17.- El origen patrio y familiar de Cristóbal Colón.

Hace veintisiete años, el prestigioso diario ABC de Madrid, publicó un interesante artículo, cuyo autor, el investigador D. Luis Schoch y Pereira de Castro, el 17 de Agosto de 1969, publicaba un texto sobre el origen patrio y familiar de Cristóbal Colón.

Tesis españolista sobre el Almirante que, posteriormente, ha desarrollado en su libro 'Cristóbal Colón era noble y de sangre real' el Secretario General de la Asociación Cultural Cristóbal Colón, D. Gabriel Verd Martorell.


L a extraña y sistemática ocultación del origen patrio y familiar de Cristóbal Colón, llevada hasta el límite máximo tanto por él mismo como por sus hermanos y demás familiares, bien pudiera obedecer a un expreso y firme propósito o plan preconcebido. Más lo que no parece razonable en modo alguno es pretender justificar tal proceder por causas de origen humilde, ascendencia judaica, pasado censurable ni otros múltiples mitos o juicios divagatorios y en franca contradicción unos de otros.

Si bien es realmente cierto que el Descubridor declaró en diversas ocasiones ser "extranjero", ello nada debe extrañar dado que por entonces así eran considerados, como es de sobra conocido, los nacidos fuera de la jurisdicción de los distintos reinos peninsulares. En este caso de Castilla y León.

A través de distintos estudios y variadas comprobaciones parece haberse llegado a la cierta conclusión de que el Almirante no habló ni escribió nunca en italiano, por desconocerlo prácticamente a tales efectos; por el contrario, sí lo hizo siempre en castellano, latín, gallego y portugués, catalán y mallorquín; incluso es de señalar que cuando producía faltas al escribir en latín las salvaba en español y no en italiano. ¿Cómo podría, pues, explicarse adecuadamente este anómalo proceder practicado en todo momento por un superhombre de la talla cultural y espiritual de Colón, si en realidad hubiera nacido en la Génova italiana e hijo de padres asimismo italianos?... En efecto, existen algunos escritos en lengua italiana que se le adjudican sin fundamento alguno al Almirante, pero realmente cierto es que nadie hasta ahora ha podido demostrar la autenticidad indiscutible de los mismos

El apellido Colón es oriundamente español, donde ya era conocido en los siglos V y VI; mas en Italia era por entonces y después completamente desconocido así como también en Portugal. El análogo conocido en Italia era el de Colombo.

La tesis de un posible cambio de Colombo por Colón no puede encontrar fácil explicación y puede, por tanto, refutarse como falsa, pues de lo contrario ¿cómo se explicaría que el Descubridor llamase tan sólo a sucesión a los apellidos Colón?... Tanto sus hermanos Bartolomé y Diego, como sus hijos Diego y Fernando, nietos, etcétera, conservaron siempre este originario apellido. Como dato curioso, entre otros muchos que se podrían citar, señalaremos el siguiente: A la muerte de don Diego Colón -hijo del Almirante- se presentaron a pleito de sucesión los hermanos Baltasar y Bernardo Colombo, quienes fueron totalmente excluidos, precisamente por apellidarse Colombo y no Colón.

Según algunos escritores italianos, Colón era hijo de Doménico Colombo, señor del castillo de Cuccaro, en Piamonte. Pero ello parece desmentirse por sí solo, ya que el Doménico Colombo que señalaban como padre del nauta residió en Génova muchos años después de la muerte del dicho señor de Cuccaro, que llevaba el mismo nombre.

El señor Bussi dice haber hallado en los archivos de Santa Elena, repetidas veces, el nombre de Doménico Colombo, desde 1456 a 1459, y le designa como hijo de Giovanni Colombo, marido de Susana Fontanarossa y padre de Cristóbal, Bartolomé y Giaccomo (Diego)

El origen genovés del Descubridor sólo aparece en las actas notariales de la Raccolta, al parecer completamente artificiosas.

Carboni fue uno de los escritores italianos que más defendieron, aunque sin base ni fundamento, el origen patrio y familiar italiano de Colón, por lo cual se consideró como irreal e insincero.

En las capitulaciones de Santa Fe, de Granada, del año 1492, los Reyes concedieron a Colón los privilegios que éste había pedido para la realización de su viaje de Descubrimiento. En tal documento público es considerado y tratado a todos los efectos como verdadero español. Cinco años después, aquellos confirmaron a éste las prerrogativas y privilegios otorgados en dichas capitulaciones de Santa Fe. Asimismo, interesa señalar que en una de las cláusulas del testamento de la Reina Isabel puede leerse lo siguiente: "Las islas e tierra firme del mar Océano e Islas de Canarias fueron descubiertas e conquistadas a costa de los reinos de Castilla y León, y con los naturales dellos".

Extraña asimismo observar que en la libre denominación de las islas por Colón descubiertas, así como a diversas poblaciones, ríos y accidentes costeros de las mismas, no figura ni un solo nombre italiano o italianizado siquiera. Por el contrario, lo que es muy lógico y comprensible, todas lo fueron en español. ¡Gran detalle éste que por si solo podría bastar para justificar su verdadero origen patrio!

Con referencia al nombre o denominación de San Salvador, con el cual quiso honrar el Almirante a la primera isla descubierta, y que hasta entonces había sido llamada Guanahaní por los indios aborígenes, parece responder con bastante claridad a un sentimental detalle o deseo profundamente religioso de Colón, en sentido recuerdo y homenaje de gratitud hacia la Virgen de San Salvador. De esta imagen, que se venera en el santuario existente en Felanitx, fue, al igual que su madre Margarita, muy fiel y ferviente devoto desde su más tierna niñez. En carta del nauta al escribano de ración señor Santángel, de fecha 4 de marzo de 1493, escribe: "a la primera isla que yo fallé lo puse nombre de San Salvador, a conmemoración de su Alta Majestad, el cual maravillosamente todo esto ha dado…" De igual forma escribe en otra ocasión: "puse a la primera isla que fallé el nombre de San Salvador, en cuya protección confiado llegué, así a esta como a las demás".

Asimismo el nombre de Santa María dado por Colón a la nave capitana, bien pudiera igualmente obedecer a exigencias de sus más íntimos recuerdos y sentimientos, en relación posible con la Santísima Virgen de San Salvador, antes referida.

Ahora bien, a la serena luz de hechos y referencias más o menos conocidos o comprobados, algo claro y positivo parece divisarse en el horizonte de tanta incógnita y controversia. Analicemos con toda imparcialidad: La aparentemente extraña e inexplicable ocultación sistemática por Colón y sus familiares del verdadero origen patrio y familiar del primero ¿no estaría plenamente justificado por la posibilidad real de que el Almirante fuera verdaderamente hijo natural de Carlos de Aragón, príncipe de Viana, cuya desventurada historia es de todos conocida y fuera prolijo señalar?... Dicho príncipe era primogénito del Rey Juan II y hermanastro de Fernando el Católico. Conviene a tales efectos recordar que dicho príncipe estuvo recluido en el castillo de Santueri, sito cerca del puerto de Felanitx (Porto Colom) desde el 28 de Agosto de 1459 al 26 de Marzo de 1460, y en tal período conoció íntimamente a Margarita, de la alquería Rossa que se encuentra en las aproximaciones del indicado castillo, naciendo como consecuencia de tales amores un niño, hijo natural de ambos. El siguiente año murió, sospechosamente, el susodicho príncipe, envenenado según algunos para evitar que ocupase el trono que por fuerza le correspondía. Su sucesor en la lucha política que sostenía contra su padre, Juan II, fue Renato de Anjou por los catalanes, quien estableció en Felanitx el centro de sus partidarios.

De otra parte, cabe suponer que la tan decidida protección y ayuda otorgada por la Reina Isabel a favor de Colón, para el mejor y más pronto desarrollo de sus proyectados planes de nuevas tierras a descubrir, bien pudiera obedecer o estar sentimentalmente justificada por ser hijo, aunque bastardo, del hombre de quien en tiempos pasados fue su primera prometida. Igualmente, parece razonable admitir el que debido a naturales escrúpulos morales y hasta sentimentales familiares, Colón se abstuviera de acudir primeramente a los Reyes Católicos en demanda de la ayuda y protección que precisaba para llevar a cabo sus iluminados proyectos sin antes haber agotado cualquier otro recurso o posibilidad más o menos viable. Pero ante la imposibilidad material de lograr sus altos e incomprendidos propósitos, e impulsando fuertemente por la arrolladora y sana pasión de descubridor que le consumía, se decidió al fin a dar tan contrariado y temido paso, de cuyo positivo resultado todos tenemos muy amplios conocimientos y un gran sentido de reconocimiento y gratitud hacia tan vidente y gran reina: Isabel la Católica.

Ahora bien, ¿no cabría admitir, fuera de todo prejuicio y pasión, el que una de las condiciones, incluso juramentada, que los Reyes pusiesen a Colón para concederle cuanto solicitaba, fuese precisamente la de continuar ocultando, en todos sus detalles, el verdadero origen de él mismo y demás, lo cual ha constituido y sigue constituyendo hasta hoy las verdaderas incógnitas del Almirante, debido posiblemente a su supuesta y, al parecer, innegable estirpe real?... Cuesta mucho trabajo admitir que los Reyes, sus señores, ignorasen quién era y de dónde venía. Y siendo su respuesta favorable, ¿por qué habían asimismo de ocultarlo sin una superior y responsable razón? A tal respecto, bueno fue recordar que el Descubridor fue debidamente autorizado por los Reyes para cambiar su personal escudo de armas, ya que de no hacerlo así debería llevar el mismo que ostentaba el Rey Fernando, aunque cruzado por la barra de la bastardía. Detalles todos ellos muy dignos de tenerse en cuenta.

Sólo un muy profundo motivo o causa de tan delicada naturaleza podría encontrar justificado un silencio u ocultación tan hermético y prolongado, tanto por el nauta como por su familia y Reyes Católicos. Ninguna razón que no sea ésta, o muy aproximada, podría encontrar juiciosa solución a los enigmáticos problemas planteados.

