ALABANZAS DE ESPAÑA
ELOGIOS DE LA TIERRA ESPAÑOLA:
248
“Todos alaban la tierra española y confiesan que no hay ninguna en el mundo como ella. Los dioses dieron a los iberos lo mejor que tenía cada uno: Palas, sus olivos; Ceres, sus mieses; Pales sus rebaños; Baco, sus viñedos; Pomona, sus árboles frutales. Los céfiros la cubrieron de flores y de hierbas medicinales, con las cuales hubiera podido volver a la vida el desdichado Hipólito, si las hubiera tenido a mano, para curarle, el hijo de Quirón; y los hijos de Esculapio hubieran podido curar con ellas a todos los heridos de la costa Sigea.
El laurel, que ciñe las frentes de los poetas y de los vencedores, se da mejor en España que en el mismo Parnaso. En España se dan también y se desarrollan con toda pujanza el cidro, cuya fruta exquisita se reserva para las mesas de los reyes, el boj de Cibeles y la pomposa haya; el abeto y el árbol de Dodona, que recuerda los antiguos oráculos de los griegos; el pino, el mirto y el acebo, el enebro incorruptible y el fúnebre ciprés.
¿Y qué decir de sus verdes praderas y de sus islas Afortunadas? En estas islas fingieron los poetas que estaban los Campos Elisios, mansión de los bienaventurados. A ellas iban, al morir los que habían derramado su sangre o dado su vida por la Patria, los sabios, los poetas y los oradores famosos y todos aquellos que habían guardado inviolablemente las leyes de la honestidad.
En España arrastran los ríos pepitas de oro entre sus arenas, hay minas abundantes de plata, de minio, de cobre y de hierro y criaderos de sal más blanca que el mármol de Paros y la nieve de Escitia. En ella no hay tigres ni leones como en África, ni grifos como en Escitia, ni dragones horribles que envenenan el aire con su aliento. Aquí el labrador rompe la tierra con poderosas yuntas de bueyes, unce el carro de los novillos para domarlos o los deja pacer libremente en las dehesas para correrlos en la plaza. Las cabras despuntan los verdes arbustos y tornan a casa por la noche con las ubres henchidas de sabrosa leche. Damón las ordeña. Coridón prensa los redondos quesos y los pone a secar en zarzos de mimbre, y una vez secos los guarda Galatea en la despensa. Producen las ovejas lana abundante, cuyos blanquísimos vellones deslumbrarían de nuevo los ojos de Diana.
Por acá se oyen los relinchos de un caballo que corre veloz de una parte a otra, amusgando las orejas y agitando orgulloso la crin en torno de la frente, como un penacho de guerra; por allá aparece un bravo guerrero blandiendo sus armas contra aquellos grandes generales a quienes recibió un día en triunfo la soberbia Roma y les entregó el cetro del mundo. Mientras otros pueblos enviaban a la capital del Imperio aceite, vino, cereales o grandes cantidades de oro y plata y de piedras preciosas, España enviaba lo que sólo ella podía enviar: hombres capaces de gobernar a todo el mundo, pues sólo ella produce hombres dignos del cetro y de la corona.
No hablemos del rey Hispán, del cual, según dicen, se derivó el nombre de España. Prescindamos también ahora de los godos, que vinieron mucho después, y de los reyes de la Reconquista –los Ramiros y Ordoños, los Alfonsos y Enriques, los Jaimes y los Juanes- humillaron mil veces los estandartes de la media luna y legaron a la posteridad un nombre glorioso.”
JUAN SOBRARIAS (1464-1528), ‘Panegyricum Carmen de gestis heroicis Ferdinandi Catholici’.
ALABANZA DE ESPAÑA:
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“Dios te salve, deseada de mi corazón, y Dios quiera que un día el cielo, la tierra y el mar no reconozcan más cetro que el tuyo. Dios te salve, ubérrima tierra española, imán de mis amores y de mis deseos: sólo pido a Dios que te haga señora del mundo y que todo lo que hay en él lo ponga en tus manos, Hesperia occidental, a quien yo adoro.”
PEDRO MÁRTIR DE ANGLERÍA (1457-1526), ‘Salutación a España’.
250
“Nuestros modernos españoles no son menos que Saturno o Hércules o cualquiera de los antiguos que investigaron nuevas regiones y las pusieron en cultura. ¡Oh, cuán latamente extendida verán los venideros la religión cristiana! ¡Qué largos viajes podrán hacer ya los hombres! Lo que entiendo acerca de estas cosas, ni de palabra ni con la pluma me es posible expresarlo.”
PEDRO MÁRTIR DE ANGLERÍA, ‘Primera Década Oceánica’, Libro X.
