Eran los últimos días del año 1959, el crujiente sonido de la puerta de hierro se abrió, al mismo tiempo que lanzaban a una persona más al ya aglomerado calabozo. Era un muchachito de 12 o 14 años a lo sumo, nuestro nuevo compañero de encierro. Y tú que hiciste? Con la cara ensangrentada y amoratada nos miró fijamente, respondiendo: por defender a mi padre para que no lo mataran, no pude evitarlo, lo asesinaron los muy hijos de perra. Dos días después los matones del Che regresaron y sacaron de un tirón al valeroso muchacho de la celda.
El Che dió la orden de traer al muchacho primero, y lo mandó a arrodillarse delante del paredón. El muchacho desobedeció la orden, con una valentía sin nombre le respondió al infame personaje: si me has de matar tendrás que hacerlo como se mata a los hombres, de pie, y no como a los cobardes, de rodillas.
Caminando por detrás del muchacho, le respondió el Che: "con que sois un pibe valiente". Desenfundando su pistola le dio un tiro en la nuca que casi le cercenó el cuello.
Aquí está un asesino de sangre fría que ejecutó miles sin un proceso judicial, quién afirmó que las pruebas judiciales eran “un detalle burgués innecesario,” quién se quedó hasta el alba durante meses firmando las sentencias de muerte de hombres inocentes y honorables, cuya oficina en la Cabaña tenía una ventana desde donde él podía mirar las ejecuciones – y hoy día las camisetas con su esfinge son usadas por gente que se opone a la pena de muerte. Por su propio testimonio, Che envió a 2,500 hombres al paredón. [5]
[5] Pierre San Martin, El Nuevo Herald , Diciembre 28, 199
Marcadores