Si bien parece cierto que su hijo Fernando, en diversas ocasiones de encontrarse en situaciones muy apuradas o comprometidas hizo algunas referencias o insinuaciones, no afirmativas, sobre el origen genovés de su padre y familia, debemos interpretarlo, por parecer que está lo suficientemente claro, que ello lo expresó con el único fin de aprovechar toda oportunidad para desviar cualquier "malsano" interés o simple curiosidad de sus interpeladores hacia la Génova italiana. Este, al parecer, ingenioso ardid resultó ser un arma de dos filos o error craso, que fue motivo y fuente que han venido aprovechando en su beneficio todos los defensores genovistas, como también los no muy documentados de ambas nacionalidades. Ellos sostienen esta tesis contra toda verdad, recurriendo a los más dispares razonamientos y artificios que no resisten, por fuerza, el menor análisis, ya que están carentes por completo de todo valor probatorio.

Se asegura, para mayor abundamiento, que en una ocasión el Almirante afirmó no ser el primero en su familia que ostentaba tal cargo y título. Lo cual es muy fácilmente comprobable.

En cuanto al carácter religioso y declarada condición católica del Descubridor, cabe señalar que en fechas anteriores a 1492 la practicaba muy asidua e ininterrumpidamente. Hacia 1476, cuando parece que Colón llegó a Lisboa, asistía a los Oficios Divinos en la capilla del convento de todos los Santos, donde residían a la sazón ciertas damas principales. Allí fue, precisamente, donde conoció y trató a una de ellas llamada doña Felipa Moniz de Pallestrello, hija del caballero italiano Bartolomé, altamente distinguido y que había colonizado Puerto-Santo y sido gobernador. Ella fue su primera mujer legal, madre de su legítimo hijo Diego.

Quede, pues, bien sentado que Colón, con gran vehemencia y fervor católico, siempre hizo mención y trató en lo posible de reconocer públicamente su fe, perpetuando los divinos nombres de Dios, en su Santísima Trinidad, de la Santísima Virgen en sus distintas y variadas advocaciones y de todos los santos de la Corte Celestial, tanto en las islas de sus sucesivos descubrimientos, como en su íntima mística y de relación con los demás. Es de sobra conocido que durante sus viajes, al atardecer, cantaba juntamente con los demás, todos los días, el Salve Regina o himno de Nuestra Señora.

¿Qué más pruebas honradamente se necesitan?... De haber sido judaica su religión, inicial o de origen, o sus verdaderas creencias, ¿cómo podría explicarse tan noble y probado proceder?...

El Almirante en su último testamento de 1506, entre otras cláusulas, dejó sentado su especial deseo de que fuera erigida una capilla en la isla Española, que Dios -según sus propias palabras- tan maravillosamente le había otorgado. La situaba en la vega y ciudad de la Concepción, donde se dijesen misas diarias por el reposo de su alma, de la de su padre, madre, esposa y de todos los que morían en la fe. En otra cláusula recomienda el cuidado de don Diego a Beatriz Enríquez, madre de su hijo natural Fernando. Hizo constar estar muy arrepentido de no haber formalizado este matrimonio. Sus últimas palabras, antes de morir (el 20 de mayo de 1506) fueron éstas: "In manus tuas, Domine, comiendo spiritum meum".

Que Colón, en su calidad de Almirante, Virrey de las Indias y gobernador, la erró en algunas ocasiones, ¡qué duda cabe! Ello es fatal condición humana archidemostrada y, como tal, hay que considerarlas, comprenderlas y disculparlas. Más, cosa en verdad curiosa: solamente en ocasión de referirse a tales fallos es considerado el Almirante por genovistas como genuinamente español. Mas, cuando se trata de ponderar la magna obra del Descubridor, entonces es genovés.

Estos simples aunque bienintencionados razonamientos tienen tan sólo la pretensión de forzar las investigaciones tendentes a resolver definitivamente los tan debatidos problemas o enigmas sobre el verdadero origen patrio y familiar del gran patriota y descubridor Cristóbal Colón, expuestos con el noble fin de evitar en adelante todo equívoco o falsa afirmación de un Colón genovés descubridor de América.



Luis Schoch y Pereira de Castro
(Del Patronato "Doce de octubre")

ABC (Suplemento dominical)
17 de agosto de 1969




18.- Luis de Santángel y Mallorca (Primera parte).


L a familia Santángel fue durante los siglos XV y XVI de las más ricas e influyentes de Aragón. Como otros muchos judíos de Calatayud, Daroca, Fraga y Barbastro, habían abjurado su primitiva fe cuando las prédicas incendiarias de Vicente Ferrer y las terribles persecuciones que las acompañaron. Procedían de Catalayud, una de las más prósperas comunidades hebraicas de Aragón en el siglo XIV, fundada por Azarias Ginillo. Su mujer se obstinó en no abandonar, ni siquiera en apariencia el judaísmo; se casaría en segundas nupcias con Bonafós de la Caballería.


Azarias Ginillo, posteriormente conocido con el nombre de Luis de Santángel, gozó de gran fama con jurista. Sus hijos Alfonso, Juan y Pedro Martín habitaron en Daroca y recibieron del Rey cartas de gracia y salvoconductos. Eminentes juristas, fueron miembros de las cortes y alcanzaron altos cargos públicos y eclesiásticos. Su hijo Pedro Martín, vendría a ser consejero del Rey Juan II y obispo de Mallorca; uno de los sobrinos de Pedro Martín fue provincial de Aragón. Los Santángel de Zaragoza y Valencia eran los Rothschild de aquellos tiempos. Al frente de la rama valenciana hallamos las figuras del mercader Luis de Santángel el Viejo, en continuas y excelentes relaciones con los Reyes Alfonso V el Magnánimo y Juan II, y su hijo, Luis de Santángel, consejero real de Valencia, el futuro protector de Cristóbal Colon. A él recurría el Rey Fernando siempre que se encontraba en apuros.


El establecimiento de la nueva Inquisición resultó fatal para los Santángel. Miembros de la familia figuraron entre los principales conjurados contra Pedro de Arbués. Aún hoy se enseña a quienes visitan Zaragoza el lugar de la Catedral, donde fue apuñalado el inquisidor. También, por otra parte, los imponentes edificios de la hermosa plaza del Mercado que, en la época de máximo esplendor de la capital aragonesa, fueron las mansiones de un Luis y un Juan de Santángel. Ya al principio de sus actividades, la Inquisición penitenció e hizo ejecutar a varios Santángel.


El abuelo de Luis de Santángel, que llevaba el mismo nombre al igual que su padre, era un importante mercader que por conveniencia de sus negocios se trasladó de la villa de Daroca a la ciudad de Valencia. Según consta en el "Llibre dels Aveynaments", se avecindó en la calle llamada "dels Castellvins" o " d'En Joan Boix", ubicada en la parroquia de Santo Tomás. Murió en 1444.


Sus hijos fueron Luis, Berenguer y Pedro. Luis fue también comerciante y heredero universal de su padre. Casó con Doña Brianda y murió hacia 1476. Hijos de este matrimonio fueron Luis, el más famoso de su linaje, Jaime y Galcerán.


Luis de Santángel, el famoso escribano de ración de Fernando el Católico, casó con Juana de Taranau, hija de Jaime Taranau, jurista avecindado en Barcelona. Juana tenía un tío materno llamado Berenguer Cervelló. Del matrimonio nacieron una hija, Luisa, que casó con Angel de Villanova, y tres hijos varones: Fernando, Jerónimo y Alfonso.
Jaime de Santángel casó con Francina de Centelles, de la familia de los Condes de Oliva. Tuvieron un hijo que se llamó Miguel Jerónimo.


Galcerán de Santángel tuvo tres hijos varones: Jaime Juan, Onofre y Juan. Falleció en 1503.


Durante los años mozos de Don Luis era Regente del Reino de Valencia Juan II de Aragón, a cuyo servicio estaba su padre, y estaba en Nápoles Alfonso V el Magnánimo, hermano mayor de Don Juan, Rey también de Valencia, lo cual facilitaba el traslado de gente estudiosa a aquella ciudad, convertida en centro de Humanismo.
El Doctor Bartolomé Font Obrador nos cuenta que "Luis de Santángel fue compañero de estudios del mallorquín Arnau Dezcós, varón sapientísimo, de ilustre familia, educado en Nápoles y célebre lulista, discípulo del maestro Pere Dagui, capellán de honor que fue de los Reyes Católicos y sucesor de éste por designación de los Jurados del Reino, a su muerte acaecida en Sevilla en 1500, en la cátedra de esta Universidad.


Dezcós estuvo relacionado con Fray Bernat Boil, delegado apostólico en la segunda expedición de Colón a las Indias. Y esto explica como el sapiente canónigo de la Catedral de Mallorca fue uno de los primeros hispanos en tener noticia del Nuevo Mundo, al regresar el religioso confidente de Fernando el Católico. Mallorca sintió como propio el Descubrimiento de América".


La amistad entre Dezcós y Fray Bernardo Boil dio origen a una serie de por lo menos cincuenta cartas dirigidas por Arnaldo casi todas desde la ciudad de Mallorca.
"En una de las epístolas, fechada en Valldemossa en septiembre de 1493 -relata el Padre Nicolau-, ruega al Regente Bofill, pues por él ha sabido la noticia, que le diga si Fray Bernardo ha salido ya de Barcelona para ir con la Armada real a las islas últimamente encontradas, o si mudó de propósito. Porque de estar todavía aquí le escribiría inmediatamente.
Y luego le escribe a Boil que si bien siente la separación, alaba la determinación apostólica que ha tenido de pasar a las Indias, y le anima a trocar el retiro de la celdita anacorética por la predicación evangélica y el martirio, si bien espera que regresará sin novedad.


Por su parte Fray Bernardo va contestando a su amigo con el afecto que se merece, consolándole en su aflicción familiar. Le agradece los obsequios, los cuales le ruega deje de hacer: le recomienda a su tiempo al cuestor del Monasterio, que pasa a Mallorca: y el 26 de junio de 1488, le cuenta como en Zaragoza ha tenido ocasión de conocer a la reina Isabel, mujer excelentísima, a la cual como a su real marido ha recomendado a dos caballeros mallorquines por quienes Dezcós se interesó.


Buena parte de esta correspondencia fue rescatada del olvido de los archivos en el siglo XVIII por un erudito mallorquín, Fray Antonio Raimundo Pascual, nacido en la villa de Andratx en 1708.


