Re: Habla Don Sixto de Borbón
Yo no abracé la causa de Fuerza Nueva. Desde 1976 se habló de posibles coaliciones electorales para la Comunión Tradicionalista, pero sólo cuajó una, en 1979, llamada Unión Nacional, con varios partidos distintos. Quizá fuera un error. Aunque era sólo una coalición electoral. Nada más. Sin faltar el respeto a las personas, puedo decirle tan sólo que ese mundo no era el nuestro y no nos entendimos con los falangistas ni con ese movimiento nacional refundado que era Fuerza Nueva.
Bueno, por aquellos años Don Sixto venía y se iba con mucha frecuencia. Ciertamente fue una coalición para no dividir más el voto frente al enemigo común que se pirraba por ser demócrata de toda la vida, aunque `por si acaso la camisa azul siguiera guardada en el armario, o la boina roja en el cajón del mismo. Pero no le encontré yo tan a disgusto cuando una mañana en la calle Goya de Madrid, esquina a Núñez de Balboa donde encontraba la sede de Fuerza Nueva y a escasos veinte metros de la parroquia de Nuestra Señora de la Concepción, nos reunimos por casualidad cuatro personas. Una era Don Sixto, a quien por entonces yo no conocía personalmente, otra era la desaparecida Carmina Ordóñez, por entonces espléndida de belleza española y simpatiquísima, que sin rubor alguno llevaba puesta una camiza azul falangista, un carlista al que conocía pero sin recordar hoy su nombre y que fue quien me presentó a Don Sixto. Tampoco recuerdo los términos de la conversación, pero dado que no éramos íntimos, ni teníamos el mismo círculo de amistades, a tenor del momento, la conversación debió girar sobre la situación política.
También he podido comprobar el disgusto que ha producido la reproducción de la entrevista. Pero me interesaron algunos aspectos, el primero es la intención y tono de la entrevista en sí, por eso a la hora de retocarla estéticamente destaqué más las preguntas, que las respuestas, porque en muchas ocasiones el interés está en la formulación de las preguntas y la intencionalidad de las mismas. Así, en efecto, vaya ejemplo de periodismo tal como habéis destacado, en particular porque antes de entrevistar a Don Sixto, el mismo autor lo hizo con Carlos Javier, cuando lo propio hubuiese sido al revés, es decir, primero la causa, y luego el efecto, pues a la postre el Abanderado actual es Don Sixto, y el aaspirante a tal condición Carlos Javier. Pero así va la ciencia, la del periodismo, claro.
Sin embargo, y aunque aparentemente más discretas en apariencia, destaco dos ideas para mi muy importantes. La primera es que Don Sixto no tiene ningún inconveniente en destacar que hay carlistas y también tradicionalistas que no lo son. Es verdad que no se puede ser carlista sin ser tradicionalista, digamos que es una muy feliz asociación, pero sí que se puede ser tradicionalista sin ser carlista, o que habiéndolo sido por las circunstancias de hoy se opta por otras alternativas históricas en espera de mejor situación. No impiorta tanto que después mencione a los tradicionalismos de otras patrias de nuestro entorno.
Y la segunda cuestión, tan capital como la primera, es que reconoce que hay una cierta discusión en la Comunión Tradicionalista acerca de su sucesión. Y es que no puede ser menos, Don Sixto tiene ya 80 años, es soltero, no ha tenido hijos, y su presunto "herdero", Carlos Javier, es cualquier cosa menos un príncipe para ser tenido como carluista y tradicionalista: "socialista autogestionario, divorciado y vuelto a casar y, huelga decirlo pero no queda otra, extranjero, habiendo sobrados linajes españoles de antiquísma raigambre y que dieron lugar incluso a la Monarquía Hispánica unificada de Doña Isabel de Castilla y I de España, llamada La Católica. Así, Trastámaras, Borgoñas españoles, Austrias, etc., tienen sobrados derechos -a analizar por los especialistas-, para continuar con la Tradición de España.
"He ahí la tragedia. Europa hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma europea choca con una realidad artificial anticristiana. El europeo se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.
<<He ahí la tragedia. España hechura de Cristo, está desenfocada con relación a Cristo. Su problema es específicamente teológico, por más que queramos disimularlo. La llamada interna y milenaria del alma española choca con una realidad artificial anticristiana. El español se siente a disgusto, se siente angustiado. Adivina y presiente en esa angustia el problema del ser o no ser.>>
Hemos superado el racionalismo, frío y estéril, por el tormentoso irracionalismo y han caído por tierra los tres grandes dogmas de un insobornable europeísmo: las eternas verdades del cristianismo, los valores morales del humanismo y la potencialidad histórica de la cultura europea, es decir, de la cultura, pues hoy por hoy no existe más cultura que la nuestra.
Ante tamaña destrucción quedan libres las fuerzas irracionales del instinto y del bruto deseo. El terreno está preparado para que germinen los misticismos comunitarios, los colectivismos de cualquier signo, irrefrenable tentación para el desilusionado europeo."
En la hora crepuscular de Europa José Mª Alejandro, S.J. Colec. "Historia y Filosofía de la Ciencia". ESPASA CALPE, Madrid 1958, pág., 47
Nada sin Dios
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