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Tema: El desastre del bilingüismo español-inglés en la enseñanza

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  1. #1
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    Re: El desastre del bilingüismo español-inglés en la enseñanza

    Izquierda Unida ha publicado un informe en el que critica el llamado bilingüismo en la enseñanza pública (inglés). Al margen de las obsesiones igualitarias y de clase típicas de la retórica izquierdista, creo que contiene puntos muy acertados que deberían tenerse en cuenta. Lamento que los partidos patrióticos no aborden estas cuestiones.
    ______________



    Bilingüismo: ni se aprende inglés ni ‘science’

    | 4/2/2017
    Enrique Javier Díez,
    Rubén García Martín y Agustín Moreno *


    Imagen que ilustra el informe “Ni aprendemos inglés ni science” elaborado por el Área de Educación de IU. / izquierda-unida.es

    Gracias a la propaganda institucional el llamado bilingüismo está de moda y pocos se atreven a cuestionarlo. Y ha sido Izquierda Unida quien ha tenido que decir, como el cuento de Hans Christian Andersen, que el rey está desnudo. La propaganda, aunque esté aceptada por muchos, no tiene por qué ser cierta.

    El Observatorio por la Educación Pública ha elaborado un informe sobre el bilingüismo que se está implantando en las aulas educativas. Ha abordado lo que no se atreven a evaluar las comunidades educativas que llevan más tiempo con el desarrollo de este modelo (Madrid, Murcia). El informe explica en qué consiste el modelo, pero sobre todo apunta conclusiones sólidamente documentadas, para la reflexión, el debate y la búsqueda de otras formas alternativas de aumentar la capacidad plurilingüística. Veamos.

    1. Un empobrecimiento de
    los contenidos. Las investigaciones y estudios realizados sobre el bilingüismo escolar concluyen de forma contundente que “hay un efecto negativo claro, cuantitativamente sustancial, sobre el aprendizaje de la asignatura enseñada en inglés”. Es decir, aprenden menos cuando la asignatura es en inglés. Además, tiene posibles efectos colaterales en el vocabulario de ciertas materias, que se empobrece. De esta forma, el castellano puede ir pasando cada vez más de ser una lengua de cultura y de ciencia, a verse reducida a una lengua recluida a los ámbitos coloquiales: familia, amistades y relaciones personales. Buena parte del profesorado está planteando que la forma en la que el bilingüismo se está implantando en el actual sistema educativo resulta destructivo para las asignaturas impartidas en inglés, que son sacrificadas en aras del aprendizaje del idioma, con una creciente dificultad en el alumnado a la hora de comprender los conceptos específicos de cada disciplina.

    Las familias cuestionan la práctica concreta. Relatan que “no se trata de aprender ni mucho menos de razonar. Se hacen exámenes tipo test. Con muchos dibujos…”. Como dice Abella, no está claro que la mejor forma de aprender una lengua extranjera sea usarla como lengua vehicular al enseñar otras asignaturas. La capacidad –aunque solo sea léxica– del comunicador, la del oyente y la interacción están limitadas.

    2. Una segregación explícita
    . Pero, lo más grave, es que se está configurando como un elemento de segregación social en las aulas. En los institutos con programas y secciones bilingües se agrupa al alumnado según el dominio del idioma. En el grupo no bilingüe se concentran los que más dificultades tienen. Produciéndose el denominado efecto Mateo: a quien más tiene más se le dará, y al que no tiene, incluso lo poco que tiene, se le quitará. Esto se contradice abiertamente con el diseño general de lo que debe ser una educación basada en la equidad y la inclusividad en la educación obligatoria. Las investigaciones están mostrando que en las aulas bilingües ha aumentado el porcentaje de alumnado de familias con estudios universitarios, mientras que disminuyó el porcentaje de alumnado inmigrante y el de necesidades educativas. Se está así segregando grupos en función de los factores socioeconómicos. Pero también los centros están entrando en esta dinámica donde cada vez más “se elige estar dentro, para no estar fuera”. Muchas escuelas e institutos se han visto forzados a entrar en esta dinámica competitiva, acreditándose como colegio bilingüe precisamente para no convertirse en guetos.

