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Tema: Cardenales pasan a la acción: ¿qué ocurre si un Papa enseña un error grave o herejía?

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    Cardenales pasan a la acción: ¿qué ocurre si un Papa enseña un error grave o herejía?

    Monday, November 14, 2016

    4 cardenales piden oficialmente a Francisco claridad sobre aspectos confusos de Amoris Lætitia. Francisco guarda silencio



    Cuatro cardenales —sin funciones organizativas en la Curia romana— han solicitado en foma oficial y por escrito al Papa que aclare algunos aspectos confusos de su exhortación apostólica postsinodal Amoris Lætitia, particularmente las que conciernen al capítulo 8°.

    La solicitud, fechada Sep-19-2016, con copia a la Congregación de la Doctrina de la Fe, no ha sido respondida y al no serlo sus autores dan por entendido que el silencio papal anima a “continuar la reflexión y la discusión” con “todo el pueblo de Dios”, de modo que esa es la razón por la que la han hecho pública.

    Los cardenales que elevan la solicitud son: Walter Brandmüller (Alemania, 87 años), Raymond Leo Burke (EEUU, 68 años, Prefecto emérito del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica y patrono de la Orden Militar de Malta), Carlo Caffarra (Italia, 78 años, arzobispo emérito de Bolonia, miembro de algunos dicasterios de la Curia romana) y Joachim Meisner (Alemania, 82 años, arzobispo emérito de Colonia).

    Los textos completos en español, han sido publicado por Sandro Magister y pueden verse en Chiesa On Line.

    Edward Pentin publica en su blog de National Catholic Register los mismos textos en inglés, aclarando al final de su artículo que los “textos [son] provistos por los cardenales firmantes”. De donde se puede inferir que de la petición original existen varias traducciones proporcionadas por los propios autores.

    Como el común de los católicos no se entera de este tipo de materias yendo a las fuentes, sino que se dejan (des)informar por los medios masivos de comunicación, lo que veran en sus periódico locales o en sus canales locales de televisión, o escucharán en sus radios preferidas, es algo como lo que ha publicado Philip Pullella para agencia Reuters, la cual titúla: “Cardenales conservadores desafían al Papa sobre enseñanzas sobre la familia” (“Conservative cardinals challenge Pope over teachings on family”, en su original inglés). Por lo que se puede prever, el debate se distraerá bastante con que los que hicieron la solicitud son enemigos de Francisco, rígidos, cerrados a las sorpresas del Espíritu Santo, y así sucesivamente.


    Fuente: SECRETUM MEUM MIHI

  2. #2
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    Re: Cardenales pasan a la acción: ¿qué ocurre si un Papa enseña un error grave o here

    "Clarificar". La apelación de cuatro cardenales al Papa

    Una carta. Cinco preguntas sobre los puntos más controvertidos de "Amoris laetitia". A las cuales Francisco no respondió. Un motivo más, dicen, para "informar de nuestra iniciativa al pueblo de Dios"

    por Sandro Magister






    ROMA, 14 de noviembre de 2016 – La carta y las cinco preguntas informadas íntegramente más abajo no tienen necesidad de tantas explicaciones. Basta leerlas. La novedad es que cuatro cardenales que el pasado 19 de setiembre las han entregado a Francisco, sin haber tenido respuesta, han decidido hacerlas públicas, alentados justamente por este silencio del Papa, para "continuar la reflexión y la discusión" con "todo el pueblo de Dios".

    Lo explican en el prefacio de la publicación del todo. Y el pensamiento corre derecho a Mateo 18, 16-17: "Si tu hermano no te escucha, busca una o dos personas más, para que el asunto se decida por la declaración de dos o tres testigos. Si se niega a hacerles caso, dilo a la comunidad".

    "Testigo" ha sido en este caso el cardenal Gerhard L. Müller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, porque también a él, además del Papa, le han sido entregadas la carta y las preguntas.

    Las cinco preguntas han sido formuladas efectivamente como en las interpelaciones clásicas a la Congregación para la Doctrina de la Fe. Es decir, han sido formuladas de tal modo que se pueda responder simplemente a ellas con un sí o con un no.

    Normalmente, las respuestas dadas por la Congregación mencionan explícitamente la aprobación satisfactoria del Papa. Y en las audiencias personales concedidas por Francisco al cardenal prefecto luego de la entrega de la carta y de las preguntas, evidentemente los dos no han hablado de ellas.

    Pero justamente los cuatro cardenales no han recibido ninguna respuesta a su apelación, ni por parte del cardenal Müller ni por parte del Papa, evidentemente por voluntad de éste último.

    *

    Los cuatro cardenales que firmaron y ahora dan a conocer públicamente esta carta no están entre los mismos que hace un año, al comienzo de la segunda sesión del sínodo sobre la familia, entregaron a Francisco la famosa carta "de los trece cardenales":

    > Trece cardenales han escrito al Papa. He aquí la carta (12.10.2015)

    Los trece eran miembros del sínodo y estaban en servicio pleno en sus respectivas diócesis. También ocupaban cargos importantes en la curia, como los cardenales Robert Sarah, George Pell y el mismo Müller.

    Pero estos cuatro, con una autoridad reconocida por todos, están privados de roles operativos, ya sea por motivos de edad o porque han sido exonerados.

    Es esto lo que los hace más libres. En efecto, no es un misterio que su apelación ha sido y es compartida por no pocos cardenales que están todavía en plena actividad, también por obispos y arzobispos de primer nivel, en Occidente y en Oriente, pero que han decidido mantenerse en las sombras.

    En pocos días, el 19 y 20 de noviembre, se reunirá en Roma todo el colegio de cardenales, para el consistorio convocado por el papa Francisco. Inevitablemente, la apelación de los cuatro cardenales se convertirá en tema de animada discusión entre ellos.

    Avances y retrocesos históricos. Fue en el consistorio del 2014 que Francisco abrió camino a la larga marcha que ha desembocado en la exhortación "Amoris laetitia", cuando confió al cardenal Walter Kasper la exposición de apertura, en apoyo a la comunión para los divorciados que se han vuelto a casar.

    En ese consistorio, la controversia estalló inmediatamente en forma encendida. Es la misma que hasta hoy más divide a la Iglesia, también en sus niveles más altos, visto como son contradictoriamente interpretadas y aplicadas las no claras sugerencias de "Amoris laetitia".

    Kasper es alemán y, curiosamente, dos de los cardenales que – en el frente que se le opone – publican la presente apelación son también ellos alemanes, sin mencionar al cardenal Müller, quien firmó la carta "de los trece" y que ahora ha recibido esta otra carta no menos explosiva.

    La división en la Iglesia existe y atraviesa clamorosamente a esa Iglesia de Alemania que representa para muchos la punta más avanzada del cambio.

    Y el papa Francisco calla, quizás porque piensa que "las oposiciones ayudan", tal como ha explicado a su hermano jesuita Antonio Spadaro al hacer editar la antología de sus discursos como arzobispo de Buenos Aires, desde hace pocos días en librerías.

    Agregando que:

    "La vida humana está estructurada en forma de oposiciones. Es lo que sucede ahora mismo también en la Iglesia. No necesariamente las tensiones se resuelven y homologan. No son como las contradicciones".

    Pero precisamente aquí se trata de contradicciones. Sí o no. Son éstas y no otras las respuestas que se deben dar a las cinco preguntas de los cuatro cardenales, sobre puntos cruciales de la doctrina y de la vida de la Iglesia puestos en duda por "Amoris laetitia".

    Les damos la palabra a ellos.

    Además de estar disponibles en italiano, en inglés, en francés y en español, también están disponibles las traducciones de todo el documento en portugués y en inglés:

    > Criar clareza. Alguns nós por resolver em "Amoris laetitia" - Um apelo

    > Klarheit schaffen. Ungelöste Knoten von "Amoris laetitia" - Ein Appell

    __________


    Clarificar.

    Dudas no resueltas de "Amoris laetitia" - Una apelación



    *


    1. Una premisa necesaria

    El envío de la carta al Santo Padre Francisco por parte de cuatro cardenales nace de una profunda preocupación pastoral.

    Hemos constatado un grave desconcierto en muchos fieles y una gran confusión respecto a cuestiones muy importantes para la vida de la Iglesia. Hemos notado que también dentro del colegio episcopal se dan interpretaciones contradictorias del capítulo octavo de "Amoris laetitia".

    La gran Tradición de la Iglesia nos enseña que el camino de salida para situaciones como ésta es recurrir al Santo Padre, pidiendo a la Sede Apostólica que resuelva esas dudas que son causa de desconcierto y confusión.

    El nuestro es, pues, un acto de justicia y de caridad.

    De justicia: con nuestra iniciativa profesamos que el ministerio petrino es ministerio de unidad, y que a Pedro, al Papa, le compete el servicio de confirmar en la fe.

    De caridad: queremos ayudar al Papa a prevenir divisiones y contraposiciones en la Iglesia, pidiéndole que disipe toda ambigüedad.

    También hemos cumplido con un deber preciso. Según el Código de Derecho Canónico (can. 349) está confiada a los cardenales, también considerados en forma individual, la tarea de ayudar al Papa en el cuidado de la Iglesia universal.

    El Santo Padre ha decidido no responder. Hemos interpretado esta decisión soberana suya como una invitación a continuar la reflexión y la discusión serena y respetuosamente.

    Es por eso que informamos de nuestra iniciativa a todo el pueblo de Dios, ofreciendo toda la documentación.

    Es nuestro deseo que nadie interprete el hecho según el esquema “progresistas-conservadores”: sería una total malinterpretación. Estamos profundamente preocupados por el verdadero bien de las almas, suprema ley de la Iglesia, y no por hacer progresar en la Iglesia cualquier forma de política.

    Es nuestro deseo que nadie nos juzgue, injustamente, como adversarios del Santo Padre y como personas sin misericordia. Lo que hemos hecho y estamos haciendo nace del profundo afecto colegial que nos une al Papa y de la apasionada preocupación por el bien de los fieles.

    Card. Walter Brandmüller
    Card. Raymond L. Burke
    Card. Carlo Caffarra
    Card. Joachim Meisner


    *


    2. La carta de los cuatro cardenales al Papa

    Al Santo Padre Francisco
    y para conocimiento a Su Eminencia Cardenal Gerhard L. Müller

    Beatísimo Padre,

    Tras la publicación de Su Exhortación Apostólica "Amoris laetitia", teólogos y eruditos propusieron interpretaciones no sólo divergentes, sino también contradictorias, sobre todo a causa del capítulo VIII. Además, los medios de comunicación enfatizaron esta disputa, provocando incertidumbre, confusión y alarma entre muchos fieles.

    Por eso, a quienes suscribimos esta carta, y también a muchos obispos y presbíteros, nos han llegado numerosas peticiones por parte de fieles de distintas clases sociales sobre la correcta interpretación que hay que dar al capítulo VIII de la Exhortación.

    Ahora, impulsados en conciencia por nuestra responsabilidad pastoral y deseando hacer realidad cada vez más esa sinodalidad a la cual Su Santidad nos exhorta, con profundo respeto nos permitimos pedirle, Santo Padre, como supremo Maestro de la Fe llamado por el Resucitado a confirmar a sus hermanos en la fe, que dirima las incertidumbres y clarifique, dando benévolamente respuesta a las "Dudas" que nos permitimos adjuntar a la presente.

    Quiera Su Santidad bendecirnos, mientras Le prometemos recordarle constantemente en nuestras oraciones.

    Card. Walter Brandmüller
    Card. Raymond L. Burke
    Card. Carlo Caffarra
    Card. Joachim Meisner

    Roma, 19 de septiembre de 2016


    *


    3. Las "Dudas"


    1. Se pregunta si, según lo afirmado en "Amoris laetitia" nn. 300-305, es posible ahora conceder la absolución en el sacramento de la Penitencia y, en consecuencia, admitir a la Santa Eucaristía a una persona que, estando unida por un vínculo matrimonial válido, convive "more uxorio" con otra, sin que se hayan cumplido las condiciones previstas por "Familiaris consortio" n. 84 y luego confirmadas por "Reconciliatio et paenitentia" n. 34 y por "Sacramentum caritatis" n. 29. La expresión "en ciertos casos" de la nota 351 (n. 305) de la exhortación "Amoris laetitia", ¿puede aplicarse a divorciados que están en una nueva unión y siguen viviendo "more uxorio"?

