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Tema: ¡Hipócrita Se!

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    Re: ¡Hipócrita Se!


    "Origen y consecuencias de un artículo titulado
    Hipócritas"

    ...El recuerdo de la ciudad histórica de Manila -un montón de escombros, como resultado
    de la orden del general Mac Arthur, que no respetó que había sido proclamada
    ciudad abierta-, la tarea deshispanizante del español y de lo español en
    Filipinas, y la práctica del genocidio sin defensa de tantos millones de niños
    japoneses, movió mi pluma para escribir, de regreso a España, el artículo

    Hipócritas.

    Conservo el original. Cabalgan las letras sobre dos pequeños trozos
    de papel, y presentan los rasgos vacilantes del fuego interior que me abrasaba y
    del movimiento tembloroso del avión que surcaba el aire.
    Llegado a Madrid, puse a máquina el artículo y lo hice llegar al diario
    ABC,
    del que era colaborador. Presumí que no se publicaría, por razones que no
    se me escapaban, y que una doble censura, la del Ministerio de Información y
    Turismo y la específica del Ministerio de Asuntos Exteriores -en este caso por
    razón de su contenido- se encargarían de tomarlas en consideración. No ocurrió
    así. Al bajarme del coche para entrar en mi despacho, un taxi paró de repente. Un
    procurador de los Tribunales descendió del mismo y con un entusiasmo casi frenético
    vino hacia mí y me abrazó, a la vez que me felicitaba. La felicitación era
    por
    Hipócritas.

    Estábamos en la mañana del día 19 de enero de 1962. A partir de ese momento
    me vi acosado de visitas, en mi casa, en mi despacho profesional y
    en el Instituto de Cultura Hispánica. Hubo llamadas telefónicas, cartas y telegramas.
    Estos -los telegramas y las cartas- reposan en varios archivadores. Tuve la
    paciencia de clasificarlos por países y provincias españolas. Sorprende, a la altura
    de los años transcurridos, leer los textos y repasar las firmas. Todavía me piden
    fotocopias del artículo, que, ocasionalmente, he encontrado bajo el cristal que
    cubría el tablero de mesas de despacho.
    Creo que no llegan a diez las cartas hostiles, unas correctas y otras insultantes.
    Las demás, expresan el sentimiento generalizado de los españoles e hispanoamericanos;
    y aún de muchos extranjeros. No me resisto a dar a conocer dos
    cartas: la de José María Valiente, delegado por aquellas fechas de la Comunión
    Tradicionalista y la del P. Felipe Rodríguez S.J. que en Auxilio Social hizo una
    admirable obra de apostolado.

    José María Valiente se expresaba así:
    "Mi querido amigo: Reciba mi felicitación, entusiasta y fervorosa,
    por su artículo
    Hipócritas del día 19, en ABC.
    Quisiera decirle muchas cosas, pero creo que no es necesario.
    Estoy seguro de que Vd. tiene conciencia plena de haber interpretado
    la conciencia católica nacional, y la de otros muchos países
    Este artículo de Vd. ha alcanzado la máxima resonancia. Será el
    mayor triunfo periodístico de nuestro tiempo.
    Ha prestado Vd. un gran servicio a nuestra Patria. Si hablamos
    así, nos tratarán mejor, y con más respeto. Hablar así es hablar con verdad,
    con talento, y ... con prudencia política. Merece Vd. la felicitación de todos.
    Han de ser muchas, sin duda, las que usted reciba. Son muchísimas más las que
    Vd. no reciba, pero que son la voz pública, tan vibrante y segura, que repite con eco
    grandioso las palabras elocuentes de Vd. Siempre es Vd. elocuente,
    pero ahora ha sido Vd. inmensamente popular.
    Acepte la felicitación y el cordial saludo de su sincero admirador.
    José María Valiente".

    De la carta alentadora del P. Rodríguez, fechada el 2 de febrero de 1962,
    selecciono estos párrafos:
    "Al conocer tu cese, pensé ponerte este telegrama: " pública
    cordialísima felicitación por el artículo magnífico y cese glorioso...".
    Puedo asegurarte que "todos" los españoles conscientes aprueban tus
    ideas y alaban y admiran tu gesto valiente. Por supuesto, "todos", los
    P.P. jesuítas de esta Residencia están totalmente contigo, con todo lo
    que dices y en el modo cómo lo dices. Recibe un abrazo de este tu
    amigo en Cristo, que te bendice con toda efusión de su corazón".
    ...

