller, Ed. Emecé, 1997, p. 259.
(15) Lappas, Alcibíades, La Masonería Argentina a Través de sus Hombres, Buenos Aires, 1966.
(16) Guido, Tomás, Reseña Histórica de los Sucesos de Mayo, en Los Sucesos de Mayo, op.cit., p. 185 y ss.
Conmemorar la Revolución de Mayo de 1810, conlleva la necesidad de rescatar los tres aspectos etimológicos del vocablo: Hacer memoria, Honrar la memoria y Hablar de esa memoria.
Tradicionalmente, los homenajes a la fecha patria, reconocen sólo dos de estos aspectos: el honrar y el hablar -triada filofófica y básica-. En efecto si se repasan tanto los desarrollados a nivel educativo como luego los institucionales, observamos que, básicamente se dirigen a reivindicar la figura de los protagonistas, honrando así su memoria o a mencionar circunstancias, las más de las veces anecdóticas y pueriles sobre el acontecimiento, hablando de esta manera del acontecimiento, sin llegar casi nunca al tercer y más importante aspecto, es decir el Hacer o el Construir la memoria del hecho Revolucionario.
Se advertirá que, a esta última finalidad se aviene con particular eficacia no sólo la definición vulgar de la voz “triada”, sino la complementaria y enriquecida del neoplatonismo, que ve en la misma, a más del conjunto de tres cosas o personas, la unión del ser, la inteligencia y el alma de las cosas y los acontecimientos (4).
La utilización del ternario, sus diversas acepciones y derivaciones en el trabajo de esta noche, no han de verse únicamente como juego dialéctico, etimológico o simbólico, sino como un medio particularmente masónico de edificar la memoria de la Revolución de Mayo 1810, a partir de un conjunto de triadas, usualmente pasadas por alto, y de las cuales, la primera, está dada por la propia estructura del acta suscripta entonces que consta en el Cabildo, la que analiza sólo tres aspectos del hecho histórico, en el siguiente orden: antes que nada, sus antecedentes, en segundo lugar la Revolución en sí, y finalmente, la participación en dicho movimiento.
Algunos de sus Antecedentes.
Razón le asiste a Felipe Pigna cuando afirma que “los hechos de Mayo son absolutamente inexplicables sin la comprensión necesaria de la situación europea”(5).
Una triada de nombres, usualmente no mencionados, pueden constituir un primer modo de acercamiento a la comprensión de aquella situación. Nos referimos a JAMES WATT, MANUEL GODOY y a Doña CARLOTA JOAQUINA.
El primero, nacido en Birmingham, Inglaterra, el 19 de enero de 1.736, aprendió de su padre el uso de las herramientas y útiles náuticos. A la vez, su pasión por las matemáticas lo trasladó a Londres, lugar donde a más de la docencia, pudo dedicarse al estudio de los usos y aprovechamiento del vapor, logrando desarrollar la “máquina de vapor” que le daría celebridad. La genial invención habría de difundirse inmediatamente en Gran Bretaña, pasando luego a Francia y al resto del continente europeo. Este hecho tecnológico significó el nacimiento de la industrialización a gran escala, de la producción en masa, a la vez que cimentó el afianzamiento del capitalismo; circunstancias todas que confluyeron a gestar el fenómeno universalmente conocido como “revolución industrial”, operándose a partir de la misma los más profundos cambios no sólo en lo económico, sino también en lo político y en lo social.
En lo que hace al tema que nos ocupa, creemos que lejos habría de estar nuestro James Watt de tal siquiera imaginar que este movimiento, derivado de su inventiva y amor a la mecánica, devendría en lo inmediato en el conflicto entre Inglaterra y Francia por el control de los mercados y tendiente a plasmar la preeminencia económica de alguna de las dos potencias. La necesidad de ubicar los productos, ahora fabricados masivamente, y la de asegurar las materias primas necesarias para su elaboración, involucran en la disputa a la América Hispana, tanto como potencial adquirente de los primeros, como proveedora de las segundas.
El segundo, Don Manuel Godoy, natural de Badajoz, nacido el 12 de mayo de 1.767 supo desde joven granjearse la simpatía de la Corte Española, al extremo de que a los 22 años se erige en el favorito del Rey Carlos IV y amante de su esposa, la reina María Luisa. Desde tan privilegiada posición, puede decirse que desde 1.789 maneja los destinos de España para contento de sus amigos y desgracia de sus enemigos. Entre aquellos deben contarse a los partidarios de las luces y de la educación y entre los últimos a los ultramontanos, sostenedores del poder eclesiástico. A la vez que puso freno a la inquisición, permitió el regreso a España de los judíos, propulsó la educación creando Colegios y Universidades entre las que destacan el real Colegio de Medicina, el Cuerpo de Ingenieros y la Escuela de Veterinaria. Sin embargo, la posteridad ha de recordarlo como el responsable directo de la caída del reino español en manos de Napoleón, luego de las vergonzosas abdicaciones de Bayona que culminaron con el alejamiento de Carlos IV y posteriormente de su hijo Fernando VII.
Tampoco creemos que por la mente del “favorito” Godoy, pasara que tras la pérdida de España, de alguna manera por él permitida, se facilitaría en gran medida la tarea emancipadora americana, al darle a los patriotas su más sólido argumento ideológico-jurídico, basal de la civilización occidental: La desaparición de la metrópoli revertía la soberanía en el pueblo, el que a partir de ese momento, tenía el derecho de darse un nuevo gobierno.
La tercera, Doña Carlota Joaquina, hija de Carlos IV, hermana de Fernando VII, nacida en 1.755 y casada con Juan VI de Portugal, en la idea, concebida por Floridablanca, de afianzar la unión entre España y Portugal, supo distinguirse como mujer enérgica, interesada en los asuntos públicos y de grandes ambiciones. La invasión napoleónica a Portugal en 1.807 hizo que la Corte Portuguesa se trasladase a Brasil, instalándose en Río de Janeiro e intentando extender sus dominios al Virreinato del Río de la Plata. Su condición de única miembro de la familia real española en libertad, alimentaron sus ansias en tal dirección, no habiendo sido pocos sus partidarios entre los patriotas de mayo.(6)
No pensamos que la Infanta haya presupuesto, que la prodigalidad de sus ambiciones, señalase a los Americanistas del Plata la necesidad de acortar los plazos y acelerar las decisiones, en vistas de una situación europea que, a 1.810 se presentaba como inmejorable a sus designios independentistas.
El análisis de los antecedentes, obliga a considerar también la influencia que sobre los acontecimientos de Mayo de 1.810 debe atribuirse al “absolutismo español”. El estudio del mismo nos permite arriesgar una nueva “triada”, ya que como bien señala Juan González Calderón, el absolutismo de España se manifestaba en lo político, lo económico y lo religioso. (7)
El absolutismo político, instrumentado por el nombramiento de las autoridades ejecutivas y administrativas por el rey; la legislación de Indias dictada en la Metrópoli, con expresa prohibición de representación popular alguna que significase la participación de los naturales, tendía a la formación de dóciles vasallos en vez de ciudadanos libres. Esto, sumado al desprecio de que eran objeto los americanos por parte de los españoles europeos, fue produciendo una diferenciación en dos clase sociales que tendrían la oportunidad de enfrentarse en el movimiento de mayo.
El absolutismo económico, caracterizado por restricciones injustificadas al comercio y un sistema fiscal opresivo, imponía a las colonias el peso de una metrópoli que se reservaba para sí altos lucros en la intermediación con la nueva Europa industrial, negando a sus dominios americanos la posibilidad de un contacto directo con ella, con la consiguiente doble ventaja que este hecho hubiese implicado, primero en cuanto al pago de menores precios de importación, y segundo por la mayor ganancia derivada de la exportación de los productos locales.
El tercer elemento de esta triada, el absolutismo religioso, implantado a través de la legislación indiana, que hería al americano en lo más profundo de su ser, violentando arbitrariamente su libertad de conciencia. Basta recordar la Ley 28, lib. 1º, tít. 1 que establecía la confiscación de la mitad de los bienes a todo aquel que muriese sin “confesar devotamente sus pecados y recibir el santísimo sacramento de la Eucaristía, según lo dispone nuestra Santa Madre Iglesia”. En sentido similar, la Ley 15, lib. 1º, tít. 24, disponía “que no se concedan licencias para imprimir libros en sus distritos y jurisdicciones, de cualquier materia o calidad que sean, sin proceder la censura, conforme está dispuesto y se acostumbra”.
La Revolución Iluminista
A modo de introito, vaya una triada de citas:
“En el mes de mayo, me mandaron llamar mis amigos de Buenos Aires, diciéndome que era llegado el caso de trabajar por la patria para adquirir la libertad e independencia deseada, volé a presentarme y hacer cuanto estuviese a mis alcances”. Manuel Belgrano.(8)
“La Revolución de Mayo de 1810, es el acontecimiento más importante ocurrido en estas tierras en el siglo XIX . . . marcó el comienzo de trascendentes transformaciones políticas, sociales, culturales e ideológicas en la sociedad rioplatense”. Félix Luna. (9)
“Los sucesos de Mayo merecen ser estudiados en sus menores detalles. Anuncian la alborada espléndida de una nación de inmenso porvenir”. Alberto Palcos.(10)
Remarcada por los citados la importancia del tema, antes de su desarrollo, concédaseme una licencia a fin de poder remontarme brevemente a la etimología de la voz “mayo”. Es posible que estas breves separatas del tema principal aparezcan como ociosas, pero al rescatar la importancia de esta ciencia como “historia de las palabras”, de hecho que la misma puede ayudarnos a desentrañar los primeros conceptos de los vocablos. En tal sentido, recordemos que el mes de mayo es el tercero del calendario masónico y quinto del gregoriano. De sus orígenes latinos rescatamos la voz “maius” de significación mes de “maia”, Diosa de la primavera entre los antiguos romanos, lo que aseguraba a su mes la prodigalidad en dones. De allí, la tal vez inconsciente coincidencia con la precedente cita de Palcos en cuanto a la palabra “alborada”, utilizada por éste a modo de nacimiento o génesis de la nueva Nación.
Disgresiones aparte, cabe ahora adentrarnos en el tema de fondo: “La Revolución”.
En aras del orden propuesto en el epígrafe, se propone a los lectores una primera triada para la consideración del hecho revolucionario. Partiendo de la llegada al Puerto de Montevideo de la fragata inglesa “John Paris” el día 13 de mayo, con la noticia de la caída de Sevilla en manos de Napoleón, se precipitan los acontecimientos en Buenos Aires, en una sucesión cronológica de tres fechas de cuyo análisis no podemos prescindir: el Cabildo Abierto del día 22, la Contrarrevolución y el Cabildo del 25.
La primera, la del cabildo del 22. Antes y más allá de su trascendencia en orden al resultado de su decisorio, debe rescatarse por su valor como expresión primigenia de la soberanía popular en esta parte de la América. De los 450 invitados, concurrieron 251, de los cuales 94 eran comerciantes, vecinos y hacendados, 93 empleados y funcionarios, 60 jefes y oficiales de mar y tierra, 27 profesionales liberales y 25 clérigos y frailes. La cuestión medular a determinar era responder al interrogante de saber “si se ha de subrogar otra autoridad a la superior” que ejercía el virrey en nombre de Fernando VII, y en caso afirmativo, ¿en quién debía recaer la designación?. No viene a cuento reseñar las largas discusiones sobre el particular, sino enfocar la atención sobre los aspectos más relevantes del debate, rescatando al efecto una triada de oradores, que resumen las distintas posiciones. Al primero que nos referimos es al Obispo Benito de Lué y Riega, quien enfáticamente negó el derecho de los americanos para hacer innovaciones en el gobierno, rescatando el hecho de que las Indias eran propiedad de España y de sus hijos quienes eran los únicos con derecho a gobernarlas. La soberanía del gobierno residía en España y era privativa de españoles. Correspondió a los masones Castelli y Paso rebatir dichas argumentaciones y sentar con singular acierto la doctrina de la autodeterminación soberana de los pueblos. Castelli, formado en Chuquisaca, ilustrado tanto en las doctrinas de la soberanía popular de Domingo de Soto, Francisco Suarez y Francisco de Vitoria, conocía por otro lado las más modernas concepciones contractualistas de Rousseau, Hobbes y Locke. Sostuvo en la oportunidad que habiendo caducado la España, con ella también lo han hecho sus autoridades, correspondiendo en consecuencia al pueblo reasumir la soberanía y designar las autoridades que estime convenientes a sus intereses. Como bien señala González Calderón (11), correspondió a Paso completar la exposición fundando la legitimación de Buenos Aires para actuar en nombre de todo el Virreinato, cuando sobre el particular señaló que “así como los hermanos o los amigos podían tomar legítimamente el negocio ajeno para beneficiar al ausente . . ., así una capital o un pueblo enterado del peligro común, tenía la facultad y el derecho de tomar la gestión del asunto, sin perjuicio de someterse después a la aprobación de sus condóminos o consocios . . .”. Las exposiciones reseñadas, fundantes de una nueva concepción referida al ejercicio de los derechos políticos, fue aprobada con amplitud, estableciéndose que el virrey debía cesar en el mando.
El segundo aspecto de la triada se vincula con la contrarrevolución orquestada desde el Cabildo, el que desconoció el pronunciamiento del pueblo a instancias de elementos realistas y reaccionarios, estableciendo en contra de lo expresamente decidido, una Junta de Gobierno encabezada por el Virrey antes depuesto.
Si bien los sucesos del 25 son ampliamente conocidos, no podemos dejar de remarcar que sólo la decidida acción del grupo patriota impidió la concreción de la maniobra contrarrevolucionaria, instaurando lo que la posteridad ha conocido como el “primer gobierno patrio”, objeto de esta conmemoración.
No podemos cerrar el capítulo revolucionario, sin mencionar una triada de sus efectos, que como principios básicos informan la Constitución de la Nación y constituyen los pilares sobre los que descansa nuestro sistema republicano: la soberanía popular, el sistema federal y el principio representativo.
La Participación Masónica
Durante años, la participación de la masonería en los sucesos de mayo de 1810, ha sido objeto de múltiples discusiones y no menos desencuentros. Sin embargo, se puede afirmar sin temor a equívoco, que a la Masonería Rioplatense de la época, no sólo le cupo una decidida acción en dichos acontecimientos, sino además, que su intervención resultó decisiva para el éxito del movimiento revolucionario.
La aparición de nuevas obras sobre el tema, la reconsideración de antiguas fuentes documentales y la tarea de jóvenes investigadores deseosos de profundizar esta cuestión, han contribuido grandemente a echar luz sobre el particular. Así por ejemplo, un muy documentado trabajo de Enrique de Gandía, el examen minucioso de la autobiografías de Saavedra, Belgrano y Guido y los más recientes estudios de Patricia Pasqualli, permiten arribar a la ya esbozada conclusión de que: la actuación de las logias y de los masones del Río de la Plata fueron determinantes en los acontecimientos de Mayo de 1.810.
Para el estudio del tema, podríamos arriesgar una última triada, siguiendo el orden siguiente: -El Estado de la Masonería en el Río de la Plata a principios del siglo XIX-; -La Actuación de los Patriotas Masones- y -la Identidad entre el Ideario Revolucionario y el Masónico-.
En la “Independencia de América y las Sociedades Secretas”, Enrique de Gandía (12) realiza un pormenorizado análisis sobre el primer aspecto. Sostiene que para 1810, la masonería había adquirido importante desarrollo en Buenos Aires. Entre los testimonios citados, figura el del General Enrique Martínez, el que en carta a Andrés Lamas declara que “desde época remota existía la sociedad masónica y Peña y Vieytes pertenecían a ella”. La época a la que refiere es la del Virrey Sobremonte, cuando la logia fue descubierta a raíz de una fuerte tormenta que arrastró mandiles y demás ornamentos. Agrega el General que la Jabonería de Vieytes era el lugar donde se reunía la logia “Amigos de la Libertad”.
Tales circunstancias hacen que Gandía arriesgue que ya para 1.795 existían trabajos masónicos en la capital del virreinato. Menciona a la muy conocida Logia San Juan de Jerusalén fundada en 1.804 por Juan de Silva Cordeiro, y cita a Ignacio Núñez, que en sus recuerdos afirma que las Invasiones Inglesas contribuyeron grandemente al fortalecimiento de la labor masónica.
Por su parte, Francisco Grilló, en sus “Episodios Patrios”, revela una comunicación de la Gran Logia de Versalles de 1795, dirigida a la Logia Independencia de Buenos Aires. Sobre esta misma Logia, el Coronel inglés Santiago Burke, narra que cuando se iba de la ciudad en 1809, fueron a despedirlo “un número de las principales personas del lugar, mis viejos amigos de Independencia”.
El General Miller, de hecho poco afecto a la masonería, escribe en sus “Memorias”: “un club, llamado la logia, se ha introducido con el objeto ostensible de promover la emancipación de la América Española . . .”(14).
Los testimonios citados, revelan que a la fecha del movimiento emancipador, la masonería era importante en Buenos Aires y se expresaba a través de varias logias, entre las cuales, las más conocidas históricamente han sido la San Juan de Jerusalén, la Independencia o Amigos de la Libertad y la Sociedad de los Siete, todas anteriores a la Lautaro..
La importancia del estudio de la segunda cuestión, referida al accionar de los patriotas masones, queda de manifiesto por el protagonismo que los mismos tuvieron durante los sucesos revolucionarios y en la conformación de la Primera Junta de Gobierno.
Los autores citados, a los que podemos sumar el Dean Funes, Zinni y Alcibíades Lappas, coinciden en cuanto a la pertenencia masónica de: Saavedra, Belgrano, Moreno, Matías Irigoyen, Donado, Chiclana, Paso, Castelli, Nicolás Rodríguez Peña, Berutti, Guido y Vieytes, entre otros muchos (15). Muchos atentos lectores podrán advertir que los masones enunciados fueron los principales protagonistas del cabildo del 22, se los sucesos posteriores y del gobierno emanado del movimiento revolucionario.
Más que ilustrativo respecto al rol de la Orden y de los masones resulta el testimonio del General Tomás Guido, quien en sus Memorias revela tales circunstancias de modo insuperable, atendiendo a su condición de protagonista. Dice el ilustre militar y masón respecto a la tarea de los masones al tomar éstos conocimiento de la pretendida contrarrevolución: “En la tarde del mismo día fue publicado por bando el acuerdo clasificado de popular, proclamando una junta compuesta del Virrey Cisneros como presidente y de los señores Saavedra, Castelli, Sola e Inchaurregui. El pueblo pareció satisfecho de esta elección y los españoles se felicitaron de haber salvado del peligro de un trastorno fundamental viendo triunfante la autoridad del Virrey. Muy diferente sensación produjo tal inesperado desenlace en el club reunido a las ocho de la noche en la casa del señor Peña… Era pues necesario deshacer lo hecho, convocar nuevamente al pueblo y obtener del cabildo se prestase a reconsiderar ante otra reunión popular la sanción de la víspera… Se aproximaba el alba sin que aún se hubiese convenido sobre los elegibles. Hubo un momento en que se desesperó de encontrarlos. Gran zozobra y desconsuelo para los congregados en ese gran complot de donde nació la libertad de la República. La situación cada vez presentaba un aspecto más siniestro. En estas circunstancias el señor Don Manuel Belgrano, mayor del Regimiento de Patricios, que vestido de uniforme escuchaba la discusión en la sala contigua, reclinado en un sofá, casi postrado por largas vigilias, observando la indecisión de sus amigos, púsose de pie y súbitamente y a paso acelerado y con el rostro encendido de su sangre generosa, entró en la sala del club (el comedor de la sala del señor Peña), y lanzando una mirada altiva en rededor de sí y poniendo la mano derecha sobre la cruz de su espada: ¡ Juro dijo, a la Patria, y a mis compañeros, que si a las tres de la tarde el Virrey no hubiese sido derrocado, a fe de caballero yo lo derrocaré con mis armas¡… Luego todos volvieron a ocuparse de los candidatos y cuando parecía agotada la esperanza, don Antonio Berutti pidió se le pasase papel y tintero y como inspirado de lo alto, trazó sin trepidar los nombres de los que compusieron la Primera Junta.”(16).
El tercer aspecto de esta última triada, refiere a la identidad entre el ideario de Mayo y el masónico.
Si reflexionamos un minuto sobre el simbólico y bello aserto del Libro de la Ley Sagrada - la Biblia-: “. . .por sus frutos los conoceréis”, no ha de resultar una temeridad afirmar que lo que el movimiento revolucionario de mayo produjo y plasmó en la sociedad civil, no fue más que la manifestación externa del ideario humanístico de la masonería, sintetizado en su lema de LIBERTAD, IGUALDAD y FRATERNIDAD.
El denominado “Espíritu de Mayo”, como ya se dijera, base y programa del ordenamiento constitucional argentino, reconoce como su más importante fuente a las enseñanzas de la masonería vinculadas con la soberanía popular, la autodeterminación de los pueblos, la igualdad jurídica, la división de poderes, la representación, las libertades de pensamiento, expresión y conciencia, tan largamente trabajadas y estudiadas en la serenidad de los templos y bellamente labradas en el corazón de cada masón.
Para los masones, el “Espíritu de Mayo”, encarnación político-institucional del “Espíritu Masónico”, debe ser motivo de permanente recordación entre nosotros; de la misma forma en que la conducta de quienes precedieron ha de ser motivo de emulación; pero como la obra comenzada en mayo de .810 lejos está aún de ser terminada, es obligación de la ciudadanía argentina, preparada para ser del mundo y abierta a los desafíos de sus tiempos, continuar con esos trabajos.
CITAS:
(1) Gómez de Silva, Guido, Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Española, Fondo de Cultura Económica, Méjico, p. 691.
(2) Diccionario Universal Enciclopédico, Plaza y Janes editores, Barcelona, 1995.
(3) Bazot, M. , Manual de la Francmasonería, Angeres, 1845, Tomo II.
(4) Frau Aubrines y Rosendo Arúst Arderiú, Diccionario Enciclopédico de la Masonería, Editorial Kier, Buenos Aires, 1962, T 2, p. 862.
(5) Pigna, Felipe, Los Mitos de la Historia Argentina, Grupo Editor Norma, Buenos Aires, 2004, p. 218.
(6) Idem., p 220.
(7) González Calderón, Juan, Derecho Constitucional Argentino, J. Lajouane Editores, Buenos Aires, 1930, T 1, p. 3.
(8) Belgrano, Manuel, Autobiografía, en Los Sucesos de Mayo, Ed. Jackson, Buenos Aires, 1945, p. 117.
(9) Luna, Félix, Historia Integral de la Argentina, Ed. Planeta, T 5, p. 380.
(10) Palcos, Alberto, Prólogo a los Sucesos de Mayo, op.cit., p. XVIII.
(11) González Calderón, Juan, op.cit., p.17.
(12) De Gandía, Enrique, La Independencia de América y Las Sociedades Secretas, Ed. Sudamérica - Santa Fe, 1994, p. 118 y ss.
(13) Idem., p. 125.
(14) Miller, John, Memorias del General Miller, Ed. Emecé, 1997, p. 259.
(15) Lappas, Alcibíades, La Masonería Argentina a Través de sus Hombres, Buenos Aires, 1966.
(16) Guido, Tomás, Reseña Histórica de los Sucesos de Mayo, en Los Sucesos de Mayo, op.cit., p. 185 y ss.
La participación de la masonería el 25 de Mayo de 1810
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Re: Virreinato del Río de la Plata
La participación de la masonería el 25 de Mayo de 1810
La Plata - Durante años, la participación de la masonería -organización discreta no secreta- en los sucesos de mayo de 1810, ha sido objeto de múltiples discusiones y no menos desencuentros. Sin embargo, se puede afirmar sin temor a equívoco, que a la Masonería Rioplatense de la época, no sólo le cupo una decidida acción en dichos acontecimientos, sino además, que su intervención resultó decisiva para el éxito del movimiento revolucionario. Sus lemas fueron la Libertad, la Igualdda y la Fraternidad.
Conmemorar la Revolución de Mayo de 1810, conlleva la necesidad de rescatar los tres aspectos etimológicos del vocablo: Hacer memoria, Honrar la memoria y Hablar de esa memoria.
Tradicionalmente, los homenajes a la fecha patria, reconocen sólo dos de estos aspectos: el honrar y el hablar -triada filofófica y básica-. En efecto si se repasan tanto los desarrollados a nivel educativo como luego los institucionales, observamos que, básicamente se dirigen a reivindicar la figura de los protagonistas, honrando así su memoria o a mencionar circunstancias, las más de las veces anecdóticas y pueriles sobre el acontecimiento, hablando de esta manera del acontecimiento, sin llegar casi nunca al tercer y más importante aspecto, es decir el Hacer o el Construir la memoria del hecho Revolucionario.
Se advertirá que, a esta última finalidad se aviene con particular eficacia no sólo la definición vulgar de la voz “triada”, sino la complementaria y enriquecida del neoplatonismo, que ve en la misma, a más del conjunto de tres cosas o personas, la unión del ser, la inteligencia y el alma de las cosas y los acontecimientos (4).
La utilización del ternario, sus diversas acepciones y derivaciones en el trabajo de esta noche, no han de verse únicamente como juego dialéctico, etimológico o simbólico, sino como un medio particularmente masónico de edificar la memoria de la Revolución de Mayo 1810, a partir de un conjunto de triadas, usualmente pasadas por alto, y de las cuales, la primera, está dada por la propia estructura del acta suscripta entonces que consta en el Cabildo, la que analiza sólo tres aspectos del hecho histórico, en el siguiente orden: antes que nada, sus antecedentes, en segundo lugar la Revolución en sí, y finalmente, la participación en dicho movimiento.
Algunos de sus Antecedentes.
Razón le asiste a Felipe Pigna cuando afirma que “los hechos de Mayo son absolutamente inexplicables sin la comprensión necesaria de la situación europea”(5).
Una triada de nombres, usualmente no mencionados, pueden constituir un primer modo de acercamiento a la comprensión de aquella situación. Nos referimos a JAMES WATT, MANUEL GODOY y a Doña CARLOTA JOAQUINA.
El primero, nacido en Birmingham, Inglaterra, el 19 de enero de 1.736, aprendió de su padre el uso de las herramientas y útiles náuticos. A la vez, su pasión por las matemáticas lo trasladó a Londres, lugar donde a más de la docencia, pudo dedicarse al estudio de los usos y aprovechamiento del vapor, logrando desarrollar la “máquina de vapor” que le daría celebridad. La genial invención habría de difundirse inmediatamente en Gran Bretaña, pasando luego a Francia y al resto del continente europeo. Este hecho tecnológico significó el nacimiento de la industrialización a gran escala, de la producción en masa, a la vez que cimentó el afianzamiento del capitalismo; circunstancias todas que confluyeron a gestar el fenómeno universalmente conocido como “revolución industrial”, operándose a partir de la misma los más profundos cambios no sólo en lo económico, sino también en lo político y en lo social.
En lo que hace al tema que nos ocupa, creemos que lejos habría de estar nuestro James Watt de tal siquiera imaginar que este movimiento, derivado de su inventiva y amor a la mecánica, devendría en lo inmediato en el conflicto entre Inglaterra y Francia por el control de los mercados y tendiente a plasmar la preeminencia económica de alguna de las dos potencias. La necesidad de ubicar los productos, ahora fabricados masivamente, y la de asegurar las materias primas necesarias para su elaboración, involucran en la disputa a la América Hispana, tanto como potencial adquirente de los primeros, como proveedora de las segundas.
El segundo, Don Manuel Godoy, natural de Badajoz, nacido el 12 de mayo de 1.767 supo desde joven granjearse la simpatía de la Corte Española, al extremo de que a los 22 años se erige en el favorito del Rey Carlos IV y amante de su esposa, la reina María Luisa. Desde tan privilegiada posición, puede decirse que desde 1.789 maneja los destinos de España para contento de sus amigos y desgracia de sus enemigos. Entre aquellos deben contarse a los partidarios de las luces y de la educación y entre los últimos a los ultramontanos, sostenedores del poder eclesiástico. A la vez que puso freno a la inquisición, permitió el regreso a España de los judíos, propulsó la educación creando Colegios y Universidades entre las que destacan el real Colegio de Medicina, el Cuerpo de Ingenieros y la Escuela de Veterinaria. Sin embargo, la posteridad ha de recordarlo como el responsable directo de la caída del reino español en manos de Napoleón, luego de las vergonzosas abdicaciones de Bayona que culminaron con el alejamiento de Carlos IV y posteriormente de su hijo Fernando VII.
Tampoco creemos que por la mente del “favorito” Godoy, pasara que tras la pérdida de España, de alguna manera por él permitida, se facilitaría en gran medida la tarea emancipadora americana, al darle a los patriotas su más sólido argumento ideológico-jurídico, basal de la civilización occidental: La desaparición de la metrópoli revertía la soberanía en el pueblo, el que a partir de ese momento, tenía el derecho de darse un nuevo gobierno.
La tercera, Doña Carlota Joaquina, hija de Carlos IV, hermana de Fernando VII, nacida en 1.755 y casada con Juan VI de Portugal, en la idea, concebida por Floridablanca, de afianzar la unión entre España y Portugal, supo distinguirse como mujer enérgica, interesada en los asuntos públicos y de grandes ambiciones. La invasión napoleónica a Portugal en 1.807 hizo que la Corte Portuguesa se trasladase a Brasil, instalándose en Río de Janeiro e intentando extender sus dominios al Virreinato del Río de la Plata. Su condición de única miembro de la familia real española en libertad, alimentaron sus ansias en tal dirección, no habiendo sido pocos sus partidarios entre los patriotas de mayo.(6)
No pensamos que la Infanta haya presupuesto, que la prodigalidad de sus ambiciones, señalase a los Americanistas del Plata la necesidad de acortar los plazos y acelerar las decisiones, en vistas de una situación europea que, a 1.810 se presentaba como inmejorable a sus designios independentistas.
El análisis de los antecedentes, obliga a considerar también la influencia que sobre los acontecimientos de Mayo de 1.810 debe atribuirse al “absolutismo español”. El estudio del mismo nos permite arriesgar una nueva “triada”, ya que como bien señala Juan González Calderón, el absolutismo de España se manifestaba en lo político, lo económico y lo religioso. (7)
El absolutismo político, instrumentado por el nombramiento de las autoridades ejecutivas y administrativas por el rey; la legislación de Indias dictada en la Metrópoli, con expresa prohibición de representación popular alguna que significase la participación de los naturales, tendía a la formación de dóciles vasallos en vez de ciudadanos libres. Esto, sumado al desprecio de que eran objeto los americanos por parte de los españoles europeos, fue produciendo una diferenciación en dos clase sociales que tendrían la oportunidad de enfrentarse en el movimiento de mayo.
El absolutismo económico, caracterizado por restricciones injustificadas al comercio y un sistema fiscal opresivo, imponía a las colonias el peso de una metrópoli que se reservaba para sí altos lucros en la intermediación con la nueva Europa industrial, negando a sus dominios americanos la posibilidad de un contacto directo con ella, con la consiguiente doble ventaja que este hecho hubiese implicado, primero en cuanto al pago de menores precios de importación, y segundo por la mayor ganancia derivada de la exportación de los productos locales.
El tercer elemento de esta triada, el absolutismo religioso, implantado a través de la legislación indiana, que hería al americano en lo más profundo de su ser, violentando arbitrariamente su libertad de conciencia. Basta recordar la Ley 28, lib. 1º, tít. 1 que establecía la confiscación de la mitad de los bienes a todo aquel que muriese sin “confesar devotamente sus pecados y recibir el santísimo sacramento de la Eucaristía, según lo dispone nuestra Santa Madre Iglesia”. En sentido similar, la Ley 15, lib. 1º, tít. 24, disponía “que no se concedan licencias para imprimir libros en sus distritos y jurisdicciones, de cualquier materia o calidad que sean, sin proceder la censura, conforme está dispuesto y se acostumbra”.
La Revolución
A modo de introito, vaya una triada de citas:
“En el mes de mayo, me mandaron llamar mis amigos de Buenos Aires, diciéndome que era llegado el caso de trabajar por la patria para adquirir la libertad e independencia deseada, volé a presentarme y hacer cuanto estuviese a mis alcances”. Manuel Belgrano.(8)
“La Revolución de Mayo de 1810, es el acontecimiento más importante ocurrido en estas tierras en el siglo XIX . . . marcó el comienzo de trascendentes transformaciones políticas, sociales, culturales e ideológicas en la sociedad rioplatense”. Félix Luna. (9)
“Los sucesos de Mayo merecen ser estudiados en sus menores detalles. Anuncian la alborada espléndida de una nación de inmenso porvenir”. Alberto Palcos.(10)
Remarcada por los citados la importancia del tema, antes de su desarrollo, concédaseme una licencia a fin de poder remontarme brevemente a la etimología de la voz “mayo”. Es posible que estas breves separatas del tema principal aparezcan como ociosas, pero al rescatar la importancia de esta ciencia como “historia de las palabras”, de hecho que la misma puede ayudarnos a desentrañar los primeros conceptos de los vocablos. En tal sentido, recordemos que el mes de mayo es el tercero del calendario masónico y quinto del gregoriano. De sus orígenes latinos rescatamos la voz “maius” de significación mes de “maia”, Diosa de la primavera entre los antiguos romanos, lo que aseguraba a su mes la prodigalidad en dones. De allí, la tal vez inconsciente coincidencia con la precedente cita de Palcos en cuanto a la palabra “alborada”, utilizada por éste a modo de nacimiento o génesis de la nueva Nación.
Disgresiones aparte, cabe ahora adentrarnos en el tema de fondo: “La Revolución”.
En aras del orden propuesto en el epígrafe, se propone a los lectores una primera triada para la consideración del hecho revolucionario. Partiendo de la llegada al Puerto de Montevideo de la fragata inglesa “John Paris” el día 13 de mayo, con la noticia de la caída de Sevilla en manos de Napoleón, se precipitan los acontecimientos en Buenos Aires, en una sucesión cronológica de tres fechas de cuyo análisis no podemos prescindir: el Cabildo Abierto del día 22, la Contrarrevolución y el Cabildo del 25.
