Lo que me parece más curioso es que, a priori, no tendría que ser difícil convencer a un materialista que no se debe abortar, usando puntos de vista y criterios que no se apoyen en el catolicismo. La lógica y el sentido común (sumados a unos mínimos conocimientos biológicos) nos enseñan que la persona lo es desde que es concebida. Para más inri, el argumento cobra más fuerza para este tipo de personas cuando se afirma que el ser humano tiene el mismo material genético cuando está en fase embrionaria y cuando es anciano, y como para el materialista el hombre son los genes que lo componen, no puede escapar de este razonamiento.
Pero, claro, el problema surge, como viene explicando Juan Manuel de Prada en algunos artículos, cuando al NOM le interesa que se aborte, por lo que promueve esta práctica con sus lavados de cerebro haituales y una controversia cuya resolución parece elemental acaba degenerando en un circo dónde abunda el sentimentalismo barato.
Por tanto, no puedo estar aquí más de acuerdo con el señor de Prada: el problema del aborto no puede abordarse de forma aislada, porque el sistema (que es el problema central) interferirá para subvertir los esfuerzos que vayan en este sentido.
Marcadores