Blas Infante reflejó los principios esotéricos y espirituales de la masonería en su casa, en su obra literaria y en el escudo, el lema y el himno andaluces.
El Padre de la Patria Andaluza, –declarado así en 1983 por el Parlamento de Andalucía–, era masón. Este es un hecho demostrado «sin ningún género de dudas», tal y como admite su propio nieto, Estanislao Naranjo Infante, quien además, como estudioso de la figura de su abuelo y de su legado, cuenta con una ponencia en la que explica pormenorizadamente cómo influyó la masonería en la vida y obra de Blas Infante.
Es una conferencia llena de detalles que vienen a arrojar luz –ese elemento que constituye un eje en el propio ideario de Infante–, sobre la figura del notario, político e ideólogo asesinado el 11 de agosto de 1936 en Sevilla cuando contaba 51 años, sobre él y sobre su postura.
Luz en lugar del secretismo del que siempre se ha rodeado la masonería, un halo de misterio propiciado por las propias logias y por la persecución a la que esta práctica fue sometida durante el franquismo.
Como dice Naranjo Infante, «a mi abuelo no lo mataron por masón, aunque era un masón reconocido y tenía todas las papeletas, pero era suficiente con la creación de un partido regionalista-nacionalista andaluz» para que fuera sentenciado en el arranque de la Guerra «Incivil» Española, como él la llama.
Pero además era masón, y eso estaba mal visto –el nieto ríe al reconocer que su madre y sus tías no querían que se dijese que su padre era masón incluso ya bien entrada la democracia, y por eso, su abuela «purgó» de la biblioteca del notario toda referencia a la masonería, quemando documentos que consideraba que ponían en peligro a la familia.
De cómo acabó siendo masón Blas Infante poco se sabe, aunque tuvo que suceder en algún momento entre 1908 y 1914, fecha en la que escribe el Ideal Andaluz, que comienza precisamente con una «plancha» masónica. También quedan algunas referencias de pertenencia a distintas logias como Isis y Osiris, de rito egipcio, y Fe y Democracia más tarde, e incluso que llegó a ser maestro de la Logia de Perfección Fermín Galán nº 6.
El periódico La Higuerita de Isla Cristina publicó, de hecho, en 1925, una noticia sobre su asistencia e intervención en la erección de columnas o apertura de la Logia Redención nº 16 de Ayamonte, algo que sólo hubiera sido posible de ser Infante un masón bien considerado.
En cualquier caso y a pesar de que los masones introducen sus símbolos de modo que puedan pasar desapercibidos para los no iniciados, Blas Infante recurrió a ellos en muchas ocasiones en su legado público y privado. Así, además de en el Ideal Andaluz, quedan pasajes de inspiración masónica en muchas de sus publicaciones, como Cuentos de Animales, La Dictadura Pedagógica y Reelección.
Su casa de Coria del Río, «felizmente restaurada e infelizmente convertida en un mal museo», es un camino iniciático masónico, un largo pasillo con habitaciones a los lados, puertas especialmente bajas, escayolas que representan las estaciones del año, vírgenes negras con forma de triángulo equilátero y un altar masónico en la biblioteca presidido por una pequeña imagen femenina sobre un pedestal en forma de carnero, entre otros muchos elementos, como capiteles de columnas girados de forma llamativa o una sala, que era el taller de la logia y que se perdió durante la restauración, algo que Estanislao Naranjo lamenta hoy.
Pero es en los símbolos de Andalucía donde encontramos un importante repertorio de signos masónicos que pueden ser descubiertos por todos los andaluces una vez que se explica en qué consisten, cuál es su significado y qué enseñanzas transmiten.
Cada elemento –el escudo, la bandera, el lema y el himno-, «corresponden a una época histórica de Andalucía y todos juntos contienen una enseñanza histórica y una esperanza de superación de la historia de postración que se padecía y seguimos padeciendo hoy», explica Naranjo Infante, quien recuerda que el nacionalismo de su abuelo no se corresponde con el concepto «territorialista decimonónico, supremacista y excluyente» que impera hoy día y que tantos dolores de cabeza está dando, sino cultural, espiritual.
«Se trata de coger una entidad cultural, Andalucía, que tiene el espíritu roto, para volver a darle sus señas de identidad y fortalecer su espíritu», explica el nieto de Blas Infante; «y no lo hace por la patria según el concepto que nosotros tenemos de patria, que además, para él, era más bien matria –donde se nace–, sino por la verdad».
De una forma integradora, como bien queda reflejado en el lema «Andalucía por Sí, para España y la Humanidad», donde juega un papel fundamental el uso del término «Humanidad» y que constituye el primero de los elementos con un fuerte componente masónico.
En cuanto al himno, está referido a la era flamenca, época que se inaugura con la invasión castellana del valle del Guadalquivir en el siglo XIII. Durante esta invasión, los locales son despojados de sus tierras que son entregadas a soldados y órdenes militares, con lo que surge un estrato social de campesinos que para sobrevivir deben arrendar su trabajo a los nuevos propietarios. Son los Felag Mencú, los flamencos, los jornaleros.
Su música es una adaptación del canto morisco del Santo Dios y en sus versos contiene una clara referencia masónica que a los no iniciados parece un «anhelo cultural»: «Los andaluces queremos volver a ser lo que fuimos, hombres de luz que a los hombres, almas de hombres les dimos».
Así, para expresar un deseo de volver a la época en la que Andalucía era un foco de luz, de cultura, en el mundo, hace referencia al principio masónico del iluminado, una persona avanzada en el camino hacia la perfección que sirve de guía a otros. Otras referencias, en forma de llamada al fortalecimiento del espíritu de Andalucía, se vislumbran en frases como «Andaluces levantaos, pedid tierra y libertad».
De todos los símbolos andaluces, el escudo es el que alberga una mayor carga masónica –la bandera, de origen islámico, sin embargo, no recoge ni un solo elemento masón–. Eso sí, advierte Estanislao Naranjo que estos símbolos se pueden contemplar en el original que se encontraba en la casa de Blas Infante en Coria del Río ya que el oficial fue «adulterado por la Junta de Andalucía».
Así, la administración autonómica habría utilizado basas en las columnas –fundamentales en el simbolismo masónico, con su introducción en el escudo Blas Infante está erigiendo «un templo nuevo, la nueva Andalucía que imagina y desea»– y coronado a Hércules con la piel del León de Nemea en lugar de la tiara de iniciado del original, algo que va contra la simbología que quiso introducir Blas Infante, que quiso alejar la imagen de la fuerza bruta mostrando a los leones mansos y pacíficos, domesticados. «Se rompió el mensaje», lamenta Naranjo Infante.
Hércules representa la dualidad del cielo y el infierno, bajó al averno y regresó liberando a Prometeo y salvando a los hombres, resucitando él mismo como un hombre nuevo, un salvador que en el escudo de Blas Infante lleva una triple diadema como dominador del mundo de la materia, de la mente y del espíritu.
«Una provocación, esotéricamente hablando», asegura Estanislao Naranjo, que reconoce que su abuelo y su legado son poco conocidos porque para empezar no se difunde su obra, ni se enseña en las escuelas y universidades. Era «una persona incómoda, tanto por las ideas que tenía como por la coherencia que mantenía». «Él no se casaba con nadie: su interés supremo era Andalucía y esto le hacía ser muy crítico con los políticos de su tiempo. Y a un hombre incómodo no es bueno citarlo», zanja el nieto del Padre de la Patria Andaluza.
Artículo escrito en «ABC»: La masonería y los símbolos de Andalucía
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