No me importa para nada la vida y obra de este señor. Tampoco si este presidente le dio la mano, el otro habló bien de él tras su muerte, si el santo Padre dijo o no dijo o si se le dio café con leche en la merienda antes de morir. Eso me importa un bledo.
Tampoco quiero hablar si merece la pena o no alargar un hilo con la historia y miseria de un ser como Mandela. Su alma, será juzgada por Dios, no quiero meterme en eso, pues no me concierne.
Ahora bien. Estoy conforme con que un sujeto, pueda llevar una vida, la que sea, de asesino terrorista de drogadicto, de pedófilo... etc, y con el paso del tiempo cambiar y arrepentirse de sus hechos. Eso siempre, y puedo citar decenas de ejemplos, desde los bíblicos a los más recientes de nuestra memoria. Pero idolatrar a un sujeto, que en su pasado fue terrorista, un colaborador necesario para la perpetración de delitos criminales, arrestado y condenado por ello, y no arrepentido, eso nunca. Sin arrepentimiento, no puede haber perdón, ni divino ni humano... lo demás es colaborar en la construcción de un mito, igual que se ha hecho con el pedófilo de Gandhi, el homosexual y pedófilo de Lorca, el asesino de "el Ché" y tantos y tantos otros