Es el mismo Padre Pascual quien contaba más tarde el hallazgo de las cartas de Arnaldo Dezcós del modo siguiente: " Habrá más de veinte años que por mi curiosidad en ver libros antiguos, con la debida licencia entré en la Biblioteca del Cabildo de nuestra catedral de Mallorca y encontré un manuscrito en folio de algún volumen, y viendo que eran cartas y escritos de tiempo antiguo, con el debido permiso me lo llevé, y hallé que era un conjunto de algunas cartas familiares de D. Arnaldo Dezcós y de sus correspondientes, con algunos escritos del mismo Dezcós, que no conocía y sólo por aquella lectura supe quien era, y por mi mano saqué copia de varias cartas y algunos escritos. Sentí que no estuviesen todas sus cartas y de sus amigos, ni todos sus escritos que allí se indican… Parece que sólo eran copias sueltas de algunas. Parece que después de su muerte se juntaron en un volumen que paro, acaso por un hermano suyo, beneficiado de la catedral, en la biblioteca de su Cabildo.
Me acuerdo que hay una carta a Luis Santángel, secretario (sic) de los Reyes Católicos, de quien había sido Dezcós condiscípulo en Nápoles, y quien fue el más activo promotor de la primera salida de Colón, año 1492, para las Indias Occidentales, suministrando el dinero para equipar las naves con que entonces partió Colón de Palos de Moguer
".


Actualmente, por desgracia, no se halla en el archivo catedralicio la carta de Dezcós a Santángel a que se refería el Padre Pascual, la cual podría constituir un documento precioso sobre la vida de tan famoso personaje.


En la ponencia titulada "Las Islas Baleares y América y el Descubridor del Nuevo Mundo", presentada en el Congreso Internacional de Estudios Históricos. Las Islas Baleares y América, celebrado en Palma de Mallorca. Enero de 1992, el Doctor Joan Miralles y Monserrat, catedrático de Filología Catalana de la Universidad de las Islas Baleares describe lo siguiente:
" Luis de Santángel, escribano de ración del Rey Fernando el Católico, que anticipó el grueso principal del primer viaje colombino, aparece en la documentación mallorquina por lo menos desde 1458 a 1465 en relación con diversos mercaderes de la familia Pardo: Luis Pardo (1458-1463), Esclarmonda Pardo, mujer de Joan Bertrán, la gran fortuna mallorquina (1459) y otros mercaderes o ciudadanos, conversos y no conversos: Bartomeu García (1459), Andreu Gasso (1459), Francesc Burguès (1463), Joan Canti (1465), Gabriel Gallart (1465), Pau Pinya (1465), Gaspar Dalmau (1465), Pere de Pau (1458), con sus hermanos, Jaime de Santángel (1465) y Galcerán de Santángel (1463), así como también con Joan Vallseca, uno de los hijos del famoso cartógrafo Gabriel Vallseca (1464-65). Los hermanos, Jaime y Galcerán de Santángel, aparecen, repectivamente, los años 1464-65, 1468, 1469 y 1477 relacionados con diversos mercaderes y ciudadanos, como es ahora, Franci Vallseca, también hijo del cartógrafo Gabriel Vallseca y con otros miembros de la familia Santángel: Alfonso de Santángel (1469-71), Joan de Santángel (1471), Joan de Santángel (1471), Antoni de Santángel (1471), Pedro de Santángel (1478 y 1483), Gaspar de Santángel (1470), también con relación con Juan Vidal, condenado "por hereje" por la Inquisición en 1493. Todavía, a caballo de los dos siglos, encontramos un Jaume Santángel (1491 y 1494) y un Martí de Santángel (1505)".

Según el cabreo de censales D44, Andreu Massot, mercader, fue curador de Luis de Santángel (1460). Por otra parte, nos consta la relación que había, muy estrecha, entre Joan Vidal y Luis de Santángel (1459). Conviene advertir, en este sentido, que Joan Vidal estaba casado con María de Santángel, hija de Antonio, de Calatayud, y que su padre, Ramón Vidal estaba casado con Blanquina Pardo. Además, el citado Galcerán de Santángel, hermano de Luis de Santángel, el escribano de ración, estaba casado con una Graciosa Pardo, hija de Pere Pardo.


Sabemos también que un Pedro de Santángel fue Ovispo de Mallorca entre 1465 y 1466. De otra parte, hemos documentado operaciones de corsarismo a cargo de un Santángel, patrón de un ballenero.


Según la talla citada de 1478, Galcerán de Santángel residía en la parroquia de Santa Cruz, en la isla de Bacó, en la misma isla donde vive Franci Vallseca, hijo del "brujulero" Gabriel Vallseca, y de otros mercaderes, conversos y no conversos, entre los cuales los hijos del mercader Luis Bellviure, los cuales tuvieron relaciones estrechas con los ascendientes familiares del humanista Joan Luis Vives, también de ascendencia hebrea. Galcerán de Santángel había de contribuir a esta talla con una libra. En los otros censos de 1483 y de 1512 no hay rastro de los Santángel como residentes.


Con relación al mismo tema, el historiador Onofre Vaquer, en su obra '¿Dónde nació Cristóbal Colón?', publicada en Palma de Mallorca, en 1991, relata:
"El 14-4-1467 se concuerda matrimonio entre Galcerán de Santángel, de Valencia, hijo de Lluis, mercader, y Graciosa, doncella, hija de Pere Pardo, difunto, mercader, que aporta una dote de 2000 libras. Se hace constar que ambos son menores de 25 años y que solicitan dispensa por tercer y cuarto grado de consanguinidad. Los Pardo era la familia de mercaderes más importante de Mallorca, la más activa y la que mayor capital invertía en el comercio marítimo y en seguros. En 1450 Gabriel Pardo aseguraba a Nicolau Centurione, mercader genovés, 1000 libras en un viaje a Pera.


Los Pardo eran conversos. El 4-1-1466, Joan Bertrán y Lluis Pardo, mercaderes, en contemplación del matrimonio de Graciosa (hija de Pere Pardo, menor, y de Esperanza, difuntos) y de Galcerán de Santángel, menor (Hijo de Lluis, mercader de Valencia), le donan 133 libras y su abuela Graciosa le entrega 100 libras, a la vez que realiza las capitulaciones con Lluis Santángel que realiza una donación a su hijo de 2000 florines. El 17-4-1467 Graciosa nombra procurador a su marido Galcerán para cobrar deudas. El 30-1-1469 Galcerán de Santángel, patrón de nave, aparece como "Civi Maioricarum" y el 22 de abril junto con su esposa compra una esclava. El 14-6-1470 Pere de Plasencia, marinero, nombra procurador a Joan Vallseca, mercader, para cobrar 17 libras que se le adeuda de sueldo de la nave de Galcerán de Santángel, y el 27 del mismo mes Pere Martí recibe de Joan Vallseca, mercader, 23 libras adjudicadas por la barca alquilada a Galcerán de Santángel,. El 28-7-1470 Galcerán de Santángel, mercader, " Civis Maioricarum", señor y patrón del ballenero Santa Bárbara, reconoce una deuda por unas telas a Manuel Pardo, y en 1473 como heredero de su difunta esposa Graciosa tenía una causa con Daniel y Pere Pardo.


En 1466 Joan de Santángel, y sus socios Pere de Sanct Joan, caballero, Pere Pardo, caballero, y Joan Vidal, mercader, arrendaban los derechos del Obispo durante 3 años, y para obtener autorización papal intercede a Gaspar y Pere Bertrán, doctores en la Curia romana. En 1467 Pere de Sanct Joan, Perot Pardo y Joan Vidal nombran procurador a Joan de Santángel de Zaragoza, quien en 1468 era testigo en Mallorca de un protocolo. En 1466 se trató matrimonio entre María, hija de Antoni de Santángel, habitador de Calatayud, y Joan Vidal, mercader de Mallorca, hijo de Ramón, difunto, que nombró procurador a Perot Pardo. En 1469 hallamos en Mallorca a Alfons de Santángel, mercader de Valencia. En 1470 Gaspar de Santángel, residente en Mallorca, pretendía la rectoría de Manacor pero el rey prefería a otro candidato. En 1472 en aguas de Baleares, Luis de Santángel, mayor, maestro racional, arrendador de los derechos reales de la ciudad de Valencia, fue expoliado por corsarios genoveses. En 1470 el mismísimo Luis de Santángel que financió el primer viaje de Colón residía en Mallorca. El 17-11-1470 Luis de Santángel, menor, mercader de Valencia, residente en Mallorca, teniendo en cuenta que Luis Pardo, mayor, mercader, era acreedor de su hermano Galcerán, acuerdan someterse al arbitraje de Ramón de Moya y Joan Bertrán, mercaderes de la ciudad de Mallorca, siendo testigo Joan Valseca. El 21-11-1470 Lluis de Santángel, menor, mercader de Valencia ahora residente en Mallorca, nombra a Gabriel Plegamans, mercader, por patrón de su ballenero para ir a Sicilia. También hallamos en Mallorca a Gabriel Sánchez".


Durante los siglos XV y XVI la antigua alquería de Son Pardo, ubicada junto a la carretera de Sóller y la vía de cintura de Palma, fue propiedad de la revelante familia Pardo, de la cual tomó su nombre, hecho que posibilita que Luis de Santángel, durante su estancia en Mallorca, quizás residió en ella por espacio de algún tiempo. En 1706 era del señor Joan Sureda, caballero de la Orden de Alcántara y gentilhombre del Archiduque Carlos de Austria. Hacia una renta anual de 325 libras. Actualmente parte de ella es propiedad del Consell Insular de Mallorca y en sus terrenos se halla instalado el Hipódromo de Son Pardo. Las casas de la antigua alquería, situadas entre la vía de cintura y el hipódromo son una importante muestra de la arquitectura señorial.


A la sazón una de las entradas más sustanciosas con que contaba en el Reino de Valencia la Real Hacienda era el monopolio de la Sal, cuya venta y exportación, por este mismo motivo, se reservaba el Rey celosamente. La fabricación de dicha mercancía se realizaba especialmente en las Salinas de La Mata, desde donde era embarcada para el extranjero, en gran parte para los Estados de Italia.


Los Santángel fueron por más de medio siglo arrendadores de parte o de la totalidad de aquella exportación, a partir por lo menos de 1465.

El lunes 14 de Octubre de aquel año. Luis de Santángel (padre) vendía a Jacobo Miani, mercader veneciano, doscientos cahices de sal procedente de dichas salinas a razón de tres sueldos el cahiz. El mismo Santángel entregaría la mercancía en Tarragona transportándola en una carabela de su propiedad de la cual era patrón Jaime Tárraga, cobrándose desde luego los fletes que el veneciano debía pagarle en las veinticuatro horas después de echada la primera áncora. Una vez acabado el negocio. Miani quedó en deuda de setenta libras que prometió abonar en el plazo de un mes.


