Re: El régimen de los siglos XVIII y XIX
Leyenda rosa austracista y anitiborbonismo en torno a las "independencias" americanas
No es que haya una leyenda rosa austracista. Entendemos que en el régimen de los Austrias hubieron errores pero lo cierto es que esos errores se dieron más en La Península que en las Indias. Los Indianos no tuvimos a un conde -duque. No perdimos el Rosellon ni la Cerdaña. No teníamos que pagar fuertes tributos como los castellanos y otros tantos reinos de la monarquía peninsular. Por otra parte, las Indias fueron creación de la Casa de Austria. Aquí siempre se tendrá más simpatía por los Austrias por esas razones y muchas más. Los Peninsulares tenían más razón para apoyar al Borbón que la que teníamos nosotros. Eran ellos, al fin y al cabo, los que se desangraban en Flandes, los que vivían la pobreza y el decaimiento de España en Europa, los fuertes tributos, etc. Las Indias no vivieron eso con los Austrias. Con los Borbones esas condiciones se suavizaron en la Península. Carlos III podrá haber velado por los intereses en la Península pero por lo menos aquí en las Indias no veló mucho por ellos. Encima hay que añadirle el trato colonial que no se dio en la Península. No es que yo me imagine a los Borbones como diablillos con tridentes y acabados de salir del infierno, lo que digo es que su régimen y decisiones fueron nefastas para las Indias mucho más que para la Península. Y por supuesto que para ustedes mis carísimos amigos peninsulares los Borbones no son santos de vuestra devoción, no obstante, el régimen borbónico en Indias fue mucho peor que para nuestros hermanos peninsulares. Lo cual no quiere decir que los hermanos peninsulares no la hubiesen tenido difícil. Eso es lo que quiero decir. Quisiera explicar el porque de ese "austracismo" de muchos indianos. Un hijo siempre quiere a sus padres. Nosotros los indianos siempre tendremos cariño por la Casa de Austria porque fue ella la que fecundó a los Reinos de Indias.
Última edición por Michael; 06/10/2013 a las 07:40
La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.
Antonio Aparisi
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