La primera, la del cabildo del 22. Antes y más allá de su trascendencia en orden al resultado de su decisorio, debe rescatarse por su valor como expresión primigenia de la soberanía popular en esta parte de la América. De los 450 invitados, concurrieron 251, de los cuales 94 eran comerciantes, vecinos y hacendados, 93 empleados y funcionarios, 60 jefes y oficiales de mar y tierra, 27 profesionales liberales y 25 clérigos y frailes. La cuestión medular a determinar era responder al interrogante de saber “si se ha de subrogar otra autoridad a la superior” que ejercía el virrey en nombre de Fernando VII, y en caso afirmativo, ¿en quién debía recaer la designación?. No viene a cuento reseñar las largas discusiones sobre el particular, sino enfocar la atención sobre los aspectos más relevantes del debate, rescatando al efecto una triada de oradores, que resumen las distintas posiciones. Al primero que nos referimos es al Obispo Benito de Lué y Riega, quien enfáticamente negó el derecho de los americanos para hacer innovaciones en el gobierno, rescatando el hecho de que las Indias eran propiedad de España y de sus hijos quienes eran los únicos con derecho a gobernarlas. La soberanía del gobierno residía en España y era privativa de españoles. Correspondió a los masones Castelli y Paso rebatir dichas argumentaciones y sentar con singular acierto la doctrina de la autodeterminación soberana de los pueblos. Castelli, formado en Chuquisaca, ilustrado tanto en las doctrinas de la soberanía popular de Domingo de Soto, Francisco Suarez y Francisco de Vitoria, conocía por otro lado las más modernas concepciones contractualistas de Rousseau, Hobbes y Locke. Sostuvo en la oportunidad que habiendo caducado la España, con ella también lo han hecho sus autoridades, correspondiendo en consecuencia al pueblo reasumir la soberanía y designar las autoridades que estime convenientes a sus intereses. Como bien señala González Calderón (11), correspondió a Paso completar la exposición fundando la legitimación de Buenos Aires para actuar en nombre de todo el Virreinato, cuando sobre el particular señaló que “así como los hermanos o los amigos podían tomar legítimamente el negocio ajeno para beneficiar al ausente . . ., así una capital o un pueblo enterado del peligro común, tenía la facultad y el derecho de tomar la gestión del asunto, sin perjuicio de someterse después a la aprobación de sus condóminos o consocios . . .”. Las exposiciones reseñadas, fundantes de una nueva concepción referida al ejercicio de los derechos políticos, fue aprobada con amplitud, estableciéndose que el virrey debía cesar en el mando.
El segundo aspecto de la triada se vincula con la contrarrevolución orquestada desde el Cabildo, el que desconoció el pronunciamiento del pueblo a instancias de elementos realistas y reaccionarios, estableciendo en contra de lo expresamente decidido, una Junta de Gobierno encabezada por el Virrey antes depuesto.
Si bien los sucesos del 25 son ampliamente conocidos, no podemos dejar de remarcar que sólo la decidida acción del grupo patriota impidió la concreción de la maniobra contrarrevolucionaria, instaurando lo que la posteridad ha conocido como el “primer gobierno patrio”, objeto de esta conmemoración.
No podemos cerrar el capítulo revolucionario, sin mencionar una triada de sus efectos, que como principios básicos informan la Constitución de la Nación y constituyen los pilares sobre los que descansa nuestro sistema republicano: la soberanía popular, el sistema federal y el principio representativo.
La Participación Masónica.
Durante años, la participación de la masonería en los sucesos de mayo de 1810, ha sido objeto de múltiples discusiones y no menos desencuentros. Sin embargo, se puede afirmar sin temor a equívoco, que a la Masonería Rioplatense de la época, no sólo le cupo una decidida acción en dichos acontecimientos, sino además, que su intervención resultó decisiva para el éxito del movimiento revolucionario.
La aparición de nuevas obras sobre el tema, la reconsideración de antiguas fuentes documentales y la tarea de jóvenes investigadores deseosos de profundizar esta cuestión, han contribuido grandemente a echar luz sobre el particular. Así por ejemplo, un muy documentado trabajo de Enrique de Gandía, el examen minucioso de la autobiografías de Saavedra, Belgrano y Guido y los más recientes estudios de Patricia Pasqualli, permiten arribar a la ya esbozada conclusión de que: la actuación de las logias y de los masones del Río de la Plata fueron determinantes en los acontecimientos de Mayo de 1.810.
Para el estudio del tema, podríamos arriesgar una última triada, siguiendo el orden siguiente: -El Estado de la Masonería en el Río de la Plata a principios del siglo XIX-; -La Actuación de los Patriotas Masones- y -la Identidad entre el Ideario Revolucionario y el Masónico-.
En la “Independencia de América y las Sociedades Secretas”, Enrique de Gandía (12) realiza un pormenorizado análisis sobre el primer aspecto. Sostiene que para 1810, la masonería había adquirido importante desarrollo en Buenos Aires. Entre los testimonios citados, figura el del General Enrique Martínez, el que en carta a Andrés Lamas declara que “desde época remota existía la sociedad masónica y Peña y Vieytes pertenecían a ella”. La época a la que refiere es la del Virrey Sobremonte, cuando la logia fue descubierta a raíz de una fuerte tormenta que arrastró mandiles y demás ornamentos. Agrega el General que la Jabonería de Vieytes era el lugar donde se reunía la logia “Amigos de la Libertad”.
Tales circunstancias hacen que Gandía arriesgue que ya para 1.795 existían trabajos masónicos en la capital del virreinato. Menciona a la muy conocida Logia San Juan de Jerusalén fundada en 1.804 por Juan de Silva Cordeiro, y cita a Ignacio Núñez, que en sus recuerdos afirma que las Invasiones Inglesas contribuyeron grandemente al fortalecimiento de la labor masónica.
Por su parte, Francisco Grilló, en sus “Episodios Patrios”, revela una comunicación de la Gran Logia de Versalles de 1795, dirigida a la Logia Independencia de Buenos Aires. Sobre esta misma Logia, el Coronel inglés Santiago Burke, narra que cuando se iba de la ciudad en 1809, fueron a despedirlo “un número de las principales personas del lugar, mis viejos amigos de Independencia”.
El General Miller, de hecho poco afecto a la masonería, escribe en sus “Memorias”: “un club, llamado la logia, se ha introducido con el objeto ostensible de promover la emancipación de la América Española . . .”(14).
Los testimonios citados, revelan que a la fecha del movimiento emancipador, la masonería era importante en Buenos Aires y se expresaba a través de varias logias, entre las cuales, las más conocidas históricamente han sido la San Juan de Jerusalén, la Independencia o Amigos de la Libertad y la Sociedad de los Siete, todas anteriores a la Lautaro..
La importancia del estudio de la segunda cuestión, referida al accionar de los patriotas masones, queda de manifiesto por el protagonismo que los mismos tuvieron durante los sucesos revolucionarios y en la conformación de la Primera Junta de Gobierno.
Los autores citados, a los que podemos sumar el Dean Funes, Zinni y Alcibíades Lappas, coinciden en cuanto a la pertenencia masónica de: Saavedra, Belgrano, Moreno, Matías Irigoyen, Donado, Chiclana, Paso, Castelli, Nicolás Rodríguez Peña, Berutti, Guido y Vieytes, entre otros muchos (15). Muchos atentos lectores podrán advertir que los masones enunciados fueron los principales protagonistas del cabildo del 22, se los sucesos posteriores y del gobierno emanado del movimiento revolucionario.
Más que ilustrativo respecto al rol de la Orden y de los masones resulta el testimonio del General Tomás Guido, quien en sus Memorias revela tales circunstancias de modo insuperable, atendiendo a su condición de protagonista. Dice el ilustre militar y masón respecto a la tarea de los masones al tomar éstos conocimiento de la pretendida contrarrevolución: “En la tarde del mismo día fue publicado por bando el acuerdo clasificado de popular, proclamando una junta compuesta del Virrey Cisneros como presidente y de los señores Saavedra, Castelli, Sola e Inchaurregui. El pueblo pareció satisfecho de esta elección y los españoles se felicitaron de haber salvado del peligro de un trastorno fundamental viendo triunfante la autoridad del Virrey. Muy diferente sensación produjo tal inesperado desenlace en el club reunido a las ocho de la noche en la casa del señor Peña… Era pues necesario deshacer lo hecho, convocar nuevamente al pueblo y obtener del cabildo se prestase a reconsiderar ante otra reunión popular la sanción de la víspera… Se aproximaba el alba sin que aún se hubiese convenido sobre los elegibles. Hubo un momento en que se desesperó de encontrarlos. Gran zozobra y desconsuelo para los congregados en ese gran complot de donde nació la libertad de la República. La situación cada vez presentaba un aspecto más siniestro. En estas circunstancias el señor Don Manuel Belgrano, mayor del Regimiento de Patricios, que vestido de uniforme escuchaba la discusión en la sala contigua, reclinado en un sofá, casi postrado por largas vigilias, observando la indecisión de sus amigos, púsose de pie y súbitamente y a paso acelerado y con el rostro encendido de su sangre generosa, entró en la sala del club (el comedor de la sala del señor Peña), y lanzando una mirada altiva en rededor de sí y poniendo la mano derecha sobre la cruz de su espada: ¡ Juro dijo, a la Patria, y a mis compañeros, que si a las tres de la tarde el Virrey no hubiese sido derrocado, a fe de caballero yo lo derrocaré con mis armas¡… Luego todos volvieron a ocuparse de los candidatos y cuando parecía agotada la esperanza, don Antonio Berutti pidió se le pasase papel y tintero y como inspirado de lo alto, trazó sin trepidar los nombres de los que compusieron la Primera Junta.”(16).
El tercer aspecto de esta última triada, refiere a la identidad entre el ideario de Mayo y el masónico.
Si reflexionamos un minuto sobre el simbólico y bello aserto del Libro de la Ley Sagrada - la Biblia-: “. . .por sus frutos los conoceréis”, no ha de resultar una temeridad afirmar que lo que el movimiento revolucionario de mayo produjo y plasmó en la sociedad civil, no fue más que la manifestación externa del ideario humanístico de la masonería, sintetizado en su lema de LIBERTAD, IGUALDAD y FRATERNIDAD.
El denominado “Espíritu de Mayo”, como ya se dijera, base y programa del ordenamiento constitucional argentino, reconoce como su más importante fuente a las enseñanzas de la masonería vinculadas con la soberanía popular, la autodeterminación de los pueblos, la igualdad jurídica, la división de poderes, la representación, las libertades de pensamiento, expresión y conciencia, tan largamente trabajadas y estudiadas en la serenidad de los templos y bellamente labradas en el corazón de cada masón.
Para los masones, el “Espíritu de Mayo”, encarnación político-institucional del “Espíritu Masónico”, debe ser motivo de permanente recordación entre nosotros; de la misma forma en que la conducta de quienes precedieron ha de ser motivo de emulación; pero como la obra comenzada en mayo de .810 lejos está aún de ser terminada, es obligación de la ciudadanía argentina, preparada para ser del mundo y abierta a los desafíos de sus tiempos, continuar con esos trabajos.
CITAS:
(1) Gómez de Silva, Guido, Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Española, Fondo de Cultura Económica, Méjico, p. 691.
(2) Diccionario Universal Enciclopédico, Plaza y Janes editores, Barcelona, 1995.
(3) Bazot, M. , Manual de la Francmasonería, Angeres, 1845, Tomo II.
(4) Frau Aubrines y Rosendo Arúst Arderiú, Diccionario Enciclopédico de la Masonería, Editorial Kier, Buenos Aires, 1962, T 2, p. 862.
(5) Pigna, Felipe, Los Mitos de la Historia Argentina, Grupo Editor Norma, Buenos Aires, 2004, p. 218.
(6) Idem., p 220.
(7) González Calderón, Juan, Derecho Constitucional Argentino, J. Lajouane Editores, Buenos Aires, 1930, T 1, p. 3.
(8) Belgrano, Manuel, Autobiografía, en Los Sucesos de Mayo, Ed. Jackson, Buenos Aires, 1945, p. 117.
(9) Luna, Félix, Historia Integral de la Argentina, Ed. Planeta, T 5, p. 380.
(10) Palcos, Alberto, Prólogo a los Sucesos de Mayo, op.cit., p. XVIII.
(11) González Calderón, Juan, op.cit., p.17.
(12) De Gandía, Enrique, La Independencia de América y Las Sociedades Secretas, Ed. Sudamérica - Santa Fe, 1994, p. 118 y ss.
(13) Idem., p. 125.
(14) Miller, John, Memorias del General Miller, Ed. Emecé, 1997, p. 259.
(15) Lappas, Alcibíades, La Masonería Argentina a Través de sus Hombres, Buenos Aires, 1966.
(16) Guido, Tomás, Reseña Histórica de los Sucesos de Mayo, en Los Sucesos de Mayo, op.cit., p. 185 y ss.
Conmemorar la Revolución de Mayo de 1810, conlleva la necesidad de rescatar los tres aspectos etimológicos del vocablo: Hacer memoria, Honrar la memoria y Hablar de esa memoria.
Tradicionalmente, los homenajes a la fecha patria, reconocen sólo dos de estos aspectos: el honrar y el hablar -triada filofófica y básica-. En efecto si se repasan tanto los desarrollados a nivel educativo como luego los institucionales, observamos que, básicamente se dirigen a reivindicar la figura de los protagonistas, honrando así su memoria o a mencionar circunstancias, las más de las veces anecdóticas y pueriles sobre el acontecimiento, hablando de esta manera del acontecimiento, sin llegar casi nunca al tercer y más importante aspecto, es decir el Hacer o el Construir la memoria del hecho Revolucionario.
Se advertirá que, a esta última finalidad se aviene con particular eficacia no sólo la definición vulgar de la voz “triada”, sino la complementaria y enriquecida del neoplatonismo, que ve en la misma, a más del conjunto de tres cosas o personas, la unión del ser, la inteligencia y el alma de las cosas y los acontecimientos (4).
La utilización del ternario, sus diversas acepciones y derivaciones en el trabajo de esta noche, no han de verse únicamente como juego dialéctico, etimológico o simbólico, sino como un medio particularmente masónico de edificar la memoria de la Revolución de Mayo 1810, a partir de un conjunto de triadas, usualmente pasadas por alto, y de las cuales, la primera, está dada por la propia estructura del acta suscripta entonces que consta en el Cabildo, la que analiza sólo tres aspectos del hecho histórico, en el siguiente orden: antes que nada, sus antecedentes, en segundo lugar la Revolución en sí, y finalmente, la participación en dicho movimiento.
Algunos de sus Antecedentes.
Razón le asiste a Felipe Pigna cuando afirma que “los hechos de Mayo son absolutamente inexplicables sin la comprensión necesaria de la situación europea”(5).
Una triada de nombres, usualmente no mencionados, pueden constituir un primer modo de acercamiento a la comprensión de aquella situación. Nos referimos a JAMES WATT, MANUEL GODOY y a Doña CARLOTA JOAQUINA.
El primero, nacido en Birmingham, Inglaterra, el 19 de enero de 1.736, aprendió de su padre el uso de las herramientas y útiles náuticos. A la vez, su pasión por las matemáticas lo trasladó a Londres, lugar donde a más de la docencia, pudo dedicarse al estudio de los usos y aprovechamiento del vapor, logrando desarrollar la “máquina de vapor” que le daría celebridad. La genial invención habría de difundirse inmediatamente en Gran Bretaña, pasando luego a Francia y al resto del continente europeo. Este hecho tecnológico significó el nacimiento de la industrialización a gran escala, de la producción en masa, a la vez que cimentó el afianzamiento del capitalismo; circunstancias todas que confluyeron a gestar el fenómeno universalmente conocido como “revolución industrial”, operándose a partir de la misma los más profundos cambios no sólo en lo económico, sino también en lo político y en lo social.
En lo que hace al tema que nos ocupa, creemos que lejos habría de estar nuestro James Watt de tal siquiera imaginar que este movimiento, derivado de su inventiva y amor a la mecánica, devendría en lo inmediato en el conflicto entre Inglaterra y Francia por el control de los mercados y tendiente a plasmar la preeminencia económica de alguna de las dos potencias. La necesidad de ubicar los productos, ahora fabricados masivamente, y la de asegurar las materias primas necesarias para su elaboración, involucran en la disputa a la América Hispana, tanto como potencial adquirente de los primeros, como proveedora de las segundas.
El segundo, Don Manuel Godoy, natural de Badajoz, nacido el 12 de mayo de 1.767 supo desde joven granjearse la simpatía de la Corte Española, al extremo de que a los 22 años se erige en el favorito del Rey Carlos IV y amante de su esposa, la reina María Luisa. Desde tan privilegiada posición, puede decirse que desde 1.789 maneja los destinos de España para contento de sus amigos y desgracia de sus enemigos. Entre aquellos deben contarse a los partidarios de las luces y de la educación y entre los últimos a los ultramontanos, sostenedores del poder eclesiástico. A la vez que puso freno a la inquisición, permitió el regreso a España de los judíos, propulsó la educación creando Colegios y Universidades entre las que destacan el real Colegio de Medicina, el Cuerpo de Ingenieros y la Escuela de Veterinaria. Sin embargo, la posteridad ha de recordarlo como el responsable directo de la caída del reino español en manos de Napoleón, luego de las vergonzosas abdicaciones de Bayona que culminaron con el alejamiento de Carlos IV y posteriormente de su hijo Fernando VII.
Tampoco creemos que por la mente del “favorito” Godoy, pasara que tras la pérdida de España, de alguna manera por él permitida, se facilitaría en gran medida la tarea emancipadora americana, al darle a los patriotas su más sólido argumento ideológico-jurídico, basal de la civilización occidental: La desaparición de la metrópoli revertía la soberanía en el pueblo, el que a partir de ese momento, tenía el derecho de darse un nuevo gobierno.
La tercera, Doña Carlota Joaquina, hija de Carlos IV, hermana de Fernando VII, nacida en 1.755 y casada con Juan VI de Portugal, en la idea, concebida por Floridablanca, de afianzar la unión entre España y Portugal, supo distinguirse como mujer enérgica, interesada en los asuntos públicos y de grandes ambiciones. La invasión napoleónica a Portugal en 1.807 hizo que la Corte Portuguesa se trasladase a Brasil, instalándose en Río de Janeiro e intentando extender sus dominios al Virreinato del Río de la Plata. Su condición de única miembro de la familia real española en libertad, alimentaron sus ansias en tal dirección, no habiendo sido pocos sus partidarios entre los patriotas de mayo.(6)
No pensamos que la Infanta haya presupuesto, que la prodigalidad de sus ambiciones, señalase a los Americanistas del Plata la necesidad de acortar los plazos y acelerar las decisiones, en vistas de una situación europea que, a 1.810 se presentaba como inmejorable a sus designios independentistas.
El análisis de los antecedentes, obliga a considerar también la influencia que sobre los acontecimientos de Mayo de 1.810 debe atribuirse al “absolutismo español”. El estudio del mismo nos permite arriesgar una nueva “triada”, ya que como bien señala Juan González Calderón, el absolutismo de España se manifestaba en lo político, lo económico y lo religioso. (7)
El absolutismo político, instrumentado por el nombramiento de las autoridades ejecutivas y administrativas por el rey; la legislación de Indias dictada en la Metrópoli, con expresa prohibición de representación popular alguna que significase la participación de los naturales, tendía a la formación de dóciles vasallos en vez de ciudadanos libres. Esto, sumado al desprecio de que eran objeto los americanos por parte de los españoles europeos, fue produciendo una diferenciación en dos clase sociales que tendrían la oportunidad de enfrentarse en el movimiento de mayo.
El absolutismo económico, caracterizado por restricciones injustificadas al comercio y un sistema fiscal opresivo, imponía a las colonias el peso de una metrópoli que se reservaba para sí altos lucros en la intermediación con la nueva Europa industrial, negando a sus dominios americanos la posibilidad de un contacto directo con ella, con la consiguiente doble ventaja que este hecho hubiese implicado, primero en cuanto al pago de menores precios de importación, y segundo por la mayor ganancia derivada de la exportación de los productos locales.
El tercer elemento de esta triada, el absolutismo religioso, implantado a través de la legislación indiana, que hería al americano en lo más profundo de su ser, violentando arbitrariamente su libertad de conciencia. Basta recordar la Ley 28, lib. 1º, tít. 1 que establecía la confiscación de la mitad de los bienes a todo aquel que muriese sin “confesar devotamente sus pecados y recibir el santísimo sacramento de la Eucaristía, según lo dispone nuestra Santa Madre Iglesia”. En sentido similar, la Ley 15, lib. 1º, tít. 24, disponía “que no se concedan licencias para imprimir libros en sus distritos y jurisdicciones, de cualquier materia o calidad que sean, sin proceder la censura, conforme está dispuesto y se acostumbra”.
La Revolución Iluminista
A modo de introito, vaya una triada de citas:
“En el mes de mayo, me mandaron llamar mis amigos de Buenos Aires, diciéndome que era llegado el caso de trabajar por la patria para adquirir la libertad e independencia deseada, volé a presentarme y hacer cuanto estuviese a mis alcances”. Manuel Belgrano.(8)
“La Revolución de Mayo de 1810, es el acontecimiento más importante ocurrido en estas tierras en el siglo XIX . . . marcó el comienzo de trascendentes transformaciones políticas, sociales, culturales e ideológicas en la sociedad rioplatense”. Félix Luna. (9)
“Los sucesos de Mayo merecen ser estudiados en sus menores detalles. Anuncian la alborada espléndida de una nación de inmenso porvenir”. Alberto Palcos.(10)
Remarcada por los citados la importancia del tema, antes de su desarrollo, concédaseme una licencia a fin de poder remontarme brevemente a la etimología de la voz “mayo”. Es posible que estas breves separatas del tema principal aparezcan como ociosas, pero al rescatar la importancia de esta ciencia como “historia de las palabras”, de hecho que la misma puede ayudarnos a desentrañar los primeros conceptos de los vocablos. En tal sentido, recordemos que el mes de mayo es el tercero del calendario masónico y quinto del gregoriano. De sus orígenes latinos rescatamos la voz “maius” de significación mes de “maia”, Diosa de la primavera entre los antiguos romanos, lo que aseguraba a su mes la prodigalidad en dones. De allí, la tal vez inconsciente coincidencia con la precedente cita de Palcos en cuanto a la palabra “alborada”, utilizada por éste a modo de nacimiento o génesis de la nueva Nación.
Disgresiones aparte, cabe ahora adentrarnos en el tema de fondo: “La Revolución”.
En aras del orden propuesto en el epígrafe, se propone a los lectores una primera triada para la consideración del hecho revolucionario. Partiendo de la llegada al Puerto de Montevideo de la fragata inglesa “John Paris” el día 13 de mayo, con la noticia de la caída de Sevilla en manos de Napoleón, se precipitan los acontecimientos en Buenos Aires, en una sucesión cronológica de tres fechas de cuyo análisis no podemos prescindir: el Cabildo Abierto del día 22, la Contrarrevolución y el Cabildo del 25.
La primera, la del cabildo del 22. Antes y más allá de su trascendencia en orden al resultado de su decisorio, debe rescatarse por su valor como expresión primigenia de la soberanía popular en esta parte de la América. De los 450 invitados, concurrieron 251, de los cuales 94 eran comerciantes, vecinos y hacendados, 93 empleados y funcionarios, 60 jefes y oficiales de mar y tierra, 27 profesionales liberales y 25 clérigos y frailes. La cuestión medular a determinar era responder al interrogante de saber “si se ha de subrogar otra autoridad a la superior” que ejercía el virrey en nombre de Fernando VII, y en caso afirmativo, ¿en quién debía recaer la designación?. No viene a cuento reseñar las largas discusiones sobre el particular, sino enfocar la atención sobre los aspectos más relevantes del debate, rescatando al efecto una triada de oradores, que resumen las distintas posiciones. Al primero que nos referimos es al Obispo Benito de Lué y Riega, quien enfáticamente negó el derecho de los americanos para hacer innovaciones en el gobierno, rescatando el hecho de que las Indias eran propiedad de España y de sus hijos quienes eran los únicos con derecho a gobernarlas. La soberanía del gobierno residía en España y era privativa de españoles. Correspondió a los masones Castelli y Paso rebatir dichas argumentaciones y sentar con singular acierto la doctrina de la autodeterminación soberana de los pueblos. Castelli, formado en Chuquisaca, ilustrado tanto en las doctrinas de la soberanía popular de Domingo de Soto, Francisco Suarez y Francisco de Vitoria, conocía por otro lado las más modernas concepciones contractualistas de Rousseau, Hobbes y Locke. Sostuvo en la oportunidad que habiendo caducado la España, con ella también lo han hecho sus autoridades, correspondiendo en consecuencia al pueblo reasumir la soberanía y designar las autoridades que estime convenientes a sus intereses. Como bien señala González Calderón (11), correspondió a Paso completar la exposición fundando la legitimación de Buenos Aires para actuar en nombre de todo el Virreinato, cuando sobre el particular señaló que “así como los hermanos o los amigos podían tomar legítimamente el negocio ajeno para beneficiar al ausente . . ., así una capital o un pueblo enterado del peligro común, tenía la facultad y el derecho de tomar la gestión del asunto, sin perjuicio de someterse después a la aprobación de sus condóminos o consocios . . .”. Las exposiciones reseñadas, fundantes de una nueva concepción referida al ejercicio de los derechos políticos, fue aprobada con amplitud, estableciéndose que el virrey debía cesar en el mando.
El segundo aspecto de la triada se vincula con la contrarrevolución orquestada desde el Cabildo, el que desconoció el pronunciamiento del pueblo a instancias de elementos realistas y reaccionarios, estableciendo en contra de lo expresamente decidido, una Junta de Gobierno encabezada por el Virrey antes depuesto.
Si bien los sucesos del 25 son ampliamente conocidos, no podemos dejar de remarcar que sólo la decidida acción del grupo patriota impidió la concreción de la maniobra contrarrevolucionaria, instaurando lo que la posteridad ha conocido como el “primer gobierno patrio”, objeto de esta conmemoración.
No podemos cerrar el capítulo revolucionario, sin mencionar una triada de sus efectos, que como principios básicos informan la Constitución de la Nación y constituyen los pilares sobre los que descansa nuestro sistema republicano: la soberanía popular, el sistema federal y el principio representativo.
La Participación Masónica
Durante años, la participación de la masonería en los sucesos de mayo de 1810, ha sido objeto de múltiples discusiones y no menos desencuentros. Sin embargo, se puede afirmar sin temor a equívoco, que a la Masonería Rioplatense de la época, no sólo le cupo una decidida acción en dichos acontecimientos, sino además, que su intervención resultó decisiva para el éxito del movimiento revolucionario.
La aparición de nuevas obras sobre el tema, la reconsideración de antiguas fuentes documentales y la tarea de jóvenes investigadores deseosos de profundizar esta cuestión, han contribuido grandemente a echar luz sobre el particular. Así por ejemplo, un muy documentado trabajo de Enrique de Gandía, el examen minucioso de la autobiografías de Saavedra, Belgrano y Guido y los más recientes estudios de Patricia Pasqualli, permiten arribar a la ya esbozada conclusión de que: la actuación de las logias y de los masones del Río de la Plata fueron determinantes en los acontecimientos de Mayo de 1.810.
Para el estudio del tema, podríamos arriesgar una última triada, siguiendo el orden siguiente: -El Estado de la Masonería en el Río de la Plata a principios del siglo XIX-; -La Actuación de los Patriotas Masones- y -la Identidad entre el Ideario Revolucionario y el Masónico-.
En la “Independencia de América y las Sociedades Secretas”, Enrique de Gandía (12) realiza un pormenorizado análisis sobre el primer aspecto. Sostiene que para 1810, la masonería había adquirido importante desarrollo en Buenos Aires. Entre los testimonios citados, figura el del General Enrique Martínez, el que en carta a Andrés Lamas declara que “desde época remota existía la sociedad masónica y Peña y Vieytes pertenecían a ella”. La época a la que refiere es la del Virrey Sobremonte, cuando la logia fue descubierta a raíz de una fuerte tormenta que arrastró mandiles y demás ornamentos. Agrega el General que la Jabonería de Vieytes era el lugar donde se reunía la logia “Amigos de la Libertad”.
Tales circunstancias hacen que Gandía arriesgue que ya para 1.795 existían trabajos masónicos en la capital del virreinato. Menciona a la muy conocida Logia San Juan de Jerusalén fundada en 1.804 por Juan de Silva Cordeiro, y cita a Ignacio Núñez, que en sus recuerdos afirma que las Invasiones Inglesas contribuyeron grandemente al fortalecimiento de la labor masónica.
Por su parte, Francisco Grilló, en sus “Episodios Patrios”, revela una comunicación de la Gran Logia de Versalles de 1795, dirigida a la Logia Independencia de Buenos Aires. Sobre esta misma Logia, el Coronel inglés Santiago Burke, narra que cuando se iba de la ciudad en 1809, fueron a despedirlo “un número de las principales personas del lugar, mis viejos amigos de Independencia”.
El General Miller, de hecho poco afecto a la masonería, escribe en sus “Memorias”: “un club, llamado la logia, se ha introducido con el objeto ostensible de promover la emancipación de la América Española . . .”(14).
Los testimonios citados, revelan que a la fecha del movimiento emancipador, la masonería era importante en Buenos Aires y se expresaba a través de varias logias, entre las cuales, las más conocidas históricamente han sido la San Juan de Jerusalén, la Independencia o Amigos de la Libertad y la Sociedad de los Siete, todas anteriores a la Lautaro..
La importancia del estudio de la segunda cuestión, referida al accionar de los patriotas masones, queda de manifiesto por el protagonismo que los mismos tuvieron durante los sucesos revolucionarios y en la conformación de la Primera Junta de Gobierno.
Los autores citados, a los que podemos sumar el Dean Funes, Zinni y Alcibíades Lappas, coinciden en cuanto a la pertenencia masónica de: Saavedra, Belgrano, Moreno, Matías Irigoyen, Donado, Chiclana, Paso, Castelli, Nicolás Rodríguez Peña, Berutti, Guido y Vieytes, entre otros muchos (15). Muchos atentos lectores podrán advertir que los masones enunciados fueron los principales protagonistas del cabildo del 22, se los sucesos posteriores y del gobierno emanado del movimiento revolucionario.
Más que ilustrativo respecto al rol de la Orden y de los masones resulta el testimonio del General Tomás Guido, quien en sus Memorias revela tales circunstancias de modo insuperable, atendiendo a su condición de protagonista. Dice el ilustre militar y masón respecto a la tarea de los masones al tomar éstos conocimiento de la pretendida contrarrevolución: “En la tarde del mismo día fue publicado por bando el acuerdo clasificado de popular, proclamando una junta compuesta del Virrey Cisneros como presidente y de los señores Saavedra, Castelli, Sola e Inchaurregui. El pueblo pareció satisfecho de esta elección y los españoles se felicitaron de haber salvado del peligro de un trastorno fundamental viendo triunfante la autoridad del Virrey. Muy diferente sensación produjo tal inesperado desenlace en el club reunido a las ocho de la noche en la casa del señor Peña… Era pues necesario deshacer lo hecho, convocar nuevamente al pueblo y obtener del cabildo se prestase a reconsiderar ante otra reunión popular la sanción de la víspera… Se aproximaba el alba sin que aún se hubiese convenido sobre los elegibles. Hubo un momento en que se desesperó de encontrarlos. Gran zozobra y desconsuelo para los congregados en ese gran complot de donde nació la libertad de la República. La situación cada vez presentaba un aspecto más siniestro. En estas circunstancias el señor Don Manuel Belgrano, mayor del Regimiento de Patricios, que vestido de uniforme escuchaba la discusión en la sala contigua, reclinado en un sofá, casi postrado por largas vigilias, observando la indecisión de sus amigos, púsose de pie y súbitamente y a paso acelerado y con el rostro encendido de su sangre generosa, entró en la sala del club (el comedor de la sala del señor Peña), y lanzando una mirada altiva en rededor de sí y poniendo la mano derecha sobre la cruz de su espada: ¡ Juro dijo, a la Patria, y a mis compañeros, que si a las tres de la tarde el Virrey no hubiese sido derrocado, a fe de caballero yo lo derrocaré con mis armas¡… Luego todos volvieron a ocuparse de los candidatos y cuando parecía agotada la esperanza, don Antonio Berutti pidió se le pasase papel y tintero y como inspirado de lo alto, trazó sin trepidar los nombres de los que compusieron la Primera Junta.”(16).
El tercer aspecto de esta última triada, refiere a la identidad entre el ideario de Mayo y el masónico.
Si reflexionamos un minuto sobre el simbólico y bello aserto del Libro de la Ley Sagrada - la Biblia-: “. . .por sus frutos los conoceréis”, no ha de resultar una temeridad afirmar que lo que el movimiento revolucionario de mayo produjo y plasmó en la sociedad civil, no fue más que la manifestación externa del ideario humanístico de la masonería, sintetizado en su lema de LIBERTAD, IGUALDAD y FRATERNIDAD.
El denominado “Espíritu de Mayo”, como ya se dijera, base y programa del ordenamiento constitucional argentino, reconoce como su más importante fuente a las enseñanzas de la masonería vinculadas con la soberanía popular, la autodeterminación de los pueblos, la igualdad jurídica, la división de poderes, la representación, las libertades de pensamiento, expresión y conciencia, tan largamente trabajadas y estudiadas en la serenidad de los templos y bellamente labradas en el corazón de cada masón.
Para los masones, el “Espíritu de Mayo”, encarnación político-institucional del “Espíritu Masónico”, debe ser motivo de permanente recordación entre nosotros; de la misma forma en que la conducta de quienes precedieron ha de ser motivo de emulación; pero como la obra comenzada en mayo de .810 lejos está aún de ser terminada, es obligación de la ciudadanía argentina, preparada para ser del mundo y abierta a los desafíos de sus tiempos, continuar con esos trabajos.