En 1471 ya toma parte en el arriendo de la sal Luis de Santángel, el futuro escribano de ración, menor de edad. Por cierto no aparece al lado de su padre sino asociado con el doctor en leyes, Jaime Rossell.


Poco antes de su fallecimiento en 1476. Luis de Santángel (padre), dejó en su testamento heredero universal a su hijo primogénito Luis, y al segundo, jaime, le legaba 50.000 sueldos que se le harían efectivos el 20 de mayo de 1483 ante el notario Bernardo Dassio.


El primogénito Don Luis, se hizo cargo inmediatamente de todo el activo y el pasivo de su padre. El 12 de septiembre de 1477, ya consta en un documento extendido por el notario Jaime Salvador como Luis de Santángel, mercader, ciudadano de Valencia, heredero universal de todos los bienes y derechos que fueron del honorable Luis de Santángel, difunto, padre suyo, mercader de la dicha ciudad, según consta de dicha herencia por su último testamento recibido por el discreto Jaime Carnicer el segundo día del mes de septiembre del año del nacimiento del señor 1476 y publicado por el mismo notario el día séptimo de noviembre del mismo año, nombraba al magnífico Guillermo de Pasa, florentino, ausente, para exigir a Pedro de Juan Vespucchi, militar florentino cuales quiera cantidades en dinero, telas y mercancías que le debiera al difunto.


Con relación al impuesto de los derechos de la sal, el 5 de septiembre de 1476 el Rey Juan Ii, como consecuencia de una reclamación, no sabemos si de Luis de Santángel padre o de su hijo, le había escrito al Baile General Honorato Berenguer haberse enterado que en días pasados tocaron en el Grao dos naves de genoveses, una de ellas llamada "La Grimalda", y que por más que de los guardas de los derechos le exigieron el pago, las naves zarparon sin abonarlo.

Por ser flagrante transgresión de una pragmática dada ya por el rey Martín en 1404 para los navegantes que traficaban entre la costa valenciana, las islas de Ibiza y de Mallorca y las tierras catalanas, dichos genoveses no pueden excusarse de pagar el impuesto de lezda, por lo que, a súplica del arrendador, manda el Rey que se proceda a la ejecución de los genoveses residentes en Valencia, y como corre la voz de que "La Grimalda" va a tomar tierra en el Grao, no permita el Baile General que lo haga sin que se paguen antes los derechos reales.


En 1479, se entabló un pleito entre Luis de Santángel y unos mercaderes genoveses llamados Nicolás y Juan Antonio Berniçons a propósito de ciertos impuestos que aquel había exigido y que los mercaderes habían tenido que satisfacer.


A principios del año siguiente, 1480, hay una disputa entre Don Luis y los mercaderes genoveses residentes en Valencia con ocasión de otro pleito que se llevó entre ambas partes. Por fin, el día 4 de Enero se llega a un acuerdo.


Hasta que se cubran unos gastos que pretende Santángel están pendientes, dichos mercaderes abonaran un dinero por libra sobre todas las mercancías que han entrado en la presente jornada y las que luego irán entrando procedentes de Lombardía. Sobre las que entrarán desde Génova, se pagará una malla, o sea medio dinero por libra. El 1 de febrero, una comisión formada por Francisco Garroto, Francisco Gentil y Juan Antonio Berniço asegura que ya el asunto está liquidado por cuanto éste último abonó las cuarenta y cinco libras que importaron las costas del pleito.


José Nicolau en su libro "Luis de Santangel y su familia", publicado por el Consell Insular de Mallorca en 1992, cuenta que "el 3 de junio de 1481, comparecían ante el Baile General, Berenguer Mercader, D. Luis Sanchiz, tesorero real y D. Luis Santángel al objeto de presentarle una provisión de Su Majestad escrita sobre papel, firmada por su real mano y avalada con un sello rojo al dorso.


Estaba fechado el documento en Toledo el 12 de mayo del año anterior y recordaba lo que el 14 de agosto de 1479 se había prescrito desde Zaragoza: que los géneros procedentes de Lombardía debía abonar el peaje, y los demás derechos establecidos, pero que quedaban así ya exentos del impuesto sobre venta acostumbrado en la ciudad de Valencia.


Aquella carta real venía a propósito de haberse enterado Su Majestad de la cantidad de fraudes que se cometían en el pago de impuestos, pues se hacían pasar por mercaderías lombardas otras llegadas de mil procedencias diversas, por ejemplo parte de las telas y trigos que los genoveses traían de las otras regiones de Italia, de las tierras del duque de Saboya, del rey de Francia y del Duque de Borgoña, país de donde se importaba multitud de géneros.


Esquivaban los impuestos especialmente los alumbres procedentes de las tierras del Papa, toda la extensa gama de papel que se fabricaba en Génova y su ribera, los "pastells" tártaros, toda clase de mercería, aceros, arneses y cualquiera otros tejidos de oro y seda.


Para cortar semejantes abusos ha resuelto y manda el rey que tanto los genoveses como los otros mercaderes que introduzcan dichos géneros deberán abonar íntegramente a Luis de Santángel, como arrendador que es de aquellos derechos, los impuestos señalados.


Como primera medida para llevar a cabo esta disposición, convocó el Baile General a una comisión de mercaderes genoveses y les entero del contenido de la carta. Los mercaderes, sorprendidos, pidieron copia de la orden y se retiraron a deliberar lo que les convendría hacer.


"Hemos sabido -le decía al Baile General al rey desde Barcelona el 20 de agosto de este año- que en días anteriores dos trirremes de genoveses apresaron y se llevaron naves de súbditos nuestros cargadas de bienes y personas en la Playa de Valencia, e incendiaron lo que no pudieron llevarse. Ante la petición de Bernardo Vilanova, Nicolás Marqués, y otros mercaderes, cuya petición nos parece digna y justa, el Baile General se informará de los daños y se apoderará de los bienes de genoveses poniéndolos a pública subasta hasta compensar los daños causados por dichas naves".


La subida al trono de Aragón del príncipe Fernando, a quien en 1494 el Papa concedería el título de Católico, no entibió sino que al contrario reforzó las relaciones de los Santángel con la Corona. Seguramente ya se conocían y se habían tratado desde mucho antes, y tenía D. Fernando muchos motivos para retener a su lado a los vástagos del fiel colaborador de su padre.


Continuará.


Gabriel Verd Martorell
Secretario General de la Asociación Cultural Cristóbal Colón.


19.- Luis de Santángel y Mallorca (Segunda Parte).


... Prueba de ello es que a los pocos meses de iniciar su reinado, el 12 de mayo del mismo año 1479, el rey, "en vista de la probada industria, fidelidad y moderación de Luis de Santángel" , le concede el nombramiento de una de las alcaldías de la Ceca de la Moneda de Valencia, cargo que desempeñará a beneplácito de Su Majestad. Y durante su primera visita como monarca a la Ciudad del Turia, a su hermano Jaime le agraciaba con otro empleo de mucho mayor categoría, honor y beneficio: el de escribano en la curia de Bailia General.


Entre el rey y sus consejeros de Hacienda, los Santángel, hay un continuo intercambio de favores. Algo así como una cuenta corriente común a la cual cada uno aporta y de la cual cada uno puede disponer según las circunstancias que se presentan. Siempre que haga falta, D. Fernando podía contar con la ayuda económica que precise, y siempre que convenga, apoyará con una carta ejecutoria las atribuciones concedidas a sus fieles y serviciales súbditos.


En momentos de apuro económico, que luego no tendría reparo en confesar, Fernando el Católico ordenó a Luis de Santángel que de los cien mil sueldos que debía pagar anualmente a Bailia General por el peaje y otros derechos que tenía en arriendo, retirara treinta mil para entregárselos al rey.


D. Luis hubo de advertirle respetuosamente que no estaba en su mano hacerlo a causa de los compromisos heredados de los reyes Alfonso y Juan, tío y padre respectivamente de Su Majestad, y además por la oposición que presentaban los Jurados y la Ciudad de Valencia a dicha desviación, sin embargo, el rey insistió, y D. Luis obedeció sumisamente.


Pasadas aquellas estrecheces, el 17 de agosto de 1479, desde Zaragoza, escribía D. Fernando a Santángel, y haciendo memoria de lo pasado, le mandaba que devolvería a Bailia General los treinta mil sueldos de referencia, quedando así a cubierto de toda acusación.


Luis de Santángel fue nombrado escribano de ración el 13 de septiembre de 1481. Su función principal en la Corte del Rey Fernando era la financiera; prestar dinero al Monarca, que este después le devolvería con cargo a diversas rentas.


En los primeros meses del año siguiente 1482, un marino vizcaíno, Jaime de Bermeo había apelado por segunda vez al rey con motivo de un atropello sufrido de otro marino llamado Luis Peixó natural de Niza. El 13 de mayo, Don Fernando se dirigía a mossén Honorat Berenguer Mercader, Baile General de Valencia y al escribano de ración Luis de Santángel, que estaría entonces en aquella ciudad, mandándoles que procedieran inmediatamente a la incautación de la nave de Peixó y de la del bermeano, que éste había tomado por asalto.


El 8 de julio de 1485, Luis de Santángel firma un visado bajo una misiva del Rey despachada en Córdoba. El 13 de enero del año siguiente anda por tierras de Castilla en el séquito real, y desde Alcalá de Henares, ante el venerable Luis Orti, notario de la Corte, nombra procurador a Antonio Gil para entregar al magnífico Pedro Exarch y a su mujer Yolanda ciento sesenta mil sueldos de censo que Don Luis ha comprado, y cuya entrega se efectuará el diez de febrero del año siguiente.


El 12 de noviembre de 1489, es Don Jaime de Santángel quien pone el visado bajo un documento real en el campamento contra Baza. En diciembre del mismo año, Don Luis presenta a los Jurados de Valencia la corona del Rey Fernando, y el 14 de julio del año siguiente, él mismo vuelve a dar el visto bueno en Córdoba a una carta real que va a salir.


El 20 de enero de 1486 Cristóbal Colón se presentó ante los Reyes Católicos en Córdoba, lugar donde por primera vez, muy posiblemente conoció a Luis de Santángel, personaje de la máxima importancia en la saga colombina.


El 17 de julio de 1491, el escribano de ración tuvo que comparecer ante el tribunal eclesiástico, acusado de judaizante. El Rey, sin embargo, consiguió salvarlo de la condena. A su vez, le debía su posición, su prestigio, e incluso la vida: de no haberle sacado Don Fernando de las garras de la Inquisición, no habría corrido mejor suerte que tantos de sus parientes.


