Giulio, lo que mencionas es falso.
Chile tuvo varios problemas de gobernabilidad, aunque claramente menores a los del resto de hispanoamérica (gracias, Diego Portales, por el favor concedido).
Entre 1823 y 1831 hubo un período de baja gobernabilidad y sucesión rápida de varios gobiernos. Ello culminó en una guerra civil (la guerra civil del '29, por darse en 1829), principalmente entre los llamados "pipiolos" (liberales, principalmente, pero en un sentido diverso al actual) y los "pelucones" (conservadores de diversa especie), en que los buenos vencieron.
Posteriormente, en 1837, se produce un golpe de estado fallido: el asesinato de Don Diego Portales y Palazuelos (ministro del Interior, Exterior y de Guerra y Marina -si la memoria no me falla-). Su efecto es contrario al perseguido y la nación enardece contra los conspiradores y de Andrés de Santa Cruz y Calahumaña, tirano gobernante de la confederación perú-boliviana, con la que Chile estaba en guerra.
En el gobierno de Manuel Montt hubo varios intentos golpistas y algunas guerras civiles de menor envergadura.
Con posterioridad, tras el fin de los gobiernos conservadores, y la llegada al poder de los laicistas, se da en 1891 la guerra civil más importante de la historia de Chile, tras la guerra civil independentista.
No sé si el entonces presidente Balmaceda será tío del autor del libro, pero me parecería extraño, porque Balmaceda fue muy extraño en sus ideas, y tenía mezclas de liberalismo -su partido-, conservadurismo, y de nacionalismo -de corte liberal-, mientras que el Eduardo, siendo un hispanista, monárquico y profranquista, poco tiene de liberal, y encausa perfectamente en el perfil que tiene el hispanismo en Chile: de derechas, conservador, si es que no reaccionario, fuertemente católico y antilaicista.
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