ASESINATO DE MARTA
Miles de personas se manifiestan para pedir cadena perpetua
Actualidad | El padre de Marta ha pedido a los políticos que miren para abajo, porque para ellos solo somos una sombra que vota cada cuatro años
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¿Quién mató a Marta del Castillo?
JUAN MANUEL DE PRADA
Lunes, 23-02-09
¿QUIÉN mató a Marta del Castillo? Las víctimas de los monstruos lo son primero del clima social corrompido donde los monstruos se forman. En un clima moral donde se banalizan los afectos, donde se invita a los adolescentes a que traduzcan sus vivencias emotivas en «conducta sexual», donde se promueve la ruptura de los vínculos humanos, donde se combate la noción de autoridad familiar, donde los medios de comunicación exhortan a la promiscuidad festiva y los poderes públicos se erigen en dispensadores de una educación moral laxa, ¿cómo extrañarnos de que quienes padecen alguna tendencia fácilmente reprimible hacia lo anormal o aberrante se sientan inducidos a consumar tal tendencia? Si a un individuo con tendencias levemente torcidas lo educamos sin ninguna base espiritual y lo invitamos a pisotear todos los frenos sociales, ¿cómo extrañarnos de que, alcanzado por el hastío o por la ira, se incline cada vez más hacia el crimen? Más culpables que estos monstruos que asesinan niñas son quienes exacerban sus pasiones.
En estos días, vemos cómo se reclama la introducción de la cadena perpetua en nuestro sistema punitivo. Ante lo cual convendría realizar una reflexión sobre la naturaleza del castigo. Desde el momento en que se niega la autoridad de una ley suprema de justicia que no es dictada ni puede ser modificada por los hombres -lex divina-, el castigo sólo considera el perjuicio inferido a terceros. Pero existe, además de ese perjuicio, la ofensa a la ley suprema de justicia, y la retribución que se le debe. Mientras no admitamos como fundamento de todo derecho penal la existencia de una ley suprema de justicia a la que deben acomodarse todas las leyes que los hombres dictan, mientras se niegue la posibilidad de combatir el mal en sus fundamentos, los monstruos seguirán causando estragos. Y, cuando los monstruos causan estragos, el pueblo reacciona instintivamente demandando mayor severidad en el castigo. Si el pueblo estuviera persuadido de que la justicia humana sería el implacable brazo ejecutor de una ley suprema, no se entregaría a manifestaciones como las mencionadas. Pero el pueblo va perdiendo la confianza en una justicia que niega la autoridad de una ley suprema; y esa desconfianza se transforma en odio hacia los monstruos. Para acabar con esto, el clima moral que corrompe la sociedad debe ser atacado en sus raíces. Mientras la noción de ley suprema no lave el barrizal positivista que ha propiciado este clima moral corrompido, todo será arar sobre el mar.
No combatimos contra monstruos, sino contra un virus espiritual. Si a un hombre se le incita a pensar inmoralmente, terminará actuando inmoralmente. El escándalo montado en estos días por los medios de comunicación, cómplices activos en el sostenimiento de un clima social corrompido, es, por lo demás, de una hipocresía sórdida que no hace sino acrecentarlo. Allá en la Edad Media -la bárbara Edad Media, que diría un analfabeto-, se ocultaba el crimen y se hacía público el castigo, para corrección del culpable y enseñanza del pueblo. En nuestra época -tan civilizada, que diría un analfabeto- se oculta el castigo y se hace ostentación del crimen a través de los medios de comunicación; y el crimen, en alas de una publicidad macabra, se convierte en una imagen obsesivamente atractiva para el pueblo, o bien provoca en él un revoltijo de indignación y curiosidad morbosa, pasiones ciegas que no hacen sino convertir la sociedad en un manicomio donde florece el afán de venganza, en lugar de brindarle una gran lección de humanidad y justicia, como ocurría en aquella bárbara Edad Media. Que, a diferencia de esta edad tan civilizada, creía en la existencia de una ley suprema, y en la retribución que exige su ofensa.
http://www.abcdesevilla.es/20090223/...-20090223.html
Completamente de acuerdo con Juan Manuel de Prada, pero amplio más la cuestión: ¿a quién o quiénes interesa esta sociedad? ¿por qué y para qué?
A los asesinos, la pena máxima.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
Pena capital.
Una barbarie. Eso es lo que ha ocurrido con Marta del Castillo. En efecto.
Una barbarie, pero recapacitemos. Marta es una víctima. Pero la culpabilidad recae sobre toda una situación -la de España, siglo XXI- que es intolerable.
Marta es víctima de una sociedad que hace creer a las niñas que son mujeres, y a los niñatos que son hombres.
Marta es víctima de un estado de cosas que es insostenible por más tiempo.
Su generación, la de Marta, vive en Jauja, pero nadie les dijo que Jauja exige sacrificios de sangre, porque Jauja es dominio de satanás, de un satanás sonriente y enrollado que va de guay.
Niños y niñas que viven echándose fotos a sí mismos, y si se sienten gordos enferman de anorexia.
Niños y niñas que juegan a ser mayores, sin querer contraer las responsabilidades de los mayores.
Niños y niñas que viven en un cuento de hadas virtual. Y que no quieren madurar.
Marta es víctima de una sociedad degenerada. Si sus asesinos cambian las versiones del crimen, y llevamos gastados los millones que llevamos gastados en buscar su cadáver es porque no hay un policía que sepa arrancar la confesión de esos mierdas, y si no arranca la confesión de esos mierdas es por no saber arrancar una muela cuando está podrida.
Y muelas podridas son todos los degenerados que se pasean sin temor de nada. Pues hace tiempo que la psicopatía se convirtió en la perfecta excusa de la posesión diabólica.
Esta sociedad está poseída por el diablo. Un exorcismo es lo que hace falta. Y hogueras que no falten tampoco.
Gran tautalo, lo has clavado. Suscribo todo lo que has dicho.
"De ciertas empresas podría decirse que es mejor emprenderlas que rechazarlas, aunque el fin se anuncie sombrío"
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