CITAS:
(1) Gómez de Silva, Guido, Breve Diccionario Etimológico de la Lengua Española, Fondo de Cultura Económica, Méjico, p. 691.
(2) Diccionario Universal Enciclopédico, Plaza y Janes editores, Barcelona, 1995.
(3) Bazot, M. , Manual de la Francmasonería, Angeres, 1845, Tomo II.
(4) Frau Aubrines y Rosendo Arúst Arderiú, Diccionario Enciclopédico de la Masonería, Editorial Kier, Buenos Aires, 1962, T 2, p. 862.
(5) Pigna, Felipe, Los Mitos de la Historia Argentina, Grupo Editor Norma, Buenos Aires, 2004, p. 218.
(6) Idem., p 220.
(7) González Calderón, Juan, Derecho Constitucional Argentino, J. Lajouane Editores, Buenos Aires, 1930, T 1, p. 3.
(8) Belgrano, Manuel, Autobiografía, en Los Sucesos de Mayo, Ed. Jackson, Buenos Aires, 1945, p. 117.
(9) Luna, Félix, Historia Integral de la Argentina, Ed. Planeta, T 5, p. 380.
(10) Palcos, Alberto, Prólogo a los Sucesos de Mayo, op.cit., p. XVIII.
(11) González Calderón, Juan, op.cit., p.17.
(12) De Gandía, Enrique, La Independencia de América y Las Sociedades Secretas, Ed. Sudamérica - Santa Fe, 1994, p. 118 y ss.
(13) Idem., p. 125.
(14) Miller, John, Memorias del General Miller, Ed. Emecé, 1997, p. 259.
(15) Lappas, Alcibíades, La Masonería Argentina a Través de sus Hombres, Buenos Aires, 1966.
(16) Guido, Tomás, Reseña Histórica de los Sucesos de Mayo, en Los Sucesos de Mayo, op.cit., p. 185 y ss.
La participación de la masonería el 25 de Mayo de 1810
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Re: Virreinato del Río de la Plata
MIÉRCOLES, 17 DE JULIO DE 2013
HISTORIADOR DE LA BANDA ORIENTAL (URUGUAY) GUILLERMO VÁZQUEZ FRANCO CANTA 'LAS 40' YO,ARGENTINO.!!!
HISTORIADOR GUILLERMO VÁZQUEZ FRANCO CANTA 'LAS 40'
YO, ARGENTINO.
Archivo adjunto 7252
"La historia se cuenta de la forma que se contó porque la otra manera de hacerlo sería reconocer que somos el resultado de una estafa"
Fotos. Juan Manuel López
Por GERARDO TAGLIAFERRO
A ver, saquemos cuentas. Messi, para empezar. Nos vendría fenómeno, tal vez no estaríamos ahora penando para clasificar al mundial. Aunque en el paquete vendría Maradona, el de antes y el de ahora... en fin.
¡El Papa! Para los católicos, aleluya. La polémica por Gardel sería de consumo interno, y en todo caso con los franceses. Tendríamos a Perón, Evita, Borges, la Coca Sarli y Tinelli, cambiaríamos al viejo Batlle por Yrigoyen y al Goyo por Videla. Y al Pepe por Cristina.
A cambio entregaríamos (no sería entregar en realidad, porque igual serían nuestros, aunque compartidos): Maracaná, la selección juvenil subcampeona del mundo (aunque habríamos sido campeones varias veces antes), a Zitarrosa, a Onetti y a Benedetti que, por las dudas, nació en Tacuarembó. Botnia nunca habría estado frente a Gualeguaychú... o sí, vaya a saber. No cambiaría nada el fastidio de muchos orientales hacia los "porteños" -o en todo caso nuestro complejo de inferioridad- ni esa benevolencia paternal o de hermano mayor -sobradora- que muchos de ellos muestran hacia nosotros, porque estas cosas no tienen que ver con nacionalidades sino con rivalidades que se manifiestan a la interna de cualquier país. O en este caso con una cuestionada "lucha de puertos". Y el problema con La Cumparsita y el dulce de leche se dilucidaría dentro de fronteras.
Algo de lo que postulamos en este juego de imaginación sucedería si el sueño de José Artigas -demostrable, documentado- se hubiera hecho realidad. Claro, no es posible 200 años después hacer este ejercicio y saltearse todo lo del medio, para empezar porque cuesta acomodar las piezas. Es solo un juego, por aquello de que si mi abuela tuviera ruedas sería una bicicleta, y no mi abuela.
Lo que no es un juego es que el prócer de los orientales no fue uruguayo, porque el Uruguay no existía... y tampoco argentino. Pero en tren de especular con lo que Artigas "quería ser", como dijo la presidente Cristina Fernández para desatar la ira (¿o chauvinismo?) de muchos, la historia bien contada no deja dudas de su proyecto integrador de las "provincias del Plata" bajo un paraguas federal. Algo muy cercano a eso que se llamó Argentina -aunque sin Buenos Aires como capital- y que terminó excluyendo -para desdicha del prócer- lo que bastante más tarde se llamó Uruguay.
El profesor Guillermo Vázquez Franco está de acuerdo con Cristina desde mucho antes de que ella lo dijera. Y es de los pocos historiadores uruguayos ("orientales" según él) que lo proclaman con tanta o más vehemencia, o quizás el único. Vázquez va incluso más lejos: dice que Artigas no solo quiso ser argentino, sino que lo fue.
En 1994 publicó un libro, "La historia y sus mitos" y en 2001 otro, "Francisco Berra, la historia prohibida". En ellos argumenta su tesis. En pocas semanas verá la luz el tercer eslabón en la cadena de su pensamiento: "Adiós a la patria. La Convención Preliminar de Paz", que ya está pronto y en proceso de edición. Para Vázquez, Artigas era un "excelente caudillo" y también un "ególatra" y un "déspota". Un "lindo modelo" de caudillo rural, casi analfabeto y sin demasiados méritos políticos y militares, tan bien intencionado como errático en la mayoría de sus decisiones. Lavalleja habría ocupado quizás su lugar en la Plaza Independencia si hubiera muerto heroicamente en Ituzaingó, y Rivera... de Rivera mejor ni hablar.
Con 89 años y el porte de un hombre 20 años menor, Vázquez Franco estudia todos los días y sigue investigando. A las siete de la tarde, en su casa invadida por libros que decoran todas las paredes, asegura que estudiar es lo que estaría haciendo ahora de no mediar esta entrevista. Tiendo a pensar que sus opiniones, polémicas, frontales, no generan las reacciones irritadas que provocan las de Cristina porque, además de las diferentes investiduras de ambos, él nació de este lado del río y no carga con el estigma de ser porteño.
A 200 años de aquellos hechos, el país debería estar en mejores condiciones que sobre finales del siglo XIX -cuando se construyó el relato histórico dominante- para prestar atención a argumentos de este tipo y contrastarlos con la verdad oficial.
Mientras tanto, aquí van algunos de boca de Vázquez Franco, con la expresa constancia de la casa: las opiniones vertidas por el entrevistado son de su exclusiva responsabilidad. Yo, argentino.
1) ¿Por qué cree que causa tanto revuelo en nuestro país lo que dijo la presidente argentina sobre Artigas?
Causó revuelo porque es como si a un ferviente creyente le hubieran tocado a Alá, a Mahoma o a Cristo. Acá tocaron a Artigas, que es una religión de los uruguayos. Y una cosa tan sensata como dijo esta señora provoca las reacciones airadas. En lo que discrepo, en lo que no estuvo correcta, es en que dijo "Artigas quiso ser argentino". ¡Artigas fue argentino! Y muere argentino.
"Perdimos la guerra con Brasil en la mesa de negociaciones, después de haber ganado todas las batallas relevantes"
2) Bordaberry, en su Twitter, escribió que Artigas no quería ser argentino, sino que quería Provincias Unidas. ¿Hay diferencia entre uno y otro concepto, más allá del nombre?
Es un aspecto semántico. La palabra "argentina" es usada ya en el siglo XVI por (Martín del) Barco Centenera en un poema, pero no lo hace en el sentido político. No está probado, pero Provincias Unidas del Río de la Plata fue una designación política federal, mientras que Argentina fue una designación política unitaria. Rivadavia manda hacer una constitución en el año 1826, donde se crea la presidencia de la República Argentina. Esa constitución fue apoyada, compartida y asumida por la asamblea representativa oriental.
3) Aun después de las leyes de agosto de 1825.
No, gracias a las leyes de 1825, que son absolutamente unionistas. Acá tomaron justamente la fecha más contraria para celebrar la independencia. Todo lo contrario. El 25 de agosto (de 1825) lo que se inicia es el último período de reunificación nacional, que corre entre esa fecha y 1828, cuando viene la amputación de la provincia (oriental) por la Convención Preliminar de Paz. El 25 de agosto se aprueba la ley que reclama para esta provincia su condición de argentina, y dos meses después, el 25 de octubre, el Congreso Federal Constituyente reunido en Buenos Aires ratificó la reunificación, aceptando o confirmando la reunificación de la Provincia Oriental a las Provincias Unidas del Río de la Plata "a las que siempre ha pertenecido y por derecho quiere pertenecer". Eso es lo que dice la ley del 25 de octubre (de 1825). Lavalleja comunica por bando, como se comunicaban las cosas en aquella época, que ha sido reincorporada la provincia a "la gran nación argentina". Lo dice eufórico.
4) ¿Cuándo se empieza a hablar de "uruguayos"?
Seguramente no antes de la guerra del Paraguay. Fíjese que el himno no cita a los uruguayos sino a los orientales. Los uruguayos no existen. En tren de tener que hacer un anclaje, porque la historia tiene que tenerlos, ubico a los uruguayos a partir de 1880. El concurso del cual sale "La leyenda patria" es de 1879. A partir de ahí comienza a ganar terreno el gentilicio "uruguayos" a retirarse paulatinamente el "orientales". Hasta que ahora quedamos muy pocos orientales.
5) Usted dice que entre 1825 y 1828, en los edificios públicos de este lado del río, flameaba la bandera argentina.
Porque era lo lógico. Se sancionan tres leyes (el 25 de agosto): la ley de Reunificación, la ley de Independencia y la ley de Bandera. Esta ley es la menos política y la más simbólica. Por ella flameó legítimamente y legalmente la bandera argentina en los edificios públicos de la provincia.
6) ¿La misma bandera argentina que conocemos hoy?
La misma... la misma, la bandera de Belgrano, que asume los colores de los Borbones: Carlos IV, en el famoso cuadro de Goya, tiene una banda blanca y celeste. Y el sol, que lo aplica Belgrano, es un homenaje a los incas. Belgrano coqueteaba con los incas, en dos oportunidades sugirió constituir una monarquía con un inca al trono. Buscaba agenciarse la fortísima influencia de la población altoperuana, que era muy importante. Y los uruguayos luego no adoptan la bandera de Artigas, la rechazan y se queda Entre Ríos con ella.
7) Aquí predominaba el sentimiento unitario, contra el federalismo de Artigas.
Exactamente. El Obelisco que remata 18 de Julio es un obelisco a los unitarios.
"Alvear debió ser fusilado por la espalda, porque fue un traidor"
8) Usted ha dicho que en los orientales se dividían entre unitarios -la mayoría- y federales, pero lo que no había a esa altura era independentistas.
Exactamente, había abrasilerados también, los que habían probado la plata dulce que les había ofrecido Lecor. Hubo mucho coimero. Uno de los mayores traidores, un insigne traidor, Pedro Trápani, le comunica a Lavalleja -y eso está en el archivo de Lavalleja, lo saqué de ahí- que Lecor recibió una partida de 300.000 patacones para atender los intereses de algunos orientales. Así nomás. ¡Mire dónde estamos parados! Se lo dice en un agregado al pie de una carta. Trapani era un traidor, y favorecía las soluciones que proponía Ponsomby. Pero esto lo dice Ponsomby además: que el tenía tres informantes importantes, que son Trápani, Manuel Moreno y Manuel José García. Tres grandes coimeros.
9) ¿Hubo un intento posterior de Rosas de volver a anexar a la Provincia Oriental a lo que ya era Argentina?
Anexar no es el verbo, es reunificar. No estoy muy seguro de en qué año fue porque eso está muy callado, nadie habla. Yo lo pesqué y no lo pude rastrear más, no lo he podido confirmar. Habrá sido ya en la presidencia de Oribe, en el 33 o 34. Hasta donde yo sé, Rosas le confió a un hombre de su entera confianza, el coronel Manuel Correa Morales, la ultra secreta misión de auscultar en Oribe una política de reunificación nacional. Y, pobre Oribe, no entendió la importancia que tenía el mensaje y en lugar de asumir la responsabilidad, delegó la propuesta en una comisión que es una manera de darle un entierro de segunda. Y por lo que sé, Rosas no volvió a insistir.
10) ¿Cuál es la cosmovisión que sustenta la historia oficial, esa que usted cuestiona?
Mire, no lo tengo documentado, pero tengo para mí que la historia se cuenta de la forma que se contó porque no tienen otra manera de hacerlo. La otra manera sería reconocer que somos el resultado de una estafa, y ¿quién se anima a decir eso? "Yo vivo en un país que es el resultado de una estafa, y el estafador fue Pedro I de Brasil". Posomby se lleva las cachetadas, pero el emperador de Brasil le saca ventaja.
11) ¿En qué consistió la estafa?
En independizar al país, amputarlo.
12) Con lo cual buscaban, Brasil e Inglaterra, que el Río de la Plata no fuera interior sino internacional, y por lo tanto libremente navegable.
Claro, que estuviera fuera de la órbita argentina. Fue el gran triunfo de Pedro I. Todo el mundo habla de Ponsomby, pero nadie dice que Pedro I sacó una gran tajada. Dicen que Pedro abandonó la Provincia Cisplatina. ¡Pero naturalmente! ¿Qué iba a hacer? La tuvo siete años ahí, prendida con alfileres, que se le escapaba en cualquier momento, bastó que Rivera se le diera vuelta a Lecor para que se le acabara el control sobre ella. No la llegó a controlar nunca. Así que no perdió la provincia, la que perdió la Provincia Oriental fue Argentina. Argentina se auto mutila con la Convención.
"Hay un vilipendio del cadáver de Artigas poniéndolo ahí, en ese lugar en donde lo pusieron"
13) El profesor Washington Reyes Abadie dijo en una entrevista que le hice hace algunos años que "nuestra historia fue escrita para justificar la división de los pueblos del Plata". Es bastante similar a lo que usted dice.
Sí, pero no mucho. Yo digo que está escrita para justificar nuestra derrota. ¿En qué nos derrotaron? En que nos dividieron. Nosotros perdimos la guerra con Brasil después de haber ganado todas las batallas relevantes. Y perdimos la guerra en la mesa de negociaciones. En el libro que estoy por publicar ("Adiós a la patria. La Convención Preliminar de Paz") digo por qué perdimos la guerra. Alvear debió ser fusilado por la espalda, porque fue un traidor.
14) ¿Por qué, si hay cosas tan evidentes como que nuestra independencia no se declaró el 25 de agosto de 1825, no hay una revisión histórica de todo esto?
¿Y quién la va a hacer? Quién con poder, porque yo me animo pero no tengo poder ninguno.
15) ¿Qué pasaría si un gobierno dijera: vamos a revisar los programas de estudio, lo que estamos enseñando a las nuevas generaciones?
Lo primero que pasaría es que Itamaratí se levanta. Ya lo dijeron en su momento, está escrito: el gobierno de Brasil tiene interés en la independencia de la Provincia Oriental.
16) ¿Pero eso se mantendría hoy?
Bueno no, eso no lo dijo hoy, lo dijo en el siglo XIX, en las instrucciones que da el marqués de Abrantes. Brasil tiene intereses, en el libro que voy a publicar digo que Brasil es el dueño de la independencia del Uruguay, lo cual es jurídicamente incorrecto pero da una idea de que todo fue patrocinado por Brasil. Argentina perdió una provincia que era suya, como si hubiera perdido Córdoba o Catamarca. Como si nosotros perdiéramos Cerro Largo o Paysandú. Argentina pierde presencia, gravitación internacional porque se le escapa una provincia que no sería la más rica, no sé, pero seguramente la más estratégica. Porque perdió la provincia que le daba el control del Río de la Plata, el acceso al corazón de América por la vía fluvial del Paraná y el Paraguay.
17) ¿Cuáles son las fuentes en las que usted basa sus tesis? ¿Son diferentes a las de sus colegas?
Los documentos son públicos, yo no ando mucho por los archivos abriendo legajos que nunca se hayan publicado. Leo mucho material del siglo XIX, mi hijo me acercó mucha literatura brasileña, por ejemplo Antonio Díaz, que es alguien que no lee nadie y publicó todos los protocolos de la Convención Preliminar de Paz.
"Yo no daba Historia Nacional en el IPA, no estaba dispuesto a andar galgueando en la parte burocrática y que viniera un inspector a cacarearme"
18) ¿Ha debatido esto con colegas?
No, no lo debaten. Ninguno me dice: "Mirá Vázquez, no es como vos decís". ¿Por qué no es como yo digo? ¿Es que Artigas se expresó que quiso venir y no lo dejaron o guardó silencio? "No, pero Artigas dijo"... ¿dónde lo dijo? Eso lo decís vos, Artigas no dijo nunca que quería venir y se quedó enterrado en Asunción. Por eso ha sido una profanación de tumba sacar a Artigas en el año 55 del cementerio donde estaba enterrado. Ha sido profanada y es profanada su tumba. Hay un vilipendio de cadáver poniéndolo ahí, en ese lugar en donde lo pusieron. En vida, hubo tres ocasiones en que lo invitaron a volver. En una de ellas, no sé si en la última o la penúltima, incluso no abrió el sobre con la invitación. Que se sepa, no hay una manifestación clara de por qué no quiso volver.
19) Usted dice que hay un "establishment" que es el que ha contado la historia, y lo sitúa en un 5% de la población. ¿De qué es representativo ese "establishment", de alguna clase social, de alguna ideología?
No... no me lo planteé así. Son todos uruguayos, eso sí, de eso no le quepa la menor duda... uruguayos, uruguayos, barras bravas del Uruguay. Obcecados, dogmáticos. Pero esto es patrimonio de todos los países, yo recojo una expresión de (Ernest) Renan que dice que todos los países hacen su propia historia. La historia de Canadá hecha por los franceses no parece la misma que la hecha por los ingleses. La historia no es una ciencia, eso es un cuento chino.
20) En los programas educativos de enseñanza primaria y media, ¿no ha habido cambios en todo el siglo veinte?
Ninguno, si hubiera habido cambios habrían echado al que cambió. Cuando hubo un intento de modificar los programas, volviendo más razonable la distribución de las horas de estudio del proceso histórico y Artigas quedaba por lo tanto subsumido en una cosa más racional, el establishment se levantó. Eso fue cuando el presidente era Lacalle, así que ahí tiene la idea de cuándo fue. Y el establishment tiró para atrás ese movimiento que quería poner las cosas en su lugar. Uno de los que planteó los cambios fue Gerardo Giudice, otra una muchacha que falleció, (Carmen) Apratto y algún otro profesor más. Fíjese que siendo yo alumno y luego profesor de secundaria, el ciclo artiguista llevaba el 33 por ciento del programa, de 27 bolillas que tenía el programa de Historia, 9 eran para Artigas, una hipertrofia descomunal. Y a mí me enchufaron a Artigas al derecho y al revés, y yo lo tuve que enchufar también.
21) Fue destituido durante la dictadura, ¿cuál fue el motivo?
Ineptitud.
22) ¿Ineptitud? Pero ¿qué había detrás?
Ineptitud (se ríe). Habría que preguntarle al que puso eso. Lo que le digo es en el documento de la Universidad, en Secundaria no, no hubo argumento.
23) ¿Cómo se define ideológicamente?
No me defino... ¿para qué? No sé, no sabría decirle. No estoy conforme con la visión de la historia que me trasmiten y yo no la quiero trasmitir, y no la trasmito. Porque es falsa. Ahora, ¿dónde estoy ubicado? Ah, yo qué sé.
"'Que los más infelices sean los más privilegiados' es una frase que no deja muy bien parada a la gente. ¿Hay que ser infeliz para que te privilegien? Eso es paternalismo puro"
24) En sus clases en el IPA, ¿exponía su visión de la historia nacional?
No, no, yo no daba Historia Nacional, no estaba dispuesto a andar galgueando en la parte burocrática y que viniera un inspector a cacarearme. Por eso dí Historia Americana en el IPA, y cuando fui profesor de preparatorios -que ahí sí dí Historia Nacional- le planteé al director del instituto donde daba clases que me permitiera dar un programa distinto. Y él me autorizó. Y en ese programa abordé la historia de la moneda, de la ganadería, Gardel, la historia del puerto, y así.
25) Ya que lo menciona, ¿Gardel nació en Tacuarembó?
No, no... el parto es un accidente y seguramente se produjo en Toulouse, pero era porteño. Lo que pasa es que al verbo no le damos importancia, pero el verbo "ser" es muy importante y él "era" porteño. No dice "yo soy porteño", pero en una entrevista que le hacen dice: "no hablo en francés, yo hablo español", y se corrige y dice: "yo hablo el porteño, y cada cual es lo que habla". Lo de Tacuarembó es una fantasía.
26) En definitiva, y volviendo a Artigas, los uruguayos ¿tenemos que sentirnos orgullosos de él?
Bueno, yo tendría que ser uruguayo para responder esa pregunta.
27) Pero usted es nacido acá.
Sí, soy montevideano, nunca paso de Propios. Artigas es un excelente caudillo, lindo modelo de ese fenómeno que es universal, vamos a entendernos. No vamos a creer que es nuestro: Atila era un caudillo, Moisés era un caudillo. En el género caudillo rural, ecuestre, rústico, Artigas es un lindo modelo.
28) Usted lo ha definido como un ególatra, un déspota... ¿qué más?
Y ¿le parece poco? Lo de déspota no es un adjetivo peyorativo ni nada por el estilo. Lo digo estudiando a un sociólogo alemán, (Karl August) Wittfogel, que estudia el despotismo asiático. Lo estudié con atención y empecé a trasegar. El despotismo es una forma muy primitiva de ejercicio del poder, donde el que lo ejerce lo hace por un consentimiento tácito de un grupo humano, no al margen o fuera de un orden jurídico sino sin la existencia de éste. Fíjese que Artigas, si usted lo analiza, nunca puede cometer ilegalidades, porque no hay una legalidad a la cual referirse. No es el caso de Lavalleja, que está inscripto en un orden jurídico y sí ejerce una dictadura cuando disuelve la asamblea en el año 27. Pero cuando Artigas desconoce al congreso de Capilla Maciel no comete ninguna ilegalidad, pero ejerce un poder despótico. Aquello de "mi autoridad emana de vosotros...", eso es retórica pura.
29) ¿Artigas escribía sus discursos?
Mire, me remito al estudio de Mario Cayota, que es un panegirista de Artigas y tiene un trabajo muy documentado, "Artigas y su derrota. ¿Frustración o desafío?". Allí dice que Artigas era casi analfabeto. Y el juicio de Cayota es muy ponderado y muy adecuado. No tenía cómo no ser analfabeto, la enseñanza que pudo recibir y que recibió fue mínima, de sectores docentes como los franciscanos que eran los peores pedagogos. Y luego desaparece a los 14 años, queda totalmente afuera de un circuito de educación curricular.
30) ¿Usted cree que el Reglamento de Tierras de 1815 no hace honor precisamente a aquello de que "los más infelices sean los más privilegiados"?
Yo digo que es todo retórica. Primero, la expresión "que los más infelices sean los más privilegiados" viene de los reyes católicos y aun desde antes, y no deja muy bien parada a la gente. "Los más infelices van a salvar el examen"... no, el examen lo van a salvar los que estudien más. ¿Hay que ser infeliz para que te privilegien? Eso es paternalismo puro, muy propio de una estructura caudillesca, no da para encandilar a nadie, y ahí no había ningún contenido revolucionario. El reparto de tierras excluía a los esclavos, a las mujeres, solo tienen derecho las viudas pobres y además si tuvieran hijos, es decir que discrimina. Hecho ese descarte, lo que queda tiene derecho. Las concubinas, que era el estado civil común en la campaña, según el texto de esa norma, no tienen derecho a tierras. Tienen derecho "los negros libres y los zambos de esta misma clase", pero los esclavos no.
"Si Lavalleja muere en Ituzaingó, es él quien está en la Plaza Independencia, con muchos más títulos que Artigas"
31) ¿En aquella época, otorgar tierras a los negros libres o a las viudas con hijos, no era un avance con relación a lo que había?
No, porque en la misma época, algunos años antes, Morelos e Hidalgo, en México, proponen literalmente la abolición de la esclavitud, cosa que a Artigas ni por asomo se le ocurrió.
32) Otro mojón importante en la vida pública de Artigas es la batalla de Las Piedras, que el ejército uruguayo considera hito fundacional de su existencia. Sin embargo, usted ha señalado que allí pelearon dos ejércitos españoles, uno de ellos al mando de Artigas.
No sé en qué momento Artigas -lo voy a decir de una manera impropia- deja de ser español. Muy probablemente, durante el éxodo, todavía es español. ¿Qué me hace pensar esto? Durante el éxodo, Artigas hace un relevamiento, un catastro de su población, y ese relevamiento está hecho en papel membretado que dice "Carolus IV Rex Hispanorium de Gratia". Un papel membretado de la monarquía, ahí hace el censo, en 1812.
33) En ese momento, ¿contra quién luchaba Artigas?
No contra el rey, sino contra el mal gobierno.
34) Pero el 25 de mayo de 1810 ya había habido un pronunciamiento independentista en la región.
Belgrano dice: "Lo que menos pensábamos era en la independencia". Lo que precipitó la independencia fueron los sucesos españoles de 1808, la Constitución de Bayona, que nos llevaron a ser independientes. Lo dice Belgrano. Lo que había aquí era una guerra civil, y lo seguirá siendo luego, aun siendo ya Artigas un independentista, lo que queda claro en las Instrucciones del Año XIII. Si Lavalleja muere en (la batalla de) Ituzaingó, convénzase de que es él quien está en la Plaza Independencia, con muchos más títulos que Artigas.
35) ¿Por qué si hubiera muerto en Ituzaingó?
Porque habría sido una muerte oportuna, una muerte heroica, agarrada después por toda esa retórica que tiene Artigas. Muy pocos se mueren oportunamente. Maradona no se murió oportunamente, si se muere aquella vez hoy sería un dios, pero sobrevivió y tuvo tiempo de seguir metiendo la pata. Carlos Gardel sí, murió oportunamente, en el apogeo. Saravia también, una muerte estupenda. Ferreira Aldunate muere a tiempo. Pero son muy pocos, en general la gente se sobrevive y tiene tiempo de meter la pata.
36) ¿Qué otros mitos hay en la historia uruguaya?
Está lleno. En la historia contemporánea no me meto porque me aburre. Me aburre el batllismo. Pero en el siglo pasado hay muchos: la lucha de puertos es un mito, lo de la provincia pradera y frontera, otro mito. ¿Por qué la frontera tuvo que ser nuestra provincia y no Río Grande del Sur? Si lo que se quería era crear una separación territorial entre el imperio y la Argentina, ¿por qué esa separación tenía que ser nuestra provincia y no Río Grande? Podría hasta llamarse igual que nosotros: República Oriental del Uruguay Río Grande del Sur, y ser ellos los que separaban al imperio de la revoltosa Argentina. ¿Por qué tuvo que poner Argentina de su territorio el algodón entre los dos cristales y no lo puso Brasil? Ese es otro mito.
"A Rivera no lo querría de enemigo... ni de amigo tampoco. No era un tipo confiable"
37) Hablamos de Artigas y de Lavalleja, ¿qué me puede decir de Rivera?
(Se ríe) Bueno, a Rivera no lo querría de enemigo... ni de amigo tampoco. No es un tipo confiable... no era un buen tipo. No sabía de lealtades, no dejó nada positivo. Bueno, fundó el Partido Colorado, muy importante en el siglo XX, pero en el siglo XIX el Partido Colorado es de terror. El propio Rivera es de terror. Todos estos caudillos son muy primitivos, por eso cuando pasan del estadio de caudillos al de hombres de Estado son un desastre, no están preparados. Los hispanoamericanos no produjimos elites sabias capaces de conducir, porque no hay masa crítica que las produzca.
38) ¿Sigue estudiando?
Sí, sí, ahora porque estoy con usted, si no estaría estudiando. Este libro que entregué ahora para publicar me ha ocupado mucho tiempo y ahora estoy pensando qué más. Hay un tema al que le tengo ganas pero le tengo miedo, porque me va a desbordar, que es el tema del poder. ¿Dónde está el poder, quién lo ejerce? Y no solamente quién, sino qué: la ciencia, la tecnología. Y dónde se expresa el poder. Seguramente los 33 Orientales, que sabemos que no eran 33 sino que el número responde a una denominación masónica, debajo de ellos y sobre ellos está la masonería. Los tres jefes de la cruzada son masones: Lavalleja, Oribe y Zufriategui. El número 33 está bajo el palio de la masonería. ¿En qué momento la masonería invierte el reloj de arena y en lugar de patrocinar la reunificación del 25 de agosto, patrocina la amputación del 27 de agosto del 28? ¿En qué momento? ¿En qué lugar, en Londres, en París, en Río de Janeiro?
39) ¿La Convención Preliminar de Paz también está patrocinada por la masonería?
Ah no me cabe la menor duda. Los cinco firmantes de la Convención son masones. El emperador era masón, Rivadavia era masón. No era masón Dorrego, y él se opone a la Convención.
40) ¿Y Artigas era masón?
A Artigas lo traen en el año 1855 para acá. Estanislao Vega, que es el que preside la comisión uruguaya que va a buscar los restos de Artigas a Asunción, era masón. Trajeron a Artigas y no tenían donde ponerlo, lo dejaron ahí arrumbado, y un masón como Gabriel Antonio Pereira ofreció su panteón. El que compra la espada de Artigas es un masón, Leandro Gómez. El que le da una parte de su chacra para que termine sus años en Paraguay es Carlos López, un masón. Juntando todo esto, no sé si Artigas en algún momento no fue masón. Alguien que no tiene autoridad histórica ninguna, pero que es masón, como Tabaré Vázquez, lo dijo en reserva.
Montevideo Portal / Gerardo Tagliaferro
Fotos Juan Manuel López
http://unidosxperon.blogspot.com/201...ental.html?m=1
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Re: Virreinato del Río de la Plata
INDICE Y SINOPSIS
de "LA INVOLUCIÓN ARGENTINA: de Provincias Hispano-Americanas a territorio tributario: 1711-2004"
CAPÍTULO I. Una propuesta para humillar a España. El plan oficial británico de 1711 para separar las Provincias Españolas de América de las Provincias Españolas de Europa. Metodología: 1) Divide et impera (separar territorios, idiomas y personas), 2) Trades no countries (do*minio de los negocios y no ocupación ostensible de territorios), 3) Ejercer el poder sin exhibirse, 4) Inducir a nuestros enemigos a hacer lo que necesitamos que hagan para que se destruyan solos, 5) Conquista y control básico de Buenos Aires (base de opera*ciones y enclave financiero futuro para el dominio de América del sur). La reforma constitucional de 1994 convierte a Buenos Aires en Ciudad Autónoma con facultades de celebrar tratados internacionales. Separa*ción de la zona ganadera del Río de la Plata (Pampa húmeda, compuesta hoy por la República Oriental del Uruguay, Provincias de Buenos Aires, Entre Ríos, Sur de Santa Fe, Sur de Córdoba y Este de La Pampa) del centro minero de América del Sur (hoy Perú y Bolivia). Separación de la zona yerbatera (Paraguay) de la cuenca minera del Perú y Alto Perú.
Objeto de la separación: hacer imposible el desarrollo de la minería por falta de nutrición con carne vacuna y por falta de yerba para depu*rar las toxinas que el trabajo minero produce en el organismo de los trabajadores de estos yacimientos.
Etapas para la conquista de América del Sur: invadir Buenos Aires, formar un ejército de nativos para conquistar Chile y desde allí, con la flota británica, ocupar el Perú. Invadir Caracas, formar un ejército de nativos para conquistar Nueva Granada, la Gran Colombia y desde allí, con la flota británica, ocupar el Perú.
La obra del Dr. Rodolfo H. Terragno titulada “Maitland & San Martín.” La puesta en marcha del plan militar de Thomas Maitland en 1804 por el Primer Ministro William Pitt (el joven). Con el plan Pitt-Maitland de 1804 comienza la ejecución del plan de 1711 titulado “Una propuesta para humillar a España.”
