Editado por la administración: efectivamente, es una amalgama de cosas raras que nada tienen que ver con el tema.
Editado por la administración: efectivamente, es una amalgama de cosas raras que nada tienen que ver con el tema.
Última edición por Donoso; 20/05/2012 a las 01:15
En el ABC de hoy me he encontrado este interesante artículo. Un catedrático que evidentemente no es tradicionalista y cita constantemente a un famoso renegado, reconoce el rechazo de la Pepa por parte del pueblo español:
¿FUE POPULAR "LA PEPA"?MANUEL MORENO ALONSO, Catedrático de Historia Contemporánea
A los doscientos años de su proclamación, tan celebrada de manera oficial en los fastos del Bicentenario, hay serias dudas de que, en su tiempo, la Constitución de Cádiz fuera popular. El que en la memoria de los españoles, se haya convertido en un mito, no quiere decir que la tan aclamada popularmente como "La Pepa" fuera en verdad popular. Una cuestión cuyo planteamiento actual no es baladí siempre que rechacemos el relativismo tan corriente en nuestros días de que "lo que realmente ocurriera... no importa. Lo importante es que la gente creyó que había ocurrido".
Desde luego, al volver hoy sobre el texto constitucional, no deja de sorprendernos que en ninguno de sus artículos se hable del "pueblo", que fue, sin embargo, el gran hallazgo de la Constitución norteamericana ("Nosotros, el Pueblo de los Estados Unidos... estatuimos y sancionamos esta Constitución para los Estados Unidos de América"). La sorpresa es todavía mayor en el caso de España, al haber desempeñado el "pueblo" un papel tan destacado en la Guerra de la Independencia. Con lo que resulta evidente que, al final, dentro de la larga tradición del Despotismo ilustrado, tan denostado entonces, los padres de la Constitución hicieron "todo para el pueblo pero sin el pueblo".
Sin embargo, en aquellos momentos de enorme confusión, hubo quien se dio cuenta de tan grave carencia. Tal fue el caso del sevillano José María Blanco White --el más fino analista de la obra gaditana-- que puso el dedo en la llaga al señalar que la gran debilidad de la Constitución dd 1812 fue su falta de respaldo popular. Pues, como escribió en sus Cartas de Juan Sintierra, muy bien estaban las declaraciones de soberanía "y todo lo que se nos dijo" --el establecimiento de la soberanía nacional, la preponderancia del poder legislativo o la igualdad de la representación--, pero lo que se echaba en falta era que "con menos declaraciones" las Cortes se hubieran hecho más soberanas, y más populares.
Enorme carencia que difícilmente pudo suplir el afán de las Cortes de hacer popular la Constitución tras la promulgación del texto constitucional en 1812, al ordenar a las autoridades que se hicieran festejos "sin economizar gasto ni diligencia alguna", en medio de un país arruinado por la guerra y la desolación. Con el paradójico resultado de que, en muchos casos, las aclamaciones a la Constitución se confundieran con los vítores al Rey, a quien se exaltaba como el "Deseado". Que no en vano todos los festejos movilizados durante la ominosa época del Despotismo, cuando se atribuían al Rey las distinciones exteriores de soberanía --concurrencia de autoridades y pueblo, procesiones, besamanos, Te Deum, misas de acción de gracias, iluminarias, salvas de artillería, actos teatrales, reparto de pan en la plaza pública, música de pasacalles-- se aplicaron a la Constitución sin que el pueblo advirtiera la diferencia.
Lo que sucedió después es bien conocido. Las cosas no salieron como dispusieron las Cortes a golpe de decreto, y la crudeza de la realidad terminó desinflando el inicial entusiasmo por la Constitución, tan cuidadosamente preparado. Mientras, por su parte, el pueblo difícilmente podía entender el significado de la Constitución a pesar de que las Cortes ordenaron también que el texto constitucional se leyera, no poco grotescamente, en las iglesias en el momento del ofertorio, como si se tratara de un catecismo. ¡La lectura nada menos que de 384 artículos escritos en un lenguaje ininteligible para el pueblo, que tanto recuerda al discurso de Don Quijote a los cabreros!
Por supuesto, tras la abolición de la Constitución por el Rey en 1814, pocos fueron los liberales que reflexionaron sobre el fracaso de la primera experiencia en razón, precisamente, de su falta de apoyo popular. Sin embargo, recién establecida de nuevo la Constitución en 1820, en momentos de generalizada ilusión constitucional, el mismo Blanco recordó a su viejo amigo Quintana --el padre del liberalismo doceañista--, que "La Pepa" había fracasado por falta de apoyo popular; y que podía fracasar de nuevo por la misma razón.
En su opinión, a pesar de la brevedad del primer período constitucional --desde la promulgación de la Constitución en marzo de 1812 hasta su abolición en mayo de 1814--, la obra de Cádiz "estuvo establecida en España tiempo bastante para probar el efecto que puede tener sobre la nación". Un tiempo, a su parecer, más que suficiente para comprobar que el "nuevo sistema" fue acogido "con indiferencia, por no decir disgusto muy general".
Para Blanco era evidente que "si la mayor parte de la nación hubiera estado contenta con el estado constitucional", la popularidad del Rey no hubiera bastado para derribarla "en un día". Pues apenas se presentó Fernando VII, "cuando todo lo hecho vino por tierra, no a efecto de un impulso violento, sino porque hacía ya tiempo que el edificio bamboleaba".
"Es preciso confesar --decía Blanco-- que, por excelente que sea, la Constitución no era popular". Su "falta capital" radicó, a su parecer, en su carácter "abstracto". "Tiene su mérito --escribió--; no lo niego, pero como Constitución española, no creo que se acomode bastante a las costumbres, ideas y miras de la nación". Para el más agudo analista de la Constitución de 1812, "La Pepa", en contra del mito, no fue popular.
¿FUE POPULAR «LA PEPA»? - abcdesevilla.es
Actualmente hay 1 usuarios viendo este tema. (0 miembros y 1 visitantes)
Marcadores