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Tema: La descomunal vida y obra de Lope de Vega

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  1. #1
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    La descomunal vida y obra de Lope de Vega

    25 de noviembre de 1562. En Madrid, calle Mayor, alto de Las Platerías, casa de Jerónimo de Soto, a unos metros de la Puerta de Guadalajara, acaba de nacer un niño. El niño es hijo de Félix de Vega y Francisca Hernández —o Francisca del Carpio, que así algunas veces se la nombra, o firma y, se confirma ella— y ha sido bautizado, a los tres días de nacer, en la enfrentada Parroquia de San Miguel de los Octoes, que tiene dos chapiteles con veleta y gallo.

    Que nazca un niño en cualquier parte es noticia vulgar. Pero no lo es la del nacimiento de este niño: Lope Félix; porque este niño será de los pocos niños, aun entre los calificados de "prodigios", que desde en seguida de valerse por sí mismo comenzará a buscarse y a ganarse la grandeza de su vida y de su obra. Asombrosas, inverosímiles las dos.
    En los grandes hombres, ¿vale más la vida o la obra? Y la opinión sentencia: ¡la obra! Porque la obra es la que sobrevive a su autor, y la que mantiene, verde y lozano y frutecido, el recuerdo de su persona.
    Sin embargo, yo prefiero a los grandes Genios o Ingenios que lograron que, su talla humana rascara con la grandeza de su obra. Como Lope. Kant fue un currinche, amanerado por la rutina, que se dejaba sacudir por su ama de llaves. Descartes vivió sin enterarse de cómo vivía. Shakespeare no pasó de actor mediocre, hambrón y desilusionado, y quizá "subvertido". Cervantes se nutrió de sus fracasos vitales, hasta acabar muriendo como un jubilado de la burocracia más ramplona.

    Pero Lope, desde que empezó a valerse por sí mismo, decidió engrandecerse para que su "colosalismo" humano facilitara la grandeza de su obra. Y empezó por otorgarse sin empacho lo que no tenía: ascendencia ilustre y lejana, con felices blasones. Aquel Carpio de su madre levantaba diecinueve torres para su escudo.
    Aquel Vega paterno floreaba desde siglos antes en uno de los solares más heráldicos de la Montaña santanderina; de la Montaña santanderina, que es "la oficina" que más títulos puede expedir sin agotar sus reservas. Y para amarrar más, no agradándole el honesto oficio paterno de bordador, lo convirtió en delicado poeta, y en más artista que artesano. Después...

    Nos juró sus servicios de paje con el imponente obispo don Jerónimo Manrique y con su tío imponente el inquisidor don Miguel del Carpio; sus estudios de gramática en el Colegio de los Teatinos, de matemáticas en el Colegio Real, "de esfera" en el Colegio Imperial, de Humanidades en Alcalá y en Salamanca.
    Nos juró que a los cinco años leía en latín; que a los diez traducía a Horacio y Claudiano; que a los once se derramaba en versos; que a los doce compuso su primera comedia.
    A Lope, niño aún, le bazuqueaba el afán de la espectacularidad. Quería para si una vida, modelada exclusivamente para él, y luego roto el molde. Lleno de desenfado y sin pararse en barras, cuando Lope consideró vulgar algún hecho de su existencia..., !lo tachó! , sustituyéndolo imaginativamente. Y lo sustituía bien, ¡vive Dios!
    Porque, ¿quién podría poner puertas al campo del ilusionismo de Lope? Y fantaseó con tal arte y desparpajo tal, que su vida adquirió la realidad indiscutible del arte. Sus propios padres llegaron a no saber cuál de los dos Lope era su hijo. Y uno mismo duda si el dicho dice "saber más que Lepe" o "saber más que Lope".