    El artículo se reprodujo en varios periódicos españoles y extranjeros. No
    me ha sido posible comprobar en cuántos. Pero tengo ejemplares de algunos de
    ellos. A veces se acompañaba al artículo con algún comentario favorable.
    Me consta, igualmente, que en
    Arriba, diario del Movimiento Nacional, se
    iba también a reproducir, tomándolo del
    ABC, con algunas reflexiones de apoyo
    a mis punto de vista. Hubo una llamada, cuyo objetivo puso de relieve una orden
    urgentísima a la redacción. El contenido de la orden se refleja en la nota confidencial
    que obra en mi poder y que dice así:

    "22-1-1962. El sábado, y cuando había orden en Arriba de
    publicar el texto íntegro del artículo de Blas Piñar, aparecido en ABC
    el viernes, así como un editorial muy virulento contra los Estados
    Unidos, el director del periódico llamó desde su casa a la dirección
    para anularla, por lo que hubo que improvisar un editorial y sustituir
    el espacio reservado a aquella información. El director de "Arriba "
    se limitó a dar la orden escueta. Interesado sobre el motivo se negó a
    ampliar la información " .


    DISGUSTO OFICIAL

    El ministro de Asuntos Exteriores, Fernando María Castiella, debió de disgustarse
    muchísimo, sobre todo cuando José Félix de Lequerica, que era embajador
    de España en la ONU, llamó desde los Estados Unidos pidiendo mi inmediata
    destitución. Vino a verme, ya de noche, Pedro Salvador de Vicente, diplomático,
    ex divisionario y vicepresidente del Instituto. Yo estaba abrumado y
    tenso. Recalcó que le había comisionado el ministro para decirme que nada tenía
    que ver con el artículo que se había publicado contra mí en el diario
    Pueblo. No había leído Pueblo, y nadie me había hablado del ataque.

    Lo hice después y, en
    efecto, no podía ser más agresivo. Se trataba del editorial, lo que realzaba la
    importancia del ataque, por añadidura, en el órgano sindical de prensa.
    Agradezco las frases de admiración que Emilio Romero me dedica, aunque no
    pueda compartir su afirmación de que "desde un punto de vista estrictamente
    político, tal como va el mundo, lo antinorteamericano es siempre un movimien
    to a favor de los comunistas."

    Gabriel Arias Salgado que, sin duda, simpatizaba conmigo, aunque mi
    relación con él fuera mínima, me rogó que pasara por el Ministerio de
    Información y Turismo, del que era titular. Quería hablar conmigo. Me informó
    de las repercusiones del artículo
    Hipócritas, a nivel del Gobierno y de la opinión
    pública, tanto en España como en el extranjero. El editorial de
    Pueblo fue inspirado
    -me dijo- por Fernando María Castiella, que se lo pidió a Emilio Romero,
    que estaba en Peñíscola (Castellón) dando unas conferencias. La versión de Arias
    Salgado no coincidía con la de Pedro Salvador de Vicente .

    Me consideré obligado a acudir al Ministerio de Asuntos Exteriores. Era
    preciso conocer en directo lo que Fernando María Castiella pensaba y había decidido.
    Me recibió con cortesía y afecto. Me dijo que ante la protesta que iba a llegarle
    de la embajada norteamericana se había adelantado para comunicar que yo
    había sido cesado. Me consultó también sobre quién me parecía más adecuado
    para sustituirme, aunque él ya había hablado con Gregorio Marañón, al que, en
    principio, se había acordado nombrar embajador en Venezuela. "La consulta es
    irrelevante -le contesté- si ya has ofrecido el cargo a Gregorio Marañón y éste ha
    aceptado". Nada tuve que objetar. Hay razones poderosas que obligan a tomar
    una decisión rápida. Para mí, esta decisión, aunque no agradable, no era inesperada.
    El 11 de enero de 1962 , aunque por otros motivos, había presentado al
    ministro y presidente del Patronato mi dimisión; dimisión que no había tenido
    respuesta. De aquí que sea verdad lo que se dijo acerca de una dimisión previa
    por mi parte, pero que sea verdad también que fui cesado, no porque aquella
    dimisión se aceptara sino por el artículo
    Hipócritas.

    Pedí audiencia al Caudillo. Franco me recibió inmediatamente. Debía una
    explicación al Jefe del Estado. Comprendió que mi conducta había sido correcta.
    La doble censura, que pudo evitar el incidente, no había procedido bien, pues
    más vale la prevención que la cura. Indiqué al Jefe del Estado que lo ocurrido no
    afectaba a mi lealtad.

    Francisco Franco Salgado-Araujo, en su libro
    Mis conversaciones privadas
    con Franco (Edit. Planeta. Barcelona 1976),
    dice, haciendo referencia al 24
    de enero de 1962: "
    Hoy he hablado con Franco del efecto explosivo que había causado en Madrid
    el artículo de Blas Piñar llamando hipócritas a los americanos.
    Digo a Franco que yo tenía información de muy buena tinta de que el
    asunto estuvo en consulta de la censura ordinaria y que luego se pasó a la del

    Ministerio en donde, en veinticuatro horas, dieron su conformidad. No hubo sorpresa,
    y el señor Sedó, al ver la firma, no tuvo inconveniente en autorizar su
    publicación. Franco me responde: "No creo en ninguna maniobra, lo que sucedió
    fue que la firma de Piñar sorprendió a la censura; y tampoco creo que Piñar
    obrara de mala fe. Es muy lamentable lo ocurrido, porque los enemigos del
    extranjero realizarán una campaña de prensa para convencer a sus lectores y al
    mundo de que el artículo fué inspirado por el gobierno español
    ".

