Es más poético hablar de la capital de la fidelísima Vardulia que de la actual Odón-city en donde no quieren gastarse los cuartos en iluminación navideña pero en cambio iluminan a todo trapo el monstruoso Kursaal el día (o la semana, o el mes) del orgullo manflorita con el satánico arco-iris.
San Sebastián adolece hoy de lo peor del aburguesamiento y desarraigo de la sociedad y en lo religioso representa el decaimiento de un pueblo otrora fervorosamente católico que hoy abraza la mundanidad.
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