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Tema: San Fernando III

  1. #1
    Avatar de Ordóñez
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    San Fernando III

    Fernando III el Santo
    Nace el año 1201 en un lugar de Zamora donde posteriormente se alzaría el Monasterio de Valparaíso. Hijo de Alfonso IX de León y doña Berenguela, hija del rey Alfonso VIII de Castilla.

    Sus posibilidades de reinar son prácticamente nulas (tiene un hermano mayor también llamado Fernando –que fallece en 1211-) tanto en Castilla donde Enrique I es el sucesor de Alfonso VIII, como en León donde Alfonso IX se siente más inclinado a dejar el trono a una de sus hijas nacidas de su anterior matrimonio con Teresa de Portugal.

    Inocencio III declara nulo aquel matrimonio, pues doña Berenguela es sobrina de Alfonso IX, y sin embargo legitima el hijo de éstos.


    A los diez años peligra su vida. No puede dormir ni comer. Doña Berenguela coge al niño en sus brazos, llega al monasterio de Oña, reza, llora durante una noche entera ante la imagen de la Virgen "y el menino empieza a dormir, et depois que foi esparto, luego de comer pedía".

    A partir de entonces le acompaña siempre la fortuna.

    Una teja hiere a su tío, Enrique I, mortalmente en la cabeza, mientras juega con unos muchachos de su edad en el patio del Palacio Episcopal de Palencia. Berenguela es reina de Castilla. Avisado por su madre, Fernando se reune con ella y juntos marchan hacia Valladolid. Allí Berenguela recibe el reino que le pertenece por herencia e inmediatamente renuncia a él en favor de su hijo.

    El rey cuenta con dieciocho años.


    Poco después, en las Huelgas de Burgos, el obispo Don Mauricio le ciñe la espada de Fernán González y le arma caballero.

    Fernando vence a Alfonso IX, quien aliado con la poderosa familia de los Lara, intenta arrebatarle el reino por la fuerza, estimando que le corresponde a él por matrimonio.

    Fernando III casa en 1219 con doña Beatriz de Suabia, hija del emperador de Alemania.

    Berenguela había firmado durante su regencia una tregua con los almohades el 1215 y la renueva Fernando el 1221, puesto que necesita la paz externa para terminar de ordenar los asuntos del reino.


    En 1224, se produce el fallecimiento de Yusuf II y con este hecho sobreviene también el final de las treguas acordadas con Castilla.

    Fernando III ha conseguido la pacificación de su reino y está más que dispuesto a pasar a la ofensiva contra los almohades.

    En cuanto a Alfonso IX de León, deja dispuesto en 1229 que, a su muerte, violando el derecho sucesorio, el trono de León recaiga en sus hijas Sancha y Dulce, nacidas de la unión con Teresa de Portugal.

    Alfonso IX muere el año 1230. Una vez más, la extraordinaria habilidad de Berenguela va a salvar la situación en beneficio de Fernando III.


    Entrevistada con Teresa de Portugal, logra que Sancha y Dulce renuncien a las concesiones del testamento de su padre a cambio de cuantiosas compensaciones económicas, en lo que se conocerá como "Tratado de las Tercerías". A éste acuerdo se unirá el de "Sabugal" suscrito por Fernando III y Sancho II de Portugal. Ambos monarcas desean ciertamente vivir en paz especialmente porque la Reconquista no ha hecho más que comenzar.

    En diciembre de 1232, Fernando III, asegurado su dominio sobre León, concentra sus tropas en Toledo. Antes de que concluya el año, Trujillo, está en sus manos. Los años siguientes constituyen una secuencia ininterrumpida de victorias. En 1233, las tropas castellanos reconquistan Montiel y Baza. En 1235, Medellín, Alange, Magacela y Santa Cruz.

    La estrategia castellana no puede ser más acertada militarmente: encerrar Sevilla en medio de dos ofensivas paralelas que surcan Extremadura y la cuenca del Guadalquivir. En enero de 1236 tiene lugar un acontecimiento de radical importancia. Se hallan reunidas las cortes de Burgos cuando llegan inesperadas noticias de que las fuerzas castellanas se han apoderado por sorpresa del arrabal cordobés conocido como La Ajarquía.

    El 7 de febrero, el propio Fernando III se halla en el campo de batalla y el 29 de junio, Córdoba, la ciudad que en otro tiempo había sido capital del califato es reconquistada.

    Resulta difícil magnificar el enorme impacto moral que causa en el Islam la pérdida de Córdoba. También para los cristianos encierra un simbolismo obvio. De Córdoba habían partido las expediciones que los habían esclavizado y saqueado durante generaciones. También se habían originado allí las terribles campañas de Almanzor tan sólo comprensibles desde la óptica de la yihad. Ahora Fernando III considera llegado el momento de realizar un acto de innegable justicia histórica y así ordena la devolución de las campanas compostelanas robadas por Almanzor en el año 998. Igual que en el pasado, viajarán a hombros de cautivos pero esta vez rumbo a sus legítimos propietarios.


    En 1237 vuelve a contraer matrimonio con Juana de Ponthieu y, por enfermedad suya, el principe Alfonso (luego Alfonso X) ocupa el reino de Murcia, que se había hecho vasallo de Castilla, y se apodera de Lorca y Mula, que se le resistieron (1244). Este mismo año firma con Jaime I de Aragón el "Tratado de Almizra", por el que se fija el límite de la expansión aragonesa hacia el sur.

    Restablecido Fernando, llego hasta la vega de Granada, se apodera de Jaén (1246), del reino granadino, cuyo soberano Mohamed Alhamar el viejo se hace tributario suyo, y hasta le ayuda a conquistar otros territorios musulmanes.

    Este mismo año muere doña Berenguela, su madre, y principal artífice de sus éxitos.



    Prosigue sus avances por el valle del Guadalquivir, se apodera de Carmona (1247) y pone sitio a Sevilla, a la que cerca por tierra y por el río, mediante una escuadra mandada por Ramón Bonifaz, que, vence a la flota musulmana y, penetrando por el Guadalquivir, corta la comunicación entre Sevilla y Triana, capitulando Sevilla en noviembre de 1248, después de un largo asedio. Una de las condiciones de la capitulación es que la ciudad se entregue vacía de musulmanes.

    A la caída de Sevila siguen la de otras importantes poblaciones, como Arcos, Medina-Sidonia, Sanlúcar, Jerez y Cádiz, con lo que sólo les queda a los musulmanes el reino de Granada, tributario de Castilla.

    Desgraciadamente, le sobreviene la muerte el 30 de Mayo del año 1252, cuando proyectaba una expedición a Marruecos, donde los benimerines se han adueñado del poder, deponiendo a la dinastía Almohade (1252).

    En el plano culturar, favoreció con privilegios y exenciones al Estudio general de Salamanca (1242), por lo que se le considera como fundador de aquella Universidad; comenzó las catedrales de Burgos (1217) y Toledo (1227), de estilo gótico; se empezó a usar en los documentos el romance leonés-castellano, en substitución del latín; mandó traducir al castellano el Fuero Juzgo; abrigó el proyecto que llevó a cabo su hijo, de unificar y refundir toda la legislación, y reunió Cortes por primera vez en Castilla (1250). Fue una de las más grandes figuras de la Edad Media y el que dió mayor avance a la empresa de la Reconquista; conceptuado como santo por su vida ejemplar, fue canonizado en 1671 por el Papa Clemente X, y su fiesta se celebra el 30 de Mayo, día en que murió.

    Sus restos, se veneran en la catedral de Sevilla, con elogioso epitafio en latín, castellano, árabe y hebreo, que reza como sigue:

    ..."Aquí yace el Rey muy honrado Don Fernando, señor de Castiella é de Toledo, de León, de Galicia, de Sevilla, de Córdoba, de Murcia é de Jaén, el que conquistó toda España, el más leal, é el más verdadero, é el más franco, é el más esforzado, é el más apuesto, é el más granado, é el más sofrido, é el más omildoso, é el que más temie a Dios, é el que más le facía servicio, é el que quebrantó é destruyó á todos sus enemigos, é el que alzó y ondró á todos sus amigos, é conquistó la Cibdad de Sevilla, que es cabeza de toda España, é passos hi en el postrimero día de Mayo, en la era de mil et CC et noventa años..."
    El Tercio de Lima dio el Víctor.

  2. #2
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    Respuesta: San Fernando III

    Vidriera de San Fernando III en Inglaterra


    Bonita vidriera, sí señor. Me llamó la atención por el sitio en el que se encuentra: una iglesia anglicana perteneciente a la diócesis de Oxford, en el condado de Buckinghamshire. (apréciese el escudo con las armas de la Corona de Castilla que porta el co-patrono de España y padre de los Reynos de Andalucía, por si hay alguna duda al respecto).

    http://elbandidorealista.blogspot.co...do-iii-en.html
    El Tercio de Lima dio el Víctor.

  3. #3
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    Respuesta: San Fernando III

    Nació en Peleas de Arriba, un pueblecito de Zamora por el que he pasado cientos de veces y que también está muy cerca de Salamanca.
    Impresionante lo de su vidriera en Inglaterra...¿Sabriaís decirme qué pinta una vidriera conmemorativa suya allí?
    Saludos.

  4. #4
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    Respuesta: San Fernando III

    Supongo que antes de ser iglesia anglicana debió de ser católica, antes de que Enrique VIII nacionalizara las propiedades de la Iglesia. Ignoro de qué siglo será este templo, pero no tiene nada de extraño siendo que Fernando III es santo, aunque claro, no deja de ser una curiosidad interesante dado que los ingleses nunca le han tenido particular devoción.

  5. #5
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    Respuesta: San Fernando III

    Del Viejo Santuario de San Fernando en Saint Louis (Missouri)
    "Statues of an angel and Saint Ferdinand III, King of Leon and Castile (1198 - 1252), whose life goals were the propagation of the Faith and the liberation of Spain from the Saracens." (sic)

    "De ciertas empresas podría decirse que es mejor emprenderlas que rechazarlas, aunque el fin se anuncie sombrío"






  6. #6
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    Respuesta: San Fernando III

    Ésta mola (así es como deberían haber sido los USA, en lugar de Masonlandia)


    Cita Iniciado por Hyeronimus Ver mensaje
    Supongo que antes de ser iglesia anglicana debió de ser católica, antes de que Enrique VIII nacionalizara las propiedades de la Iglesia. Ignoro de qué siglo será este templo, pero no tiene nada de extraño siendo que Fernando III es santo, aunque claro, no deja de ser una curiosidad interesante dado que los ingleses nunca le han tenido particular devoción.
    Según parece se edificó en varios siglos (XII, XIV y XV)
    Última edición por Reke_Ride; 12/04/2010 a las 19:09
    ReynoDeGranada dio el Víctor.
    "De ciertas empresas podría decirse que es mejor emprenderlas que rechazarlas, aunque el fin se anuncie sombrío"






  7. #7
    Avatar de Ordóñez
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    Respuesta: San Fernando III



    Mas de San Fernando III allende España



    1) Estatua de San Fernando III en la Catedral de San Fernando, San Antonio (Texas).

