MOVIMIENTO RETORNA Y PUEBLA
LA OPERACIÓN SALIDA
En el mes de mayo de 2012 empezaron a salir de las ciudades largas colas de vehículos, una luenga caravana. Parecía una "operación salida", pero no había ni puentes festivos ni vacaciones: sería miércoles a secas. En los atascos se veían muchos camiones, muchas furgonetas y pocos vehículos de clase turística. Se veían furgonetas con familias que apenas llevaban consigo sus trastos. Las firmas bancarias les habían aliviado el equipaje, aligerándoselo considerablemente. Pero la gente se iba. No podía estarse por más tiempo en la ciudad.
Las oficinas de atención a los desempleados empezaron a computar muy poca clientela. Los parados habían desaparecido. Que se supiera, tampoco es que hubieran sido contratados. A la puerta de una oficina de la capital, un equipo de periodistas preparaba su retransmisión en directo, para el parte del mediodía.
"Llega un momento en que te plantas, ya está uno harto de estos notas" -dijo un tipo vestido con chandal a un noticiario. "¡Que se vayan a la mierda!" -se oyó decir a espaldas del cámara que estaba grabando aquella escena. El que gritó no apareció en imagen, pero tenía un buen vozarrón. La chica periodista (muy posiblemente becaria) siguió entrevistando a aquel individuo del chandal con aspecto de desempleado y, acercándose el micro a su boca, va y le pregunta: "Pero, ¿qué hará usted ahora?".
-Pues lo que no voy a hacer es lo que he hecho hasta hoy, venir aquí para que me digan siempre lo mismo. Así que me he unido al movimiento y voy a un pueblo abandonado.
¿A qué movimiento se refería aquel hombre? No era el movimiento de ocupación típico, el subvencionado por las concejalías más progresistas, se trataba de un movimiento sí que de ocupación, pero sin vinculaciones ideológicas ni plantaciones de marihuana. El movimiento como tal, para desmarcarse de los okupas, se hacía llamar MOVIMIENTO "RETORNA Y PUEBLA". Estaba formado por gente normal, jóvenes matrimonios de misa dominical, y la mayor parte de sus miembros tenían titulación universitaria. RETORNA Y PUEBLA se había ido formando en las oficinas de CARITAS, un joven sacerdote católico -y, a decir de muchos, más tradicional que los Seises de Sevilla- era el líder del movimiento (al menos, eso decían en las tertulias televisivas). Lo cierto es que no se le había ocurrido al presbítero, pues la idea la había leído en un blog llamado LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS.
El Padre Hernández (así se llamaba el curita) reconocía que la inspiración para fundar aquel movimiento le había venido de LIBRO DE HORAS, pero también de la experiencia que se desarrollaba durante décadas en el pueblo de Marinaleda, provincia de Sevilla, a cuyo frente estaba Juan Manuel Sánchez Gordillo. El Padre Hernández, ni corto ni perezoso, pidió permiso a su Obispo y empezó a organizar en la oficina de CÁRITAS de su parroquia la operación salida. Se había consultado mapas y un grupo de geógrafos -en paro, como casi toda España- se habían aplicado a estudiar las condiciones de los núcleos abandonados de población: agua potable, estado de las cañerías (si es que las había), iglesias y ermitas derruidas, fuentes, estudios edafológicos habían servido para escoger los pueblos a los que retornar.
Cuando todo estaba previsto, el cura comunicó desde el púlpito que se abría el plazo de inscripción. Durante semanas, la revista parroquial -que se fotocopiaba en la sacristía- venía anunciando el MOVIMIENTO RETORNA Y PUEBLA. Los feligreses afectados por el paro de larga duración tenían prioridad, por eso se requerían ciertos papeles. Con su papelamen fueron a inscribirse.
Y así empezaron a llegar las gentes a pueblos de Soria y Guadalajara. En otras parroquias, otros curas se dedicaron a organizar la "operación salida" de sus parroquianos. Pronto, el MOVIMIENTO RETORNA Y PUEBLA se fue multiplicando en otras diócesis, adoptaba otros nombres, a veces de indudable sabor tradicional: el MAESTRAZGO, la LOMA, la ALCARRIA, la ALCUDIA.
Aquellas familias, cuando llegaban a los pueblos, tenían por delante mucho que hacer. A veces las ruinosas casas estaban inhabitables y, mientras que eran reparadas, la gente vivía durante el día, trabajando de albañiles y carpinteros, y por la noche se juntaban al fuego de una hoguera, yéndose a dormir a tiendas de campaña o en barracones.
Se habían puesto a trabajar. Las tierras que no se cultivaban durante décadas, volvían a sembrarse. Y en los pueblos españoles habían vuelto a corretear los chiquillos, a jugar a la peonza y los campanarios sonaban.
Como el lector sabe, estamos en el mes de enero de 2012. Mayo no ha llegado todavía. Y cuanto aquí se ha escrito es un presentimiento.
Pero, ¿verdad que sería hermoso que algo así ocurriera?
LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS
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