Revista FUERZA NUEVA, nº 141, 20-Sep-1969
SANTIAGO ¿JINETE FANTASMAL?
por Rafael Gil Serrano
Cualquiera que no conociendo la hispanicidad de la Revista “FUERZA NUEVA” y sus fundadores, tuviese que juzgar de ella por un artículo aparecido en el número 133, de 26-VII-69, la clasificaría como antihispánica o, por lo menos, como hispanóidica. Se trata del artículo “Santiago en el principio de las Españas”, por Gabriel Palacios. ¿Es que, acaso, se lanza a despotricar contra España, su Historia o sus Tradiciones Santiáguicas? ¡De ninguna manera! Al revés; tal artículo es una exaltación de SANTIAGO y su influencia en la vida de España al través de los siglos, influencia que cristaliza admirablemente en el Arma de Caballería hasta en “la Caballería (actual que), siguiendo los caminos impuestos por la técnica, ha dejado ya atrás, con dolor pero sin dudas, los viejos caballos” y “cuyos vehículos, blindados o no, los carros, son el sustituto conveniente del noble animal”.
Entonces, ¿qué sucede? Que el autor -a quien consideramos poseído de la mejor buena fe del mundo y del más puro y ardiente patriotismo-, influenciado sin duda por una literatura hipercrítica enemiga declarada de nuestras gloriosas tradiciones -que sólo ve pajas en ellas mientras no ve la vigas en las ajenas-, se imagina que el hecho real de LA APARICIÓN DE SANTIAGO EN CLAVIJO es falso. Tan es así, que él mismo llega a llamarle al Apóstol “jinete fantasmal entre la hueste cristiana de Ramiro”, “caballero fantasmal de Clavijo” y “jinete fantasmal de Clavijo”. De este modo le da al bienaventurado Santiago tres lanzadas mortales de necesidad, que lo imposibilitan para servir de Patrono de España, de la Caballería y mucho menos de la HISPANIDAD UNIVERSAL. Además, las dudas y contradicciones en que incurre el autor llevan a la conclusión que lo de Santiago es un engañifa. Dice así Palacios:
“Apóstol del Señor, navegante, peregrino desde la Bética por la calzada romana que conducía, a través de Emérita Augusta y de la brava Lusitania, hacia las tierras suaves de Galicia. Santiago, evangelizador de la hosca Celtiberia, desde Astúrica, por Clunia y Numancia hasta el emporio de César Augusta, donde montaba guardia en un castro de piedras ciclópea la Legio Séptima Gémina. Santiago en coloquio íntimo con la Virgen Nuestra Señora, en carne mortal, a orillas del Ebro”. Y más adelante añade: “Nada tiene, pues, de extraño que la figura guerrera de Santiago a caballo prime en nuestra Patria sobre el habitual cliché del Apóstol caminante, que vino (o no vino) desde la Bética a la vieja Galicia”. Pues bien este pequeño paréntesis del autor “(o no vino)”, echa por tierra lo anterior. Porque si Santiago “no vino”… resulta un verdadero cuento chino todo aquello de: “Apóstol del Señor, navegante, peregrino desde la Bética…” y todo cuanto sigue.
Donde resulta que ahora, al cabo de veinte siglos, la Historia cristiana de España, que está enlazada íntimamente (por no decir identificada) con la profana, es producto de un cuento chino. ¡Magnífica conclusión! ¿No es eso lo que desearían todos los enemigos antihispánicos que pululan por dentro y por fuera de nuestra Patria? ¿No es eso lo que diría cualquier revista antihispánica? Pero sigamos:
“Y casi mil años después, Santiago reencontrado, casi redivivo. Santiago, historia para el santo obispo Teodomiro, para el casto Alfonso II de Asturias, para el Papa León III, que reconoce y consagra el milagro en encíclica solemne de cincelado latín vaticano. Y Santiago, leyenda en Clavijo, jinete fantasmal entre la hueste cristiana de Ramiro o de Ordoño”.
