La viuda de Olalla rechazó un acuerdo dos días antes del juicio a Farruquito
Diario de Sevilla
31 de julio de 2005
El abogado del bailaor ofreció al de María Ángeles Madero una indemnización para evitar el juicio que fue rechazada de manera tajante por la esposa del joven atropellado
El proceso a Juan Manuel Fernández Montoya, Farruquito, por el atropello mortal de Benjamín Olalla pudo haberse cerrado sin necesidad de llegar a juicio si la viuda de éste hubiera aceptado el acuerdo que le ofrecieron los abogados del bailaor. Este tipo de procesos donde se enjuicia un delito por imprudencia grave es resuelto en muchas ocasiones por los abogados con acuerdos económicos previos a la vista oral en los que se procede a intentar reparar el perjuicio de la única forma en la que puede hacerse: indemnizando a los familiares de las víctimas. Sin embargo, en ocasiones el acuerdo no es posible por la negativa precisamente de los familiares a los que no les importa llegar a juicio, aun a sabiendas de que el presunto responsable de la imprudencia muy probablemente será condenado a una pena mínima y que la indemnización que conceda el juez será mucho menor a la que se podía haber logrado si media un acuerdo.En el caso del atropello mortal del Polígono de San Pablo, el intento de pacto para no llegar a juicio se produjo poco antes del inicio de la vista oral, fijada para el lunes 4 de julio. Hasta entonces, y a pesar de que había pasado más de un año de instrucción judicial, el acuerdo no fue posible por diversos motivos, sobre todo por la firmeza con la que María Ángeles Madero, viuda de Benjamín Olalla, había mantenido su intención de ver al responsable de la muerte de su esposo sentado en el banquillo de los acusados para responder de los cargos. En su decisión quizás pesó también el hecho de que el joven bailaor, aunque pidió perdón a la viuda en la rueda de prensa que ofreció pocos días después de su detención por el atropello, nunca llegó a dirigirse personalmente a la esposa del peatón fallecido para transmitirle su arrepentimiento y mostrarle sus condolencias.
Sea como fuere, el mediático juicio al bailaor se celebró finalmente, a pesar de que los abogados realizaron varios intentos de alcanzar la conformidad en los momentos previos al inicio de la vista oral. Así, sobre las dos de la tarde del sábado 2 de julio el abogado Benito Saldaña, que ha defendido a Juan Manuel Fernández Montoya, se puso en contacto con José Manuel Rosendo Sánchez, el letrado de la acusación particular, al que ofreció la posibilidad de indemnizar a la viuda para evitar la celebración del juicio, dado que había sido informado a través de un tercer abogado de que existía una posibilidad de llegar al acuerdo. El pacto no fue posible finalmente porque María Ángeles Madero rechazó rotundamente cualquier fórmula indemnizatoria.
Así las cosas, el juicio contra Juan Manuel Fernández Montoya comenzó a primera hora de la mañana del lunes 4 de julio, como estaba previsto, en medio de un gran despliegue de medios de comunicación. La vista oral arrancó con el planteamiento de las cuestiones previas por parte de las defensas, que a la postre tendrían una gran repercusión en la sentencia, una vez que la juez María Ángeles Sáez estimó las peticiones de las defensas y declaró nulas las escuchas telefónicas practicadas por una Unidad de Asuntos Internos de la Policía y que habían contribuido a revelar una presunta trama para encubrir el atropello y derivar la responsabilidad hacia un hermano menor del bailaor.
A pesar de que el juicio estaba en marcha, hubo un nuevo intento de acuerdo, que fue propuesto a todos los abogados por el fiscal encargado del caso, Norberto Sotomayor. El abogado de la viuda insistió en que su cliente le había mostrado su negativa a esta posibilidad, pero aun así se decidió que un letrado hablaría con la mujer del peatón. Entre todos los presentes se designó a uno de los abogados defensores, Francisco Baena Bocanegra, para este delicado cometido. Baena Bocanegra se acercó a María Ángeles Madero, que aguardaba en los pasillos de la tercera planta del edificio del Prado de San Sebastián, donde se celebraba el juicio, y le trasladó la propuesta de acuerdo. La respuesta de la mujer fue nuevamente contundente: "Lo único que estoy haciendo es lo mismo que mi marido hubiera hecho por mí". El letrado, que en ese momento representaba a todos sus compañeros en la defensa y al resto de las partes implicadas en el proceso, le pidió disculpas "por su osadía" y la vista oral continuó sin que nadie volviera de nuevo a plantear la posibilidad de un acuerdo.
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