    El año 1579 es trascendental en la vida del "Fénix"; porque acaba de cumplir los diecisiete años y se decide, gallito, a iniciar la que será larga, nutrida, variada y tumultuosa vida amorosa.
    En 1579 Lope tiene su primer amorío: "Marfisa" (María de Aragón, para la prosa) y su primer hijo natural. Lo cual deja en Lope el regodeo y la marchosería de sentirse adelantado mayor del donjuanismo. A "Marfisa" la toma pronto y la deja en seguida, conforme mandan los cánones a los que se ajustará todo don Juan ortodoxo, como hombre y como espécimen literario.
    De los brazos nubiles de "Marfisa" pasa Lope a los de "Filis" (Elena Osorio en las actas de barrio y parroquia); brazos éstos cálidos y apretujones y declinativos de los hombros a las muñecas.
    De los de "Filis" a los de "Belisa" (Isabel de Urbina), raptada virgen y esposa a la trágala.
    De los de "Belisa" a los de... Que nos lo diga el escueto epígrafe del inventario de las causas criminales incoadas por la Sala de Alcaldes de Casa y Corte: "Causa contra Lope de Vega por amancebamiento con doña Antonia Trillo". Doña Antonia Trillo era una hermosa y, paradójicamente, maciza y "liviana" viuda "con mucha pasta", a la que Lope se le comió un riñón y parte del otro en menos que uno se persigna.
    De los brazos de doña Antonia, "sabidores como los de doña Endrina", a los cortos y regordetes de doña Juana Guardo para comerse cuyos torreznos y riñones - bienaireados en la carnicería de su padre - hubo Lope, de aceptar coyunda con cencerrada.
    De los de doña Juana, a los de "Camila Lucinda" (Micaela de Luján), que se le añudaron al cuello tan prietos y por tanto tiempo que en tris estuvieron de estrangularle... muy a gusto de la víctima.
    De los de "Camila Lucinda" a los de "Amarilis" (Marta de Nevares), hembra un tanto olímpica, con serenidades de Hera, melindres minervinos y languideces afroditas.
    Y no olvidemos los cien pares de brazos venusinos que a Lope se le enredaron en los corrales madrileños "de la Pacheca" y "de la Cruz", en el sevillano "de Doña Elvira", en el toledano "del Mesón de la Fruta", en el valenciano "de la Olivera"...

    Como ya sabemos todos que Don Juan Tenorio —el ortodoxo, ¿eh?, el de "Tirso"— no hizo en su vida sino amar, huir del amor y luchar contra su conciencia cargada de Teología y atizada por Dios, y como todos sabemos que Lope no amó menos ni a menos que Don Juan—aun cuando no huyera tanto como éste— y que igualmente luchó "lo suyo" contra su conciencia antes de dejarse vencer, y en esto ganó al perdido tenorio tirsino, nos preguntamos asombrados: ¿si Don Juan no tuvo tiempo sino para amar y reconcomerse, tuvo Lope tiempo para algo más que para amar tanto como Don Juan? Un somero inventario de las acciones de Lope, ajenas a
    su afrodisia, también resulta impresionante.

    Estuvo preso en la Cárcel de Corte y desterrado en Valencia. Sin el menor impulso bélico, sólo por no achicarse ante otros ingenios dados a las armas por vocación, tomó parte en dos empresas navales de "órdago a la grande";la fasta de las Islas Terceras y la infausta de la no sabemos por qué calificada de Armada Invencible.
    Fue secretario de cartas —algo así como aquellos románticos, memorialistas de portal que escribían misivas de amor a personas tímidas o analfabetas— del marqués de las Navas, del duque de Alba" del marqués de Sarria, del duque de Sessa.
    Dirigió varias academias literarias y ejerció a diario de oráculo en el Mentidero de los Representantes. Tuvo y mantuvo siempre dos hogares con la duplicada dignidad de un buen padre de familia, y atendió con solicitud entrañable a sus hijos, tanto a los del lado derecho como a los del lado zurdo, derramando sobre ellos, los ducados y el lirismo. Organizó y dirigió, entre 1610 y 1635, cuantos jolgorios literarios se celebraron en Madrid, entre los que resultaron "de aupa" los dos dedicados a Isidro,
    santo patrono de la Villa y Corte.
    Supo llorar con largueza y con grandeza poética el destino de sus hijos: la profesión de Marcela, la muerte de Lope Félix —buscador de perlas en la isla Margarita—, el rapto y deshonor de Antoñica Clara.
    Sostuvo polémicas interminables y fogosas con Cervantes, Góngora, Ruiz de Alarcón, Suárez de Figueroa...
    Desde 1614 ofició muy pío, a diario, la Santa Misa y leyó muy atento, el santo breviario. Desempeñó con honestidad de trabajo los cargos y prebendas que se le concedieron: procurador fiscal de la Cámara Apostólica, familiar del Santo Oficio, hábito de la Orden de San Juan de Jerusalén, terciario franciscano...