    2) Retablo en la iglesia de San Fernando de París (junto a Santa Teresa de Lisieux).


    Publicado por El Bandido Realista en
    08:53
    Última edición por Donoso; 21/04/2010 a las 01:32

  8. #8
    Avatar de Villores
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    Respuesta: San Fernando III

    Hay dos asociaciones culturales muy activas bajo el patronazgo de este gran Rey:

    A. C. T. Fernando III el Santo

    ASOCIACIÓN CULTURAL FERNANDO III

  9. #9
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    Respuesta: San Fernando III

    FERNANDO III EL SANTO EN JAÉN


    Castillo de Víboras (el texto dice Bivorias), llegó a ser encomienda y uno de sus comendadores fue el llamado más tarde Conde-Duque de Olivares

    DE LA PRIMERA Y PODEROSA ENTRADA QUE EN JAÉN FIZO EL SANTO REY FERNANDO EL TERCERO DE SU NOMBRE, LOADO SEA SU NOMBRE

    "Llevaba en su compañía el rey D. Fernando el Santo, al valeroso príncipe D. Rodrigo Ximenez de Rada, arzobispo de Toledo y primado de las Españas, á D. Lope Diaz de Haro conde y señor de Vizcaya, á D. Ruy Gonzales Girón, á D. Tello Tellez de Meneses ricos hombres de Castilla, á D. Fernan Coci maestro de Santiago, á D. Gonzalo Ibañez de Noboa maestre de Calatrava; y llegando al puerto de Muradal, envió adelante á D. Lope, á D. Ruy Gonzalez y á D. Alfonso Tellez con quinientos caballeros muy bien aderezados, y pasó por Ubeda y Baeza haciendo grande estrago, y llegó hasta la villa de Quesada y combatióla y ganóla fácilmente, porque tenía la fortaleza derribada de otras veces que había sido combatida de cristianos. Cautivó en ella siete mil moros, sin otros muchos que mató en el combate. Y por entonces la dejó despoblada y arrasada por tierra, porque los moros no la tornasen á poblar. Y en esta entrada halló desamparados los castillos de Lacara y Tova, y Pahes, y de allí se fué para el castillo de Esnader y mandólo derribar, y llegó con su ejército sobre los castillos de Esclamel y Espeluy, y los moros que en ellos estaban trataron con el rey, que dejándolos salir libres sus personas le entregarían los castillos, y el rey túvolo por bien y mandólos derribar. Y estando el rey en estos lugares tuvo noticia que mil y quinientos caballeros moros alarbes africanos estaban en el castillo de Bivorias con sus mujeres, hijos y ganados; envió con ellos á D. Lope Diaz de Haro con trescientos caballeros, y en su compañía a Fernán Coci maestre de Santiago, y á D. Gonzalo Ibañez maestre de Calatrava con los caballeros de sus órdenes, y pelearon con los moros. Y habiéndolos vencido mataron y cautivaron muchos de ellos, y con esas victorias el rey se paritó por la ribera del Guadalquivir abajo y llegó hasta Jaén. Y porque el invierno los aquejaba, tornóse con su ejército victorioso para Castilla. Y aunque la crónica general del rey don Alonso hace memoria que en este año el rey moro de Baeza se hizo vasallo del rey D. Fernando, no fué sino en el siguiente de 1224 como se probará adelante."

    "Nobleza de Andalucía", Capítulo LXV, Gonzalo Argote de Molina.

    El otro día, paseando por las inmediaciones del castillo del Víboras, rememoraba yo este pasaje. Era como si pudiera ver el gran estrago que hicieron los nuestros sobre los invasores que estaban ocupando nuestra tierra.

    San Fernando Rey, ora pro nobis.

    Maestro Gelimer

    LIBRO DE HORAS Y HORA DE LIBROS

  10. #10
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    Re: Respuesta: San Fernando III

    O invicto São Fernando III, Rei de Leão e Castela ‒ 1



    São Fernando III, catedral de Sevilha No início do século XIII, os muçulmanos da Espanha uniram-se aos da África numa grande coligação visando restaurar o império islamita até aos Pirineus.

    Inocêncio III (1160-1216), um dos grandes Papas da Idade Média, promoveu então uma cruzada dos reis cristãos de Castela, Navarra e Aragão para enfrentar a moirama.

    O embate se deu no dia 16 de julho de 1212, na memorável batalha de Navas de Tolosa, quando o exército cristão desbaratou o da Meia Lua, salvando assim toda a Europa do iminente perigo muçulmano e estendendo significativamente os limites da Cristandade de então.

    Ao término da batalha, o Arcebispo de Toledo, D. Rodrigo Jimenez de Rada, dividiu o botim: os reis de Aragão e Navarra ficaram com todas as riquezas dos vencidos.

    E voltando-se para D. Afonso VIII, de Castela, disse-lhe o Arcebispo: “Quanto a vós, ficais com a glória e a honra do triunfo”.

    Parte dessa herança e dessa glória foram sem dúvida suas filhas, as princesas dona Berengüela e dona Branca, que de futuro seriam mães respectivamente de São Fernando III e de São Luís Rei da França.

    A D. Afonso VIII coube assim a glória de ser avô daqueles que talvez tenham sido os maiores reis da Idade Média.1

    “Quem ama, odeia; quem odeia combate”

    Conta-se que certo dia de agosto de 1199, ao se dirigirem o rei Afonso IX de Leão e a rainha dona Berengüela de Salamanca para Zamora, esta deu à luz no acampamento real àquele que seria um dos maiores guerreiros do seu tempo: São Fernando III de Leão e Castela.

    O menino cresceu na corte leonesa sob os cuidados de sua piedosa mãe até a anulação por decisão papal do casamento de seus pais, porquanto o mesmo havia sido efetuado dentro dos graus de parentesco proibidos então. Dona Berengüela voltou para Castela e o menino ficou aos cuidados do pai.

    Quando contava aproximadamente dez anos, Fernando foi acometido por doença mortal, não podendo dormir nem comer. Tomando-o, dona Berengüela cavalgou com ele até o mosteiro de Oña, onde passou a noite rezando e chorando aos pés da Virgem milagrosa.

    Então, diz um cronista da época, “o menino começou a dormir, e depois que acordou, logo pediu para comer”.

    Sao Fernando de Castela, Índice de los Privilegios reales, catedral de Santiago de Compostela Segundo um hagiógrafo do santo, a partir daí tudo mudou: “Desde esse momento, a fortuna tornou-se inseparável companheira do amável príncipe: ela o porá em possessão de dois tronos, abrir-lhe-á os corações dos homens e, sem atraiçoá-lo jamais, o porá em posse da vitória”.2

    De uma piedade combativa, o jovem príncipe chorava de indignação quando ouvia dizer que os mouros blasfemavam contra Cristo e ultrajavam a Espanha cristã.

    E – como diz um antigo adágio da aguerrida Espanha, “Quem ama, odeia; quem odeia combate” – seu ódio contra o inimigo da fé crescia em decorrência de seu amor a Deus. Tornar-se-á mais tarde campeão de Jesus Cristo, procurando reconquistar toda a Espanha para a sua Igreja.

    São Fernando, Rei de Leão e Castela

    Dona Berengüela vivia na corte de seu irmão, o rei menino Henrique I, então com 14 anos. Brincando este um dia no palácio episcopal de Palência, uma telha caiu-lhe mortalmente sobre a cabeça.

    Sem herdeiros, seu trono passou para ela. Demonstrando gênio político superior e desinteresse de mãe, depois de proclamada rainha de Castela pelas cortes de Valladolid, dona Berengüela renunciou ao trono em favor do filho, a quem tinha chamado sigilosamente de Leão. Fernando tinha então 18 anos e era também herdeiro do trono de Leão.

    Quem não gostou foi o pai de Fernando, Afonso IX, que desejava o trono para si. Sem levar em consideração que lutava contra o próprio filho, invadiu Castela à frente do exército leonês.

    Não querendo lutar contra o pai, São Fernando enviou-lhe uma carta na qual dizia: “Por que hostilizais com tanta irritação este reino? Não tendes que temer danos nem guerras de Castela enquanto eu viver”.3

    Afonso IX renunciou ao desejo de se tornar rei de Castela, mas deserdou o filho ao morrer.

    São Fernando III não só consolidou a hegemonia de Castela como ainda aumentou seu prestígio ampliando-lhe as fronteiras, pacificando-a, repovoando-a e mantendo a paz com seus vizinhos.

    Com a morte do pai e a renúncia das herdeiras do trono – suas meias-irmãs dona Sancha e dona Dulce, filhas de Afonso IX com a sua primeira mulher Teresa de Portugal – acedeu à coroa de Leão. Dona Teresa também tivera que separar-se do marido por razões de parentesco.

    Aos 22 anos de idade, Fernando III casou-se com Beatriz da Suábia, considerada a princesa mais piedosa do seu tempo.

    Desse matrimônio nasceram dez filhos, sete homens e três mulheres. Enviuvando em 1235, voltou a casar-se, desta vez com Joana de Ponthieu, bisneta de Luís VII da França. Desta união nasceram mais três filhos.

    Heróis medievais: O invicto São Fernando III, Rei de Leão e Castela ‒ 1
    El Tercio de Lima dio el Víctor.

  11. #11
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    Re: San Fernando III

    O invicto São Fernando III, Rei de Leão e Castela ‒ 2

    São Fernando, altar de Sevilha

    Reconquistando os reinos mouros para Cristo

    Após a vitória cristã em Navas de Tolosa os reinos muçulmanos da Espanha entraram em decadência, favorecendo a incorporação de muitos deles ao domínio de São Fernando por meio de pactos ou conquistas.

    Os contemporâneos descrevem três grandes virtudes nesse grande guerreiro: a rapidez, a prudência e a perseverança. Quando os inimigos o criam em um lado, ele aparecia no outro. E sabia prolongar os assédios para economizar sangue.4

    Foram inúmeras as campanhas guerreiras de São Fernando em sua reconquista da Espanha para Nosso Senhor Jesus Cristo.

    O rei-santo tinha apenas 25 anos quando entrou pela primeira vez na Andaluzia. O rei mouro de Baeza veio oferecer-lhe obediência, dizendo-lhe que estava pronto a render sua cidade e assisti-lo com dinheiro e alimentos.

    Em 1235, enquanto São Fernando se apoderava de Ubeda e as Ordens militares conquistavam com outras praças Trujillo e Medellin, com apenas 1500 homens seu filho, o Infante D. Afonso – mais tarde Afonso X, o Sábio –, vencia em Jerez de la Frontera o exército do rei mouro de Sevilha, composto de sete corpos de soldados. O que foi considerado por todos como um feito verdadeiramente milagroso.

