Al respecto de las consideraciones trazadas no puedo estar más de acuerdo en que lo que aquí viene suele ser la peor chusma. En la región de Murcia se da la mayor tasa de homicidios (aunque estrictamente muchos son asesinatos) de toda España, siendo una de las zonas -si no la más- azotada por la inmigración.
No obstante, sí que he podido comprobar que parte de la población inmigrante está movida por necesidades. Por lo que creo que una solución realista -expulsarlos a todos es pura utopía- seria realizar una política de discernimiento sobre las causas de la inmigración frente a la suicida y etnicida regularicación masiva. A ello contribuye también -hay que decirlo- el aburguesamiento brutal de la población y la juventud española. Con la tonteria de los estudios universitarios ya nadie quiere continuar el muy respetable trabajo campesino. Y hay momentos en los que no queda otra opción que contratar mano de obra foranea. Aunque en esos casos -y yo mismo lo he sufrido- la mano de obra inmigrante realiza una competencia desleal. Hace unos cinco años empezaron a llegar a la huerta los primeros inmigrantes. Eran gente trabajadora. Pero con el tiempo se empezaron a aliar entre ellos y exigieron a los patrones el contrato de cuadrillas enteras de inmigrantes, evidentemente con unas contraprestaciones menores que las que pedian los españoles -y que eran las reguladas oficialmente-, pero que eran muy suficientes para el nivel de vida al que aspiraban (que nadie se engañe,un patrono español por lo general no explota a nadie más de lo que el propio inmigrante quiere). Por lo que se crea un círculo vicioso.
Respecto de la consideración sobre los indios. A mi me disgutan sobremanera muchas actitudes de ellos. Pero hay excepciones. Como la de un matrimonio de bolivianos que conocí que vinieron a España con sus siete hijos para operar a uno de ellos de cornea -una operación rutinaria que la S.S. boliviana no cubría-. Pues bien, esta gente estuvo aquí dos años, trabajando a mansalva y cuando por fin pudo operarse el hijo volvieron a su país. Aparte he de decir que eran gente con una educación exquisita, agradecidos, que rechazaban la caridad y que inculcaban a los hijos una educación que ya quisieran muchos españoles. Eran además católicos sinceros y no permitían que delante de ellos nadie -español o extranjero- blasfemase. En Semana Santa se integraron perfectamente en la cofradía del Santísimo Cristo del Refugio y cuando volvieron a Bolivia me consta que dejaron una gran donación a la misma. O sea, que aquí también cabria un discernimiento, y Batzegada deberia de apoyar la discriminación positiva en favor de los inmigrantes católicos. A pesar de que la mayoría de los centroamericanos suelen ser unos paganazos precolombinos hay excepciones. También podria referirme a unos peruanos mestizos que promueven la Misa Tradicional y son unos firmes defensores de la obra de España en América. Así que salvado el indiscutible principio de preferencia nacional estimo que determinada inmigración hispanoamericana no es tan perniciosa si se controla y se limita a casos de necesidad material. Asimismo he comprobado que por lo general no vienen con ánimo colonizador y desean volver a su tierra en cuanto prosperan un poco (a nadie le gusta verse forzado a salir). No creo que haya comparación posible con los valores y la cosmovisión del fatalismo musulman, que ese por lo general viene con ánimo prepotente, reivindicador de Al-Andalus y verdaderamente colonizador.
La inmigración del este me ha decepcionado muchisimo por su inmoralidad galopante. No suelen trabajr en el campo y prefieren trapichear con fulanas y drogas, cuando no con robos de coches. Escuchan además una música asquerosa -peor que el muy odioso regaton- llamada "manele", mezcla de ritmos gitanos y turcos. Y además no son ni ortodoxos (o focianos) sino miembros de sectas pentecostales y barbaridades parecidas.
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