Desarticulación de la leyenda escolar referida a la Revolución de Mayo, en la cual no se disparó ni un solo tiro. Página 45
CAPÍTULO II. José de Gálvez — Progenitor del actual Hemisferio Americano. La guerra de los siete (7) años entre Gran Bretaña y Fran*cia por el dominio de Canadá. Tratado de paz de París de febrero de 1763: el Canadá pasa a ser posesión de Gran Bretaña, las islas situadas al sur de Terranova quedan para Francia, la península de la Florida pasa de España a Inglaterra, todas las Antillas quedan para Gran Bretaña con algunas exclusiones, el territorio de la Louisiana Francesa es cedido por Francia a España. El Río Mississippi de libre navegación para Gran Bre*taña. Aparición de Belice como Honduras Británica. Misión de José de Gálvez a México: consolidación del poder español en la Alta California, posesión y emplazamiento de la fortaleza de Monterrey como base para el control marítimo español sobre el Océano Pacífico. Poder marítimo español en el Pacífico. Disuasión de la expansión rusa desde Alaska. Monterrey es ocupada en 1818 por Hipólito Bouchard como corsario del gobierno de Buenos Aires. Los países latino hispano-indianos de América quedan monolíticamente aislados del mundo y vinculados únicamente con Gran Bretaña. La acción decisiva de José de Gálvez en la diagrama*ción del Hemisferio Americano: para lograr la independencia de los Es*tados Unidos, encomienda la acción militar de los ejércitos de España a su sobrino el mariscal Bernardo de Gálvez. Para crear el Virreinato del Río de la Plata como la Provincia Española más extensa que debía equilibrar en el futuro el poder creciente de los Estados Unidos, enco*mienda la acción militar de los ejércitos de España al mariscal Don Pedro de Cevallos. Pedro de Cevallos, fundador de lo que hoy debió de haber sido la Argentina. La colonización pedagógica silencia la obra con*tinental de Cevallos y enaltece la acción municipal de su sucesor, el Virrey Juan José de Vértiz y Salcedo. “The Health of Nations” (“La rique*za de las naciones”) de Adam Smith es la respuesta británica a la crea*ción de los Estados Unidos como primera república independiente del mundo. Gran Bretaña sustituye el poder de las armas por los criterios del liberalismo económico, economía de mercado y división interna*cional del trabajo, que expande por el mundo como verdad universal. Bibliografía del Congreso de los Estados Unidos sobre la personalidad de Bernardo de Gálvez en la creación de los Estados Unidos de Norteaméri*ca. Página 78
CAPÍTULO III. Una ocasión para humillar a Inglaterra. El plan de España para separar e independizar a los Estados Unidos de Nortea*mérica de la Corona Británica. Plan complementario de Francia para este objetivo. El Congreso Norteamericano instrumenta la alianza con Francia y con España para crear los Estados Unidos de Norteamérica. La finan*ciación de la independencia norteamericana: empréstitos de Estado a Estado: excepcionales y de perentoria cancelación, con destino a la compra de armamentos. Diferencia con Argentina: Empréstitos del Esta*do incipiente con Casas Bancarias Privadas concertados para el despilfa*rro. Página 156
CAPÍTULO IV. La fórmula restauradora del poder británico. Cuando se pierde la batalla reconocer al enemigo la victoria, pero reteniendo el poder. Programa de conquista a largo plazo: religión, idioma, intereses y afecciones sentimentales. Política disociadora constante en la Argentina: anatema de la religión, anatema de un idioma, anatema de los intereses comunes y anatema del afecto. La ruptura espiritual, intelectual y eco*nómica con España, garantiza que Gran Bretaña y Argentina sean unila*terales: diversas religiones anglicanas, asimilación constante de voca*blos ingleses en nuestro idioma castellano, sobrevaloración de los inte*reses económicos británicos y menosprecio a cualquier vinculación económica con España, sentimientos de afecto hacia el ámbito británico y de desprecio hacia el ámbito hispánico. El 1º de junio de 1785 el Rey Jorge III, al recibir al Primer Embajador de los Estados Unidos de Norteamérica expresa que fue el último en consentir la separación y será el primero en fomentar la amistad futura con los Estados Unidos. He aquí al germen de la estructura anglosajona británica-estadounidense (sigloXXI). Página 168
CAPITULO V. La ecuación anglo-argentina. Grilletes añosos.
Los terroristas del mar o piratas y sus distintas categorías. Para impedir la acción del terrorismo de mar los buques mercantes debían viajar en convoyes, escoltados con buques de guerra. Esta forma de transporte genera la concentración y monopolio. La concentración y monopolio ocasiona el contrabando.
La República Inglesa (1649-1659) y el Acta de Navegación de Oliverio Cromwell. Volumen del contrabando. Cantidad de buques que poseía Inglaterra después de Trafalgar (1805).
Plan de José de Gálvez para unificar el Hemisferio Americano:
-4 de julio de 1776: Independencia de los Estados Unidos de Norte América.
-3 de agosto de 1776.: creación del Virreinato del Río de la Plata.
Superficie del Virreinato del Río de la Plata (aproximadamente 7.000.000 km2). Ejes económicos: minería, ganadería vacuna y yerba mate.
-Universidades.
-Carácter bioceáníco del Virreinato del Río de la Plata: de El Callao a Fi*lipinas y de Filipinas a China, Japón e India. El rol de la Compañía de Filipinas. Su administración general estaba en Buenos Aires.
Napoleón Bonaparte. Su rol geo-económico. Continúa la línea de Luis XVI y del Ministro de Indias de Carlos III de España, Don José de Gál*vez. El Código Civil Francés y la igualdad ante la ley.
La conquista británica del Río de la Plata. Primera Invasión: General Wi*lliam Carr Beresford, 27 de junio a 12 de agosto de 1806.
La posición de las autoridades eclesiásticas frente a la invasión.
Asociaciones encubiertas. El libro del capitán Alexander Gillespie, partida de nacimiento de la oligarquía argentina.
La organización de los “perduellis” o enemigos internos de la Patria. Su vigencia hasta el día de hoy.
La creación del Ejército Argentino. Cantidad de efectivos y estructura.
La Segunda Invasión dirigida por John Whitelocke (días 3, 4 y 5 de julio de 1807).
El proceso al Teniente General John Whitelocke, por no haber cumplido su objetivo. La sentencia. Diversas y progresivas formas para hacer ol*vidar los triunfos del Ejército Argentino contra los británicos en 1806 y en 1807.
Estatus jurídico de Hispanoamérica. Los reinos de Indias no eran colo*nias sino Provincias de España con igualdad de derechos para su pobla*ción que los que existían en las Provincias de la Península Ibérica. Las Cortes de Cádiz de 1810 a 1814 ratifican el carácter de Provincias para Hispanoamérica. Las Cortes de Cádiz son el primer congreso universal del mundo hispánico de todos los continentes.
La propuesta para humillar a España de 1711 halla la circunstancia apropiada para su ejecución en 1808.
El rol de la jerarquía de la Iglesia Católica frente a la invasión de Napo*león a la Península Ibérica.
Alianza de Gran Bretaña con las Juntas opuestas al gobierno de José Bonaparte. Las Cortes de Cádiz el 14 de octubre de 1810 estable*cen que los dominios españoles en ambos hemisferios forman una misma y sola monarquía. Los naturales de los dominios europeos o ultramarinos son iguales en derechos. Abolición de los privilegios en todo el orbe hispánico. La igualdad ante la ley como principio ge*neral es causa de la separación de América, por acción de los privilegia*dos, que consuman su separación o independencia de España, aliados a los británicos, para conservar sus privilegios. Ausencia de la presencia del pueblo en las revoluciones separatistas o secesionistas americanas de 1810.
La invasión económica británica a Buenos Aires. El Edicto de Libre Co*mercio e Importación del 6 de noviembre de 1809. Su vencimiento el 18 de mayo de 1810 determina la creación de la Junta de Gobierno Separa*tista. Primera audiencia que concede la Junta de Mayo: al Comandante en Jefe de la Escuadra Británica en el Atlántico Sur (26 de mayo de 1810).
La ecuación anglo-argentina. Se concede a los británicos manejar la na*vegación desde y hacia Buenos Aires.
La creación del Ejército Argentino se realizó el 12 de agosto de 1806. Diferencias de composición entre el Ejército de Voluntarios de 1806 y 1807 y el Ejército de “levas” posterior a 1810.
Los actos de Gran Bretaña para separar a Hispanoamérica de España en el diagrama internacional. Página 180
CAPÍTULO VI. Gran Bretaña ejecuta la secesión y realiza la con*quista económica y financiera de las Provincias de España en Su*damérica. Repertorio documental del Archivo de Indias de Sevilla con*tenida en la obra titulada “Independencia de América — Fuentes para su estudio - Colección de documentos conservados en el Archivo General de Indias de Sevilla[1].”’ Compilación de los actos jurídicos y documentos oficiales intercambiados entre los ministerios de actuaciones exteriores de España (Madrid), Portugal (Lisboa y durante la invasión napoleóni*ca Río de Janeiro), Gran Bretaña (Londres), Francia (París), Países Bajos (La Haya), Austria (Viena), Prusia y Rusia. Esta documentación erradica el erróneo criterio de que la independencia de Hispanoamérica fue el quehacer de un movimiento genuino y vernáculo de sus poblado*res. La documentación seleccionada que se sintetiza y transcribe, evi*dencia el método inalterable de aplicar los planes ingleses de 1711 y de 1804 para verificar la secesión de las provincias de Hispanoamérica de las provincias de España Peninsular, esto es, la destrucción de la estruc*tura hispánica mundial: lingüística, espiritual, cultural y económica.
La sublevación de Túpac Amaru de 1782 y 1783 ocurrida en el Perú es seguida detenidamente por el gobierno de Londres.
La acción que se lleva a cabo en algunos templos para consumar la se*cesión: juntas que se realizan en el Convento de Santo Tomás de Santa Fe de Bogotá para sublevar al Reino.
La conquista de América por Gran Bretaña se manifiesta en todas las latitudes del hemisferio. Es una verdadera guerra frontal entre Gran Bretaña y España por la posesión de América.
José Napoleón asume la corona de España con el nombre de José I tras la deposición de Carlos IV y Fernando VII, creando el detonante para acelerar la ejecución integral de los planes ingleses de 1711 y 1804 co*ntra España Ibérica e Hispanoamérica.
Documentación intercambiada durante 1811 sobre esta cuestión entre los ministerios de actuaciones exteriores de los países precedentemente nombrados.
Acciones inglesas durante 1812. Documentación intercambiada entre 1S12 y 1813. Francia busca lo mismo que Gran Bretaña. La independen*cia genuina por iniciativa de la América Española no ha existido. Documentación de política exterior intercambiada entre 1.814, 1815, 1816 y 1817. La actuación de Guillermo Carr Beresford en España con motivo de las guerras napoleónicas. Las relaciones entre Beresford y San Martín. Las relaciones políticas entre Diego de Alvear y Ponce de León y sus hijos Carlos de Alvear y José de San Martín. El rol de José Artigas: hostilidad hacia Buenos Aires y fidelidad a España. Inglaterra que había trazado los planes de conquista de América de 1711 y de 1804, a partir de 1808 por el acuerdo Apodaca—Canning cumple el doble rol de “promover” la secesión de América y al mismo tiempo aparecer como “mediadora” entre España e Hispanoamérica. El accionar decisivo de Montevideo y de Buenos Aires en esta guerra. La independencia de las Provincias de Sudamérica del 9 de julio de 1816 es proclamada para imposibilitar la intervención de la Santa Alianza en la reunificación de España e Hispanoamérica. Notas intercambiadas en 1818. Planes de España para reunificar las provincias españolas de la Península Ibérica con las provincias españolas de América. Preparación de la expedición de Cádiz para lograr ese objetivo. Incidencia del gobierno de Londres sobre otras potencias para que la expedición de Cádiz no se concrete. El rol de Rusia para la reconquista de Hispanoamérica. La actitud de los Estados Unidos de Norteamérica. El accionar de Bolívar. Página 256
La Santa Alianza: Desde la Revolución Francesa de 1789 hasta la pri*mera caída de Napoleón del 6 de abril de 1814 las guerras dejaron un saldo de 1.400.000 personas muertas. Los últimos cien días de Napo*león y de otros gobernantes en otras épocas.
El rol de Tayllerand, servidor y traidor de todos los gobiernos y la apari*ción de Metternich, Ministro de Austria.
Inglaterra, árbitro del Congreso de Viena y de la Santa Alianza. Intrigas cortesana para la degradación del mundo. Los pueblos siguen todavía “sin saber de qué se trata.” Página 404
Lord Cochrane y su acción marítima decisiva para consumar la separación de Hispanoamérica de España: Verdadero ejecutor que concreta los planes de 1711 y de 1804: “independencia formal protoco*lar” y “conquista económica y financiera” afirmada con pretensiones irreversibles. La conquista de Filipinas proyectada por San Martín según las memorias de Lord Cochrane. La guerra entre Gran Bretaña y el mundo hispánico fue por lo tanto mundial.
Los hermanos José Miguel, Juan José y Luis Carrera y Manuel Rodríguez se rebelan contra España para independizar Chile al margen de los pla*nes trazados en Gran Bretaña en 1711 y 1804. El asesinato de los her*manos Carrera y el fusilamiento de Manuel Rodríguez, oponentes de Jo*sé de San Martín. Página 410
Los Directores Supremos: Los directores supremos desde 1814 hasta 1820. Intrigas para destruir un poder central que abarcase la conduc*ción económica y la conducción jurídica exterior de las Provincias Unidas del Río de la Plata. El puerto y la aduana de Buenos Aires, motores de transferencia de provincias españolas a enclaves económicos y tributa*rios de Gran Bretaña. La balcanización y fragmentación de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Triunfo del principio inglés divide et impera.
Página 418
La intervención de Francia contra el enclave británico de Buenos Aires: Miguel Cané y su obra “La diplomacia de la revolución” publicada en 1897. Análisis documental de la política francesa contra el dominio inglés en Buenos Aires, el estratégico enclave británico de Sudamérica. Análisis de los informes del coronel Le Moyne, enviado de Francia en Buenos Aires, ante el Director Supremo Juan Martín de Pueyrredón. La total incidencia británica en los actos de gobierno de Buenos Aires. Su acción económica y financiera. La sublevación de Riego en España y la anarquía de 1820 en Buenos Aires fueron dos episodios promovidos por Gran Bretaña para imposibilitar la expedición de Cádiz que tenía por ob*jeto reunificar Hispanoamérica con España. Detalles documentales de todas las etapas de esta cuestión. Página 432
CAPÍTULO VII. Rebeldes y renegados.
Martín de Álzaga: sus conceptos sobre el quehacer de los ingleses en la India. Su proyecto de fundar una república independiente de España e Inglaterra con empresarios rioplatenses libres de toda dominación eco*nómica extranjera. Su fusilamiento tiene lugar el 6 julio de 1812, el día que se conmemoraba el quinto aniversario de la Defensa de Buenos Ai*res.
Mariano Moreno: sus conceptos: “el extranjero no viene a nuestro país a trabajar en nuestro bien sino para sacar cuantas ventajas pueden pro*porcionarse.” Era el redactor y autor de todos los documentos de la Jun*ta, esto es, su Secretario Técnico. Muere envenenado.
José Gervasio de Artigas: sus conceptos: Modelo: los Estados Unidos de Norteamérica. Industria: deben ser recargados con impuestos todos aquellos productos extranjeros que perjudiquen nuestras artes o fábri*cas para así fomentar la industria de nuestro territorio. Régimen de tie*rras y derecho a la propiedad: su proyecto de paz con España.
José de San Martín: tratado de paz con España, Punchauca 2 de junio de 1821. Su adhesión a la Constitución de las Cortes de Cádiz de 1812. La independencia del Perú no es incompatible con la mancomuna*ción de los intereses de España e Hispanoamérica. Unión de los ejércitos hispanoamericano y español. La monarquía del Perú. La biblioteca de San Martín y su formación intelectual. Actos opuestos a los criterios an*tes citados. El primer empréstito de Hispanoamérica con Gran Bretaña lo contrae San Martín por dos millones de libras (£ 2.000.000) para el Perú. Necesidad imperiosa de sustituir al San Mar*tín de alegoría por la persona de carne y de huesos que vivió y actuó de otra manera: sus actos positivos y negativos para la independencia eco*nómica de América.
Bernardino Rivadavia: Presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata, en el acuerdo general de ministros del 25 de junio de 1827 de*nuncia y repele el tratado firmado por Manuel José García para la sece*sión del Uruguay. Exhortación al pueblo de Buenos Aires: “si no abrimos los ojos, volveremos a los tiempos de Beresford.” Comunicado del 15 de julio de 1827 de Lord Ponsonby a Canning: “los diarios propagados por el Señor Rivadavia difamaban continuamente a la legación de S.M.B.” El 20 de julio de 1827 de Lord Ponsonby a Canning: “confío en que esta aparente prevención contra Inglaterra cesará cuando la influencia y el ejemplo del Señor Rivadavia sean completamente extinguidos.” Del 28 de abril de 1834: “Rivadavia regresa de la España portador de un proyecto de reconocimiento de la independencia americana por la Corte de Madrid bajo la condición de intentar dinastías monárquicas españo*las.” Su acción anterior procuró siempre un tratado de paz con España.
La actitud de Gran Bretaña durante la guerra de Malvinas en 1982.
Manuel Dorrego: su plan continental: una alianza con Bolívar que le permitiera reunir a los ejércitos de Colombia, Perú, Bolivia y Argentina para atacar el Brasil, destruir el imperio y luego dividir el inmenso terri*torio en cinco repúblicas. Reunificación de la Provincia Oriental a las Provincias Unidas del Río de la Plata. Lord Ponsonby comunica a su go*bierno que se habían dado pasos en ciertos sectores para deponer a Do*rrego y reemplazarlo por Rosas.
Pedro Ferré: su pensamiento nunca reeditado en su obra “Cuestiones nacionales” (1832) y “Memorias” (1845). Su análisis elemental de la crisis económica argentina: “Gran Bretaña es dueña de una parte de las rentas que tienen en Buenos Aires cuando las armas de esa potencia ocuparon en 1806.”Comienzo del déficit presupuestario y fiscal. Su aná*lisis económico de los episodios de 1810. Buenos Aires factoría puerto de Gran Bretaña: “considero la libertad de comercio como fatalidad para la Nación. Los pocos artículos industriales que produce nuestro país no pueden soportar la competencia de la industria extranjera.” La inde*pendencia sin independencia económica es una empresa vana de pura jactancia. Buenos Aires tiene una frivolidad alienante. Es el servidor que nos lleva de Argentina continental a Argentina mu*nicipal. Págína 471
CAPÍTULO VIII. Armazón jurídica para mutilar a un país. El Acta de Independencia del 9 de julio de 1816 declaró la independencia de todo el continente de América del Sur y declaró a Santa Rosa de Lima Patro*na de la Independencia de todo el continente. Los Libros de Actas del Congreso de Tucumán fueron perdidos: entonces ignoramos por qué y para quién se proclamó la independencia y se formó el país denominado luego República Argentina. La independencia declarada fue aparente e imprecisa. La ambigüedad política exterior tuvo por objeto subordinarse a los resultados de la situación europea que eran una puja frontal entre Gran Bretaña y Rusia, que encabezaba la Santa Alianza. Jean Adam Graaner delegado ante el Congreso de Tucumán del Rey de Suecia y del Zar de Rusia. La actuación del Coronel José Moldes, diputado por Salta, procura mantener la estructura original del Virreinato del Río de la Plata. El mismo objetivo es el de José Gervasio de Artigas. A los pocos días de haberse declarado la independencia, los comerciantes británicos de Buenos Aires piden al gobierno británico que contara con ellos para re*presentar a Gran Bretaña ante el nuevo Estado Independiente, a ¡os efectos consulares. El comercio, objetivo principal del nuevo Estado. La Legislatura de Buenos Aires procede a la balcanización del Virreinato del Río de la Plata: exclusión de ¡as Provincias del Alto Perú del ámbito terri*torial del nuevo Estado. El Virreinato del Río de la Plata, con una super*ficie de 7.000.000 km2 y bioceánico, queda reducido a la mitad de su extensión y pierde la salida al Pacífico, convirtiéndose en un país unila*teralmente vinculado con Europa a través de Inglaterra. El Tratado An*glo-Argentino del 2 de febrero de 1825 consolida los planes británicos: nuestro país quedó económicamente subordinado y geográficamente despedazado. El Ministro de Relaciones Exteriores Manuel José García resuelve separar a la Banda Oriental de las demás provincias argentinas. Para silenciar el despedazamiento del país se modifica la letra del Himno Nacional, que se refería a Potosí, Cochabamba y La Paz, las ciudades más importantes de las Provincias del Alto Perú. Página 526
CAPÍTULO IX. La independencia adulterada. El 16 de diciembre de 1824, pocos días después de la Batalla de Ayacucho —última batalla contra los ejércitos españoles- se instala en Buenos Aires un Congreso Constituyente. La ley fundamental adjudica a Buenos Aires la suprema*cía absoluta del manejo de la política exterior. El General Las Heras, Go*bernador de Buenos Aires, dicta el decreto del 29 de enero de 1825, de*signando a Manuel José García Secretario de Relaciones Exteriores para ajustar con el Plenipotenciario de S.M.B. un tratado de amistad y comer*cio. Texto integral y análisis del Tratado del 2 de febrero de 1825 de Amistad, Comercio y Navegación entre el Reino Unido de Gran Breta*ña e Irlanda y sus súbditos y los territorios de las Provincias del Río de la Plata y sus habitantes. El artículo 2º del tratado determina que los súbditos británicos podrán arribar con sus buques y cargas para ejercer el comercio a cualquier puerto, paraje o río de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Con esta estipulación los ríos interiores de las Pro*vincias Unidas, son de libre navegación para los británicos con exclusión de cualquier otra bandera. El artículo 7º del tratado de*termina que los buques que quieran enarbolar pabellón de las Provincias Unidas y ampararse en el Derecho de Gentes deben ser propiedad de ciudadanos y haberse construido en los territorios de las Provincias Uni*das. Con esta estipulación las Provincias Unidas no pueden alquilar bu*ques ni en Francia ni en Estados Unidos para comunicarse con el mun*do.[2] Gran Bretaña adquiere por el artículo 9º la cláusula de la Nación más favorecida. Carácter de los lazos entablados por el tratado de 1825 según los conceptos de Lord Ponsonby encargado de negocios de Gran Bretaña en Buenos Aires: se han creado lazos que ningún go*bierno, ni tampoco acaso ningún poder que el hombre posea puede ahora disolver. El artículo 11º impide en caso de guerra con Gran Bretaña tomar a la Argentina represalias económicas contra los bienes británicos: aplicación rigurosa de este principio durante la guerra de Malvinas. Página 552
CAPITULO X. La transferencia se perfecciona. Congreso Anfictiónico de Panamá propiciado por Simón Bolívar: Panamá está en el centro del globo viendo por una parte el Asia y por otra parte el África y Europa. José Miguel Díaz Vélez es designado representante de las Provincias Unidas del Río de la Plata al Congreso de Panamá, pero no concurre. Ar*gentina queda incomunicada con el resto del continente junto con los tres Estados tapones que la separan Bolivia, Paraguay y Uruguay. Ar*gentina aislada y América desvertebrada. Gran Bretaña se incorpora al Congreso de Panamá como sí fuese un Estado Americano. Protección británica ante cualquier reivindicación de España. Beneficios otorgados a Gran Bretaña por esta protección: el Tratado Anglo - Argentino del 2 de febrero de 1825 es suscripto en marzo de 1825 por el Perú, el 18 de abril de 1825 por Colombia y el 26 de noviembre de 1825 por México. El 1º de junio de 1826 Mr. Eduardo Dawkins presenta sus credenciales como representante de Gran Bretaña ante el Congreso Anfictiónico de Panamá. Maniobra británica para impedir la concurrencia de los repre*sentantes de los Estados Unidos. Los representantes del Perú se oponen a la alianza defensiva de América del Sur con Gran Bretaña y contra Es*paña. Posición de los representantes del Perú: Inglaterra al frente de Asia y de América sería más terrible que Roma en los días de su mayor prosperidad. La participación de Gran Bretaña en el Congreso de Panamá provocó la desintegración de todo el Hemisferio. Aplica*ción contemporánea de esta situación con motivo de la guerra de Malvi*nas de 1982.
Rusia se hace presente en el Congreso de Tucumán de 1816 y dirige sus miras al Nuevo Mundo (1816-1826).
Rusia y Gran Bretaña frente al Congreso de Panamá de 1826.
El Vaticano frente a América: 1816-1826.
El Paraguay: 1826-1842. Página 609
CAPITULO XI. El país reemplazado. Sucesivos cambios de denomina*ciones para nuestro país: de Provincias Unidas de Sur América a Repú*blica Argentina. La sustitución de la población. Heterogeneidad inmigra*toria contemporánea: tiempo del Gobierno del “Proceso” (24/3/76-10/12/83). Criterio posterior de Alberdi: “Londres y París encierran más barbarie que la Patagonia y el Chaco si se las contempla con las capas o regiones subterráneas de su población.” El censo de 1895 acredita ma*temáticamente al país reemplazado. La Revolución de Mayo conformó un patriciado de estancieros ganaderos que exportan vacunos a Gran Bretaña por el Atlántico, el “mare nostrum” del imperio inglés.
Juan Alvarez y su “Estudio sobre las guerras civiles en la Argentina Conclusión terminante: los países de donde nos vinieron más inmigran*tes ofrecían a sus súbditos mayor posibilidad de ser propietarios que en nuestro suelo.
En 1910 los festejos del centenario presentan internacionalmente a la Argentina reemplazada: opinión del príncipe Luis de Orleáns y Bragance y de Jules Huret. Página 639
CAPITULO XII. Un alto en el camino — Geopolítica y empréstitos. Tesis de Henry Kissinger: “Un mundo restaurado.” Valor actual de las guerras napoleónicas. Las potencias marítimas al comenzar el siglo XIX: España, Francia y Gran Bretaña. Las potencias de la masa terrestre en la misma época: Rusia, Prusia y Austria. Tesis de Halford Mackinder: la gran masa terrestre envuelta por el mar y el gran anillo insular y de bases marítimas que rodea la masa terrestre. Ausencia de planisferios en la enseñanza universitaria, secundaria y primaria de la Argentina. El rol de América del Sur y su potencialidad decisiva en el sistema mundial (terrestre o marítimo). El rol de Rusia en las guerras napoleónicas: sean Adam Graaner enviado del Zar de Rusia y del Rey de Suecia al Congreso de Tucumán. Su obra y sus dos viajes hacia América. Ofrecimientos de San Martín a Gran Bretaña a través de Juan García del Río, Ministro de Relaciones Exteriores del Perú y del Dr. Diego Paroissien, su médico per*sonal. Concertación del primer empréstito para América del Sur. Identi*dad de la acción de Beresford en Buenos Aires en 1806 y del Lord Cochrane y de San Martín en el Perú en 1821. El edicto de libre comer*cio de Buenos Aires de 1809 y la autorización a los comerciantes ingle*ses en Lima en 1821 para vender sus mercaderías importadas. La deuda inglesa de los estados de América Latina en 1876: la independencia de*clarada se convierte en transferencia descarada. La tesis de Alberdi de 1875 sobre la deuda externa y su vigencia actual. La deuda externa en la República Argentina. Rescate de la deuda externa y no afiliación al Fondo Monetario Internacional entre 1943 y 1955. Rebeliones, golpes de Estado y deuda externa. La progresión de la deuda externa desde 1955 hasta 1973. El gobierno de 1973-76 condicionado por la deuda ex*terna y tutelado por la Junta Militar que subsistía. El cierre del Mercado Común Europeo a las importaciones de carnes argenti*nas (10 de julio de 1974). La pobreza de un país no es incompatible con su independencia patrimonial y la libertad económica de sus habitantes. Terrorismo-holocausto y deuda externa. Fronteras y deuda externa. La deuda externa como arma de exterminio masivo. Demografía y deuda
externa. Página 660
CAPÍTULO XIII. Inventario y avalúo. George Canning y el destino de la América del Sur, el continente conquistado por Gran Bretaña entre 1810 y 1824. La estatua de Canníng imagen mentora del Ministerio de Eco*nomía de la República Argentina. El itinerario del viaje de Charles Dar*win en 1832: 12 días en Nueva Zelanda, 20 días en Australia y más de 3 años en Argentina, Chile y Perú. Simetría del viaje de Darwin en la gole*ta “Beagle” y el itinerario de la campaña sanmartiniana. El viaje de la goleta “Beagle” que transporta a Charles Darwin y el viaje de la goleta ‘tifo”, que ocupa las Islas Malvinas. La “defensa” de las Islas Malvinas por parte del Teniente Coronel de Marina José María Pinedo. Sanción a José María Pinedo por no haber defendido las Malvinas: se le suspende en su empleo por cuatro (4) meses y es trasladado de la marina al ejér*cito. Diferencia con la sanción que recibió la Junta Militar integrada por el General Leopoldo Fortunato Galtieri, el Almirante Isaac Anaya y el Brigadier General ‘Basilio Lami Dozo. No fueron condenados por haber hecho la guerra sino por haber interrumpido el comercio con Gran Bre*taña. Las conversaciones entre Darwin y Rosas. Darwin promueve a Ro*sas como Jefe de Estado. Inglaterra necesitaba al Río de la Plata como mercado y ostentaba su poder para lograrlo, y Rosas necesitaba tener como aliada a una Nación que era una de las primeras potencias del mundo. Tras el viaje de Darwin Gran Bretaña concreta su política colo*nial en Asia, África y Oceanía. Los conceptos de Darwin sobre el hom*bre: hegemonía, el fuerte destruye al débil: tesis política. La concep*ción de Anton von Bari sobre la simbiosis o armonía universal: tesis científica. En nuestro país la tesis de Darwin bajo los medios más arte*ros fue una constante demográfica: masacre y reemplazo de los argen*tinos. Página 704
CAPITULO XIV. Juan Manuel de Rosas — Crucero de decretos ex*traviados. Testimonio de Guillermo Enrique Hudson: “lo aborrecían mu*chos, tal vez la mayoría de los ciudadanos argentinos... Entre los admiradores figuraba la mayor parte de los ingleses residentes en el país.” Inventario de decretos de Juan Manuel de Rosas estableciendo luto obli*gatorio para los empleados civiles y militares: I) 27 de septiembre de 1830: por la muerte de Jorge IV, Rey del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda; II) 12 de mayo de 1835: por la muerte del Duque de Glowces*ter, hermano político y primo del Rey del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda; III) 23 de junio de 1837: por la muerte del tío de la Reina Vic*toria, el Rey Guillermo IV; IV) 12 de diciembre de 1840: por la muerte de la Princesa Augusta Sofía, hija mayor de su finada Majestad el Rey Jorge III; V) 11 de agosto de 1843: por la muerte del Duque de Sussex, hijo de Su Majestad, el finado Rey Jorge III; VI) 7 de mayo de 1845: por la muerte de la Princesa Sofía Matilde, hija de su finada Alteza Real Guillermo Enrique, Duque de Glowcester; VII) 5 de abril de 1850: por la muerte de Su Majestad la Reina Adelaida, viuda del finado Su Majestad Guillermo IV y tía de la Reina Victoria; VIII) 17 de noviembre de 1850: por la muerte de su Alteza Real el Duque de Cambridge, hijo menor del finado Su Majestad Jorge III, tío de Su Majestad la Reina Victoria; IX) 17 de julio de 1839: decreto otorgando a Sir Woodbine Parish Ca*ballero Comendador de la Orden Güelfa, autor del tratado del 2 de febrero de 1825, el Escudo de Armas de la República como blasón personal. Rosas no era militar de profesión. El mito Rosas-*Perón no se corresponde con la realidad de los actos de gobierno firma*dos por el Presidente Juan Domingo Perón y por el Gobernador Juan Manuel de Rosas. Página 723
CAPÍTULO XV. Juan Manuel de Rosas — Anatema, folklore y reali*dad. Horas después de la batalla de Caseros Rosas se asila en la casa del Encargado de Negocios de Gran Bretaña, Mr. Roberto Core. Se em*barca en la fragata de guerra inglesa “Centaur” y cuatro (4) días des*pués en el vapor de guerra “Conflict.” Es recibido en Plymouth oficial*mente por las autoridades militares con una salva de cañonazos. Motivo: haber concluido con Gran Bretaña actos trascendentales y la acogida generosa que dio a los súbditos británicos. Rosas y Gran Bretaña con*forman una sociedad accidental con participación: Rosas es socio gestor y el gobierno inglés tiene carácter de socio no gestor. Aportes de Rosas como socio gestor: 1) sumisión de las provincias del mutilado virreinato al tratado de 1825. Nunca repudíó el empréstito inglés de 1824. 2) Man*tuvo inalterable la primacía indiscutible de la actividad ganadera al ser*vicio del comercio inglés. 3) Mantuvo la proscripción de un programa de industrialización como el que le exigía el gobernador de Corrientes, Bri*gadier Pedro Ferré. 4) Puso fin al reclamo reivindicatorio de los indios sobre sus tierras y de los gauchos con relación a sus derechos de parti*cipación política y social. La batalla de Caseros, la más grande que se libró en América: Rosas sumaba 22.000 y Urquiza 24.000 hombres. Ur*quiza se rodea de asesores vinculados a los Estados Unidos de Nortea*mérica, entonces rivales de Gran Bretaña. Urquiza no es confiable para el gobierno inglés. El rosismo folklórico y apologético erradica a Juan Manuel de Rosas de las hipótesis revisionistas profundas. Lo ubica como uno más en el elenco de los administradores de los intereses argentino-*británicos. El profesor David Bushmell en mayo de 1988 señala a Rosas como el “adalid de un liberalismo económico sin restricciones que debe denominarse “rosismo liberal o liberalismo rosista.”
Rosas realidad. El tratado de Mackau-Arana. El texto original completo del 29 de octubre de 1840 firmado a bordo del buque de guerra francés “Boulonnaise.” Francia pide un tratado similar al deI 2 de febrero de 1825 que se había otorgado a Inglaterra. Examen sinóptico del tratado. Tratado Arana-Southern. La independencia de Texas y su posterior anexión a los Estados Unidos juntamente con Arizona, Nueva México y California rompe la “entente cordiale” de Inglaterra y Francia. Génesis de la expedición de guerra anglo-francesa de 1845 sobre fa Confedera*ción Argentina.
Ninguna de las guerras de Gran Bretaña contra nuestro país ha sido lla*mada por su nombre: la de 1806 y 1807 se calificó de “Invasiones”; la de 1845, “Intervención” y la de 1982, “Conflicto de Malvinas.”