    Num dia do ano de 1236 estava o rei-guerreiro com sua mãe à mesa para o almoço, em Benavente, cerca de León, quando chegou um cavaleiro a toda brida para avisá-lo de que alguns cristãos haviam conseguido apoderar-se do bairro de Ajarquia, nos arrabaldes de Córdoba, antiga capital do império muçulmano, na época com 300.000 habitantes.

    Sitiados, pediam socorro ao monarca para enfrentar os inúmeros mouros que os cercavam.

    Sem provar nenhum alimento, São Fernando levantou-se imediatamente e foi reunir seus guerreiros para socorrer os bravos súditos. Isso feito, eles cercaram a cidade de Córdoba.

    São Fernando, urna com o corpo do santo, Sevilha O soberano foi apertando cada vez mais o cerco, até que no dia 29 de junho, festa dos gloriosos Apóstolos São Pedro e São Paulo, o exército cristão entrou na antiga capital dos califas, havia 525 anos em poder dos infiéis.

    A mesquita maior da cidade foi purificada pelo bispo de Osma e transformada em igreja dedicada a Nossa Senhora.

    Um fato simbólico: tendo o mouro Almanzor dois séculos antes conquistado a Galícia, havia feito transportar os sinos do santuário de Santiago de Compostela até Córdoba em ombros de cristãos. Pois bem, em reparação por esse ultraje, São Fernando mandou que os sinos fossem restituídos ao seu local de origem em ombros de mouros!

    Triunfo da Cruz sobre o crescente

    O cerco de Sevilha, em 1247, foi uma das mais notáveis empresas daqueles tempos. Durante 20 meses os mouros resistiram, pois o calor e as enfermidades pareciam lutar em seu favor.

    Contudo, o rei-santo não desistiu. Tanto mais que não tinha pressa, tendo ele e seus guerreiros chamado suas mulheres e filhos para o cerco. São Fernando havia trazido até mesmo os futuros povoadores para Sevilha, homens de todas as regiões e de todos os ofícios.

    Finalmente Sevilha capitulou. Cantando hinos religiosos e portando um andor com a imagem da Virgem vitoriosa, um estupendo cortejo de cem mil homens entrou na cidade conquistada.

    Foi um brilhante triunfo da Santa Cruz sobre o Islã. De todo o antigo império mouro restava apenas o reino de Granada.

    São Luís, rei de França, congratulou-se com seu primo pelo sucesso e enviou-lhe um fragmento da coroa de espinhos e outras preciosíssimas relíquias que São Fernando mandou colocar na catedral de Sevilha — outra grande ex-mesquita purificada e consagrada ao culto cristão.

    Havendo, com exceção do reino de Granada, expulsado os mouros de quase toda a Espanha, São Fernando preparava-se para ir plantar a fé na África quando foi acometido por mortal doença, apesar de ter somente 52 anos de idade.

    Depois de receber todos os sacramentos da Igreja, faleceu piedosamente no dia 30 de maio de 1252, indo receber no Céu a recompensa demasiadamente grande que Deus reserva para os seus eleitos.

    Assim um autor o descreve: “Elevada estatura, agilidade de movimentos, distinção e majestade nos modos, doce e forte ao mesmo tempo, amável com firmeza, reúne em maravilhosa harmonia as qualidades do guerreiro e as de homem de Estado”.5

    (Fonte: Plinio Maria Solimeo, “Catolicismo” nº 725, maio de 2011)


    Notas:
    1. Cfr. Edelvives, El Santo de Cada Día, Editorial Luis Vives, S.A., Zaragoza, 1947, tomo III, p. 302.
    2. Fr. Justo Pérez de Urbel, O.S.B., Año Cristiano, Ediciones Fax, Madrid, 1945, tomo II, p. 481.
    3. Edelvives, op. cit. p. 304; Urbel, p. 482.
    4. Urbel, id. ib. p. 484.
    5. Urbel, op. cit., p. 487.
    Outras obras consultadas:
    - João Batista Weiss, Historia Universal, Tipografia La Educación, Barcelona, 1929, tomo VI, pp. 595 e ss.
    - Carlos R. Eguía, Fernando III de Castilla y León, El Santo, in Gran Enciclopedia Rialp, Ediciones Rialp, Madri, 1972, tomo X, 41 e ss.


    Heróis medievais: O invicto São Fernando III, Rei de Leão e Castela ‒ 2

  12. #12
    Avatar de Hyeronimus
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    Re: San Fernando III

    30 de Mayo, festividad de San Fernando









    Gloria de la incorrupción de su cuerpo, que lejos de haberse convertido en sucio polvo bajo una losa, yace en urna de cristal a los pies de la Virgen de los Reyes, seco ya por los siglos, pero íntegro, como si al abandonarlo el ánima santa lo hubiera dejado embalsamado con el aroma de su castidad limpísima y su fe inviolada.


    Gloria de ser el único Rey cuya majestad no ha pasado como pasan las cosas de este mundo. Los días en que se descubre el santo cuerpo, de mañanita está la Capilla Real hecha un ascua de oro. Luce la Virgen de los Reyes uno de sus mantos más ricos, y en su pecho relumbran los brillantes como estrellas en el cielo. Un piquete de ingenieros monta guardia junto al Rey, como lo hacían antaño sus monteros. La Capilla hierve de gente, y vestido de la sagrada púrpura llega el Cardenal Arzobispo, el sucesor legítimo de Don Remondo. Suenan los acordes pausados de la marcha real, y descorriéndose las cortinas de seda carmesí, ya desvaído por la pátina del tiempo, aparece el Santo Conquistador, puestas las manos en actitud orante, ceñida la frente por una corona que la muerte no ha podido arrebatarle. Se siente el espíritu del buen Rey Don Fernando en contacto con su pueblo, como cuando asomado a su ventana del Alcázar oía las querellas de sus vasallos. Todo el día permanece expuesto a la veneración de un pueblo que le ama a través de siete siglos. ¿Qué Rey que no haya sido Santo podrá jactarse de ser así amado por sus súbditos, ni de haberles hecho sentir su protección desde el cielo?


    Abajo en la cripta de la Capilla está en un altar la Virgen de las Batallas, la inseparable compañera de riesgos y de triunfos, la que en tantos combates le sacó siempre incólume sin una sola herida. Allí está también “la su espada Lobera” que él tanto quería y veneraba.


    Gloria en fin de haber dejado a los pies de la su Señora Santa María como trofeo de su última victoria, no ya estandartes y pendones, sino su propio cuerpo, ungido por el óleo real y por la participación en la cruz de Cristo. Desde allí nos enseña a todos con la elocuencia suprema del ejemplo, qué bella es la santa caballerosidad cristiana, cuyo lenguaje, como dijo en aquella misma Catedral sevillana un hijo de San Ignacio, tan bien entiende la gracia de Dios, y qué hermosos y eternos reinos conquista.



    Y en tanto que el alma bienaventurada ya los goza en el cielo, velado por Sancta María de los Reyes como un niño por su madre, duerme aguardando el día de la resurrección el cuerpo del muy noble Rey Don Fernando III el Santo de Castiella.

    A. C. T. Fernando III el Santo
    El Tercio de Lima dio el Víctor.

  13. #13
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    Re: San Fernando III


  14. #14
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    Re: San Fernando III

    FERNANDO III EL SANTO EN LA CIUDAD DE JAÉN.

    Presidiendo la fachada de la Santa Iglesia Catedral. Barroco s, XVII Eufrasio López de Rojas.
    Esculturas de Pedro Roldán del Rey Fernando III y Doctores de la Iglesia.

    fernando III jaen.JPG


    Fernando III, el SANTO. Valdés Leal.
    Este lienzo ha vuelto hace pocos años a su lugar, la capilla de San Fernando de la Catedral de Jaén una vez Nuestro Padre Jesús Nazareno ha abandonado esa capilla
    valdesleal.jpg
    Última edición por SantoReyno; 07/12/2012 a las 17:12

  15. #15
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    Re: San Fernando III

    ¿Por qué es San Fernando patrón de Sevilla?

    JAVIER MACÍAS
    El santo que reconquistó Sevilla en 1248, y que trajo consigo a la Virgen de los Reyes, celebra el 30 de mayo su festividad, aniversario de su muerte

    ABC



    Retrato que pintó Murillo del Rey San Fernando





    Se llamaba Fernando III, Rey de Castilla. Como ha ocurrido con multitud de personajes históricos, era sevillano de adopción ya que, si bien nació en Peleas de Arriba (Zamora), fue a morir a Sevilla, después de haberla reconquistado.
    Hijo de Alfonso IX, Rey de León, y de Berenguela I, Reina de Castilla, fue quien unificó ambos reinos. Durante 24 años de guerra incesante, recorrió el Valle del Guadalquivir obligando a retroceder a los reinos musulmanes. De esta forma, de Jaén bajó hasta Córdoba… hasta llegar a Isbiliya, la Híspalis mora, para arrebatar la ciudad a quien era su emir, Amen Amanfon.
    Un año y tres meses de asedio, con la protección divina de la Virgen de los Reyes, hasta expulsar a los musulmanes. Para ello, aprovechó su río para infligir una herida de muerte al reinado califa. Fernando III de Castilla encargó a Ramón de Bonifaz la construcción de una flota para tomar Sevilla. Trece barcos traídos de Cantabria, acompañados por galeras, subieron la corriente del río por Sanlúcar de Barrameda, hasta llegar a Isbiliya, donde la flota musulmana era superior en número.
    Bonifaz envió refuerzos terrestres y consiguió la victoria en el río Guadalquivir, impidiendo así la llegada de barcos procedentes del Norte de África. Empezaba, un 20 de agosto de 1247, el asedio terrestre a Sevilla.
    No era una tarea fácil. Refuerzos de Amen Amanfon no cesaban de llegar desde San Juan de Aznalfarache, aprovechando el puente de barcas para atravesar el río. Un puente que llegaba, según las crónicas, desde la Torre del Oro hasta el actual castillo de San Jorge. Fernando III decide romper las fuertes cadenas que aguantaban las barcas, cortando, así, las dos vías de comunicación fundamentales musulmanas: el río y el puente.
    Así lo cuenta Ortiz de Zúñiga: «el Rey Santo, que en persona con el Infante Don Alfonso, seguidos de lo mas gallardo de sus tropas, se avanzaron por la parte de la Torre del Oro contra los Moros del Arenal para retirarlos á la ciudad, y hacer por tierra escolta al Almirante, que acabando de deshacer el puente, como es de entender, volvió á salir salvo con sus dos naves, á que sin duda amaynando las velas, luego que executo el violento y feliz choque, y volviendo las proas hácia la torre del Oro, salia tan aplaudido de los vítores alegres de los Christianos, como de los funestos lamentos de los Moros, que miraban cortada la garganta al cuello de su esperanza...».
    Meses después, un 23 de noviembre de 1248, el emir Axataf capitulaba y entregaba las llaves de la ciudad a Fernando III. El Rey Santo ponía fin a 762 años de dominio árabe.
    La imagen de San Fernando que sale en el Corpus

    Respeto a la Giralda

    Su hijo, Alfonso X, después conocido como El Sabio, amenazó a los habitantes de Sevilla con degollarlos si infligían algún daño a la mezquita o a su alminar, la Giralda.
    Fernando III, que propagó la devoción a la Virgen María allá por donde pasara, llevaba consigo siempre una imagen de Nuestra Señora, como protectora en sus batallas. Cuenta la leyenda que, en sueños, se le apareció la Virgen y mandó hacer una talla de su visión, que le acompañó en la Reconquista. Era la Virgen de los Reyes.
    En agradecimiento a Dios, mandó construir sobre la mezquita de Sevilla el mayor templo católico de la Cristiandad. Allí sería enterrado, tras su muerte el 30 de mayo de 1252. Y allí reposan, desde entonces, incorruptos sus restos, en una urna labrada por Laureano de Pina que se abre el día de su festividad para que los sevillanos acudan a rendir pleitesía al Rey Santo que recuperó su ciudad del yugo musulmán y que, además, trajo consigo a su protectora, Patrona de la Archidiócesis, la Virgen de los Reyes.
    Ésta es la historia del hombre por el que, este jueves, Sevilla estará de fiesta, coincidiendo con la salida de su imagen en el Corpus, un tal Fernando III, Rey de Castilla.


