A veces las experiencias personales marcan bastante, no digo que traumaticen, al menos no en el caso de la anécdota que voy a describir, pero si que dejó un mal sabor de boca. Sucedió hace unos diez años, que coincide con mi última visita al Valle de los Caídos, con motivo del 20-N. En aquella ocasión habíamos quedado una docena, o algunos más -pocos-, carlistas. Entre nosotros venía un correligionario bien conocido en nuestros ambientes, pero del que prefiero omitir su nombre a causa de su condición laboral. Estando en la explanada él ya nos advirtió que el clima no nos era muy propicio y que, por tanto, no respondiésemos si se producía alguna provocación, ya que él se encargaría de ello.

Dentro de la Basílica, en la asistencia a la misa, llamamos bastante la atención. Obviamente, estaba llena de camisas azules o de un paisanaje más condecorado que los generales soviéticos con toda clase de insignias compradas en algún puesto "·patriótico". Pero bueno, la gente es muy libre de decorarse como le apetezca. Y, claro, 12, 14 ó 15 boinas rojas allí "perdidos", aunque muchos caídos enterrados fueron requetés, pues parecía que estaban dando el cante, como si la misa fuese cosa política en lugar de obedecer a Cristo.

Por supuesto, mientras duró el oficio no pasó nada, salvo las miradas, comentarios o murmuraciones, pero ya a la salida si hubo algún momento que otro en el que a las manos les salían ganas de pasearse. Lo tomamos como producto de patosos, propio de edades de algunos chavales --con pendiente en las orejas, lo que provocó algún comentario nuestro recordando el "estilo falangista" que nada tenía que ver con esa "moda"--, ignorantes de todo que en su vida habían visto nada salvo eso: ir una vez al año al Valle y poco más. Hubo gritos en contra de la Monarquía, y les daba igual que fuera la Legítima o lo que hay. Hubo chulería gritándonos acerca de qué pintábamos allí, mientras a esos mozalbetes los apoyaban otros con camisitas pardas y cruces gamadas en el bracito. ¿A ver quiénes eran los que pintaban algo allí? Nuestro jefe de "partida carlista" en la que las ganas de jarana aumentaba, ya se encargó de encauzar el asunto. Habló con los mozalbetes, algo contundente les debió decir y acabaron por disolverse.

Nosotros nos dirigimos a la turística cafetería que hay allí abierta, donde ya nos calmamos, nos tomamos un café y fuimos presentados a una señora miembro de la Familia Imperial de Austria, con la que estuvimos charlando durante un rato con todo el agrado de ella que nos calificó como "perfectos caballeros españoles." Lo que hayan hecho mis correligionarios en años posteriores, no lo sé. Pero yo no he vuelto al Valle de Los Caídos un 20-N, ni creo que vuelva.