    2. ¿Sigue siendo válida, después de la exhortación post-sinodal "Amoris laetitia" (cfr. n. 304), la enseñanza de la encíclica de San Juan Pablo II, "Veritatis splendor" n. 79, fundamentada en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia, respecto a la existencia de normas morales absolutas, válidas sin excepción alguna, que prohíben acciones intrínsecamente malas?

    3. Después de "Amoris laetitia" n. 301, ¿es posible afirmar todavía que una persona que vive habitualmente en contradicción con un mandamiento de la ley de Dios, como por ejemplo el que prohíbe el adulterio (cfr. Mt 19, 3-9), se encuentra en situación objetiva de pecado grave habitual (cfr. Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, Declaración del 24 de junio del 2000)?

    4. Después de las afirmaciones de "Amoris laetitia" n. 302 sobre las "circunstancias que atenúan la responsabilidad moral", ¿se debe considerar todavía válida la enseñanza de la encíclica de San Juan Pablo II, "Veritatis splendor" n. 81, fundamentada en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia, según la cual: "las circunstancias o las intenciones nunca podrán transformar un acto intrínsecamente deshonesto por su objeto en un acto subjetivamente honesto o justificable como elección"?

    5. Después de "Amoris laetitia" n. 303, ¿se debe considerar todavía válida la enseñanza de la encíclica de San Juan Pablo II, "Veritatis splendor" n. 56, fundamentada en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia, que excluye una interpretación creativa del papel de la conciencia y afirma que ésta nunca está autorizada para legitimar excepciones a las normas morales absolutas que prohíben acciones intrínsecamente malas por su objeto?


    *


    4. Nota explicativa de los cuatro cardenales



    EL CONTEXTO


    Las "dudas" (en latín: "dubia") son cuestiones formales planteadas al Papa y a la Congregación para la Doctrina de la Fe pidiendo aclaraciones respecto a temas particulares concernientes a la doctrina o la práctica.

    Lo que resalta en estas preguntas es que están formuladas de tal manera que requieren "sí" o "no" como respuesta, sin argumentación teológica. No es una invención nuestra esta modalidad de dirigirse a la Sede Apostólica; es una praxis secular.

    Vayamos a la puesta en juego concreta.

    Tras la publicación de la exhortación apostólica post-sinodal "Amoris laetitia" sobre el amor en la familia surgió un amplio debate, en especial en torno al capítulo octavo. Y, más concretamente, en relación a los párrafos 300-305, que han sido objeto de interpretaciones divergentes.

    Para muchos –obispos, párrocos, fieles– estos párrafos aluden, o también enseñan explícitamente, un cambio en la disciplina de la Iglesia respecto a los divorciados que viven en una nueva unión, mientras que otros, admitiendo la falta de claridad o también la ambigüedad de los pasajes en cuestión, argumentan sin embargo que estas mismas páginas pueden ser leídas en continuidad con el magisterio precedente y no contienen una modificación en la práctica y en la enseñanza de la Iglesia.

    Animados por una preocupación pastoral por los fieles, cuatro cardenales han enviado una carta al Santo Padre bajo la forma de "dudas", esperando recibir claridad, dado que la duda y la incertidumbre han sido siempre altamente perjudiciales para la atención pastoral.

    El hecho de que los intérpretes lleguen a conclusiones diferentes se debe también a la existencia de caminos divergentes para comprender la vida cristiana. En este sentido, lo que está en juego en "Amoris laetitia" no es sólo la cuestión de si los divorciados que están en una nueva unión –bajo ciertas circunstancias– pueden o no ser readmitidos a los sacramentos.

    Más bien, la interpretación del documento implica también enfoques diferentes y contrastantes con el estilo de vida cristiano.

    De este modo, mientras la primera cuestión de las "dudas" se refiere a un tema práctico que atañe a los divorciados que se han vuelto a casar civilmente, las otras cuatro cuestiones se refieren a temas fundamentales de la vida cristiana.



    LAS PREGUNTAS


    Duda número 1:

    Se pregunta si, según lo afirmado en "Amoris laetitia" nn. 300-305, es posible ahora conceder la absolución en el sacramento de la Penitencia y, en consecuencia, admitir a la Santa Eucaristía a una persona que, estando unida por un vínculo matrimonial válido, convive "more uxorio" con otra, sin que se hayan cumplido las condiciones previstas por "Familiaris consortio" n. 84 y luego confirmadas por "Reconciliatio et paenitentia" n. 34 y por "Sacramentum caritatis" n. 29. La expresión "en ciertos casos" de la nota 351 (n. 305) de la exhortación "Amoris laetitia", ¿puede aplicarse a divorciados que están en una nueva unión y siguen viviendo "more uxorio"?


    La primera pregunta hace particular referencia a "Amoris laetitia" n. 305 y a la nota 351 al pie de página. La nota 351, mientras habla específicamente de los sacramentos de la penitencia y de la comunión, no menciona en este contexto a los divorciados que se han vuelto a casar civilmente y ni siquiera lo hace el texto principal.

    El n. 84 de la exhortación apostólica "Familiaris consortio" del Papa Juan Pablo II ya contemplaba la posibilidad de admitir a los sacramentos a los divorciados que se han vuelto a casar civilmente. En él se mencionan tres condiciones:

    - Las personas interesadas no pueden separarse sin cometer una nueva injusticia (por ejemplo, podrían ser responsables por la educación de sus hijos);

    - Asumen el compromiso de vivir según la verdad de su situación, dejando de vivir juntos como si fuesen marido y esposa ("more uxorio") y absteniéndose de los actos que son propios de los esposos;

    - Evitan dar escándalo (es decir, evitan la apariencia de pecado para evitar el riesgo de llevar a otros a pecar).

    Las condiciones mencionadas por "Familiaris consortio" n. 84, y por los documentos posteriores citados, parecieron inmediatamente razonables una vez que se recuerda que la unión conyugal no está basada sólo en el afecto mutuo y que los actos sexuales no son sólo una actividad entre otras que la pareja lleva a cabo.

    Las relaciones sexuales son para el amor conyugal. Son algo tan importante, tan bueno y tan hermoso que requieren un contexto particular: el contexto del amor conyugal. En consecuencia, no sólo los divorciados que viven en una nueva unión deben abstenerse [de las relaciones sexuales], sino también todo aquél que no está casado. Para la Iglesia, el sexto mandamiento "no cometer adulterio" ha cubierto siempre todo ejercicio de la sexualidad humana que no sea conyugal, es decir, todo tipo de acto sexual más allá de la que se realiza con el cónyuge legítimo.

    Parece que si se admitiese a la comunión a los fieles que se han separado, o a los divorciados del cónyuge legítimo que están en una nueva unión en la que viven como si fueran marido y esposa, la Iglesia enseñaría a través de esta práctica de admisión una de las siguientes afirmaciones respecto al matrimonio, la sexualidad humana y la naturaleza de los sacramentos:

    - Un divorcio no disuelve el vínculo matrimonial, y las personas que forman la nueva unión no están casadas. Sin embargo, las personas que no están casadas pueden, en ciertas condiciones, realizar legítimamente actos de intimidad sexual.

    - Un divorcio disuelve el vínculo matrimonial. Las personas que no están casadas no pueden realizar legítimamente actos sexuales. Los divorciados que se han vuelto a casar son legítimamente esposos y sus actos sexuales son lícitamente actos conyugales.

    - Un divorcio no disuelve el vínculo matrimonial, y las personas que forman la nueva unión no están casadas. Las personas que no están casadas no pueden realizar actos sexuales. Por eso, los divorciados que se han vuelto a casar civilmente viven en una situación de pecado habitual, público, objetivo y grave. Sin embargo, admitir personas a la Eucaristía no significa para la Iglesia aprobar su estado de vida público; el fiel puede acercarse a la mesa eucarística también con la conciencia de pecado grave. Para recibir la absolución en el sacramento de la penitencia no siempre es necesario el propósito de cambiar de vida. En consecuencia, los sacramentos se separan de la vida: los ritos cristianos y el culto están en una esfera diferente respecto a la vida moral cristiana.

    *

    Duda número 2:

    ¿Sigue siendo válida, después de la exhortación post-sinodal "Amoris laetitia" (cfr. n. 304), la enseñanza de la encíclica de san Juan Pablo II, "Veritatis splendor" n. 79, fundamentada en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia, respecto a la existencia de normas morales absolutas, válidas sin excepción alguna, que prohíben acciones intrínsecamente malas?


    La segunda pregunta concierne a la existencia de los llamados actos intrínsecamente malos. El n. 79 de la encíclica "Veritatis Splendor" de Juan Pablo II sostiene que es posible "calificar como moralmente mala según su especie […] la elección deliberada de algunos comportamientos o actos determinados prescindiendo de la intención por la que la elección es hecha o de la totalidad de las consecuencias previsibles de aquel acto para todas las personas interesadas".

    En este caso, la encíclica enseña que hay acciones que son siempre malas, que están prohibidas por las normas morales que obligan sin excepción ("absolutos morales"). Estos absolutos morales son siempre negativos, es decir, nos dicen qué es lo que no debemos hacer: "no matar", "no cometer adulterio". Sólo las normas negativas pueden obligar sin excepción alguna.

    Según la "Veritatis splendor", en el caso de acciones intrínsecamente malas no es necesario ningún discernimiento de las circunstancias o de las intenciones. Incluso si un agente secreto pudiera arrebatar informaciones valiosas a la esposa de un terrorista cometiendo adulterio con ella con el fin de salvar a la patria (lo que suena como un ejemplo sacado de una película de James Bond fue contemplado por Santo Tomás de Aquino en el libro "De Malo", q. 15, a. 1). Juan Pablo II sostiene que la intención ("salvar a la patria") no cambia la especie de la acción ("cometer adulterio") y que es suficiente saber o conocer la especie de la acción ("adulterio") para saber que no se debe hacer.

    *

    Duda número 3:

    Después de "Amoris laetitia" n. 301, ¿es posible afirmar todavía que una persona que vive habitualmente en contradicción con un mandamiento de la ley de Dios, como por ejemplo el que prohíbe el adulterio (cfr. Mt 19, 3-9), se encuentra en situación objetiva de pecado grave habitual (cfr. Pontificio Consejo para los Textos Legislativos, Declaración del 24 de junio del 2000)?


    En el párrafo 301, "Amoris laetitia" recuerda que "la Iglesia posee una sólida reflexión acerca de los condicionamientos y circunstancias atenuantes". Y concluye diciendo que "por eso ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada ‘irregular’ viven en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante".

    En la Declaración del 24 de junio del 2000, el Pontificio Consejo para los Textos Legislativos apuntaba a aclarar el canon 915 del Código de Derecho Canónico, que afirma que "a la sagrada comunión no serán admitidos [… los que] obstinadamente perseveran en un manifiesto pecado grave". La Declaración del Pontificio Consejo afirma que este canon es aplicable también a los fieles divorciados que se han vuelto a casar civilmente. Aclara que el "pecado grave" debe ser comprendido objetivamente, dado que el ministro de la Eucaristía no tiene los medios para juzgar la imputabilidad subjetiva de la persona.

    En este caso, según la Declaración, la cuestión de la admisión a los sacramentos concierne al juicio de la situación de vida objetiva de la persona, y no al juicio de que esta persona se encuentra en estado de pecado mortal. De hecho, subjetivamente podría no ser plenamente imputable, o no serlo para nada.

    Siguiendo la misma línea, San Juan Pablo II recuerda en el n. 37 de su encíclica "Ecclesia de Eucharistia" que "el juicio sobre el estado de gracia, obviamente, corresponde solamente al interesado, tratándose de una valoración de conciencia". En consecuencia, la distinción referida por "Amoris laetitia" entre la situación subjetiva de pecado mortal y la situación objetiva de pecado grave está bien establecida en la enseñanza de la Iglesia.

    Sin embargo, Juan Pablo II continúa insistiendo que "en los casos de un comportamiento externo grave, abierto y establemente contrario a la norma moral, la Iglesia, en su cuidado pastoral por el buen orden comunitario y por respeto al Sacramento, no puede mostrarse indiferente", reafirmando así la enseñanza del canon 915 mencionado anteriormente.

    La cuestión 3 de las "dudas" desearía aclarar, de este modo, si también después de "Amoris laetitia" es posible decir que las personas que habitualmente viven en contradicción con el mandamiento de la ley de Dios viven en situación objetiva de pecado grave habitual, aunque, por alguna razón, no sea cierto que sean subjetivamente imputables por su transgresión habitual.