    Escribió MÁS DE MIL COMEDIAS, dieciocho largos poemas, siete novelas, una larga acción en prosa, dos libros ascéticos, ocho tomos de poemas, tres de relaciones y noticias, y más de cinco mil cartas de enorme interés histórico y literario.
    Y uno se pregunta: pero.., ¿es posible tal imposible? ¿Dudará alguien, ahora, de ser cierta la afirmación de que Lope hizo tan grande y famosa su vida cómo su obra? ¡Ah! Y aún le dio tiempo el Tiempo para saber morirse en el Señor", según aconseja el evangelista San Juan a quienes deseen "descansar de sus trabajos" y "ser seguidos por sus buenas obras". ¡Ah! Y aún le dio tiempo el Tiempo para que su retrato figurara en casi todas las casas de sus compatriotas.
    Hubo quien hizo parodia del Credo, prohibida por la Inquisición, que comenzaba: "Creo en Lope todopoderoso, poeta del cielo y de la tierra. Enseñábanle en Madrid a los forasteros, como en otras partes un templo, un palacio. No sólo su nombre hallaba eco en todas partes, sino que pasó a designar lo bueno. Ser "Lope" alguien o algo era calificarlo de inmejorable.

    F. C. SAINZ DE ROBLES



    Hombre en su siglo. Los sujetos eminentemente raros dependen de los tiempos. No todos tuvieron el que merecían, y muchos aunque lo tuvieron, no acertaron a lograrlo. Fueron dignos algunos de mejor siglo, que no todo lo bueno triunfa siempre; tienen las cosas su vez, hasta las eminencias son al uso, pero lleva una ventaja lo sabio, que es eterno, y si éste no es su siglo, muchos otros lo serán. (Gracián)

  2. #2
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    Respuesta: La descomunal vida y obra de Lope de Vega

    En aquella época no existía aún el libro de Guiness. Porque escribir veintiún millones de versos no creo que haya sido superado por nadie hasta ahora. Eso sí que es un récord. Eso sí que son ríos de tintas. Y además, con bastante talento, por mucho que algunas comedias "en horas veinticuatro pasaran de las musas al teatro".

  3. #3
    Gothico está desconectado Miembro Respetado
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    Respuesta: La descomunal vida y obra de Lope de Vega

    Cita Iniciado por ALACRAN Ver mensaje

    El año 1579 es trascendental en la vida del "Fénix"; porque acaba de cumplir los diecisiete años y se decide, gallito, a iniciar la que será larga, nutrida, variada y tumultuosa vida amorosa.
    En 1579 Lope tiene su primer amorío: "Marfisa" (María de Aragón, para la prosa) y su primer hijo natural. Lo cual deja en Lope el regodeo y la marchosería de sentirse adelantado mayor del donjuanismo. A "Marfisa" la toma pronto y la deja en seguida, conforme mandan los cánones a los que se ajustará todo don Juan ortodoxo, como hombre y como espécimen literario.
    De los brazos nubiles de "Marfisa" pasa Lope a los de "Filis" (Elena Osorio en las actas de barrio y parroquia); brazos éstos cálidos y apretujones y declinativos de los hombros a las muñecas.
    De los de "Filis" a los de "Belisa" (Isabel de Urbina), raptada virgen y esposa a la trágala.
    De los de "Belisa" a los de... Que nos lo diga el escueto epígrafe del inventario de las causas criminales incoadas por la Sala de Alcaldes de Casa y Corte: "Causa contra Lope de Vega por amancebamiento con doña Antonia Trillo". Doña Antonia Trillo era una hermosa y, paradójicamente, maciza y "liviana" viuda "con mucha pasta", a la que Lope se le comió un riñón y parte del otro en menos que uno se persigna.
    De los brazos de doña Antonia, "sabidores como los de doña Endrina", a los cortos y regordetes de doña Juana Guardo para comerse cuyos torreznos y riñones - bienaireados en la carnicería de su padre - hubo Lope, de aceptar coyunda con cencerrada.
    De los de doña Juana, a los de "Camila Lucinda" (Micaela de Luján), que se le añudaron al cuello tan prietos y por tanto tiempo que en tris estuvieron de estrangularle... muy a gusto de la víctima.
    De los de "Camila Lucinda" a los de "Amarilis" (Marta de Nevares), hembra un tanto olímpica, con serenidades de Hera, melindres minervinos y languideces afroditas.
    Y no olvidemos los cien pares de brazos venusinos que a Lope se le enredaron en los corrales madrileños "de la Pacheca" y "de la Cruz", en el sevillano "de Doña Elvira", en el toledano "del Mesón de la Fruta", en el valenciano "de la Olivera"...


