Además, el análisis está mal de raíz: el nuevo estatuto catalán, y el valenciano y todos los que les seguirán no sólo no son contrarios al orden constitucional del 78 sino que son sus más legitimos herederos legales y continuadores en espíritu. Seguimos condenando las consecuencias y adorando las premisas; eso no se puede sostener y pasará lo que pasa siempre en el sector de e-pesimo: la derecha tragará con todo el asunto de los estatutos pero con unos meses de retraso. Y aquí no habrá pasado nada.
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