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  • 1 Mensaje de Mexispano

Tema: La Guerra de los 80 años... ¿Fue realmente una guerra contra España?

  1. #1
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    La Guerra de los 80 años... ¿Fue realmente una guerra contra España?

    ¿Fue la Guerra de los 80 años una guerra contra España?
    Sabemos que los holandeses lucharon contra tropas españolas (aunque en los tercios también había mercenarios de otras nacionalidades), pero realmente ¿qué había de español en los Países Bajos cuando empezó la Guerra? ¿no fue realmente una guerra civil entre holandeses y flamencos, entre católicos y calvinistas?

    Respecto a Felipe II y su personalidad
    ¿fue él el culpable de esa guerra, tal y como insinúan algunos historiadores extranjeros, o simplemente fue Felipe II una circunstancia más? Personalmente pienso que la guerra hubiese estallado independientemente de quien reinase en España, si bien Felipe II dada su personalidad un tanto distante del pueblo, fue un blanco fácil para hacerle responsable del estallido del conflicto.

    Un saludo.

  2. #2
    Avatar de Rodrigo
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    Re: La Guerra de los 80 años... ¿Fue realmente una guerra contra España?

    No soy un experto en el tema, pero basta con escuchar el propio himno actual de Holanda, el Wilhelmus, para darse cuenta de que efectivamente no fue más que una guerra de religión y que de no haber habido protestantismo los holandeses habrían estado satisfechos con la corona española.

    Algunos versos de dicho himno, que data de la propia época de Guillermo de Orange, dicen así:

    (...)
    al Rey de España

    siempre le he honrado.

    Y especialmente su última estrofa, que no suele ser cantada ya que el himno es muy largo, lo deja bien claro:

    Voor God wil ik belijden
    en zijne grote macht,
    dat ik tot gene tijden
    de Koning heb veracht,
    dan dat ik God de Here,
    de hoogste Majesteit,
    heb moeten obediëren
    in de gerechtigheid.

    (que viene a significar: Ante Dios, lo confieso/ y ante su omnipotencia,/ que nunca jamás/ he despreciado al Rey [de España],/ pero a Dios nuestro Señor,/ la más alta majestad,/ debo primero obediencia/ por justicia.)

    Queda claro pues que era un problema más religioso que político y se debió a que Felipe II, como el mismo dijo, no quiso ser rey de herejes.

    Por cierto, que un holandés católico y leal al rey, Gerards, fue quien dio muerte a Guillermo de Orange. Cuando sus captores le llamaron traidor respondió «No soy un traidor, soy un sirviente leal de mi señor». «¿Qué señor?»-le preguntaron. «De mi amo y señor, el rey de España».
    Última edición por Rodrigo; 05/02/2013 a las 12:43
    Militia est vita hominis super terram et sicut dies mercenarii dies ejus. (Job VII,1)

  3. #3
    Dvx
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    Re: La Guerra de los 80 años... ¿Fue realmente una guerra contra España?

    Cita Iniciado por Rodrigo Ver mensaje
    No soy un experto en el tema, pero basta con escuchar el propio himno actual de Holanda, el Wilhelmus, para darse cuenta de que efectivamente no fue más que una guerra de religión y que de no haber habido protestantismo los holandeses habrían estado satisfechos con la corona española.

    Algunos versos de dicho himno, que data de la propia época de Guillermo de Orange, dicen así:

    (...)
    al Rey de España

    siempre le he honrado.

    Y especialmente su última estrofa, que no suele ser cantada ya que el himno es muy largo, lo deja bien claro:

    Voor God wil ik belijden
    en zijne grote macht,
    dat ik tot gene tijden
    de Koning heb veracht,
    dan dat ik God de Here,
    de hoogste Majesteit,
    heb moeten obediëren
    in de gerechtigheid.

    (que viene a significar: Ante Dios, lo confieso/ y ante su omnipotencia,/ que nunca jamás/ he despreciado al Rey [de España],/ pero a Dios nuestro Señor,/ la más alta majestad,/ debo primero obediencia/ por justicia.)

    Queda claro pues que era un problema más religioso que político y se debió a que Felipe II, como el mismo dijo, no quiso ser rey de herejes.

    Por cierto, que un holandés católico y leal al rey, Gerards, fue quien dio muerte a Guillermo de Orange. Cuando sus captores le llamaron traidor respondió «No soy un traidor, soy un sirviente leal de mi señor». «¿Qué señor?»-le preguntaron. «De mi amo y señor, el rey de España».
    Un par de puntualizaciones:
    Gerard era borgoñés, no holandés. Para Borgoña Felipe II era el garante de su independencia respecto a Francia.