    *

    Duda número 4:

    Después de las afirmaciones de "Amoris laetitia" n. 302 sobre las "circunstancias que atenúan la responsabilidad moral", ¿se debe considerar todavía válida la enseñanza de la encíclica de San Juan Pablo II, "Veritatis splendor" n. 81, fundamentada en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia, según la cual: "las circunstancias o las intenciones nunca podrán transformar un acto intrínsecamente deshonesto por su objeto en un acto subjetivamente honesto o justificable como elección"?


    En el párrafo 302, "Amoris laetitia" subraya que "un juicio negativo sobre una situación objetiva no implica un juicio sobre la imputabilidad o la culpabilidad de la persona involucrada". Las "dudas" hacen referencia a la enseñanza tal como ha sido expresada por Juan Pablo II en "Veritatis splendor", según la cual circunstancias o buenas intenciones no cambian nunca un acto intrínsecamente malo en un acto excusable, o incluso bueno.

    La cuestión es si "Amoris laetitia" concuerda al decir que todo acto que transgrede los mandamientos de Dios -como el adulterio, el robo, el falso testimonio-, no puede convertirse jamás, consideradas las circunstancias que mitigan la responsabilidad personal, en excusable o incluso bueno.

    Estos actos que la Tradición de la Iglesia ha llamado pecados graves y malos en sí, ¿siguen siendo destructivos y dañinos para todo aquél que los cometa, cualquiera que sea el estado subjetivo de responsabilidad moral en el que se encuentre?

    ¿O pueden estos actos, dependiendo del estado subjetivo de la persona y de las circunstancias y de las intenciones, dejar de ser dañinos y tornarse loables, o al menos excusables?

    *

    Duda número 5:

    Después de "Amoris laetitia" n. 303, ¿se debe considerar todavía válida la enseñanza de la encíclica de San Juan Pablo II, "Veritatis splendor" n. 56, fundamentada en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia, que excluye una interpretación creativa del papel de la conciencia y afirma que ésta nunca está autorizada para legitimar excepciones a las normas morales absolutas que prohíben acciones intrínsecamente malas por su objeto?


    El n. 303 de "Amoris laetitia" afirma que "la conciencia puede reconocer no sólo que una situación no responde objetivamente a la propuesta general del Evangelio. También puede reconocer con sinceridad y honestidad aquello que, por ahora, es la respuesta generosa que se puede ofrecer a Dios". Las "dudas" piden una aclaración de estas afirmaciones, dado que éstas son susceptibles de interpretaciones divergentes.

    Para todos los que proponen la idea de la conciencia creativa, los preceptos de la ley de Dios y la norma de la conciencia individual pueden estar en tensión o también en oposición, mientras que la palabra final debería tenerla siempre la conciencia, que en última instancia decide respecto al bien y al mal. Según "Veritatis splendor" n. 56, "con esta base se pretende establecer la legitimidad de las llamadas soluciones pastorales', contrarias a las enseñanzas del Magisterio, y justificar una hermenéutica creativa, según la cual la conciencia moral no estaría obligada en absoluto, en todos los casos, por un precepto negativo particular".

    En esta perspectiva, nunca será suficiente para la conciencia moral saber que "esto es adulterio", "esto es homicidio", para saber si se trata de algo que no puede y no debe ser hecho.

    Más bien se debería mirar también a las circunstancias y a las intenciones para saber si este acto no podría, después de todo, ser excusable o incluso obligatorio (cfr. la pregunta 4 de las "dudas"). Para estas teorías, la conciencia podría, de hecho, decidir legítimamente que, en un determinado caso, la voluntad de Dios para mí consiste en un acto en el que yo quebranto uno de sus mandamientos. "No cometer adulterio" sería visto sólo como una norma general. Aquí y ahora, y dadas mis buenas intenciones, cometer adulterio sería lo que Dios requiere realmente de mi. En estos términos se podrían, como mínimo, elaborar hipótesis de casos de adulterio virtuoso, de homicidio legal y de perjurio obligatorio.

    Esto significaría concebir la conciencia como una facultad para decidir autónomamente respecto al bien y al mal, y la ley de Dios como una carga impuesta arbitrariamente y que podría, en un determinado momento, estar en oposición a nuestra verdadera felicidad.

    Pero la conciencia no decide sobre el bien y el mal. La idea de "decisión de conciencia" es engañosa. El acto propio de la conciencia es juzgar, no decidir. Ella dice "esto es bueno", "esto es malo". Esta bondad o maldad no depende de ella. La conciencia acepta y reconoce la bondad o maldad de una acción y para hacer esto, es decir, para juzgar, la conciencia necesita criterios, depende enteramente de la verdad.

    Los mandamientos de Dios son una agradecida ayuda ofrecida a la conciencia para aprehender la verdad y así juzgar según la verdad. Los mandamientos de Dios son expresiones de la verdad acerca del bien, de nuestro ser más profundo, abriendo algo crucial en relación a cómo vivir bien.

    También el Papa Francisco se expresa en los mismo términos en "Amoris laetitia" n. 295: "También la ley es don de Dios que indica el camino, don para todos sin excepción".

    __________


    Traducción en español de José Arturo Quarracino, Temperley, Buenos Aires, Argentina.



    Fuente: CHIESA ON LINE.
    Última edición por Martin Ant; 16/11/2016 a las 12:09

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    Re: Cardenales pasan a la acción: ¿qué ocurre si un Papa enseña un error grave o here

    Tuesday, November 15, 2016

    ¿Qué pasaría si Francisco no le responde a los 4 cardenales que piden claridad sobre Amoris Lætitia? Responde el card. Burke







    Respecto a la solicitud formal que 4 cardenales han hecho a Francisco para que aclare ciertos aspectos de Amoris Lætitia, hemos estado observando con atención a ver si hablan en algún medio. Por ahora al único que hemos detectado es al card. Raymond Leo Burke (imágen) que ha concedido dos entrevistas, una Catholic Action y otra a National Catholic Register, en concreto a Edwar Pentin. Vista la importancia del asunto esperaríamos que aparezcan a futuro versiones en español de estas entrevistas. Entre tanto, de esta última entrevista traducimos estas interesantes respuestas.

    ¿Qué pasa si el Papa no responde a su acto de justicia y de caridad y no da la aclaración de las enseñanzas de la Iglesia que ustedes esperan alcanzar?

    Entonces tendríamos que hacer frente a esa situación. Hay, en la Tradición de la Iglesia, la práctica de la corrección del Romano Pontífice. Es algo que es claramente bastante raro. Pero si no hay respuesta a estas preguntas, entonces yo diría que sería una cuestión de tomar un acto formal de corrección de un error grave.

    En un conflicto entre la autoridad eclesial y la Sagrada Tradición de la Iglesia, ¿cuál es la vinculante para el creyente y quién tiene la autoridad para determinar esto?

    La que es vinculante es la Tradición. La autoridad eclesial existe sólo en el servicio de la Tradición. Pienso en ese pasaje de San Pablo en [la Carta a los] Gálatas (1: 8), que si “incluso un ángel os predicase cualquier Evangelio diferente al que os hemos anunciado, sea anatema.”

    Si el Papa enseñara error grave o herejía, ¿qué autoridad legal puede declarar esto y cuáles serían las consecuencias?

    En tales casos es deber, e históricamente ha sucedido, de los cardenales y los obispos dejar en claro que el Papa está enseñando error y pedirle que lo corrija.


    Por el momento se ha especulado que la reunión ayer de Francisco con los jefes de dicasterio, tendría algo que ver con la petición de estos 4 cardenales, de cuya existencia pública se supo ayer temprano, habida cuenta que ese tipo de reuniones con los capidicasteri suelen ser intempestivas. No parece que fuera ese el caso, por lo que sigue.

    Amoris Lætitia: el Vaticano responde a las «dudas» de cuatro cardenales”, es el titular de un artículo de La Croix que aparece hoy en reacción a la información de que cuatro cardenales habían solicitado al Papa oficialmente claridad sobre ciertos aspectos de Amoris Lætitia.

    Para ello, argumentan de que el recientemente nombrado Prefecto del nuevo dicasterio de Laicos, Familia y Vida, Mons. Kevin Farrell (quien será creado cardenal el próximo Sabado), “ha tomado el martes 15 de noviembre la defensa de la exhortación apostólica Amoris laetitia, criticada ayer por cuatro cardenales”; para pasar a referir después unas palabras de Mons. Farrell a National Catholic Reporter dichas en una entrevista por publicarse el próximo Jueves (no confundir este medio con el arriba citado). Es decir, el que inicialmente ha tomado la iniciativa de contestar es el neocardenal Farrell.

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    Actualización Nov-16-2016: Adelante la Fe ha hecho una traducción al español de la primera entrevista que mencionamos del card. Burke, i. e., la concedida a Catholic Action. Por otra parte, Infovaticana proporciona una traducción de la segunda entrevista concedida por el card. Burke, la de National Catholic Register.



    Fuente: SECRETUM MEUM MIHI
    Última edición por Martin Ant; 16/11/2016 a las 18:49

  4. #4
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    Re: Cardenales pasan a la acción: ¿qué ocurre si un Papa enseña un error grave o here

    Francisco: “A menudo nos sucede que encontramos personas que se detienen en cosas superficiales, efímeras y banales”



    Comienzan a decir los bergoglianos que Francisco sí ha contestado a los 4 cardenales que le han formalmente solicitado claridad sobre los aspectos confusos de Amoris Lætitia (nosotros en particular lo hemos escuchado hoy dicho por un vaticanista). Y argumentan que la respuesta ha comenzado hoy con su catequésis en audiencia general, la cual ha dedicado a la obra de misericordia “sufrir con paciencia los defectos del prójimo”, aunque el título que aparece en el sitio de internet del Vaticano en italiano es “soportar pacientemente las personas molestas”, igualmente consignado así en la edición diaria en italiano de L'Osservatore Romano, Nov-17-2016. Obviamente no es esa una respuesta a unas preguntas que se han hecho llegar en la debida forma y por los medios proporcionados al fin. A no ser que efectivamente Francisco considere las preguntas de estos cardenales (Dubia, como se llaman en lenguaje técnico y lo ha explicado el card. Burke) “superficiales, efímeras y banales” y “personas molestas” a quienes las formularon; cosa que dudamos.

    Este es el texto de la catequésis en una traducció provista por agencia Zenit, Nov-16-2016 (con algunas adaptaciones).


    [Soportar pacientemente las personas molestas]

    Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

    Dedicamos la catequesis de hoy a una obra de misericordia que todos conocemos muy bien, pero que quizá no ponemos en práctica como debemos: sufrir con paciencia los defectos del prójimo [lit. “soportar pacientemente las personas molestas”]. Todos somos muy buenos al identificar una presencia que puede molestar: sucede cuando vemos a alguien por la calle, o cuando recibimos una llamada… En seguida pensamos: “¿durante cuánto tiempo tendré que escuchar los lamentos, los chismes, las peticiones o la jactancia de esta persona?”. Sucede también, a veces, que las personas molestas son las más cercanas a nosotros: entre los parientes siempre hay alguno; en el trabajo no faltan; ni tampoco en el tiempo libre estamos exentos. ¿Qué tenemos que hacer? ¿Por qué entre las obras de misericordia se ha incluido también esta? [en esta traducción han suprimido la expresion literal que aparece originalmente en este punto entre signos de interrogación y en bastardilla: “¿soportar pacientemente las personas molestas?”]

    En la Biblia vemos que Dios mismo debe usar misericordia para soportar los lamentos de su pueblo. Por ejemplo en el libro del Éxodo, el pueblo resulta realmente insoportable: primero llora por ser esclavo en Egipto, y Dios lo libera; después, en el desierto, se lamenta porque no hay nada que comer (cfr 16,3), y Dios manda el maná (cfr 16,13-16), pero a pesar de esto los lamentos no cesan. Moisés hacía de mediador entre Dios y el pueblo, y también él algunas veces habrá resultado molesto para el Señor. Pero Dios ha tenido paciencia y así ha enseñado a Moisés y al pueblo también esta dimensión esencial de la fe.

    Por tanto, surge una primera pregunta espontánea: ¿hacemos alguna vez el examen de conciencia para ver si también nosotros, a veces, podemos resultar molestos a los otros? Es fácil señalar con el dedo los defectos y las faltas de otros, pero deberíamos aprender a ponernos en el lugar de los otros.