    Lo cierto es que parece que el propósito de la derecha conservadora está siendo utilizar el inglés como un elemento discriminatorio y de ventaja comparativa para las clases sociales más altas. Generando segregaciones y guetos que pueden convertir la educación en un riesgo para una parte del alumnado, en vez de ser una oportunidad para todos y todas. Además de intentar utilizarlo también políticamente como arma arrojadiza contra los idiomas propios en determinadas comunidades autónomas. Como analiza César Rendueles, “seguramente la herramienta de discriminación social más ambiciosa que se ha ideado en España es el programa de bilingüismo de la Comunidad de Madrid (CAM), una auténtica pesadilla elitista”.

    3. El coste del bilingüismo.Estos programas están suponiendo un gasto considerable que podría emplearse en otras partidas y utilizan recursos económicos que se detraen de otros programas educativos (compensación de desigualdades, atención a la diversidad), lo que supone un atentado a la equidad educativa. El programa ha producido también un coste negativo sobre las relaciones laborales y la composición de las plantillas en los centros. A medida que el proyecto va creciendo, el profesorado no habilitado en inglés comienza a verse desplazado, a pesar de lo competentes que sean como docentes. Magníficos profesores y profesoras son reemplazados por docentes inexpertos que, no obstante, dispone de un nivel C1 de inglés.

    Además, los recursos para formar a docentes han ido descendiendo desde que se puso en marcha el programa. Desde que comenzaron los recortes educativos, la habilitación se la costea cada profesor. La pregunta es ¿acaso va a mejorar el nivel académico porque todos el profesorado hable mejor inglés? ¿Va a mejorar por ello la calidad del sistema educativo y se va a reducir el fracaso escolar? El inglés no tiene por qué ser un elemento selectivo, al mismo nivel que la capacidad científica y didáctica, para la idoneidad docente.

    4. El negocio del bilingüismo. En paralelo, a la implantación del bilingüismo, se ha desarrollado el gran negocio de la evaluación del inglés a través de exámenes por empresas externas. Unas pruebas que, en vez de asignar a las Escuelas Oficiales de Idiomas, se encargaron a corporaciones autónomas asociadas a universidades inglesas y que cobran por cada examen entre 40 y 100 euros. Dado que han pasado más de 200.000 alumnos y alumnas solo en Madrid en diez años, imaginemos el negocio que pagamos la ciudadanía para acreditar el nivel de bilingüismo. Estos exámenes son innecesarios por su nula repercusión en la mejora del proceso de enseñanza y aprendizaje, además de no ajustarse al currículo del curso.

    5. Colonialismo mental. Por último, procede aclarar que el término “bilingüe” es, cuando menos, engañoso. Porque sólo se refiere a determinados idiomas, “del norte”, generalmente el inglés. Como dicen Macedo, Dendrinos y Gounari: “Igual que las políticas coloniales del pasado, la ideología neoliberal, con la globalización como su símbolo, continúa para promocionar políticas lingüísticas que lanzan al inglés como una ‘súper’ lengua que debe ser adquirida por todas las sociedades que aspiran a la competitividad en el orden económico del mundo globalizado”. La pregunta es si ésta debe ser la finalidad de la educación obligatoria para niños y niñas de 6, 8, 10, 12, 14 o 16 años. Recordemos que la Constitución establece que “la educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales” (art. 27.2).

    6. Otra educación plurilingüees posible. Este modelo de educación bilingüe que se está implantando de forma masiva, sin estudios en profundidad que valoren sus efectos y tan cuestionado por la comunidad educativa, se ha extendido como una moda en el panorama nacional, de tal forma que los grandes partidos políticos, tanto de carácter conservador como socialdemócrata, incluyen la promesa de extenderla en sus programas. El hecho de que el nivel de manejo en una lengua extranjera en el Estado español sea muy bajo comparativamente con otros países, no tiene por qué implicar que la solución pase por incrementar su aplicación en el currículo usándolo como lengua vehicular desde edades tempranas.