    Lo que no se entiende es que dejaran ordenar sacerdote a semejante tarambana, que siempre estaba liado con mujeres, casadas, solteras, o viudas (quizá con monjas también) y con un puñado de hijos e hijas, cada uno de madre distinta. Los tuvo matrimoniales, extramatrimoniales y sacrílegos (ya ordenado sacerdote fue su relación pública adulterina con Marta Nevares, ridiculizada por Góngora, de la que nació una hija sacrílega):
    Dicho me han por una carta
    que es tu cómica persona
    sobre los manteles mona
    y entre las sábanas marta.
    Agudeza tiene harta
    lo que me advierten después.
    que tu nombre del revés,
    siendo Lope de la haz,
    en haz del mundo y en paz
    pelo de esta marta es.

    Desde 1614 ofició muy pío, a diario, la Santa Misa y leyó muy atento, el santo breviario. Desempeñó con honestidad de trabajo los cargos y prebendas que se le concedieron: procurador fiscal de la Cámara Apostólica, familiar del Santo Oficio, hábito de la Orden de San Juan de Jerusalén, terciario franciscano...
    Pensar que algunos iban a la hoguera entonces por nimiedades y a este beaturrón de pega no solo no le queman o le encierran de por vida, sino que le hacen sacerdote, inquisidor, medio obispo... para que siga liándose con tipejas varias y practicando con ellas su vicio favorito entre misa y misa. (Después de la faena, el mismo Lope, sacerdote, las confesaría y absolvería del pecado que con él cometían... )
    Última edición por Gothico; 15/04/2009 a las 00:19

  4. #4
    Avatar de CRISTIÁN YÁÑEZ DURÁN
    CRISTIÁN YÁÑEZ DURÁN está desconectado Miembro Respetado
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    Respuesta: La descomunal vida y obra de Lope de Vega

    Estimados contertulios:
    Dejando de lado que para ser condenado a la hoguera era menester la pertinacia en el error contra la Fe (o sea hereje empedernido), que no fue el caso de Lope de Vega, sólo pretendo contribuir con algunas pinceladas al cuadro que, en homenaje de este gigante cultural que fuera el Fénix, ha principiado nuestro amigo Alacrán. Para esto me valgo principalmente de un ensayo de quien fuera un tomista y esteta de primer orden, el R.P. Osvaldo Lira, en su ensayo intitulado “La Lírica Religiosa de Lope de Vega”.

    I.-Lope de Vega fue un poeta, en el sentido etimológico del término, no sólo gigantesco por su ingente obra, sino porque fue ante todo un lírico, esto es un creador por excelencia, capaz de brindar posibilidades hasta entonces inauditas a la poiesis literaria. Tan intensa fue su vocación poética que su vida entera llegó a identificarse con ella, como bien lo han señalado sus biógrafos y los más afamados prologuistas de su obra.
    Fue, como ya he señalado, ante todo un lírico, “y uno de los más hondos e intensos que se haya conocido en el universo de las creaturas del hombre”. No sólo es grande por haber, en cierto modo, fundado del Teatro Español (lejos, sino el más, uno de los descollantes del orbe) sino porque en él “se realiza con la mayor pureza y relieve esa condición esencial del poeta lírico de hacer primar, por sobre los datos que le va procurando el mundo circundante, la espontaneidad y la iniciativa vitales (pero vitales por intelectuales) que son inherentes al creador en cuanto tal.” Porque lo propio del poeta no es concebir nuevas ideas sino la plasmación de nuevas formas.
    Fue el Fénix en la Literatura el análogo de Mozart; es decir un genio que, al modo de las naturalezas angélicas, pareciera haber intuido, en cada ocasión, en un sólo instante toda una forma estética. De resultas que a una prodigiosa riqueza de recursos estéticos abonó una espontaneidad asombrosa sin desmedro cualitativo de su obra. Su poesía religiosa, que no piadosa, está esparcida en todas sus páginas y es que su agitada vida fue no sólo poética sino conversación con Dios; y si bien, muchos fueron sus escándalos, no menos sincero se nos muestra su dolor por la afrenta hecha contra Nuestro Señor, con quien siempre trató, fuera para agradecer o buscar fortaleza y consuelo por la esclavitud a que nos inclina nuestra feble naturaleza.