    ¿Por qué es San Fernando patrón de Sevilla? - abcdesevilla.es

  16. #16
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    Re: San Fernando III

    Con un día de retraso, saludo a los Fernandos del foro, que con esto de que este año Corpus y San Fernando cayeran en un mismo día, ¡A PESAR DE VIVIR EN SEVILLA!, se me pasó.

  17. #17
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    Re: San Fernando III

    FERNANDO III EL SANTO, REY SANTO Y SANTO RECONQUISTADOR



    Conferencia de Sevilla a cargo de Luis Carlón Sjovall (en la fotografía),
    cortesía de la ACT Fernando III el Santo de Palencia


    Luis Carlón Sjovall, nacido en Palencia el año 1972, es fundador de la Asociación Cultural Tradicionalista Fernando III el Santo de Palencia y, desde febrero de 2011, Presidente de esta institución, legítima abanderada del legado del Rey Santo y Reconquistador. La ACT Fernando III el Santo desarrolla una formidable actividad cultural, estudiando y divulgando la portentosa e inmortal figura de nuestro Rey Santo. Con motivo de la celebración de la Reconquista y Liberación de Sevilla por las huestes de Fernando III el Santo, el sábado 23 de noviembre del corriente, a invitación del sindicato de estudiantes universitarios RESPUESTA ESTUDIANTIL, Luis Carlón Sjovall pronunció una enjundiosa conferencia sobre la trayectoria vital de Fernando III el Santo. Con sus propias palabras: "Considero que un pueblo que, ya sea por dejadez o imposición pierde los valores de su Tradición, está condenado a desaparecer. Tradición, que bajo el signo de la justicia, han de marcarla la fe, la cultura y la familia, valores que hoy están al borde del colapso. Por ello, reivindico la figura de San Fernando, quién con más Nobleza y Lealtad que nadie aglutinó durante su glorioso reinado esos valores, y así, ha de ser de nuevo quien con su ejemplo de vida nos guíe e impulse hacia una nueva Reconquista." Publicaremos la conferencia íntegramente, aunque por su extensión tendremos que publicarla por partes. Creemos que esta conferencia suscitará el interés de nuestros lectores que no encontrarán una biografía de Fernando III el Santo tan completa y exhaustiva como la que nos ofrece Luis Carlón Sjovall. Agradecemos al Presidente de la ACT Fernando III el Santo de Palencia su disposición y le damos la bienvenida a RAIGAMBRE.



    FERNANDO III EL SANTO:
    REY SANTO Y SANTO RECONQUISTADOR


    PRECEDENTES AL REINADO DE SAN FERNANDO


    Por Luis Carlón Sjovall


    La España en la que nació San Fernando estaba aún dividida en diferentes reinos. En lo que a los reinos cristianos se refiere, Castilla hacía tiempo que era militarmente el más fuerte, pero la derrota sufrida en la Batalla de Alarcos había dejado muy tocado a su ejército. Esto fue aprovechado por los Reinos de León y Navarra para hostigar a Castilla con el pretexto de recuperar territorios y derechos perdidos tiempo atrás.

    Tenemos que entender que cada Reino tenía sus propias circunstancias y personalidad, y esto es importante conocerlo para saber porque las cosas luego sucedieron como sucedieron. Castilla había surgido como Reino casi dos siglos atrás, y sus diferencias con León eran grandes; mientras Castilla era un Reino básicamente militar en el que primaba la libertad de sus gentes, ganada generalmente en las conquistas fronterizas, León mantenía una estructura mucho más feudal y cerrada. Por su parte Aragón, hacía tiempo que miraba más hacia sus posesiones en Francia que a la guerra ante el infiel (eso cambiaría poco después con la llegada al trono de Jaime I) y Navarra, cercada hacia el sur como estaba por Castilla y Aragón, hacía tiempo que no miraba hacía el meridión, conformándose con mantener sus territorios y de vez en cuando intentar aumentarlos.

    En el bando musulmán, las taifas había desaparecido por enésima vez con la llegada de los almohades, que dominaban prácticamente todo el territorio sur peninsular. Todo esto cambió con la unión de los Reinos Cristianos (a excepción de León) en la Batalla de Las Navas de Tolosa, y la desintegración posterior del Imperio Almohade.

    Así las cosas, la España en la que nació San Fernando, no era un remanso de paz, sino un continuo campo de batalla entre cristianos, y con la amenaza almohade muy presente.

    Por ello, no podemos entender la personalidad de San Fernando, sin tener en cuenta la realidad de su tiempo, y especialmente el carácter de su madre: la Reina Berenguela de Castilla.

    Hija mayor de Alfonso VIII de Castilla, y de Doña Leonor Plantagenet (hermana de Ricardo Corazón de León y el famoso Juan sin tierra). Berenguela, desde muy joven asumió la responsabilidad que representaba ser infanta heredera de Castilla con una religiosidad, lealtad y sabiduría extraordinarias. Ya, con apenas ocho años, fue desposada con Conrado, hijo del Emperador Federico Barbarroja, en Carrión de los Condes. Matrimonio que fue anulado al año siguiente, al nacer Fernando, primer hijo varón de Alfonso VIII, y ver los alemanes frustrado su interés por alcanzar el trono de Castilla.

    Berenguela volvió a desposarse en Valladolid, en el año 1197 con Alfonso IX de León; El Rey leonés, había estado casado anteriormente con Doña Teresa de Portugal, y de ese matrimonio que también se anuló por motivos de sangre, habían nacido Sancha (1191-1243), Fernando (1193-1214) y Dulce (1194-1248), hermanos de Fernando III por parte de padre.

    El matrimonio de Alfonso y Berenguela se concertó con el fin de cerrar los eternos conflictos fronterizos entre los reinos de Castilla y de León, y así fue durante los siete años que duró el regio matrimonio del que nacieron cinco hijos, Leonor 1199-1202, Constanza (1200-1242), Fernando 1201-1252 , Alfonso 1202-1272 y Berenguela (1204-1235). Por motivos de consaguinidad, el enlace fue disuelto en 1204 por el Papa Inocencio III, Berenguela volvió a Castilla con sus hijos, y los conflictos volvieron inmediatamente a la frontera.

    Esta situación se mantuvo hasta que San Fernando fue coronado Rey de Castilla en el año 1217.


    EL INFANTE DON FERNANDO

    Todo parece indicar que el nacimiento de San Fernando se produjo al inicio del verano de 1201, en un descampado cercano al monasterio que posteriormente se llamaría de Valparaíso, en la actual provincia de Zamora.

    Pocas noticias han llegado de la vida de San Fernando en su infancia, más sabemos que mientras sus padres estuvieron juntos, debió de pasar su primera infancia en Galicia, hasta que la ruptura matrimonial de sus padres hiciéron que Berenguela volviera a Castilla junto con sus cuatro hijos. De esta época burgalesa, de la que poco se sabe, nos ha llegado una leyenda por medio de una de las cantigas de Alfonso X el Sabio. Todo gran héroe tiene una encrucijada en su vida, y a San Fernando esta le llegó con apenas cinco años de vida.

    Parece ser, que estando en la corte, el joven Fernando se vio atacado por una penosa enfermedad y su madre pidió permiso al rey Alfonso para llevarlo hasta Santa María de Oña (lugar reconocido en la época por los milagros que allí sucedían). Allí, Doña Berenguela con el niño moribundo se encerró en oración ante la Virgen de Oña, con la única compañía de un cirio encendido. Tras horas de rezo y esperanza, y con el cirio ya casi apagado, la madre oyó que el niño lloraba, y al cogerlo entre sus brazos vio maravillada que al joven príncipe le habían desaparecido todas las fiebres y llagas, y la miraba con alegría.

    El joven San Fernando debió de vivir en Burgos hasta los diez años de edad, momento en el que se trasladó a Palencia, capital universitaria de Castilla en aquellos momentos, y donde comenzó sus estudios junto a su joven tío, el futuro Rey de Castilla Enrique I, hasta que en el año 1214, y tras la muerte de Fernando el portugués (heredero de León) fue llamado por su padre a la corte leonesa para iniciar su preparación como futuro monarca leonés. El joven Fernando, criado en Castilla, se convertía de forma imprevista en heredero del viejo Reino de León.

    No es difícil imaginar, que estos años que San Fernando pasó en Castilla (aproximadamente entre los tres y los trece) fueron los que más influyeron en su formación cultural y espiritual, forjándole un carácter, típicamente castellano que ya nunca abandonaría.

    Pero todo empieza a cambiar en Castilla ese mismo año de 1214, fallece el rey Alfonso VIII de Castilla conocido como el Bravo o el de Las Navas a la edad de 57 años. La muerte del rey, nos la relata el arzobispo de Toledo Don Rodrigo Jiménez de Rada en su obra “De Rebus Hispaniae” de la siguiente manera:

    «Habiendo cumplido LIII años en el Reyno el noble Rey Alfonso, llamó al Rey de Portugal su yerno para verse con él; y habiendo empezado su camino dirigido a Plasencia, última ciudad de su dominio, empezó a enfermar gravemente en cierta aldea de Arévalo que se llama Gutierre Muñoz, donde últimamente, agravado de una fiebre, terminó la vida y sepultó consigo la gloria de Castilla, habiéndose confesado antes con el arzobispo Rodrigo, y recibido el sumo Sacramento del Viático, asistiéndole Tello, obispo de Palencia, y Domingo, de Plasencia.»

