Respuesta: La revolución es intrínsecamente genocida
Todas las revoluciones las han hecho una minoría de iluminados en la búsqueda de quimeras o en pos de enriquecerse ilegítimamente. Y su fuerza radica en el uso de una palabrería muy bien calculada que sabe poner en acción a la masa. La barbarie resultante, archiconocida, debería resultar suficiente para que toda persona razonable y sensata, independientemente de sus creencias o preferencias, la repudie por completo. Nadie, con dos dedos de frente, puede apoyar semejantes locuras colectivas, que no tienen otra finalidad que la implantación a la fuerza de las más feroces y sangrientas tiranías.
Por su propia naturaleza las revoluciones son de izquierda, y nadie como Lenin entendió dicho significado, y es que la revolución casando con violencia extrema lleva ineludiblemente al genocidio:
"Que el noventa por ciento del pueblo ruso perezca para que el diez por ciento viva hasta presenciar la Revolución mundial."
Vladimir Ilich Ulianov. LENIN en "Krasnaia Gazeta", 1905. Citado en Kravchenko contra Stalin, Según las Actas del Proceso de "Yo escogí la libertad", Editorial NOS, 1949.
Creo que el contenido de la cita habla por sí sola y el psicópata no necesita presentación. Qué pena que no le hubiesen metido cuatro tiros en la cabeza ya entonces, ¡cuánto sufrimiento ahorrado!
Y ninguna de estas bestias se fijó en la sentencia de uno de sus ideólogos en referencia al terrorismo revolucionario:
"es la crueldad inútil realizada por hombres que tienen miedo"
F. ENGELS
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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