Sobre la existencia de la Masonería como Poder Oculto, enemigo de la Religión y de la Paz humana de los pueblos, es claro el juicio de la Iglesia.
Desde la Constitución Apostólica: In Eminenti, del Papa Clemente XII (4 abril 1738) hasta la Humanum Genus de León XIII (20 abril 1884), existen advertencias escalonadas de la Iglesia, fuera de la ordinaria y habitual del canon 2335 de Derecho Canónigo, que castiga con EXCOMUNIÓN a los que dan su nombre "a la secta masónica o a otras asociaciones del mismo género que maquinan contra la Iglesia o contra las potestades civiles legítimas"
El documento de León XIII ha señalado con precisión los peligros de la Masonería. La Masonería quiere implantar en la tierra la ciudad terrestre frente a la Iglesia, que quiere elevar la vida temporal de los pueblos a las cosas de Dios.
Con ello León XIII señala la coincidencia de la Ciudad masónica con la actual sociedad materialista y atea, que hoy quiere alcanzar el nivel de Ciudad tecnocrática y satanocrática.
El Papa señala claramente cuál es el fin oculto de la Masonería: "Destruir hasta los fundamentos todo el orden religioso y civil establecido por el cristianismo, levantando a su manera otro nuevo con fundamento y leyes sacados de las entrañas del Naturalismo".
Dentro del Naturalismo, que es un sistema que rompe la vinculación del hombre con Dios, caben las infinitas realizaciones que pueden salir de la cerebración humana.
Cuando la Masonería se propuso como objetivo inmediato de su programa el Naturalismo, no apuntaba tanto a la construcción del hombre final, cuanto a la destrucción del hombre sobrenatural cristiano.
León XIII, desciende luego en puntos particulares, advierte cómo la Masonería niega la existencia de Dios y la inmortalidad del alma, corrompe las costumbres de la vida pública, pondera la bondad de la naturaleza humana, como si ésta no estuviera inficcionada por el pecado original, y con ello destruye la familia, tanto en la relación de esposo a esposa como en la de padres a hijos, y pervierte la economía y la política, y, consiguientemente, todo el orden de la vida pública.
Los masones, valiéndose del más riguroso secreto, arman una conspiración permanente y continuada con el propósito de destruir al hombre cristiano para construir al hombre naturalista y ateo.
León XIII señala también la vinculación de la Masonería con comunistas y socialistas, con los que conviene en los principales dogmas y favorece en gran manera sus intentos.
EL PODER OCULTO DE JUDÍOS Y MASONES CON LA BANCA MUNDIAL (es interesante leer los hilos, complementarios, que subí en el de Economía sobre cómo funcionan los bancos, el FED, la Crisis)
El doctor A. Voss en su obra advierte que: "la Revolución Mundial también es una sola en el curso del tiempo. La misma técnica, dice, ha informado a las revoluciones de Inglaterra (1640-89), Francia (1789), Rusia (1917) ... con el desarrollo progresista consiguiente.
- Preparación del campo mediante el ablande económico: endeudamiento, miseria, hambre.
- milicias populares enfrentadas al ejército y policía ("operatives" (Inglaterra), "marsellais" (Francia), Bunds y nihilistas (Rusia), Brigadas Internacionales (España)); purgas,
- regicidios y magnicidios;
- asesinatos y terror.
- abolición de los símbolos nacionales.
- persecución del clero, y la religión.
- campañas de difamación.
- corrupción moral.
Contra la religión, contra los gobiernos nacionales, contra la familia, contra el derecho de propiedad, contra el bienestar social, ... Los mismos métodos, los mismos fines.
Carlos A. Voss advierte (con inmensa documentación y bibliografía) cómo el CAPITALISMO FINANCIERO INTERNACIONAL ha financiado las grandes revoluciones que se suceden desde el XVII.
* la de 1640, en Inglaterra, financiada por Manaseh-Ben Israel, Fernández Carvajal, y Ebenezer Pratt.
* la de 1689 (Inglaterra) por los banqueros internacionales de Amsterdam: Salomon Medina, suasso y Moisés Machado.
* la de 1789 (Francia) por
- el grupo de Frankfurt: Banca Rothschild-Mendelsohn,
- el grupo de Londres: Benjamín y Abraham Goldsmith, Moisés Moscata y Moisés Montifiori.
- el grupo de Berlín: Daniel Itsig y David Friedlander, y
- el grupo de Alsacia: Banca Heinz Orfbeer.