    LAUS DEO VIRGINIQUE MATRI

    Última edición por CRISTIÁN YÁÑEZ DURÁN; 16/04/2009 a las 07:46 Razón: corrección ortográfica.

  5. #5
    Gothico está desconectado Miembro Respetado
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    Respuesta: La descomunal vida y obra de Lope de Vega

    Lope de Vega antes de ordenarse sacerdote tuvo una vida escandalosa.
    Que yo sepa eso era y es un handicap para que a alguien le ordenen sacerdote.
    Ya sabemos que la carne es débil, pero la carne de cura se supone que debe ser más fuerte que la normal, y por eso mismo, los antecedentes infames impiden que un "debil" se ordene de cura aunque quiera, porque se sabe que reincidirá.

    Lope de Vega, que era un salido, se metió cura, (cuando lo normal es que los salidos que se metieron se salgan) y siguió pecando como antes. Y así , sin salirse de cura, pasó a ser un cura salido

    Y ese es el misterio, no que Lope fuera un vicioso incontinente, sino qué le movió a un salido a meterse cura y quien le permitió los estudios y le ordenó (Ese es el máximo responsable).
    Y el otro misterio es porqué entonces, en su época y ahora (por lo que se ve) se le perdona todo a Lope: ni que hubiera sido la Magdalena (está por lo menos dejó de pecar).
    Luego se dirá que si Lutero se lió con una monja etc. que si los pastores protestantes se casan etc. Por lo menos Lutero lo hizo estando excomulgado.

    En tiempo de lope de Vega regían las disposiciones de Trento sobre disciplina eclesiástica, que sancionaban el concubinato de clérigos.
    Claro que el Fénix de los Ingenios estaba por encima del bien y del mal. O debe ser que con los famosos e influyentes siempre se hace la vista gorda (entonces y ahora). O que unos nacen con estrella y otros estrellados.

    CAP. XIV. Prescríbese el modo de proceder contra los clérigos concubinarios.[/B]

    Cuán torpe sea, y qué cosa tan indigna de los clérigos, que se han dedicado al culto divino, vivir en impura torpeza, y en obsceno concubinato, bastante lo manifiesta el mismo hecho, con el general escándalo de todos los fieles, y la misma infamia del cuerpo clerical. Y para que se reduzcan los ministros de la Iglesia a aquella continencia e integridad de vida que les corresponde, y aprenda el pueblo a respetarlos con tanta mayor veneración cuanto sea mayor la honestidad con que los vean vivir:

    prohibe el santo Concilio a todos los clérigos, el que se atrevan a mantener en su casa, o fuera de ella, concubinas, u otras mujeres de quienes se pueda tener sospecha; ni a tener con ellas comunicación alguna: a no cumplirlo así, impónganseles las penas establecidas por los sagrados cánones, y por los estatutos de las iglesias. Y si amonestados por sus superiores, no se abstuvieren, queden privados por el mismo hecho de la tercera parte de los frutos, obvenciones y rentas de todos sus beneficios y pensiones, la cual se ha de aplicar a la fábrica de la iglesia, o a otro lugar piadoso a voluntad del Obispo.

    Mas si perseverando en el mismo delito con la misma, u otra mujer, no obedecieren ni aun a la segunda monición, no sólo pierdan por el mismo hecho todos los frutos y rentas de sus beneficios, y las pensiones, que todo se ha de aplicar a los lugares mencionados; sino que también queden suspensos de la administración de los mismos beneficios por todo el tiempo que juzgare conveniente el Ordinario, aun como delegado de la Sede Apostólica.

