Este artículo titulado "Internet contra la democracia" me ha parecido interesante. No estoy de acuerdo con la crítica a internet por poco democrático. De hecho, el problema de internet es que es demasiado democrático y da voz a demasiada gente. Luego eso lo aprovechan los demagogos para manipular y dirigir a las turbas, pero como suele ocurrir en las democracias liberales. Tampoco estoy de acuerdo con el tono optimista que adopta el artículo. Pero creo que es un artículo a tener en cuenta. Cito un fragmento en el que enumera los inconvenientes de la digitalización:
Inconvenientes de la digitalización
La mediatización de las sociedades refuerza la sujeción de la democracia a la ley de los grandes números: en la esfera pública digitalizada tiene lugar una guerra de significados y quien consigue imponer los suyos –al definir el patriarcado, evaluar la Transición española o explicar la crisis– obtiene un capital político traducible en votos o influencia. Perception is king. Por tanto, los efectos negativos de las redes sociales sobre la conversación pública cuentan debido a su escala: si diez vecinos creen una noticia falsa, no tiene importancia; si lo hacen diez millones, es otra cosa. A grandes rasgos, esos efectos son los siguientes:
1. Balcanización: tendencia a consumir noticias modeladas con arreglo a preferencias políticas preexistentes. Los ciudadanos habitan burbujas cognitivas donde consumen información y se relacionan con personas alineadas ya con sus creencias. Esta estructura comunicativa tendría la consecuencia de reforzar la tendencia natural del sujeto al tribalismo moral, o adhesión irreflexiva al propio grupo.
2. Posfactualismo: tendencia por la cual los hechos han perdido fuerza persuasiva frente a las emociones y las creencias, que tendrían así más fuerza para determinar las decisiones políticas de los individuos. Los algoritmos empleados por los grandes agregadores de noticias, de Google a Facebook, habrían reforzado este efecto al primar nuestra exposición a las noticias provenientes de medios o usuarios afines. El sesgo de confirmación que nos hace sentir bien cuando leemos algo con lo que estamos de acuerdo opera aquí, pues, a pleno rendimiento.
3. Fake news/conspiracionismo: la horizontalidad de la comunicación digital estaría facilitando la circulación de noticias falsas y teorías conspiratorias, que se difunden –sin pasar por ningún filtro epistémico o arbitral– entre personas o grupos interconectados que comparten un mismo sistema de creencias o preferencias electorales.
4. Poscensura: restricción no reglada de la libertad de expresión que tiene lugar debido a la agresividad con que muchos usuarios se conducen en las redes sociales, procediendo a sofocar de manera espontánea las opiniones con las que discrepan. Es lo que Byung-Chul Han denomina “democracia de enjambre”. Aunque no es censura en sentido estricto, pues esta última solo pueden ejercerla las autoridades, esta falta de civilidad restringe de facto la libertad de palabra y convierte las redes sociales en el imperio del exaltado.
5. Desintermediación: decadencia de las instituciones que solían controlar o filtrar la información que llegaba hasta los ciudadanos en la fase horizontal de la comunicación de masas, desde los partidos políticos a los críticos gastronómicos. Los mediadores tradicionales están perdiendo terreno frente a una nueva forma de relación entre el ciudadano y el líder político, como podemos ver en el caso Trump, o entre el ciudadano y otros ciudadanos (ya sean tuitstars, blogueros u opinadores que vierten sus juicios en plataformas ad hoc). Esta desintermediación se manifiesta también en la crítica a los mecanismos representativos y la condigna defensa de una participación más directa por medio de procedimientos asamblearios o plebiscitarios.
6. Personalización electoral: como si fuera el reverso del Daily Me que para Nicholas Negroponte permitiría a cada lector personalizar su consumo diario de noticias, los estrategas electorales han empezado a usar los datos masivos y las comunicaciones digitales para personalizar el mensaje que dirigen a grupos sociales particulares (madres solteras, divorciados sin empleo, hipsters urbanos). Se acentúa con eso la fragmentación del cuerpo social que parece marca de fábrica de la democracia en la era digital.
Puede así apreciarse que, como sugiere el Oxford Internet Institute, las redes sociales no son meras fuentes de información, sino que proporcionan la nueva estructura de la conversación política. Se trata de tecnologías que fomentan nuestros instintos más tribales, reduciendo la diversidad de opiniones a las que nos vemos expuestos, facilitando la “exposición selectiva” a las noticias y puntos de vista que encajan con los nuestros.
