Historia de Asturias
CRONICA DEL PRINCIPADO DE ASTURIAS.
LIBRO PRIMERO.
CAPÍTULO PRIMERO.
Situacion de Astúrias. — Terreno montañoso. — Extension. — Costas.—Rios.—Valles. — Arboles. —Arbustos. — Aspecto pintoresco.—Clima.—Limites antiguos.—Division de Astúrias en Augus
tana y Trasmontana.—Fábulas.— Caprichosos asertos El Asia,
cuna del género humano.—Dispersion.—Dos influencias.—Celtas.— Iberos.—Pueblos aborigenes.—Invasion Céltica.—Los celtas predominan en Astúrias.—Modo de vivir de los astures.—Los pescadores.— Expediciones maritimas.—Carácter de los astures.—Su aislamiento.—Su forma de gobierno.—Los fenicios, griegos, cartagineses, no penetraron en Astúrias.—Falsos asertos.—Loi romanos.—Conquistan á España.—Colonias militares.—Tito Carisio.—Augusto en España.
En la estrecha y accidentada zona que formael mar Atlántico por el Norte, y la ramificacion de los montes Pirineos que termina en el cabo de Finisterre, se halla situada la provincia de Astúrias, confinando por el Oriente con la antigua Cantabria, y por el Occidente con el territorio de Galicia.
Está separada de las feraces, pero monótonas comarcas de Castilla, por la elevada cordillera del Pajares, que al paso que en las vertientes meridionales presenta un aspecto triste y árido, muéstrase por la parte del Norte cubierta de una exuberante vegetacion. El terreno es en extremo montañoso, pudiendo decirse que está todo formado por la degradacion sucesiva de la cordillera pirenáica, que va á morir en el Océano, no sin presentar como valladar insuperable á los em
bates de sus furiosas ondas, escarpadas peñas, siempre azotadas por el espumoso oleaje.
Presenta Astúrias en su mayor longitud cerca de cuarenta leguas de costa que con muy raras excepciones es poco hospitalaria; circunstancia peculiar á. toda la costa cantábrica, temida, con razon, por todos los marinos. Las bahías y abras que presenta son en general estrechas y de poco calado, por cuya causa no cuenta Astúrias con puertos sólidos y seguros, tanto más, cuanto que el arte apenas ha auxiliado á la naturaleza
Los rios, á causa de su poco desarrollo, pues sólo, corren por el estrecho ámbito de aquella provincia, son poco considerables; y si á esto añadimos lo quebrado del terreno, y los grandes desniveles que se ven precisados á atravesar, podremos comprender que másque de tales, merecen solamente el nombre de torrentes, que las nieves y las lluvias convierten con frecuencia en impetuosas avenidas.
Forman ensu trayecto estrechos pero feraces valles, interrumpidos de trecho en trecho por enormes rocas calizas, á través de las cuales se han abierto las aguas una estrecha garganta, con el lento trascurso de los siglos.
Las dificultades que encuentran las aguasque recuden de las altas montañas para atravesar aquella inextricable urdimbre de montañas, tuercen con frecuencia el curso de los arroyos y rios, que forman feraces vegas, cubiertas de una lozana y vigorosa vegetacion.
El frondoso castaño, el robusto roble, la copuda haya, el elegante aliso, el esbelto álamo, el flexible sáuce que con sus infinitas variedades comparte con el avellano las sinuosas orillas de los rios y arroyos, el corpulento nogal, el frágil humero y algunas especies de coníferas, forman extensos y espesos bosques, algunos de los cuales tienen todo el aspecto de selvas vírgenes, no holladas todavía por la planta del hombre.
Infinidad de arbustos y plantas herbáceas encubren el suelo, manteniendo en todas partes un ambiente suave y embalsamado. El helecho, una de las plantas más rudimentarias, y que en las primeras edades de la tierra debió, por el exceso de temperatura y de gas ácido carbónico que saturaba la atmósfera, adquirirlas colosales proporciones de la palmera, pulula por todas las comarcas de Astúrias, si bien reducido hoy á la categoría de pequeño arbusto. Crecen á su lado con profusion, multitud de árboles que en la época primaveral preséntanse cubiertos de flores de variados matices, que dan á todo aquel territorio el aspecto de una inmensa floresta.