La vinculación de Rosas con los representantes británicos durante la guerra de 1845. Rosas cumple con Inglaterra. Perón, en cambio, termi*nó su tercer gobierno y su vida como un desobediente pertinaz. Los objetivos de Francia y de Inglaterra en la guerra donde se fibra la batalla de la Vuelta de Obligado fueron completamente diferentes. Texto integral del tratado Arana-Southern del 24 de noviembre de 1849. Los ríos interiores son argentinos y solamente puede navegar por ellos Gran Bretaña. El tratado de Arana-Southern ratifica las prerrogativas de Gran Bretaña adquiridas por el tratado del 2 de febrero de 1825. La Reina Victoria confirma la Convención Arana-Southern agregando que jamás permitiremos que ella sea violada por persona alguna. Tratado Arana-Le Predour del 31 de agosto de 1850; texto integral. El gobierno de la República Francesa reconoce que el Río Paraná es un río interior de la Confederación Argentina, con excepción de los derechos que sobre el mismo tiene Gran Bretaña por el tratado de 1825. El trata*do Arana-Le Predour reproduce en líneas generales los términos del tra*tado Arana-Southern. Gran Bretaña salva el tratado del 2 de febre*ro de 1825 y erradica a los franceses en sus avances económicos sobre el Río de la Plata.
La misión de Rosas como “gestor” de los intereses británicos había terminado. Página 736
CAPÍTULO XVI. Epílogo que ha de ser prólogo.
El gran enigma de José de San Martín:
A) ¿Fue un rebelde de España y un renegado de los planes de Gran Bretaña para Hispanoamérica? ¿El tratado de paz con España firma*do en 1821 en Punchauca fue la causa por la cual lo obligaron a de*legar su poder militar y retirarse?
B) ¿Continuó en Europa al servicio de Inglaterra?
¿Dónde se halla el texto íntegro del tratado de paz con España que San Martín firmó con el Virrey de la Serna en Punchauca en 1821?
¿Dónde se halla el archivo completo de San Martín?
Falta de respuestas a preguntas decisivas para evaluar el resultado posi*tivo o negativo de su acción sobre Hispanoamérica. Imposibilidad de permanecer en la incertidumbre. Necesidad impostergable de definicio*nes sin ambigüedades.
Seguir de buena fe a prohombres de leyenda que no han sido lo que se cree, es el forzoso regreso al fracaso permanente. Página 795
APÉNDICE
I. ”El delicado umbral de la tempestad - Cuestiones de un general inglés” (marzo 2001): trasplante de la Defensa de 1807 a la mentalidad que les quieren acuñar los británicos a los argentinos del siglo XXI.
II. La Universidad de Oxford crea una cátedra para analizar la situación argentina (La Nación 24 de junio de 1999). Los nuevos personeros de Gran Bretaña para intensificar la colonización pedagógica inglesa en los argentinos de la futura generación.
III. Medio gobierno se mudará a Oxford (Clarín 22 de abril de 2000).
IV. Diputados argentinos invitados por el Parlamento Británico. (La Na*ción 26 de junio de 2001).
V. Final del siglo XX: estatuas simultáneas de San Martín y Canning (La Nación 5 de noviembre de 1994).
San Martín: “liberal, particularmente respecto del comercio que entien*de muy bien. Siempre ha mostrado marcada predilección por Gran Bre*taña” (informe del Comodoro William Bowles al Almirantazgo en enero de 1818).
VI. Confianza inglesa en la Argentina de 2001 (La Nación 17 de julio de 2001).
VIl. “Gran Bretaña socio ideal para la Argentina” (La Nación 21 de octu*bre de 2001).
VII. Brindis en la Embajada Británica (Clarín 7 de abril de 2001). Afirman que el vocero de Blair escribió el discurso de Menem (La Nación
9 de octubre de 2000). Página 807
POSIBLE FINAL. Los grandes hitos de la tesis del teorema que hemos demostrado en este estudio: 1) desde 1711 a 1852, II) desde 1852 has*ta 1943, III) desde 1943 hasta 1955, IV) desde 1955 hasta nuestros días en 2002.
Hostigamiento sin tregua a todos los gobiernos que se suceden desde el 1º de mayo 1958 hasta el 24 de marzo de 1976.
Motivos y pretextos del 24 de marzo de 1976.
Análisis de la obra estructural realizada por el gobierno constitucional en el periodo que transcurre desde el 25 de marzo de 1973 hasta el 24 de marzo de 1976.
El informe de Lord Franks de enero 22 de 1976 refiriendo la necesidad de un golpe de Estado en Argentina. Saludo al 24 de marzo de 1976 y al gobierno el “Proceso” realizado por los diarios ingleses y holandeses. La masacre y la devastación económica que transcurre entre el 24 de marzo de 1976 y el 10 de diciembre de 1983. a) Situación demográfica argentina, b) La desindustrialización planificada, c) El endeudamiento innecesario planificado.
La deuda externa desde el 24 de marzo de 1976 hasta junio del año 2002: la Argentina territorio tributario.
Demostración final al teorema. “Argentina de provincia Hispanoamerica*na a territorio tributario.” Página 848
[1] Edición año 1924
[2] R Rippy J. Fred: “La rivalidad entre Estados Unidos y Gran Bretaña por América Latina (1808-1830)” —EUDEBA. Buenos Aires. 1967.
Julio C. Gonzalez: "La involucin Argentina"
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Plano de Buenos Aires, 1713.
Documentos Escritos. Mapoteca II-51.
Referencias:
Planta de la ciudad de Buenos Aires con todas sus cuadras, Iglesias, conventos, y la fortaleza que al presente tiene con la parte del Río de la Plata que le corresponde, y las cosas más particulares que hoy tiene = Delineado por José Bermudez, sargento mayor de este presidio. Ingeniero de esta provincia por su majestad.
Año de = 1713.
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Fuente:
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Milicias de Buenos Aires, 1802. Vestuario para el Regimiento de Infantería y Dragones. Documentos Escritos. Sala IX. Legajo 8-3-7
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Fuente:
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Guinea Ecuatorial, nuestra olvidada provincia africana
Producida la Revolución de Mayo de 1810, pareciera que Buenos Aires se desentendió del territorio ultramarino.
Publicado el 13 mayo 2014
http://www.elciudadanoweb.com/wp-con...ineadentro.jpg
Por Pablo Yurman
Resultan poco conocidos, por no decir directamente ignorados, los vínculos históricos que unen a nuestro país con una porción de África, hoy un país independiente, el único hispanoparlante de ese vasto continente, Guinea Ecuatorial. No sólo formamos parte, en épocas lejanas de un mismo imperio, el español, sino que esa porción africana dependió administrativamente del Virreinato del Río de la Plata, es decir, de la actual Argentina.
La zona del Golfo de Guinea, entre los ríos Níger y Ogooué, fue durante siglos área disputada por potencias europeas que colonizaron el continente africano. Es así que holandeses, portugueses, ingleses y españoles tomaron sucesivamente posesión de dicho territorio y, fundamentalmente dada su importancia estratégica, de las islas circundantes al mismo, entre otras, la llamadas Fernando Poo y Santo Tomé y Príncipe.
Más allá de todos los avatares coloniales, nuestra olvidada provincia africana llegó a vincularse con nosotros casi de forma casual. Con la firma del Tratado de San Ildefonso, Portugal y España pusieron fin a una época de guerras en varios puntos de sus respectivas áreas imperiales, contienda que tuvo, no obstante, el epicentro de los conflictos en la cuenca del Río de la Plata. Así, el territorio de la Banda Oriental (del río Uruguay) e incluso todo el sur de lo que hoy es Brasil, hasta la isla de Santa Catarina, fue objeto de incursiones militares en uno u otro sentido.
Nos dice Vicente Sierra: “Así se llegó al ‘Tratado de Límites en la América meridional ajustado entre las dos coronas y firmado en San Ildefonso el 1º de octubre de 1777’, signado por Francisco de Souza Coutinho, por Portugal, y el conde de Floridablanca, por España. Por él, Portugal cedía a España las islas de Martín García, Dos Hermanas, San Gabriel y Colonia del Sacramento, y con ellas, la navegación de los ríos de la Plata, Uruguay, Paraguay y Paraná”. Y agrega el historiador: “A los fines de asegurarse la provisión de la esclavatura negra, Portugal cedió a España la isla de Año Bueno y la de Fernando Poo, en la costa de África” (Sierra, Vicente, Historia de la Argentina, tomo III).
En 1778, el brigadier español Felipe de los Santos Toro y Freyre, zarpó del puerto de Montevideo rumbo a Bioko, para tomar posesión de los territorios del golfo de Guinea en nombre de España, pero murió cuatro meses más tarde, tales territorios serían parte del Virreinato del Río de la Plata. El segundo gobernador fue Fernando Primo de Rivera, que lo fue del 14 de noviembre de 1778 al 30 de octubre de 1780.
Producida la Revolución de Mayo de 1810, pareciera que Buenos Aires, pese a ser la capital del Virreinato, se desentendió del territorio ultramarino, el cual fue paulatinamente cayendo en el olvido, permaneciendo como colonia española hasta su independencia formal en 1968. Es poco probable que la Argentina como Estado independiente hubiera conservado su soberanía teórica sobre lo que hoy llamamos Guinea Ecuatorial. Pero no tanto por la distancia: piénsese que la travesía de Buenos Aires al Alto Perú tomaba, para las carretas, semanas por huellas a lo largo de la inhóspita pampa, y ese grado de dificultad y tiempo no era peor que ir en barco desde Montevideo rumbo al África.
El verdadero motivo por el cual la Argentina se olvidó de Guinea Ecuatorial como parte de su territorio radica en la miopía ideológica de la dirigencia política unitaria que gobernó con notorio desdén al interior. En otras palabras, si para Carlos María de Alvear y Bernardino Rivadavia no había que perder ni tiempo ni recursos en conservar la extensión del antiguo Virreinato y, por tanto, podía cederse el Alto Perú, Paraguay, y la Banda Oriental, no puede menos que imaginarse que una lejana posesión ultramarina no ameritaba ni siquiera discutir al respecto.
El unitarismo tuvo siempre una especie de gran zoncera, al decir de Jauretche, que se haría explícita con Sarmiento pero que ya estaba en estado embrionario en los hombres del puerto de Buenos Aires: el mal que aflige a la Argentina, pensaban, es su extensión.
Precisamente lo opuesto a lo que sucedió con el Brasil que fue parido por una elite dirigente con visión de grandeza. Al respecto nos dice Marcelo Gullo que “en la estrategia política británica de dominación mundial estuvo siempre presente la idea, si bien disfrazada, de desintegrar territorialmente o desarticular a los estados periféricos. Gran Bretaña tuvo como objetivo estratégico la fragmentación de la América hispana y de la América lusitana. Inglaterra alcanzó su objetivo en una Hispanoamérica conducida por grupos dirigentes ideologizados y sin experiencia política, pero en la América portuguesa se encontró con una elite de conducción que conocía los secretos de la Realpolitik…” (Gullo, Marcelo, “Argentina – Brasil, la gran oportunidad”).
En efecto, a diferencia de la atomización experimentada por las antiguas partes del Imperio Español, Brasil no sólo conservó su unidad territorial sino que ha sabido implementar, a la par de los procesos de integración continental, otros que lo vinculan con los antiguos pueblos que reconocen una misma matriz cultural, con afinidades lingüísticas, religiosas, artísticas y culturales, herramientas con las que se puede surcar más establemente las inestables aguas de la globalización.
Así, Brasil encaró hábilmente la constitución de la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa, plataforma de integración que, independientemente de Mercosur y Unasur, le permiten contactar con realidades ultramarinas como las de Angola y Mozambique, entre otras. Nuestro país debería intentar seguir ese ejemplo y estrechar vínculos con aquellos pueblos con los que se comparten historia, cultura, lengua y valores religiosos, pese a innumerables matices, para navegar el desafío de la globalización.
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Fuente:
Guinea Ecuatorial, nuestra olvidada provincia africana | Diario El Ciudadano y la Gente
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Hace 240 años, el Rey Carlos III creaba el Virreinato del Río de la Plata, para fortalecer al Imperio Hispano en el Sur de América, y designaba como primer Virrey a Don Pedro Antonio de Cevallos Cortés y Calderón (quien –como sabemos– ya había tenido un gran desempeño al frente de la extensa gobernación de Buenos Aires, entre 1756 y 1766, y también como líder militar).
Al llegar a fechas como éstas, no dejamos de asombrarnos al observar el contraste existente entre la altura de hombres gigantes como Don Pedro de Cevallos, y la de los miserables politiqueros que desgobiernan a los pueblos hispanos actualmente, y desde hace ya demasiado tiempo…
¿Y qué estamos haciendo al respecto…?
Camaradas: Frente al actual estado de cosas, sólo nos queda una salida: ¡ORAR, ORGANIZARNOS y OPERAR!
¡Viva la Patria! ¡Viva Cristo Rey!
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Fuente:
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Guinea Ecuatorial, nuestra olvidada provincia africana
13 Mayo 2014
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COMENTARIOS
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Por Pablo Yurman
Resultan poco conocidos, por no decir directamente ignorados, los vínculos históricos que unen a nuestro país con una porción de África, hoy un país independiente, el único hispanoparlante de ese vasto continente, Guinea Ecuatorial. No sólo formamos parte, en épocas lejanas de un mismo imperio, el español, sino que esa porción africana dependió administrativamente del Virreinato del Río de la Plata, es decir, de la actual Argentina.
La zona del Golfo de Guinea, entre los ríos Níger y Ogooué, fue durante siglos área disputada por potencias europeas que colonizaron el continente africano. Es así que holandeses, portugueses, ingleses y españoles tomaron sucesivamente posesión de dicho territorio y, fundamentalmente dada su importancia estratégica, de las islas circundantes al mismo, entre otras, la llamadas Fernando Poo y Santo Tomé y Príncipe.
Más allá de todos los avatares coloniales, nuestra olvidada provincia africana llegó a vincularse con nosotros casi de forma casual. Con la firma del Tratado de San Ildefonso, Portugal y España pusieron fin a una época de guerras en varios puntos de sus respectivas áreas imperiales, contienda que tuvo, no obstante, el epicentro de los conflictos en la cuenca del Río de la Plata. Así, el territorio de la Banda Oriental (del río Uruguay) e incluso todo el sur de lo que hoy es Brasil, hasta la isla de Santa Catarina, fue objeto de incursiones militares en uno u otro sentido.
Nos dice Vicente Sierra: “Así se llegó al ‘Tratado de Límites en la América meridional ajustado entre las dos coronas y firmado en San Ildefonso el 1º de octubre de 1777’, signado por Francisco de Souza Coutinho, por Portugal, y el conde de Floridablanca, por España. Por él, Portugal cedía a España las islas de Martín García, Dos Hermanas, San Gabriel y Colonia del Sacramento, y con ellas, la navegación de los ríos de la Plata, Uruguay, Paraguay y Paraná”. Y agrega el historiador: “A los fines de asegurarse la provisión de la esclavatura negra, Portugal cedió a España la isla de Año Bueno y la de Fernando Poo, en la costa de África” (Sierra, Vicente, Historia de la Argentina, tomo III).
En 1778, el brigadier español Felipe de los Santos Toro y Freyre, zarpó del puerto de Montevideo rumbo a Bioko, para tomar posesión de los territorios del golfo de Guinea en nombre de España, pero murió cuatro meses más tarde, tales territorios serían parte del Virreinato del Río de la Plata. El segundo gobernador fue Fernando Primo de Rivera, que lo fue del 14 de noviembre de 1778 al 30 de octubre de 1780.
Producida la Revolución de Mayo de 1810, pareciera que Buenos Aires, pese a ser la capital del Virreinato, se desentendió del territorio ultramarino, el cual fue paulatinamente cayendo en el olvido, permaneciendo como colonia española hasta su independencia formal en 1968. Es poco probable que la Argentina como Estado independiente hubiera conservado su soberanía teórica sobre lo que hoy llamamos Guinea Ecuatorial. Pero no tanto por la distancia: piénsese que la travesía de Buenos Aires al Alto Perú tomaba, para las carretas, semanas por huellas a lo largo de la inhóspita pampa, y ese grado de dificultad y tiempo no era peor que ir en barco desde Montevideo rumbo al África.
El verdadero motivo por el cual la Argentina se olvidó de Guinea Ecuatorial como parte de su territorio radica en la miopía ideológica de la dirigencia política unitaria que gobernó con notorio desdén al interior. En otras palabras, si para Carlos María de Alvear y Bernardino Rivadavia no había que perder ni tiempo ni recursos en conservar la extensión del antiguo Virreinato y, por tanto, podía cederse el Alto Perú, Paraguay, y la Banda Oriental, no puede menos que imaginarse que una lejana posesión ultramarina no ameritaba ni siquiera discutir al respecto.
El unitarismo tuvo siempre una especie de gran zoncera, al decir de Jauretche, que se haría explícita con Sarmiento pero que ya estaba en estado embrionario en los hombres del puerto de Buenos Aires: el mal que aflige a la Argentina, pensaban, es su extensión.
Precisamente lo opuesto a lo que sucedió con el Brasil que fue parido por una elite dirigente con visión de grandeza. Al respecto nos dice Marcelo Gullo que “en la estrategia política británica de dominación mundial estuvo siempre presente la idea, si bien disfrazada, de desintegrar territorialmente o desarticular a los estados periféricos. Gran Bretaña tuvo como objetivo estratégico la fragmentación de la América hispana y de la América lusitana. Inglaterra alcanzó su objetivo en una Hispanoamérica conducida por grupos dirigentes ideologizados y sin experiencia política, pero en la América portuguesa se encontró con una elite de conducción que conocía los secretos de la Realpolitik…” (Gullo, Marcelo, “Argentina – Brasil, la gran oportunidad”).
En efecto, a diferencia de la atomización experimentada por las antiguas partes del Imperio Español, Brasil no sólo conservó su unidad territorial sino que ha sabido implementar, a la par de los procesos de integración continental, otros que lo vinculan con los antiguos pueblos que reconocen una misma matriz cultural, con afinidades lingüísticas, religiosas, artísticas y culturales, herramientas con las que se puede surcar más establemente las inestables aguas de la globalización.
Así, Brasil encaró hábilmente la constitución de la Comunidad de Países de Lengua Portuguesa, plataforma de integración que, independientemente de Mercosur y Unasur, le permiten contactar con realidades ultramarinas como las de Angola y Mozambique, entre otras. Nuestro país debería intentar seguir ese ejemplo y estrechar vínculos con aquellos pueblos con los que se comparten historia, cultura, lengua y valores religiosos, pese a innumerables matices, para navegar el desafío de la globalización.
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Re: Virreinato del Río de la Plata
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Interesante vídeo del historiador Guillermo Vázquez Franco, de Uruguay:
http://hispanismo.org/attachment.php...tid=8472&stc=1
https://youtu.be/bHHzFQ_eVb8
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Vaya Michael, un gusto verte de nuevo por aquí.
FRAY PARRAS DESCRIBE A BUENOS AIRES EN 1753.
«...Tendrá la ciudad 20.000 almas de comunión. Tiene dos conventos de San Francisco. Dos colegios de la Compañia, convento de dominicos, de mercedarios, de betlemitas que son hospitalarios, y dos monasterios de dominicas y capuchinas.
Tiene iglesia Catedral, con un obispo. Hay un buen castillo, con competente tropa y con su gobernador y capitán general. Los estilos de esta ciudad, en su trato, conversación, traje, gobierno, son los... mismos que en España, con poca o ninguna diferencia....».
FRAY PEDRO JOSÉ DE PARRAS: “Diario y derrotero de sus viajes, 1749 – 1753.
https://scontent-lax3-2.xx.fbcdn.net...95&oe=59ACCC6F
https://www.facebook.com/luis.f.laic...23605994321841
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Cita:
Iniciado por
Michael
El Virreinato del Río de la Plata es Argentina (de ahí su nombre); El historiador tiene mucha razón cuando dice que los uruguayos son argentinos, porque son rioplatenses. Geográficamente estaban en lo que se llamaba Banda Oriental, en el que se incluían el actual Entre Rios, Corrientes, Misiones Guaraníes y algunos territorios que se cedieron a la República de Río Grande del Sur, Estado de Brasil.
Uruguay siempre ha estado cerca de Buenos Aires, jamás se tenían que haber separado.
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Re: Virreinato del Río de la Plata
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Re: Virreinato del Río de la Plata
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Iniciado por
Mexispano
Vaya Michael, un gusto verte de nuevo por aquí.
FRAY PARRAS DESCRIBE A BUENOS AIRES EN 1753.
«...Tendrá la ciudad 20.000 almas de comunión. Tiene dos conventos de San Francisco. Dos colegios de la Compañia, convento de dominicos, de mercedarios, de betlemitas que son hospitalarios, y dos monasterios de dominicas y capuchinas.
Tiene iglesia Catedral, con un obispo. Hay un buen castillo, con competente tropa y con su gobernador y capitán general. Los estilos de esta ciudad, en su trato, conversación, traje, gobierno, son los... mismos que en España, con poca o ninguna diferencia....».
FRAY PEDRO JOSÉ DE PARRAS: “Diario y derrotero de sus viajes, 1749 – 1753.
https://scontent-lax3-2.xx.fbcdn.net...95&oe=59ACCC6F
https://www.facebook.com/luis.f.laic...23605994321841
Saludos Compatriota Novo-Hispano. Es muy interesante todo esto de Argentina. Una nación muy interesante. Si, he estado haciendo algunas investigaciones históricas que han tomado de mi tiempo, pero sigo aquí. Un abrazo compatriota.
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Cita:
Iniciado por
EspadaDeRoma
El Virreinato del Río de la Plata es Argentina (de ahí su nombre); El historiador tiene mucha razón cuando dice que los uruguayos son argentinos, porque son rioplatenses. Geográficamente estaban en lo que se llamaba Banda Oriental, en el que se incluían el actual Entre Rios, Corrientes, Misiones Guaraníes y algunos territorios que se cedieron a la República de Río Grande del Sur, Estado de Brasil.
Uruguay siempre ha estado cerca de Buenos Aires, jamás se tenían que haber separado.
Totalmente de acuerdo contigo amigo. Excelente el vídeo que colocas sobre Buenos Aires. Un abrazo.
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Extracto de la Proclama de Juan Antonio Lavalleja (1825):
http://hispanismo.org/attachment.php...tid=8476&stc=1
http://hispanismo.org/attachment.php...tid=8477&stc=1
"Llegó el fin el momento de proclamar nuestra amada patria de la ignominiosa esclavitud con que ha gemido por tantos años y elevarla con nuestro esfuerzo al puesto eminente que le reserva el destino sobre los pueblos libres del nuevo mundo. El grito heroico de libertad retumba ya por nuestros dilatados campos con el estrépito belicoso de la guerra. ¡Argentinos Orientales! Aquellos compatriotas nuestros, en cuyos pechos arde inexhausto el fuego del amor patrio,... no han podido mirar con indiferencia el triste cuadro que ofrece nuestro desdichado país bajo el yugo ominoso del déspota del Brasil... vuestra indignación se inflama al ver la Provincia Oriental como un conjunto de seres esclavos sin gobierno, sin nada propio más que sus deshonras y sus desgracias. Tiemble el déspota del Brasil de nuestra justa venganza. Su cetro tiránico será convertido en polvo y nuestra cara patria verá brillar en sus sienes el laurel augusto de una gloria inmortal. Argentinos Orientales: las provincias hermanas solo esperan vuestro pronunciamiento para protegeros en la heroica empresa de reconquistar vuestros derechos. La gran nación argentina de que sois parte, tienen gran interés que seáis libres... Constituir la provincia bajo el régimen representativo republicano, en uniformidad a las demás de la antigua unión. Estrechar con ella los dulces vínculos que antes la ligaban. Argentinos-Orientales: el mundo ha fijado sobre vosotros su atención. La guerra va a sellar nuestros destinos. Combatid, pues, y reconquistad el hecho más precioso del hombre digno de serlo."
https://m.youtube.com/watch?v=U4YzHjbOUxk
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Otro excelente vídeo del profesor Vázquez Franco:
http://hispanismo.org/attachment.php...tid=8478&stc=1
https://youtu.be/Ph3J_rsYuP0
Locutor: Cuando los argentinos nos quieren ofender nos dicen que somos provincianos.
Vázquez Franco: Pero no nos ofenden por eso. Yo me declaro provinciano, y usted también es provinciano.
Locutor: Yo sé que sí.
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Texto de la Declaratoria de Independencia de la Provincia Oriental (Uruguay) y de las dos leyes complementarias de Unión y de creación de la bandera nacional - 25 de agosto de 1825
Texto y promulgación.
Florida, Agosto 25 de 1825.
La Honorable Sala de Representantes de la Provincia Oriental del Río de la Plata, en uso de la Soberanía ordinaria y extraordinaria que legalmente inviste, para constituir la existencia política de los pueblos que la componen, y establecer su independencia y felicidad, satisfaciendo el constante, universal y decidido voto de sus representados; después de consagrar á tan alto fin su mas profunda consideración; obedeciendo la rectitud de su íntima conciencia, en el nombre y por la voluntad de ellos, sanciona con valor y fuerza de ley fundamental lo siguiente:
1 - Declara írritos, nulos, disueltos y de ningún valor para siempre, todos los actos de incorporación, reconocimientos, aclamaciones y juramentos arrancados á los pueblos de la Provincia Oriental, por la violencia de la fuerza unida á la perfidia de los intrusos poderes de Portugal y el Brasil que la han tiranizado, hollado y usurpado sus inalienables derechos, y sujetándole al yugo de un absoluto despotismo desde el año de 1817 hasta el presente de 1825. Y por cuanto el Pueblo Oriental, aborrece y detesta hasta el recuerdo de los documentos que comprenden tan ominosos actos, los Magistrados Civiles de los pueblos en cuyos archivos se hallan depositados aquellos, luego que reciban la presente disposición, concurrirán el primer día festivo en unión del Párroco y vecindario y con asistencia del Escribano, Secretario, o quien haga sus veces á la casa de Justicia, y antecedida la lectura de este Decreto se testará y borrará desde la primera línea hasta la última firma de dichos documentos, extendiendo en seguida un certificado que haga constar haberlo verificado, con el que deberá darse cuenta oportunamente al Gobierno de la Provincia.
2 - En consecuencia de la antecedente declaración, reasumiendo la Provincia Oriental la plenitud de los derechos, libertades y prerrogativas, inherentes á los demás pueblos de la tierra, se declara de hecho y de derecho libre é independiente del Rey de Portugal, del Emperador del Brasil, y de cualquiera otro del universo y con amplio y pleno poder para darse las formas que en uso y ejercicio de su soberanía estime convenientes.
Dado en la Sala de Sesiones de la Representación Provincial en la Villa de San Fernando de, la Florida, etc. Juan Francisco de Larrobla, Presidente, Diputado por el Departamento de Guadalupe. - Luis Eduardo Perez, Vice Presidente, Diputado por el Departamento de San José. - Juan José Vázquez, Diputado por el Departamento de San Salvador. - Joaquín Suárez, Diputado por el Departamento de la Florida. - Manuel Calleros, Diputado por el Departamento de Nuestra Señora de los Remedios. - Juan de León, Diputado por el Departamento de San Pedro. - Carlos Anaya, Diputado por el Departamento de Maldonado. - Simón del Pino, Diputado por el Departamento de San Juan Bautista. Santiago Sierra, Diputado por el Departamento de las Piedras. - Atanasio Lapido, Diputado por el Departamento de Rosario. - Juan Tomás Nuñez, Diputado por el Departamento de las Vacas. - Gabriel Antonio Pereira, Diputado por el Departamento de Pando. - Mateo Lázaro Cortés, Diputado por el Departamento de Minas. - Ignacio Barrios, Diputado por el Departamento de Víboras. - Felipe Alvarez Bengochea, Secretario.
INCORPORACION DE LA PROVINCIA ORIENTAL A LAS PROVINCIAS UNIDAS DEL RIO DE LA PLATA
Texto y promulgación
La Honorable Sala de Representantes de la Provincia Oriental del Río de la Plata, en virtud de la soberanía ordinaria y extraordinaria que legalmente reviste, para resolver y sancionar todo cuanto tienda á la felicidad de ella, declara: que su voto general, constante, solemne y decidido, es y debe ser por la unión con las demás Provincias Argentinas, á que siempre perteneció por los vínculos más sagrado que el mundo conoce. Por tanto ha sancionado y decreta por ley fundamental la siguiente:
Queda la Provincia Oriental del Río de la Plata unida á las demás de este nombre en el territorio de Sud América, por ser la libre y espontánea voluntad de los pueblos que la componen, manifestada en testimonios irrefragables y esfuerzos heroicos desde el primer periodo de la regeneración política de dichas Provincias.
Dado en la Sala de Sesiones de la Representación Provincial, en la Villa de San Fernando de la Florida, a 25 del mes de Agosto del año de 1825.Juan Francisco de Larrobla. Diputado por la Villa de Guadalupe, Presidente. - Luis Eduardo Perez. Diputado por la Villa de San José, Vicepresidente. - Juan José Vázquez. Diputado por la Villa de San Salvador. Joaquín Suárez. Diputado por la Villa de San Fernando de la Florida. - Manuel Calleros. Diputado por la Villa de Nuestra Señora de los Remedios. - Juan de León. Diputado por la Villa de San Pedro. - Carlos Anaya. Diputado por la Ciudad de San Fernando de Maldonado. - Simón del Pino. Diputado por la Villa de San Juan Bautista. - Santiago Sierra, Diputado por la Villa de San Isidro de las Piedras. - Atanasio Lapido. Diputado por la Villa del Rosario. - Juan Tomás Nuñez. Diputado -por el Pueblo de las Vacas. - Gabriel Antonio Pereira. Diputado por la Villa de Concepción de Pando. - Mateo Lázaro Cortes. Diputado por la Villa de Concepción de Minas. - Ignacio Barrios. Diputado por la Villa de Víboras. Felipe Alvarez Bengochea, Secretario.
PABELLON NACIONAL
Texto y promulgación
La Honorable Sala de Representantes de la Provincia Oriental del Río de la Plata, en uso de la soberanía ordinaria y extraordinaria que legalmente reviste, ha sancionado y decreta con valor y fuerza de ley, lo siguiente:
Siendo una consecuencia necesaria del rango de Independencia y Libertad que ha recobrado de hecho y de derecho la Provincia Oriental, fijar el pabellón que debe señalar su Ejército y flamear en los pueblos de su territorio, le declara por tal, el que tiene admitido, compuesto de tres fajas horizontales, celeste, blanca, y punzó, por ahora, y hasta tanto que incorporados los Diputados de esta Provincia, a la Soberanía Nacional, se enarbole el reconocido por el de las Unidas del Río de la Plata, a que pertenece.
Dado en la Sala de Sesiones de la Representación Provincial en la Villa de San Fernando de la Florida, a veinte y cinco días del mes de Agosto de mil ochocientos veinticinco.Juan Francisco de Larrobla. Diputado por la Villa de Guadalupe, Presidente. - Luis Eduardo Perez. Diputado por la Villa de San José, Vicepresidente. - Juan José Vázquez. Diputado por la Villa de San Salvador. Joaquín Suárez. Diputado por la Villa de San Fernando de la Florida. - Manuel Calleros. Diputado por la Villa de Nuestra Señora de los Remedios. - Juan de León. Diputado por la Villa de San Pedro. - Carlos Anaya. Diputado por la Ciudad de San Fernando de Maldonado. - Simón del Pino. Diputado por la Villa de San Juan Bautista. - Santiago Sierra, Diputado por la Villa de San Isidro de las Piedras. - Atanasio Lapido. Diputado por la Villa del Rosario. - Juan Tomás Nuñez. Diputado -por el Pueblo de las Vacas. - Gabriel Antonio Pereira. Diputado por la Villa de Concepción de Pando. - Mateo Lázaro Cortes. Diputado por la Villa de Concepción de Minas. - Ignacio Barrios. Diputado por la Villa de Víboras. Felipe Alvarez Bengochea, Secretario.
https://es.m.wikisource.org/wiki/Dec...cia_de_Uruguay
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Tratado confederal entre las juntas de Asunción y Buenos Aires
La Convención de Amistad, Auxilio y Comercio entre las Excelentísimas Juntas Gubernativas de Buenos Aires y del Paraguayfue firmada el 12 de octubre de 1811 entre representantes de la Junta Grande del Río de la Plata y la Junta Gubernativa de Asunción, reconociendo el gobierno de Buenos Aires la autonomía de la provincia del Paraguay hasta la celebración de un congreso general de todas las provincias que decidiera la forma de gobierno, estableciendo de hecho la independencia del Paraguay.
Antecedentes legales
Luego de producida en Buenos Aires la Revolución de Mayo de 1810 que derrocó al virrey español Baltasar Hidalgo de Cisneros, el gobernador intendente realista de Asunción, Bernardo de Velasco y Huidobrocomunicó a Buenos Aires la separación de la Intendencia del Paraguay del Virreinato del Río de la Plata y formó una junta el 24 de junio de 1810, la que juró fidelidad a Fernando VII y al Consejo de Regencia de España e Indias con sede en Cádiz. La Junta porteña envió a Asunción al coronel paraguayo José de Espínola y Peña para intentar la subordinación de la provincia, pero éste fracasó en sus gestiones. Luego de que Velasco ordenara una incursión en Misiones para requisar armas, la Junta de Buenos Aires respondió enviando al general Manuel Belgrano con un ejército de 1100 soldados, pero sus tropas fueron derrotadas en la Batalla de Paraguarí (19 de enero de 1811) y en la Batalla de Tacuarí (9 de marzo de 1811), debiendo abandonar el Paraguay.
El 14 de mayo de 1811, adelantándose al ingreso de tropas portuguesas solicitadas por Velasco, estalló el movimiento revolucionario paraguayo dirigido en lo militar por el capitán Pedro Juan Caballero, formándose un gobierno provisional presidido por Velasco y secundado por el capitán Juan Valeriano de Zevallos y por José Gaspar Rodríguez de Francia. El 17 de junio de 1811 se reunió un Congreso que decidió No reconocer otro soberano que Fernando VII y sostener los derechos, libertad, defensa e indemnidad de esta provincia. El 19 de junio Velasco fue destituido, acusado de entendimiento con Elío en Montevideo. El Congreso nombró una junta gubernativa presidida por Fulgencio Yegros e integrada por Rodríguez de Francia, Pedro Juan Caballero, Francisco Javier Bogarin y Fernando de la Mora y decidió unirse en confederación con las demás provincias del Río de la Plata, designando a Rodríguez de Francia como diputado ante la Junta Grande.