    Es necesario un debate serio y riguroso, y con participación de toda la comunidad escolar, partiendo del hecho demostrado de que la alternativa evidente es la inmersión, largas estancias en otros países, bibliotecas bilingües en los centros educativos, intercambios de estudiantes, etcétera. El aprendizaje de idiomas necesita ayudar al alumnado para pensar en la lengua adquirida como si fuera la nativa. Para conseguir esto hacen falta recursos en forma de becas y dotaciones a los centros. No se trata de cuestionar la importancia de una mayor capacidad de comunicación con personas de otros países (no solo con ingleses), sino de abordar esa comunicación desde otro enfoque, más global, más integrador, que no tenga tantos efectos negativos, segregadores y colonizadores en el desarrollo educativo.

    (*) Enrique Javier Díez, Rubén García Martín y Agustín Moreno son profesores y participan en el Área de Educación de Izquierda Unida.

    FUENTE: https://www.cuartopoder.es/tribuna/2...i-science/9713
    Última edición por Kontrapoder; 07/02/2017 a las 01:39
    Hyeronimus, ReynoDeGranada, raolbo y 1 otros dieron el Víctor.
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

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    Re: El desastre del bilingüismo español-inglés en la enseñanza

    Interesante artículo de Manuel Fernández Espinosa en Ahora Información (CTC):


    Detengamos la inglenseñanza



    “Enseñanza bilingüe” se le llama por lo común, pero con propiedad habría que denominarla “inglenseñanza”, pues por mucho que se le llame “bilingüe”, no es propiamente una enseñanza en dos lenguas, sino que es “enseñanza” en inglés.

    Esta aventura primero se fue instalando, a manera de “producto revalorizador”, en el mercado de la enseñanza privada y concertada: sí, digo bien lo de “mercado de la enseñanza”, pues ni la enseñanza ha escapado al totalitarismo de mercado. Colegios y centros de enseñanza privados pensaron hace años que añadían una nota de “excelencia” impartiendo sus clases de Historia, de Matemáticas o de Química en inglés. Así, su clientela podría decirle a sus amistades que sus niños estudiaban en “colegio bilingüe”.

    La operación tenía mucho de efecto publicitario: se suponía (y supersticiosamente sigue suponiéndose) que un “colegio bilingüe” marca una diferencia a la alta, por su presunto nivelazo de inglés. Se vende el pastel como señuelo con el que atraer clientes que paguen la matrícula de sus hijos en la crédula confianza de lo excelentemente aptos que van a salir los niños haciendo raíces cuadradas, mientras hablan inglés a la vez y cuánta historia de España (en inglés) van a saber los alumnos de un “bilingüe” al salir. Pero, ¿esto es verdad? Los estudios más actuales indican que, se pongan como se pongan los mercachifles de la inglenseñanza, la inglenseñanza ni enseña química ni filosofía (en inglés), ni mejora tampoco la competencia lingüística en el idioma de Sespir (sic). Y lo que ocasiona es una cadena de estropicios que voy muy someramente a presentar.

    En primer lugar, diremos que la tendencia a inundar con el inglés el currículo de la enseñanza española no tiene ningún sentido teniendo, como los españoles tenemos, una de las lenguas con más hablantes en el mundo. Pudiera tener algún sentido que otros países europeos, al verse con lenguas vernáculas muy reducidas en su población hablante, hayan apostado por instalar un bilingüismo de hecho, privilegiando el inglés, pese a lo que ello supone de perjuicio para el uso y cultivo de sus lenguas nativas que irremediablemente languidecen en su uso popular en ventaja del inglés. Así y, desde hace décadas, los países nórdicos, algunos centroeuropeos y no pocos eslavos, al tener unas lenguas que la hablan sus escasas poblaciones, pequeñas en proporción a la humanidad en su conjunto, apostaron por una enseñanza bilingüe. En el caso del castellano (o español, como se prefiera) eso no es razón suficiente: se estima que somos 560 millones de hispanohablantes repartidos por todo el mundo. La inglenseñanza no puede entenderse sino como un colonialismo cultural que amenaza directamente a una de las estructuras más profundas de la identidad de los pueblos (y del nuestro en particular), pues ejecuta una segregación de las lenguas vernáculas para aupar en rango hegemónico mundial a la lengua inglesa. Se cumple así el sueño del imperialismo británico de Cecil Rhodes. El español (o, si se quiere, el castellano) ha de abanderar la causa de todos los pueblos, para competir con el inglés. Los rumbos de la angloenseñanza que marcan nuestros gobiernos nos convierte en una población colonizada culturalmente, bajo la supervisión de nuestros mandamases que se muestran como unos cipayos que sirven a intereses anglosajones.