Las varias clases de cultivo, alternando con las praderas naturales, cubiertas de menudo heno y con los bosques frondosos, ofrecen á la vista del caminante un espectáculo en extremo ameno y agradable. Desde las elevadas cumbres de las montañas, descubrénse pintorescos paisajes, cubiertos de alquerías y granjas que dejan ver sus caprichosas siluetas, por entre el ramaje de los árbolés frutales.
La multitud de arroyuelos que serpentean por los valles, embellecen más y más aquellas rústicas comarcas.
En otras partes descúbrense los vestigios de la explotacion de la ulla, que ennegreciendo las verdes montañas, les da un aspecto singular y extraño.
El clima es benigno y templado, sin que se dejen sentir los ardores caniculares ni los intensos frios del invierno. Como todo país montañoso, las lluvias se reproducen con extrema facilidad, siendo ménos considerables en la parte del litoral que en el interior.
Tal es el país que poblaban en remotos tiempos los astures, célebres en la historia. ¿Cuáles eran los límites que en la remota edad ocupaba la tríbu de los astures? Hé aquí una de las primeras cuestiones que se presentan á la consideracion del que intenta penetrar en los oscuros antros del pasado.
Si nos atenemos á lo que sobre este punto nos han dejado consignado los historiadores más antiguos, debemos convenir en que el territorio de los astures era mucho más extenso del que en la actualidad forma el principado de Astúrias.
Parece indudable que los astures ocupaban en los más remotos tiempos, no sólo la mayor parte de la zona comprendida entre los montes Erbáceos y el mar Atlántico, sino tambien todo el territorio que desde la citada cordillera se extiende hasta el Duero. Por eso encontramos en los historiadores antiguos la division de los astures en dos grandes ramas: una en la falda Sur de los montes Erbáceos, que tomó andando el tiempo el nombre de augustana, y la otra en la falda Norte, conocida con la denominacion de trasmontana.
Por el extremo oriental confundíanse los astures con las tríbus cántabras, de muy semejante orígen, al paso que por el lado occidental confinaban con los galáicos, pueblos célticos, segun se demuestra por los pocos monumentos que de aquellas lejanas edades nos quedaron.
Gran copia de fábulas y absurdos han ido amontonando varios escritores al querer consignar el orígen y procedencia de los pueblos astures. Valiéndose algunas veces de remotas coincidencias de nombres, interpretando otras con caprichoso criterio algunos pasajes de los historiógrafos romanos, han remontado la poblacion de Astúrias hasta los tiempos inmediatos á la dispersion de Babilonia, no faltando quien llegue en sus extrañas elucubraciones á afirmar la presencia de Noé en aquellas montañas, sin que para eso tenga otro fundamento ni dato positivo que la existencia de la villa de Navia asentada en las riberas del rio del mismo nombre.
No falta tampoco quien al tratar de explicar el nombre de astures que tenian los pueblos más antiguos de aquella comarca, haga proceder su poblacion de una emigracion causada por la ruina de Troya, á la cabeza de un tal Astur, escudero de Mennon. Otros han inventado tambien el rio Astura, creyendo salir de este modo de la insuperable dificultad que presenta siempre el relato de los orígenes de los pueblos; pero bien se comprende que este alarde de imaginacion no hace más que alejar la dificultad en vez de resolverla.
Si como lo demuestran todos los monumentos de la antigüedad, auxiliados por la ciencia etnográfica, que tanta luz ha derramado posteriormente sobre las oscuras edades de la historia, es el Asia central la cuna del humano linaje, á ella deberemos recurrir cuando tratemos de sondear algo acerca de las primitivas poblaciones.
Desparramada la poblacion de la tierra en virtud de su ley de expansion y forzada por la necesidad, dirigióse parte de ella hácia las comarcas del Norte de Europa, poblando la restante el Continente asiático, hasta el extremo Oriente y los parajes meridionales de la Europa y del Africa.
La diferencia de los climas y las circunstancias particulares que los diversos territorios ofrecian, dieron bien pronto una variada fisonomía á pueblos que reconocen un mismo orígen.