El 20 de julio de 1811 la junta paraguaya envió una nota a la Junta de Buenos Aires comunicándole que el Paraguay se "gobernará por si misma":[1]Primera: que mientras no se forme el Congreso general, esta Provincia se gobernará por sí misma, sin que la excelentísima junta de esa ciudad pueda disponer ni ejercer jurisdicción sobre su forma de gobierno, regimen, administración ni otra alguna causa correspondiente á ella.
Expresaba también la nota que: La Provincia no podía dar una prueba más positiva de sus sinceros deseos de accesión á la confederación general, y defender la causa común del señor Don Fernando VII.[2]
El 12 de octubre de 1811 se firmó con el enviado de Buenos Aires, el general Belgrano, la Convención de Amistad, Auxilio y Comercio.
Articulado
La convención se componía de cinco artículos y un sexto adicional firmado por separado.
El artículo 1 establecía que el tabaco perteneciente a la Real Hacienda que se hallaba en el Paraguay, podía ser vendido por la Junta de Asunción para destinar esos recursos al mantenimiento de una fuerza de defensa. Además de establecer el libre comercio del tabaco extinguiendo el estanco.
El artículo 2 establecía que el peso de Cisa y Arbitrio que anteriormente se pagaba en Buenos Aires por cada tercio de yerba mate que se extraía en el Paraguay, se pague desde ese momento en Asunción, destinado también a la defensa.
El artículo 3 establecía que no se cobraría el derecho de alcabalas por los productos enviados desde Asunción a Buenos Aires.
El artículo 4 establecíaA fin de precaver en cuanto sea posible toda desavenencia entre los Moradores de una y otra Provincia con motivo de la diferencia ocurrida sobre la pertenencia del Partido nombrado de Pedro González que se halla situado en esta banda del Paraná: continuará por ahora en la misma forma que actualmente se halla, en cuya virtud se encargará al Cura de las Ensenadas de la Ciudad de Corrientes no haga novedad alguna, ni se ingiera en lo espiritual de dicho partido, en la inteligencia de que en Buenos Aires se acordará con el Ilmo. Señor Obispo lo conveniente al cumplimiento de esta disposición interina, hasta tanto que con más conocimiento se establezca en el Congreso General la demarcación fija de de ambas provincias hacia ese costado, debiendo en lo demás quedar también por ahora los límites de esta Provincia del Paraguay, en la forma en que actualmente se hallan, encargándose consiguientemente su Gobierno de custodiar el Departamento de Candelaria.[3]
El artículo 5 establecía:Por consecuencia de la Independencia en que queda esta Provincia del Paraguay de la de Buenos Aires conforme a lo convenido en la citada contestación oficial del 28 de agosto último: Tampoco la mencionada Exma. Junta pondrá reparo en el cumplimiento y ejecución de las demás deliberaciones tomadas por esta del Paraguay en Junta General conforme a las Declaraciones del presente Tratado. Y bajo de estos artículos deseando ambas partes contratantes estrechar más y más los vínculos y empeños que unen, y deben unir ambas Provincias en una federación y alianza indisoluble, se obliga cada una por la suya no solo a conservar y cultivar una sincera, sólida y perpetua amistad, sino también de auxiliarse y cooperar mutua y eficazmente con todo género de auxilios según permitan las circunstancias de cada una, toda vez que lo demande el sagrado fin de aniquilar y destruir cualquier Enemigo que intente oponerse a los progresos de nuestra justa Causa, y común Libertad; en fe de todo lo cual con las más sinceras protestas de que estos estrechos vínculos unirán siempre en dulce confraternidad a esta Provincia del Paraguay, y las demás del Río de la Plata, haciendo a este efecto entrega de los poderes insinuados, firmamos esta Acta por duplicado con los respectivos Secretarios, para que cada parte conserve la suya a los fines consiguientes. Fechado en esta Ciudad de la Asunción del Paraguay a doce de octubre de mil ochocientos once.[3] El artículo adicional arreglaba el valor del impuesto a la yerba mate y al tabaco que se cobraría en Buenos Aires.
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Observaciones de la Junta de Buenos Aires
Al tomar conocimiento de los artículos de la convención, la Junta de Buenos Aires hizo la siguiente observación al artículo 4:Este gobierno, que, aunque penetrado del verdadero espíritu que debe mover sus deliberaciones, se ha resignado á hacer algunos sacrificios, no debe sufragar el considerable que le resulta de la pérdida de parte de su jurisdicción comprendida en el artículo 4º, si su verdadero sentido es conceder al Paraguay todo el departamento de Candelaria. Sobre éste único punto es que reencarga á V. S. que obtenga de un modo favorable la subsistencia de nuestra delineación territorial.
A lo que la Junta de Asunción respondió:La unión é íntima relación que estrecha á ésta con esa Provincia, ha hecho qué meditemos con seriedad la desmembración ó alteración de límites de que habla V. E. en su oficio de 31 de Octubre, refiriéndose al capítulo 4º de los tratados celebrados entre ambos; y ciertamente los conocimientos que se han adquirido sobre los indicados límites de esta Provincia, hacen ver que el Departamento de Candelaria ha estado comprendido siempre en ellos por lo que hace á ambas jurisdicciones Real y Episcopal de esta Provincia. No obstante se tendrá muy presente este punto para tratarlo en el primer Congreso que se celebre de sus vecinos y moradores, de cuyo común sufragio depende la resolución del caso, qué este gobierno hará cuanto sea dable porque sea asequible la reforma que solicita.[4]
Final de la confederación
Rodríguez de Francia, tras retirarse dos veces de la Junta de Asunción, retornó a ella el 16 de noviembre de 1812 ante el pedido popular, pero condicionó su retorno a la neutralización de los partidarios de la confederación con Buenos Aires.[5]
El Segundo Congreso paraguayo se reunió del 30 de septiembre al 12 de octubre de 1813; ese día se sancionó un Reglamento que estableció una nueva forma de gobierno, el Consulado, con dos cónsules: Fulgencio Yegros y José Gaspar Rodríguez de Francia. Se adoptó además el nombre de República del Paraguay —aunque no sustituyó completamente al de Provincia del Paraguay— lo que algunos autores han interpretado como una declaración de independencia.
El 3 de octubre de 1814 otro Congreso quitó a Yegros del poder y Rodríguez de Francia fue declarado "dictador" para un período de 5 años, éste se declaró completamente opuesto a la confederación paraguayo-argentina dado que en Buenos Aires preponderaban los unitarios (en este caso los partidarios de un gobierno centralizado en Buenos Aires).
Paraguay proclamó formalmente su independencia el 25 de noviembre de 1842,[6] pero la Confederación Argentina no la reconoció hasta la firma del Acta de reconocimiento de la soberanía e independencia de la República del Paraguay por la Confederación Argentina, en Asunción el 17 de julio de 1852.
https://es.m.wikipedia.org/wiki/Tratado_confederal_entre_las_juntas_de_Asunción_y_Buenos_Aires
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Re: Virreinato del Río de la Plata
ROSAS Y EL PARAGUAY
(01) La Independencia de Paraguay
(02) Rosas no reconoce la Independencia Paraguaya
(03) Legado de la "espada diplomática y militar"
(04) Rosas y el Paraguay
(05) Fuentes.
(06) Artículos relacionados.
La Independencia de Paraguay
La declaración oficial de la dependencia paraguaya se hizo el 25 de abril de 1842. No fue ajena la instigación de Brasil por medio de José Antonio Pimienta Bueno, luego marqués de San Vicente. Resultó fácil al diplomático brasilero agitar los agravios hacia el “puerto” y el fantasma de una dependencia de Buenos Aires, por la equivocada política de los gobernantes porteños anterior a 1829.
Pero en 1842, Rosas dirigía los destinos de la Confederación Argentina; su política había quitado los recelos del interior contra el puerto, el gran factor de la dispersión platina; de allí que estableciera la Confederación de provincias iguales en derecho por el Pacto Federal de 1831, y cerrase la entrada a Buenos Aires de mercadería y producciones extranjeras que podían elaborarse en el interior (Ley de Aduana de 1835). Gracias a ello rehizo la unidad, que de otra manera hubiera llevado a una Centroamérica de catorce republiquetas enemigas. No faltaban, de más está decir, los estímulos exteriores para esa balcanización.
Rosas no reconoce la Independencia Paraguaya
La Independencia del Paraguay no fue reconocida por Rosas. Declaró que “no llevaría la guerra a esa provincia”, limitándose a esperar que el tiempo y la reflexión modificasen la actitud de los paraguayos. Consideró a Paraguay “provincia argentina” y sus productos (tabaco, yerba, madera) tenían en el puerto de Buenos Aires el tratamiento preferencial de todo producto argentino. Solamente en 1849 ante el tránsito de un convoy de armas de Brasil a Paraguay por territorio argentino, perdió la paciencia con López y amenazó con la guerra. Posiblemente no fuera otra cosa que una amenaza, pues Rosas no iría a estrellar su Ejército de Operaciones (que destinaba a la próxima guerra con Brasil) contra 25.000 paraguayos que sabía bien armados, y cuyo coraje amor al terruño los haciaía imbatibles en la defensiva. Por otra parte habia expersado claramente a López que "jamás pretenderá obligar con armas a aquel país a que entre en la Confederación, y que sus relaciones siempre serán conducidas con amistosa benevolencia". Por otra parte no estaba en las modalidades de Rosas anexar territorios por la fuerza (caso de Tarija en 1841, de la alianza ofrecida por Brasil en 1843, etc.) El Restaurador buscaba la Federación del Plata, pero de la misma manera que hizo la Federación Argentina: sin prepotencia, sin avasallamientos, por propia y decidida voluntad de los escindidos, que es la sola manera de reconstruir una nacionalidad disgregada.
Legado de la "espada diplomática y militar"
http://www.lagazeta.com.ar/rosas_juan_manuel_06.jpgEl 17 de febrero de 1869, mientras Francisco Solano López y el heroico pueblo guaraní se debatían en las últimas como jaguares decididos que se niegan a la derrota, Rosas testó el destino del "sable de la soberanía":
"Su excelencia el generalísimo, Capitán General don José de San Martín, me honró con la siguiente manda: La espada que me acompañó en toda la guerra de la Independencia será entregada al general Rosas por la firmeza y sabiduría con que ha sostenido los derechos de la Patria. Y yo, Juan Manuel de Rosas, a su ejemplo, dispongo que mi albacea entregue a su Excelencia el señor Gran Mariscal, presidente de la República paraguaya y generalísimo de sus ejércitos, la espada diplomática y militar que me acompañó durante me fue posible defender esos derechos, por la firmeza y sabiduría con que ha sostenido y sigue sosteniendo los derechos de su Patria".
Rosas y el Paraguay
La simpatía de Rosas hacia el Paraguay fue constante. Su correspondencia demuestra que durante la guerra de la Triple Alianza estuvo a favor de los paraguayos, como estuvieron a favor la mayoría de los argentinos y orientales.
En 1869 el Restaurador lega su sable al mariscal López, que se debatía en las últimas, reconociéndolo el defensor de la soberanía americana.
Vencido el Paraguay, se interesó por su suerte ante los banqueros ingleses, gestionando empréstitos para su reconstrucción.
El 17 de Mayo de 1871, el Presidente Paraguayo Rivarola, agradeció a Rosas “el interés que ha mostrado en favor de este pobre país que ha quedado aniquilado en una guerra sin ejemplo”.
Al año siguiente en carta del 9 de Marzo de 1872, el Presidente Jovellanos le ofrecía “en nombre de todos mis conciudadanos hospitalidad entre nosotros, donde después de honrarnos con su aceptación hallaría corazones que habrían de mitigar los sinsabores de su triste vida” (“Copia fotográfica en papeles de Rosas”, de Adolfo Saldías, t.II, p.436 y 438)
Fuente: www.lagazeta.com.ar
http://www.lagazeta.com.ar/independencia_de_paraguay.htm
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Re: Virreinato del Río de la Plata
08/07/2017 OPINION
La Independencia argentina y el compromiso de la masonería
La declaración de la Independencia el 9 de Julio de 1816 tuvo una activa participación de la masonería que actuó como articuladora e impulsora del surgimiento de "una nueva y gloriosa Nación" desde la Revolución de Mayo de 1810. Al respecto opinó para Télam Jorge Clavero, Gran Maestre de la Gran Logia Argentina de Libres y Aceptados Masones.
http://www.telam.com.ar/advf/imagene...665b_60x60.jpg
Por Jorge Clavero
La declaración de la Independencia argentina el 9 de Julio de 1816 tuvo una activa participación de la masonería que actuó como articuladora e impulsora del surgimiento de "una nueva y gloriosa Nación" desde la Revolución de Mayo de 1810 y la Primera Junta que corporizó la voluntad inicial de autonomía de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Al momento de declararse la Independencia en Tucumán, Antonio González Balcarce era Director Supremo de las Provincias Unidas del Río de la Plata, máxima autoridad del país, e integrante de la masonería criolla, igual que figuras clave de la época, como José Francisco de San Martín y Manuel Joaquín del Corazón de Jesús Belgrano.
Pero también fueron masones 9 de los 11 integrantes de la Primera Junta y lo fueron los patriotas que se reunían en la jabonería de Vieytes.
Por esto fue que en el Congreso de Tucumán, entre los firmantes del Acta de Independencia, aquél 9 de julio de 1816, de 7 representantes de Buenos Aires, 4 de ellos eran miembros activos y reconocidos de la masoneria: Juan José Paso; Fray Cayetano Rodríguez; Pedro Medrano y Antonio Sáenz.
Hay indicios históricos no confirmados de que Tomás Manuel de Anchorena también era masón.
La misma pasión patriótica compartían, sin ser masones, los diputados porteños Pedro Medrano y Esteban Gascón.
Hasta entonces, la Masonería Universal tenía presencia en las Provincias Unidas del Río de la Plata a través de logias impulsadas desde Francia, Inglaterra y Montevideo.
La masonería fue protagonista de las siguientes décadas en distintos episodios históricos como la defensa de la soberanía en La Vuelta de Obligado, con el protagonismo del masón Pedro Echagüe, quien también fue gobernador de Entre Ríos, antes del surgimiento de otra personalidad histórica como Justo José de Urquiza.
La paz, luego de la batalla de Caseros, y la Constitución de 1853 tienen igualmente el sello protagónico de la masonería criolla.
La masonería argentina se organizó definitivamente en 1857 y siguió presente en numerosos hitos sociales, desde la creación de los primeros sindicatos hasta los primeros clubes de fútbol.
Las bibliotecas populares o instituciones como la Academia Nacional de Ciencias e innumerables organizaciones civiles, profesionales y filantrópicas suman honrosas participaciones masónicas en la vida nacional.
Pero también protagonizó hechos políticos relevantes como la capitalización de Buenos Aires; la institucionlización de la enseñanza pública, gratuita y laica; el voto universal y el voto femenino.
En 2017, desde la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones seguimos celebrando nuestra historia como una Nación independiente y como una democracia representativa, republicana y federal con los mismos valores humanistas e igualitarios que ejercieron nuestros predecesores.
Este 2017, la Argentina cumple 201 años como Nación independiente y la masonería nacional cumple 160 años manteniendo los valores que nuestra fraternidad universal consolidó hace 300 años.
Hay indicios históricos de que la presencia. masónica se registra en nuestro país desde 1767.
Con toda esta historia en el pais, y con los 300 años promoviendo el progreso de la humanidad, que se celebran en 2017 en 200 países del mundo, la Masonería extiende este 9 de Julio, un fuerte y fraterno abrazo a todos los argentinos y se compromete a seguir consolidando una Nación independiente, democrática, ética íntegra, unida, solidaria y fecunda.
(*) Gran Maestre de la Gran Logia de la Argentina de Libres y Aceptados Masones.
http://www.telam.com.ar/notas/201707/194802-opinion-independencia-argentina-masoneria.html
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Celeste y blanco, símbolo borbónico o el color del cielo
Unos afirman que Belgrano se inspiró en el manto de la Virgen
20 Jun 2010
https://img-lagaceta-com-ar.cdn.ampp...24-1485944.jpg
¿En qué se inspiró Manuel Belgrano para elegir los colores de la Bandera? Existen mitos y creencias diferentes. En la escuela primaria, a los niños le cuentan la historia de que Belgrano se inspiró en los colores del cielo, celeste y blanco, para diseñar la Bandera. Esa es la versión propuesta por Bartolomé Mitre, que, al hablar de Belgrano, afirma: "... Las tropas ocuparon sus puestos de combate. Eran las seis y media de la tarde y, en aquel momento se enarboló en ambas baterías, la bandera azul y blanca, reflejo del hermoso cielo de la patria...."
También se invoca la religiosidad del prócer, quien se encomienda a la Virgen de La Merced antes de librar la Batalla de Tucumán, y luego del triunfo, le entrega su sable como muestra de agradecimiento y veneración. Es así que surgió de esta imagen la creencia de que Belgrano quiso plasmar en la insignia, los colores del manto de Nuestra Señora de La Merced. El legislador Jorge Mendía (que aclara que no es historiador, sino un apasionado por la historia), dijo que se inclina por esta versión. "Belgrano era un hombre sumamente religioso y yo creo que se inspiró en los colores celeste y blanco del manto de la Virgen para mandar a diseñar la enseña patria", indicó.
Para otros entendidos, Belgrano, además de ser sumamente religioso y un militar decidido, fue un hombre político de sangre, y sostienen que los colores que lleva nuestra enseña respetaron los colores distintivos de la Casa de Borbón (España). Mucho se ha debatido sobre esta cuestión.
Para el presidente del Instituto Belgraniano, Luis Yanicelli -un estudioso de la vida y de la trayectoria del prócer-, la versión más aceptada, es que las franjas celeste y blanca se originan en los colores de la Orden de Carlos III de Borbón, celeste, blanco y celeste.
Dijo que desde 1808, cuando cae España en manos de Bonaparte -designando este como rey a su hermano José-, en las colonias americanas se comienza a pergeñar la idea de un estado independiente, pero gobernado por un monarca de la Casa de Borbón. "Concretamente se ofrece ese trono a Carlota Joaquina de Borbón. Esto implicaba, una independencia de España, más no de la casa real", indicó. Yanicelli asegura que en febrero de 1812, cuando Belgrano hace flamear por primera vez la Bandera en Rosario (en esa época ni siquiera era una villa), "vive en el espíritu del prócer, más fuerte que nunca, la alternativa independentista por la vía borbónica". Y dijo que así lo demuestran las cartas que Belgrano escribe a Gaspar de Vigodet, jefe realista de la Banda Oriental, a José Castelli, Juan José Paso, Manuel de Sarratea, a Antonio Alvarez Jonte y a la mismísima infanta Carlota, que por esos tiempos vivía en Brasil.
Antecedentes
Para Yanicelli, este pensamiento no era exclusivo de Belgrano, ya que el 18 de febrero de 1812, a instancias de Belgrano, el Primer Triunvirato (Feliciano Chiclana, Sarratea, Paso, y Bernardino Rivadavia), crea la Escarapela Nacional, con los colores "blanca y azul celeste". ("Obsérvese el orden de los colores", advierte Yanicelli). Apunta que en consecuencia de ello, Belgrano escribe a ese gobierno, el 27 de febrero de 1812, lo siguiente: " ?siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, la mandé hacer al igual que los colores de la escarapela, blanco y azul celeste".
También se relacionan los colores de la insignia nacional a la lucha entre unitarios (se identificaban con el color celeste) y federales (con el rojo). "De esto se derivó que las banderas oficiales usaran más bien un color azul subido, para diferenciarse de la divisa de los repudiados opositores", escribió Carlos Páez de la Torre(h).
https://www.google.com/amp/www.lagaceta.com.ar/nota/amp/384496/informacion-general/celeste-blanco-simbolo-borbonico-o-color-cielo.html
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Re: Virreinato del Río de la Plata
SOBERANÍA TERRITORIAL
La Nación Argentina se proyecta en la Historia Contemporánea argentina, ya que ha surgido en el transcurso de dicha época, como legítima continuadora del VIRREINATO DEL RÍO DE LA PLATA, 1776 - 1º de agosto – 1810, actualmente desmembrada, desfigurada, aniquilada.
Por E. de la Sierra
Los historiadores han reconstruido nuestro pasado histórico, el desarrollo histórico que mediante un proceso de reducción ad absurdum, que determino en una unidad histórico del siglo XVI de carácter histórico-geográfico, apoyada en un marco político-institucional de más, aproximadamente, de más de 5.000.000 kilómetros cuadrados para a ser a una nación independiente, libre y soberana que son sus actuales 2.800.000 kilómetros cuadrados del sector emergido sudamericano, siendo una pálida imagen, un resto abandonado de una unidad territorial soberana que se hallaba en condiciones geopolíticas, etc., de incidir potentemente en una comunidad libre de naciones libres.
Evidentemente una de esas condiciones destinadas a crear una situación de influencia internacional del virreinato era su forma biogénica, gracia histórica que detentan pocos países en el mundo, y uno de los signos históricos que determina el carácter de potencia. La apertura del Virreinato del Río de la Plata al océano Pacífico, se concretaba por dos regiones altamente importantes; hacia el norte por las circunscripciones territoriales del Alto Perú (República de Bolivia), que tenían costas sobre aquel océano; y, hacia el sur todo el apartado y desolado borde austral de América del Sur, en ambos frentes oceánicos, atlántico-pacífico, conducido desde Buenos Aires, último baluarte de los reyes de España en el hemisférico sur. En este desarrollo histórico de reducción de la soberanía territorial de la Nación Argentina, se ha conducido a contramano del sentido imperial de las grandes potencias contemporáneas, y lo que s más decepcionante aún, de sus vecinos originarios. Como parámetro comparativo, debe tenerse en cuenta en el orden internacional, los compulsivos y acelerados engrandecimientos territoriales realizados por los ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA y de la ex- UNIÓN DE LAS REPÚBLICAS SOCIALISTAS SOVIÉTICAS.
Con respecto a nuestros vecinos, debe tenerse presente el hecho de que nuestros vecino del noreste, el BRASIL, ha pasado de sus 2.500.000 kilómetros cuadrados que se le otorgaron por el Tratado de TORDESILLAS a unos 8.500.000 kilómetros cuadrados y nuestro vecino allende los Andes, CHILE, soberanía territorial de los 230.000 kilómetros cuadrados que comprendía su primigenia Capitanía General de las ESPAÑAS a los actuales 750.000 kilómetros, con proyecciones geoestratégicas no disimuladas recientemente (Beagle, Antártida, Malvinas, etc.). Salvo la vieja EUROPA, cuna de la Civilización occidental y crisol de pueblos, razas y estirpes, como las ESPAÑAS; la América del Sur ha sido el continente políticamente más sectorizado y desmembrado durante gran parte de su vida independiente, soberanas y libres, balcanización que recientemente ha sido asumida por el África a parir del proceso de descolonización por la ONU iniciado a partir 1960.
Esta subdivisión política a designio de intereses extracontinentales inconfesables es la resultante del proceso histórico contemporáneo de disgregación y desmembración de aquellas imponentes constelaciones político-imperiales que prologaron esencialmente el grandioso patrimonio territorial omnicontinental del Imperio de CARLOS V, formado por SANTA ISABEL y FERNANDO, y conservado y engrandecido por FELIPE II, el rey prudente. Es así que, la decepción de la Gran Colombia, que vislumbrara el Libertador SIMÓN BOLÍVAR, y la desestabilización de las antiguas Provincias Unidas del Río de la Plata, REPÚBLICA ARGENTINA, permiten historiar las causas de la departamentalización suicida de la AMÉRICA DEL SUR, funesto precedente de su manoseado subdesarrollo económico y político. Debe tenerse en cuenta otra constante de nuestro pasado histórico: la NACIÓN ARGENTINA nunca fue vencida en el campo de batalla, tanto por potencias extranjeras imperiales (ESPAÑA, INGLATERRA, FRANCIA), como nuestros vecinos originarios (BRASIL, URUGUAY, PARAGUAY, BOLIVIA), pero sí debió resignar gran parte de su patrimonio territorial mediante inicuos arbitrajes, gestiones diplomáticas negligentes y en acuerdos y tratados desafortunados.
ES NECESARIO PROFUNDIZAR LAS VERDADERAS MOTIVACIONES QUE LLEVARON A CONFORMAR UN NACIÓN MUTILADA EN SU GRANDEZA TERRITORIAL, PARA CREAR LOS FUNDAMENTOS POLÍTICOS DE RECONQUISTA.
EDITÓ: gabrielsppautasso@yahoo.com.arDIARIO PAMPERO Cordubensis. INSTITUTO EMERITA URBANUS. Córdoba de la Nueva Andalucía, marzo-abril de 2010. SOPLA EL PAMPERO. ¡VIVA LA PATRIA! ¡LAUS DEO TRINITARIO. ¡VIVA HISPANOAMÉRICA! gspp. In memoriam por los caídos de la Patria. O GRATIAS AGAMUS DOMINO DEO NOSTRO!
http://diariopamperoarchivos.blogspot.com/2010/03/?m=1
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Re: Virreinato del Río de la Plata
- Las relaciones con Uruguay
- La vuelta del viejo sueño de reconstrucción del ex Virreinato del Río de la Plata
La vieja utopía cisplatina sustentada por argentinos como Bartolomé Mitre, Domingo Sarmiento, Dalmacio Vélez Sarsfield y el oriental Juan Carlos Gómez renació gracias a la inestabilidad política interna que caracterizó al gobierno de Francisco Vidal en Uruguay entre 1880 y 1882. Las debilidades de la gestión de Vidal llevaron a algunos sectores de la clase política oriental a volver a plantear como alternativa la vieja hipótesis de la anexión al Brasil o a la Argentina.
Resulta más que sugestivo que este renacimiento del pensamiento anexionista en Montevideo coincidiese con la llegada de Roca a la presidencia argentina. Este gobierno logró por cierto proyectar hacia la orilla vecina una imagen de estabilidad política acorde con su lema: "paz y administración". De este modo, el abogado uruguayo Angel Floro Costa, residente en Buenos Aires o Montevideo según las alternativas políticas, propuso en su libro Nirvana, editado en ambas capitales hacia 1880, la reconstrucción parcial del antiguo Virreinato del Río de la Plata, con capital en Buenos Aires. El libro, cuyo título traducía el estado del nirvana político ante el futuro incierto del Uruguay, aportaba cuatro conclusiones: a) sin el Estado Oriental como parte integrante de la República Argentina el sistema federal sería incompleto; b) sin el auxilio del puerto de Montevideo y el dominio de la frontera uruguaya sobre el Atlántico, la Argentina jamás sería una potencia marítima; c) sólo la federación cisplatina daría fuerza política y proyección continental a los países del Atlántico Sur; y d) se debía invitar a Paraguay a unirse a esta federación. La propuesta de Costa significaba la anulación de las nacionalidades uruguaya y paraguaya y la reconstrucción del ex Virreinato rioplatenses bajo el liderazgo de Roca (1).
Pero el proyecto del oriental Costa chocó contra el desinterés de su supuesto beneficiario, el presidente argentino Julio Roca. Al ofrecer un ejemplar del Nirvana a Roca, Costa le escribió que "no estaba lejano el gran movimiento de unificación de los dos países en cuya solución estaba reservado a Roca un papel culminante". Pero la propuesta de Costa no tuvo eco. El mandatario argentino ignoró autor y libro, pues apostó al acercamiento con Brasil para neutralizar los eventuales efectos de una alianza chileno-brasileña y compartir con el gobierno de Río la condición de potencia atlántica (2).
Tampoco Costa contó con el respaldo de la opinión pública de ninguna de las dos orillas del Río de la Plata. Desde la argentina el ex presidente Bartolomé Mitre -quien, como partidario del acercamiento con Brasil durante su mandato presidencial, vio en el proyecto anexionista de Costa un germen de conflicto con Itamaraty- condenó al Nirvana por su misma doctrina y confusa exposición (3). Desde la orilla oriental, Agustín de Vedia examinó la obra de Costa en varios artículos, concluyendo que la misma era totalmente inoportuna. Aunque la crítica fue demoledora para con el Nirvana de Costa, vale advertir que el tema siguió siendo objeto de debate en el Ateneo de Montevideo (4).
No obstante, Costa no fue el único partidario de la anexión de Uruguay al territorio argentino en los tiempos de la primera administración de Roca. También lo fue el entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires, Dardo Rocha. En ocasión de un banquete celebrado a bordo del acorazado Almirante Brown, en noviembre de 1881, que contó con presencia de Roca, Rocha tuvo la impolítica idea de hacer referencia a "futuros" planes de anexión del Uruguay. El plan de Rocha incluía la anexión del Paraguay. De acuerdo con La Prensa, la reunificación platense mencionada por Rocha vendría como resultado de la evolución natural y pacífica de los pueblos, un llamado de la sangre en el que ni las armas ni la diplomacia tenían cabida. Era "el ensueño querido" de Rocha que significaba el retorno al antiguo contorno geográfico con la formación de una nación poderosa y homogénea, planteo que poco difería del concebido por Costa (5).
Mientras la mayoría de los diarios porteños silenció el molesto comentario del gobernador de Buenos Aires, en Montevideo la noticia cayó como una bomba, y fue objeto de fuertes críticas por parte de hombres de la clase política uruguaya tales como Francisco Bauzá y Jacinto Albistur, este último el ex diplomático de España tan relacionado con elementos roquistas. En los medios de prensa argentinos y uruguayos se llegó a especular con que la intención de Rocha era convertir a la provincia de Buenos Aires en república separada con la anexión del Uruguay (6).
- Consultar respecto del proyecto anexionista del oriental Angel Floro Costa ibid., pp. 42-43.
- Archivo General de la Nación, Archivo del General Julio A. Roca, legajo 15; Angel F. Costa a Julio A. Roca, Buenos Aires, 16 de abril de 1881, cit. en ibid., p. 43.
- Bartolomé Mitre a Costa, Buenos Aires, 22 de octubre de 1880, cit. en ibid., p. 44.
- La Democracia, 22 de febrero, 20 de noviembre y 6-8 de diciembre de 1881; Anales del Ateneo de Montevideo (1882), vol. I, número 5, pp. 345-368, fuentes citadas en ibid., p. 44.
- La Prensa, 8 de noviembre de 1881, cit. en ibid., p. 44.
- El Siglo, 25 de noviembre de 1881; La Razón, 15 de diciembre de 1881, fuentes citadas en ibid., p. 44.
Aclaración: Las obras citadas (op. cit.) que no se mencionan explícitamente en este listado de citas, se encuentran en las páginas inmediatamente anteriores. Para ello, haga un click en el botón "Anterior". También puede utilizar la opción "Búsqueda" , ingresando el nombre del autor de las obras respecto de las cuales se requiere información.
http://www.argentina-rree.com/7/7-084.htm
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Re: Virreinato del Río de la Plata
LA ORIENTALIDAD AL PALO
Polémica por la fecha de Independencia
El historiador Guillermo Vázquez Franco opinó que celebrar la Independencia de Uruguay un 25 de agosto “es una fantochada y no merece respeto”. Vázquez Franco dijo a Montevideo Portal, que “el 25 de agosto es un invento uruguayo” y "debería dar vergüenza”. Opinó que este jueves "debería colgarse la bandera argentina".
24.08.2011 11:05
Este jueves 25 de agosto, se celebra un nuevo aniversario de la Declaratoria de la Independencia.
Ese día del año 1825, la Sala de Representantes aprobó dos Leyes: una declara la Independencia, mientras que la segunda dispuso la unión a las Provincias Unidas del Río de la Plata.
Esta última Ley genera mucha polémica entre los historiadores uruguayos, al extremo que muchos consideran que el 25 de agosto de 1825 no es la verdadera fecha de nuestra independencia.
El historiador Guillermo Vázquez Franco dijo a Montevideo Portal que "las asambleas están todas manipuladas. El Congreso de Abril, el Congreso Cisplatino, todos manipulados. La Asamblea Representativa de 1825 reunificó la Provincia Oriental a las demás del Río de la Plata, a las que siempre perteneció y por derecho quiere pertenecer. Por eso, una ley accesorio que no es política sino simbólica, establece que la bandera de la provincia será la de los 33 Orientales, hasta que la provincia sea admitida por el Congreso Constituyente reunido en Buenos Aires. Una vez eso, la bandera oriental será la de Argentina. Y así fue. La bandera Argentina se enarboló en los edificios públicos durante tres años. Se inventó que esa fecha, que es la de la reunificación de la provincia a la patria, es la fecha que llaman de Independencia. Históricamente eso no es así. Es un invento. Quedó la mentira institucionalizada en el almanaque"
"Yo el 25 de agosto voy a festejar la reunificación con mi patria. Que fue frustrada por la trampa de la Convención Preliminar de Paz, el 27 de agosto de 1828. Esos tres años fuimos una provincia de Argentina y como tal nos condujeron", recalcó Vázquez Franco.
Según el historiador, "el 27 de agosto de 1828, la Provincia Oriental fue amputada al cuerpo político que integraba, y Argentina queda mutilada con una provincia de menos. Así fue la cosa. Además esta provincia era muy importante desde el punto de vista estratégico. Con la Provincia Oriental integrada a Argentina como estaba, el Río de la Plata era un río interior. El Brasil pegó el golpe maestro cuando nos divide, cuando amputa la provincia y la convierte en un estado independiente".
Articulado y polémica
La segunda ley aprobada el 25 de agosto de 1825, establece que "queda la Provincia Oriental del Río de la Plata unida a las demás de este nombre en el territorio de Sud América, por ser libre y espontánea voluntad de los pueblos que la componen, manifestada con testimonios irrefragables y esfuerzos heroicos desde el primer período de la regeneración política de dichas provincias".
