Desirée, violada hasta la muerte.
REPORTAJES
Desirée, violada hasta la muerte durante 10 horas por 12 senegaleses: el crimen que conmociona Italia.
- La italiana, encontrada en la llamada ‘Casa de la droga’, donde tradicionalmente se compra heroína, murió asfixiada.
- Matteo Salvini ha aprovechado el suceso para hacer campaña a favor de su política de inmigración.
- Detenidos cuatro jóvenes por agredir sexualmente a una discapacitada
- La brutal agresión a martillazos de un camionero contra dos ciclistas
Italia amanece conmocionada cada mañana desde que se encontró el cuerpo de Desirée Mariottini. La joven, de 16 años, fue encontrada en un edificio ocupado de Via dei Lucani, en el histórico barrio de San Lorenzo de Roma.Fue violada por una docena de hombres durante 10 horas y después asesinada. Los agresores, al taparle la boca para que no gritara, la mataron por asfixia. Aunque, por el momento, se investiga hasta a 10 personas, sólo hay dos inmigrantes ilegales de origen senegalés detenidos.
Matteo Salvini, vicepresidente del Consejo de Ministros de la República, acudió inmediatamente al barrio de San Lorenzo y condenó lo ocurrido, haciendo un alegato por su política de inmigración, por su plan de desalojos y culpando a“estos negros”, como se les está llamando despectivamente en Italia, de lo ocurrido.
Matteo Salvini llega a San Lorenzo.
Desirée fue encontrada en la llamada ‘Casa de la droga’, donde se vende y consume heroína. Entre las causas que podrían haberla llevado hasta allí: tratar de recuperar un móvil robado (o que había intercambiado por droga) o que directamente quería comprar drogas. Esas sospechas existen porque era consumidora habitual. De hecho, desde agosto, la víctima estaba inscrita en el programa público ofrecido por el sistema nacional de salud para desintoxicarse.
Causas aparte, Desirée entró allí el jueves 18 de octubre y su cuerpo se encontró un día después, el 19. Allí, los presuntos autores del asesinato, la violaron durante 10 horas, abusaron de ella y la mataron asfixiada tras taparle la boca para que no gritara. Una llamada anónima informó de que dentro del edificio había una niña muerta. Allí llegaron los servicios de emergencia, pero no pudieron entrar hasta que llegaron la Policía y los médicos.
Desirée, violada y asfixiada por dos senegaleses.
Allí, se la encontraron tirada en el suelo. No pudieron hacer nada por salvarla. Estaba muerta. Los agentes, después, detuvieron por el crimen a dos senegaleses, Mamadou Gara, de 26 años, y Brian Minteh, de 43 años, acusados por violencia sexual en grupo, cesión de drogas y homicidio voluntario con la circunstancia agravante de crueldad.
El caso ha dejado a Italia en shock. Desde que se conoció la muerte de Desirée, cientos de personas han dejado mensajes de solidaridad: velas, pancartas, flores…
Fuente.
«Buenismo demente» por Juan Manuel de Prada para el periódico ABC, artículo publicado el 29/X/2018.
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La atroz muerte de la adolescente Desirée Mariottini nos invita a reflexionar sobre el espinoso asunto de la inmigración. Durante mi más reciente estancia en Italia, tuve ocasión de leer un artículo en La República del psicoanalista Massimo Recalcati, en el que se analizaban (sin la farfolla de tópicos al uso -que si fascista, que si populista, que si patatín, que si patatán- que emplean los botarates sistémicos) las razones del éxito de Matteo Salvini. «La política, lúcida y sin prejuicios, de Salvini -escribía Recalcati- ha conseguido transformar la Liga, antaño un movimiento popular vinculado a un territorio específico, en un auténtico partido nacional. (…) En términos psicoanalíticos, Salvini ha sabido aprovechar la pulsión securitaria que para Freud es la base de toda psicología de masas. La defensa de la identidad propia, el rechazo del extranjero, la prevención contra la amenaza del forastero, antes que xenofobia o racismo es, nos guste o no, una inclinación natural del ser humano. Toda filosofía política que ignore este dato se arriesga a incurrir en un idealismo impotente».
En realidad, no hace falta recurrir a Freud para reconocer esta inclinación natural humana, ligada al puro instinto de supervivencia, que sólo puede ser corregido -con ayuda de la gracia divina- por la virtud de la caridad, que vence el miedo al forastero para auxiliarlo material y espiritualmente. Pero en esta época enferma en que las virtudes cristianas han sido falsificadas, los gobernantes buenistas pretenden que las sociedades dimitan de los instintos que las protegen, admitiendo insensatamente en su seno al forastero del modo más hipócrita concebible, brindándole (miras dura el escrutinio de las cámaras) un auxilio material que es pura fachada y fingiendo que no requiere ningún tipo de auxilio espiritual. Esta retórica buenista, tan vacua como criminal, se halla en realidad al servicio del protervo capitalismo global que, a la vez que fomenta el antinatalismo entre los oriundos de las naciones que desea destruir, se provee de un «ejército de reserva» (permítasenos el empleo de la expresión marxista) que suministre mano de obra cada vez más barata y precaria y, por lo tanto, contribuya a la acumulación del capital. Y todo ello, mientras se reduce definitivamente a escombros la identidad cristiana de las naciones destruidas. Pues no debemos olvidar que detrás de toda cuestión política subyace siempre una razón teológica.
El artículo que citábamos al comienzo del artículo lo leímos en la estación de autobuses de Viterbo, por la que merodeaban decenas de africanos, todos ellos residentes ilegales, que vendían droga a los adolescentes o se subían a los autobuses, en algunos casos para emplearse (de forma también ilegal) en los oficios más duros, en la mayoría para seguir con su trapicheo por los pueblos de la Tuscia. En la estación de Viterbo asistí en cierta ocasión a escenas desgarradoras, protagonizadas por muchachas que podrían haberse llamado Desirée Mariottini y acababan yéndose con un grupo de negros a la fronda de un parque próximo. En los autobuses regionales de Viterbo ya apenas viajaban viterbeses, por temor a verse envueltos en algún altercado con los africanos, por temor a contraer alguna enfermedad o padecer alguna infestación.
A principios de septiembre, coincidiendo con la celebración de Santa Rosa, Salvini visitó Viterbo, donde fue acogido por los lugareños con vítores y aplausos, como si fuese un héroe salvador. Es la consecuencia inevitable de un buenismo demente que ignora las nociones antropológicas más elementales y practica un simulacro hipócrita de caridad, mientras sirve los intereses del capitalismo global.
https://www.abc.es/opinion/abci-buen...0_noticia.html
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