    Pero lo peor se produjo después. Si la génesis de Hipócritas estimo que ha
    quedado bien clara, las consecuencias del artículo siguen envueltas en la neblina.
    Lo cierto es que alguien, influyente, no sólo a escala nacional sino internacional,
    la puso en marcha. Es posible que todo tuviera su origen en la intervención
    más o menos oficial u oficiosa de un servicio diplomático, no español, por
    supuesto. La historia demuestra que así ocurrió en el pasado.

    Esa campaña trató de involucrar a
    Hipócritas con un acta notarial que
    tenía que ver con la actriz cinematográfica Ava Gardner, con la que yo, que nada
    tengo que ver con el mundo del espectáculo, no tenía la menor relación. Fui
    requerido profesionalmente y practiqué la diligencia del requerimiento el 4 de
    abril de 1961 (acta número 1991) de mi protocolo de aquel año, es decir, diez
    meses antes de la publicación de
    Hipócritas. Su objeto era una cuestión jurídicoeconómica,
    que nada tenía que ver con ruidos o escándalos que molestaban a sus
    vecinos, como intencionadamente se publicó. Entendí la diligencia, al no comparecer
    Ava Gardner, con quien dijo ser su secretario Williams Adams Galladner,
    quien con una falta de educación increíble, cometió contra mí, en cuanto notario
    en el ejercicio de su ministerio, un delito de desacato, tal y como se define en los
    artículos 60 del Reglamento Notarial y el 240 del Código Penal. No hubo más
    que grosería, pero no puñetazos o empujones. La Audiencia Provincial de
    Madrid condenó a Williams Adams Galladner por el mencionado delito de desacato
    mediante sentencia n° 665, de 16 de noviembre de 1961.

    Como respondiendo a una consigna, la prensa de todo el mundo, luego de
    la aparición de
    Hipócritas, vinculó aquella acta con el artículo. Este, según la
    prensa, había sido fruto de un percance, no demasiado honesto, con Ava Gardner,
    a raíz de la diligencia notarial mencionada. Se dijo que había fotografías, que
    jamás, por no existir, fueron publicadas. Confieso que la campaña infamante me
    hizo sufrir mucho. Guardo recortes de periódicos y revistas de todo el mundo, y
    agradezco muy especialmente a Santiago Pedraz Estévez, director del diario

    Prensa libre
    , de San José de Costa Rica -al que entonces no conocía-, la defensa
    apasionada de mi buen nombre.

    Tempo, semanario italiano de Milán, publicó un reportaje sobre el tema,
    en su n° de 17 de febrero de 1962 con el aval de una foto, en la que Ava
    Gardner aparecía al lado del autor de
    Hipócritas, pero que no era
    otro que Perico Chicote, acompañando a la actriz durante su visita al local del
    que era propietario en la Gran Vía madrileña.

    De todo ello levanté acta notarial que autorizó mi entrañable compañero
    Francisco Rodríguez Perea, el 6 de marzo de 1962 con el n° 702 de su protocolo,
    a la que se une una documentación que confirma la falsedad absoluta de los
    hechos denunciados por quienes, con ligereza, o mala fe -que de todo hubosecundaron
    la campaña difamante. Recuerdo que mi esposa, al verme angustiado,
    me dijo:
    "Si tuviste valor para escribir Hipócritas, más lo necesitas para
    soportar esta campaña"...


    (Blas Piñar, "Escrito para la Historia")

    http://www.maalla.es/Libros/Escrito%...20Historia.pdf

    Última edición por ALACRAN; 08/06/2017 a las 16:14
    DOBLE AGUILA y Pious dieron el Víctor.
    “España, evangelizadora de la mitad del orbe; España, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma, cuna de San Ignacio...; ésa es nuestra grandeza y nuestra unidad: no tenemos otra. El día en que acabe de perderse, España volverá al cantonalismo de los reyes de Taifas.

    A este término vamos caminando: Todo lo malo, anárquico y desbocado de nuestro carácter se conserva ileso. No nos queda ni política nacional, ni ciencia, arte y literatura propias. Cuando nos ponemos a racionalistas lo hacemos sin originalidad, salvo en lo estrafalario y grotesco. Nuestros librepensadores son de la peor casta de impíos que se conoce, pues el español que deja de de ser católico es incapaz de creer en nada. De esta escuela utilitaria salen los aventureros políticos y salteadores literarios de la baja prensa, que, en España como en todas partes, es cenagal fétido y pestilente”. (Menéndez Pelayo)

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