Si trazamos en el mapa europeo unalíneadivisoria, tomando por punto de partida el paralelo 40, observaremos que los pueblos del Norte deteste paralelo, se diferencian de un modo notable de los que tenian su residencia en la parte Sur. Son los primeros los que# podemos llamar, usando una palabra general, célticos, al paso que los segundos pueden designarse con el nombre de iberos. Estas dos diversas ramas son las que influyeron más notablemente en la poblacion de toda la Europa, debiendo tener en cuenta que los pelasgos de la Grecia y de Italia son del mismo orígen que los que en la Península itálica se conocen con el nombre de iberos.
Es indudable que todo el territorio de las tres Penínsulas, bañadas por el Mediterráneo, fueron pobladas en un principio por la raza ibera, como lo demuestran los monumentos ciclópeos que en estas tres comarcas encontramos. De estos monumentos se desprende que la civilizacion ibérica llegó á un alto grado, siendo destruida en gran parte por las invasiones de los pueblos del Norte ó célticos, que con el nombre de helenos se arrojaron sobre la Grecia y con el de celtas pusieron su planta sobre la Italia y la España.
Que los iberos llegaron en sus excursiones á la comarca de Astúrias, es cosa demostrada por los monumentos pelásgicos que en ella se encuentran, pudiendo decirse que estos son los primeros pueblos ó aborígenes de aquellas regiones. Hay fundados motivos para sospechar que la invasion céltica en España se verificó por el litoral cantábrico, más fácil de franquear todavía que las elevadas crestas de la cordillera pirenáica.
En su primer ímpetu los celtas destruyeron casi por completola poblacion indígena, por cuyo motivo se observan en las provincias cantábricas muchos más restos de la raza céltica que en las demás provincias de España. Conforme los celtas se iban extendiendo, faltábales, á causa de las repetidas luchas, gran parte de su primer ímpetu y vigor; y por esta razon en las comarcas centrales de España, en vez de conquistar, como en el Norte, á sus moradores, se fundieron con ellos, dando á esta region el nombre de Celtiberia.
La poblacion, pues, de Astúrias, dejando á un lado ridículas y aventuradas suposiciones, que ninguna luz arrojan sobre la verdadera historia, es esencialmente céltica, y célticas son sus costumbres y frugal modo de vivir, segun se desprende de los fragmentos que los historiadores romanos nos han dejado sobre estos asuntos tan controvertidos.
Viviendo en rústicas cabañas sembradas por estrechos valles, y algunas veces encaramadas en los montes y colinas, cubrian su desnudez con groseras telas de lino, fabricadas en las mismas casas; costumbre que todavía hoy se conserva en muchos puntos. Bebian, no como los germanos el licor extraido del lúpulo y de la cebada, sino el zumo procedente de las frutas, sacando su principal alimento de la castaña que en aquellos bosques brotaba, como hoy, espontánea y abundantemente.
Los que moraban en las costas, dedicábanse, sin que les infundiese temor el medroso Océano, al ejercicio de la pesca, y en frágiles barquichuelos forrados de cuero se lanzaban con frecuencia por aquellas peligrosas costas, abundantes en toda clase de sabrosos peces.
No faltan escritores que se arriesguen hasta suponer que los astures en estas pequeñas embarcaciones, llegaron hasta las costas de las islas británicas, y que en ellas fundaron establecimientos; pero sin que tengamos por imposibles semejantes excursiones, lo que podemos afirmar es que no hay monumento alguno histórico que las patentice. Las semejanzas que se observan eutre los moradores primitivos de ambos países revelan comunidad del orígen céltico y nada más. Todas cuantas aseveraciones se quieran fundar, dando interpretaciones violentas y torcidas á algunos pasajes de los historiadores romanos, lo único que podrán probar será la mayor ó menor fuerza de imaginacion de los autores de estas patrañas; pero nada que tenga real y sólido fundamento.
ASTÚRIAS.
El aislamiento en que vivian, á causa de lo agreste y quebrado de su territorio, debia dar á su carácter mayor rudeza que la que se observa en los pueblos contínuamente relacionados con otros, que van sensiblemente modificando la aspereza de sus costumbres, con el contínuo roce y comercio con sus vecinos.