Aunque se plantea como una crítica al Papa Francisco, este artículo sobre "La herejía de la imagen" publicado en Adelante la Fe también aborda cuestiones interesantes:
La herejía de la imagen, como pretende el título, daría la razón al discutible axioma de que una imagen vale más que mil palabras, muy utilizado por propios y ajenos cuando la imagen utilizada es casi unívoca en su interpretación. Sin embargo, la experiencia se opone. La experiencia de los últimos cincuenta años bajo el despotismo de la pantalla (o de las Redes, como se llaman hoy a las pseudo-comunicaciones, pseudo porque carecen del criterio en su emisión o recepción), me refiero, donde la imagen puede distorsionar tanto la realidad de las cosas que ni con mil palabras logro cambiar la direccionalidad de la sensación.
Miremos un ejemplo en dos partes. Primera parte: cuando la gente vio la película “Pena de Muerte” con Sean Penn y Susan Sarandon, enseguida los públicos se instalaron en la vereda contraria de tal castigo extremoso alegando el arrepentimiento del violador y asesino, la dulzura de la cuasi-monja con la Biblia en la mano llevando el arrepentimiento y el amor mutuo al condenado, y
sobre todo, viendo el momento en que le inyectan los venenos letales.
La imagen fuerte los hizo pensar en contra de la pena de muerte.
Segunda parte del ejemplo: cuando a fines de los 90 se estrenó
A time to kill –Tiempo de matar- con Sandra Bullock y Samuel L. Jackson, ninguno de los argumentos que el Director intentó esgrimir contra la pena de muerte surtieron efecto debido al terrible hecho (y con todo, evitado en las imágenes), de la violación y muerte de la nietita del negro de sólo nueve añitos por los
skinhead –cabezas rapadas- racistas. Todos clamaban por la pena máxima para los autores y no para Samuel Jackson que vengó a su nieta.
La imagen fuerte los hizo pensar a favor de la pena de muerte.
Es decir, las mismas audiencias que se oponían a la pena de muerte por la belleza de la imagen, fueron las mismas audiencias que estuvieron a favor de la pena de muerte por las terribles imágenes. Conclusión:
imbéciles, etimológicamente (sine báculo), gente sin apoyo crítico, audiencias sensuales y sensibilizadas que suplen el criterio por la emoción, generalizando. No importan los argumentos, importan los estímulos que pinchan las pasiones. Y, como furgón de cola, la inteligencia viene a asumir que lo sentido, lo sensado, lo sensualizado es la realidad de las cosas. Si me cae bien y me
gusta, entonces es verdadero; si me cae mal o es feo, luego es mentira, es imposible, no es humano. El placebo sustituyendo al medicamento.
¿Y esto será así sólo en el orden del consumismo cinético? Vemos que no. Vemos que se vende el error de crimen sin castigo y castigo como venganza impregnados de azúcar o de vinagre, según convenga. Pocos “verifican” la imagen, la mayoría la traga. Compran una pasta dentífrica porque “contiene frescura” y rechazan a un político porque las imágenes lo dibujan con ropas hitlerianas (caso Sadam Husein).
Amalgama publicitaria para evitar que la gente piense. Si el político aparece con un bebé en brazos, luego es un hombre paternal y amable. Pero si otro político aparece con bigotitos nazis, dibujados por el
fotoshop, pasa automáticamente a ser un político malo en la apreciación de las masas. ¿Y la verificación? Bien, gracias.
Es decir, la imagen
sí contiene mensaje distorsionante de la realidad cuando no es contextualizada, explicada por la palabra (luego no vale más que ésta); palabra que debería exigir el criterio en el receptor para consumir dicha imagen, sea cual fuere la imagen, porque hasta la más sana puede ser percibida malignamente por el receptor y hasta, a veces no debería usarse (como ejemplo espantoso, recuerdo la imagen más preciosa con la que los seres humanos sanos solemos enternecernos , la de los niños, y cómo los depravados que utilizan internet para el tráfico de pedofilia ven otra cosa; los papás desprevenidos –sine báculo- no caen en la cuenta del peligro cuando suben fotos de sus hijitos).
No es cierto que la imagen valga más que mil palabras, salvo que yo desee que la gente “compre” dicha imagen sin pensar. Entonces soy manipulador (
manus) de las libertades como el mago de circo –ejemplo inocente- que señala el sombrero mientras esconde el truco con la otra mano, y no un comunicador de realidades complexivas que ayudan al juicio crítico.
ARTÍCULO COMPLETO:
La herejía de la imagen. A mayor necedad, mayor manipulación - Adelante la Fe
Creo que es preferible citar fragmentos cortos antes que artículos enteros, salvo que estos sean redondos. A partir de ahora procuraré hacerlo así.
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