Esta historia me recuerda otra, una de las muchas que se pueden encontrar en la Red a nada que uno se ponga a buscar. La que comento hablaba de un hombre que estaba realmente agobiado por sus problemas, tanto personales y familiares como de trabajo y de deudas. Era un pobre hombre prototipo de estas sociedades consumistas que "matan" al ser humano que hay debajo de la piel de cada persona.

Pero este hombre era religioso y una noche le pidió al Señor que le aliviase la carga que llevaba encima, le pidió que le quitase la cruz que le había tocado en suerte en esta vida, y Nuestro Señor escuchando su petición se le apareció en sueños. Así le mostró una habitación llena de cruces, algunas eran tan grandes que incluso estaban colocadas diagonalmente porque la altura del techo era insuficiente.

El pobre hombre miraba con ojos de súplica al Señor y miraba espantado aquellas cruces tan enormes, algunas sumamente gruesas. Entonces, allí, en un rincón, atisbó la presencia de una cruz pequeña, de aspecto liviano, casi de madera de balsa o sea que debía pesar poco, por lo cual el hombre acertó a decir: "Señor, esa me vendría bien, creo que podría sobrellevarla".

Nuestro Salvador lo miró con compasión y sonriendo le respondió: "Pero hijo mío, si esa cruz es la que acabas de dejar".

Me pregunto cuál será el tamaño auténtico de la que llevó Él por nosotros.