Para el historiador Guillermo Vázquez Franco, "la mentira repetida 1000 veces se convierte en verdad. Se convirtió en verdad que este 25 de agosto es la fecha de la Independencia. Es absolutamente falso. La Convención Preliminar de Paz, que es la que amputa a la provincia, es una vergüenza. A nadie le gusta que la Independencia de su país la declare en portugués un emperador en Río de Janeiro. El 25 de agosto es un invento uruguayo. Nos debe dar vergüenza, y nos da vergüenza que se celebre la Independencia el 25 de agosto".
"El 25 de agosto van a mentir. Se debería poner la bandera argentina. Yo no la pongo porque no soy amigo de poner banderas. Esta primera Ley de Independencia, fue necesaria para derogar las decisiones del Congreso Cisplatino. Derogadas las decisiones del Congreso Cisplatino, la Provincia quedó en uso de su soberanía y 15 minutos después, decidió soberanamente reunificarse con Argentina. Esta bien que haya sido así, porque eran todos argentinos. ¿Qué motivos tenían los orientales para independizarse de Argentina? Ninguno", consideró Vázquez Franco.
Para terminar, el historiador lanzó: "el 25 de agosto que se celebra en Uruguay es una fantochada y no merece respeto".
Obras
El historiador Guillermo Vázquez Franco acaba de editar su libro "La Historia Prohibida". La obra es presentada como "un sistemático cuestionamiento de las verdades históricas que le fueron inculcadas desde la niñez, tanto por sus padres como por sus maestras y profesores. Por los políticos de derecha y de izquierda y por los artistas nacionales. En miles de actos, proclamas, libros y artículos. Le espera un libro que se enfrenta a todo".
Montevideo Portal
http://www.montevideo.com.uy/contenido/Polemica-por-la-fecha-de-Independencia-146716
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Conductor del Programa: "Ana para despejar toda duda igual, Artigas seguro que este Uruguay que tenemos ahora no lo quería... No pero me refiero a algo separado del resto de las provincias. Me refiero a que no quería una constitución política separada del resto de las provincias"
Conductor: "A eso me refería."
Ana Ribeiro: "Pero mira, es lógico, es como si tú ahora sos uruguayo y pensás los 19 departamentos como parte del Uruguay, entonces tu suponte que entramos en un proceso político de fragmentación y de transformación y de aquí salen tres países distintos , y se constituye la honorable Republica de Canelones, y 200 años después alguien te pregunta el no quería él Canelones actual, y no él pensaba la territorialidad en la cual vivía, todos pensaron la misma territorialidad, todos quisieron mantener intacto, el Virreinato tal cual estaba, solo cambiarlo políticamente, los españoles procuraron conservarlo tal cual estaba, los que querían cambiarlo políticamente pero no menguar el territorio, todos aspiraban a eso. La discusión es quien quedaba adentro y quien quedaba afuera, Paraguay desde principios dijo: me voy esto es un caos yo mantengo y me preservo en el aislamiento, el Alto Perú, hoy Bolivia tuvo planteamientos diferentes, Cordoba osciló entre si entraba o no,..."
"A mí me gustaría que quedara mínimamente claro una cosa: el pueblo uruguayo y el pueblo argentino tienen raíces comunes que son inseparables, nos pelearemos por siempre por el Dulce de Leche y por Gardel, y eso es casi parte de nuestras identidades, hay usos políticos de todo esto pero la unión lingüística, histórica, fraterna de uruguayos y argentinos tiene que estar por encima de cualquier evento de este tipo..."
Historiadora Uruguaya Ana Ribeiro
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Re: Virreinato del Río de la Plata
Macri quiere “anexar” Santa Catarina a la Argentina y los medios brasileños no lo dejaron pasar
Mauricio Macri realizó su primera visita oficial como presidente a Brasil y aprovechó para bromear con anexar el estado sureño brasileño de Santa Catarina a nuestro país, debido al aluvión de argentinos que invaden las playas de Florianópolis, Buzios, Bombas y Balneario Camboriú en cada temporada verano.
http://www.lavozdemisiones.com/wp-co...er-300x225.jpgEn el almuerzo que compartieron ayer, Macri y el presidente brasileño Michel Temer junto a otras autoridades brasileras, en la capital Brasília, el presidente argentino dijo: “Los argentinos creemos mucho en este vínculo que existe entre nuestros países. Sentimos que hay una corriente de afecto histórica, tanto que vamos a unir Santa Catarina con Argentina en cualquier momento”, provocando las risas de los presentes.
Por su parte, el presidente de Brasil, continúo con la jocosidad respondiendo sobre la relación entre la Argentina y los estados del sur de Brasil: “Varios gobernadores están ahí. Percibo que Santa Catarina y Río Grande del Sur de alguna forma se sienten integrados a la Argentina”. Rápidamente las declaraciones en el mencionado almuerzo fueron difundidas en los principales portales del estado de Santa Catarina mostrando la “química” entre ambos jefes de estado.
http://www.lavozdemisiones.com/2017/02/08/macri-quiere-anexar-santa-catarina-a-la-argentina-y-los-medios-brasilenos-no-lo-dejaron-pasar/
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Re: Virreinato del Río de la Plata
PREGUNTA:
Compatriotas rioplatenses, o hispanos: Cuales son la fronteras tradicionales del Uruguay? Me explico, cuál era el territorio que ocupaba la Banda Oriental? He visto mapas y he leído que ocupó hasta Santa Catarina? pero en otros mapa veo que solo abarcó la mayor parte de esos estados, otros mapas, ponen hasta la mitad de esos territorios. Tengo entendido de siempre pertenecieron a Buenos Aires, pero luego entrado el siglo XIX pasaron a Brasil. Sé que en el Virreinato también pertenecieron pero nunca se han delimitado sus fronteras durante su tiempo. Había leído que Artigas había hablado de volver a tomar Las Misiones "que injustamente poseen los portugueses". Me gustaría saber y poder aclarar esta duda sobre las Fronteras de la Banda Oriental.
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Re: Virreinato del Río de la Plata
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Re: Virreinato del Río de la Plata
https://i2.wp.com/2.bp.blogspot.com/...80%2C374&ssl=1
25 DE MAYO DE 1810, DIA DE LA FUNDACION DEL PROTECTORADO BRITANICO EN EL RIO DE LA PLATA.
“La diplomacia británica es el resorte oculto de nuestra historia”, “Hacen de nuestra ignorancia el pedestal de su poder”. Raúl Scalabrini Ortiz.
¿Qué fue lo que había ocurrido? Es lo que tenemos el sagrado deber de referir a continuación, y que durante doscientos años se ha silenciado malignamente.“El día 18 de mayo de 1810, fecha en que los comerciantes y usureros ingleses debían irse, llegaron tres buques de guerra ingleses. Las fragatas Misletoe, Mutin y Pitt apuntaron con sus cañones al puerto de Buenos Aires.”El Dr. Julio C. González fue profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires desde 1965 hasta el 24 de Marzo de 1976, es profesor de Estructura Económica Argentina en al Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora desde 1989. Durante el gobierno constitucional del 25 de Mayo de 1973 al 24 de Marzo de 1976 fue, entre otros cargos, director de Asuntos Jurídicos de la presidencia de la Nación y luego secretario técnico.Aunque en realidad creo que nada hay para celebrar, deseo compartir con todos mis compatriotas un ¡Viva la Patria! …. (lo que sigue es el artículo del Dr. Julio Gonzalez)25 DE MAYO DE 1810En Argentina se conmemora un bicentenario. Es decir, se rememoran hechos y actos de gobierno, acaecidos hace doscientos años.Empero, esos acontecimientos no se explican con veracidad. A través de los medios de difusión se hace un panegírico de adjetivos calificativos y de palabras abstractas como por ejemplo “libertad”, en vez de referirse a libertades concretas y macizas, explicando cuáles fueron y en qué consistieron.Cicerón (año 106 a 43 AC) definía al Derecho Natural con estos términos: es un derecho “inmutable” y “sempiterno”, “que llama al hombre hacia el bien con sus mandatos” y “lo aleja del mal con sus amenazas” y que “rige para las aves del cielo, para los peces del mar, y para los animales, plantas y hombres de la tierra.” Y “ni el senado, ni el imperio pueden derogarlo nunca.” El cristianismo, a su vez, define el Derecho Natural como la voluntad de Dios creador del hombre (hecho a su imagen y semejanza) y del universo, que es su eterna morada.El Padre Nuestro dice de manera precisa: “Hágase tu voluntad, aquí en la tierra como (se hace) en los cielos.”Estos conceptos previos nos permitirán valorar los versos del poeta Bartolomé Hidalgo, que nació y vivió en Montevideo (Uruguay) entre 1788 y 1823. Protagonista y testigo de lo ocurrido en Buenos Aires en 1810, Hidalgo se expresa así:
Hidalgo escribió este poema en 1820.
“En diez años que llevamos De nuestra revolución
Por sacudir las cadenas De Fernando el baladrón
¿Qué ventaja hemos sacado?Le diré con su perdón,
Robarnos unos a otros,Aumentar la desunión
Querer todos gobernar,Y de facción en facción
Andar sin saber que andamos,Resultado en conclusión
Que hasta el nombre de paisanos,Parece de mal sabor,
¡Y en su lugar yo lo veoSino un eterno rencor
Y una tropilla de pobresQue metida en un rincón
Canta al son de su miseria No es la miseria un mal son!”
Estos versos son la vocalización purísima de la resignación que se impuso a todos los pueblos de las Españas de América desde el poder del dinero, de poder ganar con su trabajo feliz y honrado “el pan nuestro de cada día.” Por eso los vecinos de Buenos Aires exclamaban el 25 de mayo de 1810: “el pueblo quiere saber de qué se trata.” Ese es el único hecho veraz de esa jornada.¿Qué fue lo que había ocurrido? Es lo que tenemos el sagrado deber de referir a continuación, y que durante doscientos años se ha silenciado malignamente. Lo sucedido en mayo de 1810 tiene este origen: En 1806 los británicos herejes y maléficos que provenían de la isla europea llamada en esa época “la pérfida Albión” o “capital del satanismo”, conquistaron Buenos Aires. Asesinaron y violaron sin piedad, saqueando casa por casa de ese pacífico y católico ejemplar vecindario. Su objeto era robar el Tesoro de la Real Hacienda (nombre que en aquella época designaba a un organismo similar al actual Banco Central de la República Argentina). Se llevaron cuarenta toneladas de monedas de oro, equivalentes en la actualidad a 88.000 Millones de dólares norteamericanos, que fueron paseadas por las calles de Londres, ciudad a la que arribaron en el navío Narcisus, procedente de Buenos Aires.No quedó dinero alguno en la “Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Ayre”: ni para pagar los sueldos a la administración pública, ni al Ejército argentino fundado por voluntarios en las heroicas jornadas de la Reconquista (12 de agosto de 1806), y luego de la Defensa de Buenos Aires (5 de julio de 1807). Tampoco quedó dinero para las compras mínimas de los artículos de primera necesidad: pan, carne, leche, huevos, frutas y verduras.Fue por eso que el Virrey Cisneros dictó ingenuamente un Edicto de Libre Comercio con la Nación inglesa “para recaudar recursos para el fisco”, conforme lo disponía textualmente. Este comercio de importación de manufacturas y exportación de cueros regiría desde noviembre de 1809 hasta el 18 de mayo de 1810.Yañiz y Agüero, síndicos del Consulado, firmaron un dictamen en contra: “De qué vale que lo que ahora se fabrica aquí cuesta cuatro y que con los artículos importados desde Londres se vendan a tres, si por la falta de trabajo que traerá el comprar manufacturas inglesas, no ganaremos ni siquiera uno. Así será imposible vivir.”
Empero, estos sabios consejos para el futuro no fueron tenidos en cuenta por Castelli y por Moreno, que eran asesores económicos y jurídicos del Virrey Cisneros.Ocurrió entonces algo inesperado. El día 18 de mayo de 1810, fecha en que los comerciantes y usureros ingleses debían irse, llegaron tres buques de guerra ingleses. Las fragatas Misletoe, Mutin y Pitt apuntaron con sus cañones al puerto de Buenos Aires. Un jefe militar, secreto súbdito británico, depuso al gobierno; y Alexander Mackinon, presidente del Centro Comercial inglés British Commercial Room, formó la Junta de Gobierno. Tres de sus integrantes eran súbditos británicos de incógnito y Mariano Moreno, abogado de los ingleses, el secretario.El almirante británico De Courcy, que comandaba la escuadrilla inglesa que sitiaba a Buenos Aires, fue recibido en primera audiencia por la Junta a la que le exigió que el Edicto de Libre Comercio con Inglaterra y sólo con Inglaterra no tuviese fecha de vencimiento.De esta manera, la primera bandera que la Nación argentina resolvió enarbolar en un acto de soberanía para exteriorizar su rebeldía e independencia, antes de que Belgrano crease la enseña patria, fue la bandera inglesa. [1]Por su parte, el almirante británico Fabian se dirigió desde las murallas del Fuerte a los curiosos allí reunidos y en un mal hablado castellano dijo que Gran Bretaña se quedará vacía porque todos los ingleses vendrían a vivir a estas hermosas tierras.Tal lo ocurrido el 25 de mayo de 1810. Semanas después todos los que habían luchado y obtenido las victorias de la Reconquista y la Defensa en 1806 y 1807, fueron asesinados sin juicio previo y sin piedad: Santiago de Liniers, Gutiérrez de la Concha, Felipe de Sentenach, Fray José de las Ánimas (Superior de la Orden Betlemita), Martín de Álzaga muchos otros.Allí comenzó la involución hispanoamericana y argentina, tal cual lo relatan los versos de Bartolomé Hidalgo que hemos descripto. Involucionar significa achicarse y deformarse, perdiendo la religión católica que era el factor catalizador y determinante de nuestras vidas y de la vida de la nacionalidad.Con estas reflexiones reimpone elevar cada día con más fervor la Oración de Nuestro Señor Jesuscristo y de de la Santísima Virgen Maria. Que la verdad se devele.[1] Confrontar Àlzaga, Enrique Williams: “La fuga del general Beresford”, p. 28 – EMECÈ Editores – Buenos Aires, 1966.
EL SAQUEO DEL TESORO DE BUENOS AIRES
Más de 86.000 millones de dólares, buena parte de la deuda argentina. Ese es el valor actual del tesoro con el que se alzaron los ingleses en la invasión de 1806. El cálculo de Néstor Forero, un investigador que habló del tema en Gualeguaychú, muestra la magnitud del saqueo inglés. ¿Hay razones para pedir un resarcimiento, pese al tiempo transcurrido?.
Buenos Aires fue capturada, así, por las tropas del general Beresford, allá por 1806. La toma duró más de 40 días, en cuyo transcurso los ingleses no se privaron de nada. La invasión estuvo signada por vejaciones, asesinatos, muerte, y robos de todo tipo, según cuentas los cronistas. Un acto de pillaje protagonizado por súbditos de la Corona Británica, que no actuaron por motu propio.
Fue en realidad una acción de conquista armada por el gobierno de Londres, en el marco de una estrategia global de dominación de estas tierras americanas.
Los entretelones y el significado de este traumático episodio -que curiosamente la historiografía oficial refiere casi como una anécdota- están planteados en “El saqueo de 1806”, el libro del investigador Néstor Forero.
Especialista en temas económicos e historiográficos, autor de otros libros como “Deuda externa y Crimen social en Argentina”, Forero se inscribe dentro del “revisionismo histórico” que, siguiendo a Raúl Scalabrini Ortiz o al copoblano Julio Irazusta -entre otros-, viene denunciando la malsana influencia británica en el país.
Esa influencia, que ha sido determinante en el curso de la historia vernácula, es de larga data. En realidad, según esta lectura historiográfica, se remonta a la etapa anterior a la independencia argentina.
Es decir, a cuando el país -junto con otras repúblicas sudamericanas- pertenecía al Virreinato del Río de la Plata, un bloque geopolítico de 7.000.000 km².
En la disputa por la hegemonía mundial, Inglaterra fue enemiga declarada de España, cuyo poder buscó cuartear, sobre todo saboteando sus posesiones americanas.
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Re: Virreinato del Río de la Plata
https://i2.wp.com/2.bp.blogspot.com/...80%2C374&ssl=1
25 DE MAYO DE 1810, DIA DE LA FUNDACION DEL PROTECTORADO BRITANICO EN EL RIO DE LA PLATA.
“La diplomacia británica es el resorte oculto de nuestra historia”, “Hacen de nuestra ignorancia el pedestal de su poder”. Raúl Scalabrini Ortiz.
¿Qué fue lo que había ocurrido? Es lo que tenemos el sagrado deber de referir a continuación, y que durante doscientos años se ha silenciado malignamente.“El día 18 de mayo de 1810, fecha en que los comerciantes y usureros ingleses debían irse, llegaron tres buques de guerra ingleses. Las fragatas Misletoe, Mutin y Pitt apuntaron con sus cañones al puerto de Buenos Aires.”El Dr. Julio C. González fue profesor de Economía Política en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires desde 1965 hasta el 24 de Marzo de 1976, es profesor de Estructura Económica Argentina en al Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora desde 1989. Durante el gobierno constitucional del 25 de Mayo de 1973 al 24 de Marzo de 1976 fue, entre otros cargos, director de Asuntos Jurídicos de la presidencia de la Nación y luego secretario técnico.Aunque en realidad creo que nada hay para celebrar, deseo compartir con todos mis compatriotas un ¡Viva la Patria! …. (lo que sigue es el artículo del Dr. Julio Gonzalez)25 DE MAYO DE 1810En Argentina se conmemora un bicentenario. Es decir, se rememoran hechos y actos de gobierno, acaecidos hace doscientos años.Empero, esos acontecimientos no se explican con veracidad. A través de los medios de difusión se hace un panegírico de adjetivos calificativos y de palabras abstractas como por ejemplo “libertad”, en vez de referirse a libertades concretas y macizas, explicando cuáles fueron y en qué consistieron.Cicerón (año 106 a 43 AC) definía al Derecho Natural con estos términos: es un derecho “inmutable” y “sempiterno”, “que llama al hombre hacia el bien con sus mandatos” y “lo aleja del mal con sus amenazas” y que “rige para las aves del cielo, para los peces del mar, y para los animales, plantas y hombres de la tierra.” Y “ni el senado, ni el imperio pueden derogarlo nunca.” El cristianismo, a su vez, define el Derecho Natural como la voluntad de Dios creador del hombre (hecho a su imagen y semejanza) y del universo, que es su eterna morada.El Padre Nuestro dice de manera precisa: “Hágase tu voluntad, aquí en la tierra como (se hace) en los cielos.”Estos conceptos previos nos permitirán valorar los versos del poeta Bartolomé Hidalgo, que nació y vivió en Montevideo (Uruguay) entre 1788 y 1823. Protagonista y testigo de lo ocurrido en Buenos Aires en 1810, Hidalgo se expresa así:Hidalgo escribió este poema en 1820.“En diez años que llevamosDe nuestra revoluciónPor sacudir las cadenasDe Fernando el baladrón¿Qué ventaja hemos sacado?Le diré con su perdón,Robarnos unos a otros,Aumentar la desunión
Querer todos gobernar,Y de facción en facción
Andar sin saber que andamos,Resultado en conclusiónQue hasta el nombre de paisanos,Parece de mal sabor,¡Y en su lugar yo lo veoSino un eterno rencorY una tropilla de pobresQue metida en un rincónCanta al son de su miseriaNo es la miseria un mal son!”Estos versos son la vocalización purísima de la resignación que se impuso a todos los pueblos de las Españas de América desde el poder del dinero, de poder ganar con su trabajo feliz y honrado “el pan nuestro de cada día.” Por eso los vecinos de Buenos Aires exclamaban el 25 de mayo de 1810: “el pueblo quiere saber de qué se trata.” Ese es el único hecho veraz de esa jornada.¿Qué fue lo que había ocurrido? Es lo que tenemos el sagrado deber de referir a continuación, y que durante doscientos años se ha silenciado malignamente.Lo sucedido en mayo de 1810 tiene este origen:En 1806 los británicos herejes y maléficos que provenían de la isla europea llamada en esa época “la pérfida Albión” o “capital del satanismo”, conquistaron Buenos Aires. Asesinaron y violaron sin piedad, saqueando casa por casa de ese pacífico y católico ejemplar vecindario.Su objeto era robar el Tesoro de la Real Hacienda (nombre que en aquella época designaba a un organismo similar al actual Banco Central de la República Argentina). Se llevaron cuarenta toneladas de monedas de oro, equivalentes en la actualidad a 88.000 Millones de dólares norteamericanos, que fueron paseadas por las calles de Londres, ciudad a la que arribaron en el navío Narcisus, procedente de Buenos Aires.No quedó dinero alguno en la “Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Ayre”: ni para pagar los sueldos a la administración pública, ni al Ejército argentino fundado por voluntarios en las heroicas jornadas de la Reconquista (12 de agosto de 1806), y luego de la Defensa de Buenos Aires (5 de julio de 1807). Tampoco quedó dinero para las compras mínimas de los artículos de primera necesidad: pan, carne, leche, huevos, frutas y verduras.Fue por eso que el Virrey Cisneros dictó ingenuamente un Edicto de Libre Comercio con la Nación inglesa “para recaudar recursos para el fisco”, conforme lo disponía textualmente. Este comercio de importación de manufacturas y exportación de cueros regiría desde noviembre de 1809 hasta el 18 de mayo de 1810.Yañiz y Agüero, síndicos del Consulado, firmaron un dictamen en contra: “De qué vale que lo que ahora se fabrica aquí cuesta cuatro y que con los artículos importados desde Londres se vendan a tres, si por la falta de trabajo que traerá el comprar manufacturas inglesas, no ganaremos ni siquiera uno. Así será imposible vivir.” Empero, estos sabios consejos para el futuro no fueron tenidos en cuenta por Castelli y por Moreno, que eran asesores económicos y jurídicos del Virrey Cisneros.Ocurrió entonces algo inesperado. El día 18 de mayo de 1810, fecha en que los comerciantes y usureros ingleses debían irse, llegaron tres buques de guerra ingleses. Las fragatas Misletoe, Mutin y Pitt apuntaron con sus cañones al puerto de Buenos Aires. Un jefe militar, secreto súbdito británico, depuso al gobierno; y Alexander Mackinon, presidente del Centro Comercial inglés British Commercial Room, formó la Junta de Gobierno. Tres de sus integrantes eran súbditos británicos de incógnito y Mariano Moreno, abogado de los ingleses, el secretario.El almirante británico De Courcy, que comandaba la escuadrilla inglesa que sitiaba a Buenos Aires, fue recibido en primera audiencia por la Junta a la que le exigió que el Edicto de Libre Comercio con Inglaterra y sólo con Inglaterra no tuviese fecha de vencimiento.De esta manera, la primera bandera que la Nación argentina resolvió enarbolar en un acto de soberanía para exteriorizar su rebeldía e independencia, antes de que Belgrano crease la enseña patria, fue la bandera inglesa. [1]Por su parte, el almirante británico Fabian se dirigió desde las murallas del Fuerte a los curiosos allí reunidos y en un mal hablado castellano dijo que Gran Bretaña se quedará vacía porque todos los ingleses vendrían a vivir a estas hermosas tierras.Tal lo ocurrido el 25 de mayo de 1810. Semanas después todos los que habían luchado y obtenido las victorias de la Reconquista y la Defensa en 1806 y 1807, fueron asesinados sin juicio previo y sin piedad: Santiago de Liniers, Gutiérrez de la Concha, Felipe de Sentenach, Fray José de las Ánimas (Superior de la Orden Betlemita), Martín de Álzaga muchos otros.Allí comenzó la involución hispanoamericana y argentina, tal cual lo relatan los versos de Bartolomé Hidalgo que hemos descripto. Involucionar significa achicarse y deformarse, perdiendo la religión católica que era el factor catalizador y determinante de nuestras vidas y de la vida de la nacionalidad.Con estas reflexiones reimpone elevar cada día con más fervor la Oración de Nuestro Señor Jesuscristo y de de la Santísima Virgen Maria. Que la verdad se devele.[1] Confrontar Àlzaga, Enrique Williams: “La fuga del general Beresford”, p. 28 – EMECÈ Editores – Buenos Aires, 1966.EL SAQUEO DEL TESORO DE BUENOS AIRESMás de 86.000 millones de dólares, buena parte de la deuda argentina. Ese es el valor actual del tesoro con el que se alzaron los ingleses en la invasión de 1806. El cálculo de Néstor Forero, un investigador que habló del tema en Gualeguaychú, muestra la magnitud del saqueo inglés. ¿Hay razones para pedir un resarcimiento, pese al tiempo transcurrido?.
Buenos Aires fue capturada, así, por las tropas del general Beresford, allá por 1806. La toma duró más de 40 días, en cuyo transcurso los ingleses no se privaron de nada. La invasión estuvo signada por vejaciones, asesinatos, muerte, y robos de todo tipo, según cuentas los cronistas. Un acto de pillaje protagonizado por súbditos de la Corona Británica, que no actuaron por motu propio.
Fue en realidad una acción de conquista armada por el gobierno de Londres, en el marco de una estrategia global de dominación de estas tierras americanas.
Los entretelones y el significado de este traumático episodio -que curiosamente la historiografía oficial refiere casi como una anécdota- están planteados en “El saqueo de 1806”, el libro del investigador Néstor Forero.
Especialista en temas económicos e historiográficos, autor de otros libros como “Deuda externa y Crimen social en Argentina”, Forero se inscribe dentro del “revisionismo histórico” que, siguiendo a Raúl Scalabrini Ortiz o al copoblano Julio Irazusta -entre otros-, viene denunciando la malsana influencia británica en el país.
Esa influencia, que ha sido determinante en el curso de la historia vernácula, es de larga data. En realidad, según esta lectura historiográfica, se remonta a la etapa anterior a la independencia argentina.
Es decir, a cuando el país -junto con otras repúblicas sudamericanas- pertenecía al Virreinato del Río de la Plata, un bloque geopolítico de 7.000.000 km².
En la disputa por la hegemonía mundial, Inglaterra fue enemiga declarada de España, cuyo poder buscó cuartear, sobre todo saboteando sus posesiones americanas.
Es en este contexto que Forero coloca la toma de Buenos Aires en 1806. Que en realidad, dice, fue la quinta expedición militar británica (no la primera como dice la historia oficial), a la cual precedieron, por caso, desembarcos en Malvinas o Isla de los Estados.
El saqueo del que fue objeto entonces Buenos Aires, por parte de las tropas de Beresford, fue pergeñado con antelación por el gobierno de Londres, dice el autor.
Y da una medida -cuenta- no sólo del sentimiento anti-hispánico de los invasores, ni de la codicia que los dominaba, sino de un plan de dominación urdido con inteligencia.
Así, el primer acto del General Beresford, tras la toma de la capital del Virreinato del Río de la Plata, fue la exigencia a sus pobladores de los caudales reales, bajo las peores amenazas (pérdidas de vida y patrimonio).
Y aquí la originalidad de Forero: el tesoro robado, girado prontamente a Londres, representa hoy, actualizado a un interés anual del 6%, más de 86.000 millones de dólares, buena parte de la deuda externa argentina.Política colonialPero además, una vez dueño de la plaza, Beresford tomó una serie de medidas para someter a la nueva colonia -y que según Forero tienen un parecido notable con la política económica que se siguió en Argentina en lo sucesivo.
Así, al apoderamiento ilegítimo de las reservas monetarias del Tesoro de la Real Hacienda de Buenos Aires -el grueso del cual se embarcó a Londres en la fragata más rápida de la de la flota británica, el “Narcissus”-, le siguió el decreto que declaró la “libertad de comercio”.
Esta última medida -sostiene el investigador- “se impondrá para beneficio especialmente de los comerciantes ingleses y de su socia local, la clase acomodada de Buenos Aires”.
Ahora bien, haber secado la plaza de monedas -más allá de que una fracción de los pesos plata se dejaron para mantener el comercio exterior- colocó a la gobernación británica en Buenos Aires en problemas.
La escasez de dinero metálico, producido por el vaciamiento de las arcas de Buenos Aires, conducía a un encarecimiento inexorable de las operaciones de importación de mercadería inglesa.
Pero la gobernación británica no iba “a permitir que los comerciantes locales repararan esa pérdida mediante el funcionamiento de la ley de la oferta y la demanda, ya que el tipo de cambio hubiera saltado por las nubes”, cuenta Forero. Por eso -refiere- “se estipuló un tipo de cambio fijo de 5 chelines por peso, cuando antes de la invasión el tipo de cambio era de 4 chelines y 6 peniques”.La cuestión de los caudalesForero llama la atención sobre un dato no menor: los ingleses no pueden alegar que los caudales robados (en total 1.086.208 pesos plata) son un “botín de guerra” (el equivalente a unas 200.000 liras esterlinas de la época) (1). ¿Y esto por qué?. Pues porque el tesoro se hallaba fuera del alcance de los conquistadores al momento de ingresar a la ciudad.
¿Cómo? Es que el virrey Rafael de Sobre Monte, enterado de la invasión, se lo llevó consigo antes hacia Córdoba. Los ingleses tuvieron que gestionar su regreso, luego, bajo amenaza de introducir las peores pestes sobre la población.
Este episodio, es decir la manera en que se obtuvo el tesoro confirma la tesis de que su apropiación fue “sencillamente un robo, perpetrado sin ninguna fundamentación jurídica por parte del invasor”.
En realidad, dice el autor, la acción de Sobre Monte -pese a que el juicio histórico catalogó de deshonrosa-, colocaba la sustracción del tesoro en el marco de una discusión entre las cortes de España y Gran Bretaña, alrededor de los “derechos de propiedad indudable de los españoles”.
“Para ser más ecuánimes diremos que Sobre Monte, más allá de su personalidad, cumplió con su retirada el plan de evacuación trazado en época del virrey Vértiz y que un Tribunal que juzgó su conducta terminó absolviéndolo, aunque eso no le devolvió el prestigio perdido”, comenta Forero.¿Es posible el resarcimiento?El autor insiste en la “ilegitimidad” de la incautación de los caudales del tesoro de la Real Hacienda de Buenos Aires. Pero va más allá: en su opinión, a la Argentina y a los países que entonces integraban el virreinato, les asiste hoy el derecho del resarcimiento, pese al tiempo transcurrido.
Forero habla de “derecho de propiedad” conculcado por el invasor inglés. Aunque dicho derecho le pertenecía a los españoles, ahora es nuestro, insiste, en virtud de la “continuidad jurídica e histórica de los Estados”.
Asegura que el “gobierno británico no puede negar su participación” en la operación de saqueo -aunque se escude en el argumento de que fue una acción de particulares-.
“Dado que lo actuado por los súbditos británicos lesiona el Derecho de Gentes, entendemos que el reclamo de reparación por el robo de Buenos Aires es imprescriptible”, razona el investigador.
Y al respecto documenta la existencia de jurisprudencia internacional en este sentido, alrededor de la existencia de fallos que han obligado a ciertos Estados, cuya responsabilidad quedó evidenciada, a reparar el daño cometido contra otros Estados.Por Marcelo Lorenzo
Publicado en diario El Día, de Gualeguychú, Provincia de Entre Ríos, 21/11/07.http://www.trabajadorescultura.com.ar/cultura/Econ_politica/NotasPublicado en el diario Times, de Londres, a raíz de la captura de Buenos AiresDomingo, 12.09.1806 – nuevas buenas en Gran Bretaña
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Re: Virreinato del Río de la Plata
El nuevo gobierno whig (el “Ministerio de Todos los Talentos”) se enteró de la expedición de Beresford el 24 de junio de 1806, cuando le llegó una carta fechada por el general inglés en abril de ese año. El Secretario de Guerra William Windham se tomó un mes para contestar la carta, con la anuencia de Jorge III, manifestándole que como no la expedición no había sido oficialmente autorizada y no se conocían los resultados obtenidos, sólo cabía dar instrucciones generales. Ella eran: si habían ocupado una posición, que trataran de mantenerla y, caso contrario, no insistiera en tomarla; que “no se metiera en asuntos de independencia que pretendían los criollos”. Como cierre, le anunciaba a Beresford el envío de refuerzos al mando del general Sir Samuel Auchmuty. Por otra parte, el Almirantazgo remitió una carta, el 28 de julio, a Home Popham, ordenándole, severamente, que se presentara en Londres para rendir cuenta de lo actuado.Nota de Aclaración: El gobierno inglés mantuvo en secreto la expedición a Buenos Aires, hasta estar seguro de lo que había pasado en la colonia española. Pero el 12 de septiembre de 1806, tras 57 días de navegar, el Narcissus, al mando del capitán Donelly entró al puerto de Portsmouth, con los partes de Popham y Beresford sobre la captura de Buenos Aires. Por telégrafo visual llegó a Londres esa noche y los diarios se hicieron eco de la noticia, en las ediciones de la mañana siguiente.Lunes, 13.09.1806 – primera noticiaCaptura de Buenos Aires. Oficina del Times. Sábado a las 3 de la mañana.Por un expreso que acabamos de recibir de Portsmouth, tenemos que felicitar al pueblo por uno de los hechos más importantes de la actual guerra. Buenos Aires en este momento forma parte del Imperio Británico, y cuando consideramos las consecuencias a que conduce por su situación y capacidades comerciales, además de su influencia política, no sabemos como expresarnos en términos adecuados a nuestra opinión de las ventajas nacionales que derivarán de su conquista.
