El concilio de Nicea se convocó en el año 325 para condenar a Arrio y sus secuaces que predicaban de Cristo ser una simple (aunque excelsa)criatura.
Destacaron en dicho Concilio el español (y cordobés) Osio y sobre todo San Atanasio.
En el se definió que Cristo era consustancial al Padre y se proclamó el Credo o Símbolo de Nicea.
Sin embargo, los arrianos no cedieron y durante algunas décadas, conspirando por medio de los emperadores romanos (Constancio, Valente,también arrianos o Juliano el Apóstata) hicieron cuestionar ese dogma entre los católicos.
El papa Liberio, presionado, llegó a a excomulgar incluso a San Atanasio, pero la causa de éste al final se impuso y la Iglesia solemnemente reafirmó el dogma en 381.
El ejemplo heroico de San Atanasio es para mí lo más destacable. Y comprobar cómo la Verdad, por muy mal que lo pase, termina por acabarse imponiendo.
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