¡Qué casualidad! Santiago, historia para esos tres personajes; pero leyenda para el autor. Pero historia, ¿basada en qué? En un milagro, reconocido y consagrado por el tercero de los personajes. Leyenda, ¿basada en qué? En un olvido del autor. Al autor se le ha olvidado aquel refrán castellano: “El que hace un cesto hace ciento”. Y si Santiago hizo un milagro -que reconoce y consagra un Papa- también pudo hacer, si no ciento, por lo menos otro en Clavijo. Mas, si Santiago fue impotente para realizar un milagro en Clavijo, tuvo que serlo también en otra parte. Luego la consecuencia que sacarían en una revista antihispánica es: que lo de Teodomiro, Alfonso II de Asturias y el Papa León III es también otro cuento chino. Pero repitamos:
“Y Santiago, leyenda en Clavijo, jinete fantasmal entre la hueste cristiana de Ramiro o de Ordoño”. Y añadamos: “Aun para nosotros, para una inmensa multitud de españoles de todos los tiempos, Santiago es el milagroso jinete que cabalgó en Clavijo, el que dio la victoria de las Navas, el que redondeó nuestra geografía y buscó caminos espirituales y materiales para nuestros hombres en Europa y América”. Y todavía podríamos añadir por nuestra cuenta: El que inclinó la BATALLA DE BRUNETE a favor de las tropas nacionales, precisamente el día de su Festividad, 25 de julio de 1937, según el sentir de muchos que intervinieron en aquella feroz ofensiva iniciada por los rojos.
Así, pues, Santiago, para la hueste cristiana de Ramiro I (no de Ordoño, aclaramos), fue un simple fantasma. En cambio, para nosotros (¿también para el autor que así se expresa?) y para una multitud de españoles de todos los tiempos fue un ser sobrenatural. Mas, un fantasma es una quimera que sólo puede ver una mente enferma o enfermiza. En cambio, un ser sobrenatural únicamente puede ser percibido por la mente o por los sentidos de una persona iluminada por una gracia especial de Dios. ¿Quién está, pues, en lo cierto, ¿la hueste cristiana de Ramiro, o los españoles de todos los tiempos? Nosotros creemos que los últimos. Pero… pero como los enemigos antihispánicos -sobre todo si son “hipercríticos” de la Historia- darán más crédito a los testigos “oculares” de Clavijo, que vieron un “fantasma”, lo que hayan visto o puedan ver los demás no puede ser otra cosa que “fantasmas”… ¡o cuentos chinos! A esta conclusión pueden llegar a los lectores de un artículo redactado de esa guisa.
Y como final: “Así, la historia sencilla y borrosa de nuestro Santiago ecuestre, más propia para poetas que para investigadores: más adecuada para hombres de realidades urgentes que para estetas contemplativos; comprensible quizá solamente para hombres-niño, para hombres-alma”. Vamos a ver:
1º Si la historia sencilla de Santiago está borrosa, ¿por qué ha de ser más propia para poetas que para investigadores? ¿No es, acaso, la función de los investigadores descubrir lo escondido, sacar a luz lo inédito, aclarar lo borroso?
2º En el supuesto de que sea más propia para poetas, ¿por qué ha de ser más adecuada para hombres de realidades urgentes que para estetas contemplativos? ¿Es que los estetas contemplativos no tienen, quizá, más de poetas que de hombres de realidades urgentes?
3º ¿Por qué la historia de nuestro Santiago ecuestre si es sencilla -aunque sea algo borrosa- ha de ser solamente comprensiva para hombres-niño y hombres-alma? Para estos dos tipos de hombre no negamos que lo sea; pero sí afirmamos rotundamente que también lo es para aquellos HOMBRES-HOMBRES que tienen FE ABSOLUTA en la Divina Providencia y que ésta puede, si le place, intervenir en los hechos de nuestra Historia, sin estar supeditada a tener que dejar algún documento para que el día de mañana los hipercríticos declaren su autenticidad o digan que es… ¡APÓCRIFO!, como esto último saben muy bien hacerlo.
Y para que se convenza nuestro autor, Gabriel Palacios (a quien consideramos HOMBRE-HOMBRE), de que Santiago no es ningún jinete fantasmal, nos atrevemos a proponerle dos cosas: 1ª Que lea el libro de Julián Cantero Orive “LA BATALLA DE CLAVIJO”. Logroño, 1944. 2ª Que el día 23 de mayo de 1970 nos acompañe en el IV Viaje Peregrinal Santiáguico que realizará (si Dios quiere) la Hermandad de Campeadores Hispánicos para celebrar solemnemente la Festividad religiosa, auténticamente litúrgica, de la APARICIÓN de Santiago en Clavijo, en la Basílica y Real Capilla de Monte Laturce del propio Clavijo.
¡SANTIAGO Y CIERRA LA HISPANIDAD!
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