La absoluta mala fe de los musulmanes

En los países donde son minoritarios, los musulmanes están obsesionados por los derechos de las minorías, por el contrario, en los países donde son mayoría, las minorías no tienen ningún derecho.





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mayo 24, 2018
in De la prensa, Socialismo real

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Por: Kamel Daoud, Amazigh24.


En los países donde son minoritarios, los musulmanes están obsesionados por los derechos de las minorías, por el contrario, en los países donde son mayoría, las minorías no tienen ningún derecho.

Resumámoslo para la gente corta de luces: insultar al Islam está penado por la ley. Si un occidental se atreve, lo menos que le puede pasar es que lo encarcelen, y lo peor que lo decapiten.

Pero los insultos al cristianismo, al judaísmo, al budismo o al animismo son moneda corriente. Están autorizado cada viernes, en las mezquitas, los libros en los medios de prensa y en los cafés.

Prohibir un minarete en Europa es islamofobia. Pero impedir la construcción de una iglesia o de una sinagoga o de un templo no es un delito, ni puede considerarse racismo. Incluso, como ha ocurrido en tiempos de conquista, pueden ser incendiados, destruidos y hasta prohibida la reconstrucción de los mismos.

Evocar el origen de las personas por el color de la piel, el acento, y los sacrificios rituales durante las fiestas religiosas es racismo. Está prohibido por la ley. Es un signo de decadencia, de intolerancia y de rechazo al otro. Puro fascismo.

Pero tratar a los subsaharianos en los periódicos argelinos como a enfermos, acusarlos de pedofilia, como por ejemplo Echourouk, o de ser delincuentes y ladrones, eso es normal. Entra por consiguiente, en la rutina de lo evidente, de lo verdadero.

Un argelino, un árabe, cualquier musulmán, tiene el derecho de ponerse un velo, el Kamis o llevar la barba en Europa. Pero un cristiano o un budista no se atreverá jamás a llevar una sotana en nuestros pueblos, en nuestros barrios populares, en los espacios públicos. Lo lincharían o acusarían de hacer proselitismo. Sería detenido por la policía, internado y luego expulsado del país. Si es argelino, sería amonestado por el juez y encarcelado.

Celebrar la navidad en nuestro país está prohibido, significa que el individuo ha sido asimilado o colonizado. Pero celebrar la Fiesta del cordero u otras festividades religiosas en cualquier parte del planeta, degollar un animal, es un derecho que tienen los hombres libres en democracia.

Denunciar la islamofobia es necesario y legítimo. Pero decir lo que acabo de escribir, significa que estoy a favor de Occidente, que soy pro judío, o sea que estoy contra Alá, contra la independencia de Palestina y la Nación, que estoy buscando la bendición de los Ennassara, de los judíos, o corriendo detrás de los premios y los honores.

Esperar una visa durante un mes es la prueba de que Occidente se está cerrando, prohibiendo la libre circulación. Pero esperar tres meses por una visa para venir a mi país es algo normal que no merece la pena denunciar.

Que nos prohíban llevar la burka o el velo es signo de intolerancia y de deriva totalitaria del resto de la humanidad. Sin embargo, parece natural que aquí se nos prohíba llevar un nombre occidental, una cruz en evidencia, o ponerse una gorra, no digamos ya la kipá, para entrar al ayuntamiento.

La lista es larga. Nos ciega el etnocentrismo que impera en los cafés y que ha impregnado las élites musulmanas. Es muy fácil denunciar a Occidente y al resto de la humanidad por nuestros defectos, enfermedades, neurosis sin atrevernos a hacerlo desde aquí. Exigimos que se respeten los valores universales que nos hacen humanos, pero no en nuestros propios países.

Queremos que el resto de la humanidad nos acepte tal y como somos, pero no estamos dispuestos a tolerar creencias que nos vienen de otros pueblos.

De hecho, escribir lo que precede puede molestar a algunos en Occidente, porque significa que se está facilitando el trabajo de la extrema derecha. Pero no podemos utilizar este subterfugio para callar los crímenes que comete nuestra gente. No poder denunciar la injusticia aquí por miedo a que se comentan iniquidades allá, además de ser una falsa excusa es inmoral.

¿Por qué decirlo ahora? Porque ya aburre de leer artículos en los periódicos, de escuchar ciertas opiniones y debates… porque es inmoral de callarse la boca, y porque cansa esta hipocresía cómplice. Es necesario denunciar lo que está pasando, porque cuando vienen los males, todos los tiempos son iguales.


Kamel Daoud, es un periodista y escritor argelino.



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Fuente:

https://eldiariodelamarina.com/la-ab...os-musulmanes/