Re: Cárceles del Santo Oficio
"Con esto hemos llegado a uno de los puntos más importantes de toda la historia de la Inquisición, la vida en las cárceles secretas o en las cárceles de prevención de la misma (...) Véase lo que dice el historiador alemán tantas veces citado, E. Schäfer: 'Suele tenerse, sobre todo con motivo de las descripciones de Montano, la idea más espantosa sobre la vida de los presos de la Inquisición en el siglo XVI (...) Con todo, las actas nos muestran que solamente el odio apasionado de Montano contra el tribunal que lo perseguía fue el que guió la pluma del autor de las Artes Inquisitionis... El que las cárceles secretas de la Inquisición no podían ser calabozos lóbregos y estrechos, se deduce del hecho de que nos encontramos frecuentemente con presos ocupados en leer y escribir, cosa que, naturalmente, no se podía hacer a la luz de un ventanillo a manera de aspillera. Esto mismo se deduce del hecho de que la Inquisición, por una u otra causa, cambiaba frecuentemente de morada, y que en una casa particular no podían sin más construirse calabozos como los que describe Montano... En general, se puede decir que las cárceles secretas de la Inquisición española eran, sin duda, locales sufucientemente holgados, limpios y provistos de luz suficiente para leer y escribir'.
No sé qué más se atreverá a decir en favor de la Inquisición el panegirista más decidido. Pero no para todo ahí. La realidad de las cosas que le han descubierto las actas originales obliga a Schäfer a seguir en defensa del odiado tribunal (...) 'No eran menos favorables, dice, las condiciones de los presos en lo que se refiere al mobiliario y alimentación. Los presos tenían que traer consigo una cama y los propios vestidos. La proposición de Montano de que tenían que dormir sobre paja podrida, queda refutada con el solo hecho de que en muchos pasajes son conmemoradas las camas, bajo las cuales podía esconderse alguna cosa. Igualmente se citan como objeto de inventario de las celdas de presos un arca y una alfombra o estera; y del hecho de que algunos escribían sus defensas parece poderse deducir con suficiente fundamento la existencia de algún modo de mesa'.
Por lo que se refiere a la comida de los presos, dice asimismo Schäfer: 'A nadie se le ocurrirá defender que la alimentación fuera particularmente delicada, en vista de la moderación del español en la comida y bebida, apenas comprensible al habitante del norte; pero mucho menos el que fuera tan miserable como afirma Montano'. Por lo menos Leonor de Cisneros, en el interrogatorio que en 1567 el Inquisidor de Valladolid tiene con ella, enumera otras cosas además de pan y agua, como son, carne, vino y frutas".
Bernardino Llorca, S. J., "La Inquisición en España", Labor, Barcelona-Madrid-Buenos Aires-Río de Janeiro-México-Montevideo, 1954, 3ª edición.
"Solo Dios sabe hacer de los venenos remedio".
Francisco de Quevedo
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