Miércoles, 15.09.1806 – de la prensa británica
“Es casi indudable que toda la colonia del Plata tendrá la misma suerte que Buenos Aires; y de las esperanzas lisonjeras presentadas a sus habitantes, en la proclama del general Beresford, ellos verán que está en su propio interés ser colonia del Imperio Británico”. (…) “Como resultado de semejante unión, tendríamos un mercado continuo para nuestras manufacturas, y nuestros enemigos perderían para siempre el poder de sumar los recursos de esos ricos países a los otros medios que tienen de hacernos daño”. (…) “Este país está ahora en una posición mucha más orgullosa de la que ha estado desde que comenzaron las negociaciones con Francia. En Calabria, la excelencia y superioridad de las tropas británicas han sido demostradas al enemigo y a toda Europa. Por nuestro éxito en el Plata, donde un pequeño destacamento británico ha tomado una de las más importantes y ricas colonias españolas, Bonaparte debe estar convencido de que sólo una paz rápida podrá evitar que toda Sudamérica quede separada forzosamente de su influencia y colocada para siempre bajo la protección del Imperio Británico ¿A qué región del mundo habitable podrá entonces dirigirse para conseguir barcos, colonias y comercios?”.Lunes, 20.09.1806 – desfile en Londres“A las siete en punto de la mañana, los Leales Voluntarios Britanos se congregaron en St. James’Square y después de disparar tres salvas prosiguieron hasta Clapham, a fin de escoltar hasta la ciudad el tesoro desembarcado del Narcissus, en Portsmouth” relata un testigo presencial, John Fairnburn “A su llegada a Claphamn encontraron el desfile consistente en ocho carretones, tirado cada uno de ellos por seis caballos, adornados con banderas, pendones y cintas azules. En las banderas estaba inscripta la palabra ‘Tesoro’Los precedía una pieza de artillería de bronce tomada al enemigo. El primer carretón llevaba el estandarte virreinal del Perú desplegado por un marino real; el segundo y tercero, las enseñas tomadas de los muros de Buenos Aires, y los siguientes, las insignias navales inglesas azuleas, rojas y blancas, mostrando el conjunto la más triunfal y grandiosa apariencia. Durante su procesión hacia la ciudad, los Leales Britanos, al mando del coronel Davidson, marcharon a la cabeza de los carretones y el coronel Prescott con los Voluntarios de Clapham los escoltaron a retaguardia. Una muy excelente banda perteneciente a este último regimiento interpretó durante la marcha ‘God Save the King’, ‘Rule Britannia’, etc., y el corazón de todos los británicos se regocijó ante la visión de la escolta.Tras haber entrado en Londres se detuvieron en el Almirantazgo y luego prosiguieron por Pall-Mall hasta St. James’Square, donde la procesión hizo un alto ante la casa del coronel Davidson y la señora Davison obsequió un par de enseñas con la leyenda ‘Buenos Aires, Popham, Beresford, Victoria’ escrita en letras de oro sobre seda azul, rodeadas por ramas de laurel. El tesoro pasó luego a través de la city hasta el Banco, donde se depositaron más de dos millones de dólares. En el frente de cada carretón figuraban las palabras ‘Caja del Tesoro’.En las ventanas se agolpaba una cantidad poco común de espectadores ansiosos por ser testigos del triunfo de la Vieja Inglaterra. El capitán Donnelly, del Narcissus, participó de la procesión en una silla de posta” .Nota de Aclaración: Ese mismo capitán Donnelly recibió, por entregar el tesoro, 5500 libras como flete, una comisión del 2% sobre el total, sin perjuicio de lo que le tocara como capitán, en la repartición a su ejército por la toma de Buenos Aires.“El tesoro siguió por la city hasta el Banco de Inglaterra, donde se depositaron más de un millón de dólares”.
Sábado, 25.09.1806 – de la prensa británica“Tal es la fertilidad del suelo, que Buenos Aires, en poco tiempo será probablemente el granero de Sudamérica”.
(…) “Las mujeres de Buenos Aires se consideran las más simpáticas y hermosas de toda Sudamérica, y su manera de vestir denota un gusto superior” (…) “El comercio de esta región bajo el ordenamiento británico, promete ser sumamente ventajoso para ella, y podría abrir mercados de incalculables posibilidades para el consumo de manufacturas británicas. En la medida en que las cargas impuestas a los habitantes sean disminuidas por el gobierno británico, sus medios de comprar nuestros productos se verán incrementados, y el pueblo, en lugar de permanecer andrajoso e indolente, se hará industrioso, y llegará a la mutua competencia por poseer no solo las comodidades, sino lo lujos de la vida”.COMO SI FUERA UN CONJURO SATANICO TODOS LOS QUE LUCHAN CONTRA GRAN BRETAÑA TERMIAN MAL SON LOS VERDADEROS AMOS DE LA ARGENTINA.
Y NUNCA NOS DEJARAN SER LIBRES…HASTA AHORA.El avance inglés por medio del comercio era arrollador e incontenible y frente a ese avance fueron sucumbiendo uno a uno todos los que habían levantado sus armas o su voz en contra de ellos.Liniers, el jefe militar que abatió a los ingleses terminaría fusilado.
Alzaga el caudillo popular que armó al pueblo contra los ingleses terminaría ahorcado. Saavedra, el jefe militar que se levantó contra el anglófilo Virrey Cisneros terminaría exiliado y su memoria cubierta por un asombroso silencio.
Moreno, el Secretario Técnico de la Junta que pretendía arreglar el problema con una reclamación diplomática murió envenenado. Su deceso fue precipitado “por la administración de un emético que el Capitán del buque inglés le suministró imprudentemente”, según las textuales palabras de su hermano Manuel Moreno autor de “Vida y Memorias del Doctor Mariano Moreno” página 241. Agrega Manuel Moreno que el cadáver de su hermano “estuvo todo el día sobre la cubierta envuelto en la bandera inglesa”. Larrea, proclive a los negocios junto con los ingleses se suicidó.La lista es trágica, tanto por la ferocidad de los medios de eliminación como por la continuidad de fusilamientos y asesinatos y de suicidios que plagan el destino fatal de nuestros gobernantes y prohombres.
Los nombres de Dorrego, Chilavert, de López Jordán, de Leandro Alem, de Lisandro de la Torre, de Belisario Roldán, de Leopoldo Lugones, del General Valle y tantísimos otros de plena actualidad, son testimonios extremadamente serios que nos llevan a una conclusión que causa espanto: los enemigos que se apoderaron sigilosamente de nuestro país siguen imperturbables y victoriosos, mientras que mitos, dogmas, esquemas, etiquetas, palabras y hasta letras siguen provocando el desencuentro de nuestras mentes mas brillantes y de nuestros espíritus más lúcidos.
La Revolución de Mayo, despojada de las palabras escolares y profundizadas en su real dimensión, deja para la posteridad la enseñanza de un mal éxito que debe prevenirnos para no incurrir en una repetición forzosa.Con la buena fe y la pureza moral de sus protagonistas la Revolución de Mayo no obtuvo la independencia efectiva del país. Antes, ese patrimonio espiritual fue el puente que utilizaron los comerciantes británicos para operar una transferencia del dominio español al dominio de Inglaterra.Ese dominio fue más sutil y más eficiente que el del Imperio Español. Nos adjudicó una autarquía administrativa de nivel municipal en lo interno, pero con una férrea dependencia económica que aseguró con sus concesiones y contratos cada vez más. Leoninos y cada vez más exigentes.
Inglaterra se reservó el control de la política interior, reemplazando por adjetivos calificativos, los sustantivos y los verbos que conforman el lenguaje con que deben tratarse los grandes temas de un país.
Dividió en forma tan irreconciliable como artificial a los conductores argentinos desde morenistas y saavedristas hasta peronistas de todos los grupos y antiperonistas de todas las tendencias.
Porteños contra provincianos, Buenos Aires contra el interior. El campo contra la industria. La civilización contra la barbarie. Gremialistas contra políticos. Civiles contra militares… Siempre los antagonismos vertidos en un molde de hierro: Divide et Impera, Gran Bretaña ejerció también, a través de sus personeros más sumisos, la política exterior de los argentinos en todos los gobiernos y en todas las épocas”. No es el caso de entrar en casuismos ni contar las pocas excepciones pero todos recordamos la reciente guerra de la Malvinas dirigida por un Ministro de Relaciones Exteriores que era el mas conspicuo abogado del complejo frigorífico inglés Swift Deltec.La eficiencia del sistema colonial inglés en el Río de la Plata, fue y es, el opus magnum de Canning, el estadista impecable. Inglaterra sería el taller del mundo y la América del Sur su granja.Este plan gigantesco redujo nuestro territorio de 5 millones de kilómetros cuadrados a menos de 3 millones de kilómetros cuadrados y nos convirtió de un país bioceánico y minero en país atlántico y pastoril.Del éxito del plan dice el historiador británico Harry Ferns: “Durante el siglo XIX no se produjo ninguna alteración en la ecuación Anglo-Argentina y no hay razón alguna para suponer que hoy sea diferente a lo que fue un siglo y medio atrás”. (Tomo I, pág. 486)
LOS INGLESES FUSILAN AL RECONQUISTADOR
Domingo 26 de agosto de 1810: En el paraje denominado Cabeza de Tigre, cercano a Cruz Alta, Córdoba, un pelotón de soldados ingleses fusila al General Santiago de Liniers, Héroe de la Reconquista y la Defensa, Conde y Virrey de Buenos Aires.El Virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros (1755-1828), fue la cabeza visible del triángulo cuyos vértices estarían apoyados en los comerciantes usureros de la City en Londres, sus operadores españoles en Cádiz y los mercachifles arrastracueros del puerto de Buenos Aires. Esta triangulación, consecuencia de Utrech, formada de 1714 en adelante por Incalaperra junto con una decena más montadas en Hispanoamérica, se dedicaban con fervor al contrabando de fruslerías, el saqueo de la corambre de las vaquerías y el fabuloso robo de la plata del Potosí. Ya habían tenido su acto cumbre en las invasiones de la Incalaperra en 1806 y 1807. Porque es bueno decirlo, para aquellos hechos dolorosos, los ingleses no vinieron: los mandaron a llamar que es muy distinto.Cisneros había llegado a Buenos Aires con instrucciones de invitar, muy diplomáticamente, para que Liniers regresase a España. Los buhoneros manilargos del puerto se habían dado cuenta que nada se podría hacer, de lo que después se hizo (más de 40 firmas inglesas operando en Buenos Aires y con casas matrices en Londres), con un Liniers en la ciudad. Entonces presionaron sobre los de Cádiz, lupanar de la masonería, para que éstos, a su vez, lo hiciesen sobre la Junta (que les debía plata a todos), designando como Virrey a un hombre “educado y culto” (como querría después Rivadavia) que, a su vez, tendría la misión de sacarse de encima a Liniers, dejándole el campo orégano al hatajo. Es la versión remozada y rioplatense del cuento de Alí Babá y los cuarenta ladrones (aunque aquí eran mucho más de cuarenta por el proceso inflacionario).Con la misma ternura diplomática con que le pidieron que se vaya, don Santiago, que ya había cumplido sus 57 años, les pidió para quedarse. Una contrariedad en los planes de la gavilla. Entonces Cisneros le hace jurar a Liniers la promesa de no inmiscuirse en los asuntos públicos, y lo obliga a retirarse a un lugar distante del epicentro de los negocios: Buenos Aires. Digamos que una cosa por otra: en lugar de desterrarlo lo internaron, como se decía en aquellas épocas. Pero con el mismo efecto: mantenerlo alejado “del progreso”. Aunque con un poco de suerte, se podría morir en el olvido.Este juramento del Héroe de la Defensa y Reconquista, con treinta años de nobles servicios a España sin interrupciones, es de donde se han prendido los historiadores del Régimen Perverso con sus ataques de moralina, para decir que Liniers recibió lo que se merecía por quebrantar un juramento. Y, ¿qué validez tiene un juramento hecho ante esta versión remozada de Pilatos? La misma validez que tiene la palabra devaluada del canalla que lo pide.Liniers se trasladó a Córdoba donde compró una finca cercana a la localidad de Alta Gracia. Los sucesos ocurridos en Buenos Aires el viernes 25 de mayo (fruto de la tenida del 24 a la noche), llegaron a Córdoba el lunes 4 de junio. Entonces el Gobernador Intendente, Capitán de Navío Gutiérrez de la Concha, quien fuera jefe de le escuadrilla que transportó desde Colonia hasta el Arroyo Las Conchas al ejército de Liniers para la Reconquista, se declara opositor al pronunciamiento de Buenos Aires y arrastró tras de sí al Cabildo de Córdoba, creándose el 6 de junio, ante la emergencia, una Junta Consultiva.Para constituir esta Junta, Gutiérrez de la Concha le pide a Liniers que se sume, como ciudadano respetable y persona de honda raigambre popular, junto con el Obispo Orellana, el oidor Victoriano Rodríguez, el deán de la Catedral, Gregorio Funes y el tesorero de la hacienda pública, señor Moreno.Hasta aquí, aunque a los tumbos, estoy conteste con los historiadores vernáculos, tanto del Régimen como no pocos militantes del revisionismo histórico. Porque a partir de esta situación cada uno de éstos va dando su versión: que Liniers fue un traidor; otros que un líder desertor; que cometió muchos errores; que no escuchó las súplicas que le hicieran por carta Saavedra y Belgrano, e incluso su suegro Martín de Sarratea; que quiso reivindicarse ante la opinión pública de aquel incidente con el enviado de Napoleón, el Marqués de Sassenay (10 de agosto de 1808); que era un agente napoleónico en Buenos Aires y, otros muchos, que Liniers fue una mezcla de todo esto.Confieso humildemente al lector que yo también me tragué estos sapos. Algunos crudos y otros vuelta y vuelta en la sartén con ajo y cebollas. Porque si esto escriben nuestros historiadores, cuya mayoría escribe para facturar, seguramente no es cierto o por lo menos es motivo de revisión o de crítica histórica, si prefiere el lector.Liniers no fue un traidor, porque nunca comulgó con otra ideología que no sea su lealtad a la Corona Española por la que terminó dando la vida; consecuentemente tampoco fue desertor porque nunca estuvo adscrito a los complotados que había producido el 25 de mayo; el único error cometido por Liniers fue el de dormir con el enemigo: creerse que Cisneros era un virrey y no el cabecilla de un grupo de quincalleros asociado a los ingleses; de las súplicas que le hiciera Belgrano mejor no hablar: don Manuel (¡Oh, cuántas tiene en el debe el bueno de don Manuel!), ya había hecho los borradores extremistas que servirían de base para que el terrorista Mariano Moreno hiciese el Plano de Operaciones (dado como secreto el 30 de agosto, según la copia en mi poder); las actitudes de Liniers, respecto al Marqués de Sassenay, fueron suficientemente claras, y la prisión que sufrió el enviado de Napoleón a manos de Elío fue injusta, prueba de ello es que al ser remitido a Cádiz fue puesto de inmediato en libertad en aquella ciudad y a Liniers jamás se lo molestó para preguntarle nada; etc.Ahora bien: ¿por qué Liniers –se preguntará el lector-, se opone a la Junta de Buenos Aires, acompañado de insignes patriotas y leales servidores públicos, cuando le hubiese sido más fácil aceptar el hecho consumado? Simplemente porque Liniers, como antiguo vecino de la ciudad, aparte de haber sido su Virrey, conocía perfectamente a cada uno de los integrantes de aquella Junta, lo que ellos representaban y quiénes movían los hilos de estas marionetas. Aquellos no representaban, precisamente, los intereses del pueblo, del rey ni de su virreinato. Y si no me creen vean lo que sigue:Miguel Azcuénaga, militar, masón recalcitrante de los tiempos de Cabello y Meza, relacionado con las familias más ricas de Buenos Aires en los inicios del siglo, terrateniente y comerciante, fue el garante ante la burguesía porteña y los intereses de la Incalaperra, de las finanzas de la Junta de Gobierno.Manuel Alberti, sacerdote, masón, con rico patrimonio personal, parte heredado de sus padres y parte de lo que él había hecho con sus negocios clandestinos; intervino en las reuniones conspirativas en la casa de Nicolás Rodríguez Peña (espía, masón, asalariado de Su Majestad Británica hasta su muerte); ingresó a la Junta como representante del clero criollo y como defensor de los bienes eclesiásticos (y de los suyos desde luego).Domingo Matheu, comerciante catalán afincado en Buenos Aires, con conexiones internacionales en Europa y, particularmente en Cádiz, sostenedor de las ideas del libre comercio (recargando con un 300% las bagatelas inglesas), fue como tal el representante de los comerciantes de Buenos Aires (los que, mayoritariamente, eran ladrones y contrabandistas). Fue el garante ante la Junta de los comerciantes de la plaza de Cádiz (uno de los vértices del triángulo).Juan Larrea, catalán como el anterior, comerciante de los llamados frutos del país y también armador, estaba seriamente comprometido con los grupos ingleses a los que siempre fue obediente. Es considerado como el banquero de la Junta de Mayo.Juan José Paso, abogado, amigo íntimo de Moreno, vinculado a los intereses ingleses en el Río de la Plata. Este personaje es todo un misterio: ¡permaneció en el gobierno desde mayo de 1810 hasta la llegada de Rosas que lo echó! Poco o nada se sabe de su vida porque todos sus papeles públicos y privados han desaparecido cuidadosamente. Pero en verdad: no se sabe por qué fue incluido en la Junta, quedando solamente en pie sus vinculaciones con los comerciantes británicos.Mariano Moreno, abogado (el ausente durante las invasiones inglesas y el mudo del Cabildo del 22 de Mayo), representó a los intereses ingleses, con la habilidad de presentarlos como españoles. Carlos Roberts lo llama excelente abogado del comercio inglés y abogado de última hora. El acercamiento ideológico con Castelli (primo de Belgrano), proviene de que ambos eran abogados de los ingleses en el Río de la Plata. Moreno se destacó en la ignominia que se llamó Representación de los Hacendados (en 1809, con patrocinio del Virrey Cisneros donde hizo el papel de chancho rengo), y Castelli en varias defensas de comerciantes ingleses sorprendidos en el delito de contrabando o en el quebrantamiento de leyes consagradas. Cuando Moreno envía a Castelli al norte como comisario político, se quedó con el partido de él en Buenos Aires, y lo superó en los planteos de libre comercio a favor de los buques de bandera inglesa.Manuel Belgrano, abogado y economista aficionado, con amplias y fuertes vinculaciones con comerciantes del Paraguay y ganaderos del Uruguay. Esta es la causa de la aparición, de la noche a la mañana, del Belgrano militar en la campaña al Paraguay y su posterior traslado a la Banda Oriental, cuando en realidad se había destacado como abogado y economista. Se sabe que Belgrano redactó la introducción y confeccionó el boceto del Plano de Operaciones citado más arriba. Moreno al componerlo, respetó la introducción belgraniana y, en línea generales, su proyecto, aderezándolo luego con sus crueldades propias de Caracalla. Pero don Manuel conoció el documento: a esto no hay quien lo niegue, como se sabe que no abrió la boca para oponerse ante semejantes barbaridades. El documento, encontrado por casualidad en Sevilla por don Eduardo Madero a fines del Siglo XIX, está redactado en tono canallesco, subversivo y terrorista: después me vienen a hablar del Proceso de Reorganización Nacional que es un bebé de pecho al lado de don Mariano y de don Manuel, ¡que son próceres indiscutidos!Dios Santísimo: ¿para qué me haces conocer estas cosas? ¿Acaso yo no sería más feliz de otra forma? Pero: hágase Tu Voluntad y no la mía. Prosigo entonces.Llegado a esta altura, le pregunto al lector: ¿y usted que hubiese hecho? ¿Tal vez adherirse a esta Junta, o haría lo que hizo Liniers, después Artigas y finalmente Alzaga? Diga usted. Porque después de todo lo que hizo el Cabildo de Buenos Aires fue tomar la decisión de crear una Junta municipal de gobierno. Le correspondía luego invitar a las demás provincias hermanas a un congreso revolucionario para lo cual, cada una de ellas, debía dar, como requisito previo, un golpe político como el de Buenos Aires. De esta manera la Primera Junta hubiese sido nada más que una promotora de la revolución nacional. Esta actitud de Buenos Aires de arrasar con las autonomías provinciales y municipales se repetiría constantemente, se reflejaría en la Constitución Nacional y se puede ver hoy en día, donde los Gobernadores, pero fundamentalmente los Intendentes Municipales (donde reside la auténtica soberanía popular), son felpudos del gobierno central.Desbandada la tropa de Liniers y Gutiérrez de la Concha al primer amague, siguieron los dos fugitivos con sus amigos, sin una escolta que les brinde protección, y se refugian en Villa del Chañar, a unas 50 leguas de Córdoba. Allí los alcanza y detiene el Capitán José María Urien, que los venía rastreando, quien comete la arbitrariedad de tratarlos con todas las brutalidades que uno se puede imaginar, incluidos los azotes. La Pasión de don Santiago de Liniers había comenzado en manos de los esbirros del Robespierre porteño, Mariano Moreno: el que en la noche del 25 de Mayo lloraba sentado en las escaleras del Cabildo por las represalias que habría de tomar el rey contra ellos a su regreso “por majaderos”. Esta es la verdadera causa de su misterioso viaje a Inglaterra que dijeron lo hacía en misión diplomática: le aterrorizaba la idea del regreso del rey. En verdad fue un exilio disfrazado con misterios, como su muerte que resultó de un fecaloma: hacía una semana que no iba de vientre y el capitán inglés le suministró un purgante fenomenal. Una hora después estaba con una peritonitis y se fue por la avenida ancha sin semáforos. Pero volvió reencarnado en los periodistas que tenemos que lo han tomado por apóstol.Detenidos los cabecillas del desacato, debería corresponderse con el final de este triste capítulo de nuestra historia. Pero no fue así, porque es realmente aquí donde comenzó. Porque, ¿qué hacer con Liniers, el Gobernador Gutiérrez y el manojo de amigos encadenados? A Córdoba no los podían regresar, porque muchos de los soldados patricios que formaban los regimientos a las órdenes del Coronel José Antonio González Balcarce admiraban y amaban a Liniers y a Gutiérrez por haber luchado codo a codo con ellos en las jornadas de 1806 y 1807. Algo parecido ocurriría con la población civil, memoriosa del trato paternal y deferente de Liniers durante su virreinato.Entonces, ¿qué tenemos por aquí? Tenemos un problema insoluble a nivel de dirigentes. El mismo problema que se les repetiría con Artigas, Alzaga, Dorrego, don Juan Manuel y, si el lector quiere, el de Perón: su inmensa popularidad. ¿Qué hacer con un tipo que supuestamente hace lo que no debe hacer y sin embargo goza de abrumadora popularidad? La respuesta no está en los manuales liberales, ni en las películas de Hollywood de yanquilandia, donde el derrocado es un tiranuelo de cuarta. ¿Qué hay que hacer con un tipo en cuya contra se han ensayado todas las argucias y todas ellas, de a una, han ido fallado? A este tipo hay que matarlo, porque la popularidad para los liberales es un bien peligrosísimo. A Liniers y Dorrego, El Coronel Arrabalero, les costó la vida. El Restaurador se les escapó con un hilo de la pata. Y Perón se salvó de milagro, si se tienen en cuenta desde bombardeos hasta una docena de atentados, comenzando por el de Villa Rica en Paraguay.En verdad la Junta municipal de Buenos Aires, vulgo llamada Primera Junta, ha pensado en el destierro, medida que se le aplicó al compinche Cisneros con todo éxito, pero que con don Santiago sería un fracaso. Alguien ha madurado en hacerlo desaparecer, pero es imposible porque ya todo el mundo sabe que está en manos de sus captores. Reverdece entonces la idea de asesinarlo, pero cómo. Envenenarlo sería muy evidente. A un iluminado de la caterva se le ocurre simular un malón de indios que atacarían la caravana y lo asesinarían sin misericordia. En los alrededores de Buenos Aires hay muchos indígenas que por una damajuana de aguardiente serían capaces de despellejar a su madre. Pero ocurre que a ¡don Santiago de Liniers también lo quieren los indios porque ha sido muy compasivo con ellos! Entonces, si una salida “culta y educada”, resuelven matarlo ellos mismos. Fusilando de esta manera se cargarían de poder coercitivo, desalentando resistencias latentes: digamos que a lo Valle, Cogorno e Ibazeta el 9 de junio de 1956.Llega a Córdoba el decreto para la ejecución. La población recibe la noticia con claras muestras de disgusto. El Coronel Balcarce y el gobernador interino nombrado por la Junta, que fue Juan Martín de Pueyrredón, se enteran que el Regimiento de Patricios, alojado en la casa de Ejercicios Espirituales, se está por sublevar para rescatar a Liniers. Les cierran todas las puertas y les colocan tres regimientos a su alrededor para que nadie salga ni entre. Unas 100 religiosas y religiosos que allí prestan servicios padecen la cuarentena, aunque son completamente inocentes: es la primera herejía de las muchas que luego harían en el Alto Perú contra la Santa Religión. Ortiz de Ocampo hace como Pilatos: se lava las manos y decide remitir al prisionero a Buenos Aires. En realidad le tiene miedo a la pueblada y algunos regimientos que no le han querido rendir honores.La Junta se entera de esto y resuelve que Liniers no debe entrar en Buenos Aires. Para ello acuerdan que Castelli y French, con algunos efectivos del Regimiento Estrella, salgan al encuentro de la columna y fusilen a Liniers donde lo encuentren. Sin embargo aparecen otros problemas, aparte del cáncer de lengua que lo tiene mal a Castelli, los soldados del Estrella ponen las cosas en claro: ellos acompañan pero no fusilarán a Liniers. Los comisionados alcanzan la columna que viene de Córdoba en Cabeza de Tigre, una posta a la altura de Cruz Alta. Allí los espera otro frentazo: los soldados de la escolta que traía a Liniers, también se niegan a fusilarlo. ¡Estos negros de mierda, siempre creando problemas! No, si es como decía Sarmiento: es una raza maldita. Porque no habían nacido debajo de una higuera como él.Pero alguien había sido más previsor que todos estos complotados para asesinar. En Córdoba vivían desde hacía unos dos o tres años un número considerable de soldados ingleses que fueron internados después del escabroso asunto de Luján. Algunos tenían chacra, familia y otros se habían afincado definitivamente. Alguien los habló y ellos aceptaron fusilar gustosamente a Liniers, el autor de su derrota, su prisión, su internación y su vergüenza. Y previendo que pasaría lo que pasó los llevaban a la cola de la columna.Y así fue como en la mañana del 26 de agosto, el mes de la Gloriosa Reconquista, de 1810, una docena de soldados de su Graciosa Majestad Británica fusilaron a don Santiago de Liniers, cubierto de sangre por los castigos y cinco de sus compañeros todos malheridos. El tiro de gracia se lo dio French, el cartero de Buenos Aires, devenido ahora en Teniente Coronel de la noche a la mañana, el que fuera enlace entre las logias masónicas montadas por Rodríguez Peña y el cura Agüero. En las ropas de Liniers se encontró su despacho como Virrey firmado por el rey, que Castelli ordenó quemar: estaba el papel tinto en sangre.A esto último lo descubrió el historiador Julio Lafont al que por poco lo matan. Pero jamás pudieron desmentirlo, hasta el día de hoy porque está muy bien documentado. Al resto, que no es de Lafont, los invito a los historiadores a que me desmientan. Pero, ¡cuidado!, porque a lo mejor no me callo de cosas que aquí he callado..: 25 DE MAYO DE 1810 ,DIA DE LA FUNDACION DEL PROTECTORADO BRITANICO EN EL RIO DE LA PLATA.Publicado el 14 may. 2016Patricio Lons en una entrevista exclusiva nos cuenta qué pasó realmente en la Semana histórica de Mayo de 1810.
Fuente:Argentina Vórtice Geopolítico Mundial: Que pasó realmente el 25 de mayo de 1810?
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Re: Virreinato del Río de la Plata
¿Origen cristiano del Sol de Mayo?
Debate entre el Blog del Usuario CLAMOR y un visitante:
Anónimo
6 de diciembre de 2012, 12:48
No consta en ningún documento ni existe ninguna fuente historiográfica seria que permita inferir que el sol de la bandera nacional argentina tenga origen incaico o masónic. Más bien, podría afirmarse exactamente lo contrario, si se considera la gran semejanza del emblema patrio con el escudo Eucarístico de Cristo N. Señor, simbolizado por un sol con 32 rayos; 16 rectos y 16 flamígeros intercalados, exactamente del mismo modo en que los presenta el sol argentino. En antiguas representaciones, el sol eucarístico lleva impresa una cara en su centro, semejante a la de la Sábana Santa ahora en Turín o al Mandylion alemán. Más tarde, se utilizó -particularmente por los jesuitas, de imenso arraigo en estos reinos- la sigla "IHS", transliteración del monograma griego de Santo Nombre de Jesucristo. Esta semejanza es aún más intensa en ciertas imágenes barrocas españolas de la Virgen María, Madre de Dios, que la representan vestida de manto azul celeste y túnica blanca con un sol de 32 rayos intercalados, con rostro humano, sobre su vientre grávido. Es tan intensa la semejanza de este sol con el representado en la Bandera argentina, y tan característico de una sociedad por entonces fuertemente impregnada de catolicismo, que es lícito pensar que tanto los colores de la enseña nacional argentina como el sol que luce en su centro, creados por el general y abogado D. Manuel Belgrano, han sido de clara inspiración religiosa y especialmente mariana. Es conocida la piedad mariana del general victorioso en Salta y Tucumán. Por último, hay que recordar que en el Cántico de Zacarías, denominado "Benedictus" (San Lucas: 1, 68-79), se leen los versos «in quibus visitavit nos, oriens ex alto: Illuminare his qui in tenebris et in umbra mortis sedent», que siempre se han traducido como «(Por la entrañable misericordia de nuestro Dios),/nos visitará el sol que nace de lo alto,/para iluminar a los que viven en tinieblas y sombre de muerte... etc.»., de modo que el símbolo bíblico de Cristo, es indudablemente el sol que, desde lo alto, brilla para todos y despeja todas las tinieblas. Completamente impropio veo, entonces, que se agregue el escudo nacional argentino al grupo de figuras masónicas, a no ser por hurto, y que se ignore su altísimo contenido heráldico. En otra entrada, le dejaré los enlaces a las imágenes que prueban mis afirmaciones. Gracias. Ludovico ben Cidehamete.
CLAMOR6 de diciembre de 2012
Estimado señor: Del mismo modo, podríamos afirmar que no existe ninguna prueba de lo que Ud. dice: que el sol del escudo/bandera fuese el "sol eucarístico". Por el contrario, sí existen documentos que prueban lo que hemos dicho arriba y que no son ninguna conjetura "buenista". Pegue lo que quiera, pero demuestre que Belgrano se basó en aquel elemento litúrgico... si puede. Por el momento, dado que el modelo del escudo nacional es sí un símbolo masónico, y la bandera toma los colores de allí --como atestigua Belgrano en su correspondencia--, entonces podemos inferir con un alto grado de probabilidad que el sol de la bandera tiene un origen masónico. Independientemente de la especulación de lo que hemos escrito más arriba sobre la vinculación británica.
Estimados,
Soy uruguayo, y como contribucion al bicentenario, la ciencia de la heraldica ayuda a entender los simbolos patrios. lo hemos estudiado para la bandera uruguaya y vale para la argentina.
El sol en su esplendor es Símbolo de la Gloria de Dios y del Rey de reyes. Es Jesús, que aparece en nuestras banderas. Y es consistente con los colores blancos y azul cielo de las banderas de Uruguay y Argentina; colores heráldicos de Maria Virgen, la Inmaculada Concepción, a quién los cristianos patriotas consagraron las nuevas naciones del Rio de la Plata. Para fastidio de los masones, cuando juran fidelidad a la bendera, es un simbolo tan cristiano como la cruz al que rinden homenaje. Y sin querer, están dando gloria a Dios, como toda la creación. ¡Que la luz de Cristo los ilumine tambien un dia, se conviertan y crean en el evangelio!
Anónimo6 de diciembre de 2012, 13:37
¡Qué rápido! No es Ud. empleado público, por cierto.
¿Y las pruebas, cuáles son, dónde están? ¿Las cartas de Belgrano...? ¿Cuáles?
¿Por qué razón una hipótesis "buenista" (supongamos que pudiese llamársele así) es mejor que una ... "malista"?
Ponga Ud. "IHS" en gúgle y verá más soles de 32 rayos, 16 y 16 como el sol argentino, de los que habrá mirado en toda su vida escolar... Algunos, con una semejanza que despeja toda duda.
Imagen de la Virgen de la Santa Espera (creo que gallega, como la mayoría de los habitantes de estos parajes en el siglo XVIII) http://foros.marianistas.org/attachment.php?attachmentid=14105&d=1216542865
Los colores: azul y blanco -como nuestra bandera original: azul celeste (o sea azul del cielo, no el celeste desteñido liberal y masónico) y blanco, con un sol sobre su vientre. El sol, tiene cara, no letras. Los rayos: 32. Estos colores de nuestra bandera los usa actualmente tan solo la Marina de Guerra. Por ejemplo, en la bandera de la Fragata "Libertad". El azul que Belgrano tenía en mente (y eso sí lo dijo) era lo que por entonces de denominaba "azul francia", que desde luego no es el azul prusia de la actual bandera francesa, sino ... ¡azul celeste! de la casa de Borbón, claro.
Otra: http://panoramacatolico.info/sites/panoramacatolico.info/files/imagecache/grande/Virgen_Embarazada.jpg
Idéntico comentario al anterior: Colores patrios, sol con rostro, 32 rayos intercalados... Esta imagen barroca está en Cádiz o Sevilla, de donde también eran oriundos muchos residentes en Buenos Aires.
Ahora, espero las imágenes masónicas de tal parecido con nuestra bandera.
Mientras tanto, buscaré en mis papeles los que me entregara hace casi 40 años el coronel don Carlos Rosas y Belgrano (descendiente de don Pedro del mismo apellido, hijo del gral. Belgrano) en un bar de Ayacucho y Peña, Buenos Aires, demostrando que el color de nuestra bandera era y es ése y no otro, y cuál era su sentido prístino.
Cordialmente
L. b-C.
CLAMOR6 de diciembre de 2012, 13:52
¿La lógica no es su fuerte, no?
Ud. "demostraría" que existen custodias que representan un sol.
Bien. ¿Y con eso?
El traidor y pérjuro Belgrano le dice al Triunvirato que los colores de la bandera son los del escudo. El escudo es copia (casi idéntica) del escudo de una sociedad de pensamiento francesa (i.e. logia masónica pre-revolucionaria). Ergo, con alta probabilidad, también el sol tiene esa inspiración.
Tan difícil de entender no es, ¿o sí?