Luis de Santángel, particularmente, fue denunciado a la Inquisición repetidas veces por cortesanos que envidiaban su preeminencia. El Rey le consideraba imprescindible y siempre intervino para salvaguardarlo. El 30 de mayo de 1497 obtuvo de Isabel y Fernando, un privilegio excepcional: estatutos de limpieza de sangre. Así, pese a sus orígenes, ni él ni sus descendientes podrían ser llevados en adelante a los tribunales del Santo Oficio.


De todos es bien conocida la eficaz ayuda que prestó Luis de Santángel, al Descubrimiento del Nuevo Mundo. Su brillante intervención en pro de su amigo Cristóbal Colón, hizo que el primer viaje se pudiera llevar a cabo. De su fortuna personal, y sin intereses, anticipó 1.140.000 maravedis, de la cantidad que los Reyes tenían que aportar a la empresa para armar la flota expedicionaria. En el Archivo de Simancas se conservan los originales de sus libros de cuentas, donde consta que el préstamo no se canceló sino al cabo de mucho tiempo con rentas castellanas, forma de reintegro que se adoptó siguiendo la línea marcada por los Monarcas de excluir a la Corona aragonesa de toda participación en los asuntos relativos al Nuevo Mundo.


Con relación a este asunto, Fernando Colón, hijo del Descubridor, en la obra 'Vida del Almirante Don Cristóbal Colón', relata: "Ya entrado el mes de enero de 1492, el mismo día que el Almirante salió de Santa Fe, entre aquellos a quienes disgustaba su partida, Luis de Santángel, anheloso de algún remedio, se fue a presentar a la reina, y con palabras que el deseo le sugería para persuadirla, y a la vez reprenderla, le dijo que se maravillaba mucho de ver que siendo siempre Su Alteza de ánimo pronto para todo negocio grave e importante, le faltase ahora para emprender cosa en la que tan poco se aventuraba, y de la que tanto servicio a Dios y a exaltación de su Iglesia podía resultar, no sin grandísimo acrecentamiento y gloria de sus reinos y señoríos; y tal, finalmente, que si algún otro príncipe la consiguiera, como lo ofrecía el Almirante, estaba claro el daño que a su estado se seguiría; y que, en tal caso, seria gravemente reprendida con justa causa por sus amigos y servidores, y censurada por sus enemigos. Por lo cual todos dirían después que tenía bien merecida tanta desventura; y que ella misma se dolería y sus sucesores sentirían justa pena. Por consiguiente, puesto que el negocio parecía tener buen fundamento, y el Almirante, que lo proponía, era hombre de buen juicio y de saber, y no pedía otro premio sino de aquello que hallase, y estaba dispuesto a contribuir a una parte de los gastos y aventuraba su persona, no debía Su Alteza estimar la cosa tan imposible como le decían los letrados. Y que lo que ellos decían de que sería cosa censurable haber contribuido a semejante empresa en el caso de que no resultase tan bien como proponía el Almirante, era vanidad. Antes bien que él era de parecer contrario al de ellos y que creía que más bien serían juzgados como príncipes magnánimos y generosos por haber intentado conocer las grandezas y secretos del universo. Lo cual habían hecho otros reyes y señores, y se les había atribuido como gran alabanza. Pero aunque fuese tan dudoso el resultado, para salir de tal duda estaba bien empleada cualquier gran suma de oro. Además de que el Almirante no pedía más que dos mil quinientos escudos para preparar la armada; y también para que no se dijese que la detenía el miedo de tan poco gasto, no debía en modo alguno abandonar aquella empresa.
A cuyas palabras, la Reina Católica, conociendo el buen deseo de Santángel, respondió dándole gracias por su buen consejo, y diciendo que era gustosa de aceptarlo a condición de que se retrasara la ejecución hasta que respirase algo de los trabajos de aquella guerra. Y aunque a él le pareciese otra cosa, estaba dispuesta a que sobre las joyas de su cámara se buscase prestada la cantidad de dinero necesaria para hacer tal armada. Pero Santángel, visto el favor que le hacía la reina al aceptar por consejo suyo lo que había rechazado por el de otros, respondió que no era menester empeñar las joyas, porque él haría pequeño servicio a Su Alteza prestándole de su dinero. Con tal resolución, la reina envió en el acto a un alguacil de corte por la posta, para hacer regresar al Almirante.
El alguacil lo encontró cerca del puente de Pinos, que dista dos leguas de Granada, y aunque el Almirante se doliese de las dilaciones y dificultades que había encontrado en su empresa, informado de la determinación y voluntad de la Reina, regresó a Santa Fe, donde fue bien acogido por los Reyes Católicos; y luego fue encargada su capitulación y expedición al secretario Juan de Coloma, quien de orden de sus Altezas y con su real firma y sello le concedió y consignó todas las capitulaciones y cláusulas que según arriba dijimos había demandado, sin que se quitase ni mudase cosa alguna".



La noticia de haber sido descubiertas tierras a Occidente del Océano se extendió por todas partes, no sólo en España y Portugal, que eran los países directamente interesados, sino en toda la Europa de entonces.


El primer transmisor de tan estupendas novedades fue el propio Almirante. Ya en el regreso del primer viaje, estando todavía en la mar, preparó varias cartas de las que conocemos dos: la enviada a Luis de Santángel, (con la que iba otra para los Reyes, que se ha perdido), y la dirigida a Gabriel Sánchez, tesorero de Aragón, casado con una hija de Luis de Santángel de Zaragoza. Ambas son prácticamente iguales; Harrisse opina que la primitiva es la enviada a Gabriel Sánchez, y que la de Santángel es un duplicado. Pero el texto impreso que se hizo famoso es, según consta al final, el dirigido a Santángel, el Escribano de Ración.


"La Carta de Colón" es el documento más importante de la Historia Universal. Es a la vez como refiere Carlos Sanz en la publicación "La Carta De Colón, anunciado el Descubrimiento del Nuevo Mundo, 15 febrero - 14 marzo 1493", el primer documento impreso referente a la Historia de América, puesto que trata de su propio descubrimiento. En su corto número de páginas se manifiesta la realidad de un suceso extraordinario: "La mayor cosa después de la creación del mundo, sacando la encarnación y muerte del que lo crió…" (López de Gómara: Historia de Indias).


Tiene la virtud este venerable mensaje, el primer noticiario en lengua castellana, escrito en el Nuevo Mundo y que circuló por Europa, de dar gloria a Dios y honra a España. Además enfervoriza a nuestros amigos y mitiga la malquerencia de los adversarios. Tal es su nobleza y el provecho que toda la humanidad recibe de su conocimiento.


En la mencionada carta a Luis de Santángel, fechada a 15 de febrero de 1493, el Almirante decía: "Señor, porque sé que habréis placer de la grand victoria que Nuestro Señor me ha dado en mi viage, vos escribo esta, por la cual sabéis como en treinta y tres días pasé a las Indias, con la armada que los Ilustrísimos Rey e Reina nuestros señores me dieron donde yo fallé muy muchas Islas pobladas con gente sin número, y dellas todas he tomado posesión por sus altezas con pregón y bandera real extendida, y no me fue contradicho. …La cristiandad debe tomar alegría y facer grandes fiestas, y dar gracias solemnes a la Santa Trinidad, con muchas oraciones solemnes por el tanto ensalzamiento que habrán, en tornándose tantos pueblos a nuestra Santa Fe, y después por los bienes temporales que no solamente a la España, más a todos los cristianos ternan".


De la carta a Santángel se hizo una primera impresión ya el 29 de Abril de 1493, en Barcelona, en los talleres de Pedro Posa; de ella el único ejemplar conocido está en la New York Public Library. Hubo luego una serie de ediciones extranjeras, de las que se habla a continuación. Y en castellano fue impresa por segunda vez en Valladolid en 1497; de esta segunda edición castellana hay otro ejemplar en la Biblioteca Ambrosiana de Milán.


En la propia primavera de 1493, el aragonés Leandro Cosco traducía la epístola al latín y la imprimía en Roma, con un título que se haría famoso: "De Inslulis supra Gangem nuper Inventis". En los últimos meses de 1493 y primeros de 1494 se hicieron hasta nueve ediciones del texto latino en Roma, París, Amberes y Basilea.
En Italia, la traducción de Cosco dio origen a un poema de Giuliano Dati, de Florencia, hecho en 1493.


Alemania tuvo de la mencionada carta una traducción germánica hecha en Estrasburgo en 1497.


Entre finales del pasado siglo y principios del presente se estudió a fondo la Biblioteca Colombina de Sevilla, que perteneció a Fernando Colón. Se revisaron los catálogos que había hecho el propio hijo del Almirante, y en uno de ellos llamado "Abecedarium", por registrarse las obras por orden alfabético, figura la famosa anotación ya citada por Henry Harrisse en "Biblioteca Americana Vetustísima. Adition-París, 1872, pág. XII", referente a varias ediciones de la Carta de Colón, entre las que se cuenta la: "Letra enviada al escriva de ració a 1493", en catalán.


El peruano Luis Olloa cuenta que Fernando "iba anotando, día a día, en cuadernos especiales, las adquisiciones de libros que hacía o las donaciones que recibía, indicando siempre lugar, fecha, coste, vendedor o donante. Pero, y esto es una circunstancia notable, hay libros inscritos en los cuadernos que no llevan estas indicaciones complementarias: se ha comprobado que son los libros heredados por Fernando de su padre y de sus tíos".


En el "Abecedarium" solamente se lee esta inscripción, auténticamente autógrafa de Fernando Colón: "Cristoforo Colon. -Letra enviada al escriva de ració. 1493. En catalán. 4643". En el lugar no hay ni la fecha de adquisición, ni el precio.


La versión catalana de tan famosa Carta ha sido muy discutida, por no conocerse ejemplar alguno de la misma. Todos los ejemplares de esta edición han desaparecido, absolutamente todos. ¿Quién lo destruyó? ¿Por qué? ¿Razón del Estado?


La indicación que se hace de la versión alemana, impresa en Estrasburgo por Bartolomess Kuestler en 1497, de haber sido traducida en latín y del catalán, es otro testimonio que confirma la existencia de dicha carta, cuyo original Fernando debió heredar de su padre.


