Tema: 'Sextorsión'

Están muy bien estos artículos de Prada. También creo que hay que decir que el hecho de que el que busque pornografía en Internet lo haga porque quiere, como afirmé yo en un mensaje anterior en este foro (reconociendo la avalancha de tentaciones para el internauta), no implica que deba permitirse. Todos los crímenes se realizan voluntariamente, de lo contrario no podrían considerarse tales y en una sociedad sana no debería permitirse que la gente haga lo que quiera sin más.

Un reportaje de Informe semanal me descubre la existencia de unas redes de extorsión que se dedican a echar el lazo a primos que se masturban ante el ordenador. El timo, al parecer, exige que el pajero se exhiba ante su webcam, mientras se sacude el manubrio, para que la señorita zalamera que lo incita pueda grabarlo; y, una vez rematada la faena, la señorita en cuestión (tal vez un macho pirulo con peluca) manda al primo un guasá, advirtiéndole que ha sido grabado y que, si no paga al instante tal cantidad, el video será enviado a sus allegados. En el reportaje, sin embargo, se lanzaba un mensaje de tranquilidad a la audiencia, anunciando que ya existe en la Policía española una unidad encargada de proteger a los internautas pajeros de estas extorsiones. Me sorprendió que se anunciara tan alegremente la creación de esta unidad en un país de alimañas donde, por ejemplo, hubo gente que protestó airadamente cuando un misionero español fue evacuado de Sierra Leona, para poder recibir en España tratamiento contra el ébola. Pero vivimos en una época que considera más indignante sufragar con dinero público la repatriación de un enfermo grave que crear una unidad policial encargada de evitar que los internautas pajeros sean extorsionados.

Guste o no, toda extorsión es delictiva y punible, independientemente de la moralidad o inmoralidad del acto que la víctima provocó. Este caso sería comparable al derecho de un borracho o de un cliente de un club de alterne para que la policía les atienda en el caso de haber sido robados. Si la autoridad pública permite una determinada actividad (independientemente de su moralidad) el afectado tiene derecho a reclamar a esa misma autoridad que lo permite.

Respecto al disgusto de De Prada al comprobar que "

ya existe en la Policía española una unidad encargada de proteger a los internautas pajeros de estas extorsiones.

supongo que será la unidad para delitos informáticos, que lleva trabajando durante bastantes años pero que NO ha aparecido ex profeso para este tipo de acciones; otra cosa es que requieran algún especial enfoque.

Pero la dura y triste realidad es que el consumo de pornografía en interné está generando adicciones y patologías cada vez más intrincadas y devastadoras. La dura y triste realidad es que la pornografía aniquila nuestra afectividad y nos incapacita para las relaciones sexuales sanas, llenándonos el alma de fantasías purulentas y tenebrosas que poco a poco infectan nuestra alma, destruyen infinidad de matrimonios y condenan a la angustia y a la soledad a millones de personas. Pero a esta forma mucho más pavorosa de 'sextorsión' jamás se dedicarán espacios en Informe semanal, ni se destinarán fondos públicos para su combate.

A efectos sociales, es una simple válvula de escape, como la prostitución. Cuestionar estos temas es algo recurrente. Cada generación olvida las razones de la anterior: a la tolerancia como freno ante frecuentes casos de violaciones, otra nueva generación, solucionado y olvidado ya el tema que lo motivó, replantea la pornografía y la prostitución como algo dañino, etc.

Una extorsión más frecuente en Internet se produce, por lo visto, en ciertas páginas, con el llamado 'virus de la Policía' que inutiliza totalmente el ordenador del usuario y le obliga a pagar algunos cientos de euros a cambio de desbloquearselo:

Siempre hubo prostitución, y en muchas épocas se permitía, efectivamente, como válvula de escape. Pero era algo marginal, y las perversiones eran raras, excepcionales. Sin embargo, desde que empezó a haber unos medios de difusión de masas, y más aún desde que existe internet, se ha disparado y multiplicado exponencialmente la lujuria. Antes había ciertos frenos, aunque no fuera más que el miedo a contraer una enfermedad venérea, o la vergüenza de que te viera algún conocido saliendo de una casa de mala fama, y desde luego había una conciencia de pecado. El hombre se sabía pecador. Era humano, débil por las heridas que arrastramos desde la caída de Adán y Eva, y por eso pecaba. Pero también sabía que había hecho mal y lo normal era arrepentirse después y confesar, aunque más tarde volviera a caer. Y a la hora de la muerte era más habitual acordarse de llamar al cura, o al menos de rezar el acto de contrición. Hoy en día ya no se habla de pecado, no se enseña el catecismo, no se habla de las postrimerías, todos nos vamos al cielo. Y encima, nos meten por las narices constantemente en la TV o en la publicidad toda clase de imágenes procaces, se habla sin pudor de cualquier tema, y se provoca cada vez más morbo en todos los sentidos. Y para colmo, como existe la pornografía que antiguamente no existía, y al principio era muy marginal y estaba mal vista, pero ahora está al alcance de un clic, se ha multiplicado exponencialmente la tentación. Y lo peor que ya no se trata sólo de fornicaciones normales, sino de Ahora es mucho más fácil pecar contra el sexto mandamiento, y de las formas más pervertidas y antinaturales, sin riesgo de contraer sífilis, gonorrea o sida, aunque la contaminación espiritual es mucho peor que la física. No, aquí ya no se trata de una válvula de escape para unos pocos, sino de un arma de destrucción masiva de la sociedad. Perversiones que sólo eran conocidas de los estudiantes de psiquiatría son ahora moneda corriente, porque muchos quieren probar lo que han visto. Y la sociedad cada vez más embrutecida. Como la hechicera Circe, la pornografía convierte a los humanos en cerdos. Literalmente.