Que bien viene al caso esa frase de Bismarck.
Que bien viene al caso esa frase de Bismarck.
Fuente: “Alfonso XIII. Artífice de la II República Española.” Luis Ortiz y Estrada. Madrid. 1947. Página 136
En 1809, el famoso conde de Maistre, diplomático acreditado en la corte del Zar, escribía a un amigo desde San Petersburgo, en carta privada, lo que sigue: “Mi querido conde: Todos los ojos están fijos en España. Hace mucho tiempo que no se ha dado a los hombres un espectáculo más grande. ¿Cuál será el desenlace? Cuantos tienen corazón esperan con ansiedad que no puede expresarse. Yo he dicho siempre que si podía esperarse una resistencia eficaz, ésta saldría de la Nación que no ha leído nuestros folletos. Pero, sin escrutar el porvenir, vemos ahora cómo las naciones más poderosas no han podido hasta este momento asestar a Bonaparte un golpe tan sensible como el que recibe de la santa insurrección de España (para esta vez puede llamársela el más santo de todos los deberes). La causa del género humano se decide hoy día en España, y todos los ojos han de estar atentos a esta Nación. No ha querido sufrir a un ilustre usurpador, cuando todo lo sufría de sus señores. He aquí lo que la Historia escribía con letras de oro, lo que pone a este pueblo por encima de todos los demás, cualquiera que sea el fin, que está en manos de la Providencia y ella quizá lo conformará con nuestros deseos, a pesar de todas las probabilidades en contra.”
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Fuente: “Escritores conversos”. Joseph Pearce. Páginas 261-262
Uno de los artículos más elocuentes y apasionados [sobre la guerra española de 1936] fue el escrito por Christopher Dawson para The Catholic Times:
“No se trata de un simple conflicto de fuerza bruta, como en tiempos de las invasiones turcas: se trata de una batalla de deseos y creencias; y es en España, que ha sido siempre el baluarte de la Europa cristiana y que soportó, en el pasado, el peso de la guerra contra el Islam, donde hoy se libra el combate contra el nuevo enemigo del cristianismo. Puede ser que el resultado de la lucha entablada en España decida el futuro de Europa.
La victoria del comunismo en España representaría la victoria del comunismo en su aspecto más peligroso, porque no significaría la victoria sobre el capitalismo, relativamente poco importante en España, sino sobre el catolicismo, que es la auténtica raíz de la tradición española…
Si España fuera capaz de volver a encontrarse a sí misma después de este triste siglo de desunión y debilidad –si pudiera recuperar el puesto del que su historia y su genialidad la hacen merecedora–, no significaría sólo la victoria de España, sino la de Europa. Esto devolvería a la sociedad un elemento esencial sin el cual la civilización europea está incompleta y falta de equilibrio.”
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