    Miremos sobre todo a Jesús: ¡cuánta paciencia tuvo que tener en los tres años de su vida pública! Una vez, mientras estaba caminando con sus discípulos, fue parado por la madre de Santiago y Juan, que le dijo: “Manda que mis dos hijos se sienten en tu Reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda” (Mt 20,21). La madre creaba las élites para sus hijos, pero era la mamá… Jesús también se inspira en esta situación para dar una enseñanza fundamental: su Reino no es de poder y gloria como los terrenos, sino de servicio y donación a los otros. Jesús enseña a ir siempre a lo esencial y mirar más lejos para asumir con responsabilidad la propia misión. Podremos ver aquí el reclamo a otras dos obras de misericordia espiritual: la de corregir al que se equivoca [lit. amonestar a los pecadores, en italiano ammonire i peccatori] y la de enseñar al que no sabe [lit. enseñar a los ignorantes, en italiano insegnare agli ignoranti]. Pensemos en el gran empeño que se puede poner cuando ayudamos a las personas a crecer en la fe y en la vida. Pienso, por ejemplo, en los catequistas –entre los cuales hay muchas madres y religiosas– que dedican tiempo para enseñar a los jóvenes los elementos básicos de la fe. ¡Cuánto trabajo, sobre todo cuando los jóvenes preferirían jugar en vez de escuchar el catecismo!

    Acompañar en la búsqueda del esencial es bonito e importante, porque nos hace compartir la alegría de saborear el sentido de la vida. A menudo nos sucede que encontramos personas que se detienen en cosas superficiales, efímeras y banales; a veces porque no han encontrado a nadie que les animara a buscar otra cosa, a apreciar los verdaderos tesoros. Enseñar a mirar a lo esencial es una ayuda determinante, especialmente en un tiempo como el nuestro que parece haber perdido la orientación y perseguir satisfacciones efímeras. Enseñar a descubrir qué quiere de nosotros el Señor y cómo podemos corresponder significa ponernos en el camino para crecer en la propia vocación, el camino de la verdadera alegría. Así las palabras de Jesús a la madre de Santiago y Juan, y después a todo el grupo de discípulos, indican el camino para evitar caer en la envidia, en la ambición y en la adulación, tentaciones que están siempre al acecho también entre nosotros los cristianos. La exigencia de aconsejar, amonestar y enseñar no nos debe hacer sentir superiores a los otros, sino que nos obliga sobre todo a entrar en nosotros mismos para verificar si somos coherentes con lo que pedimos a los demás. No olvidemos las palabras de Jesús: “¿Por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no ves la viga que está en el tuyo?” (Lc 6,41). El Espíritu Santo nos ayude a ser pacientes en el soportar y humildes y sencillos en el aconsejar.




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  5. #5
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    Re: Cardenales pasan a la acción: ¿qué ocurre si un Papa enseña un error grave o here

    Hay que improvisar ante preguntas de 4 cardenales que piden a Francisco claridad sobre algunos aspectos de Amoris Lætitia


    Gusten o no, las preguntas de 4 cardenales a Francisco solicitando claridad sobre algunos aspectos de Amoris Lætitia, no pueden pasar inadvertidas y algo hay que hacer, y efectivamente se está haciendo. En nuestra entrada anterior publicamos una traducción al español de la catequésis de hoy de Francisco, la cual algunos quieren hacer aparecer como una especie de respuesta suya a las preguntas de estos cardenales. Pero también hay otras medidas emergentes que se toman.


    Por ejemplo, el P. Antonio Spadaro, quien en Julio pasado entrevistó al que en el hecho ha aparecido como interprete de Francisco sobre Amoris Lætitia, i. e., al card. Christoph Schönborn, decidió ayer reproponer esta entrevista con Schönborn, pero esta vez en una traducción en español (aunque ya existía otra traducción al español hecha por un medio liberacionista) que originalmente apareció en America Magazine, que es la revista de los Jesuitas en EEUU. Y lo ha hecho surayando en el título que “Amoris Laetitia es obviamente un acto de magisterio”, expresión dicha por el card. Schönborn en aquella entrevista.


    Por su parte, la medida emergente que ha tomado L'Osservatore Romano, es la de reproponer en la página 6 de su edición diaria en italiano de Nov-17-2016 (copia facsimilar en la imágen inmediatamente superior), una homilía en Asís del card. Beniamino Stella, prefecto de la Congregación para el Clero, pronunciada el pasado Domingo, Nov-13-2016, en el marco del congreso “Ocuparse de la Pastoral Familiar”. El artículo se titúla “Con las Familias Heridas”.

    Obviamente esos son sólo dos ejemplos a modo de ilustración, pero se infiere que sobre la materia apareceran más movimientos de la guardia bergogliana.




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  6. #6
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    Re: Cardenales pasan a la acción: ¿qué ocurre si un Papa enseña un error grave o here

    Entrevista exclusiva: El cardenal Burke explica la solicitud de claridad al Papa


    15/11/16

    por Hemos Visto




    El presidente de Acción Católica, Thomas McKenna, obtuvo la siguiente entrevista con el cardenal Raymond Burke para explicar las intenciones de los cuatro cardenales y los documentos publicados titulados “Buscando la claridad: una súplica para desatar los nudos en Amoris Laetitia“. El texto completo se proporciona al final de la entrevista.



    Acción Católica
    : Su Eminencia, gracias por tomarse el tiempo para tener esta entrevista con nosotros sobre lo que ha publicado hoy. La sustancia de los documentos que usted y los otros cardenales han hecho público se llama “Dubia“. ¿Puede explicar por favor lo que significa dubia y lo que implica la presentación de Dubia?

    Cardenal Burke: Es un placer hablar con usted de estos asuntos importantes. El título del documento es: “La búsqueda de la claridad: una súplica para desatar los nudos en Amoris Laetitia“. Tiene como co-autores a cuatro cardenales: cardenal Walter Brandmüller, cardenal Carlo Caffarra, cardenal Joachim Meisner y yo. Mis compañeros cardenales y yo estamos dando a conocer una súplica que hemos hecho al Santo Padre, el papa Francisco, en relación con su reciente Exhortación Apostólica, Amoris Laetitia. Porciones del documento contienen ambigüedades y declaraciones que son como nudos que no pueden ser fácilmente desatados y están causando gran confusión. Compartiendo la devoción del Papa a Nuestra Señora, Desatadora de Nudos, le estamos pidiendo que aclare estas declaraciones ambiguas y, con la ayuda de Dios, desatar algunas de las declaraciones nudosas del documento para el bien de las almas.

    Dubia es la forma plural de la palabra latina, dubium, que significa una pregunta o una duda. Cuando en la Iglesia surge una cuestión o duda importante acerca de la fe misma o de su práctica, es costumbre que los obispos o sacerdotes o los fieles mismos expresen formalmente la pregunta o duda y la presenten al Romano Pontífice y a la oficina que tenga competencia para tratar con ella. La formulación de una pregunta o duda individual se llama simplemente dubium. Si se articula más de una pregunta o duda, se les llama dubia. La exhortación apostólica post-sinodal Amoris Laetitia ha planteado una serie de preguntas y dudas en la mente de los obispos, sacerdotes y fieles, muchos de los cuales ya han sido presentados al Santo Padre y discutidos públicamente. En el presente caso, cuatro cardenales han presentado formalmente al Santo Padre cinco preguntas fundamentales o dudas sobre la fe y la moral basadas en la lectura de Amoris Laetitia.


    CA: Muchas personas en la Iglesia ahora están discutiendo lo que se designa como “pastoral”. ¿Puede decirnos un poco sobre el documento que ha publicado hoy, y cómo se relaciona con ser pastoral?

    La verdad hablada con caridad es clara y pastoral. Nunca es útil pastoralmente dejar asuntos importantes, en el presente caso asuntos que tocan la salvación de las almas, en la duda o en la confusión. Nosotros cuatro cardenales, como obispos comprometidos con la pastoral de la Iglesia universal y como cardenales que tienen la responsabilidad particular de asistir al Santo Padre en la enseñanza de la fe y en el fomento de su práctica en la Iglesia universal, hemos juzgado que es nuestra responsabilidad hacer públicas estas preguntas por el bien de las almas.


    CA: Este documento escrito conjuntamente es en realidad una serie de documentos, como lo indican los encabezados. ¿Le importaría explicar por qué hay partes diferentes, y lo que significan?

    El núcleo de lo que estamos publicando hoy es una carta que nosotros cuatro cardenales enviamos inicialmente al papa Francisco, junto con la dubia – es decir, junto con una serie de preguntas formales y serias – acerca de Amoris Laetitia. El proceso de presentar preguntas formales es una práctica venerable y bien establecida en la Iglesia. Cuando la pregunta se refiere a un asunto grave que afecta a muchos de los fieles, la Iglesia responde a estas preguntas con un “sí” o “no”, a veces con explicación. También enviamos una copia de la carta y de la dubia al cardenal Gerhard Ludwig Müller, jefe de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que tiene especial competencia en relación con estas cuestiones.

    Con el fin de proporcionar los antecedentes de la carta y nuestras preguntas sobre Amoris Laetitia, también estamos publicando un breve prólogo y una nota explicativa, que explican el contexto de la carta y la dubia o preguntas junto con un comentario sobre cada una de las preguntas en sí.


    CA: Entonces usted está diciendo que está publicando una carta que envió al Papa en privado. Esto es extraordinario. ¿No es objetable esta acción desde un punto de vista cristiano? Nuestro Señor dijo en el Evangelio de Mateo (18 15) que si tenemos un problema con un hermano, se supone que debemos hablar con él en privado, uno a uno, no públicamente.

    En la misma parte de la Sagrada Escritura a la que se refiere, Nuestro Señor también dijo que, después de dirigir una dificultad a un hermano, individualmente y junto con otros, sin que se resuelva, entonces, para el bien de la Iglesia el asunto debe ser presentado a toda la Iglesia. Esto es precisamente lo que estamos haciendo.

    Ha habido muchas otras declaraciones de preocupación con respecto a Amoris Laetitia, todas las cuales no han recibido una respuesta oficial del Papa o de sus representantes. Por lo tanto, para buscar claridad en estos asuntos, otros tres cardenales y yo usamos la formalidad de presentar preguntas fundamentales directamente al Santo Padre y al Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe. Tampoco se ha respondido a estas preguntas. Por lo tanto, al hacer públicas nuestras preguntas o dubia, estamos siendo fieles al mandato de Cristo de hablar primero con una persona en privado, luego en un pequeño grupo y, finalmente, llevando el asunto a la Iglesia en su conjunto.


    CA: Como usted ha dicho, Amoris Laetitia ha sido objeto de muchas discusiones, e incluso críticas. Por ejemplo, es por todos conocido que usted ha declarado que cree que no es un documento magisterial. ¿Podría usted explicar cómo sus preguntas actuales al Santo Padre se relacionan con estos otros análisis de la Exhortación Apostólica?

    Para entender la presente publicación, necesitamos considerar qué ha conducido a ella.

    Justo después de su elección, en su primer mensaje del Angelus del domingo, el papa Francisco elogió la comprensión de la misericordia del cardenal Walter Kasper, que es un tema fundamental en Amoris Laetitia. Sólo unos meses más tarde, el Vaticano anunció un Sínodo Extraordinario sobre Matrimonio y Familia para octubre de 2014.

    En preparación para el Sínodo, yo, junto con otros cuatro cardenales, un arzobispo y tres teólogos, publiqué un libro, Permaneciendo en la Verdad de Cristo. Como miembro del Sínodo, observé que el informe de mitad de período carecía de una base sólida en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia. Más tarde, estuve de acuerdo con otros cardenales en que había manipulación en el funcionamiento del propio Sínodo y en la redacción del informe final del Sínodo.

    Antes del Sínodo de 2015, al que no fui invitado, once cardenales contribuyeron a un libro sobre el matrimonio y la familia. Aunque no contribuí a este libro, lo leí con gran interés. También antes del Sínodo Ordinario de la Familia de 2015, más de 790,000 católicos firmaron un “llamamiento filial” al papa Francisco sobre el futuro de la familia, pidiéndole que dijera “una palabra clarificadora” para disipar la “confusión generalizada” sobre la enseñanza de la Iglesia. Junto con otros cardenales, yo era un signatario. Durante la sesión de 2015 del Sínodo, trece cardenales participantes firmaron una carta al Papa que indicaba su preocupación por la manipulación del proceso del Sínodo.

