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Tema: Una buena: la herencia de Tompkins.

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    Re: Una buena: la herencia de Tompkins.

    FUERA DE RUTA
    La última región salvaje de Argentina

    Visita a El Impenetrable, una zona perdida al norte del país, fue propiedad privada y ahora está a punto de convertirse en parque nacional



    Espátulas rosadas en El Impenetrable, en el norte de Argentina.


    CARLOS E. CUÉ





    8 MAR 2017 - 00:00 CET

    La historia del parque nacional El Impenetrable es difícil de imaginar fuera de Latinoamérica. Una narración que habla de una guerra por la conquista de una tierra indómita, a la que no en vano los españoles le pusieron ese nombre que evoca lo que se ve desde el aire cuando volamos en dirección a Castelli, el único lugar de la zona con una pista de tierra para aviones pequeños: un interminable bosque tupido cruzado por un solo río. No hay carreteras ni restos de presencia humana. Al bajar aún se entiende mejor: debajo de los árboles hay cactus y zarzas por todas partes. Todo corta. Una tierra dura que solo los indígenas wichis o qom lograban atravesar. Los conquistadores quedaban atrapados persiguiéndolos, morían al no encontrar agua. Por eso lo llamaron así. Un paraíso para osos hormigueros, yacarés, pumas, carpinchos (capibaras), ocelotes, tatú carreta (un armadillo de 1,5 metros), monos, zorros, guazunchos (un pequeño cérvido). El último lugar totalmente salvaje de Argentina.


    JAVIER BELLOSO


    En la historia están todos los elementos del continente: naturaleza indómita, batalla descarnada por el territorio entre indígenas y blancos, un terrateniente dueño de todo y un misterioso asesinato. Buena parte de El Impenetrable, en el corazón del Chaco, una de las provincias más pobres e indígenas de Argentina, cerca de Paraguay, estaba en manos de una sola persona, como es habitual en Latinoamérica. Se llamaba Manuel Roseo. Tenía 75 años cuando fue torturado y asesinado vilmente por tres sicarios en 2011 junto a su cuñada, Nélida Bartolomé, probablemente porque se negaban a vender las tierras. Era el único propietario de La Fidelidad, una fastuosa finca de 250.000 metros cuadrados. Y no hacía nada con ella. En todo ese territorio solo tenía una pequeña estancia a la que iba de vez en cuando desde Castelli, donde vivía de forma humilde. Pero precisamente esa dejadez es la que ha convertido a El Impenetrable en una joya para la conservación de la naturaleza.


    Roseo permitió, con su decisión de no explotar masivamente la finca para madera o cualquier otra industria, que se creara una reserva natural para todo tipo de animales. Cuando murió asesinado, la provincia del Chaco, apoyada por el Estado argentino, expropió La Fidelidad, que un día fue propiedad de Jorge Born, uno de los hombres más ricos de Argentina. “Mi padre la recorrió varias veces a caballo, durante días. Era tierra de indios. Su propósito era saber si había tierras cultivables. Pero descubrió que era prácticamente imposible combatir el vinal, una plaga arbórea. La zona era impenetrable por falta de caminos. Los caballos se hacían salvajes, por eso la vendió por un dólar la hectárea a los hermanos Roseo”, cuenta su hijo, Jorge Born II, que ahora tiene 80 años.
    La provincia del Chaco ha convertido por ley La Fidelidad en un parque natural con el que pretenden recuperar, gracias a los turistas, la débil economía del Chaco y dar trabajo a la gente de la zona, entre ellos un grupo de wichis que malviven al borde del parque. Los herederos de Roseo pleitean para lograr más dinero por la expropiación, pero las sentencias caen del lado del Estado y el parque está a punto de ser una realidad y abrir sus puertas.


