Un tsunami ha recorrido España. Usando esta licencia lingüística tan de moda en los últimos años, es como se puede explicar lo sucedido ayer infausto día 22 de mayo de 2011. Nuevamente unas elecciones municipales han transformado nuestra patria en otra cosa. Ayer no ha ganado la derecha y ha perdido la izquierda, ayer ha perdido España y ha ganado la sinrazón. Esto es consecuencia de tener un pueblo políticamente inculto y cargado de prejuicios y odios, un pueblo cainita, un pueblo víctima y cautivo de si mismo. Cuando en tantas ocasiones y medios se ha hablado del "voto cautivo" se ha hablado por hablar. Lo cierto es que el pueblo es el voto, y el voto es el pueblo, lo miremos como lo miremos, y los dirigentes son parte de la misma estructura social, sólo que más listos o más audaces y atrevidos.

Ayer, en el colegio electoral que me correspondía, y después de finalizar el recuento de las papeletas para la elección de concejales, un triunfante vejete muy airado (ganan los suyos y se enfada) me gritaba "¡hay que echar a Zapatero!", y en un tono muy similar yo le repliqué ¿y qué tiene que ver Zapatero aquí? Además si él es un rojo para usted, ¡sepa que usted es un rojo para mi! ¿Qué le iba a explicar a un sujeto que no veía más allá de si mismo? Pero lo verdaderamente real es que en su grito desaforado estaba la clave de lo sucedido: no importa la política (muchísimo menos la teorizada por los clásicos), no interesan los problemas de la gente, no hay que pensar en cuatro años, duros años, de gobierno para todos de quienes han vencido..., lo único importante es echar a un tirano aunque para ello haya que votar a toda colección de tiranuelos locales, corruptos indecentes que llevan 16, 20, 24..., años chupando de la mamandurria, "soldados" a la poltrona, dispensando favores a los suyos, ejerciendo de infames "nepotes" con tripas agradecidas, llenando el país de obras faraónicas de amortización imposible, mientras un 40% de jóvenes no tienen mayor futuro que el del próximo fin de semana, y 5 millones de parados registrados, más de 8 millones de pobres vergonzantes, pensiones de mierda, y una indignidad y desvergüenza dignas de la cárcel más próxima. Ayer no ha ganado la derecha, ayer ha perdido España, una vez más.

¿Cree alguien que la sentada, o acampada, de la Puerta del Sol de Madrid va a llegar más lejos? Para nada, en apenas otros quince días nadie se acordará de ello. No he simpatizado ni lo más mínimo con ese folklore ultraizquierdista desde el principio, desde que el infumable Willy Toledo asomó su hocico por allí, la sentada ha sido y es más de lo mismo, es una representación del propio sistema, de sus vergüenzas y penurias, los mismos individuos y las mismas farfullas consignas. El único aspecto útil que le he encontrado ha sido una demanda que por fin ha empezado a calar: cambio de la ley electoral y mandato máximo de 8 años. ¡Ya veremos! Y digo "aspecto útil" dentro del sistema, no lo olvidemos, pues ya que si lo tenemos que soportar, que al menos el tufo cambie de dirección con más frecuencia.

Dicho todo esto, he de comentar que he estado inmerso en este barrizal durante varias semanas. Presentaba mi candidatura a la alcaldía de un municipio cualquiera de España. He llevado una lista que no teniendo el mejor de los perfiles precisamente, tampoco estaba tan mal después de todo para ser "independientes", de partidos y hasta de ideas personales de cada uno de los candidatos. De entre estos a destacar muy especialmente una señora que ha sido el "alma" de la candidatura en todos los aspectos, mi total agradecimiento hacia ella. El programa fue elaborado muy cuidadosamente, se evitó toda tentación demagógica limitándonos a comprometernos principalmente en la gestión en materia social y educativa, nada de promesas absurdas o fantasías electorales para no ser cumplidas. Todo se expuso por escrito, se habló y hasta se difundió por la radio. Hicimos un mitin al que fue tres veces más gente que al del PP..., pues todo ha sido inútil.

No es que a uno se le quede cara de tonto, la posibilidad de una derrota limpia siempre ha de figurar en todo cálculo. Pero no ha sido así, hay testigos de como el sábado 21 fue escenario de la indecencia de los vencedores al repartir propaganda en un mercadillo, lamentablemente yo me encontraba fuera y no pudo personarme acompañado de la Guardia Civil, levantar acta como representante de mi candidatura y haber recurrido a la Junta Electoral de Zona para solicitar la anulación de dicha candidatura del PP.

Lo que se me ha quedado ha sido cara de rabia e impotencia, hay que vivir la escena de ver a "los vencedores", los votados y los votantes abrazándose y felicitándose con grandes gritos y aspavientos, mientras los miembros de las mesas empezaban a contabilizar los votos para la comunidad autónoma. Sus caras, sus miradas desafiantes, todo tenía el sello de la indecencia moral...yo ayer vi el rostro de la democracia y me entraron náuseas. Hoy he de seguir con mi vida cotidiana y poco a poco los ecos de esta astracanada inmunda se irán apagando, mientras mi gesto personal procuraré que sea en todo momento el de la dignidad serena llevada con la mayor de las elegancias posibles, pues me considero muy por encima de todos ellos.