Desde luego, la palabra "género" no tiene cabida en esos contextos. Se nos ha colado desde el omnipresente inglés, idioma que prácticamente carece de género gramatical y en el que la palabra "gender" lo mismo se aplica al género gramatical que al sexo diferenciado masculino o femenino. En realidad, mujer y hombre son un mismo género: género Homo, especie sapiens.

Es cierto que el español es una de las lenguas más ricas que hay, tanto en vocabulario como en recursos expresivos. Es frecuente ver comparaciones según las cuales el inglés tendría un millón (según algunos dos) de vocablos, el español unos cien mil, el frances cuarenta y tantos mil y así. En realidad, es un mito que no se sostiene. Se refieren siempre al número de entradas en los diccionarios. Pero yo llevo años manejando diccionarios y no me la pueden dar con queso. Todos los diccionarios de habla inglesa, más que diccionarios de la lengua, son glosarios o vocabularios. Un elevado porcentaje de entradas constan de dos palabras, y en algún caso raro de tres. En español son excepcionales las entradas dobles, muy raras en el DRAE. Lo habitual es ponerlas como entradas secundarias dentro de la principal. Si a eso añadimos que los diccionarios de habla inglesa son también diccionarios enciclopédicos, y no conozco ninguno que lo sea meramente de la lengua, resulta que un alto porcentaje de entradas son nombres propios. Y como tampoco tienen reparo en incluir los extranjerismos que se usan habitualmente, terminan hinchando desproporcionadamente el número de vocablos, pero si elimináramos los extranjerismos, entradas dobles y nombres propios, el supuesto millón quedaría reducido a no más de trescientas o como mucho cuatrocientas mil voces. No me gusta emplear términos extranjeros sin necesidad. Pero comprendo que si circulan hay que reunirlos en un glosario, que se publicar en un volumen separado, o si acaso en un apéndice, pero sumarlos al acerbo del idioma es hacer trampa. Hablando de esta facilidad para apropiarse indebidamente de vocablos ajenos, Unamuno llamó al inglés lengua de presa, y a mí me parece que en esto tenía mucha razón y añado que me parece muy lógico que hagan eso en un idioma de piratas. Yo no me opongo a incluir extranjerismos cuando no haya equivalentes. Lo malo es que la mayoría sí tienen equivalentes, y se usan voces bárbaras por esnobismo o para dárselas de modernos, aunque también por contagio cuando se repiten mucho. De todos modos, si se quisiera se podría evitar. Hasta tiempos recientes, el alemán se distinguía por crear todos los neologismos necesarios a partir del vocabulario propio, sin adaptar extranjerismos. Y el latín actual es una lengua muy rica en la que se puede hablar de cualquier tema de actualidad y no ha tenido que recurrir a otras lenguas para tomar préstamos relativos a temas de ciencia o tecnología. De todos modos, considero que en en la mayoría de los idiomas, como no es tan importante mantener la pureza como en el latín, basta con adaptar. El idioma que adapta crece de verdad; el que toma voces bárbaras tal cual, salvo que encajen fácilmente por su fonética o escritura, se vuelve bastardo y pierde belleza. Es muy feo ver escrito "Parking", cada vez más frecuente en España, cuando tenemos voces como "estacionamiento" (común a todo el mundo hispánico), "aparcamiento" (en España) o "parqueadero" (Colombia y Ecuador). Nótese que términos como "aparcar" o "parquear" para el verbo o "aparcamiento" o "parqueadero" en sustantivo son adaptaciones del inglés. Pero se han adaptado, y con ello el castellano se ha enriquecido. También las lenguas indígenas de América enriquecieron el español, y pasaron del español a otras lenguas europeas. En cuanto al árabe, discrepo de que nos haya dado un buen bagaje de vocablos; no pasan de unos cuatro mil, en su mayoría arcaicos.

Volviendo a la riqueza del español, aunque en el DRAE no haya más de unas ochenta y tantas mil entradas (ahora no recuerdo la cantidad exacta), no hay que olvidar que la mayoría de los académicos son filólogos y literatos, aunque también procuran elegir a representantes de otras profesiones que se expresen bien. No incluye demasiado vocabulario especializado y técnico, pero se anima a las academias de otras disciplinas o profesiones a elaborar los suyos, ya que pueden prepararlos más que nadie. El Vocabulario de la Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales es un voluminoso tomo que debe de pesar varios kilos, y todas esas palabras también son parte del idioma aunque no estén en el DRAE. De hecho, el vocabulario científico suele ser en realidad latín o griego, o una combinación de ambos, con las desinencias y la fonética adaptada a los diversos idiomas. Tengo entendido que la Academia de Medicina estaba preparando su diccionario, no sé si lo habrá terminado, y la medicina actual maneja más de 60.000 vocablos entre la general y todas las especialidades. Añádase el vocabulario jurídico y de otras materias, que en castellano está repartido en numerosos diccionarios y vocabularios especializados. Y aun en cuanto a diccionarios enciclopédicos no nos gana nadie. No hay en el mundo uno que supere al Espasa con sus más de cien gruesos tomos.

Y aunque se juntaran todos los diccionarios en uno solo, la mayor parte de nuestro riquísimo idioma quedaría todavía sin recopilar. Aunque los anglohablantes se jactan de su supuesto millón de palabras, que como dije son apenas unos pocos cientos, en realidad tienen un idioma muy pobre en recursos. Nosotros tenemos varios millones de palabras que nunca van a entrar en un diccionario, no solo por falta de espacio y tiempo para ello, sino porque ni siquiera hay necesidad. Me refiero a las distintas formas de las conjugaciones de todos los verbos, que nos permiten expresarnos con tanta riqueza de matices, riqueza que compartimos con muchos idiomas, mientras todos sabemos que en inglés hablar como indios. Ser idioma muy pobre, no conjugar. Uno se las ve y se las desea para explicar a un gringo lo que es el modo subjuntivo, concepto bien extraño para ellos, y que en castellano y en tantas otras lenguas expresa matices fundamentales. Tengo en el disco duro un programa que es un diccionario de rimas. Si mal no recuerdo tiene unos cuatro millones de formas verbales, y eso que no incluye todos los verbos. O sea, millones de recursos para que no hablemos como los indios de las películas o como los anglófonos.

¿Y qué decir de la genial diferencia entre ser y estar, común a las lenguas romances de la península ibérica, y solo alcanzada en parte por el italiano, en mayor medida en algún dialecto? No solo permite expresar con gran precisión conceptos de alta filosofía; un campesino analfabeto de España o Hispanoamérica expresa y entiende miles de veces al cabo del día matices importantes gracias a esa diferencia.

También tenemos, en pronombres demostrativos, frente a los dos grados de proximidad del inglés ("here" y ·there") tres grados, y aun con matices. Primer grado: Aquí (más exacto), acá (más general); segundo grado: ahí. Tercer grado: allí (más exacto), allá (más general).

El orden de las palabras permite también más precisión. A todos nos enseñaron en el colegio que no es lo mismo decir "niño pobre" que "pobre niño", pero en inglés todo es "poor child", y por eso es tan importante en inglés el contexto, no siempre claro.

La falta de género gramatical en inglés no permite saber con exactitud en muchos casos si se habla de un hombre o una mujer.

Podría seguir poniendo más ejemplos, pero ya me estoy alargando más de la cuenta. En realidad, tengo ya bastante material acumulado para desmitificar el inglés entre pobreza de vocabulario, inexactitud y vaguedad de expresión, falta de lógica y otros muchos fallos. El día que tenga tiempo, si Dios quiere, lo reuniré en un libro.