De la decadencia de los imperios y la tentación de los líderes milagro.
Trump simboliza el inicio de la decadencia de EUA. La llegada al poder de personajes grotescos como Nerón, Heliogábalo, Breznev o Bolsonaro es la señal del lento inicio para el fin de los imperios.
La madurez de la nación es sucedida por el cinismo y la perdida de los valores esenciales que la encumbraron. Estados Unidos ha comenzado ese proceso junto con diversas naciones. El fenómeno provoca reacciones para tratar de contener la decadencia. Una de las reacciones es la aparición de personajes que buscan ganancias en un río cada vez más revuelto. Estos personajes toman las preocupaciones, los miedos y esperanzas de las personas para convencerlas y poder acceder a la toma de decisiones.
Los líderes “fuertes” que apelan a un pasado edulcorado, que ofrecen soluciones rápidas a problemas complejos, recuerdan mucho a los charlatanes que dicen poder curar cualquier enfermedad mediante brebajes que sólo ellos poseen. Los sectores sociales que los apoyan suelen mezclar la nostalgia, el enojo y la ignorancia en una fe irracional que depositan en estos actores.
Es grave que las muchedumbres apoyen a estos individuos estridentes, sedientos de poder y protagonismo, sin embargo es algo bastante normal; las masas embobadas por los comunicadores de periódicos, televisión e internet apoyarán al bufón en turno que les sepa vender una solución a sus problemas, aunque la solución sea irreal o inhumana.
Lo realmente grave es que haya cristianos que apoyan a estos líderes pensando que realmente defienden el cristianismo, recuerdan a los militantes de Acción Católica que en diferentes países fueron seducidos por los siniestros cantos de sirena del fascismo y el nacionalsocialismo. Pretendiendo combatir el horror del comunismo cayeron en el respaldo de ideologías perversas que sólo usaban la bandera de la defensa del cristianismo para legitimarse y saciar sus verdaderas intenciones.
Hoy en día el mundo se enfrenta a una situación parecida. Ante el declive de las sociedades las masas se vuelcan en personajes populistas que parecen una esperanza para detener el caos. Los cristianos no somos ajenos a esta situación, aunque pareciera que estamos obligados a elegir entre los frutos envenenados del árbol del modernismo cometeríamos un grave error al aceptar un mal por otro. La defensa y extensión del cristianismo tendrá un futuro muy adverso si es secuestrada por líderes y movimientos inmorales que sólo toman las banderas cristianas para engañar a los incautos. No podemos combatir la peste abrazando el cólera.
Actualmente vivimos el inicio de la decadencia del imperio y de muchas naciones, el cristianismo tiene la oportunidad ser el semillero para edificar nuevamente una civilización. No permitamos que los charlatanes, ávidos de ganancias, desperdicien nuestras semillas.
Última edición por francisco rubio; 27/11/2018 a las 18:55
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