251
“Mientras Italia yace desangrada y convulsa, sin que nadie, ni sus propios hijos, se compadezca de ella, tiende España sus alas más poderosas cada día, y de tal modo va dilatando su imperio que la gloria de su nombre llegará hasta los antípodas”.
PEDRO MÁRTIR DE ANGLERÍA, ‘Carta CXLVII’ (Alcalá, 1494)
252
“¡Ay de ti, España! Ha muerto aquel Fernando de Córdoba, llamado por antonomasia el Gran Capitán, que fue el primero en estos tiempos que puso tu nombre sobre las estrellas. Estabas arrinconada y no era conocido el valor de tus soldados. Gonzalo te dio a conocer y te ganó fama inmortal.”
PEDRO MÁRTIR DE ANGLERÍA, ‘Carta DLVII’ (Madrid, 1515)
DE LOS NOMBRES DE ESPAÑA:
253
“Según Plinio y otros autores escribieron, España, que es la primera región en el poniente, concluye y cierra los términos de Europa. Muchos afirman que se llama España por Hispali, que es una ciudad señalada en el Andalucía, la cual hoy se
llama Sevilla. Otros dicen que se llama España de Hispano, nieto de Hércules. Los escritores griegos y latinos la llaman Iberia o Ibera por el río Ebro, que se llama en latín Ibero, y de aquí se dice Ibérico el mar de España. Mas escribieron algunos que el río Ebro y la provincia Iberia tomaron nombre de Ibero, que dicen haber sido segundo rey de España, después de Túbal. La sentencia de los cuales, ni contradiciéndola ni aprobándola, la dejamos a juicio de otros. Llámase también
Hesperia por una estrella occidental que se llama en latín Hespero, o según quiere el Higinio y otros autores, dícese Hesperia, de Hespero, hermano de Atlante, el cual, huyendo de su hermano a Italia, la llamó también Hesperia de su nombre, y así, cuando decimos solamente Hesperia entiéndese por Italia, y cuando decimos Hesperia última entendemos por España. Por lo cual dijo Horacio: «Volvió de la última Hesperia vencedor.» Diodoro Sículo escribe que Hesperia no tomó el nombre de Hespero, sino Hesperi, su hija, que se llamó Hesperis.
Llámase también Celtiberia, de unos pueblos de Francia que se dicen celtas, los cuales antiguamente salieron de su tierra y llegaron al río Ebro, y de allí su nombre, y del nombre del río pusieron nombre a la provincia y a los pueblos, llamándolos celtíberos, y a la provincia Celtiberia, y por eso dijo Lucano: «Los celtas, desterrados de su antigua patria, mezclaron su nombre con los iberos.»
LUCIO MARINEO SÍCULO (1460-1533), ‘De las cosas memorables de España’
DEL ASIENTO Y FORMA DE ESPAÑA:
254
“Justino dice que la forma de España es cuadrada, mas otros la pintaron semejante a un cuero extendido, y así lo demuestran en la traza. Está puesta entre África y Francia, y la cerca el mar Océano y el Mediterráneo y los montes Pirineos, y como muchos escritores han dicho que España es menor que África y que Francia, es, empero, mucho más fértil que entrambas. Porque ni es tan caliente como África ni tan ventosa y fría como Francia. Mas tiene el medio y goza de soles templados en el invierno y en el estío, y de aquí viene que las
lluvias son muy provechosas y vienen con razón, y son causa de mucha fertilidad de todas las cosas que abastecen no solamente a España, mas también a otros reinos y provincias, y aun a Italia, la cual abunda de todas cosas.
Es la tierra de España grande en sitio y muy poblada, y, como dijimos, está
cercada con el mar Océano y con el Mediterráneo y con los montes Pirineos, adonde se junta con la provincia de Francia que se dice Aquitania. Y en esta traviesa del un mar al otro hay camino casi de cinco días, que son ciento y cincuenta millas, y, según escribe Apiano, tiene en largo desde las columnas que
dicen de Hércules y del mar de Cádiz hasta los montes Pirineos cuasi diez mil estadios, y en anchura, desde Cartagena hasta el puerto de Laredo, es algo más angosta; y en el circuito a la redonda, ansí como está atajada de los dos mares y
de los montes Pirineos, tiene cuarenta mil estadios, y es de saber que un estadio tiene ciento y veinticinco pasos, y un paso tiene cinco pies y medio, poco más o menos.