Nada de esto podia suceder en Astúrias. Al paso que las comarcas meridionales y orientales de la Península ibérica recibian con frecuencia nuevos huéspedes, atraidos, unos por el poderoso aliciente del comercio, y otros por el afan de conquista, la region de Astúrias permanecia completamente ignorada, y sus pobladores, viviendo en la frugalidad primitiva, conservaban con sus hábitos rudos y poco sociables, su carácter indígena y original, al mismo tiempo que un amor siempre creciente á los preciosos dones de la libertad y de la independencia.
En tanto que la refinada civilizacion griega y romana habia producido como consecuencia inevitable de la corrupcion y el lujo, la asquerosa lepra de la esclavitud , entre aquellos montañeses, fieros con su independencia, desconocíase de todo punto la servidumbre , bastándose cada uno á la satisfaccion de sus propias necesidades , sin verse obligado á exigir de sus semejantes servicios ni tributos que saciasen el afan, siempre creciente, de riquezas, uno de los escollos más peligrosos de la civilizacion materialista.
Y no era porque el país no ofreciese abundantes recursos. Su clima dulce y benigno le hacia idóneo para toda clase de productos, al paso que las entrañas de la tierra encerraban ricos veneros de riqueza , que más tarde explotó la codicia romana (1).
Viviendo, sin embargo, sin formar una nacion compacta y uniforme, sino una reunion de tríbus que gozaban de un gobierno casi patriarcal, como todos los de la tríbus del Norte , ni se habian establecido ciudades importantes, ni la industria por lo tanto habia podido salir de sus más simples rudimentos.
Por eso cuando leemos las ingenuas narraciones de algunos escritores que pierden lastimosamente el tiempo tejiendo genealogías y descendencias de soberanos, no podemos ménos de maravillarnos que se haya llevado el espíritu de indigestos é inoportunos análisis á tan deplorable extremo.
¿Qué se adelanta, en efecto, para la historia de un país con consignar varios nombres , tomados algunos al acaso y rebuscados otros , torciendo violentamente el significado de algunas localidades? Cuando la historia no ofrece documentos, es, ó bien porque grandes cataclismos hayan destruido los que existian , como aconteció en el siglo v de la Era Cristiana, ó porque
(1) Los historiadores antiguos hablan legalmente de las minas de oro, plata, cinabrio, hierro, cobre, plomo y minio, que explotaron los romanos, extrayendo solo del primero de estos metales mas de veinte mil libras anuales. Tambien afirman que muchos de los rios llevaban arenas de oro; pero sin que estos datos estén completamente desnudos de fundamento, están sobremanera abultados. Ni los romanos influyeron sobre el pais de un modo tan directo que pu liera haber establecido explotaciones mineras en grande oscaln, ni el pata era tan rico como quiere suponerse en estos metales. segun lo demuestra hoy de un modo indudable la ciencia geológica.
los pueblos por su aislamiento ó por el atraso de su civilizacion, no prestan áun monumentos escritos en los cuales se consignen sus mas notables hechos.
En este último caso se encuentra el pueblo asturiano, que refugiado al abrigo de sus montañas , desdeñaba toda relacion con los demás habitantes de las restantes comarcas de España, con la fiereza y orgullo innatos siempre en los pueblos primitivos.
Desde muy remotos tiempos, la posesion de la Península ibérica habia sido codiciada por los pueblos más civilizados de la Europa y del Asia. Los fenicios, que arrastrados por el aliciente de la ganancia fundaron varias colonias en el Mediterráneo, llegaron á España y entablaron con sus moradores relaciones de comercio. Los griegos siguieron en su movimiento de expansion el camino trazado por los fenicios estableciendo algunas comarcas en el litoral oriental de España, é introduciendo por este medio algunos de los elementos de su civilizacion y cultura. Pero reducida la colonizacion griega á sus límites del Mediterráneo, no conocieron de la Península ibérica más que algunas de sus costas, permaneciendo para ellos completamente inexploradas las comarcas del Norte.
Cartago (1), colonia fundada en el septentrion del Africa por el espíritu comercial de los fenicios , llevó sus intentos hasta la conquista de toda la Península, disfrazándolos en un principio, para no chocar directamente con el sentimiento de independencia de los españoles, bajo el pretesto de las transacciones comerciales.