    Realmente Alfonso VIII fue un hombre de una fe y rectitud encomiable, se alzó al trono de Castilla con apenas tres años de vida al fallecer de forma precipitada su padre el rey Sancho III. Desde entonces, su custodia fue encomendada a la poderosa familia de los Lara, que por ello contaron siempre con la confianza y protección del rey, y esto como veremos posteriormente causó no pocos problemas en Castilla.

    A la muerte del Rey, le sucede en el trono Enrique I, (su hermano Fernando había muerto tres años antes con apenas 22 años) Enrique, conocido como el rey niño, apenas contaba con diez años al subir al trono. Encargándose de la regencia del reino su hermana mayor Doña Berenguela, tras la muerte de la Reina Leonor un mes después de su marido. Este nuevo orden no fue aceptado por los Lara, con lo que ella, ante la amenaza de una guerra civil, se retiró al señorío de los Girón, junto a su hermana Leonor y sus hijas. Así, los Lara se hicieron con la custodia del joven rey Enrique, y de esta manera con el control absoluto del Reino.

    Por su parte San Fernando, que como hemos dicho fue reclamado por su padre en 1214, fue reconocido legalmente como heredero al trono de León, y pasó los siguientes años junto a su padre y la nobleza leonesa conociendo a las gentes y tierras de su futuro Reino, así como aprendiendo buenas artes de gobierno, labor en la que su padre era sin duda un maestro.



    CONSOLIDACIÓN DEL REINADO

    Al tercer año del reinado de Enrique I, y dado que los Laras gobernaban el Reino mediante abusos y excesos, se inicia la guerra civil en Castilla. Los Lara saquean las tierras palentinas de los Téllez y los Girón, principales defensores de Doña Berenguela, viéndose la Reina obligada a refugiarse en Otiello (Autillo de Campos), principal fortaleza de los Girón. Pero cuando la situación empieza a ser desesperada, sucede algo inesperado, el Rey muere en el palacio episcopal de Palencia, donde todavía continuaba estudiando, al sufrir un golpe en la cabeza jugando al tejo con otros niños. Ante los rumores de lo ocurrido, los Lara niegan su muerte, y argumentan que el rey se está reponiendo.

    A finales de mayo de 1217, Doña Berenguela ya sabe que su hermano, el rey Enrique ha muerto, y exige a los Lara que la reconozcan como reina, pero estos reaccionan atacando a Doña Berenguela en su refugio de Autillo de Campos. Ante esta situación, Doña Berenguela manda a los caballeros Gonzalo Ruíz Girón, Alfonso Téllez y Lope Díaz de Haro que se desplacen hasta Toro, donde se encontraba en ese momento la corte leonesa, para pedir al rey de León que dejase marchar al joven príncipe Fernando a socorrer a su madre.

    Alfonso IX, gran rey, pero con muchos claro-oscuros, había llegado a un acuerdo con los Lara, pues pretendía que Castilla volviese a pertenecer a León. Por lo tanto, los nobles castellanos tuvieron que mentir, diciéndole al Rey que Enrique I se había recuperado, y que la presencia del príncipe Fernando junto a su madre se debía únicamente a la añoranza que ella sentía por su hijo. Después de muchas dudas por parte del monarca leonés, consiente la marcha del joven heredero. San Fernando ya no volvería a León hasta 15 años después. Tras una marcha de tres días, perseguidos por tropas leonesas, que al poco de partir se habían enterado del engaño, el príncipe y los nobles llegan a Autillo, hecho que fue definitivo para acabar con el asedio de los Lara, que se retiran a sus territorios toledanos.

    Así, El 14 de junio de 1214, bajo un viejo olmo, y con la presencia de numerosos súbditos de la Tierra de Campos, además de los nobles, y con la bendición de los obispos de Palencia y Burgos. Doña Berenguela es proclamada Reina de Castilla. Más acto seguido, se desprende de su regio símbolo y ella misma coloca a su hijo la corona, La crónica lo recuerda así:

    En la llanura que se hacía fuera del recinto amurallado del castillo, alzábase solitario un olmo corpulento y frondoso. A la sombra de sus ramas quiso Doña Berenguela que fuese levantado el sólito cadalso para verificar la sencilla ceremonia de la publicación real. Morisca alfombra cubría el entablado, sobre la cual quedaron dispuestos dos ricos sitiales para la reina y su joven heredero. Alrededor estaban prelados y magnates. Eran aquellos los obispos Don Tello de Palencia y Don Mauricio de Burgos; figuraban entre éstos Don Gonzalo Ruíz, Don Lópe Díaz, Don Suero y Don Alfonso Téllez de Meneses, Don Fernando Suárez y algunos otros. Gentes de armas a caballo o de pie, rodeaban el tabladillo circuídas a la vez por grupos de pecheros llegados de Frechilla, Fuentes y Castromocho. Con toda sencillez, ordenó Doña Berenguela que tremolaran pendones y fuese dado el grito acostumbrado, cuandos e alzaba nuevo rey, a favor de su heredero el príncipe Fernando. Et allí luego en Otiello, dice la crónica general, le alçaron reyet llamaron con el real.

    Tras la proclamación de Autillo, la comitiva real se desplazó a Valladolid donde el 2 de julio, Fernando III fue reconocido por las Cortes como rey legítimo de Castilla. Pero los Lara y Alfonso IX no habían dicho su última palabra, y ante Valladolid se presentaron con un numerosísimo ejército exigiendo la regencia del reino de Castilla, pues Alfonso alegaba derechos por encima de su ex mujer y de su hijo. Fue aquí donde Fernando III demostró por primera vez su grandeza regia, mandándole una embajada por medio del obispo Tello de Palencia para decirle

    “Que no fatigase más sus pueblos, ni les ocasionase mayores males, que debía agradecer a la reina el haber dado a un hijo suyo un reino, y tal reino que había causado a León grandes daños, y de allí en adelante no le vendría de él sino mucha ayuda.”, “Y que él no pretendía levantar espada contra ningún Reino cristiano, habiendo moros en España, y menos aun frente a su padre”

    No le valió al rey de León el mensaje de su hijo, y junto a los Lara se dedicó a devastar pueblos y fortalezas fieles a Don Fernando, hasta que con fecha 26 de noviembre de 1217, y tras una carta del papa Honorio II en la que instaba a Alfonso IX a finalizar el conflicto, firma un acuerdo de paz, y se retira con sus tropa a León. Nunca más volvieron a verse padre e hijo.

    De esta forma quedaron solos los Lara en la guerra frente a Don Fernando, hasta que a finales de 1218 fueron finalmente reducidos. Cuenta la crónica que al morir Don Alvaro Núñez de Lara, el mayor de los hermanos, y huir los otros dos al reino de León:


    Finó tan pobre que non había con que lo llevar a Uclés, donde como caballero de Santiago se mandara soterrar, ni para candelas, e entonces la reina Berenguela, con mesura conplida, e con piedad, mandóle dar todo cuanto hubiese menester para lo llevar, e un paño de oro para el ataúd.

    El ascenso al trono de León tampoco fue fácil para San Fernando. Sintiéndose traicionado el rey leonés por su hijo, decidió Alfonso IX romper el compromiso que con San Fernando tenía, y declaró que las herederas serían sus hijas Doña Sancha y Doña Elvira, nacidas de su primer matrimonio con Doña Teresa de Portugal.

    El 24 de septiembre de 1230, muere Alfonso IX camino de Santiago de Compostela, a donde se dirigía para dar gracias al apóstol por su ayuda en la reciente reconquista de la ciudad de Cáceres por las tropas leonesas.

    Inmediatamente, San Fernando, que se encontraba en ese momento combatiendo a los moros en Jaén, marcha hacia León para reclamar sus derechos. Es recibido en Toro y Benavente con alegría, pero sabe que la vieja nobleza leonesa no le admite como Rey, y que junto a sus hermanas las infantas, estabán recluidos en la ciudad de León dispuestos a combatirle.

    Como dije antes, Don Fernando había jurado al alzarse rey de Castilla, que nunca haría guerra a cristianos habiendo moros en España. Pero no estaba dispuesto a renunciar a su derecho sobre el trono leonés. Es entonces cuando su madre Doña Berenguela, concierta una entrevista con Doña Teresa, primera esposa de Alfonso IX, y que desde la disolución de su matrimonio se encontraba recluida en un convento en la localidad de Valencia de Don Juan. Allí las dos reinas, sin necesidad de guerra entre hermanos llegan al siguiente acuerdo:

    Primero: Qué las infantas renunciarían a cualquier derecho que pudieran tener a la corona y cancelarían cualquier privilegio o carta, de donación o herencia, de su padre, en este sentido.
    Segundo: Qué entregarían a su hermano todas las plazas y castillos que sus caballeros tenían por ellas y absolverían a estos del pleito homenaje que le hubieren hecho.
    Y tercero: Qué el rey señalaría a sus hermanas una renta fija de treintamil maravedíes de oro anuales.

    Tras conseguirse este acuerdo, conocido como la “Concordia de Benavente”, Fernando III el Santo fue proclamado rey de León en dicha ciudad el 11 de diciembre de 1230. Ese día nació la Corona de Castilla, que unificaba los reinos de León y Castilla para siempre. Tras la ceremonia, el rey marchó hasta Santiago de Compostela, como mandaba la tradición leonesa y además así rendir un sincero homenaje ante la tumba de su padre.

    ... Continuará

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  18. #18
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    Re: San Fernando III

    FERNANDO III EL SANTO, REY SANTO Y SANTO RECONQUISTADOR (II PARTE)

    
    




    En el verano del año 997, Almanzor y sus hordas mahometanas arrasaron Santiago de Compostela y las campanas compostelanas fueron traídas a Córdoba desde Galicia (a hombros de cautivos cristianos). Cuando San Fernando Rey reconquista y libera Córdoba, manda restituir estas campanas a su original sede compostelana; a hombros de prisioneros moros.
    Pintura de J. G. Mencía.
    





    LA CRUZADA DE SAN FERNANDO

    Por Luis Carlón Sjovall


    Desde muy niño, el rey San Fernando se vio atraído por las viejas historias y leyendas de sus antepasados. La vida y gestas del Cid, de Don Pelayo o el impresionante reinado de Alfonso II el Casto se unían a la reciente victoria lograda por su abuelo en la Batalla de Las Navas de Tolosa frente a los poderosos almohades. No cabe duda que en su niñez, el entonces joven príncipe debía soñar con recuperar para Jesucristo la España perdida por lo godos.