    Por otra parte no creo que la Guerra de los 80 años fuese principalmente una guerra de religión. Prueba de ello es que gran parte de la nobleza holandesa era católica y al mismo tiempo simpatizaba con el bando rebelde calvinista. Por tanto la religión no parecía un problema insalvable. Se hubiese llegado a un acuerdo en cuestiones religiosas sin mayores dificultades tal y como hizo Carlos V en Alemania para evitar males mayores.

    Respecto al himno holandés, decir que viene muy a cuento citarlo ya que incluye la clave para entender el verdadero motivo de esta guerra. Las traducciones de la Wikipedia no son muy fiables y pueden alterar su significado verdadero. Es cierto que en el himno, escrito en primera persona, Orange afirma su lealtad al Rey, pero no lo hace en un sentido conciliador como podríamos pensar de entrada, sino que apela al Rey para reclamar que él como Príncipe no puede ser subordinado a un "simple" Duque (en referencia a Alba). Y es que Orange era Príncipe desde los once años, y un Príncipe es más que un Duque.

    Y por ahí van los tiros. Una guerra entre Príncipes que se sienten desplazados por su Rey y Duques que, cumpliendo con su función de servicio a la corona, no dudan en aplacar cualquier acto de rebeldía, venga de quien venga.

  4. #4
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    Re: La Guerra de los 80 años... ¿Fue realmente una guerra contra España?

    Sin duda sabrás más que yo en este asunto, pero sin ánimo de ofender, me parece que te contradices respecto a tu mensaje anterior, pues primero te preguntas si no fue más bien una especie de guerra civil entre católicos y calvinistas y luego afirmas que no crees que fuese principalmente una guerra de religión.

    Felipe II, a diferencia de su padre el emperador, que después de combatir el protestantismo se vio obligado por los príncipes alemanes a aplicar el famoso "cuius regio euis religio", nunca tuvo miramientos para con sus súbditos protestantes. Como él mismo dijo, nunca quiso ser rey de herejes, teniendo además en cuenta que éstos nunca fueron pacíficos, sino furibundamente anticatólicos (al estilo de los rojos en 1936, para hacernos una idea). Me parece que esto no es algo secundario, sino fundamental. Que pudiera haber otros motivos políticos no lo discuto (relacionados a su vez con las consecuencias que acarreó la defensa de la religión católica por nuestros soldados), igual que pudo haberlos también en la Guerra de los Treinta años. Sin embargo, aunque en la Guerra de los Treinta años hubiese estados como el Reino de Francia o algunos principados alemanes católicos se aliaran con los protestantes contra al emperador, a nadie se le ocurriría decir que en la Guerra de los Treinta años el conflicto religioso fue secundario, ya que fue el detonante en Alemania, igual que en Flandes.

    Es cierto lo que dices de que Gerard no era holandés, gracias por la corrección. No sé por qué le consideron traidor los holandeses, supongo que en aquella época Borgoña se consideraba parte de los Países Bajos.

    Aunque el himno está claro que no demuestra nada, me pareció curioso y como data de esa época, ciertamente uno se puede hacer una idea de por dónde iban los tiros y cuál era la mentalidad. Por cierto, la traducción de la última estrofa no es de Wikipedia, sino mía (con mis conocimientos de alemán y algo de ayuda).
    Última edición por Rodrigo; 07/02/2013 a las 04:52
    Militia est vita hominis super terram et sicut dies mercenarii dies ejus. (Job VII,1)

  5. #5
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    Re: La Guerra de los 80 años... ¿Fue realmente una guerra contra España?

    A todo esto, bienvenido al foro, Dux.

  6. #6
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    Re: La Guerra de los 80 años... ¿Fue realmente una guerra contra España?

    Cita Iniciado por Hyeronimus Ver mensaje
    A todo esto, bienvenido al foro, Dux.
    Muchas gracias. Aunque mis méritos son muy modestos, espero poder aportar algo de interés o al menos ayudar a crear las condiciones para que otros así lo hagan.

  7. #7
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    Re: La Guerra de los 80 años... ¿Fue realmente una guerra contra España?

    Cita Iniciado por Rodrigo Ver mensaje
    Sin duda sabrás más que yo en este asunto, pero sin ánimo de ofender, me parece que te contradices respecto a tu mensaje anterior, pues primero te preguntas si no fue más bien una especie de guerra civil entre católicos y calvinistas y luego afirmas que no crees que fuese principalmente una guerra de religión.
    Tu lo has dicho. No creo que fuese PRINCIPALMENTE una guerra debida a cuestiones religiosas. Pero sí creo, como es obvio, que la religión era muy importante. Pensemos que a Egmont ser católico no le salvó.

