Re: El día que Hitler pensó en apoyar a los 'rojos'
Su único encuentro con Franco, en Hendaya, octubre de 1940, no le gustó nada. Hitler solía dominar todas las conversaciones, pero encontró en Franco a un español sorprendentemente locuaz, que insistía en hablar mucho de sí mismo. Aburrió al führer con dos horas de relatos sobre la importancia de Marruecos en la historia de España, y de anécdotas personales de sus campañas militares allí, un modo de discurrir muy típico del caudillo. Tener que escuchar tantas historias de lo que estimó ser una pequeña campaña colonial irrelevante disgustó a Hitler, y después mencionó enojado a su intérprete Paul Schmidt que, antes de pasar por semejante experiencia otra vez, preferiría que le "sacaran tres o cuatro muelas".
¡Qué bien el Caudillo! Una hora más y mataba al Führer de aburrimiento...

Iniciado por
Reke_Ride
Menudo demente. El único acto de honor que tuvo en toda su mísera y acomplejada vida, fue el de quitarse la vida (fue un ser demoniaco).
Lo único que admiro de ese sub-humano, es la verborrea que tenía y como de la nada creo un partido con tanto apoyo popular.
Al suicidarse demostró claramente ser un completo pagano; he aquí la prueba fundamental para todos aquellos que creen toscamente que el Führer era un "buen católico" ("instrumento de la Providencia" dicen algunos locos) y que sin embargo critican al Caudillo por "conservador", cuando éste sí fue un auténtico defensor de la Cristiandad e instrumento de la Providencia. Esa gente está muy confundida, por eso son buenos estos artículos y libros aclaratorios, para que quede bien claro quiénes son los buenos y quiénes son los malos de la historia.
“Es ésta nuestra finalidad, nuestro gran ideal. Caminamos para la civilización católica que podrá nacer de los escombros del mundo de hoy, como de los escombros del mundo romano nació la civilización medieval. Caminamos para la conquista de este ideal, con el coraje, la perseverancia, la resolución de enfrentar y vencer todos los obstáculos, con que los Cruzados marcharon sobre Jerusalén. Porque si nuestros mayores supieron morir para reconquistar el Sepulcro de Cristo, ¿cómo no vamos a querer nosotros —hijos de la Iglesia como ellos— luchar y morir para restaurar algo que vale infinitamente más que el preciosísimo Sepulcro del Salvador, es decir, su reinado sobre las almas y sobre la sociedad, que Él creó y salvó para amarlo eternamente?”.
Plinio Corrêa de Oliveira.
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