    En abril de 2016, el papa Francisco publicó Amoris Laetitia como el fruto de las sesiones de 2014 y 2015 del Sínodo de los Obispos. En el verano de 2016, cuarenta y cinco académicos, entre ellos algunos prelados, escribieron al Santo Padre y al Colegio de Cardenales, pidiendo al Papa repudiar una lista de proposiciones erróneas que se pueden extraer de partes de Amoris Laetitia. Esto no recibió respuesta pública.

    El 29 de agosto de 2016, me uní a muchos obispos, sacerdotes y fieles laicos en la firma de una Declaración de fidelidad a la enseñanza de la Iglesia sobre el matrimonio y su disciplina ininterrumpida. Esto tampoco ha recibido respuesta pública.

    Mi posición es que Amoris Laetitia no es magisterial porque contiene serias ambigüedades que confunden a la gente y pueden conducirlos al error y al pecado grave. Un documento con estos defectos no puede ser parte de la enseñanza perenne de la Iglesia. Porque este es el caso, la Iglesia necesita claridad absoluta en lo que el papa Francisco está enseñando y alentando.


    CA: A algunos católicos les puede preocupar que su publicación actual sea un acto de deslealtad.

    Yo, junto con los otros tres cardenales, nos esforzamos por ser leales al Santo Padre al ser leales a Cristo sobre todo. Haciendo pública nuestra súplica para la claridad de la doctrina y de la práctica pastoral, esperamos hacer esto una discusión para todos los católicos, especialmente nuestros compañeros obispos. Todos los bautizados deben estar preocupados por la doctrina y las prácticas morales con respecto a la santa Eucaristía y el santo matrimonio, y sobre cómo identificar las acciones buenas y malas. Estos asuntos nos afectan a todos.

    En lugar de ser una cuestión de deslealtad hacia el Papa, nuestra acción es profundamente leal a todo lo que el Papa representa y está obligado a defender en su capacidad oficial. El papa Francisco ha pedido un discurso sincero en la Iglesia en muchas ocasiones, y ha pedido a los miembros de la jerarquía apertura y responsabilidad. Estamos siendo sinceros, con el más absoluto respeto por el oficio del Santo Padre, y ejercitando, a la luz de nuestras conciencias, la apertura y responsabilidad que la Iglesia tiene derecho a esperar de nosotros.

    Este es mi deber como cardenal de la Iglesia católica. No fui creado cardenal para recibir una posición honorífica. Más bien, el papa Benedicto XVI me hizo cardenal para ayudarlo a él y a sus sucesores a gobernar la Iglesia y enseñar la fe. Todos los cardenales tienen el deber de trabajar en estrecha colaboración con el Papa para el bien de las almas, y esto es precisamente lo que estoy haciendo al plantear cuestiones de gran importancia en cuanto a la fe y la moral. No estaría cumpliendo mi deber como cardenal y, por lo tanto, como consejero del Papa, si guardara silencio sobre un asunto tan grave.


    CA: Si me permite, me gustaría continuar con esta línea de pensamiento. No está claro cómo su publicación está siendo dócil al deseo del Papa de una mayor sensibilidad pastoral y creatividad en la Iglesia. ¿No ha indicado el Papa su posición en una carta a los obispos argentinos? Otros cardenales han dicho que la forma correcta de leer Amoris Laetitia es que permite a las parejas divorciadas y casadas de nuevo a recibir la comunión en ciertas circunstancias. En esa luz, uno podría argumentar que su documento está creando más confusión.

    En primer lugar, un punto de aclaración. La cuestión no es acerca de las parejas divorciadas y vueltas a casar que reciben la santa comunión. Se trata de parejas sexualmente activas pero no válidamente casadas que reciben la sagrada comunión. Cuando una pareja obtiene un divorcio civil y una declaración canónica de que nunca estuvieron casados legalmente, entonces son libres de casarse por la Iglesia y recibir la santa comunión, cuando están adecuadamente dispuestos a recibirla. La propuesta de Kasper es permitir que una persona reciba la sagrada comunión cuando él o ella ha pronunciado válidamente los votos matrimoniales pero ya no vive con su cónyuge y ahora vive con otra persona con quien es sexualmente activa. En realidad, esta propuesta abre la puerta a cualquier persona que cometa algún pecado para recibir la sagrada comunión sin arrepentirse del pecado.

    También quisiera señalar que sólo la primera de nuestras preguntas al Santo Padre se centra en el santo matrimonio y la santa Eucaristía. Las preguntas dos, tres y cuatro tratan sobre cuestiones fundamentales relativas a la vida moral: si existen actos intrínsecamente malos, si una persona que habitualmente comete un grave mal está en estado de “pecado grave” y si un pecado grave puede llegar a ser una buena elección debido a circunstancias o intenciones.

    Es cierto que el Santo Padre escribió una carta a los obispos argentinos y que algunos cardenales han propuesto las interpretaciones de Amoris Laetitia que ustedes han mencionado. Sin embargo, el propio Santo Padre no ha aclarado algunas de las cuestiones “nudosas”. Contradice a la fe si algún católico, incluyendo al Papa, dice que una persona puede recibir la sagrada comunión sin arrepentirse de pecado grave, o que vivir en forma matrimonial con alguien que no sea su esposo no es un estado de grave pecado, o que no existe tal cosa como un acto que es siempre y en todas partes malvado y puede enviar a una persona a la perdición. Así, me uno a mis hermanos cardenales en hacer una petición para una aclaración inconfundible del mismo papa Francisco. Su voz, la voz del sucesor de san Pedro, puede disipar cualquier pregunta sobre el tema.


    [Traducido por Rocío Salas, equipo de traducción de Adelante la Fe. Artículo original]




    Fuente: ADELANTE LA FE

  7. #7
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    Re: Cardenales pasan a la acción: ¿qué ocurre si un Papa enseña un error grave o here

    Burke advierte que si el Papa no aclara la confusión harán “un acto formal de corrección de un error grave”

    Gabriel Ariza


    16 noviembre, 2016




    Edward Pentin, vaticanista del National Catholic Register, entrevista al Cardenal Burke sobre la reciente carta al Papa firmada por cuatro cardenales. InfoVaticana les ofrece la traducción de la entrevista.



    Eminencia, ¿qué es lo que se pretende alcanzar con esta iniciativa?

    La iniciativa está dirigida a una sola cosa, a saber, el bien de la Iglesia, que, en este momento, está sufriendo una tremenda confusión en al menos estos cinco puntos. Hay una serie de otras cuestiones también, pero estos cinco puntos críticos tienen que ver con los principios morales irreformables. Así que, como cardenales, juzgamos que es nuestra responsabilidad solicitar una aclaración con respecto a estas cuestiones, con el fin de poner fin a esta propagación de la confusión que en realidad está llevando a la gente al error.


    ¿Está escuchando a mucha gente con esta preocupación por la confusión?

    Donde quiera que vaya lo escucho. Los sacerdotes están divididos entre sí, sacerdotes de obispos, obispos entre sí. Hay una tremenda división en la Iglesia, y ese no es el camino de la Iglesia. Es por ello que fijamos estas cuestiones morales fundamentales que nos unifican.


    ¿Por qué es el capítulo 8 de Amoris Laetitia de tal preocupación en particular?

    Debido a que ha sido la fuente de todas estas discusiones confusas. Incluso las directrices diocesanas están confundidas y en el error. Tenemos un conjunto de directivas en una diócesis; por ejemplo, diciendo que los sacerdotes son libres en el confesionario, si lo juzgan necesario, para permitir que una persona que está viviendo en una unión adúltera y continúa haciéndolo tenga acceso a los sacramentos – mientras que, en otra diócesis, de acuerdo con lo que la práctica de la Iglesia ha sido siempre, un sacerdote es capaz de conceder tal permiso a los que hacen el firme propósito de enmienda a vivir la castidad en el matrimonio, es decir, como hermano y hermana, y sólo para recibir los sacramentos en un lugar donde no sean motivo de escándalo. Esto realmente tiene que ser abordado. Pero luego están las cuestiones adicionales en duda, aparte de esa pregunta en particular de los divorciados y vueltos a casar, que se engloban bajo el término “mal intrínseco”, con el estado de pecado y con la noción correcta de conciencia.


    Sin la aclaración que están buscando, está diciendo, por lo tanto, que esta y otras enseñanzas en Amoris Laetitia van en contra del principio de no contradicción (que indica que una afirmación no puede ser a la vez verdadera y falsa al mismo tiempo cuando se trata con el mismo contexto )?

    Por supuesto, ya que, por ejemplo, si se toma el tema del matrimonio, la Iglesia enseña que el matrimonio es indisoluble, de acuerdo con la palabra de Cristo: “El que se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio.” Por lo tanto, si usted está divorciado , no puedes entrar en una relación matrimonial con otra persona a menos que el vínculo indisoluble al que estás sujeto sea declarado nulo, inexistente. Pero si decimos, bueno, en ciertos casos, una persona que vive en una unión matrimonial irregular puede recibir la sagrada comunión, a continuación, una de las dos cosas tiene que ser el caso:

    O bien el matrimonio en realidad no es indisoluble – como, por ejemplo, en la “teoría de la iluminación” del cardenal Kasper, quien sostiene que el matrimonio es un ideal al que no podemos llegar de forma realista las personas. En tal caso, hemos perdido el sentido de la gracia del sacramento, que permite a los casados vivir la verdad de su pacto matrimonial -, o bien la santa comunión no es comunión del Cuerpo y la Sangre de Cristo. Por supuesto, ninguno de los dos es posible. Están en contradicción con las enseñanzas constantes de la Iglesia desde el principio y, por lo tanto, no puede ser verdad.


    Algunos verán esta iniciativa a través de una lente política y la criticarán como un conflicto “conservador versus liberal” , algo que usted y los otros firmantes rechazan. ¿Cuál es su respuesta a esa acusación?

    Nuestra respuesta es simplemente esto: No estamos tomando algún tipo de posición dentro de la Iglesia, como una decisión política, por ejemplo. Los fariseos acusaron a Jesús de tomar parte en un lado de un debate entre los expertos en la ley judía, pero Jesús no hizo eso en absoluto. Hizo un llamamiento al orden que Dios puso en la naturaleza desde el omento de la creación. Dijo: A Moisés se le permite el divorcio debido a su dureza de corazón, pero no fue así desde el principio. Así que simplemente estamos exponiendo lo que la Iglesia siempre ha enseñado y practicado al hacer estas cinco preguntas que se ocupan de la enseñanza y la práctica constante de la Iglesia. Las respuestas a estas preguntas proporcionan una herramienta esencial para la interpretación de Amoris Laetitia. Tienen que ser expuestas públicamente debido a que muchas personas están diciendo: “Estamos confundidos, y no entendemos por qué los cardenales o alguien con autoridad no habla y nos ayudan.”


    ¿Es un deber pastoral?

    Así es, y yo puedo asegurar que conozco a todos los cardenales que participan, y esto ha sido algo que hemos llevado a cabo con el mayor sentido de nuestra responsabilidad como obispos y cardenales. Pero también se ha llevado a cabo con el mayor respeto por el ministerio de Pedro, porque si el Ministerio Petrino no se atiene a estos principios fundamentales de la doctrina y la disciplina, entonces, en la práctica, la división ha entrado en la Iglesia, lo cual es contrario a nuestra propia naturaleza .


    ¿Y el ministerio de Pedro, también, cuyo propósito principal es la unidad?

    Sí, como dice el Concilio Vaticano II, el Papa es el fundamento de la unidad de los obispos y de todos los fieles. Esta idea, por tanto, de que el Papa tiene que ser algún tipo de innovador, que encabeza una revolución en la Iglesia o algo similar, es completamente ajena a la Función de Pedro. El Papa es un gran servidor de las verdades de la fe, ya que han sido pronunciadas en una línea ininterrumpida desde los tiempos de los apóstoles.


    ¿Es por eso que hacen hincapié en que lo que está haciendo es un acto de caridad y la justicia?

    Absolutamente. Tenemos esta responsabilidad ante las personas para las que somos obispos, e incluso un mayor responsabilidad como cardenales, que son los principales asesores del Papa. Para nosotros permanecer en silencio acerca de estas dudas fundamentales, que han surgido como resultado del texto de Amoris Laetitia, sería, por nuestra parte, una grave falta de caridad hacia el Papa y una grave falta en el cumplimiento de los deberes de nuestra propia misión en la iglesia.


    Algunos podrían argumentar que solamente son cuatro cardenales, entre los cuales usted es el único que no está retirado, y esto no es muy representativa de toda la Iglesia. En ese caso, se podría preguntar: ¿Por qué el Papa debería escucharles y responderles?

