“Si alguien me hubiera dicho en la mañana de aquel día: te has levantado judío y te acostarás cristiano; si alguien me hubiera dicho eso, lo habría mirado como al más loco de los hombres. Después de haber almorzado en el hotel y llevado yo mismo mis cartas al correo, me dirigí a casa de mi amigo Gustavo... Hablamos de caza, placeres, de diversiones del carnaval. No podían olvidarse los festejos de mi matrimonio... Si en ese momento, era mediodía, un tercer interlocutor se hubiese acercado y me hubiera dicho: Alfonso, dentro de un cuarto de hora adorarás a Jesucristo, tu Dios y Salvador; y estarás prosternado en una pobre iglesia; y te golpearás el pecho a los pies de un sacerdote, en un convento de jesuitas, donde pasarás el carnaval, preparándote al bautismo; dispuesto a inmolarte por la fe católica; y renunciarás al mundo, a sus pompas, a sus placeres, a tu fortuna, a tus esperanzas, a tu porvenir; y, si es preciso, renunciarás también a tu novia, al afecto de tu familia, a la estima de tus amigos, al apego de los judíos. ¡Y sólo aspirarás a servir a Jesucristo y a llevar tu cruz hasta la muerte! Si algún profeta me hubiera hecho una predicción semejante, sólo habría juzgado a un hombre más insensato que ése: ¡al hombre que hubiera creído en la posibilidad de tamaña locura! Y, sin embargo, ésta es hoy la locura, causa de mi sabiduría y de mi dicha (…)”
Conversión de Alfonso de Ratisbona - “Milagros vivientes” – Padre Ángel Peña O. A. R.
"Entre los hechos más notables de la medalla milagrosa, anotemos la conversión del judío Alfonso de Ratisbona (1812-1884), abogado y banquero muy hostil al cristianismo, que se encontraba en Roma por motivos de salud. El 20 de enero de 1842, su amigo Teodoro de Bussiers, convertido del protestantismo, iba a la Iglesia de Sant’Andrea delle Fratte y le invitó a entrar
Previamente, le había dado una “medalla milagrosa” y una copia de la oración “Acordaos” de San Bernardo para que la rezara todos los días. Y allí se le apareció María. Al salir, le contó a su amigo, besando la medalla que tenía en su bolsillo: “La he visto, la he visto. Todo el edificio desapareció de mi vista, vi un gran resplandor y en medio de aquel resplandor, sobre el altar, se me apareció erguida, espléndida, llena de majestad y de dulzura la Virgen María, tal como está pintada en la medalla, y me sonrió, no me dijo nada, pero yo lo comprendí todo”. En esa misma Iglesia, en la capilla de la Virgen, se leen estas palabras: “El 20 de enero de 1842, Alfonso de Ratisbona de Estrasburgo, vino aquí judío empedernido. La Virgen se le apareció como la ves. Cayó judío y se levantó cristiano. Extranjero, lleva contigo este precioso recuerdo de la misericordia de Dios y de la Santísima Virgen”. Alfonso se hizo sacerdote y ahora es reconocido como un santo, San Alfonso de Ratisbona"
"Apariciones y mensajes de María" - Padre Ángel Peña O. A. R.
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