    El término de "Guerras de religión" usado por los historiadores creo yo que es una simplificación que puede ser válida para entendernos entre nosotros y para diferenciar estos conflictos de otros de distinta naturaleza, pero en esas guerras había más ambición e hipocresía que religión.

  8. #8
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    Re: La Guerra de los 80 años... ¿Fue realmente una guerra contra España?

    Cita Iniciado por Rodrigo Ver mensaje
    Felipe II, a diferencia de su padre el emperador, que después de combatir el protestantismo se vio obligado por los príncipes alemanes a aplicar el famoso "cuius regio euis religio", nunca tuvo miramientos para con sus súbditos protestantes. Como él mismo dijo, nunca quiso ser rey de herejes...
    La idea generalmente aceptada de que Felipe II era más intransigente que su padre en cuestiones religiosas es parte, creo yo, de la "Leyenda Negra" sobre el Rey Prudente. La realidad es bien distinta, ya que desde el principio El Rey Prudente se mostró, pues eso, prudente a la hora de tratar estas cuestiones. No olvidemos que en el gobierno de Felipe II el ala dura estaba representada por Alba (colaborador de Carlos V), quien aplicó la política que se aplicaba desde tiempos del emperador: mano dura. Aquí se podría sacar a colación la cuestión de los comuneros... pasados a cuchillo sin miramientos.

    Quiero decir con todo esto, que si Carlos V aceptó un acuerdo en Alemania, mucho más dispuesto estaría Felipe II a aceptar alguna solución pactada en Flandes. Quizá fue el desgobierno que desde siempre existió en Flandes el que imposibilitó tal acuerdo...
    Última edición por Dvx; 12/02/2013 a las 14:08

  9. #9
    Avatar de Rodrigo
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    Re: La Guerra de los 80 años... ¿Fue realmente una guerra contra España?

    Cita Iniciado por Dvx Ver mensaje
    Quiero decir con todo esto, que si Carlos V aceptó un acuerdo en Alemania, mucho más dispuesto estaría Felipe II a aceptar alguna solución pactada en Flandes. Quizá fue el desgobierno que desde siempre existió en Flandes el que imposibilitó tal acuerdo...
    Ojo, yo no digo que Felipe II fuera, en esencia, muy distinto a su padre el emperador. Lo que dije antes es que el emperador don Carlos se vio obligado a aplicar "cuius regio eius religio" en Augsburgo, poco antes de abdicar y representado por su hermano Fernando, porque realmente no se puede decir que fuese el soberano de toda Alemania. En el Sacro Imperio cada príncipe tenía más autoridad sobre su territorio que el propio emperador. Así pués, Carlos aplicó mano dura en sus estados, pero en los demás no creo que pudiera hacer mucho más de lo que hizo. De hecho, la paz de Augsburgo no solucionó nada y por eso acabó estallando la guerra de los Treinta años, tan desastrosa para todos.

    Por otro lado, conviene recalcar que no fue la Iglesia la que empezó la guerra contra los protestantes, sino al revés. Esto hay que tenerlo muy presente a la hora de formar un juicio de valor.

    PS. Bienvenido, Dvx.
    Última edición por Rodrigo; 12/02/2013 a las 14:56
    Militia est vita hominis super terram et sicut dies mercenarii dies ejus. (Job VII,1)

  10. #10
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    Re: La Guerra de los 80 años... ¿Fue realmente una guerra contra España?

    Parte de la propaganda de nuestra leyenda negra viene de la Guerra de Flandes, precisamente.
    “La verdadera fe es incolora, por decirlo así, como el aire y el agua; medio transparente a través del cual el alma ve a Cristo. Nuestros ojos no ven el aire y de la misma manera nuestra alma no se detiene a contemplar su propia fe. Cuando, por consiguiente, los hombres toman esta fe como si dijéramos en las manos, la inspeccionan curiosamente, la analizan, se absorben en ella, se ven forzados a materializarla, a darle color para que pueda ser tocada y vista. En otros términos, sustituyen a ella, colocan sobre ella, cierto sentimiento, cierta impresión, cierta idea, cierta convicción, algo en fin en que la atención pueda prenderse. Cristo les interesa menos que lo que llaman ellos sus experiencias. Los vemos trabajando para seguir en sí mismos los signos de la conversión, la variación de sus sentimientos aspiraciones y deseos: los vemos ponerse a conversar con los demás sobre todo esto. ”. John Henry Newman

  11. #11
    Avatar de Mexispano
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    Re: La Guerra de los 80 años... ¿Fue realmente una guerra contra España?