Como era natural, la conquista de las comarcas meridionales ofrecia más próximos resultados , pues los pueblos que las habitaban habian dulcificado en gran manera sus costumbres con el continuo roce de los que ocupaban las riberas del Mediterráneo. Por esta causa los cartagineses, que con muy pocas dificultades consiguieron establecerse en el país que los romanos designaron con el nombre de Bética, al llegar háciael Norte se encontraron con el desesperado valor de los saguntinos que detuvo su victorioso ímpetu, presentándoles uno de los ejemplos más patentes de lo que puede el amor de la patria.
Algunos escritores hacen intervenir á los autores en el sitio de Sagunto , haciéndoles aparecer en estas jornadas como auxiliares de los cartagineses. No faltan tampoco historiadores que citen á estos pueblos auxiliando á Anníbal en su expedicion á Italia; pero todo induce á creer que estos asertos son falsos , especialmente si en ellos se trata de los trasmontanos, de los cuales puede decirse que estaban por aquellos tiempos reducidos al estrecho límite de sus montañas. Con respecto á los que habitaban entre los montes y la márgen derecha del Duero, las aserciones de estos escritores presentan algunos más visos de probabilidad.
Cuando los romanos, con su vencedora planta hollaron todas las comarcas del mundo entónces conocido,
contando las victorias por las batallas, empezaron á comprender en las regiones de la Península ibérica que sus invencibles regiones podian ser derrotadas por tríbus agrestes, que no eran dueñas de oponer al arteestratégico de los ejércitos, amaestrados en toda clase de contiendas, más que el valor heróico del que estima como el mayor de los dones de la tierra la libertad y la independencia.
Sin embargo, al cabo de doscientos años de tenaces y porfiados esfuerzos, pudieron congratularse los romanos de que las principales comarcas del territorio español sufrian su yugo, no sin que en algunas ocasiones manifestaran por repetidas revueltas que sólo habian obedecido al someterse á la dura ley de la necesidad.
El mundo todo habia pagado tributo al valor romano, y sólo en los confines del Norte de España existian algunas tríbus, que desafiaban con su independencia el orgullo delas águilas del Imperio. Estas tríbus eran las de los astures, protegidas por las elevadas cumbres de los montes Erbáceos.
En varias ocasiones, estos valientes pueblos habian medido sus armas con las aguerridas huestes de Roma; pero si bien experimentaron derrotas, jamas doblegaron la cerviz al yugo extranjero. Cuando los poderosos ejércitos del Imperio le hacian experimentar sensibles pérdidas, refugiábanse en la aspereza de sus inestricables montañas, en donde reparaban sus fuerzas para caer con mayor ímpetu contra sus más ardientes enemigos.
Este indómito valor, esta pertinencia infatigable, hicieron desistir á los romanos de penetrar en el territorio dela Astúrias trasmontana, satisfechos de dominar la parte meridional de los montes Erbáceos, en la cual establecieron algunas colonias militares que servian como de defensa y proteccion á los pueblos sometidos (1)
Marcaban estas colonias militares los linderos del poder romano, y tenian una organizacion puramente militar.
De lo dicho se desprende que los romanos habian conquistado todo el territorio de España, si exceptuamos la pequeña zona que media entre el Duero y el mar, límites que no hubieran intentado ensanchar más, á no ser porque los astures no veian con paciencia que aquellos invasores hubieran establecido sus tiendas en territorio que ántes les habia pertenecido.
En efecto, distraidos los romanos por otras conquistas á las cuales asignaban mayor importancia, y gastadas sus fuerzas por las guerras sociales y civiles, sólo cuando se restableció la paz del mundo y Augusto cerró por la tercera vez las puertas del templo de Jano echaron de ver los orgullosos dominadores de la tierra que existia todavía un pueblo que, no contento con disfrutar de la independencia, dón entónces tan raro entre los pueblos, molestaba con repetidas incursiones á otros que reconocian y acataban la supremacía de
(1) El origen inmediato de Cartago es , segun todas las probabilidades históricas , el resultado de una lucha intestina que obligó á emigrar á los vencidos.
(1) Este es el origen de la ciudad de Leon, formada por la legion séptima, ciudad que tenia por objeto defender aquellas comarcas delas invasiones de los cántabros y astures.
La Iglesia es el poder supremo en lo espiritual, como el Estado lo es en el temporal.
Antonio Aparisi
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