Del Silmarillion derivo que para Tolkien la creacion era una gran puesta en escena operística, donde el dolor y la maldad eran permitidos por la deidad suprema para hacer mas "interesante" la existencia y para permitir la manifestación individual de cada cual en su lucha contra las vicisitudes existenciales y, sobre todo, la creación de nuevas bellezas.
Esa concepción de la existencia como una obra teatral es cónsona con la concepción hispánica-barroca, que se observa por ejemplo en Calderón.
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