    Libros antiguos y de colección en IberLibro
    Así son las mentiras de la guerra que desangró al Imperio español: la leyenda negra en Holanda

    La aristocracia local vivía anclada en la Edad Media y llevaba siglos defendiendo sus intereses frente a los proyectos de crear un estado moderno por parte de los distintos monarcas que allí poblaron. Así lo demuestra el largo historial de rebeliones de la nobleza contra sus «príncipes naturales» –con 35 levantamientos previos a la llegada de soldados españoles–


    César Cervera

    @C_Cervera_M

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    Actualizado:03/10/2018 17:34 h


    La Guerra de los 80 años dio forma a lo que hoy son los Países Bajos y su historia está tatuada en el ADN de los holandeses como su mito fundacional. El relato de cómo la nación libre surgió como oposición a la intolerancia religiosa de Felipe II, el que fuera su legítimo soberano desde mediados del siglo XVI, y de cómo los protestantes sufrieron las calamidades de los crueles españoles. Toda una serie mentiras y medias verdades que dieron lugar a la leyenda negra que, más tarde, caló en la historiografía europea. Desde entonces, los españoles son los malos de las películas y el Gran Duque de Alba, un hombre que leía a Tácito en latín y contaba entre sus mejores amigos al poeta Garcilaso de la Vega, una fiera corrupia sin corazón.

    En el 450º aniversario del inicio del conflicto, la comunidad cultural de Holanda empieza a comprender la guerra sin componentes nacionalistas ni religiosos. Sin mitos. A partir del 12 de octubre, el Instituto Cervantes y el Rijksmuseum (Ámsterdam) abren las puertas a una exposición crítica titulada «La Guerra de los 80 Años. El nacimiento de los Países Bajos», que contará con préstamos del Museo del Prado, Patrimonio Nacional, Archivo de Simancas y la Academia de Bellas Artes de San Fernando. El objetivo es emplazar el conflicto en su contexto histórico y acabar con las mentiras que orbitan a su alrededor.


    1º Una tierra de nobleza díscola

    Según el mito protestante, Felipe II terminó con la paciencia de la población local a causa de su intolerancia religiosa hacia los calvinistas, su decisión de ampliar los tres obispados existentes en los Países Bajos hasta los 17 y su insistencia por introducir la Inquisición, solo unos pocos años después de heredar estos territorio de su padre. Ante la posibilidad de un levantamiento armado, el III Duque de Alba se desplazó en 1567 a los Países Bajos, al frente de un gran ejército, con instrucciones muy claras, entre ellas, la orden de ejecutar a los líderes más visibles de la rebelión y acabar con los brotes calvinistas. El cuento nacionalista presenta al malvado Alba prendiendo la mecha...




    Felipe II por Sofonisba Anguissola


    Una visión parcial (hasta hoy generalizada) de la Guerra de los 80 años que ignora el contexto que se encontró Felipe II al inicio de su reinado. La aristocracia local vivía anclada en la Edad Media y llevaba siglos defendiendo sus intereses frente a los proyectos de crear un estado moderno por parte de los distintos monarcas que allí reinaron. Así lo demuestra el largo historial de rebeliones locales contra sus «príncipes naturales» –con 35 levantamientos previos a la llegada de soldados españoles– y la virulenta respuesta de la nobleza, que suponía menos del 0,1 de la población, ante las propuestas de Felipe II de modernizar y unificar la disparatada situación legal de los Países Bajos (antes de Carlos V existían 700 códigos legales diferentes).

    El hispanista William S. Maltby aprecia en los esfuerzos del Monarca que «no estaba planteando más que un sistema de gobierno que simplificara la Administración y contuviera el poder perturbador de los nobles ambiciosos».


    2º Una rebelión minoritaria

    Cada una de las medidas del soberano fue respondida con brusquedad y teatralidad por parte de la aristocracia, lo que en tiempos medievales hubiera obligado a Felipe II a renunciar a sus reformas. La diferencia es que Carlos V, como su hijo, contaban con la ventaja de que su poder económico y militar procedía de sus otros reinos y no de esta nobleza díscola. La negativa a retroceder ante los chantajes de Guillermo de Orange, cabeza visible de la aristocracia rebelde, provocaron una explosión de «Furia iconoclasta» en el verano de 1566 contra imágenes católicas y el envío de tropas por parte del Rey para apagar el inminente levantamiento de la nobleza que, a decir las fuentes, contó con escaso seguimiento popular.

