Buen primer día para Oiasso
Las puertas del museo de la Romanización se abrieron ayer al público y fueron 350 personas las que se acercaron a visitar sus salas. En el Libro de Firmas, las dos primeras fueron de dos romanos
La inauguración oficial del jueves, con todo lo que tuvo de intensa, no dejó resaca en el Museo Oiasso, ni en sus responsables ni trabajadores. Ayer abría sus puertas para el público general y funcionó con agilidad para responder a una demanda que superó los 350 visitantes.
Es difícil juzgar a partir de qué cifra se podía hacer una valoración positiva de esa jornada de apertura al público, pero fuentes del propio museo reconocían ayer que tal afluencia «merece una buena valoración más aún teniendo en cuenta que el buen tiempo podía haber invitado más a una jornada de sol y de playa que a ir a un museo».
Sin embargo, tres centenares y medio de personas optaron por conocer de primera mano lo que Oiasso ofrece al mundo desde ayer. Las valoraciones de esas personas no podían haber sido más positivas. Quizá no todos salieron tan satisfechos, pero no había más que echar un vistazo al libro de firmas para cerciorarse de que a la gente le había gustado lo que había visto. Alguna pequeña crítica en tono constructivo, alguna recomendación, pero principalmente, las palabras que llenaron las primeras páginas de ese libro fueron de ánimo, de enhorabuena y de felicitación.
Gente esperando
Para terminar de hacer especial ese primer día del libro de firmas, las primeras palabras escritas en él tuvieron acento romano, en concreto de dos visitantes de la capital italiana que firmaron en el libro enorgulleciéndose de que dos hijos de Roma fueran los primeros en hacerlo.
Sin embargo, no fueron ellos los primeros en poner los pies dentro de las instalaciones. A las diez de la mañana, cuando los trabajadores del museo iban a abrir sus puertas, se encontraron con que en el exterior ya había gente esperando. A la cabeza de la fila se encontraba Jean Marie y su esposa, dos vecinos franceses que recibieron las primeras entradas expedidas por el museo. Las suyas, como todas las demás en el día de ayer, fueron gratuitas.
Ayer, no sólo los irundarras se acercaron al museo, hubo turistas, habitantes de ciudades vecinas... y todos se encontraron las puertas abiertas y las entradas a cero euros.
Quizá por la diversa motivación y la heterogeneidad en el origen, definir el visitante tipo resulta muy complicado. Es cierto que muchos de los primeros en verlo fueron personas mayores, pero también lo es que se vieron familias enteras con hijos, parejas jóvenes e incluso a quien individualmente se dio un paseo por el Irun romano. En cualquier caso ni ayer, ni los próximos días ni siquiera los dos próximos meses serán una referencia válida, porque el hecho de que sea novedad y las peculiaridades, negativas y positivas, de la época estival lo condicionan todo.
Al margen de los fríos datos, los responsables del museo vestían ayer otra cara, seguramente provocada por ver llenas de gente todas esas salas que durante tanto tiempo sólo han escuchado el eco del ruido de los tantos trabajadores que han pasado por allí.
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