Muchos de los que han escrito quieren que España sea la cabeza y principio del mundo. El Plinio, describiendo a Europa, dice de esta manera: ‘En ella está España, que es la primera de las tierras’, y el mismo dice en otra parte: ‘Toda la redondez de la Tierra se divide en tres partes: Europa, Asia y África, y
encomienza del Poniente y del mar de Cádiz.’ Mas, a la verdad, poco le va a España que sea el principio o el cabo de la Tierra, y por esto, dejada esta cuestión aparte, diremos primeramente de algunas cosas que la tierra de España engendra y produce de suyo, y luego hablaremos de las provincias, ciudades
y villas y de los primeros moradores de ella, y de los reyes y emperadores y de sus hazañas; y también escribiré de los santos y mártires y de los varones ilustres en los hechos y oficios de caballería y en otras obras virtuosas, y también de los varones doctos y señalados en letras que en ella han florecido, y esto será contado con verdad y brevemente”.
LUCIO MARINEO SÍCULO, ‘De las cosas memorables de España’
DE LAS COSAS QUE HAY EN ESPAÑA EN ABUNDANCIA:
255
“Ciertamente que como España está puesta debajo de una próspera región del cielo, la cual los griegos llaman clima, lleva la ventaja a muchas provincias de todo el mundo en la hermosura de su asiento, en los aires más saludables y vientos sanos y fuentes de aguas excelentes, y no menos en gentileza de montañas y bosques; en la fertilidad de la tierra, en abundancia de pastos, en los frutos de los árboles, en todo género de ganados mayores y menores, y en caballos, mulas y otros animales ; y en puertos de mar muy grandes y seguros, y muy deleitosas riberas y de ríos y señaladas fuentes, y en campos, prados y valles, y en caza de aves y otros animales terrestres y de montería, y en pescados de mar y de ríos. Abunda también de vinos, aceites, miel, azúcar, lana, lino, cáñamo, esparto, junco, rubia, bermellón, azogue, alumbre, jabón, vidrio, piedras transparentes a manera de espejos y vidrieras, azabache, jaspe. Ítem, romero, azafrán, cera, pez, resina, grana, seda, algodón, mármol, alabastro, greda, hierro, cobre, plomo, escoria, estaño, plata, oro y otros metales y cosas necesarias a los hombres hay en España en mucha abundancia.
Mas de más de esto dijo que España fue gobernada de príncipes muy excelentes, y especialmente en nuestros tiempos. Tiene también capitanes esforzados y prudentes, caballeros animosos y toda gente muy belicosa. Hay en ella grandes y muy sabios prelados y sacerdotes muy religiosos. Los ingenios, así de varones como de mujeres, son muy vivos. Hay estudios generales y las artes mecánicas florecen mucho en ella. También hay muchas y señaladas ciudades, grandes y ricas villas. En España hay cerca de sesenta y seis iglesias catedrales, las cuales en otra parte nombraremos, contando la renta de cada una; diremos asimismo cuántas casas hay en España de caballeros y de títulos, y cuánto tiene cada uno, porque hemos visto y contado en España ciento y cincuenta principados entre caballeros y prelados. Hay además de esto en España grandes palacios reales y casas muy suntuosas de grandes señores y de otras personas particulares. Así que, no sin causa, muchos escritores hicieron mención de las grandes casas de España, y yo no solamente las he leído, más aún, he procurado de ver todas particularmente y, maravillado de ellas, me volví a escribir como hombre agradecido por las buenas obras y honra que de la gente Española he recibido.”
LUCIO MARINEO SÍCULO, ‘De las cosas memorables de España’.
SALUDO A SU PATRIA:
256
“Salve, tú, mi casita, y vosotros, Penates;
salve, Lares, que fuisteis de mi cuna los almos testigos.
Respiré aquí las auras rosadas del día primero;
aquí la primera nodriza me dio el pecho florido.
Aquí su primera sonrisa, los padres;
y en este lugar mis primeros vagidos llorosos.
Aquí se meció, entre canciones, mi cuna.
Aquí, por dormirme, cantaba mi madre.
Aquí dulce carga fui del cuello del padre suspensa
y fui peso feliz del regazo materno.
Aquí gateaba de niño. Este suelo sostuvo mis manos:
Cuadrúpedo fui por la tierra solar en mis juegos.
Aquí acompasó la sonaja a mis primeros pasos dudosos
y a mi madre ofrendé, acariciante, mis medias palabras.
Estas tierras, jugando con otros muchachos,
me vieron un día ganar y perder las nueces.
Aquí, en largas cañas montados, hacíamos guerras.
Aquí la rodante fortuna del trompo turbaba mi angustia.
¡Acógeme salvo después de tan largos peligros.
Después de los años que huyeron, acógeme salvo!
Acoge al que vuelve: no reniegues del hijo que torna,
porque él ciñe de honor y de gloria tu nombre.