    Las fuerzas que se enfrentaron en 1568 a las del Duque de Alba eran en mayoritariamente mercenarios contratados por la nobleza calvinista en Alemania y Francia. El pueblo llano permaneció ajeno a una lucha de altas esferas que apenas afectaba a asuntos importantes para ellos. En este sentido, el general castellano consiguió derrotar sin paliativos a las fuerzas dirigidas por Guillermo de Orange y durante un tiempo pareció que la sublevación era cosa del pasado. Sin embargo, el deterioro de la economía, la represión del Tribunal de Tumultos y el incansable trabajo propagandístico de Orange resucitaron la guerra en 1572 y la llevaron a un nuevo nivel. La recesión económica alcanzó allí donde no había llegado la fe ni las desavenencias aristocráticas.

    El deterioro de la economía, la represión del Tribunal de Tumultos y el incansable trabajo propagandístico de Orange resucitaron la guerra en 1572


    3º El Tribunal de Tumultos, a examen

    En un intento de arrancar de raíz la rebelión, el Duque de Alba sembró el terror en el país a través del Tribunal de Tumultos, conocido a nivel popular como de la Sangre, que en solo tres años ejecutó a diez veces más personas que la Inquisición española en todo el reinado de Felipe II. Distintas estimaciones cifran el número de ejecuciones ordenadas por el duque en torno a 500-800 personas, lo que la propaganda protestante elevó hasta las 200.000 personas.




    Fernando Álvarez de Toledo, III Duque de Alba, por Antonio Moro


    El objetivo inicial del tribunal fue perseguir a aquellos nobles que firmaron el Compromiso de Breda (1566), el documento que sirvió como germen de la rebelión, pero la persecución terminó por afectar sobre todo a artesanos y a personas cuya condición social les había impedido huir al norte a tiempo. El Duque se reservaba la decisión última sobre todas las condenas, cuyo proceso era conducido por cinco lugareños y dos españoles (uno de ellos nacido en Flandes). Una veintena de colaboradores, todos ellos naturales de los Países Bajos, se encargaban de las investigaciones a nivel local.

    En resumen, el tribunal no era una máquina descontrolada de matar en la línea de las masacres religiosas que se estaban perpetrando en ese momento en Europa (véase el caso de la Matanza de Bartolomé o la persecución de católicos en Inglaterra), sino una institución que efectuaba sus condenas conforme a un proceso legal. No tenía nada de novedoso ni excepcional en Europa. Tampoco pudo ser la causa de agravar una guerra que debajo de su piel de rebelión tenía características propias de una guerra civil motivada por las diferencias religiosas insalvables. Así lo demuestra el entusiasmo con el que colaboraron muchos de los lugareños a la hora de delatar a sus vecinos.


    4º ¡Castilla nos roba!

    El resurgimiento de la guerra en 1572 suele atribuirse a la subida de impuestos aplicada por el Duque de Alba y al afán recaudatorio de Felipe II para sufragar sus múltiples frentes. Y ciertamente el Monarca mantenía abiertas más guerras de las que podía permitirse, pero, sin duda, ninguna era tan cara como la de Flandes. La subida de impuestos para sufragar el esfuerzo militar provocó una de las primeras huelgas de la historia entre comerciantes y, gracias a la propaganda de Orange, se extendió entre el pueblo la idea de que el dinero recaudado servía para empobrecer a los Países Bajos y enriquecer a España. Nada más lejos de la realidad; como señala Geoffrey Parker en «España y la rebelión de Flandes» era la Península Ibérica quien corría con los grandes gastos del imperio. Los Países Bajos, de hecho, aportaban menos de lo que generaban.

    Durante su gobierno, Fernando Álvarez de Toledo comprendió mejor que la oligarquía flamenca la necesidad de que los impuestos fueran equitativos. De ahí que tras una larga serie de deliberaciones entre Alba, el Consejo de Hacienda y los Estados provinciales se concluyó la necesidad de establecer un tributo de en torno al 10% sobre todas las transacciones comerciales a excepción de la última (el punto donde la mercancía llegaba al consumidor), lo que en Castilla se llamaba alcabala, para remontar la ruinosa situación financiera de la hacienda flamenca.