Sobre este mismo asunto, el investigador catalán José Porter en su obra "Los Libros", manifiesta: "Al regreso de su primer viaje, Colón, escribe una carta en que relata su descubrimiento, y, ¿a quién la dirige? Su relación va dirigida a Luis de Santángel, quien, con el préstamo de su dinero, hizo posible la empresa. Y si se dirigía a Santángel cuyo lenguaje como valenciano era el suyo propio, ¿qué lenguaje había de utilizar sino el catalán, que les era común? Fue, pues, indudablemente en catalán que el Almirante se dirige a Santángel. Y hace más. Después de tantas amarguras, ante su triunfo, se siente seguro, y desprendiéndose de los temores que hasta entonces han atenazado su ánimo, firma la relación a Santángel con su verdadero nombre: COLOM. No firma Colombo, ni Colomo, ni Colón: firma Colom, y de la misma forma aparece su nombre en la mayoría de las 17 ediciones del texto original y de las traducciones que de la carta se publican en el siglo XV en Europa, incluidas tres de las ediciones impresas en la propia Italia".


Otro dato a tomar en consideración es que tanto el testamento de Juana Taranau, otorgado el día veinte de junio de1496 ante el notario D. Bernardo Dassio, como el de su esposo Luis de Santángel, otorgado el 19 de diciembre de 1497, ante el mismo notario que su mujer, está escrito en catalán, hecho que prueba que de forma habitual ambos se expresaban en la citada lengua.


El testamento del Escribano de Ración causa cierta decepción al no hallar en él rastro del tema que más nos interesa. Para nada se menciona en él la gran gesta de Don Luis: el Descubrimiento. Al igual que tantos otros documentos que de él nos quedan, el testamento hace caso omiso de aquel hecho tan singular. En dicho testamento nombra albacea a Gabriel Sánchez, tesorero general de Su Majestad y vocal de su Consejo.


Luis de Santángel nació poco antes de 1440 y falleció en el mes de febrero de 1498.


La razón por la cual Luis de Santángel fue partidario de los proyectos de Colón como por las facilidades económicas que brindó para costear los mismos hay que buscarla en que sabía que el futuro Descubridor, "hombre de buen juicio y de saber", no era genovés, sino hijo de Don Carlos, Príncipe de Viana y de la mallorquina Margarita Colom.


Don Luis estudió en Nápoles, lugar donde se estableció en 1457 el Príncipe Carlos, tras huir de Navarra en busca de la protección de su tío el Rey Alfonso V el Magnánimo. Allí le conoció personalmente.


Posteriormente, como hemos mencionado en este artículo, tanto él como Gabriel Sánchez residieron en Mallorca, la tierra que vio nacer en 1460 al célebre navegante Cristóbal Colón.


Ante la proximidad de la conmemoración del V Centenario del Descubrimiento de América, algunos fogosos historiadores italianos, respaldados por las inversiones millonarias y el despilfarro de algunos miembros del Gobierno que presidió el fugitivo socialista italiano Bettino Craxi, no satisfechos con todos los documentos falsos que sostienen la tesis genovesa, y de los que hablaremos en sucesivos artículos, han aprovechado la ocasión para darnos gato por liebre.
Divulgado por Europa Press, desde Roma, el 31 de julio de 1990, el periódico "Ultima Hora" de Palma de Mallorca, publicó el siguiente artículo:
"Un historiador italiano afirma que el viaje de Colón lo financió el Papa".


La financiación del primer viaje de Cristóbal Colón a América corrió a cargo del Papa Inocencio VIII, por lo que la figura de los Reyes Católicos en este episodio sería secundaria, según afirma el historiador italiano Ruggero Marino en una serie de artículos publicados en el diario romano "Il Tempo".
La tesis de Marino es que en el transcurso de los siglos se ha tejido una especie de complot para silenciar no solo este hecho sino la misma existencia del Papa genovés Inocencio VIII. Esa intriga habría sido facilitada, en beneficio de los intereses españoles, por el Papa siguiente, el español Rodrigo de Borgia, que gobernó con el nombre de Alejandro VI.


Marino afirma que en el archivo secreto Vaticano existen documentos que prueban la financiación de la Iglesia, y en concreto del Papa Inocencio, del primer viaje de Colón. Un periodista e investigador, Memmo Caporilli, asegura haber visto documentos en ese sentido hace 30 años, cuando trabajó en el archivo con motivo de la redacción de un libro sobre la historia de los Papas. Según parece, el historiador Taviani, el mayor experto italiano sobre Colón, ha cursado ya una solicitud para poder examinar esta documentación.


Cabe puntualizar que el señor Taviani ocupó el cargo de Presidente de la Comisión para la celebración del V Centenario del Descubrimiento de América por Cristóforo Colombo de Italia. Y en una de sus publicaciones estima que "nadie que tenga rigor científico, sostiene ya la tesis del Colón español; nadie, ni siquiera entre los historiadores hispánicos".


Cabe recordar a todos estos historiadores que actúan con evidente parcialidad e incluso de mala fe, que la Historia es la verdad del pasado, y en ella no vale lo que se afirma, sino lo que se demuestra. Y si nos atenemos a lo que relatan Fray Bartolomé de las Casas en la "Historia de las Indias", Fernando Colón en "Vida del Almirane Don Cristóbal Colón" y Francisco López de Gómara en "Historia General de las Indias", Luis de Santángel y no el Papa genovés Inocencio VIII fue quien financió el primer viaje de Colón.


Gabriel Verd Martorell
Secretario General de la Asociación Cultural Cristóbal Colón.


20.- Renato de Anjou, rey de Provenza: su relación con los conflictos de Mallorca en el siglo XV.


Muy importante fue la rebelión popular - campesina iniciada en Mallorca en 1450. Este acontecimiento político - social está relacionado, indudablemente, con otros hechos similares que le precedieron en 1391, o que le sucedieron en 1520, éste último conocido como la rebelión de las "Germanías".


Los tres conflictos tuvieron las mismas causas y un desarrollo similar: los tres tuvieron el mismo fin. Acabaron con la derrota de los alzados habida cuenta, que en aquellos tiempos lejanos, levantarse contra la clase dominante, siempre apoyada por el Poder, nunca concluyó en victoria.


Ha sido posible tener cabal conocimiento de estos sucesos gracias a la gran aportación hecha por José María Quadrado en su obra "Forenses y Ciudadanos" publicada en Mallorca, en 1895.


Para los sectores sociales más desposeídos cada vez resultaba más amargo y difícil subsistir. La ciudad estaba poblada por opulentos mercaderes y familias ricas, así como por propietarios de cuantiosos bienes rurales. La población forense (los de fuera) estaba constituida principalmente por jornaleros así como también siervos adscritos a la tierra.


Otra institución que ayudaba a consolidar las desigualdades y las injusticias sociales en esa época era la de los Jurados de la ciudad, que en vez de ayudar a los más débiles, defendían los intereses de los opulentos en todas las controversias. Para colmo de males, los diputados forenses formaban sólo un tercio del Consejo General. La Corte favorecía con toda naturalidad e indisimulo a los ciudadanos, fomentando la explotación y la miseria de la "part forana", caldo de cultivo para las discordias.
Contaba para entonces Mallorca con dos fuentes de riqueza que se destacaban nítidamente sobre otras: la mercantil y la agrícola. La manufacturación de la lana producía una superexplotación de los forenses, que pese a trabajar denodadamente, por las relaciones del intercambio comercial, se veían cada vez más explotados. Tan profundos eran los problemas de aquellas gentes como sus disgustos. Hacia 1380 la población de la "part forana" se unificó en cuadrillas contra los "administradores", y se concentró en la villa de Sineu.


Para el año 1438, el poder se encontraba en dura disputa entre dos familias rivales: los Descatlars y los Suredas.


A finales del siglo XIV el campesinado era objeto de varias formas nefastas de expoliación: por un lado debía a los judíos cuantiosas sumas por las que pagaba intereses leoninos y por la otra la administración del Gobierno le agobiaba con impuestos. Todo esto hacía sentir en el ambiente una enorme presión. El asalto a la capital estaba "a la vuelta de la esquina" por así decirlo.


Corría el caluroso Agosto de 1391, cuando gobernaba Sagarriga, se produjo el anunciado levantamiento campesino: Unos seis o siete mil hombres armados tomaron posición en las afueras de la plaza de San Antonio, en la capital. Posteriormente sitiaron el Castillo de Bellver, donde muchos ciudadanos habían buscado refugio, con intención de incendiarlo, pero, al no conseguir sus propósitos, regresaron a la ciudad llevando la revuelta a la judería, en el barrio de la Calatrava (Call), donde más de trescientos judíos fueron masacrados entre grandes destrozos. Es durante este conflicto cuando el cartógrafo Jafuda Cresques se convierte al Catolicismo, optando el nombre de Jaume Ribes, actitud seguida por otros muchos hebreos, seguramente para salvar vidas y haciendas.


Con posterioridad a estos acontecimientos los campesinos fueron cargados con más impuestos, creciendo el antagonismo entre ciudadanos y forenses. Los años transcurrían y la inquietud fermentaba, no sólo en Mallorca, sino también en otros puntos del continente. Para la mitad del siglo XV, habían corrido ya veinticinco años desde que empezara a gobernar Mallorca Berenguer de Olms, procedente del Rosellón. La administración de Olms había sido tachada por los ciudadanos e isleños en general como de "perjudicial y odiosa".


El 7 de Febrero de 1450 presentó como Procurador a su amigo Jaime Cadell, como viceasesor a Bartolomé Albertí y a Juan Armadans en el cargo de Fiscal. B. Albertí era un hombre áspero, de condición y carácter rencoroso, procedía de familia forense trasladada a la ciudad y estaba casado con Leonor Bordils cuyo enlace le hizo dueño de ricas viñas en Inca, la segunda ciudad de la isla, además de una mansión, la más suntuosa que existía fuera de los muros de Palma. Albertí irritaba con su conducta, ya que cobraba escandalosos honorarios en las causas que juzgaba, suscitando odios entre los campesinos. Sus hermanos y primos habían figurado activamente en las disputas del gobierno, obteniendo óptimos empleos (nepotismo). Juan Albertí, pariente de Bartolomé, se convirtió en el principal amigo de Descatlar, muy relacionado con la Corte Real, en la que desempeñaba entonces el cargo de Procurador Real.