    La implantación de la inglenseñanza en España debe obedecer a profundos desarreglos psicológicos de nuestros gobernantes, empezando por el complejo de inferioridad que salta a la vista; y no quiero dejar de aprovechar la ocasión para decir que, precisamente, no son nuestros gobernantes unos políglotas ejemplares: recuérdese a Rodríguez Zapatero o a Ana Botella o a muchos otros que, en sus intervenciones públicas hablando en otras lenguas, se han convertido en el hazmerreír del mundo. Resulta, como poco, de un cinismo colosal que gobernantes así obliguen a hablar en inglés a los barrenderos españoles de zonas turísticas, cuando esos que hacen las leyes a duras penas se defienden en su lengua nativa.

    Pero, en el ámbito de la enseñanza que es lo que traigo aquí, la inglenseñanza es uno de los problemas de mayor calado al que nos enfrentamos a día de hoy. Piénsese que excelentes profesores de sus propias asignaturas tienen que invertir un tiempo precioso en homologar su competencia en inglés, mientras se ven obligados a desatender su actualización en sus respectivas materias. Y, también lo diré, esto tampoco beneficia a los excelentes profesores españoles de la asignatura de Inglés, dado que si todo se hace en inglés es cuestión de tiempo que se hagan totalmente prescindibles.

    Los padres tampoco son conscientes de la devastación que esto supone para la formación académica de sus hijos, pues no está dicho en ninguna parte que la preparación anglohablante de un buen profesor de Historia o Física pudiera ofrecer (en una lengua que no es ni la del docente ni la del alumnado) los conocimientos exigidos por la displicina académica en cuestión.

    Los alumnos lo sufren en primera persona. Si de suyo era difícil aprender álgebra con explicaciones en español, imagínese el lector lo que eso puede ser “aprendiéndola” (es un decir) en el precario inglés que habla el maestro y en el precario inglés que puedan entender los alumnos. Quien pueda insinuar que nos pongamos todos a estudiar inglés para elevarnos a ese grado que marcan nuestros mandamases es como si, en medio de un incendio, nos dijeran que resolviéramos una ecuación en vez de ponernos a salvo.

    Esto se está yendo de las manos. Pero todavía -pienso- es reversible, siempre y cuando hagamos la labor pedagógica de concienciar a alumnos, padres y profesorado, haciéndoles comprender que la inglenseñanza es una mercancía averiada que, si no paramos a tiempo, ocasionará estragos en la ya de por sí maltrecha enseñanza española. Tomen nota, por tanto, las asociaciones de padres de alumnos, las asociaciones de alumnos, las asociaciones de profesores… Pues esto exige una campaña que sensibilice a la sociedad y la ponga en pie para evitar, con movilizaciones contundentes, los nefastos resultados a los que aboca esta moda por decreto. Esta otra forma en la que se patentiza nuevamente el lacayismo de nuestros indígenas liberales.

    FUENTE: Detengamos la inglenseñanza – Ahora Información
    Hyeronimus, raolbo y Trifón dieron el Víctor.
    «Eso de Alemania no solamente no es fascismo sino que es antifascismo; es la contrafigura del fascismo. El hitlerismo es la última consecuencia de la democracia. Una expresión turbulenta del romanticismo alemán; en cambio, Mussolini es el clasicismo, con sus jerarquías, sus escuelas y, por encima de todo, la razón.»
    José Antonio, Diario La Rambla, 13 de agosto de 1934.

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    Re: El desastre del bilingüismo español-inglés en la enseñanza

    «Asnos bilingües» por Juan Manuel de Prada para la revista XLSEMANAL, artículo publicado el 4/III/2019.
    ______________________

    Hace poco fui invitado por los profesores de un instituto de Torre Pacheco a impartir una charla a los alumnos de bachillerato. En algún momento de mi intervención me permití algunas ironías contra la ‘educación bilingüe’. Y, para mi sorpresa, me tropecé con la complicidad alborozada de los chavales. Luego me fui a comer con los hospitalarios y amabilísimos profesores del instituto. Durante la sobremesa, volvió a salir el asunto de la fiebre del bilingüismo y pude comprobar que todos ellos eran contrarios a esta lamentable práctica educativa. Y me marché de Torre Pacheco pensando: «Si a los chavales no les gusta que les expliquen la biología o la geografía en inglés y a sus profesores tampoco, ¿quién sostiene este invento calamitoso?».