    Siendo San Fernando, ya rey de Castilla. Fue tiempo de poner orden en el reino, y así dedicó sus primeros meses a conocer todos los rincones de Castilla y a deshacer litigios. Es en esta época cuando San Fernando, siempre fiel a las tradiciones, es coronado en Nájera por tercera vez, siguiendo la tradición de los reyes de Navarra. También se hace con su famosa Espada Lobera y el viejo pendón de Castilla que según nos cuenta la tradición pertenecieron al primer conde castellano, Don Fernán González.

    Sin duda, la paz y la prosperidad habían vuelto a Castilla, y el rey no pensaba ya más que en recuperar la España perdida. Más Doña Berenguela, sabía que no había Rey completo, sin reina a su lado. Y de esta manera Don Fernando contrajo matrimonio con Doña Beatriz de Suabia, hija de Felipe, Duque de Suabia, y sobrina del emperador Federico II, el 27 de noviembre de 1219 en la localidad palentina de Carrión de los Condes. De este su primer matrimonio nacieron diez hijos.

    Alfonso X el Sabio (futuro rey de Castilla) 1221-1284, Fadrique 1224-1277, Fernando 1225-1242, Leonor 1226, Berenguela 1228-1279, Enrique 1230-1303, Felipe 1231-1274, Sancho 1233-1261 (arzobispo de Toledo y Sevilla), Manuel 1234-1283, y María (1235).

    Con el Reino ya tranquilo, y quedando Doña Berenguela como Reina en Castilla, en la primavera de 1224, marcha el rey a tierra mora por primera vez. En este primer encuentro con los islámicos el rey comenzó a labrarse su leyenda de rey justo entre cristianos y mahometanos. Con los suyos el rey siempre fue el primero en todo, y nunca trato a ninguno como no mereciera. Y justo también fue con los moros, pues si rendían vasallaje a Castilla les dejaba seguir viviendo en sus tierras, si rendían la plaza les aseguraba una retirada honrosa con todas sus posesiones hasta otra plaza mora, pero hay de aquellos que plantaban cara al rey. Sólo la muerte y la pérdida de todos sus bienes les esperaba. La primera plaza mora que se vio acometida por San Fernando, fue la ciudad de Baeza, cuyo rey, llamado Mahomet, pidió vasallaje al ver que el propio rey de Castilla lideraba la hueste cristiana. Por el contrario la ciudad de Quesada, que pertenecía al reino de Baeza, decidió renegar de su rey y resistir a los cristianos. En pocos días los castellanos tomaron la plaza, y pasaron a cuchillo a todo hombre con capacidad de tomar armas. Como digo, estos dos ejemplos sirvieron a los demás reinos moros como advertencia de cómo San Fernando impartía la justicia al intruso musulmán.

    En invierno de ese mismo año de 1224, se acercó hasta Cuenca, donde se encontraba San Fernando el rey moro de Valencia, que temeroso de ser atacado, pidió al Santo aceptase a Valencia como reino vasallo. Esto creó problemas con Aragón, que alegando el tratado de Cazorla firmado en 1179 por Alfonso VIII de Castilla y Alfonso II de Aragón, consideraba Valencia terreno propicio a su propia Reconquista. No era San Fernando, rey que ambicionase gloria personal, todo lo contrario. Así que no dudó en romper el acuerdo alcanzado con el moro, y dio vía libre al Rey Jaime I para que expandiese los territorios de la Cruz hasta los confines del Reino de Valencia, quedando el Reino de Murcia libre para expansión castellana.

    En primavera de 1225 sale el rey por segunda vez a tierra musulmana, conquistando con la ayuda de los moros de Baeza las plazas Martos y Andújar, que es entrega en encomienda para su protección a los caballeros de Calatrava.

    En las primaveras de 1226 y 1227con un ejército menor al de los dos años anteriores, pero con el apoyo de dos mil jinetes cedidos por el rey moro de Baeza, San Fernando vuelve a Andalucía con intención de no dar respiro a los mahometanos. En esta campaña se asedia la ciudad de Jaén, se llega hasta los muros de Granada y se destrozan los campos de ambos reinos dejando el pánico y la desolación a su paso por estas tierras. Además, tampoco fue estéril esta campaña en conquistas, pues pasaron a posesión castellana las plazas de Priego, Loja y Capilla.

    A estas alturas, Castilla vivía en la tranquilidad que daba saber que Doña Berenguela gobernaba con mano firme la Castilla del Norte, y que San Fernando estaba decido a no parar hasta que ni un solo templo en España estuviese coronado con la Cruz de Jesucristo. El pueblo castellano veía en su Rey a un héroe, que por su entrega y fe ya empezaba a ser reconocido como el Santo que fue. Nunca Castilla fue tan exigida de hombres e impuestos como en la época de San Fernando, y nunca fue mayor la paz que vivió en el reino.

    Por el contrario, Los moros, que tras el derrumbe almohade habían vuelto a conformarse en múltiples taifas, sabían de su debilidad ante un Rey, que ya en esos momentos era visto por ellos como un demonio invencible, predestinado a gestas que cambiarían su mundo para siempre

    Durante el invierno de 1227, los moros de Baeza se vuelven contra su rey, y antes de que los castellanos puedan llegar a ayudarle, le dan muerte y recuperan para la media luna algunas de las plazas reconquistadas. Poco duró esto, pues en cuanto conocieron que llegaba Don Lópe Díaz de Haro con quinientos caballeros cristianos, huyeron todos para refugiarse en Córdoba y Sevilla. Para defender las plazas retomadas, deja al rey a Don Tello de Meneses y a Don Lope Díaz con amplia guarnición cristiana.

    Tres años tuvo que frenar Don Fernando la Reconquista, es un tiempo que dedica el rey a ayudar a su tía, la reina de Francia, Doña Blanca de Castilla, madre de San Luis, y que se encontraba en guerra con los alvigenses. Poco quería el rey a los moros en sus tierras, más tampoco era amigo de herejías, así que mandó tropas y consejeros a Francia hasta que la reina y su hijo aplacaron a los tolosanos. Esta herejía también estaba enraizando en ciertos lugares de Castilla, donde algunos cátaros se dedicaban a difundirla entre la gente simple. La Historia nos cuenta como el propio Rey hacía justicia:

    Fue cosa de ver el juicio que hizo el rey de los herejes cuando sentado en su trono, con faz grave y severa, apareció rodeado de un consejo asesor de doce sabios. Allí estaban los omes buenos que en materia de leyes eran sabidores, ancianos que muchos años habían sido alcaldes y estaban bien enterados de cómo se usaba facer, y otros que habían andado a los estudios de Palencia et Salamanca.
    Condenados los herejes que no quisieron arrepentirse, lleváronlos a quemar, y espantó grandemente al pueblo ver que el Rey, cargándose de un haz de leña, lo llevó el mismo en persona hasta la pira.

    Es también el tiempo en que San Fernando comienza las obras de templos emblemáticos como la Catedral de Burgos o la de Toledo, además de numerosos monasterios repartidos por todas las tierras reconquistadas, pero también es un tiempo en que San Fernando empezó a notar en su cuerpo la dureza de una vida sin descanso, achacándole por primera vez una enfermedad que le tuvo postrado una larga temporada.

    En la primavera de 1230 se reanudan las campañas frente al infiel, San Fernando había decidido tomar Jaén, y allí se encontraba asediándola cuando le llegaron noticias de la muerte de su padre, como he contado antes levantó el cerco y marchó al norte con intención de reclamar sus derechos.

    Tras la unificación de Castilla y León, San Fernando duplica sus reinos, por lo tanto también duplica sus rentas y ejércitos. Así, en la primavera de 1231 marcha de nuevo hacia el sur donde conquista la plaza de Úbeda y devasta los campos de la Cuenca del Guadalquivir hasta llegar incluso a las puertas de Sevilla y Jerez.

    En diciembre de 1235, y tras dieciséis años de matrimonio, murió en Toro la reina Beatriz dando a luz a su última hija. Duro golpe supuso sin duda para Don Fernando la muerte de su fiel esposa. Ordenó que fuese enterrada en Las Huelgas de Burgos. Hoy, Doña Beatriz de Suabia está enterrada en la Capilla Real de Sevilla junto a su querido esposo San Fernando, tras ser trasladada por su hijo Alfonso X el Sabio en 1279.

    Poco duró el llanto en San Fernando, pues las necesidades apremiaban, y ayudó la noticia de que en enero de 1236 un escuadrón de jóvenes caballeros había tomado por sorpresa la Axarquía cordobesa, impulsó inmediatamente la recluta a sus mejores hombres y se encaminó personalmente a prestar ayuda a sus súbditos (A tal rey tales súbditos). Tras más de un mes sitiádos, los cristianos recibieron con alegría las enseñas reales en el horizonte, mientras que los moros pasaron de sitiadores a sitiados. Estos pidieron ayuda a los reinos de Jaén y Sevilla, ayudas que nunca llegaron, pues era grande el temor que les infundía el Rey Santo. Tras cinco meses de asedio, Córdoba, el gran símbolo de la España musulmana se rendía a San Fernando el 29 de junio de 1236, festividad de San Pedro y San Pablo.

    San Fernando permitió salir con vida a sus defensores, pero a cambio, nos cuenta la tradición, mandó que las campanas de Santiago de Compostela, que se encontraban en Córdoba desde que el caudillo Almanzor las llevó a hombros de cristianos esclavizados 260 años antes, fuesen llevadas de nuevo a Santiago a hombros de prisioneros musulmanes. Tras la expulsión de los islámicos, se reforzaron las defensas de la ciudad, y quedó a cargo de ella una guarnición al mando de Don Alfonso Téllez de Meneses.

    El rey en su alegría por la Reconquista de tan gran ciudad, relató de su puño y letra un documento que se encuentra actualmente en los archivos de la Catedral de Burgos, y que reza así:

    ¡loor por siempre a Ti, Jesucristo, mío Señor, que por la tu grand misericordia et los ruegos de la Gloriosa Sancta María, te has querido valler deste tu siervo et caballero, et “por medio de los mios sudores” ganaste pora tu sancta ley esta cibtat de Córdoba!.

    Tras la conquista de Córdoba, y durante los siguientes dos años, atendió el rey al gobierno de la Corona, concediendo fueros, otorgando donaciones, o dando sentencias. El obispo de Palencia Don Tello Téllez lo alaba así.

    “Oía a todos, no había hora escusada para audiencias; era amante de la justicia; recibía con singular agrado a los pobres; no quería tener a ninguno quejoso, y deseaba como buen padre dar gusto a cuantos le permitía la justicia; era al mismo tiempo severo contra los delitos, singularmente contra los que abandonando la fe se inficionaban con la herejía, o contra los que disimulaban sus errores por no perder la conveniencia de ser sus vasallos.”