Eran tiempos, a su vez, de relaciones no cordiales entre el clero y la Municipalidad de Mallorca. Un buen día de verano soleado, terminadas sus tareas de siega, los campesinos se concentraron y marcharon hacia Inca. El 25 de Julio de 1450 rodearon la parroquia unos seis mil hombres. Al pie de la iglesia se situaba una rica viña, propiedad del viceasesor Albertí. La muchedumbre enardecida la destruyó por completo. Más tarde se trasladaron a la casa de Albertí y se apoderaron de todos los alimentos y de cinco caballerías que encontraron en ella. El levantamiento popular, de cariz insurreccional, había comenzado.


El lunes 27 la capital cerró sus puertas, hacía sólo sesenta años que la población palmesana había sufrido parecidos estragos. Los ricos temblaban por sus bienes; los gobernantes, desprevenidos, no atinaban respuesta. Los amotinados se habían desplazado desde Inca a la ciudad, acampando en los huertos de la Real cortando el agua que desde Sa Front de la villa abastecía Palma.


Otro hecho muy importante vino a sumarse a la situación. El artesanado urbano hacía causa común con los campesinos payeses. Como líder del motín estaba Simon Ballester, hijo de un labrador de Manacor. A su lado se hallaban Jaime Nicolau, de Inca, Esteban Font, de Muro, Bartolomé Moner, de Campos y otros varios. Los amotinados requerían su propia justicia: desposeimiento, saqueo de los bienes de los ricos, matanza general, la muerte de los gobernantes.


En aquel hervor de pasiones, en aquella anarquía concurrida de ideas y sentimientos, algunos pensaban en transferir el trono a otro dueño. Fue entonces cuando entre ciertas facciones de los amotinados comenzó a circular el nombre de Renato de Anjou. Fue precisamente frente al portal de Santa Fe donde Andrés Soliveres soltó el prematuro grito de ¡Viva Renato de Anjou!.


El ofrecimiento formal del trono le fue hecho a Don Renato dieciséis años más tarde (1466) por los catalanes, cuando las autoridades del principado renunciaron públicamente a la fidelidad al Rey Juan II, padre de Don Fernando el Católico y de Don Carlos, Príncipe de Viana.


A Renato de Anjou le había sido arrebatado Nápoles en 1442 por el Rey de Aragón, Don Alfonso V el Magnánimo, a cuyo reino Mallorca pertenecía. Para esos tiempos Don Renato era conocido en toda Mallorca habida cuenta que algunos isleños habían combatido por él en la campaña de Italia y alababan su gran valor. El se atribuía ciertos derechos sobre la herencia de Don Jaime III, Rey de Mallorca. Don Renato era representante de la familia de Anjou, cuya rivalidad con la de Aragón era hereditaria desde muchas generaciones anteriores y había ensangrentado repetidas veces los campos y los mares de Italia; pretendiente de la Corona Aragonesa por los derechos de su madre Doña Violante, hija de Don Juan I; titulado Rey de Nápoles por sus antiguas pretensiones de dinastía, por testamento de la inconstante Doña Juana II y por la investidura que alcanzó del Papa Eugenio.


Volvamos, pero, al hilo central del relato del alzamiento popular: Mientras pasaban los días, la falta de víveres y la escasez de agua en la ciudad, empezaba a tener lugar. Los daños causados a las propiedades, alquerías y viñas era visible desde las murallas.


El Gobernador Berenguer de Olms, entretanto, logró entablar negociaciones con los sublevados mediante la intervención oficiosa del Obispo de Urgel, huésped de la ciudad por aquellas fechas.


El 10 de Agosto los forenses mandaron como emisarios a Nápoles, residencia de Don Alfonso, a Antonio Olives, de Lluchmayor y a Pedro Fábregues, de Petra, para obtener remedio de los agravios. Previo a esto la concentración de alzados se había disuelto hacía ya diez días, regresando, tras dividirse en varios grupos, a sus puntos de origen. Tras veinte días de navegación, los enviados forenses llegaron a Nápoles, en compañía de un curial de la Corte, portador de pliegos cerrados para el Gobernador.
Los responsables del motín y sus descendientes fueron sancionados con notables impuestos. Esta respuesta no esperada fue la causa de otro nuevo levantamiento.


En el mes de Abril de 1451 tuvo lugar la segunda rebelión. Los forenses sitiaron de nuevo la ciudad, se situaron en el Monasterio de la Real, cortaron el agua de la acequia Sa Font de la villa que abastecía la ciudad saqueando las viñas y los huertos de aquel entorno.


Mediante la mediación del reverendo prior de la Cartuja, Don Francisco Roig, hombre de influencia sobre los forenses, se pactó tregua. Mientras esto ocurría el lugarteniente del Gobernador mandaba a Jaime Cadell con la misión de recorrer las villas para tratar de reclutar hombres, logrando formar un pequeño ejército, juntamente con los que le acompañaban desde la ciudad.
Las fuerzas pro-gubernamentales de Cadell toparon con las de los insurgentes en la villa de Muro, trabándose combate en el cual quedó prisionero Cadell.


Este triunfo animó a Ballester a poner de nuevo sitio a la ciudad en la que la rebelión contaba con numerosos partidarios.


El miércoles cinco de Mayo de 1451 fueron cercadas por tercera vez las murallas de Palma, después de dos sitios sostenidos sin resultado y hasta sin combate. El día siete, hacia las tres de la tarde, avanzaron los sitiadores hasta la puerta llamada Pintada, cogieron sus hondas, pararon sus ballestas y lanzaron dentro de la ciudad una lluvia de piedras y dardos. En lo alto de una de las torres apareció el Gobernador Berenguer de Olms mandando a los suyos contestar a las hostilidades con disparos de bombarda. Muchos eran los amotinados forenses, pero faltos de recursos para consolidar la situación y tentar al asalto, optaron por retirarse.


El entonces Gobernador veía menguado su prestigio y poder, la traición acechando en cada casa, poca tropa leal, los caballeros e hidalgos presos del enervamiento, el pueblo en general agraviado y descontento. El sabía que afuera el enemigo rondaba las frágiles tapias. Mandó entonces, falto de brío y consejo, llamar a toda prisa al Procurador Real Juan Albertí, "¿No lo sabéis? Exclamó al verle entrar por la sala baja del palacio, y con trémula voz le refirió todo el suceso. -Ea pues, señor, le dijo el procurador real, montad á caballo, que todos os seguiremos para prender á ese puñado de traidores-. No es un puñado, no, mosén Albertí, replicó aquél; los artesanos en masa están sublevados salir del castillo es correr á la muerte!.


Entre los forenses continuaban haciéndose algunas declaraciones vacilantes; "ya es un portero á quien comunicó un hombre de Inca que entre sus paisanos se rumiaba algo de Renato: ya un pelaire catalán comprometido, que atestigua haber oído á los de "Felanig" que la isla acaso vendría á parar en poder del de Anjou como que de derecho le pertenecía".


Hacia el 23 de Mayo de 1451 desembarcaron en el puerto de la capital dos personajes, a quienes la Reina María, hermana de Don Juan II de Castilla, lugarteniente de su real consorte en los dominios de Aragón y los diputados de las Cortes de Cataluña, habían delegado la comisión de poner fin a los males y disenciones, cuyo estruendo atravesaba los mares, e intentar una conciliación, para la cual, ni individuo ni clase alguna poseía ya dentro de la isla autoridad o confianza. Uno de los mediadores era el ilustre Juan Ramón Folch de Cardona, Conde de Prades, poderoso magnate del principado; el otro, un simple ciudadano de Barcelona, llamado Juan Marimón.
Inició sus gestiones visitando el Gobernador; después al campamento de los forenses, siendo bien acogido llegándole a comentar:"ya no tenemos más señor que el de Prades".


Como resultado de estas gestiones el Gobernador Berenguer de Olms fue destituido y reemplazado por Arnau de Vilademany, en calidad de regente de la gobernación.
La paz no duró mucho tiempo. Cada día que pasaba el mal se iba haciendo más crónico, se paralizaban los negocios, la inquietud rondaba a mucha gente, la miseria crecía por instantes.


Vino un enviado personal de Don Alfonso V. Procedente de Nápoles llegó el cirujano mallorquín Gerardo Ferrer, forense, cuya habilidad le condujo a tal distinción. Inútiles fueron los esfuerzos llevados a cabo por el cirujano. En vista de esto, el Rey decidió enviar un verdadero ejército de tropas mercenarias al mando del Virrey de Cerdeña, Francisco de Erill que desembarcó en Palma de Mallorca a finales de Julio de 1452.


El Gobierno tuvo entonces una conducción bicéfala: Francisco de Erill y Arnaldo Vilademany.


Las tropas de Erill se dirigieron a Inca, Donde se encontraban fortificadas las tropas de los sublevados. Tras su llegada las fuerzas pro-gubernamentales se retiraron hasta Sencelles, siendo perseguidas por los sublevados. Entablose allí una tremenda batalla en la que los forenses fueron derrotados. Con posterioridad a este hecho embarcó hacia el exilio Simón Ballester, acompañado de trescientos seguidores, muchos de los cuales tuvieron que acogerse al destierro perpetuo de la isla, a la vez que fueron despojados de sus bienes.


Otra gran cantidad de sublevados fueron ejecutados, entre ellos el cabecilla Mascaró.


El veinte de mayo de 1454 firmó el Rey en Castelnuovo de Nápoles una serie de decretos, acordes, casi todos, con las peticiones de los mensajeros ciudadanos. Para los autores principales del alboroto, y para los cómplices de Mascaró, cerróse para siempre el camino de la patria, sino querían encontrar en ella la misma muerte.
Se acumuló a las comunidades de las villas la carga de grandes impuestos no hechos efectivos en los tres años del conflicto, además de indemnizaciones de daños a los vecinos de la ciudad y una multa colectiva de 150.000 libras.


Para el mes de Agosto de 1456 reaparece en la isla Simón Ballester, quien al ser perseguido pasó a Menorca. Entonces, el Gobernador de Mallorca, Francisco de Erill, pidió sin resultado al de Menorca, Jofré de Ortafá, la extradición de Simón. Más tarde una orden expresa del Rey Alfonso V el Magnánimo la hizo efectiva.


Traído a Mallorca, el 25 de Diciembre fue condenado a la horca, sentencia que se cumplió en las fiestas de Reyes de 1457.


