Bueno, nadie de habla de ir espada en mano como San Pedro (más que cortarles la oreja, merecerían que se les cortara la lengua), pero cuando se pueda tampoco conviene dejar de hacer una reparación por la blasfemia y defender el nombre del Señor, por ejemplo con una breve jaculatoria como la que dije u otra por el estilo, y dejarlo ahí sin darle más vueltas al asunto. Y, por supuesto, ni entre mi círculo de amistades ni en mi familia hay blasfemos, ni yo tendría amigos que dijeran esas cosas. De hecho aquí en Andalucía la blasfemia ha sido algo desconocido hasta tiempos bien recientes, y aun hoy todavía no es tan frecuente como en otras partes aunque cada vez va a peor.

A propósito de no quedarnos callados, recordemos que corregir al que yerra es una obra de misericordia.