    Y si suspensos en estos términos, sin embargo no las despiden, o continúan tratándose con ellas; queden en este caso perpetuamente privados de todos los beneficios, porciones, oficios y pensiones eclesiásticas, e inhábiles, e indignos en adelante de todos los honores, dignidades, beneficios y oficios; hasta que siendo patente la enmienda de su vida, pareciere a sus superiores, con justa causa, que se debe dispensar con ellos.

    Mas si después de haberlas una vez despedido, se atrevieren a reincidir en la amistad interrumpida, o a trabarla con otras mujeres igualmente escandalosas; castíguense, además de las penas mencionadas, con la de EXCOMUNION: sin que impida ni suspenda esta ejecución, ninguna apelación, ni exención. Además de esto, debe pertenecer el conocimiento de todos los puntos mencionados, no a los arcedianos, ni deanes, u otros inferiores, sino a los mismos Obispos; quienes puedan proceder sin estrépito, ni forma de juicio, y sólo atendiendo a la verdad del hecho. Los clérigos empero, que no tienen beneficios eclesiásticos, ni pensiones, sean castigados por el Obispo con pena de cárcel, suspensión del ejercicio de las órdenes, e inhabilitación para obtener beneficios, y con otros medios que prescriben los sagrados cánones, a proporción de la duración, y calidad del delito y contumacia. Y si los Obispos, lo que Dios no permita, cayesen también en este crimen, y no se enmendaren amonestados por el concilio provincial, queden suspensos por el mismo hecho: y si perseveraren, delátelos el mismo concilio aun al Pontífice Romano, quien proceda contra ellos según la calidad de su culpa, hasta el caso de privarlos de su dignidad, si fuese necesario.

    http://www.clerus.org/bibliaclerusonline/es/dhl.htm
    Última edición por Gothico; 16/04/2009 a las 17:30

  6. #6
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    Respuesta: La descomunal vida y obra de Lope de Vega

    Dejando de lado que se le debiera o no haber ordenado sacerdote a Lope, tampoco duró para siempre su amancebamiento, y si bien débil y pecador se arrepentía muy sinceramente aunque volviera a caer. Él era muy consciente de su debilidad, así como de su indignidad como sacerdote. Basta recordar el conocido soneto "Cuando en mis manos, Rey Eterno, os miro". No como Lutero que era abiertamente carnal y se jactaba de ello. Y Lutero murió sin renegar de su herejía y su vida licenciosa. Basta leer los sonetos de arrepentimiento que escribió Lope, algunos de ellos conocidísimos, así como sus menos conocidas jaculatorias y sus soliloquios del alma a Dios. Nos encontramos ante un hombre complejo, a la vez piadoso y pecador, más como el publicano que como el fariseo de la parábola. En general, las poesías mundanas de Lope no me atraen mucho (si bien no les niego su indudable mérito literario). Aprecio mucho más el teatro, pero sobre todo la poesía religiosa, precisamente por manifestar una actitud tan dolorosa de arrepentimiento. Por eso llega a tanta altura poética. Yo mismo he llegado a usar en alguna ocasión alguno de esos sonetos como acto de contrición.

    Temores en el favor.

    Cuando en mis manos, Rey eterno, os miro
    y la cándida víctima levanto,
    de mi atrevida indignidad me espanto
    y la piedad de vuestro pecho admiro.
    Tal vez el alma con temor retiro,
    tal vez la doy al amoroso llanto,
    que arrepentido de ofenderos tanto
    con ansias temo y con dolor suspiro.
    Volved los ojos a mirarme humanos,
    que por las sendas de mi error siniestras
    me despeñaron pensamientos vanos;
    no sean tantas las miserias nuestras
    que a quien os tuvo en sus indignas manos
    Vos le dejéis de las divinas vuestras.