    Bueno, los números no son el problema. La cuestión es la verdad. En el juicio sobre Santo Tomás Moro, alguien le dijo que la mayoría de los obispos ingleses habían aceptado la orden del rey, y él dijo que podía ser cierto, pero que los santos en el cielo no la aceptaban. Ese es el punto aquí. Me gustaría pensar que a pesar de que otros cardenales no firmaron este documento, comparten la misma preocupación. Pero eso no me molesta. Incluso si fuéramos uno, dos o tres, si se trata de una cuestión de algo que es cierto y es esencial para la salvación de las almas, entonces tiene que ser dicho.


    ¿Qué pasa si el Papa no responde a su acto de justicia y de la caridad y no da la aclaración de las enseñanzas de la Iglesia que se espera lograr?

    Entonces tendríamos que hacer frente a esta situación. Existe, en la Tradición de la Iglesia, la práctica de la corrección al Romano Pontífice. Es algo que es claramente bastante raro, pero si no hay respuesta a estas preguntas, entonces yo diría que sería cuestión de hacer un acto formal de corrección de un error grave.


    En un conflicto entre la autoridad eclesial y la Sagrada Tradición de la Iglesia ¿cuál es vinculante para el creyente y que tiene la autoridad para determinar esto?

    Lo que es vinculante es la tradición, y la autoridad eclesial existe sólo en servicio de la tradición. Pienso en ese pasaje de San Pablo en la Carta a los Gálatas (1: 8): “Mas si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema.”


    Si el Papa enseñara un grave error o herejía, ¿qué autoridad legítima puede declarar esto y cuáles serían las consecuencias?

    Es deber en tales casos, e históricamente ha sucedido, de cardenales y obispos dejar claro que el Papa está enseñando un error y pedirle corregirlo.


    Publicada en National Catholic Register. Traducción de InfoVaticana






    Fuente: INFOVATICANA

  8. #8
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    Friday, November 18, 2016


    Francisco —según sus interpretes— ha respondido a los 4 cardenales que le preguntan sobre Amoris Lætitia: Que miren esta película


    “Es cierto que en algún momento se exageró la cuestión del sufrimiento. Me viene a la mente una de mis películas predilectas, La fiesta de Babette, donde se ve un caso típico de exageración de los límites prohibitivos. Sus protagonistas son personas que viven un exagerado calvinismo puritano, a tal punto que la redención de Cristo se vive como una negación de las cosas de este mundo. Cuando llega la frescura de la libertad, del derroche en una cena, todos terminan transformados. En verdad, esa comunidad no sabía lo que era la felicidad. Vivía aplastada por el dolor. Estaba adherida a lo pálido de la vida. Le tenía miedo al amor.”

    “El Jesuita.
    Conversaciones con el cardenal Jorge Bergolgio, sj.”


    Sergio Rubin|Francesca Ambrogetti

    Ediciones B Argentina

    Buenos Aires, 2010




    Nueva entrevista de Francisco. En esta ocasión en el periódico de los obispos italianos, Avvenire, y realizada por Stefania Falasca. Traducimos la sigueinete respuesta.


    Pero hay quien piensa que en estos encuentros ecuménicos Ud quiere “vender” la doctrina católica. Alguien ha dicho que se desea “protestantizar” la Iglesia...

    No me quita el sueño. Yo prosigo por el camino de quienes me han han precedido, sigo el Concilio. En cuanto a las opiniones, se necesita siempre distinguir el espíritu con el cual han sido dichas. Cuando no hay un espíritu malo, ayudan incluso a caminar. Otras veces se ven de inmediato que salen críticas aquí y allá para justificar una posición ya asumida, no son honestas, se hacen con espíritu malo para fomentar la división. Se ve de inmediato cierto rigorismo escondido de una falta, de querer esconder dentro de una armadura la propia triste insatisfacción. Si ve la película La Fiesta de Babette existe este comportamiento rígido.


    Como es de intuirse en las actuales circunstancias, los bergoglianos han salido a remarcar, subrayar y machacar, que esa es la respuesta de Francisco a las preguntas (Dubia) que, en la debida forma, 4 cardenales han hecho a Francisco sobre algunos aspectos confusos en Amoris Lætitia el pasado Sep-19-2016, y de cuya existencia se supo recientemente.

    Tal es el caso de Andrés Beltramo Alvarez quien, en esta ocasión actuando como corresponsal de la agencia Notimex, lo ha interpretado de dicha manera (se puede consultar su despacho en Terra).

    Ahora fíjense en este otro aparte (imágen derecha), el cual contiene una nota al márgen de la entrevista, insertada por el periódico o por la entrevistadora, para hacerla aparecer como una respuesta a las críticos sobre Amoris Lætitia.




    Algunos —piensa en ciertas réplicas a Amoris lætitia— continúan a no comprender, o blanco o negro, aunque sea en el flujo de la vida en donde se debe discernir.


    Dicha inducción es tomada, para poner otro ejemplo, por el bergogliano Tornielli, en Vatican Insider, para a su vez interpretarla como la ha inducido el diario. Este es el sumario que se lee en el artículo de Tornielli:


    La entrevista de Francisco con «Avvenire» a pocos días de la clausura del Jubileo: «La unidad se hace en camino, porque la unidad es una gracia que hay que pedir». Las críticas contra «Amoris laetitia»: el Concilio volvió a la «fuente», esto «desplaza el eje de la concepción cristiana de cierto legalismo, que puede ser ideológico. Algunos siguen sin comprender, o blanco o negro, aunque es en el flujo de la vida donde hay que discernir»


    Eso sólo dos ejemplos. Lo que hay que entender es que el Pontífice, si es que desea contestar a los 4 cardenales, lo debe hacer en la forma en que los cardenales le han preguntado: En la debida forma.

    Que sus partidarios sigan haciendo las forzaduras que les de la gana y continúen patrocinando un Papa que parece cada vez más haber sucumbido a “la telecracia y a la demoscopia, las dos potencias dictatoriales del presente”.



    Fuente: SECRETUM MEUM MIHI
    Última edición por Martin Ant; 21/11/2016 a las 11:36

  9. #9
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    Hirviendo de la rabia






    Edward Pentin, corresponsal en el Vaticano de National Catholic Register, afirmó en la noche del Jueves en el programa “The World Over” de la cadena televisiva EWTN, que Francisco no está en lo absoluto contento con las Dubia dirigidas a él formalmente por 4 cardenales en Septiembre pasado, y de cuya existencia se supo recientemente.

    “Entiendo de fuentes al interior de [la Casa] Santa Marta que el Papa no está feliz en absoluto. De hecho, está hirviendo de la rabia. Realmente él no está felíz en lo absoluto con esto”, dijo Pentin entrevistado por el conductor del programa, Raymond Arroyo (en el video ir al Min 28:32).







    Al día siguiente, Pentin lanzó el siguiente trino en su cuenta de Twitter, reconfirmando lo dicho la noche anterior.


    https://twitter.com/EdwardPentin/sta...60820238057472


    «Fuentes en [casa] Santa Marta han reconfirmado que el Papa está “hirviendo de la rabia” por las Dubia de los 4 cardenales»


    Fuente: SECRETUM MEUM MIHI
    Última edición por Martin Ant; 21/11/2016 a las 13:01

  10. #10
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    “El virus de la polarización y la enemistad se nos cuela”, homilía de Francisco durante el consistorio en el que creó 17 cardenales, Nov-19-2016





    Tal como estaba anunciado, Francisco ha creado hoy 17 nuevos cardenales durante un consistorio ordinario público en la Basílica de San Pedro. Esta es la homilía pronunciada por el Pontífice para la ocasión.


    Al texto del Evangelio que terminamos de escuchar (cf. Lc 6,27-36), muchos lo han llamado «el Sermón de la llanura». Después de la institución de los doce, Jesús bajó con sus discípulos a donde una muchedumbre lo esperaba para escucharlo y hacerse sanar. El llamado de los apóstoles va acompañado de este «ponerse en marcha» hacia la llanura, hacia el encuentro de una muchedumbre que, como dice el texto del Evangelio, estaba «atormentada» (cf. v. 18). La elección, en vez de mantenerlos en lo alto del monte, en su cumbre, los lleva al corazón de la multitud, los pone en medio de sus tormentos, en el llano de sus vidas. De esta forma, el Señor les y nos revela que la verdadera cúspide se realiza en la llanura, y la llanura nos recuerda que la cúspide se encuentra en una mirada y especialmente en una llamada: «Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso» (v. 36).

    Una invitación acompañada de cuatro imperativos, podríamos decir de cuatro exhortaciones que el Señor les hace para plasmar su vocación en lo concreto, en lo cotidiano de la vida. Son cuatro acciones que darán forma, darán carne y harán tangible el camino del discípulo. Podríamos decir que son cuatro etapas de la mistagogia de la misericordia: amen, hagan el bien, bendigan y rueguen. Creo que en estos aspectos todos podemos coincidir y hasta nos resultan razonables. Son cuatro acciones que fácilmente realizamos con nuestros amigos, con las personas más o menos cercanas, cercanas en el afecto, en la idiosincrasia, en las costumbres.

    El problema surge cuando Jesús nos presenta los destinarios de estas acciones, y en esto es muy claro, no anda con vueltas ni eufemismos: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian, bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman (cf. vv. 27-28).

    Y estas no son acciones que surgen espontáneas con quien está delante de nosotros como un adversario, como un enemigo. Frente a ellos, nuestra actitud primera e instintiva es descalificarlos, desautorizarlos, maldecirlos; buscamos en muchos casos «demonizarlos», a fin de tener una «santa» justificación para sacárnoslos de encima. En cambio, Jesús nos dice que al enemigo, al que te odia, al que te maldice o difama: ámalo, hazle el bien, bendícelo y ruega por él.

    Nos encontramos frente a una de las características más propias del mensaje de Jesús, allí donde esconde su fuerza y su secreto; allí radica la fuente de nuestra alegría, la potencia de nuestro andar y el anuncio de la buena nueva. El enemigo es alguien a quien debo amar. En el corazón de Dios no hay enemigos, Dios tiene hijos. Nosotros levantamos muros, construimos barreras y clasificamos a las personas. Dios tiene hijos y no precisamente para sacárselos de encima. El amor de Dios tiene sabor a fidelidad con las personas, porque es amor de entrañas, un amor maternal/paternal que no las deja abandonadas, incluso cuando se hayan equivocado. Nuestro Padre no espera a amar al mundo cuando seamos buenos, no espera a amarnos cuando seamos menos injustos o perfectos; nos ama porque eligió amarnos, nos ama porque nos ha dado el estatuto de hijos. Nos ha amado incluso cuando éramos enemigos suyos (cf. Rm 5,10). El amor incondicionado del Padre para con todos ha sido, y es, verdadera exigencia de conversión para nuestro pobre corazón que tiende a juzgar, dividir, oponer y condenar. Saber que Dios sigue amando incluso a quien lo rechaza es una fuente ilimitada de confianza y estímulo para la misión. Ninguna mano sucia puede impedir que Dios ponga en esa mano la Vida que quiere regalarnos.

    La nuestra es una época caracterizada por fuertes cuestionamientos e interrogantes a escala mundial. Nos toca transitar un tiempo donde resurgen epidémicamente, en nuestras sociedades, la polarización y la exclusión como única forma posible de resolver los conflictos. Vemos, por ejemplo, cómo rápidamente el que está a nuestro lado ya no sólo posee el estado de desconocido o inmigrante o refugiado, sino que se convierte en una amenaza; posee el estado de enemigo. Enemigo por venir de una tierra lejana o por tener otras costumbres. Enemigo por su color de piel, por su idioma o su condición social, enemigo por pensar diferente e inclusive por tener otra fe. Enemigo por… Y sin darnos cuenta esta lógica se instala en nuestra forma de vivir, de actuar y proceder. Entonces, todo y todos comienzan a tener sabor de enemistad. Poco a poco las diferencias se transforman en sinónimos de hostilidad, amenaza y violencia. Cuántas heridas crecen por esta epidemia de enemistad y de violencia, que se sella en la carne de muchos que no tienen voz porque su grito se ha debilitado y silenciado a causa de esta patología de la indiferencia. Cuántas situaciones de precariedad y sufrimiento se siembran por este crecimiento de enemistad entre los pueblos, entre nosotros. Sí, entre nosotros, dentro de nuestras comunidades, de nuestros presbiterios, de nuestros encuentros. El virus de la polarización y la enemistad se nos cuela en nuestras formas de pensar, de sentir y de actuar. No somos inmunes a esto y tenemos que velar para que esta actitud no cope nuestro corazón, porque iría contra la riqueza y la universalidad de la Iglesia que podemos palpar en este Colegio Cardenalicio. Venimos de tierras lejanas, tenemos diferentes costumbres, color de piel, idiomas y condición social; pensamos distinto e incluso celebramos la fe con ritos diversos. Y nada de esto nos hace enemigos, al contrario, es una de nuestras mayores riquezas.

