Cita Iniciado por Nanael Ver mensaje
Para Jorge Zamora:

Una persona como Teresa de Calcuta tiene la altura mística suficiente para irse a hacer oración con todo aquel que le pida humildemente su presencia, incluidos aquellos que ustedes llaman "paganos" al más puro estilo fundamentalista islámico.

Por otro lado, y respondiendo a otro forista: Comparar la tradición hindú con la degenerada religión grecorromana tal y como estaba ya en tiempos de san Pablo ("san Pablo no se arrodilló ante Zeus"), es una muestra de desprecio impresionante. A Teresa de Calcuta nadie la amenazó con azotarla ni arrojarla a los leones con la arrogancia de los césares si no obedecía; hacer oración no es estar arrodillado ante ningún ídolo.

Tienen suerte de no estar en la India, con esta actitud tan arrogante, tan poco humilde, ustedes no lograrían evangelizar ni a una pulga y morirían en vano, para nada, sin acercar a Jesus y a la Virgen a nadie. Si la simple oración en compañía de los así llamados por ustedes "paganos" levanta ampollas del calibre que estoy viendo, es mejor dejar de hablar con ustedes. Ustedes no son la medida de lo que una persona de bien (¿entenderán ustedes lo que es una persona de bien?) debe o no debe hacer.
Estimado Nanael,
Acabo de leer vuestra respuesta. Al terminar de leerla, quedé con las siguientes preguntas:
1. Revisé exhaustivamente la Encíclica del Papa Pío XI, Mortalium Animos, documento que constituye un acto magisterial ordinario (cae dentro de la infalibilidad por repetirse esta doctrina a lo largo del tiempo). Yo pensé que encontraría algo del estilo que sigue:

"Siendo todo esto así, claramente se ve que ni la Sede Apostólica puede en manera alguna tener parte en dichos Congresos, ni de ningún modo pueden los católicos favorecer ni cooperar a semejantes intentos; y si lo hiciesen, darían autoridad a una falsa religión cristiana, totalmente ajena a la única y verdadera Iglesia de Cristo, SALVO QUE TENGAN UNA GRAN ALTURA MÍSTICA QUE LES PERMITA PONERSE EN ORACION CON QUIEN LO PIDA, en esos casos, podrán rezarle a un dios pagano incluso"

Pero, no logré encontrar lo anterior en el texto. Mi pregunta es: ¿dónde habrá encontrado esta doctrina nueva de "ponerse en oración" con altura mística? Pregunto esto porque cuando se trata de la integridad de la Fe, innovar es delicadísimo, por decir lo menos. Por ahora, prefiero mantenerme leal al Magisterio y le sugiero lo mismo.

2. Mi segunda pregunta dice respecto a la forma de hacer apostolado, para resumir: el "apostolado" dialogante, igualitario y malamente ecuménico o el apostolado auténticamente católico que se hizo hasta el Concilio Vaticano II.

Si observamos estas dos etapas: en la etapa previa al CV II no existía (sólo incipientemente y con una rápida respuesta de la autoridad eclesiástica) este apostolado de los acuerdos, algo del estilo "yo también, como apóstol, le rezo a Buda". Sino que era TODO lo contrario. Lo inverso. Un llamado por la vía de la gracia, por la práctica de la virtud, por el ejemplo y el heroismo católico, a los pobres que no conocen la grandeza de la Verdadera Fe, a convertirse y a someterse a la autoridad de la Iglesia.

Mi pregunta luego es: ¿Cuál de las dos "formas de apostolado" será mejor, la primera (la tradicional que duró casi XX siglos) que convirtió millones de de millones de almas en el mundo entero, o la segunda que ha terminado por vaciar los seminarios y de cuyos frutos poco se sabe, poco se cosecha?

En mi caso particular, he tenido la gracia de leer hechos de sacerdotes y monjes españoles evangelizando a los indígenas de Chile (soy chileno) en el extremo sur. Los relatos (que por extensión no cito) son realmente impresionantes. Leyéndolos, se comprende bien qué es el apostolado y la verdadera caridad para con los pobres, tanto en términos espirituales como materiales.

Doy gracias a Dios porque nuestro país fue conquistado por hidalgos españoles, auténticos caballeros cristianos, convirtiendo a los indígenas que vivían sumidos en la oscuridad de la paganicie y que desconocían la civilización. Gracias a Dios, fueron ellos y no los protestantes alemanes (de los cuales, también desciendo) los que dieron la religión a la América.
Por la vida que ofrecieron tantos miles de caballeros, apóstoles y religiosos españoles, en un verdadero apostolado con los más necesitados, hoy profesamos, la Fe de Cristo.