    Vista aérea de El Impenetrable, eVista aérea de El Impenetrable, en Argentina, zona que está a punto de convertirse en parque nacional.
    n Argentina, zona que está a punto

    Adrián Contreras, responsable del plan general de El Impenetrable, que la provincia lleva adelante para recuperar esta zona y dar trabajo a sus habitantes, se entusiasma con las posibilidades de La Fidelidad mientras contempla su inmensidad desde el avión. “Está espectacular, completamente virgen. Roseo dejaba que entrara a pastar el ganado de los vecinos y ellos le hicieron de alambrado humano, protegieron la finca. Ya se pagaron 64 millones de pesos [4 millones de dólares] por la expropiación. Los herederos piden 1.000 [62 millones de dólares]. La decisión política es firme. El parque es una realidad, ya está declarado”, explica. “Se puede hacer avistamiento de animales en una navegación desde el río Bermejo. Vamos a hacer ocho postas, ya diseñadas, y un centro de interpretación”, cuenta.
    Un mono carayá

    Un paseo por la zona da idea de las posibilidades de este paraíso. Enseguida aparece en lo alto de los árboles un mono carayá con cuatro hembras. Acostumbrado a la soledad, muestra a los extraños que este es su territorio: defeca y orina desde las copas de los árboles para recordar quién manda ahí y expulsar a los intrusos. En el camino, una enorme anaconda amarilla o curiyú atraviesa la carretera y se hincha amenazante cuando se acercan los turistas. En una rama, un urutaú, también llamado pájaro fantasma, que imita los colores del árbol para camuflarse, aguarda completamente inmóvil la llegada de la noche.


    Un oso hormiguero en El Impenetrable (Argentina).
    Un oso hormiguero en El Impenetrable (Argentina).


    Al borde de la entrada del parque vive Luciano Cango, pagado por la empresa Conservation Land Trust (CLT), del millonario dueño de North Face, Douglas Tompkins, fallecido en 2015 y propietario de enormes fincas en Argentina y Chile que compró para conservar la naturaleza. Luciano trabaja 22 días seguidos y descansa 8. Vive en una humilde tienda de campaña y solo tiene una misión: proteger esta tierra, evitar que los herederos o los furtivos vengan a cazar, a destruir esas 250.000 hectáreas. La empresa de Tompkins le paga para que vigile, para ocupar el territorio.


    Felipe Segundo, un indígena qom, tiene un trabajo similar. Pero él es guardaparque, depende del Estado, no de una empresa privada. Ahora cuida las tierras de sus ancestros, que poco a poco fueron desplazados por los blancos y acabaron encerrados en sus poblados sin nada que hacer. “Los nuestros viven ahora de los planes sociales, ya nadie quiere cazar ni nada parecido como antes. Algunos podemos salir a estudiar con la obligación de volver. Yo lo hice y estuve tres años en el pueblo. Ahora soy guardaparque y me gusta mi trabajo”, asegura.
    Su jefe, Guillermo Lier, se entusiasma con el parque. “Es el último reducto del tatú carreta, un paraíso del tapir, del oso hormiguero”. Y cuenta que lo que más sorprende es saber que Roseo tenía ese enorme patrimonio y vivía como un peón, probablemente por miedo a que lo extorsionaran y por las deudas que acumulaba. “En el pueblo no sabían que era el dueño. El mecánico me contó que le regalaban las gomas [las ruedas de recambio] porque pensaban que era pobre”. La finca ahora expropiada pudo valer en su momento unos 250 millones de dólares, pero él se negó a vender.


    Niños en una escuela en las cercanías de El Impenetrable, al norte de Argentina.


    Todos están entusiasmados con la llegada del parque. En estas tierras áridas y pobres el turismo es un maná. Raúl Palavecino, de Nueva Población, un pequeño pueblo al borde de la reserva, se ilusiona mientras habla bajo un enorme algarrobo: “Aquí no hay trabajo. El turismo puede resolverlo todo. El año pasado ya tuvimos 80 turistas. Con el parque serán muchos más”. Palavecino y su familia tiene varios kayaks preparados para que los viajeros puedan recorrer el río Bermejo y zonas acondicionadas para pasar un par de días en medio de la nada.
    A las afueras del pueblo hay una comunidad wichi que vive en condiciones de pobreza. El Impenetrable, que ocupa parte del Chaco y Formosa, otra provincia muy pobre que limita con Paraguay, es el lugar donde con más frecuencia aparecen casos de muerte por desnutrición en Argentina. Casi siempre son indígenas. Eran nómadas, cazadores, se movían con libertad en estas tierras. Nunca se adaptaron al sedentarismo. Para ellos también el parque parece la última esperanza.