Piedad de mis lares paternos, no acuses
mi pereza en volver a la tierra nativa;
ni los días acuses que tardé en ver de nuevo
tu rostro que debe fingirme sonrisas de dioses.
¿Qué sería de ambos -¡oh Patria!- si, ocioso,
me dejara llevar abrazado a tu dulce cariño?
Ella fuera ignorada por años sin número
y en el mundo mi nombre cubierto de sombra.
Porque gracias -¡oh Patria!- a mi pluma afanada,
viviremos del Tiempo y la Fama loados.
No tuve otro afán recorriendo los mundos
tras el dulce deleite del saber fugitivo.
Si la frígida muerte, sin cortar mi carrera,
me dejara vencer los sesenta colmados;
si las musas me dieran la tranquila vejez bien ganada
y la Parca no quiebra mis frágiles hilos;
la tierra nativa, la maestra rectora abundante
en su seno de paz guardará mis heladas cenizas.
Aquí, el puerto final de mi vida; el descanso
de la pena y el dulce reposo hallaré de la muerte.
Aquí, donde yace la madre tan pura, y robadas
nos fueron, tan niñas, las dulces hermanas.
Y de ti ¿qué diré, mi carísimo hermano,
que moriste, cual héroe, por Cristo y la Patria
a los buitres dejando tu roto cadáver
y al señor de los Cielos el alma transida?
¡Aquí, donde el sueño del padre se unirá a los abuelos;
aquí, en la familia mezclada de polvo,
gozaré, por lo menos, después de la muerte,
la dulce presencia que en vida no tuvo mi amor!”
E. A. NEBRIJA (1441-1522)
ALABANZA DE LA ESPAÑOLA:
257
“Desde allí vieron otra isla al oriente distante de estas diez y ocho leguas, la cual puso nombre Cristóbal Colón, la Española, e fueron allá, y siguiendo la parte del Septentrión, ansí como de la Juana, de la cual todas las otras y ésta, vieron ser hermosísimas a maravilla, y esta Española mucho más famosa que todas las otras, que en ella hay muchos puertos de mar muy singulares, sin comparación de buenos, y los mejores que tierra de christianos se pueden hallar; y muchos ríos y grandes a maravilla; las tierras de ella son altas y en ellas hay muy altas sierras y montañas altísimas, hermosas y de mil hechuras, todas andables y llenas de árboles, de mil hechuras y naturas, muy altos, que parece llegan al cielo, creo que jamás pierden la hoja, según por ellos parecía, que era en el tiempo cuan do acá es ivierno, que todos los árboles pierden la hoja, e allá estaban todos como están acá en el mes de Mayo; y de ellos estaban floridos, y de ellos en sus frutos y granas; y allí en aquellas arboledas cantaban el ruiseñor, y otros pájaros en las mañanas en el mes de Noviembre, como hacen acá en Mayo; allí hay palmas de seis ó siete maneras, que es admiración verlas, por la diversidad de ellas; de las frutas, árboles, yerbas que en ella hay es maravilla; hay en ella pinares, vegas, y campiñas muy grandísimas; los árboles y frutas no son como los de acá; hay minas de metales de oro, el cual no era estimado de ella en su valor.
Pareció a Christóbal Colón, y a los demás que con él fueron, que según la grosedad y hermosura de las tierras, que serían de mucho provecho para labrar, plantar y criar mieses y ganados de acá de España, y por tales las reputaron. Vieron en esta isla Española muy grandes ríos y muy dulces, y supieron que había mucho oro en ellos entre las arenas. Vieron que los árboles montesinos no parecían a los de acá. Vieron y supieron por los indios cómo en aquella isla había grandes minas de fino oro, y de otros metales.
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La isla Española, a quien los indios llaman Haití, es entre las otras ya dichas ansí como oro entre plata; es muy grande, e muy fermosa, de árboles, de ríos, de montes, de campos, es de muy fermosos mares e puertos; tiene un circuito más que toda España desde Colibre, que es en Cataluña, cerca de Perpiñán, por la costa del mar de España en derredor de Granada, y Portugal y Galicia, e Vizcaya fasta Fuenterrabía, que es en cabo de Vizcaya; e ellos anduvieron ciento y ochenta y ocho leguas en quadro por derecha línea de Occidente a Oriente, y por aquí pareció su grandeza de esta Española, que es muy grande, y está en lugar más convenible y mejor comarca para las minas del oro y para trato, así de tierra firme de acá, como de la tierra firme de allá”.
ANDRÉS BERNÁLDEZ, “el cura de los Palacios" (1450-1513) ‘Historia de los Reyes Católicos Don Fernando y Doña Isabel’.
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