    Queridos hermanos, Jesús no deja de «bajar del monte», no deja de querer insertarnos en la encrucijada de nuestra historia para anunciar el Evangelio de la Misericordia. Jesús nos sigue llamando y enviando al «llano» de nuestros pueblos, nos sigue invitando a gastar nuestras vidas levantando la esperanza de nuestra gente, siendo signos de reconciliación. Como Iglesia, seguimos siendo invitados a abrir nuestros ojos para mirar las heridas de tantos hermanos y hermanas privados de su dignidad, privados en su dignidad.

    Querido hermano neo Cardenal, el camino al cielo comienza en el llano, en la cotidianeidad de la vida partida y compartida, de una vida gastada y entregada. En la entrega silenciosa y cotidiana de lo que somos. Nuestra cumbre es esta calidad del amor; nuestra meta y deseo es buscar en la llanura de la vida, junto al Pueblo de Dios, transformarnos en personas capaces de perdón y reconciliación.

    Querido hermano, hoy se te pide cuidar en tu corazón y en el de la Iglesia esta invitación a ser misericordioso como el Padre, sabiendo que «si hay algo que debe inquietarnos santamente y preocupar nuestras conciencias es que tantos hermanos vivan sin la fuerza, sin la luz y el consuelo de la amistad con Jesucristo, sin una comunidad de fe que los contenga, sin un horizonte de sentido que dé vida» (Exhort. ap. Evangelii Gaudium, 49).




    Fuente: SECRETUM MEUM MIHI

  11. #11
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    Re: Cardenales pasan a la acción: ¿qué ocurre si un Papa enseña un error grave o here

    Anunciada otra entrevista con Francisco




    TV2000, que es el canal televisivo de los obispos italianos, anuncia hoy que con ocasión del cierre del año jubilar extraordinario de la Misericordia, entrevistó a Francisco. La entrevista será difundida mañana Domingo, Nov-20-2016, a las 21:00 horas (tiempo local de Roma) en simultanea con Radio InBlu, la cual también pertenece a la Conferencia Episcopal Italiana.

    Nada raro que los interpretes del Pontífice salgan a decir que en esa entrevista también contesta a los 4 cardenales que le han solicitado formalmente claridad sobre algunos aspectos confusos de Amoris Lætitia.







    Sunday, November 20, 2016

    Francisco contra los “chupamedias” (eso nos suena como cuando dijo que no concedía entrevistas)





    Ayer se anticipó que la enésima entrevista de Francisco a un medio de comunicación sería emitida hoy por TV2000 y Radio InBlu, medios pertenecientes a la Conferencia Episcopal Italiana. En el sitio de internet de Radio InBlu se puede ver una transcripción de la misma, y Aciprensa ha publicado una traducción al español. En el curso de la misma se dice inmune a los aduladores (“chupamedias”) y también habla de su sentido del humor, de donde deducimos que al hablar de su autodefinida inmunidad a los chupamedias está haciendo gala de su sentido del humor. Más o menos cuando en un primerísimo momento afirmó que no concedía entrevistas, pero pasados los años constatamos que es todo lo contrario, casi que su personal magisterio (con ‘m’ minúscula) lo hace vía medios de comunicación. Curiosamente su alergía a los “chupamedias” la subraya en una de las tantas entrevistas que suele conceder pero que dijo que no concedía.


    Santidad, ante todo gracias por el tiempo que nos concede: lo consideramos un regalo a todos los telespectadores de TV2000. Con usted queremos conversar del Jubileo que acaba de concluir. El término “balance” tiene un sonido comercial, está bien para las empresas. ¿Pero cuáles son sus impresiones? ¿Está contento de cómo se ha vivido este Jubileo? ¿Cuán santo ha sido este Año Santo?

    Papa Francisco:
    Alguno me pedía hacer una entrevista sobre el balance, más o menos, y yo rápido he pensado en el censo del Rey David, y he tenido miedo… Solo puedo dar las noticias que llegan de todo el mundo. El hecho de que el Jubileo no se haya hecho solo en Roma, sino en cada diócesis del mundo, en las diócesis, en las catedrales y en las iglesias que el obispo haya indicado, ese hecho que ha universalizado un poco el Jubileo. Y ha hecho mucho bien. Ha hecho mucho bien. Porque era toda la Iglesia que vivía este Jubileo, había como una atmósfera de Jubileo.

    Y las noticias que vienen de las diócesis hablan de acercamiento de la gente a la Iglesia, de encuentro con Jesús, el encuentro… muchas cosas hermosas… Yo diría: ha sido una bendición del Señor y también, no diré el punto final, pero un paso grande adelante en el proceso que comenzó con el Beato Pablo VI, y después con Juan Pablo II que ha puesto el acento de una manera muy fuerte en la misericordia. Pensemos en tres hechos grandes ¿no?: en la encíclica, el día de la Divina Misericordia en la octava de Pascua y la canonización de Sor Faustina. San Juan Pablo II ha dado un gran paso.

    Y después esto. Está en una línea eclesial donde la misericordia es, no digo descubierta, porque ya lo estaba, sino que es proclamada fuertemente: es como una necesidad, una necesidad. Una necesidad para este mundo que creo tiene la enfermedad del descarte, la enfermedad de cerrar el corazón, del egoísmo, hace bien. Porque ha abierto el corazón y mucha gente se ha encontrado con Jesús. No sé, esto es lo que pienso sobre el Jubileo.


    Cada mes ha acudido un viernes a realizar una obra de misericordia yendo a visitar un lugar de sufrimiento y acogida. Me puedo imaginar cuántas caras, cuántas historias se han cruzado en su vida durante este año. ¿Hay algún caso que usted quiera recordar de manera especial porque ha quedado en su interior y le acompaña en el corazón?

    Papa Francisco:
    Pienso en dos que se me ocurren de manera espontánea. La primera: cuando visité a las mujeres que están siendo rescatadas del sufrimiento de la prostitución. Me acuerdo una de África: muy guapa, muy joven…, y explotada. Estaba embarazada. No solo había sufrido la explotación, sino que incluso la habían sometido a palizas y torturas: ‘Tienes que ir a trabajar’… Y ella, cuando contaba su historia, había 15 niñas allí que me contaron sus historias, me dijo: ‘Padre, he dado a luz en invierno en medio del camino y sola. ¡Sola! Y ahora mi niña está muerta’. La hacían trabajar hasta el final del día, porque si no llevaba suficientes ganancias la golpeaban y la torturaban. Un día le cortaron una oreja porque no había ganado lo suficiente. Esto es… Y yo pensaba no solo en los explotadores, sino también en los que pagan a las niñas: ¿Es que acaso no saben que con ese dinero, para buscar una satisfacción sexual, están contribuyendo a la explotación de esas niñas?

    La segunda: aquel día que fui a acompañar en los dos extremos de la vida: el principio y el final. Fui al hospital cercano al Gemelli, un hospital que tiene relación con el Gemelli, pero para enfermos terminales. El mismo día fui al hospital San Giovanni, a la sala de maternidad, y había una mujer llorando, llorando, llorando, delante de sus hijos gemelos…, pequeños pero muy bellos. Su tercer hijo había muerto. Eran tres, pero uno había muerto. Ella lloraba por su hijo muerto mientras acariciaba a los otros dos. El don de la vida.

    Y entonces pensé en esa costumbre de deshacerse de los niños antes de que nazcan, ese horrendo crimen. Se deshacen de ellos porque les resulta mejor así, porque es más cómodo. Es una responsabilidad muy grande, es un pecado gravísimo, ¿no? Es una responsabilidad muy grande.

    Esta madre, que había tenido tres hijos, lloraba por el que había muerto, y no podía consolarse con los dos que estaban vivos. El amor de la vida en cualquier situación… Me resulta tan grande… Dos cosas que he visto…


    Usted a menudo repite que desea una Iglesia pobre para los pobres: ¿Es de verdad posible? ¿Observa a la Iglesia como institución o ve en realidad también a cada uno de nosotros?

    Papa Francisco
    : La Iglesia como institución la hacemos nosotros, cada uno de nosotros; la comunidad somos nosotros. El enemigo más grande –¡más grande!– de Dios es el dinero. Recuerden que Jesús al dinero le da el estatus de Señor, de jefe cuando dice: ‘Ninguno puede servir a dos señores: a Dios o al dinero’. Dios y las riquezas. No dice Dios y –no sé– la enfermedad, o Dios y cualquier otra cosa: el dinero. Porque el dinero es el ídolo. Lo vemos ahora, ¿no? En este mundo donde el dinero parece que manda.

    El dinero es un instrumento hecho para servir, y la pobreza está en el corazón del Evangelio y Jesús habla de este desencuentro: dos señores, dos jefes. O me alisto con este o con este. O me pongo de parte de este que es mi Padre o de parte de este que me hace esclavo. Y después la verdad: el diablo siempre entra por el bolsillo, siempre. Es su puerta de entrada. Se debe luchar por hacer una Iglesia pobre para los pobres según el Evangelio, ¿no? Se debe luchar.

    Y cuando yo veo Mateo 25, que es el protocolo sobre el que nosotros seremos juzgados, entiendo mejor qué significa ‘una Iglesia pobre para los pobres’: las obras de misericordia, ¿no?, en Mateo 25. Es posible pero siempre se debe luchar porque la tentación de la riqueza es muy grande. San Ignacio de Loyola nos enseña en los ejercicios que hay tres escalones: el primero la riqueza que comienza a corromper el alma, después la vanidad, las pompas de jabón, una vida vanidosa, el aparentar, el figurar… y después, la soberbia, el orgullo. Y de allí, todos los pecados. Pero el primer escalón es el dinero, la falta de pobreza. Por eso no es fácil, y necesita continuamente reflexionar, examinarse…


    Una pregunta personal, si es posible: hablando de sí mismo, usted a menudo se ha definido como un pecador al cual el Señor ha mirado. Le quería preguntar: ¿cuáles son las tentaciones de un Papa y cómo explicaría a quien no es creyente, a quien no tiene el don de la fe, esta experiencia de ser mirado por el Señor? ¿Cómo la cuenta, cómo la explica?

    Papa Francisco:
    Las tentaciones del Papa son las tentaciones de cualquier persona, de cualquier hombre. Según las debilidades de personalidad, que el diablo siempre usa para entrar, que son la impaciencia, el egoísmo, después un poco de pereza… puede suceder, pero entran todas, todas…

    Y las tentaciones nos acompañan hasta el último momento, ¿no? Los santos han sido tentados hasta el último momento, y Santa Teresa del Niño Jesús decía que se debe rezar mucho por los moribundos porque el diablo desencadena una tempestad de tentaciones, en ese momento, ¿no? Y también a ella. Ella ha sido tentada en la desconfianza, de falta de fe, ¿no? Seca como una piedra. Pero logró fiarse del Señor, sin sentir nada y sí venció la tentación.

    Y decía por esto que es importante rezar por los moribundos. ‘La vida del hombre es una milicia sobre la tierra’, dice el libro, uno de los sapienciales. Es luchar para vencer las tentaciones. Siempre nos acompañarán. Respecto a esa expresión, es una experiencia, esa que yo he tenido, ese 21 de septiembre, que entré en la iglesia… yo era un joven practicante, pero al agua de rosas. Y vi a un sacerdote que no conocía, me confesé y salí diferente y cambié, Y desde ahí hasta hoy, el Señor continúa mirándome con misericordia y salvándome. Así vivo mi experiencia.


    Querría preguntarle una cosa sobre los presos. Usted hace dos semanas recibió en Roma a los reclusos y dijo que a menudo se pregunta –y quizás deberíamos hacerlo todos– ‘por qué no yo, por qué ellos y no yo’. ¿Qué debemos decir y hacer para entender esto y qué debemos hacer frente a las leyes?