    Una travesía en kayak por el río Bermejo, en El Impenetrable (Argentina).EMILIANO LASALVIA



    Atención turística

    Julio Palacio, uno de los pocos wichis de este poblado que habla castellano, cree que es la única oportunidad. “Está bueno el parque. A ver si vienen más turistas porque aquí no hay trabajo. No tenemos vacas ni nada, somos wichis”, dice para explicar que su pueblo nunca se dedicará a la ganadería. “Las casas nos las da el Gobierno, pero no hay para todos. Muy pocos estudian porque somos wichis”, insiste. Desde la provincia les dan cursos de capacitación, a ellos y a otros vecinos de la zona, para que aprendan a atender a los turistas. Todo está listo para que la justicia conceda la autorización definitiva.
    El parque nacional El Impenetrable, la gran joya argentina, el último reducto inexplorado, espera la llegada de turistas que buscan una experiencia difícil de imaginar en otras tierras más explotadas. Serán de momento 130.000 hectáreas de reserva —la otra parte de la finca está en Formosa, en manos desde 1995 del gobernador peronista Gildo Insfrán, que no tiene intención de hacer ningún parque—. El plan general, que pretende recuperar una de las zonas más pobres y aisladas del país, cambiará la historia de esta zona. Pero ya nunca dejará de ser impenetrable.

    GUÍA

    Información
    El futuro parque nacional El Impenetrable se encuentra al noroeste de la provincia argentina del Chaco. La Armonía y Nueva Población son dos de los puntos de acceso principales.
    Oficina de turismo del Chaco.










    El Viajero



    Imperium Hispaniae

    "En el imperio se ofrece y se comparte cultura, conocimiento y espiritualidad. En el imperialismo solo sometimiento y dominio económico-militar. Defendemos el IMPERIO, nos alejamos de todos los IMPERIALISMOS."







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    Re: Una buena: la herencia de Tompkins.

    “Producción de Naturaleza”, un libro que va a dar que hablar. Entrevista con su autor




    Ignacio Jiménez Pérez

    4 OCTUBRE, 2018

    Obra escrita por IGNACIO JIMÉNEZ PÉREZ, un joven científico español especializado en conservación ambiental

    ENFOQUES POSITIVOS entrevistó al autor de “Producción de Naturaleza”, título que de por si es llamativo y generará interés de parte del público, por la originalidad, además, de la materia que trata.

    Vale la pena, ante todo, presentar el extenso listado de los antecedentes académicos de IGNACIO JIMÉNEZ PÉREZ, quien nació en Valencia (España) en 1969, y cuenta con una amplia experiencia internacional en conservación.

    Obtuvo su licenciatura en biología por la Universidad de Valencia y una maestría en Manejo y Conservación de Vida Silvestre por la Universidad Nacional de Costa Rica. En el año 94 se mudó a Costa Rica donde inició su carrera como investigador y conservacionista alrededor del manatí antillano (un gran mamífero acuático amenazado de extinción) y los humedales que éste habita.

    Con base en Costa Rica, desarrolló proyectos de conservación de la naturaleza en países como Nicaragua y El Salvador, llegando a trabajar en la exótica Madagascar.

    En paralelo coordinó un análisis multidisciplinario de la experiencia española en recuperación de fauna en peligro de extinción.

    En el año 2005 se mudó a Argentina donde comenzó a colaborar con la fundación The Conservation Land Trust (N de la R: El gigante emprendimiento ambientalista del matrimonio Tompkins, ambos entrevistados en varias ocasiones por este Portal) en los Esteros de Iberá. Dentro de esta organización, fue responsable de la iniciación y coordinación del mayor programa de reasilvestramiento o rewildingde América, el cual incluye la reintroducción de especies como el oso hormiguero gigante, el venado de las pampas, guacamayo rojo, pecarí, tapir y el yaguareté.

    En 2016 nuestro entrevistado vivió en Sudáfrica por un año para aprender de la experiencia africana en conservación de biodiversidad, rewilding, ecoturismo y desarrollo local.

    Ignacio es uno de los creadores del término Producción de Naturaleza, el cual inserta las áreas protegidas y la restauración ecológica dentro de las prioridades de desarrollo en comunidades rurales. Sus estudios y esfuerzos de conservación han aparecido en más de una veintena de artículos científicos y varios libros. Desde hace 20 años lleva comunicando las mejores prácticas en conservación de la biodiversidad a estudiantes, gestores, comunidades locales, empresarios y gobernantes en múltiples países.