    Por supuesto, cuando hablo de bilingüismo no me refiero al propio de tierras como Cataluña, donde conviven la lengua castellana con la propia del país (y aclaro, antes de que las hienas empiecen a lanzar sus dentelladas, que utilizo la palabra sin intenciones políticas); pues este bilingüismo lo considero muy sano y constitutivo del carácter hispánico. Me refiero, naturalmente, a esa infausta moda consistente en otorgar el mismo estatuto a una lengua foránea (que siempre es, por supuesto, el inglés) y a la lengua materna, con la pretensión de que los alumnos empleen con la misma desenvoltura una y otra. Esto es una aberración completa, pues las lenguas maternas son el alma que constituye a los pueblos; mientras que las lenguas adquiridas son conocimientos que incorporamos por razones instrumentales. Hablamos en inglés por necesidad profesional, o por imposición de circunstancias sobrevenidas; hablamos en nuestra lengua materna porque necesitamos expresar nuestros anhelos y sentimientos más hondos. Las lenguas maternas son, en fin, el meollo de nuestra genealogía espiritual, el vehículo a través del cual formamos nuestras estructuras de pensamiento, el cauce a través del cual expresamos nuestras creencias más hondas, nuestros afectos más verdaderos, nuestros juicios sobre la realidad. Equiparar una lengua materna con una lengua de uso instrumental es un completo dislate, que sólo contribuye a rebajar la consideración que merecen las lenguas maternas como forma de expresión de nuestra identidad. Así se explica que muchos niños y jóvenes hablen un español rudimentario con el que ya no pueden expresar reflexiones elaboradas.

    Esta introducción del bilingüismo en la escuela obedece a la admiración palurda que nuestra clase política profesa a todo lo que huela a anglosajón; y, por supuesto, a los intereses plutocráticos, que han impuesto el inglés como koiné o lengua franca universal (de tal modo que se pueda desplazar geográficamente a los trabajadores al antojo del Dinero). No entraremos a discutir si el aprendizaje del inglés mejora las posibilidades laborales de un joven: en muchos casos, sin duda, lo hará; pero sospecho que en otros más bien facilitará su desarraigo. Naturalmente, nos parece de perlas que nuestros jóvenes aprendan lenguas foráneas (y no sólo el inglés, por cierto); pero lo que se nos antoja un completo dislate es que los obliguen a estudiar en inglés disciplinas fundamentales para su formación. ¿Qué sentido tiene explicar en inglés la polinización de las plantas o la formación de los continentes? El profesor tendrá que gastar tiempo y energías para explicar un vocabulario abstruso (estambres y pistilos, orogénesis y fallas tectónicas), con la consiguiente rebaja del nivel de conocimientos transmitidos. Al final del curso, sus alumnos no habrán aprendido nada de geografía ni de biología; y, en cambio, tendrán la cabeza llena de palabros absurdos que olvidarán a los pocos meses, por falta de uso. Tal vez esos alumnos lleguen a chapurrear un inglés comanche; pero serán unos perfectos indocumentados en las disciplinas que les enseñaron en esta lengua. Y todo ello mientras el conocimiento de su lengua materna se deteriora.

    Y no podemos dejar de considerar la vejación innecesaria que se inflige a los profesores. Al profesor que enseña Matemáticas o Historia debe exigírsele que explique con competencia la Revolución Francesa o los números primos. Y no entendemos la razón por la que un óptimo profesor de Matemáticas o Historia deba ser sustituido por un mediocre profesor que, sin embargo, habla estupendamente inglés. Preocupémonos de que nuestras escuelas tengan óptimos profesores de inglés (y también de otras lenguas extranjeras); pero dejemos que el aprendizaje de todas las demás disciplinas sea en la lengua materna. De lo contrario, no haremos sino formar asnos bilingües; y, por añadidura, humillar a quienes podrían desasnarlos.

    https://www.xlsemanal.com/firmas/201...uel-prada.html
    Kontrapoder y Hyeronimus dieron el Víctor.

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