El problema es que si nuestros Obispos consagran la libertad religiosa y la aconfesionalidad del Estado dotan de toda lógica a los impíos. Y el católico que quiere consecuente en política se ve desguarnecido. Aunque siempre habrá necios y estúpidos (algunos tienen la cara dura de decirse carlistas) que prefieran no ver la realidad y hacer como si aquí no pasara nada (o en todo caso decir un cosa en privado y otra en público).
Marcadores