Respuesta: Un día negro
¡Ufff, menos mal! como católico ya puedo sentirme más tranquilo y respirar a gusto. Esta noche y las siguientes dormiré a pierna suelta pensando que las criaturas abortadas (léase asesinadas) lo son menos desde esta declaración... 
Recuerdo muy bien aquella oración de mi jura de la Bandera: "Si así lo hiciereis que Dios y España os lo premien, y sino que os lo demanden."
Señores Obispos: "Dejad que los niños vengan a mí, no se lo impidáis." (Mc 10,14) No es suficiente con buenas palabras, hay que dar testimonio con hechos, pues obras son amores y no buenas razones.
Y este señor, el Jefe del Estado (demoliberal), dirá que es "el rey de todos los españoles". Pues ¡no!, desde luego nunca serán españoles los abortados, claro que yo estoy en este mundo y tampoco lo es mío.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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