    El impuesto final tras sufrir las implacables negociaciones con la oligarquía, resultó un tributo relativamente modesto que producía rentas cuantiosas sin causar grandes privaciones a nadie. Y ni aún así pudo ser aplicado. «Era un impuesto menos regresivo que la mayoría de tributación del siglo XVI, en el sentido de que la carga sería compartida por todos. Los más pobres habrían pagado probablemente más de lo justo, pero no habrían tenido que pagarlo todo, y los ricos quedaban en cierta medida protegidos, por su carácter perpetuo, de los tradicionales asaltos a su capital», explica William S. Maltby en su biografía dedicada al Gran Duque de Alba sobre un impuesto mucho más justo de los que aplicaría Orange en el bando rival.




    rendición de Breda de 1625, por Diego Velázquez


    Mientras esperaba a su sustituto y tratabade sacar adelante sus reformas, el Gran Duque publicó en el verano de 1571 un perdón general para calmar los ánimos. La inesperada llegada de una flotilla de barcos piratas a varias ciudades de Holanda y Zelanda truncó sus planes y causó una depresión económica que la historiografía protestante atribuye al establecimiento de la alcabala. Dado que nunca pudo ser puesto en marcha ante la explosión de hostilidad entre los comerciantes, supone un sinsentido que se responsabilice a Alba y su alcabala de haber causado entre 1571 y 1572 un periodo depresivo en la economía local. La principal causa para el derrumbe del comercio en Flandes habría que buscarlo, precisamente, en el surgimiento entre las filas rebeldes de estos piratas llamados Mendigos del Mar, que desde puertos ingleses manenían paralizada la navegación. El comercio decaía, los seguros de navegación se dispararon, y, hacia febrero de 1572, los siempre bulliciosos muelles de Amberes se hallaban vacíos. Aparte de que las depresiones de este tipo eran algo cíclico en la historia de esta región.


    5º Llamarla guerra civil es lo más preciso

    Como ocurre con todos los nacionalismos excluyentes, el discurso que vertebró Holanda se basó en la idea de que los verdaderos holandeses eran solo unos (los protestantes) frente a los malos (los católicos), que estaban al servicio del enemigo extranjero y fueron borrados de los libros de historia: ¿Ser holandés era incompatible con ser católico? De ahí afirmaciones taxativas e imprecisas como que la Guerra de los 80 años fue un levantamiento de las provincias de Holanda y Zelanda contra el Rey Felipe II, un extranjero que quería exprimir económicamente al país. Basta analizar el número de tropas de holandeses católicos que lucharon con el bando de Felipe II para comprender que el conflicto fue, sobre todo, una guerra civil con trasfondo religioso, donde lucharon pueblos contra pueblos, valones contra flamencos, holandeses contra holandeses e incluso familiares contra familiares.

    Basta analizar el número de tropas de holandeses católicos que lucharon con el bando de Felipe II para comprender que el conflicto fue, sobre todo, una guerra civil

    En el libro «Imperiofobia y leyenda negra» de Roca Barea, se desmitifica con cifras la idea de que la guerra fue una rebelión local contra el enemigo extranjero. Sin ir más lejos, en el ejército que el Duque de Alba tenía a su mando hacia 1573 se contaban 54.300 soldados, de los cuales 7.900 eran españoles y 30.000 flamencos. Mientras que el de Farnesio hacia 1581 tenía 60.000 hombres, de los cuales solo 6.300 eran españoles, 5.000 italianos y la mayoría holandeses: unos 48.000. A lo que habría que sumar la presencia de numerosos nobles holandeses y neerlandeses al frente de ejércitos católicos, entre ellos el conde de Bossu, el duque de Aremberg o Claudius van Barlaymont, que recuperó Breda para el bando del Rey en 1581 valiéndose de tercios hispano-holandeses.

    «Dicho en otros términos, hay razones de peso para creer que hubo más holandeses luchando en el lado realista que en el orangista», concluye Roca Barea.


    6º Una guerra más allá de los Países Bajos

    La Guerra de los 80 años fue uno de los muchos escenarios europeos donde las naciones católicas y las protestantes cruzaron sus espadas. Cualquier fisura allí era vista a ojos del resto de naciones como un signo de debilidad. La Reina Isabel I de Inglaterra entendió mejor que ningún otro líder europeo lo oportuno de desangrar desde las entrañas el poder hispano. Por esta razón, alentó y financió la guerra en todas sus fases –inicialmente con apoyo económico, luego con envió de tropas y oficiales ingleses–. Asimismo, los monarcas franceses –cuando se lo permitía su sangrienta guerra civil– también enviaron tropas y suministros para la causa rebelde. Incluso llegaron a presentar a un candidato para reinar Flandes, el hermano del Rey, Francisco de Valois.

