La cuestión aquí es que el individuo necesita control (autocontrol), para no sucumbir continuamente a sus debilidades y vicios; de igual manera que la sociedad necesita control, por parte de las instituciones y las leyes basadas en el derecho natural, para que no aparezca el caos y el desorden debido a los intereses contrapuestos de toda colectividad. Pero los nuevos ideólogos, han proscrito la palabra "control" como las palabras "disciplina" o "Dios", para encumbrar seguidamente el término "libertad" (palabra mágica que malinterpretan a conciencia) haciendo creer a las legiones de necios que sólo la pura voluntad individualista es legítima y justa. Naturalmente utilizan con inteligencia la permisividad moral imperante en todas partes, para fomentar la destrucción interna de las convicciones clásicas, y que el individuo sea de ese modo más maleable a cualquier ocurrencia ideológica debido a la confusión y a la desesperación.
Casi se puede decir que aquellos que más se significan en el discurso anti-control social, son los mejores agentes de la esclavitud; pues proponen el nihilismo como alternativa a los principios morales, provocando el correspondiente fracaso vital de aquellas personas permeables a todas estas zarandajas y filosofías evanescentes.
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