    Cuando me paro a contemplar mi estado
    y a ver los pasos por donde he venido,
    me espanto de que un hombre tan perdido
    a conocer su error haya llegado.
    Cuando miro los años que he pasado,
    la divina razón puesta en olvido,
    conozco que piedad del cielo ha sido
    no haberme en tanto mal precipitado.
    Entré por laberinto tan extraño,
    fiando al débil hilo de la vida
    el tarde conocido desengaño;
    Mas de tu luz mi escuridad vencida,
    el monstruo muerto de mi ciego engaño,
    vuelve a la patria, la razón perdida.



    Pastor que con tus silbos amorosos
    me despertaste del profundo sueño,
    Tú que hiciste cayado de ese leño,
    en que tiendes los brazos poderosos,
    Vuelve los ojos a mi fe piadosos,
    pues te confieso por mi amor y dueño,
    y la palabra de seguirte empeño,
    tus dulces silbos y tus pies hermosos.
    Oye, pastor, pues por amores mueres,
    no te espante el rigor de mis pecados,
    pues tan amigo de rendidos eres.
    Espera, pues, y escucha mis cuidados,
    pero... ¿cómo te digo que me esperes,
    si estás para esperar los pies clavados?



    ¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?
    ¿Qué interés se te sigue, Jesús mío,
    que a mi puerta, cubierto de rocío,
    pasas las noches del invierno escuras?
    ¡Oh, cuánto fueron mis entrañas duras,
    pues no te abrí!¡Qué extraño desvarío
    si de mi ingratitud el yelo frío
    secó las llagas de tus plantas puras!
    ¡Cuántas veces el ángel me decía:
    Alma, asómate agora a la ventana,
    verás con cuánto amor llamar porfía!
    ¡Y cuántas, hermosura soberana:
    Mañana le abriremos -respondía-,
    para lo mismo responder mañana!


    Yo dormiré en el polvo, y si mañana
    me buscares, Señor, será posible
    no hallar en el estado convenible
    para tu forma la materia humana.
    Imprime ahora, ¡oh fuerza soberana!
    tus efectos en mí, que es imposible
    conservarse mi ser incorruptible,
    viento, humo, polvo y esperanza vana.
    Bien sé que he de vestirme el postrer día
    otra vez estos huesos, y que verte
    mis ojos tienen y la carne mía.
    Esta esperanza vive en mí tan fuerte
    que con ella no más tengo alegría
    en las tristes memorias de la muerte.

    Qué ceguedad me trujo…

    ¿Qué ceguedad me trujo a tantos daños
    ¿Por dónde me llevaron desvaríos
    que no traté mis años como míos
    y traté como propios sus engaños?
    ¡Oh puerto de mis blancos desengaños,
    por donde ya mis juveniles bríos
    pasaron como el curso de los ríos,
    que no los vuelve atrás el de los años!
    Hicieron fin mis locos pensamientos:
    acomodóse el tiempo a la edad mía,
    por ventura en ajenos escarmientos;
    que no temer el fin no es valentía,
    donde acaban los gustos en tormentos
    y el curso de los años en un día.


    Si culpa el concebir…


    Si culpa el concebir, nacer tormento,
    guerra vivir, la muerte fin humano;
    si después de hombre, tierra y vil gusano,
    y después de gusano, polvo y viento;
    si viento nada, y nada el fundamento,
    flor la hermosura, la ambición tirano,
    la fama y gloria, pensamiento vano,
    y vano en cuanto piensa el pensamiento,
    ¿quién anda en este mar para anegarse?
    ¿De qué sirve en quimeras consumirse,
    ni pensar otra cosa que salvarse?
    ¿De qué sirve estimarse y preferirse,
    buscar memoria habiendo de olvidarse,
    y edificar habiendo de partirse?



    ¡Cuántas veces, Señor, me habéis llamado,
    y cuántas con vergüenza he respondido,
    desnudo como Adán, aunque vestido
    de las hojas del árbol del pecado!
    Seguí mil veces vuestro pie sagrado,
    fácil de asir, en una cruz asido,
    y atrás volví otras tantas atrevido,
    al mismo precio que me habéis comprado.
    Besos de paz os di para ofenderos,
    pero si fugitivos de su dueño
    yerran cuando los hallan los esclavos,
    hoy que vuelvo con lágrimas a veros,
    clavadme vos a vos en vuestro leño
    y tendreisme seguro con tres clavos.

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