    Papa Francisco:
    La primera parte de la pregunta. El otro día llamé, el domingo pasado, a uno que conocía, en la cárcel de Buenos Aires, y le he preguntado: ‘¿cómo estás?’ ‘Bien…’. Busco, cuando tengo un poco de tiempo, poder llamar, telefonear a los presos que he conocido cuando los visitaba porque tengo este sentimiento: ¿por qué él y no yo? Si yo… pero el Señor tiene motivos suficientes para mandarme a la cárcel, y él lo ha cubierto… Porque un preso no es castigado al final, es castigado cuando empieza, puede ser castigado cuando inicia y yo he tenido muchos inicios de cosas feas y he tenido en mi vida que si el Señor hubiese quitado la mano de encima mío… esto es el ‘por qué ellos y yo no’.

    Y después hay un pensamiento entre nosotros que es una idea difundida: ese que está en la cárcel es porque ha hecho alguna cosa fea. Que la pague. La cárcel como castigo. Y esto no es bueno. La cárcel es como un ‘purgatorio’, pensemos, es decir, para prepararse para la reinserción. No hay una verdadera pena sin esperanza. Si una pena no tiene esperanza no es una pena cristiana, no es humana. Por eso, la pena de muerte no está bien.

    Sí, usted me podrá decir que en el 400, en el 500, ataban a los criminales, la pena de muerte, con la esperanza de que fuesen al Paraíso, ahí estaba el capellán que te mandaba al paraíso. Pienso en el gran don Cafasso, allí, al lado de la horca. Pero era otra antropología, otra cultura. Hoy no se puede pensar así. También los prisioneros de por vida, así frío, es una pena de muerte un poco encubierta. ¿Pero en el caso de una persona que por sus características psicológicas no de una garantía de reinserción? Hay forma de reinsertarlo con el trabajo, con la cultura en el interior de un cierto régimen de cárcel, pero en la que él se sienta útil en la sociedad, despierto, y el alma es cambiada, no es aquello que ha hecho el reo, un criminal, sino uno que ha cambiado su vida y ahora hace algo en la cárcel que lo reinserta y se siente con otra dignidad. Esto es importante. Pero el muro sea de muerte, sea cadena perpetua, así, como pena– no ayuda. No sé si me he explicado.

    Y después, algo que me da mucha ternura cuando miro –o miraba en Buenos Aires– la cola para entrar a la visita en la cárcel: las madres. Mujeres que no tienen vergüenza de hacer la fila, delante de toda la ciudad, porque pasan los buses, pasa la gente… ‘Es mi hijo: yo voy’. Cuánto amor ¿eh? Una madre... También esposas que van allí y que sufren tantas humillaciones por entrar, pero también la humillación de hacer la cola delante de todo el mundo. Esto a mí me ha hecho mucho bien y me ha hecho preguntarme: ‘¿Yo doy la cara por mis fieles, por mis cristianos? ¿O no?’. Para mí ha sido motivo de reflexión, me ha hecho mucho bien ver a estas mujeres valientes.


    Santidad, Usted ha dicho que la actitud humana más cercana a la gracia divina es el humor: una afirmación que puede parecer un poco extraña en boca de un Papa. ¿Por qué? ¿Quizás porque se necesita haber recibido una gran gracia, un gran don para ser capaz de reírse de los propios defectos?

    Papa Francisco:
    El sentido del humor es una gracia que yo pido todos los días, y rezo esa hermosa oración de Santo Tomás Moro: ‘Dame, Señor, el sentido del humor’; que yo sepa reír ante una broma. Es muy hermosa esa oración. Porque el sentido del humor te lleva, te hace ver lo provisional de la vida y tomar las cosas un espíritu de alma redimida. Es una actitud humana, pero la más cercana a la gracia de Dios.

    Conocí un sacerdote –un gran sacerdote, un gran pastor, por citar uno– que tenía un sentido del humor grande, pero hacía mucho bien con él, porque aligeraba las cosas: ‘Lo absoluto es Dios pero esto se organiza, si puedes… estate tranquilo…’: pero sin decirlo así, sabía hacerlo sentir, con el sentido del humor. Y de él se decía: ‘Pero este sabe reírse de los otros, de sí mismo, también de su propia sombra’. Es esa capacidad de ser un niño ante Dios. Bendecir al Señor con una sonrisa y también una broma bien hecha.



    Una de las obras de misericordia espirituales, señaladas por el Catecismo de la Iglesia Católica, como usted mismo recordó en la audiencia general del miércoles, es soportar pacientemente a las personas molestas, que no faltan nunca. ¿Qué le resulta más difícil de soportar: los insultos de sus detractores o la fingida admiración de sus aduladores?

    Papa Francisco: ¡Lo segundo! Tengo alergia de los aduladores. Alergia. Me ocurre de manera natural, ¿eh?, no es una virtud. Porque adular a otro es usar a una persona para un uso, de forma oculta o visible, pero para conseguir algo para sí mismo. Es indigno. Nosotros, en Buenos Aires, en nuestro argot porteño, a los aduladores les llamamos “chupamedias”, que es el que se pasa todo el día chupando el calcetín del otro. Y es un poco feo que un hombre bien hecho se ponga a mordisquear los calcetines de otro. Y a mí, cuando me alaban, incluso por alguna cosa que ha salido bien, pronto uno se da cuenta si te alaban alabando a Dios, “¡está bien, bravo, adelante, esto se debe hacer!”, y cuando se hace para “darse aceite”.

    En cuanto a los detractores…, los detractores hablan mal de mí porque me lo merezco, porque soy un pecador: o al menos eso quiero pensar (risas). Aquello que no me hace pensar, no me preocupa. ¡Pero usted no se merece esto! No. Pero, por aquello que no sabe. Y así resuelvo el problema. Pero el adulador es…, no sé cómo se dice en italiano, es como el aceite…


    ¿Qué les responde a quienes, entre ellos muchos cristianos, piensan que la misericordia alarga las mangas de la justicia y entonces es injusta; a quienes piensan que la misericordia no puede ser la respuesta –por ejemplo– a quien nos persigue o quizás también por un miedo justificado, construye muros para defenderse en lugar de puentes?

    Papa Francisco:
    Sí, al final existe el problema de la rigidez moral detrás de esto, ¿no? El hijo mayor era un rígido moral: ‘Este ha gastado el dinero en una vida de pecado, no merece ser recibido así’. La rigidez: siempre el puesto del juez. Esa rigidez que no es la de Jesús. Jesús reprobará a los doctores de la Iglesia: mucho, mucho contra la rigidez.

    Un adjetivo les dice a ellos que no querría que me dijese a mí: hipócrita. Cuántas veces Jesús dice este adjetivo a los doctores de la ley: hipócritas. Basta leer el capítulo 23 de Mateo: ‘Hipócrita’. Y hacen teoría, la misericordia sí… pero la justicia es importante. En Dios –y también en los cristianos, porque está en Dios– la justicia es misericordiosa y la misericordia es justa. No se puede separar: es una cosa sola. ¿Y como se explica? Ve a un profesor de teología que te lo explique… Y después el Sermón de la Montaña, en la versión de Lucas, viene el Sermón de la llanura. ¿Y cómo termina? Sean misericordiosos como el Padre. No dice: sean justos como el Padre. ¡Pero es lo mismo!

    Justicia y misericordia en Dios son una sola cosa. La misericordia es justa y la justicia es misericordia. Y no se pueden separar. Y cuando Jesús perdona a Zaqueo y va a almorzar con los pecadores, perdona a la Magdalena, perdona a la adúltera, perdona a la samaritana, ¿es un ‘manga-ancha’? No. Hace la justicia de Dios, que es misericordia.


    Y otra pregunta que le quería hacer es: ¿La experiencia de la misericordia nos obliga a decir algo también al mundo de las instituciones, de la política, de los estados?

    Papa Francisco:
    Solo diré una palabra que he aprendido de un anciano sacerdote. Y me viene decirle ‘anciano’ aunque tiene 4 años menos que yo, pero para mí es un anciano, porque es un sabio. Es curioso: yo me siento pequeño, joven ante él porque tiene esta sabiduría de la ancianidad.

    Y él ha enseñado una palabra sobre la enfermedad de este mundo, de esta época, de este tiempo: la cardioesclerosis. Creo que la misericordia es la medicina contra esta enfermedad, la cardioesclerosis, que está en la base de esta cultura del descarte: ‘Pero esto no sirve, este anciano a la residencia de ancianos, este niño que viene, no, no, no: enviémoslo al remitente’ y se descartan. ‘No, tenemos que tomar esta ciudad en la guerra; ¿qué otra? Pero arrojamos las bombas. Donde caen: en los hospitales, en las escuelas… Son gente que se descarta.

    Y en la base de esta cultura del descarte está la cardioesclerosis, que creo es una de las enfermedades más graves de este momento. La incapacidad de sentir ternura, de acercarse… el corazón duro… ‘Yo debo ir sobre este tema y no me interesa lo demás’. Y no pienso en tantas cosas feas que se hacen en el camino para ir allí. No sé si le he respondido a la pregunta porque la he escuchado y he ido por este camino.


    Siempre sobre la misericordia, hay una doble vía para pensar en un doble pensamiento: respetar al otro, respetar a uno mismo… En cualquier caso, ¿cuánto se puede respetar la relación entre miembros? ¿Cómo se puede construir un mundo más compasivo?

    Papa Francisco:
    Pensemos en esta tercera guerra mundial que estamos viviendo, porque estamos en la tercera guerra mundial, aunque a trozos, ¿no? Aquí, aquí, aquí…, pero estamos en guerra. Se venden armas y las venden los fabricantes y traficantes de armas. Y se las venden a los dos bandos en guerra, porque se gana dinero, ¿no?, con el tráfico de armas… Hay una gran dureza de corazón, no hay ternura. El mundo de hoy necesita una revolución de la ternura. ‘Pero, Dios…’, dejémoslo ahí. Dios se hizo tierno, Dios se ha acercado a nosotros. Pablo dice a los filipenses: ‘Jesús se despojó a sí mismo para acercarse a nosotros, se hizo hombre como nosotros’. Cuando hablamos de Cristo, no olvidamos la ‘carne’ de Cristo. Y este mundo tiene necesidad de esa ternura que sugiere a la carne acercarse a la carne sufriente de Cristo, no hacerle sufrir más. Creo que los Estados que están en guerra deben pensar bien que una vida vale mucho, y no decir: “Pero una vida no importa, me importa el territorio, me importa esto…”. ¡Una vida vale más que un territorio! Y para los fabricantes de armas, para los fabricantes de armas la cosa que menos vale es una vida. Esta es una palabra que me decía un alemán: “Hoy, la cosa que menos vale es la vida”.


    La última pregunta Santidad: dentro de un mes cumplirá 80 años...

    Papa Francisco:
    ¿Quién? ¿Yo? (risas)


    Usted. Sus días, lo vemos, están siempre llenas de compromisos, los pensamientos seguramente no le faltan. A veces le vemos cansado y ni siquiera le vemos estresado alguna vez como lo estamos muchos de nosotros, que vivimos en una sociedad donde el estrés y también la depresión son enfermedades sociales. ¿Cómo lo hace? ¿Tiene algún secreto que quiera compartir?

    Papa Francisco:
    ¿Hay un té especial? No sé cómo lo hago, pero… yo rezo: eso me ayuda mucho. Oro. La oración es una ayuda para mí, es estar con el Señor. Celebro la Misa, rezo el breviario, hablo con el Señor, rezo el Rosario… Para mí la oración ayuda mucho.

    Después, duermo bien: es una gracia del Señor esta. Duermo como un tronco. El día de las réplicas del terremoto no he sentido nada. Todos lo han sentido, la cama que parecía bailar… No, de verdad, duermo seis horas, pero como un tronco. Quizás esto ayuda a la salud… Tengo mis cosas, ¿no? El problema de la columna que está bien de momento, y hago aquello que puedo, no más. En ese sentido, me mido un poco. Pero no sé qué decirle. Es una gracia del Señor… no sé.


    Gracias Santidad y felicidades adelantadas…

    Papa Francisco:
    Gracias a ustedes por lo que hacen con la comunicación y la proclamación de la Palabra del Señor, los testimonios cristianos, de la vida de la Iglesia, de la vida de la gente, de la vida de los pobres, de la vida de esas personas que tienen más necesidad de nuestra ayuda. Y no olviden que la enfermedad más grande, hoy, es la cardioesclerosis y que requiere una revolución de la ternura.







    Fuente: SECRETUM MEUM MIHI



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