    También en esta época contrajo el Rey matrimonio por segunda vez. De nuevo fue su madre la que le busco esposa, siendo la elegida Doña Juana, hija del Conde de Ponthieu. La boda se llevó a cabo en Burgos a finales del año 1237. Este matrimonio, daría a San Fernando cinco hijos más:

    Fernando 1237 (Conde de Aumale y Barón de Motgomery), Leonor 1240 (esposa de Eduardo I de Inglaterra y madre de Eduardo II), Luis 1242 (Señor de Marchena) y Jimena 1244 y Juan 1245 que murieron al poco de nacer. Juana debió de ser una muy buena esposa, pues el arzobispo Jiménez de Rada habla de ella siempre con mucho respeto. Sea como fuere, al poco de enviudar, volvió a Francia, donde murió en el 1279.

    El domingo de Ramos de 1238, llegaron noticias al rey de que la plaza de Martos estaba siendo atacada por los granadinos, Y San Fernando, nuevamente se lanzó hacia al sur con sus mesnadas al rescate de la plaza sitiada. Fue llegar el rey a Martos, y los granadinos huyeron sin entrar en combate. Una vez más, la simple presencia del Rey Santo infundía terror a los sarracenos.

    Aprovechó el rey esta estancia en el sur, para asegurar Córdoba. Así mandó que viniesen de Castilla sacerdotes, juristas y población civil para poblar y reorganizar la fantasmal ciudad. Ordenó traducir el “Fuero Juzgo” del latín al castellano para que fuese en adelante la regla que legislara sus conquistas en el sur, y se empezaron a construir iglesias y conventos sobre los antiguos templos musulmanes. La Mezquita, que estaba construida sobre la vieja Catedral de la Córdoba Hispánica, ordenó San Fernando que fuese respetada en su estructura, pues el rey siempre respetó la belleza, la hubiese creado quien la hubiese creado. Además de todo esto, no cesó en el empeño de Reconquista, y así, se capturaron numerosas fortalezas y se siguieron castigando sin pausa los reinos musulmanes, especialmente las comarcas de Granada y Sevilla.

    Tras dos años en la frontera, el rey volvió a Castilla con intención de reponer fuerzas con vista a sus futuras empresas. Más como la paz está visto que no es cosa de este mundo, el rey tuvo que asistir al poco de volver al entierro de Fernando, su tercer hijo, que accidentalmente murió en Toledo. No se había recuperado el rey de la pena, cuando le llegaron noticias de que Don Lope Díaz de Haro, que nunca estuvo a la altura de su padre Don Diego, se había hecho fuerte en Vizcaya, y pretendía crear un condado independiente. Inmediatamente el rey marchó a Vizcaya, y aunque le horrorizaba blandir la espada con cristianos (más en este caso que se trataba de un viejo camarada en tantas y tantas aventuras) arrasó toda aldea que se puso en frente.

    Sea por la desazón de las traiciones, o porque nunca supo descansar, el rey cayó gravemente enfermo por segunda vez en Miranda. Encomendando a su hijo Alfonso que capturase al rebelde costase lo que costase. Don Alfonso (que siempre fue mejor príncipe que Rey) hizo su trabajo, y llevo a Don Lope a Burgos donde se encontraba descansando el rey. El sedicioso noble fue encarcelado, y como nos cuenta la crónica de Don Miguel de Manuel, todos temían por su vida, y pedían al rey que le perdonase. Incluso el joven infante Don Alfonso se lo pidió, a lo que respondió el rey “Fijo, non por el primer yerro olvides el servizio, ca a veces la venganza del yerro face mejor servidor” . Y así fue. Tras una buena temporada a la sombra, el fiero conde Don Lope Díaz, arrodillado y con lagrimas en los ojos, pidió perdón al rey para nunca más crearle problemas.

    Seguía el rey recuperándose en Burgos, cuando le llegaron noticias de divisiones entre los moros en el reino de Murcia, y que esto estaba a punto de ser aprovechado por el rey de Granada para anexionárselo. Inmediatamente mandó el rey de nuevo a su hijo Don Alfonso al mando de un ejército, ayudado por el viejo capitán de Alfonso VIII, Don Rodrigo González Girón. Según se acercaba el ejército castellano a Murcia, salieron los murcianos a recibirlos, pidiendo vasallaje a Fernando III el Santo. Don Alfonso, que sabía que su padre prefería conquistas sin sangre, aceptó el vasallaje. Así, el joven príncipe entraba en Murcia el 22 de diciembre 1243. Sólo las plazas de Mula, Cartagena y Lorca se negaron al vasallaje, siendo tomadas sin prisioneros en la primavera siguiente también con el infante al mando de una nueva expedición.

    Notaba el rey que la salud no le duraría, y sentía que mucho le quedaba por hacer. Por eso, cuando salió de Castilla en la primavera de 1243, lo hizo para no volver nunca más. Cuando estaba el rey feliz con las noticias que le llegaban de Murcia, le llegaron otras que le nublaron el ánimo. Los mejores hombres de la frontera habían sucumbido en una batalla ante las huestes de Alhamar, rey de Granada. Apenas su propio hermano Alfonso y unos pocos más habían sobrevivido. No obstante, de momento las plazas se mantenían en poder castellano. Así. San Fernando salió por última vez de Castilla, de nuevo dispuesto a socorrer a sus huestes.

    En esta última campaña, los viejos nobles y obispos que tanta gloria le habían dado tanto a él como a su abuelo, ya no podían seguirlo. Muchos habían muerto en los últimos años, y otros ya no se encontraban en situación de combatir. No obstante eran los hijos y sobrinos de estos los que acompañaban al rey, y su ilusión era superar a sus padres en bravura y lealtad. Uno de estos jóvenes era Don Nuño González de Lara, hijo del sediciosa conde Don Gonzalo de Lara. San Fernando no solo le había perdonado la traición de sus progenitores, sino que le había convertido en uno de sus hombres de confianza.

    Marchó con tanta fuerza el rey a la campaña de 1244, que en poco tiempo había tomado las fortalezas de Arjona, Pegalajar, Bexícar, Carchena y Catzalla; y las tropas se encontraban asediando la ciudad de Jaén y devastando la Vega de Granada. Duro fue este golpe para los moros, que no sólo veían a los cristianos ante sus murallas sin intención de marcharse, sino que además se habían quedado sin alimentos para los próximos años, pues todo el campo estaba arrasado.

    A principios del año 1245, el rey reactivo las razias en tierra mora, que se aumentaron hasta la vega del Guadalquivir y el reino de Niebla. Estaba el rey absorto en estas campañas cuando le llegó la noticia de que su madre estaba en Pozuelo (actual Ciudad Real). Doña Berenguela se sentía morir, y le pedía a su hijo que la dejase retirarse a un convento a pasar sus últimos días, convencida como estaba que Don Fernando nunca volvería a Castilla sin acabar la Reconquista. El rey viendo a su madre y gran apoyo tan mayor sintió que debía volver a Castilla para hacerse cargo del gobierno y que así su madre descansara, pero finalmente fue ella, viendo que el sueño de su hijo se podía desvanecer, la que le convenció de lo contrario, y volvió a Castilla para seguir rigiendo el reino como la Gran Reina que siempre fue. Nunca más volvieron a verse madre e hijo. Un año después de este encuentro su madre dejaba este mundo. ¡Tu me la diste, Señor, et tu me la quitaste! murmuró el Santo al saberlo. Realmente fue un reinado con dos reyes; la madre en el norte, el hijo en la frontera. Sin una reina como Doña Berenguela, no habríamos tenido un rey como San Fernando.

    A principios de otoño de 1245, comenzó el definitivo sitio de Jaén. Empezaron con pocas tropas, y con la idea de volver la primavera siguiente, más San Fernando plantó su tienda frente a la muralla, y dijo a sus hombres que no la levantaría hasta ver rendida la ciudad. Al saber esto, todos los nobles, dejaron sus quehaceres y marcharon hacía allí para estar junto al Rey, al igual que las milicias concejiles. El 28 de febrero de 1246, los moros, desesperados, decidieron salir a campo abierto a combatir a los castellanos. Cuenta la crónica que San Fernando fue el primero en tomar la lanza y alentar a los suyos en la batalla.

    La Victoria fue total, y la mortandad de la morisma espantosa, como nos dice el Padre Retama en su crónica. Inmediatamente terminado el combate y rendida la ciudad, el rey colocó la imagen de la Virgen de las Batallas que siempre llevaba en el arzón de su caballo, y mandó rezar el “Te Deum”. El Reino de Jaén ya era tierra Cristiana.

    Esta victoria fue doble, pues a los pocos días, el rey de Granada se presentó ante la tienda del rey pidiendo audiencia. Allí arrodillándose ante San Fernando pidió humildemente vasallaje. Vasallaje que se concedió, y que a la postre salvaría a Granada de caer ante San Fernando como el resto de taifas moras. Y es que el Rey moro Alhamar, combatió a partir de este momento junto a San Fernando frente a sus hermanos de herejía.

    Córdoba y Jaén rendidos, Murcia y Granada como reinos vasallos. Ya nada impedía dirigirse a Sevilla, la gran capital de los mahometanos en la España del siglo XIII. Explicar la toma de Sevilla exigiría una conferencia en sí misma, más intentaré resumirlo de la mejor manera posible.

    Pasó el rey la primavera y el verano siguientes repartiendo la tierra y organizando la vida civil en Jaén, pero sólo pensaba en la Reconquista de Sevilla. Por aquel tiempo mandó el Rey a un tal Ramón Bonifaz, burgalés pero gran entendido en asuntos de la mar que preparase una flota en los puertos del norte, esta flota fue la primera armada de Castilla, y fue fundamental como veremos para la toma de la ciudad.


    A partir de otoño, el rey marcho a Córdoba, desde donde continúo fatigando a los moros atacando diferentes puestos y arrasando las cosechas. No quiso San Fernando volver a Castilla, ni siquiera para estar presente en la boda de su primogénito Don Alfonso, que en aquel otoño se casó en Valladolid con Doña Violante de Aragón, hija de Jaime el Conquistador.

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    Re: San Fernando III

    FERNANDO III EL SANTO, REY SANTO Y SANTO RECONQUISTADOR (III PARTE)

    
    Fernando III el Santo, procesionando por las calles de Sevilla




    LA RECONQUISTA DE SEVILLA


    Por Luis Carlón Sjovall


    En la primavera de 1246, San Fernando marchó hacia Sevilla dispuesto a no alargar por más tiempo la estancia de los mahometanos en tan esplendida ciudad. De Castilla llegaron hombres de todas las ciudades, ni un solo noble faltó con sus mesnadas, allí también estaban las órdenes militares con sus mejores hombres. Nos dice el Padre Retama en su libro San Fernando y su época: “que hasta el Papa eximio de ayunos y vigilias además de dar numerosos perdones e indulgencias. En ellas llamaba también a su caudillo “Nuestro carísimo hijo el ilustre Rey de Castilla, campeón invicto de Jesucristo”, y mandaba que todas las iglesias del reino pagasen la mitad de las tercias decimales por tres años, para contribuir al sostén de la magna empresa de la conquista de Sevilla.” Era claro que los ejércitos del rey estaban allí para quedarse.