    Del mismo modo, el Archiduque Matías de Habsburgo –futuro Emperador del Sacro Imperio Romano- se ofreció como monarca ante la turbia petición de Guillermo de Orange, que mantenía contactos e intereses en Alemania. De hecho, el líder rebelde nació allí y cruzaba la frontera para formar ejércitos a su antojo ante la pasividad del Sacro Emperador Romano, cuyo Emperador, Maximiliano II, primo del Rey Español, era probablemente criptoluterano.




    Retrato de Isabel I de Tudor


    No deja de sorprender que la propaganda de Orange insistiera en que una de las causas del primer «levantamiento» fue la presencia de tropas extranjeras, en referencia a los 3.000 españoles desplegados en la frontera francesa tras la paz de Cateau-Cambresis (1559). Una grave contradicción si se tiene en cuenta que las tropas de Orange estaban formadas, sobre todo, por mercenarios franceses y alemanes, aparte de que fue él quien abrió la puerta a las tropas inglesas que, entre derrota y derrota, solo se entretuvieron en Flandes para maltratar a la población local.

    Frente a los archiconocidos saqueos de Amberes y otras plazas por parte española, resulta todo un desconocido al saqueo de proporciones dantescas perpetrado por los ingleses el 9 de abril de 1580 en Malinas. Los ingleses se tomaron un mes de saqueo y asesinatos en un episodio de la historia que suele ser omitido de los libros. «Con tan profunda avaricia de los vencedores, que después de saqueadas iglesias y casas, sin dejar cosa en ellas, después de haber obligado a los vecinos a redimir, no una vez sola, libertad y vida, penetró su crueldad hasta la jurisdicción de la muerte, arrancando las piedras sepulcrales, pasándolas a Inglaterra y vendiéndolas allí públicamente», escribe el cronista Faminiano Estrada. Los ingleses arrancaron y vendieron incluso las lápidas del cementerio.


    7º La religión y la política eran la misma cosa

    En el siglo XVI, la religión y la política estaban íntimamente ligados. El prestigio internacional de la Monarquía hispánica dependía de los éxitos de la causa católica en el continente. Los príncipes alemanes habían dado cancha a la herejía de Lutero, simplemente, porque era la mejor forma de debilitar a Carlos V, un Emperador que, a diferencia de sus antecesores, gozaba de un poder militar y real que provenía de lejos de Alemania. Los enemigos de Carlos, y luego de Felipe II, abrazaron religiones distintas a las del Rey solo para marcar la diferencia y justificar su hostilidad al Monarca. Lo que se sitúa en las antípodas del mito tradicional de que las nuevas religiones reformadas calaron en la población del norte de Europa por el espíritu comercial y aventurero de estos, frente a la idea de moral aristocrática y feudal (¡para feudales los nobles flamencos!) de la católica Castilla. Los protestantes solo querían diferenciarse del soberano contra el que se habían rebelado: si Felipe II se hubiera hecho calvinista, ellos se habrían hecho luteranos; de ser luterano, se habrían convertido al Islam...

    Lejos del fanatismo que se le achaca, la religión significaba para Felipe II un tema de política internacional, obediencia civil y uniformidad en sus reinos.


    8º Los tolerantes no existían

    La historiografía europea sigue viendo la Guerra de los 80 años como un conflicto entre tolerantes e intolerantes religiosos, sin apreciar lo confuso que resulta en el siglo XVI hablar de tolerancia en términos actuales. Felipe II no admitía que en sus reinos hubiera una religión distinta que la católica y así lo señaló a través de su frase «antes preferiría perder mis Estados y cien vidas que tuviese que reinar sobre herejes». Nada que no compartieran también los calvinistas, como antes que ellos los luteranos: o se aceptaba la religión que eligiera el príncipe o ya podían marcharse a otro lugar. Varios grupos calvinistas llegaron a instauraron dictaduras fanáticas en algunas ciudades como Gante, donde los conventos y las iglesias de estas plazas fueron saqueadas y los monjes y sacerdotes quemados en plazas públicas.




    Retrato de Guillermo de Orange


    De ahí que cuando Guillermo de Orange se presentó como un puente entre católicos y protestantes para enfrentarse a los españoles, la aristocracia católica no tardó en desenmascarar su doble juego. Orange exigía a los españoles que garantizaran la práctica del catolicismo en el norte, pero él no estaba por la labor de hacer lo mismo en el resto de provincias. Tras la guerra, los católicos pasaron a ser durante siglos ciudadanos de segunda en Holanda e incluso quedaron obligados a pagar tasas ilegales para que las autoridades hicieran la vista gordo par que pudieran celebrar bautizos o primeras comuniones.