En aquella época feudal hubo intentos serios para arbitrar medios de control de las autoridades y magistrados, habida cuenta de los excesos e injusticias que cometían y que creaban situaciones generalizadas de antipatía popular. En el consejo de Inca, a mediados de 1452, fue acordada una medida de grave trascendencia: "Reconociendo los actuales trastornos como efecto de los desórdenes y excesos de las autoridades y empleados del reino y en especial de los vegueres forenses cuyas injusticias y latrocinios habían asolado la isla, invitábase por un nuevo bando á todo vecino á denunciar en poder de su respectivo baile los agravios recibidos dentro de un período de veinte años, para justificar ante el rey el origen del levantamiento. Abríase al propio tiempo un registro de los censos prestados en cada villa á los ciudadanos, con objeto de manifestar las exorbitantes cargas de aquéllas".


¿Fue éste un intento serio de aplicar estricta Justicia? ¿O sólo se trataba de una medida demagógica temporal para calmar las iras populares? ¿Se trata acaso del inicio de los juicios de residencia que tanto proliferaron luego en las Indias? Lo cierto es que con el abuso de este derecho de acusación ilimitada, se abrió la espita a toda calumnia y se lesionó seriamente el principio de autoridad.


Agraviados los hubo por todos los pueblos de la isla, pero de todas las denuncias, solamente se conocen los expedientes instruidos en Felanitx: "A saber, Gabriel Prohens y Antonio Truyol de la Alquería del Rey de Manacor, de haber dado asilo á hombres perseguidos por la justicia; Salvador Llaneras de haber robado un carnero; Jaime Vidal de haber maltratado á su hermana. Antonio Casellas declaraba que, siendo baile en 1447, el veguer Domingo Miró en vez de ayudarle á prendrer un bandido protegió su fuga, y á él le cargó de cadenas; Antonio Llobet, que por un yerro involuntario le destruyeron vendiéndole 40 cerdos; Miguel Ferrer que se vió á pique de ser ahorcado por inculpación de haber muerto á un escudero del veguer, á pesar de hallarse sin armas; JUAN COLOM, que exigiéndosele la responsabilidad por sus hijos prófugos, hubo casi de disipar su hacienda en donativos al veguer, escribano y baile: Jaime Ballester y Jaime Artigas, que acusados sin motivos de haber enramado burlescamente las puertas de un vecino, fueron sacados á la vergüenza encadenados sobre sendos burros, con cuernos pendientes del cuello, y así traídos á Manacor donde sufrieron durísimas vejaciones" .


Los vecinos de Felanitx prestaban a los ciudadanos 211 libras en dinero y 684 cuarteras de trigo. Se le llama cuartera a una medida utilizada antiguamente en Mallorca para medir el volumen de los cereales. De entre todos estos agravios hay uno que merece una especial atención; Juan Colom, al que se le exige la responsabilidad por sus hijos prófugos y que tuvo casi que disipar su hacienda en donativos al verguer escribano y baile.


¿Quién era este Juan Colom? Veamos de quien se trata. Juan Colom era el padre de unos prófugos y de una dama llamada Margarita. ¿A dónde se fueron estos prófugos y por qué se marcharon? Estos prófugos se marcharon a Provenza, reino de Renato de Anjou, al cual pretendían los sublevados forenses entregar el reino de Mallorca. Cuando se vieron imposibilitados de lograr su objetivo, optaron por el exilio antes de aceptar el rígido castigo que se les aplicaría por ser insurrectos frustrados.
Estos prófugos no volverían nunca más a Mallorca, ya que de haberlo hecho se hubieran encontrado con la muerte en patíbulo.


¿Quién era Margarita? Se trataba de la misma dama con la cual Don Carlos, Príncipe de Viana, mientras estuvo confinado en Mallorca, mantuviera relaciones amorosas en los finales de 1459. Como fruto natural de estas relaciones nacería un noble varón, al que darían el nombre de Cristóbal Colón, que con el tiempo sería el Descubridor de América.


Como afirman varios historiadores Cristóbal Colón estuvo navegando varios años con el Almirante-corsario francés Guillaume de Casenove Coullon, que estaba al servicio del Rey Renato, y que era conocido en Italia por Colombo y en España por Colón.


Así son las cosas, ya que este Almirante-corsario supuestamente francés, era nada más y nada menos, que hermano de la madre de Cristóbal Colón, por lo tanto tío suyo, a la vez que prófugo también de Mallorca.


Referente al abuelo materno de Cristóbal Colón, en la "Historia de Felanitx" de Cosme Bauzá y Adrover figura registrada una finca de su propiedad. El texto es como sigue: "Can Ros. El antiguo y extenso predio dicho El Rafal Son Nadal, limitado por una parte con el Rafal de Antonio y Bernardo Vaquer, o restos del predio Son Sabet(¿), con el Rafal de Nicolás Nadal, con los rahales de Juan Colom y Jaime Juliá, y por fin con el camino real que desde Felanitx conduce a Manacor, de tiempos remotos, si valen las conjeturas, trae a la memoria la noble familia Socorrat, y de época ya bien conocida consta que Antonio Nadal a 8 de septiembre de 1431, en contemplación de matrimonio, en poder de Juan Crespí, hizo donación de la mitad de todos sus bienes a su hijo Pedro. Fallecido empero aquél, ab intestato, los restantes bienes por igual parte fueron repartidos entre Pablo y Pedro, hermanos, a 6 de abril de 1475 ante el notario Antonio Font" .


A Miguel Ballester, gran amigo del Almirante en la Española, y persona de su gran confianza, varios historiadores, como es el caso de Las Casas, Oviedo y Herrera, lo han considerado catalán, pero sin embargo otros, como Carreras Valls, Llanas de Niubó y Suau Alabern lo estiman originario de Mallorca, e hijo o pariente del Jefe de los "Forenses" Simón Ballester; huido de Mallorca hacia Provenza en compañía de los hermanos Colom de Felanitx.


Un documento recientemente consultado en el Archivo de Simancas y en el que se cita a un Michelote (Miguel), sobrino del corsario Colón, nos obliga a suponer que probablemente esta persona fuera el mismo Miguel Ballester, futuro Alcalde del fuerte de la Concepción, en la región de la Vega, en La Española, que estaba emparentado con la familia Colom, y que era a la vez sobrino de los tíos del Descubridor, bien sea por estar casado uno de ellos con una hermana de Simón Ballester, o con una cuñada de éste.


En dicho documento, fechado en Burgos, a 29 de Mayo de 1489, se describe: "Carta misiva al Rey de Francia para que haga justicia contra un Michelote, sobrino del corsario Colón, y devuelva a Pedro de Alday, vecino de Lequeitio, las mercancías y bienes que perdiera en el puerto de Barflena, al serle echada a pique, por aquél, su nave. -Condestable y consejo". Archivo General de Simancas, Registro General del Sello, folio 85.
El hecho de que Las Casas mencione a Diego Colón, hermano del Almirante, y no a Miguel Ballester entre los expedicionarios que pasaron a las Indias en el segundo viaje, incita a pensar que lo hizo porque no se embarcó en éste, sino que, en compañía de Bartolomé Colón, tras haber recibido ambos la noticia del descubrimiento en la Corte de Francia, se encaminaron a Castilla, desde donde emprendieron su viaje hacia el Nuevo Mundo con una armada de tres carabelas, mandadas por el propio Bartolomé. Su llegada a Isabela tuvo lugar el 24 de Junio de 1494.
Miguel Ballester siempre se mantuvo fiel a los Colón, y durante el tiempo que ejerció el cargo de Alcalde de la fortaleza de la Concepción, en varias ocasiones intervino como mediador entre sus coterráneos y Roldán. Washington Irving dice que "Ballester era uno de esos ancianos que, encanecidos en la guerra, infunden religiosa veneración; su aspecto y su conducta revelaban su buena índole de soldado, y reunía cierta severidad hija mas bien de su serio semblante que de insensible corazón. Su elección para apaciguador de gente audaz y libertina, fue acertada, pues podía con su probidad apaciguar las pasiones, y vencer con sus años el descaro de los petulantes, ganando á fuerza de sencilla probidad la confianza de aquella turba, y con pura virtud refrenando sus licencias"
.


A continuación voy a dar diversos nombre y apellidos que aparecen en "Forenses y Ciudadanos", los cuales sirven para justificar la vinculación del apellido COLOM y del nombre XPOFOL (Cristóbal) con Mallorca a mediados del siglo XV.


Antonio Colom, que al acercarse los sitiadores al portal de Santa Fe, alojóse una división en su predio y le destruyeron los moscateles de sus viñas.(Pág. 228)
Francisco Colom y Jaime Diego, que lamentaban los ruinosos daños de sus huertos siendo de humilde fortuna. (Pág. 230)
Jaime Colom de Sóller, miembro de la comisión negociadora, dependiente del consejo forense. (Pág. 241) Cristóbal Sart y Cristóbal Serra, como propietarios de diferentes fincas agrícolas. (Pág. 316)
En una entrevista representada por el Padre Catany con el Gobernador, a favor de los forenses, con fecha 13 de Marzo de 1451, aparecen los nombres de Xpofol Alcover y Blay Colom, el primero era de la villa de Sóller y el segundo de la villa de Selva. (Pág. 335)
En una instancia fiscal, aparecen los nombres, Xpofol Cugullada y Xpofol Mastord. (Pág. 348)


Como se podrá observar, a mediados el siglo XV en Mallorca, tanto el nombre de Cristóbal, como el apellido Colom eran bastante frecuentes. Prueba de que este nombre y apellido estaban vinclulados a Mallorca mucho antes de que el futuro Almirante de las Indias naciera.


La palabra Xpofol, era una forma de escribir Cristóbal, que era generalmente utilizada en el siglo XV en los países catalanes.


Esta palabra tenía su origen del latín y anteriormente del griego. Si comparamos la palabra Xpofol con el encabezamiento de la firma de Cristóbal Colón, XPO FERENS, veremos que las tres primeras letras son las mismas que las de la palabra Xpofol, coincidencia probatoria de que el inmortal navegante escribía su nombre Cristóbal de la misma forma que se hacía en Mallorca en el siglo XV.


Varias de las cosas tratadas en este artículo han resultado fundamentales para poder esclarecer algunos enigmas que hasta la fecha habían resultado tales. Aquí ha quedado demostrado que Juan Colom era el abuelo de Cristóbal Colón y el padre de unos prófugos, que estuvieron al servicio de Don Renato de Anjou, Rey de Provenza.


Estos hijos de Juan Colom y tíos del Descubridor del Nuevo Mundo, eran dos: Uno se llamaba Cristóbal Colom como su sobrino, y el otro el que se conocía con el nombre de Guillaume de Casenove Coullon.


Gabriel Verd Martorell
Secretario General de la Asociación Cultural Cristóbal Colón.