    Fueron cayendo una tras otras las ciudades que rodeaban la capital del Guadalquivir, La primera fu Carmona, seguida por Constantina y Reina. En todas ellas, los moros se fueron rindiendo ante la llegada de las tropas castellanas. Si opusieron resistencia las localidades de Castellana y Gilena, muriendo los defensores pasados a cuchillo y quedando cautivos los habitantes.

    Durante el asedio de Alcalá del Río, San Fernando volvió a enfermar, más dio ordenes de no ceder en el impulso. Los meses pasaban y los moros de Alcalá no cedían. Ante tales circunstancias, el rey “seyendo muy flaco” y desoyendo los consejos del médico judío que le atendía, se puso de nuevo al frente de sus tropas “Mandó combatir muy fuerte la villa”, y sus hombres viéndole otra vez a caballo, demacrado y pálido aún, pero con su firme mirada se lanzaron como leones sobre la plaza, que lógicamente fue tomada y castigados convenientemente sus moradores.

    Era el 20 de agosto de 1247, festividad de la encarnación, cuando aparecieron por el río Guadalquivir las velas cristianas de la flota de Bonifaz. 13 galeras y 13 bajeles, además de numerosas embarcaciones menores componían tan gloriosa flota. San Fernando exultante visitó una a una las embarcaciones saludando y dando ánimos a los tripulantes. Vascos, cantabros, asturianos y gallegos formaban parte de aquella primera escuadra marina de Castilla.

    Quince meses duró el asedio de Sevilla, durante los cuales las penurias de sitiados y sitiadores fueron tremendas. Los cristianos habían rodeado la ciudad con cuatro puntos fuertes, en la parte sur San Fernando con algunos nobles forzaba a los mahometanos, Pelay Correa, maestre de Santiago se encargó del arrabal de Triana, Don Alfonso, el heredero y Don Alfonso de Molina, su hermano se encargaron de las otras puertas de la ciudad. Además la flota perpetraba continuos ataques desde el río tanto a Triana como a Sevilla.

    Durante el asedio de Sevilla se dieron varias circunstancias que podemos catalogar como de milagrosas. Una de ellas sucedió en el verano de 1248, cuando las tropas castellanas; cansadas y hambrientas, sufrían además una alarmante falta de agua. Ante tal situación, mandó el rey a su fiel Pelay Correa en presencia de las tropas que clavase una lanza en el suelo mientras todos rezaban el “Te Deum”, al poco empezó a salir un hilillo de agua, que en poco tiempo se convirtió en una hermosa fuente. Nos lo cuenta así la crónica: “Clavóla hasta bien adentro en el lugar que el Rey señalara. Y al retirarla salió de la ferida un hilillo ténue de agua cristalina, que poco a poco se iba ensanchando y adquiriendo más caudal. Entonces el rey Fernando bajó del caballo y fue el primero en bever de aquella agua que Dios les enviaba con honra y agradecida devoción de su alma.” Esta fuente creo que todavía existe en Sevilla, y es conocida como la “Fuente del Rey”.

    En octubre, la situación de Sevilla era crítica. Bonifaz había roto en una audaz envestida el puente de barcas que separaba Triana de Sevilla, con lo cual la axarquía trianera no tardó en caer. Mientras en Sevilla, hacía tiempo que escaseaba de todo, y además habían perdido la esperanza de recibir ayuda del norte de Africa. Axafat, último rey moro de Sevilla, se presentó ante San Fernando el 23 de noviembre de 1248, festividad de San Clemente, ofreciendo la ciudad al monarca castellano. Una vez más, San Fernando fue magnánimo, y permitió que todos los habitantes de Sevilla salieran de la ciudad con las pertenencias que pudiesen llevar encima. La fecha límite sería la víspera de Navidad

    Un hecho acaeció en este tiempo, que nos marca la personalidad del Santo. Llegaron noticias al campamento cristiano de que los moros tenían planeado tirar la torre de la mezquita (La Giralda) con intención de que no callase en manos cristianas. Cuando el Rey Santo se enteró de esto mandó decir a los moros que como se atreviesen a tocarla, ni uno sólo de los habitantes de Sevilla saldría de la ciudad. Lógicamente, la idea de Axafat quedó en pura anécdota. Anécdota que desmonta muchas de las farsas que generalmente estamos acostumbrados a sufrir cuando se habla de respeto al arte y la cultura de otros pueblos y religiones.

    En Navidad de 1248, entró la comitiva cristiana en la ciudad con la Virgen de los Reyes al frente, se consagró la antigua mezquita en Catedral, siendo Don Remundo su primer obispo tras la Reconquista. Inmediatamente San Fernando empezó a construir monasterios, siendo el de San Clemente el primero de ellos, mandó repoblar la ciudad, repartió sus tierras entre sus mejores hombres y la concedió fueros. El rey estableció la corte a partir de ese momento y hasta su muerte en el Alcázar de la capital Sevillana.

    Sólo tres reinos quedaban en España bajo poder musulmán. Uno Granada, que como hemos dicho era leal a Castilla; los otros dos eran Jerez y Niebla (actual Huelva). Así, Fernando III en cuanto tuvo en orden todo lo que se refería a Sevilla, emprendió camino a Jerez, campaña donde de nuevo enfermó antes de tomar la ciudad, viniéndole la muerte el 30 de mayo de 1252 el Alcázar sevillano.

    San Fernando moría joven, fruto de una vida de inmenso desgaste físico. No pudo completar la obra que de niño se había propuesto, devolver a toda España a la Fe de Cristo, obra que completó su hijo Alfonso sometiendo definitivamente Jerez y Niebla. Granada no volvió a dar problemas hasta mucho tiempo después, ejemplo de ello es que durante más de cien años los mejores caballeros granadinos hicieron guardia en la tumba del Santo en señal de respeto y admiración.

    Tampoco pudo el Rey Santo, aunque siempre lo ambicionó, marchar a Tierra Santa en ayuda de los hermanos cristianos que la custodiaban. Además, San Fernando ambicionaba conquistar el norte de África, tierra que tanto por tradición, como por seguridad siempre tuvo claro el Rey que debía de estar bajo la corona española. La crónica inglesa de Matthew Paris nos cuenta así, como San Fernando había llegado a un acuerdo con el rey de Inglaterra para conquistar el norte de África:

    el victorioso rey de Castilla...por afección al rey de Inglaterra, envió a un elocuente y elegante caballero al rey....proponiéndole una cruzada que habría de pasar por Castilla...siendo seguro que el rey de Castilla le aprovisionaría e incluso le acompañaría personalmente...y que desechara la vía marítima Francesa...El rey Inglés estaba complacido por ello...y hubiera hecho honor de ello si no hubiera sido por la prematura muerte del rey Fernando, lamentablemente para todos los cristianos; pero él murió bien y dejó a varios bravos hijos para gobernar el reino"

    LEGADO DEL SANTO REY

    A pesar de su prematura muerte, el reinado de San Fernando nos deja un legado impresionante. Reconquistó los Reinos de Córdoba, Murcia, Jaén y Sevilla. Dejó vasalla de Castilla a Granada. Cambió el latín por el castellano como idioma oficial del Reino. Revitalizó las artes y las ciencias (su hijo siempre reconoció que el Sabio no era él sino que todo se lo debía a su padre), en arquitectura por ejemplo comienza bajo su reinado la construcción de las catedrales de Burgos, Toledo, Sevilla y Jaén, además de numerosísimas iglesias de estilo gótico. Revitalizó las universidades de Palencia y Salamanca. Ordenó y modernizó los fueros de las ciudades. Y sobre todo, con su aura de justicia, valor y santidad unió España como posiblemente nunca antes ni después lo estuvo. Además de mantener la paz en Castilla, durante su reinado la paz y la concordia fueron los rasgos predominantes en su relación con sus vecinos de Aragón, Navarra, Portugal o Francia. Y es que San Fernando NUNCA perdió una batalla, quizá por eso fue proclamado por el Papa Inocencio IV como “Campeón invicto de Jesucristo”

    Ya en vida, San Fernando fue reconocido por sus contemporáneos como un hombre santo. Y tras su muerte, la situación no cambió. Ya en el siglo XIII, encontramos las primeras imágenes del rey con aura santa sobre su corona. No obstante, hubo que esperar hasta el 29 de mayo de 1655, fecha en que el Papa Alejandro VII le declaró oficialmente Santo, y confirmó el 30 de mayo, fecha de su muerte, como festividad de San Fernando, tras un larguísimo proceso. Más como la dicha nunca es completa, solo se concedió culto al Santo en la Capilla Real de Sevilla.

    Finalmente, el 7 de febrero de 1671 el culto a San Fernando fue extendido por el Papa Clemente X, como nos recuerda Don Miguel de Manuel:

    Concedió su Santidad extensión del culto, dando licencia para que en todos los reinos y señoríos de su majestad, y en la iglesia de Santiago de Roma, que es de españoles, se celebrase el Santo con rito doble, y con rezo y misa de confesor no pontífice.

    Hoy en día, a pesar de que la figura de San Fernando padece el olvido que sufren todos los grandes héroes de nuestra Historia, aún podemos encontrar su nombre en instituciones como la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando; como co-Patrón de España, Patrón de la Juventud Española, Patrón del Arma de Ingenieros o como Patrón de multitud de ciudades, municipios y asociaciones en el mundo entero. Y por supuesto, dando nombre a la condecoración más importante a la que puede aspirar un español: La Laureada de San Fernando.

    Sirva como resumen final de la personalidad de San Fernando la lápida de su sepulcro, que escrita en latín, castellano, árabe y hebreo reza lo siguiente:

    AQUÍ IAZE EL MUY ONDRADO DON FERNANDO
    SENNOR DE CASTIELLA E DE TOLEDO, DE LEON
    DE GALLIZIA, DE SEVILLA, DE CORDOVA,
    DE MURCIA ET DE IAHEN,
    EL QUE CONQUISO TODA ESPANNA
    EL MÁS LEAL
    E EL MÁS VERDADERO E EL MÁS ESFORÇADO
    E EL MÁS APUESTO E EL MÁS GRANADO
    E EL MÁS SOFRIDO E EL MÁS OMILDOSO
    E EL QUE MÁS TEMIÉ A DIOS
    E EL QUE MÁS FAZÍA SERVICIO
    E EL QUÉ MÁS QUEBRNTÓ E DESTRUIÓ
    A TODOS SUS ENEMIGOS
    E EL QUE ALÇÓ E ONDRÓ A TODOS SUS AMIGOS
    E CONQUISTO LA CIBDAT DE SEVILLA

    QUE ES CABEÇA DE TODA ESPANNA
    E PASSÓS HI EN EL POSTREMERO DÍA DE MAYO
    EN LA HERA MIL DOSCIENTOS CINCUENTA Y DOS.


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