    Recientemente publicó junto a CLT el libro “Producción de Naturaleza: Parques, Rewilding y Desarrollo local”, el cual desarrolla un método práctico para la gestión de procesos de conservación y desarrollo, aportando ejemplos de cinco continentes. Actualmente vive con su mujer e hijas junto a una reserva natural en el mediterráneo español.

    A continuación el texto de la entrevista que IGNACIO cordialmente concedió a este Portal:


    Con referencia al libro “Producción de Naturaleza: parques, rewilding y desarrollo local”, ¿Qué fue lo que te inspiró y cuáles son los objetivos que persigues con esa obra?:

    “Desde el año 94 he tenido la oportunidad de participar, liderar o visitar programas destinados a conservar o restaurar ecosistemas naturales en múltiples países. Durante este periplo pude observar numerosos proyectos y reservas naturales que no lograban cumplir con sus objetivos, y unos pocos que mostraban un nivel de éxito excepcional. Esto hizo que se desarrollara en mí una enorme curiosidad en relación a tratar de identificar qué factores son los que hacen que algunas organizaciones o regiones sean exitosos a la hora de cumplir con su propósito de conservación, y otros no. Durante este periplo me encontré con The Conservation Land Trust o CLT, una fundación privada liderada por el matrimonio Tompkins, que parecía estar logrando resultados especialmente destacados en este ámbito. Por puro azar acabé trabajando para esta organización en su proyecto destinado a crear un gran parque nacional en los Esteros de Iberá, al mismo tiempo que se reinsertaban varias especies que habían desaparecido de la región.

    Sorprendentemente (al menos para mí en ese momento), la idea de donar a la sociedad un gran parque nacional fue recibida con una mezcla de rechazo y escepticismo. Esto nos obligó a ser mucho más efectivos a la hora de comunicar a la sociedad correntina y argentina para qué sirve un área natural protegida; explicando que ésta no era un camino alternativo a la producción, sino más bien una producción alternativa, donde los ecosistemas naturales sirven como base del desarrollo local, sobre todo a través del ecoturismo.

    A esto lo llamamos Producción de Naturaleza.

    Al mismo tiempo que trabajábamos en Iberá, junto a Sofía Heinonen (la actual CEO de CLT) nos dedicamos a visitar otros programas de producción de naturaleza que fueran particularmente exitosos, tanto en América Latina como en otros continentes. Al final, el libro Producción de Naturaleza recopila y comunica de manera articulada décadas de experiencias acumuladas por profesionales de los cinco continentes en relación a cómo desarrollar programas de conservación que no sólo logren impactos notables en lo que se refiere a la biodiversidad, sino que cuenten con el respaldo de la sociedad en general. En este sentido, se trata del primer manual de este tipo publicado en lengua española y uno de los pocos publicados en cualquier idioma”.

    ¿Cómo funciona el sistema que comprende el manejo integrado de programas y organizaciones de conservación de naturaleza y desarrollo económico?:

    “La Producción de Naturaleza se basa en una serie de conceptos propios del siglo XXI. El primero es que vivimos en un mundo mayormente urbano donde existe una clara demanda por la existencia de ecosistemas naturales en buen estado de conservación. La sociedad mundial demanda este tipo de paisajes, bien porque quieren visitarlos directamente como parte de sus actividades de ocio (es decir, como “ecoturistas”) o porque sienten una obligación “moral” por su mera existencia, la cual se manifiesta en acuerdos internacionales, leyes ambientales en todos los países e inversiones en forma de impuestos o de donaciones directas. Esta demanda social evidencia que lo que en el siglo pasado era visto como una actividad “deseconómica” ajena a la matriz productiva de los países (a menudo referida como un “lujo de los países ricos”), actualmente sea parte de la matriz productiva y económica de cualquier país. Y, de hecho, este tipo de producción representa la mejor opción para generar ingresos, empleo, orgullo y calidad de vida en muchas áreas rurales donde otros tipos de actividades más convencionales (agricultura, industria forestal, minería, etcétera) no han logrado generar comunidades con niveles de bienestar aceptables.