* la comunista de 1917 (Rusia) financiada por cuatro grupos de banqueros internacionales no rusos:
- grupo de Wall-Street: Jacob Schiff y Banca Kuhn, Loeb&Co. Banca Guggenheim y Max Breitung (entre otra documentación Libro Blanco nº 1 de Gran Bretaña, abril 1919, con el informe Oudendyck, del Embajador holandés en Rusia y otros).
- grupo de Estocolmo, Hamburgo, Amsterdam, con la banca Max Warburg y sus filiales Deutsche Lloyd, Hambourg-Amerika Line, Sindicato Renano Wetsfaliano, con el grupo encabezado por Wladimir Olaf Aschberg del Nye Bank de Estocolomo.
- grupo franco-ruso de la Banca Lazard Frères (París), Banca Guinsburg de Petrogrado-París-Tokyo, y
- cuarto grupo Londres: Banca Speyer C.
Demostrando la estrecha fusión entre la Alta Finanza y la Alta Logia y la ejecución entre ambas de los PLANES MUNDIALES DE LA REVOLUCIÓN.
HACIA EL ANTICRISTO.
La Historia está centrada alrededor de Cristo, Él es la piedra angular, piedra de tropiezo.
Isaías: "El será piedra de escándalo y piedra de tropiezo para las dos casas de Israel, lazo y red para los habitantes de Jerusalén. Y muchos tropezarán, caerán y serán quebrantados, y se enredarán en el lazo y quedarán cogidos" (Isaías, 10, 11).
"Rehusando creer, vienen a tropezar en la palabra, pues también a eso fueron destinados" (Ped. 2, 7).
No se puede rechazar a Cristo sin aceptar el Anticristo. ¿Quién es el embustero sino el que niega que Jesús es Cristo?. Es el Anticristo el que niega al Padre y al Hijo. (Juan, 2, 22)
Y el Anticristo es la Europa, otrora cristiana que, con la Revolución, rechazó, y sigue rechazando a Cristo.
Ya pueden los teólogos "progresistas" afinar sus análisis sofísticos, y, distinguiendo laicismo y laicidad, justificar una sociedad civilizada y evangelizada que reniega del yugo suave de Aquel Rey que le hizo conocer la grandeza y la paz cristiana.
Pero esa sociedad al no caminar hacia Cristo camina hacia el Anticristo.
Al rechazar el dominio espiritual de la Iglesia, se somete a la dominación carnal de la Sinagoga.
Y el Anticristo es el supuesto y como la encarnación del Diablo, porque "el diablo le insufla su malicia de un modo eminente muy superior que a la de cualquier hombre" (S. Tomás, 1, 8, 8).
Y el diablo es el Príncipe de este Mundo (Juan, 12, 31). Y la Sinagoga es hija del diablo.
"Vosotros tenéis por padre al diablo y queréis hacer los deseos de vuestro padre" (Juan, 8, 44).
Y los judíos y el laicismo de las sectas masónicas conducen a la sociedad al ateísmo, que es un modo de expresar lo que San Pablo llama "Apostasía Universal", y que por supuesto diagnostica con precisión el mal de la sociedad humana actual.
Porque esta humanidad no se hace atea por falta de luz que la ilumine, se hace atea por perversa, por apóstata. Porque después de haber sido espléndidamente iluminada, "los hombres amaron más las tinieblas que la luz" (Juan, 3, 19).
Porque apóstata después que "el evangelio del reino se ha de predicar en todo el universo" (Mateo, 24, 14). "Y han de apartarse de la fe" (1 Tim. 4, 3) "y se han de enfriar en la caridad" (Mateo, 24, 12) "y han de seguir al "hombre del pecado, al hijo de la perdición" (II Tes. 2, 3) con lo que se quiere significar "la adoración del Hombre" del "Homo Universal", del "Hombre Integral", del "Humanismo", en que el hombre "se insurge y se levanta sobre todo Dios y es adorado, y se sienta en el templo de Dios, como si fuera Dios" (Ibid. II Tes, 2, 3).
Tanta fatuidad, tanta insolencia, no han de tener sino una única y sencilla respuesta: "entonces se manifestará el inicuo, a quien el Señor Jesús matará con el aliento de su boca, destruyéndole con la manifestación de la parusía" (II Tes. 2, 8).
El Anticristo será la concentración, en un hombre individual, de toda la malicia humana; será la realización y la adoración de esta malicia, recogiendo el orgullo de toda la raza humana, la religión saliendo del espíritu del hombre caído, del hombre dejado a sus solas fuerzas; el hombre malo produciendo la mayor de las inmundicias, la adoración de esa piltrafa humana. Porque así como la salud del hombre viene de arriba, de Cristo; su perdición viene de abajo, del hombre mismo.
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