Hasta no hace muchos años no se sabía que ser zurdo dependía de una disposición especial del sistema nervioso, de tener trocada la mitad del cerebro que rige las extremidades opuestas, aunque a todos los efectos no tiene nada que ver con la inteligencia ni la capacidad motriz el ser diestro, zurdo o ambidextro. Por eso había muchos profesores que entendían que era una mala costumbre escribir con la mano zurda, pero no tenía nada que ver con la religión. Es cierto que había monjas que corregían a sus alumnas por intentar escribir con la izquierda, pero no era por motivos religiosos; también lo hacían muchos profesores laicos.
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