    La Guerra de los 30 años, que estalló cuando el conflicto en Flandes se encaminaba hacia su última fase, puso sobre la mesa que la intolerancia también estaba presente entre los propios protestantes. Los calvinistas, mucho más activos y militantes en los asuntos de fe que los luteranos, se rebelaron en 1618 contra la Paz de Augsburgo, que los excluía del «cuius regio, eius religio» en Alemania. Católicos y luteranos coincidieron en su aversión hacia los calvinistas, mientras estos rechazaban también a otras confesiones en sus territorios.


    9º Orange, un lastre para su bando

    Guillermo de Orange está considerado el padre de la nación holandesa, un auténtico maestro de la propaganda moderna y un astuto político, no así un militar siquiera mediocre. Sus pésimas habilidades tácticas llegaron a ser una losa para las filas holandesas que, justo cuando estaban hartos de su torpeza, vivieron con alivio como su asesinato por orden de Felipe II convertía a Orange en un mártir. Su hijo Mauricio se hizo cargo de la guerra de su padre y él sí demostró un gran talento militar. A partir de la década de 1590, Mauricio comenzó a instruir a sus tropas en la realización de maniobras y en la rotación de las filas de mosqueteros para realizar varias descargas de fuego, inspirado en autores romanos. Una transformación a largo plazo del inútil ejército holandés en una fuerza temida.

    El que un hombre que hizo del engaño y la mentira su razón política se convirtiera con los siglos en un adalid de las libertades y un padre de Holanda

    Orange, que nació católico y luego se hizo luterano, fue durante años un fiel servidor de la familia Habsburgo y sus raíces eran más alemanas que holandesas, lo que no fue impedimento para que la resistencia hispánica se congregara en torno a su figura. Aunque los nobles calvinistas mantenían recelos hacia él, el de Orange y su hermano, Luis de Nassau, lograron disipar las dudas con un ejército mercenario mayor en número a las tropas de Alba. El que un hombre que hizo del engaño y la mentira (incluso convenció a Europa de que su esposa Ana de Sajonia había perdido el juicio para quedarse con su dote de boda) su fuerza política se convirtiera con los siglos en un adalid de las libertades responde, únicamente, a l desconocimiento de quién fue en verdad


    10º El origen de Bélgica y Luxemburgo

    El gobierno de Alba ha pasado a la historia únicamente por su leyenda negra, a pesar de haber dado forma, al igual que sus sucesores, a lo que luego sería Bélgica y a sus vértebras legales. Las Ordenanzas Criminales que introdujo Alba en 1570 aportaron un código unificado de aplicación universal que consolidó la centralización del orden jurídico y eliminó muchas prácticas abusivas de las administraciones de justicia local en un país que, antes de la llegada de los españoles (siempre minoritarios, pero imprescindibles, en los ejércitos y en la burocracia del Rey) era uno de los que mostraba más distancia entre ricos y pobres a nivel económico y jurídico. Como recuerda Roca Barea en el citad libro, Alba propuso leyes nuevas que humanizaban el derecho criminal, que fueron rechazadas por ser demasiado igualitarias y blandas, y un sistema progresivo de impuestos que resultó intolerable para la oligarquía.




    Retrato de Alejandro Farnesio


    El historiador belga Gustaaf Janssens considera que «el hecho de que las leyes penales del Duque hayan constituido la base práctica del procedimiento penal y del Derecho Penal en los Países Bajos durante dos siglos y medio aproximadamente demuestra que fueron ejemplares en su tiempo».

    Mientras la República de Holanda se dirigió hacia su independencia, el resto de provincias no tardaron mucho en comprender que, frente al vecino protestante que se burlaba de su religión (a los valones católicos los llamaban «soldados del Padrenuestro» por portar rosarios), solo les cabía ayudarse de los españoles. De ahí que al tomar posesión del cargo de gobernador de los Países Bajos, Farnesio centró su campaña militar y diplomática en recuperar la lealtad de las provincias católicas (Artois, Henao, Namur, Brabante, Lieja, Limburgo, Luxemburgo y la mitad de la provincia de Flandes), abiertamente descontentas con la política de Orange. Apoyándose en la aristocracia católica, Farnesio y luego los Archiduques Alberto e Isabel, soberanos entre 1598 y 1621, dieron forma a lo que hoy llamamos Bélgica y Luxemburgo.






    _______________________________________

    Fuente:

    https://www.abc.es/historia/abci-men...7_noticia.html
    ReynoDeGranada dio el Víctor.

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