    El funcionamiento de este tipo de producción se basa en la creación de un gran atractivo de calidad nacional o internacional en forma de un paisaje natural bien conservado con fauna abundante y de fácil avistamiento. Iberá es un buen ejemplo en este sentido. A partir de este atractivo empiezan a llegar una serie de clientes o ecoturistas, que traen recursos del exterior al mismo tiempo que se mantienen los recursos naturales locales, los cuales no son extraídos de la región (a diferencia de otros modelos extractivos y exportadores). Esta llegada de capital externo genera nuevas oportunidades de empleo y negocios locales directamente asociadas con el turismo de naturaleza, a las cuales pueden sumarse otro tipo de productos y actividades, como es el caso de los atractivos culturales (por ejemplo la cultura nativa de la región, el folclore y la gastronomía locales) o “cultivos ecológicos” con valor económico agregado, como puede ser la carne de pastizal o el arroz cultivado sin pesticidas”.

    ¿No hay antecedentes acaso, de algo similar en la Argentina o en el resto del mundo?:

    “En Argentina se destacan especialmente las regiones de Iberá, Península Valdés y varios puntos de la cordillera patagónica. En menor medida Salta, Jujuy y Misiones han logrado establecer un destino ecoturístico, aunque más centrado en el paisaje que en la biodiversidad, lo que hace que no aprovechen toda su potencialidad intrínseca. En el norte argentino, regiones como el Impenetrable y el Bañado de la Estrella están apuntando a este tipo de producción, al igual que el área costera de Patagonia, como es el caso de la Bahía Bustamante. En el mundo hay varios países que tienen en este tipo de producción su principal fuente de ingresos externos, como es el caso de Costa Rica, Namibia, Botsuana o Ruanda, o en menor medida Tailandia o Nepal. De todos los continentes, el que tiene mayor experiencia en este sentido es África, pero esta producción no es exclusiva de países en desarrollo. Hay países “ricos” que cuentan con una enorme industria en este sentido, como es el caso de Estados Unidos, Japón, España, Escocia o Eslovenia”.

    Parece estar manifestándose un grupo de jóvenes estudiosos que revolucionan el cuidado del medio ambiente, al actuar de un modo más sistematizado y confiable, y con mayor rigor profesional y científico. ¿Es así?

    “Yo creo que más que una revolución de “jóvenes”, se está dando un cambio de liderazgo en las organizaciones dedicadas a la conservación de la naturaleza. Durante el siglo pasado la mayor parte de estas organizaciones eran lideradas por biólogos con un fuerte perfil académico. Esto hace que hasta la actualidad, mucha gente todavía piense que hacer conservación es hacer investigación. El componente científico de esta actividad ha sido tan fuerte que en muchos casos la parte se ha confundido con el todo. En el nuevo siglo se ha visto la aparición de nuevos líderes y organizaciones conservacionistas con una visión mucho más empresarial (los Tompkins son un buen ejemplo en este sentido), social y política, que les hace más efectivos a la hora de lograr acuerdos sólidos con la sociedad en general y mostrar resultados que vayan más allá de los estudios científicos y los planes que se centran en decir a otros “lo que deben hacer”. También se da la situación donde la sociedad está cansada de que los conservacionistas sólo ofrezcan datos de “cómo el mundo va hacia el desastre y la perdición”. La gente quiere no sólo lamentos, sino también resultados. Imagínense qué sería de los médicos si, como profesionales, sólo se dedicaran a lamentarse de la existencia de enfermedades, en lugar de curar a las personas. En este sentido, existe una nueva generación de organizaciones (como es el caso de CLT en Argentina, Turner Endangered Species Fund en EEUU o African Parks en África) cuyo énfasis está en lograr y comunicar resultados concretos sobre el terreno, más que en realizar estudios, planes o leyes, por más que estos sean medios importantes para lograr lo anterior. Por lo tanto, el cambio más importante para mí no tiene que ver con el aumento del rigor científico, sino con el aumento en efectividad basado en reconocer que la ciencia es sólo una parte importante pero no suficiente de algo tan complicado como es la conservación. Espero que todo esto quede bien reflejado en el libro de Producción de Naturaleza”.


    Información complementaria a la entrevista:
    El libro puede obtenerse en la sede de CLT en Buenos Aires.

    Scalabrini Ortiz 3355, 4ºJ.
    Te.: +54.11.4807.3976


    FUENTE




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